Jarrón de los fantasmas.

Hola!! este es un cuento corto con un extraño fin, espero les guste...

CAPITULO 1:

Se escuchó en la calle sola a las 4 AM un campaneo de la tienda de antigüedades "Finally 42 Hours". Cerrado decía la puerta de cristal y mientras lo leía maldecía y blasfemaba el Sr. Thomson.

— Maldición —Lanzo al aire, pues la calle estaba vacía, ni siquiera un vagabundo andaba por ahí, el señor Lucas enfurecido quizás, o tal vez triste se dejo caer al borde de la acera, sentándose y dejando el gran jarrón que llevaba consigo a un lado; sus manos se las llevo a la cara y empezó a masajearse la cien para no decaer— Era lo que me faltaba...

A Lucas no le iba nada bien, su mujer le acababa de echar a la calle por culpa del estúpido jarrón que su madre le había dejado luego de morir, así era; la única razón por la que lo había tenia hasta ese momento era que le pertenecía a su difunta madre, y a la única a la que el jarrón no le hacia la vida imposible era a ella. A él ya no le quedaba nada, solo ese maldito jarrón.

Era beige, con un dibujo que lo rodeaba y se encontraba en su tapa; el dibujo eran querubines, angelitos bebe que jugueteaban y revoloteaban desnudos entre las nubes amarillas, naranjas y azules. La tapa juró nunca abrirla, se lo prometió a su madre cuando estaba viva y el pequeño; y sin embargo, aún cuando no la abriese su vida no podía ser peor.


A su espalda, sonó de nuevo la campanilla de la puerta de cristal, cuando voltea creyendo que el dueño estaba abriéndola, y decidido a insultarle por la falsa publicidad de 24 horas; pero nota que la puerta se cerro sola y el cartel decía abierto esta vez...

— ¿Qué? —se dijo a si mismo, y decidido agarro su jarrón y se levantó creyendo aún que el dueño había entrado silenciosamente. Justo cuando iba a tomar la manilla y abrir la tienda, esta se mueve y se abre sola, dejando salir un leve soplido de aire frío, trago saliva, y entró...

 

CAPITULO 2:

— ¿Hola? —dijo viendo la caja de pago frente a él y también a su alrededor, estaba vacía al parecer.

Caminó con su jarrón a un pasillo lleno de jarras, jarrones, frascos y platos. Cerámica, cristal, arcilla y yeso. Habían egipcios, griegos, romanos, británicos; mil y un jarrones y el pasillo se hacia mas y mas largo. "950 A.C" vio que decía uno con algunos signos extraños. En su mente pasaba algo mas, escuchaba voces y su vista lo llevaba a sus recuerdos poco poco.



— 200$ señora.

— ¿200$ por un viejo jarrón? ¿Está loco?

— Oh, no Sra. Brighet, es más que un viejo jarrón —metiendo las manos en sus bolsillos y moviendo su nariz para rascar sus mejillas con su fino y gracioso bigote.

— ¿Ah si? —le dijo la de Lucas madre con un tino de burla.

— Si, este jarrón lo tuvieron los reyes, paso por miles de manos poderosas, y lleva poder y suerte al que lo porte, Madame, si yo fuera usted, pagaría esos 200$ por este especial y gracioso jarrón, además de ser gran adorno para su sala.

— Lo pensare —Dice ella mientras va cerrando la puerta de la casa, pero en ese momento el señor sostiene la puerta con una mano lo mas fuerte que pudo, a pesar de pesar unos 50 Kg menos que la señora logro detener la puerta.

— ¡Espere! aún hay más, quédeselo por una semana y vendré a por mi pago, solo así vera los resultados por usted misma — persuadiendo a una señora compulsiva por las compras... Aún no se explicaba porqué tanta desesperación por vender ese jarrón, pero que mas daba. Y el pequeño Lucas de 3 años no entendía mucho los casos de negociación. Detrás de las piernas de la señora mirando al alto señor francés entregándole el jarrón a su madre.

Su mente se volvía borrosa de nuevo llevándolo a un año mas adelante, con el jarrón a una esquina de la sala.

— ¡Es maravilloso! — Dice su madre abrasando a su esposo, quien venia con buenas nuevas, le habían dado el empleo que tanto deseaba. Lucas sentado al lado del jarrón los veía mientras sonreía, y a su vista apareció una niña que reía.. y desapareció, el niño no sabia que fue eso, y como todo niño ignorante, no le hizo caso y siguió jugando...

Desde que el jarrón llego, todas las noches a Lucas esa niña con bata sucia y empolvada, descalza y burlona le miraba desde la puerta de su habitación, su madre por su puesto dejaba la luz del pasillo encendido, pues el niño le temía a la oscuridad... pero la sombra de la pequeña llegaba hasta la pared del otro lado, haciendo que Lucas se asustara y se cubriera con las mantas intentando dormir...

— ¿Quieres jugar? — todas las noches le decía la niña mientras salia corriendo escaleras abajo de la casa riendo, pero solo él la escuchaba y miraba...


Su mente se volvía a poner borrosa... y volvía en sí.

— arruinaste mi vida — le decía al jarrón dejándolo en el suelo y sentandose a llorar...

 

CAPITULO 3:

Mientras se lamentaba su mente lo llevaba a otro lugar, sus recuerdos de nuevo...


— ¡¡Ya llegue madre!! —decía el adolescente Lucas cerrando la puerta.

— ¡¡Querido en la cocina esta tu almuerzo!!, estoy adolorida, hoy no te acompañare —decía entre quejidos ya la vieja madre.

— ¡¡Esta bien ma!! —Dijo entrando a la cocina, y lavando unos cubiertos para comer.

— ¿Quieres jugar? — la niña dice desde la puerta de la cocina.

— Hoy no Madeline, debo estudiar, ayer no estudie y hoy reprobé de nuevo... No puedo jugar contigo todo el tiempo, mi vida se arruinara si lo hago —voltea a verla, pero ya no estaba— y cuando quiero hablar, tú si que no estás para mi, única "amiga"

Se vuelve borrosa de nuevo la escena y va mucho mas adelante


— ¡Papi! hay una niña en la sala —Dice Michael a Lucas.

— Michael no le hables — decía él.

— ¡No hay!... ninguna niña... — Decía su esposa mirando con cara de asesina a Lucas.

—Pero..

— No se hable mas...

Sus memorias vuelven a irse y volver en sí mismo...

— Arruinas mi vida —Dice agarrándose la poca cabellera que le quedaba y apretándola— mi hijo seguirá mis pasos si no me deshago de esto, mi mujer cree que soy de lo peor al seguirle el juego a Michael, pero... ¡Eras tú Madeline! ¿porque no le dejas en paz? ¿Porque no nos dejas en paz a todos? —Dice apretando su mandíbula. En un gesto de desesperación se echa para atrás y golpea una estantería muy fuerte. Esta se mueve demasiado lanzando jarras y jarrones hacía Lucas quien con los golpes trató de levantarse y correr; pero una jarra enorme le cayo en la cabeza, rompiéndose y fracturando su cráneo, el Cae boca arriba.

¿Sera este su fin? se preguntaba a si mismo mientras sangraba su cabeza y miraba a un lado sin poder moverse mas uno de los jarrones que quedó intacto, era el de Madeline, Lucas reía, que mal, esperaba que aunque sea esa cosa se destruyera. En eso unos pequeños pies descalzos aparecen frente a su mirada se agacha y su bata esta en su vista mirándola de lado.

— ¿Quieres jugar? —Dice la niñita con sus cabellos lisos cayendo y acariciando su sucio rostro con sus ojos grandes. Lucas la mira con lagrimas en el rostro, la única que aun le importaba al moribundo, un juego mas antes de morir no le iría mal.

— No estaría mal... —decía entre tos y falta de aire— pero, Maddy, no me puedo mover, ¿Como... jugaría con... contigo? —La niña sonríe y le toma la mano que estaba entre escombros y le sonríe tiernamente.

— Juguemos, hasta la eternidad... —dice mientras una brisa fría se la lleva junto con él, ni su cuerpo habia quedado...

Y en el jarrón apareció un nuevo dibujo de querubín tomado de la mano de otro angelito, mientras en el viento se escuchaba un susurro — ya van 150...