Fantasía Jamás uno sin el otro.

“Otro día el mismo trabajo”, eso me repetía todos los días cuando me tocaba realizar lo único para lo que se me pagaba: guiar a grupos por el museo. El de este día eran niños de primaria, pequeños que o eran demasiado dulces o un verdadero dolor de cabeza, este grupo en particular se había portado muy bien: Habíamos llegado al final del recorrido sin ningún problema ni algún incidente con los huesos de dinosaurio o algo parecido. Esta parte era mi favorita.

—Bien niños, ¿quién puede decirme las diferencias entre la luna llena y la luna nueva?

Una de las niñas, la que más atención había puesto en todo el recorrido, con unas hermosas coletas, fue quien tomo la iniciativa de responder: —Debido a la luz del sol que refleja la luna, cuando la refleja toda es una luna llena y cuando no está reflejando es una luna nueva.

—Exacto, tienes razón, aun así, eso no era conocido en la antigüedad, por lo que muchas culturas crearon diferentes historias para explicar por qué sucedía esto. —Di click al botón que activaba los paneles retráctiles de la pared, dejando al descubierto la mascara blanca y la mascara negra para la exposición histórica. —Esta es la historia de la loba y el cordero.

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“En un principio, cuando toda la tierra era solo un bosque, vivían en completa paz los lobos negros y los corderos blancos, controlando a todas las criaturas del bosque. Los lobos temidos por su temperamento y los grandes castigos que imponían a quienes rompían las leyes del bosque; los corderos respetados por su sabiduría y calma en todo momento eran los que apelaban al lado misericordioso de los lobos.

“De ambos animales, sus diferencias estarían a punto de desaparecer por la princesa Telo, de los lobos; y el príncipe Ichi, de los corderos. La primera era una cazadora increíble, con su corazón bondadoso y sus habilidades a sus espaldas, alimentaba a los desamparados y a los necesitados; el segundo era un filósofo sin igual, resolviendo las cuestiones del pensamiento, viendo más allá de las diferencias entre los animales y descubriendo las semejanzas en las almas de todos. El destino quiso que ambos cayeran enamorados uno del otro.

“— ¿Existirá la presa perfecta?—Pregunto una tarde la loba recostada sobre su amado. — ¿Existirá en este bosque alguna criatura que me haga sentir la emoción de la cacería solo por su simple existencia?

“— ¿Frente a ti? Tú eres la cazadora más increíble en toda la historia, no hay criatura en este bosque, ni en otro si los hubiese, que pudiera no ser atrapado por tu habilidad. —Respondió el cordero mientras jugueteaba con el cabello de la loba.

“— ¿Te he dicho alguna vez la bestia de la que más orgullosa me siento por haberle dado caza?— El cordero se puso expectante, la vio a los ojos con una sonrisa, solo quería escuchar la voz que salía de esos labios que tanto amaba. —Es tu mente, de todas las bestias tu eres la más inteligente, y no creo que puedo ser más afortunada por tenerte.

“—Y yo daría esta mente por toda una eternidad a tu lado, mi amada.

“Esa misma noche tenían pensado dar de forma pública su relación en una cena que se llevaría a cabo. Pero el destino es tan caprichoso que al comenzar la velada uno de los mensajeros reales traía una noticia:

“—El dios Kiau ha venido a la ceremonia, pide la mejor comida para bendecir el bosque.

“Los corderos, en toda su inteligencia, y los lobos, en sus tradiciones ancestrales, sabían lo que significaría: el sacrificio de un ser puro de alma y mente. Ambas partes acordaron, para dolor de los corderos, que era el príncipe Ichi el más apto para eso. A pesar de las suplicas, de solicitar algo de tiempo, de pedir un mensajero para comunicarse con Telo para despedirse, fue sacrificado para el placer del dios.

“En la cena la loba estaba esperando paciente, se preguntaba dónde se encontraba su amado, cuando no pudo controlarse más y solicitó verlo, los corderos le comunicaron el deseo de Kiau para esa ceremonia. Ella, con el corazón destrozado, corrió del lugar, corrió y corrió durante horas, durante días. En cada luz que veía parecía dibujarse la figura del cordero, cada sonido que lograba escuchar le recordaba su risa, cada nueva cosa que veía por su camino le recordaba a él y sus ansias de conocimiento. Llegado un momento no pudo más, había caído presa del cansancio y la fatiga en el borde de un lago, su boca pedía agua con desesperación, pero su mente solo podía pensar en Ichi.

“—Sin duda eres una cazadora capaz. Perdí tu rastro casi de inmediato cuando saliste corriendo. — Quién hablaba era el dios Kiau, que había perseguido a la princesa. —Un alma y mente pura, solo el príncipe Ichi era quién tenía eso. Su gran sabiduría me ayudará por toda la eternidad… aun así eso no es suficiente para aceptar su pérdida.

“La loba estaba cabizbaja, a pesar de tener mucha sed sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Su espíritu estaba destrozado, su corazón estaba roto.

“—Por favor, por favor dios sagrado, termina mi dolor. —El dios vio a quien sus hermanos y hermanas dotaron de los mejores dotes de cacería completamente derrotada, algo dentro de su corazón le hizo ayudarla.

“El dios la tomó entre sus brazos y la llevo a lo más alto del cielo. Ahí la dejó estar, flotando mientras que dentro de su cuerpo sacó al cordero. Cuando ambos fueron conscientes de su presencia no pudieron esconder su felicidad.

“—Esto tendrá un precio, no puedo sacrificar la gran sabiduría que el cordero me da, puesto que me es necesaria para el futuro. Pero tú, loba, te has ganado una promesa: Al ser la cazadora más habilidosa y ser tu amor tan puro como el de tu compañero, se enlazará tu vida a la tarea de dar caza al cordero por el resto de la existencia, hasta que su sabiduría no necesite ser utilizada por mí. Y así, cuando la existencia misma perezca, ambos habrán ganado su derecho de pasar la eternidad juntos.”

Los niños habían escuchado la narración con mucha atención, se habían sentado en el suelo mientras me escuchaban. —Y así la loba comenzó a perseguir al cordero, con el pasar de los siglos sus figuras perdieron su forma y, con la velocidad de la persecución, sus cuerpos inclusive se unieron, pero sus espíritus aún seguían separados. Y la loba sigue, a día de hoy, esperando el momento en que pueda estar con su amado.

Los niños aplaudían con gran entusiasmo, unos cuantos habían aguantado unas lágrimas, era, de hecho, una bonita historia.

—Ahora, ¿por qué no vamos a la tienda de recuerdos?