Aquí voy yo. Que no se diga XD Contenido oculto: Imagen [/ATTACH] John John miró al pobre diablo que se hallaba tirado en el suelo. Su actitud de sabelotodo no le gustaba. No es que él fuera un tonto en clase, al contrario. Era uno de los alumnos más brillantes, pero ese chaval había cometido un error. Nadie iba por delante de John Mackenzie; él debía ser el primero en todo y quien osara quebrantar esa regla, acabaría con unos cuantos golpes. Eso había hecho que John acabara en el despacho del director unas cuantas veces y sus padres y ya no sabían qué hacer con él. Escupió en la cara del chico y salió del callejón. El resto del alumnado esperó a que el dueño y señor del instituto desapareciera para ayudar a esa pobre alma. ∞ John entró en su casa y para su sorpresa halló a su madre en el comedor. El aspecto desaliñado y chulesco hizo temerle lo peor y antes si quiera poder preguntar, su hijo se encerró en su habitación. John pertenecía a una familia adinerada que desde pequeño le había dado todo lo que quería en contra del criterio de todo el mundo, error del que sus padres se arrepentían cada día. Su hijo, un niño listo, sintió desde pequeño que su ego debía ser alimentado como con los cerdos: era inteligente, con buenas notas y el mundo debía y tenía que admirarlo. El bajo concepto que tenía del mundo solo era comparable al alto concepto que tenía de sí mismo. Encendió su ordenador y pasó de hacer los deberes. Demasiados fáciles para él. se metió en Facebook, pero no habló con nadie porque nadie quería ser amigo de él. El tiempo pasó hasta que llegó la noche y se preparó para salir. Alzó la vista y vio a sus padres en la cocina cuchicheando, pero pararon cuando lo vieron a él: —Tranquilos, me voy enseguida. —Espera, John, queremos hablar contigo—dijo su madre. —Paso de ti. —Pero es importante. —¡¿Estás sorda o qué?! ¡No quiero que me hables! En un segundo, John se vio asimismo levantando la mano hacia la persona que le había dado la vida. Miró su mano temblorosa y salió corriendo de su casa. Las luces de las farolas parpadeaban a su paso. No había ningún alma en las calles. Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y dejó que sus piernas se movieran hacia la fuente. Sacó el tabaco y echó una calada. Sintió cómo el humo entraba en sus pulmones y cerró los ojos. Al poco, empezó a notar un cosquilleo en la parte baja de su pierna. Abrió los ojos y descubrió a un perro de aspecto vagabundo oliéndole los pantalones. Tiró el cigarrillo y apartó al perro. Se levantó y descubrió que el perro lo seguía. —¡Aquí estás!—una señora anciana se acercó a ellos arrastrando un carro repleto de enseres y objetos. El perro se acercó a su dueña quien le acarició la cabeza. Al poco descubrió a John a quien le dedicó una sonrisa—. ¿Qué haces en la calle a estas horas, niño? —Problemas míos que a usted no le importan. —¡Vaya! ¡Nos ha salido revoltoso el chaval! Creo que necesitas que alguien te de una lección. John se rio: —No me haga reír, señora. —Yo nunca me río de la gente y mucho menos de aquellos que necesitan ayuda desesperadamente como tú. Esos enfureció a John quien se acercó a la anciana desafiándola. —Usted no me conoce. —Al contrario, joven. Lo sé todo sobre ti con solo mirarte. Te sientes solo y necesitas a alguien con quien hablar. Y estás de suerte: no tengo nada mejor que hacer hoy—la anciana se sentó en el banco y le invitó a que se sentara con él. John iba a contestar pero el perro lo empujó al banco y le cortó el paso por si intentaba salir con lo que John se vio obligado a claudicar. —No tengo tiempo para tonterías, señora. —¿Es que su alteza tiene otros compromisos que atender? Venga, dime, qué es lo que te atormenta. —A mí no me atormenta nada. —A otro con ese cuento. Tu actitud altiva responde a algo, lo sé y necesitas sacarlo. —No tengo que rendir cuentas con nadie, porque nadie quiere estar conmigo. —Lo ves. Ya empiezas a desembuchar. ¿Y por qué crees que es eso? —Soy yo quien no se relaciona con la gente porque me es indiferente. Son hormigas a las que aplasto con mi pie. —¿Crees que esa es la actitud para con el mundo? —Es la actitud que a mí me gusta. —Hablar contigo es como darse de cabezazos contra la pared, pero en el fondo no eres más que un niño asustadizo que se cree algo que no es. Dime, ¿has pensando cómo se sienten tus padres? John no respondió a eso. La imagen de su madre mirando cómo le había levantado la mano le cruzó por la mente. La anciana sonrió. Había dado en el clavo. —Nunca me he parado a pensarlo. —Seguro que ellos han querido estar contigo, apoyarte y ayudarte, pero tú no les habrás dejado. —En mi casa, ellos han querido decirme algo, pero yo no les he dejado. En realidad, nunca les he dicho cómo me siento. —Creo que tus padres, con sus más y sus menos, quieren ayudarte y tú no debes negarte a ello. John se frotó su cabeza. ¿Se podía cambiar? —Creo que es tarde. Aun me queda mucho camino por recorrer. La anciana se levantó y el perro la siguió meneando la cola. El chico vio cómo la anciana se sumergía por la calle, siendo engullida por la niebla hasta desaparecer. John se levantó del banco y caminó, dubitativo, hasta la fuente. Apoyó las dos manos en el mármol y vio su rostro reflejado en el agua. Pero no vio al joven de diecisiete años, sino al niño pequeño que una vez fue. Entonces, unas pequeñas gotas cayeron en el agua. John percibió cómo las lágrimas le caían por las mejillas. En ese momento, comenzó a llover y John a gritar como nunca lo había hecho. ∞ La puerta de la casa se abrió y los dos se levantaron del sofá. Vieron a su hijo completamente mojado de pies a cabeza que los observaba con los ojos llorosos. —Tengo miedo—fue lo único que dijo antes de abrazar a las personas que le habían dado la vida. Al día siguiente, John no acudió a la escuela ni al día siguiente. Muchos se hicieron preguntas sobre el porqué de su falta hasta que al cabo de un mes apareció. Todos percibieron que hago había cambiado en él. John entró en su clase y fue directo hacia el chico al que había pegado la paliza. El joven lo observó y se dispuso a recoger sus cosas para salir huyendo, pero algo se lo impidió. John se arrodilló en el suelo y lo dijo con voz alta para que todo el mundo lo oyera: —Lo siento. .
Hola! Bueno, no está mal el relato, nos presenta a un joven problemático, uno como el que todos hemos conocido por lo menos alguna vez en nuestras vidas. El típico bully del colegio que se desquita con otros porque tienen problemas de autoestima o porque no encuentran el rumbo en sus vidas. O porque han puesto una barrera alrededor de sí mismos para ignorar que existen personas que los aman y que harían por ellos más de lo que se imaginan. En todo caso es una buena descripción. Además tiene un final "feliz" para la amargura de su problema. Otro par de buenos aspectos son la pulcra ortografía y la narración espaciosa, calmada y paciente. Tiene un ángulo de visión interesante, desde el comienzo, al ser el protagonista el antihéroe. Tengo problemas con la verosimilitud. No me calza mucho que una anciana sin quehacer se siente en una banca a platicar con un muchacho violento de la calle, que a juzgar por sus reacciones, pudo haberla lastimado o estar bajo influjo de sustancias. Aunque es bonito, tampoco me creo el diálogo: resolvió con un par de consejos genéricos toda una vida atormentada por la carencia de autoestima y otros conflictos emocionales que sin duda tiene pero que no se mencionan en el relato. Y es que, por lo general, los conflictos psicológicos se pueden desenmarañar no con consejos, sino con introspecciones infundidas. Es lo que hacen, por ejemplo, los psicólogos. Creo que John Mackenzie (ese nombre me hizo recordar todo el tiempo al director de cine, jaja) pudo haber sido descrito pasando por un proceso paulatino de reflexión; quizá la anciana se convertía en su amiga y la iba a ver a diario, ocultando a sus padres dónde estaba pero recibiendo la confianza desinteresada de aquella. En fin, me quedo con las partes positivas que destaco en tu relato y me gustaría seguir leyéndote más adelante :) Un saludo.
Tuve problemas con la anciana. Mi idea no era que fuera una anciana normal, sino alguien "especial". Hay una novela que se llama Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite donde aparece un personaje llamado Madame Bartholdi. Mi influencia para la anciana ha sido este personaje, pero como no quería que fuera largo el relato, al final el personaje se ha quedado así. Sobre el nombre del chico, fue lo primero que se me vino a la cabeza xD. Sobre el resto, lo he apuntado todo para tenerlo en cuenta para el siguiente :D.
Estoy bastante de acuerdo con el comentario anterior. En general, me agradó la narrativa. En algunos puntos pequeños me llegó a parecer algo sosa pero, fue sólo por insrantes y sentí que llevaba buen ritmo, era bastante sencilla, y aún así no la sentí genérica ni plana. Sólo en algunos puntos me hizo ruido la sonoridad, por ejemplo: Aquì la repetición de "mundo" es muy clara y a mi parecer no suena bien, pero joder, la frase final de "el bajo concepto que tenía del mundo solo era comparable con el alto concepto que tenía de sí mismo" es épica xD me encantó ♥ También me hizo ruido la anciana. Bastante. No por el poco realismo de la escena, porque una escena no necesita ser realista pera ser verosimil dentro del propio universo creado en el relato; no obstante, ese es el problema. Se nota cierta intención de que este personaje de la anciana sea algo... fantasmagórico, por decirlo así; un personaje más o menos fantástico que correspondería un poco a "Lo real maravilloso", más no logra consolidarse esa figura y se queda como una anciana muy común. Algunos diálogos me gustaron muchísimo. Sobretodo por el uso de la retórica al hablar, más clasicón, adooooro ese tipo de diálogos. Sin embargo otros, los de la anciana, parecían apresurarse y sacar conclusiones de la nada absurdamente acertadas. Entiendo que la anciana podía ver las cosas muy claras pero, no puedes así de fácil nada más decir "eres un niño asustado en realidad", a mi parecer es una romantización del personaje no muy bien manejada, o sea, plox soy la primera en romantizar los bdboys con problemas severos (tanto así que tuve un crush que ebrio se cortó los nudillos por darle de puñetazos a un vitral), siento que pudiste hacer el proceso de "evangelización" más leeento... más... ¿articulado? (?) Haha por cierto, esa es la imagen que yo puse :0 me fue bastante grato leer porque no me imaginaba qué tipo de escrito sería el que la otra persona hiciera, y te juro que a pesar de mi falta de tacto para comentar, sí me gustó xD
Hola! Eras tú el que subió la imagen? XD La verdad es que me imaginaba que los comentarios irían sobre la anciana y el proceso y el momento de cambio del chaval. La idea de la anciana era parecida a lo que has comentado, es decir, que tenga un "no sé qué" pero más que real maravilloso, más bien sería fantástico, pero como no quería alargarlo más lo dejé ahí . Sobre lo de la falta de tacto, a mí no me lo ha parecido.
La idea del relato en sí me ha agradado, aunque la ejecución final no me haya parecido la más perfecta, ya que por alguna razón el arrodillarse y pedirle perdón me ha resultado realmente forzado, pero igualmente, se entiende perfectamente cómo se ha llegado a ese punto y bueno, quitando eso el relato ha estado bastante bien. Me ha gustado mucho el punto de la viejecita con el perro, que trata de darle una lección de vida. ¿Sería real o no? Me pregunté eso al leerlo, la verdad. Podría simplemente ser una reflexión interior que se manifiesta, en un momento en el que se siente muy mal. No lo sé, solo son cuestiones que me surgen. En el aspecto técnico, ejecutas bastante bien la redacción, no tengo pegas al respecto, salvedad de lo que ya te he dicho y no he notado faltas ortográficas, además. Has implementado bien la imagen en el relato, así que te felicito por eso. Espero leer más cosas tuyas en un futuro. Muchas gracias por participar en la actividad. ¡Un saludo! :quis:
Dejando de lado todo lo que te han mencionado (más que nada sobre la anciana), quiero añadir que, el relato me gustó. Me hizo pensar que a veces, las personas menos pensadas son aquellas que te llegan a animar. Quizá porque se tiende a abrirse más pues cuando joven a los padres no se les puede llegar a ver más que eso, padres. Eso sí, con personas a las que ya se les conoce, no a cualquier extraño. Sí, me hubiera gustado un poco más de relación Jonh y esa anciana; quizá una vecina o una mujer a la que solía visitar porque allí se sentía a gusto con ella; lo menciono porque me recordó a mi, cuando era niña, me gustaba visitar a mis vecinas de la tercera edad, solía sentarme y escucharlas hablar.
Bueno, mucha suerte en el concurso. Ciertamente la trama fue bien pintada con algunos detallitos algo fuera de tono y lugar, pero conseguiste un gran efecto con la anciana aparecida de no sé donde que se fue a algún lugar perdido del mundo, pero que dejó a John más que listo para empezar un camino mejor. Saludos, un gusto leerte... y que conste que no suelo pasar mucho por originales pero este me llamó la atención.
