Microrrelato Juego en distancia.

— ¡Salta, hazlo! … Oh, no lo has cogido. Sube de nuevo e inténtalo — le decía ella, con una sonrisa. En verdad lo que hacía era hablarle a la pantalla de un ordenador, pero sabía que la persona que había tras ella la escucharía.

— ¡He saltado! Este mando se está quedando sin pilas, arg — se quejaba el otro, con un berrinche de niño pequeño, pese a casi sus diecisiete años de edad. Ella rió por lo bajo, por lo que hizo que éste tomara su atención y mirara la pantalla de su portátil, quien se encontraba a su lado —. ¿De qué te ríes?

— El mando está conectado a la Play. Es imposible que funcione con pilas — decía mientras seguía riendo, más bien al micro que tenía ante sus labios.

— Jo, calla. He saltado dos veces, tendría que haber saltado — decía él aún así en intento de defenderse sin ser atacado.

Él, con un leve brillo en los ojos, seguía mirando la pantalla de televisión que tenía en sus narices, mientras sostenía en sus manos el mando de control para poder manejar su personaje. Ella, sin embargo, seguía mirando la pantalla de su propio ordenador para así verlo jugar con emoción. Amaba verlo, aunque fuera a través de una cámara interna del portátil de él.

En uno de los momentos, por la cabeza de ella pasó el pensamiento que tanto se repetía: “¿Por qué no estoy con él?”. Tanto se querían, tanto querían estar juntos, y aún así los distanciaban cinco horas en tren; cinco o séis. Dejó de pensar en eso. No era momento de deprimirse, sino el de ver jugar a su novio, el que en ese momento parecía un niño pequeño. Ella deseaba verlo jugar a su lado, compartiendo la misma cama donde se hallaba sentado; pero al menos le valía la oportunidad de verlo por su ordenador, de verlo jugar a distancia.