The Hunger Games Inmarcesible

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Arleet, 14 Marzo 2018.

  1.  
    Arleet

    Arleet Fanático

    Aries
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    9 Julio 2010
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Inmarcesible
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2341
    Escrito realizado para la actividad La Ruleta de Pire
    Espero que les guste <3




    Inmarcesible




    Cerró los ojos con fuerza, inhalando lenta y cuidadosamente al tiempo en que recostaba su espalda contra el árbol que tenía tras ella. Con el arco en su mano izquierda, una flecha en la derecha y una pequeña incomodidad aun latente en su pierna. Respiró una vez más, girando su cuerpo a un costado y observando.

    Frente a ella podía apreciarse el claro en donde todo comenzó. La cornucopia en el centro; imponente, majestuosa y vacía. Todos los suministros, las armas y los medicamentos habían sido sacados de su interior, las cajas con ropa arrastrados y las sogas retiradas de las paredes. Algunas placas de metal -incluso- habían sido tratadas de quitar de las paredes, más las hendiduras de los costados y pequeños rastros de sangre le indicaban que no habían logrado sacarlas. Miró a un costado, una gran montaña de cajas y bolsas de comida habían sido agrupadas una encima de otra. Todo lo que podía encontrarse en el interior de la Cornucopia y a sus alrededores estaba ahí.

    Exhaló con lentitud, notando a los cuatro tributos que conformaban el grupo de los profesionales. Clove hablaba, claramente molesta, mientras miraba a Cato a su derecha y al tributo del distrito uno a su izquierda. A un costado, ajeno a todo y con sus piernas cruzadas en el suelo, se encontraba el tributo del distrito tres con una caja en sus manos. Los observó, estudiándolos con atención. Las picaduras de las rastrevíspulas aún no habían sanado, y podía notar como ese hecho les seguía molestando.

    Los siguió con la mirada, podía notar como un plan se tejía entre ellos con lentitud, como sus voces se alzaban lentamente al tiempo en que la discusión sobre lo que debían de hacer llegaba a su tope. Y de pronto, sus voces se detuvieron y sus labios dejaron de moverse. Se tensaron por unos segundos, al tiempo en que sus rostros se alzaban hacía el cielo. Y entonces supo que Rue había prendido la primera fogata, entendió dentro suyo que el humo había sido notado y sintió como un calor llenaba su cuerpo al notar como los cuatro agarraban sus armas y salían corriendo en dirección al humo.

    Contó hasta diez desde el momento en que los perdió entre los árboles del bosque, saliendo de su escondite y volviendo a estudiar la pila de cajas. Y entendió la trampa, justo a tiempo en que su arco se alzaba en el aire. Contó las flechas al tiempo en que escapaban de sus manos.

    Una…

    Dos…

    Tres…

    Y de pronto su cuerpo se encontraba volando por los aires, estampando su espalda contra el suelo.


    ~-~-~-~​


    Abrió los ojos lentamente, parpadeando con fuerza al tiempo en que quitaba los anteojos de su rostro. Observó a su alrededor, estudiando el lugar mientras una mano se dirigía hacia su oído, sintiendo la sangre bajar por su cuello y empapar su blusa y chaqueta. Se puso la capucha, quitándose las hojas de pino con las que se había abrigado y poniéndose de pie.

    Hacía tiempo que parecía haber luz, todo a su alrededor se encontraba en silencio y un nudo se formó en su estómago. Habían pasado demasiadas horas, ya tendría que haber llegado al lugar de encuentro pactado. Ya tendría que haber supervisado el estado de Rue, ver que todo estuviera en orden y planear su siguiente jugada.

    Con eso en mente, salió del pequeño bosque en el que se había ocultado. Volvió a agarrar el camino del arroyo, no queriendo tomar ningún otro desvío con uno de sus sentidos casi perdido. Cerró sus ojos por unos segundos, apretando sus dientes con frustración y escuchando el molesto zumbido que azotaba a su oído derecho en vez de los típicos del bosque. Solo podía rogar por escuchar algo más que ese maldito zumbido dentro de algunas horas, ciertamente necesitaba de su oído para cazar.

    Siguió caminando, girando su rostro a todos lados para compensar su falta de audición, procurando no dejar huellas ni nada que pudiera darles una pista de hacia donde se dirigía. Escondiéndose por momentos en las sombras, observando entre las ramas y llevando su arco a la mano en caso de necesitarlo. Fue así como llegó al claro, como buscó por todos lados y espero oculta entre unos arbustos a que Rue llegara. Más nunca apareció.

    Algo debía de haberla frenado e impedirle seguir su camino de regreso. Algo debía haber hecho que se desviara, quizás tomado una ruta mucho más larga que la original. Seguramente estaba en la copa de algún árbol esperando porque lo que sea que fuera se alejara de allí. Seguramente…

    Suspiró, observando el estado de sus flechas por un momento. Miró a todos lados, la ansiedad creciendo en su cuerpo mientras los minutos pasaban y nada sucedía. Observó por un instante lo que llevaba en su mochila, la condición del arco y como la poca comida que había guardado hasta el momento desaparecía entre sus labios bajando por su garganta. Y entonces se levantó.

    Era momento de ir a buscarla.


    ~-~-~-~-~​


    Caminó entre las hojas caídas de los árboles, escondiéndose entre las sombras mientras avanzaba con delicadeza. El arco tensado, flecha en mano y los ojos recorriendo todos los posibles escondites que sus orbes lograban distinguir. Casi había olvidado el dolor de su pierna gracias a la pomada en su mochila, las picaduras de sus brazos estaban a nada de desaparecer y su oído derecho parecía haberse recuperado; podía asegurar que eso era lo mejor que conseguiría antes de que todo se terminara.

    Se detuvo por unos segundos, agachándose por unos instantes mientras levantaba su mirada hacia los árboles. Y silbó. Permitió que la melodía de su padre se deslizara por su lengua y escapara por sus labios, y esperó. Sintió la ansiedad creciendo por su cuerpo, creciendo en su pecho y escalando por su cuerpo mientras esperaba porque los sinsajos enviaran su mensaje a su pequeña compañera. La melodía se fue repitiendo con rapidez, alejándose como una suave brisa entre las ramas, dando vueltas y saltos en el aire.

    Y el gritó que recibió como respuesta carcomió hasta sus huesos.

    —¡Katniss, Katniss! —corrió con fuerza, olvidándose de ir por las sombras o de los peligros que había alrededor suyo. Su mente se volvió un lienzo en blanco en donde la única palabra que se repetía una y otra vez era “sálvala”.



    —Katniss, tengo hambre —susurró Prim, tirando de su chaqueta con sus largos y huesudos dedos. Su rostro estaba mirando hacia arriba, con su cuerpo encorvado en una pequeña manta y sus piernas contra su pecho. Estaba tan delgada.

    Katniss suspiró, arrodillándose frente a su hermana al tiempo que fijaba sus ojos en los de ella. Acarició su cabello, pensando. —Hoy vendré con algo para que cocinemos juntas, ¿quieres?

    Y aunque no estaba segura de sí lo que escapaba de sus labios era una horrible mentira o un haz de luz en la oscuridad, no podía negar el sentimiento que creció en su pecho al ver la esperanza aparecer en los ojos de su hermana luego de tantos días.

    —Sí —y la sonrisa que le dio podría haber iluminado toda la habitación.



    —¡Rue! —fuego escapó de su garganta al gritar, y podía jurar que esas mismas llamas se extendían por sus brazos al ver a la pequeña Rue tirada en el suelo, golpeando el aire con sus brazos y piernas en una trampa de cuerdas.



    Abrió la puerta sin fuerzas, empujándola con ambos brazos mientras entraba a su hogar con su vieja mochila colgando a un lado de su cuerpo. Había sido una de las peores tardes que tuvo que soportar en el bosque. Gale no había podido ir con ella ese día, el invierno parecía venir con más potencia ese año y los animales habían logrado encontrar un lugar donde esconderse para pasar los meses que se avecinaban. Eso sólo significaba una cosa, hoy tampoco comerían algo.

    Se estaba quitando las botas cuando giro su rostro, encontrando a su hermana dormida en el viejo y roído sillón de su padre. Sus ojos cerrados, grandes y profundas ojeras que parecían moretones en su pálido rostro y sus mejillas hundidas. Su cabello quebradizo por la falta de nutrientes caía a un costado, el brillo hacía escapado hacia unos días y podía jurar que se había empezado a caer en algunas zonas.

    Ella no sobreviviría una noche más así.

    Miró hacia afuera una vez más, una tormenta se preparaba para caer sobre ellas en cualquier momento.

    Volvió a ponerse sus botas, abriendo la puerta una vez más y jurándose no volver a menos que tuviera algo para comer en sus manos.



    En menos de un segundo, la flecha que tenía en sus manos se encontraba en el cuello de aquel tributo que había aparecido en frente de ellas. Pero aun así no logró detener la lanza que tenía en sus manos, no llegó a ser lo suficientemente rápida como para matarlo antes de que la lanzara, pero podía jurar que vio en cámara lenta como esta se incrustaba en el pecho de Rue.

    Lo mató en venganza, le incrustó le flecha en el cuello para protegerse y se la arrancó de golpe en nombre de Rue. Porque si ella no podía vivir, entonces él tampoco lo merecía. Observó por unos segundos como caía, como la sangre bañaba su cuello y sus vagos intentos por obtener un poco de aire se volvían más erráticos.

    Fue ahí cuando se giró, tirando el arco a un lado y arrodillándose en el suelo. La miró por unos segundos, viendo la lanza en su pecho y la sangre escapando por la herida. No tenía nada que pudiera usar, no había ungüento que su madre le hubiera enseñado ni plantas curativas que le ayudaran. Ella moriría, y estaba segura de que ambas lo sabían muy bien.

    No sabe exactamente que palabras intercambiaron, no está segura qué sonidos escaparon de los labios de Rue mientras sostenía con fuerza su mano. No recuerda mucho de esos momentos, su mente estaba rodeada de una densa y persistente neblina que borraba sus pensamientos y de alguna forma llenaba de algodón su boca.

    —Canta —le susurró, y no está segura de cómo logró comprenderle.

    Y quiere llorar, quiere gritar y acusar a quien fuera que tuviera la culpa de toda esta situación. Quería golpear a quien hubiera creado los juegos, escupir en el rostro del presidente Snow por amarlos, gritarles a todos los del Capitolio por seguir y pedir que algo tan horrendo se emitiera año tras año en sus televisores. Quería golpear a quien fuera y luego abrazar a Rue. Quería hacer tantas cosas, y lo único que permitió que escapara de sus labios fue una suave canción.

    En lo más profundo del prado, allí, en el sauce, —los primeros versos escapaban de sus labios, con sus ojos llenos de lágrimas y sus manos apretando la ajena contra ella. —hay un lecho de hierba, una almohada verde suave; —Puede ver que tiene miedo, ¿qué nena de doce años no tendría miedo cuando está a suspiros de morir? La sigue mirando, sostiene su mirada y trata de transmitirle toda la calma posible. —recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo y, cuando los abras, el sol estará en el cielo.

    Puede ver como sus ojos se cierran, sus párpados se mueven por un momento en un vano intento de volverse a abrir, asustados ante la certeza de que no volverían a contemplar la belleza del cielo ni el suave calor del sol contra su piel. Su pecho seguía moviéndose, perdiendo fuerza con cada nueva inhalación.

    Simplemente siguió cantando, dejando que sus lágrimas bañaran su rostro.



    Abrió la puerta con fuerza, golpeando la madera con su hombro derecho mientras abrazaba contra su pecho las hogazas de pan quemado que le habían sido arrojadas. Las protegía de la lluvia que desde hace unas horas caía, ocultándolas entre la poca ropa que llevaba ese mismo día. Cerró la puerta de un golpe, entrando a su hogar con botas incluidas y corriendo hacia donde su hermana seguía durmiendo.

    —¡Prim! —Murmuró, arrodillándose frente a ella y viendo con una sonrisa plasmada en sus labios como los ojos de su hermana se abrían alarmados.

    —¿Katniss?, ¿está todo bien? —Su pregunta lleno la habitación, era como si una pequeña vela se encendiera en la zona más oscura que se pudiera encontrar. Una suave vela, que irradiaba luz y calor contra tu rostro.

    —Mira —murmuró, abriendo los brazos para así poder mostrar las hogazas de pan aun calientes en sus manos. Sus ojos se agrandaron, una sonrisa de abrió paso en sus labios y de pronto la habitación parecía ser iluminada por una fogata entera. El calor que desprendía su rostro era tan reconfortante, tan lleno de amor y esperanza que llenaron los ojos de Katniss con pequeñas lágrimas e hincharon su pecho de orgullo.

    Prim se levantó con rapidez, pasando sus brazos por el cuello de su hermana mayor, apretándose contra su cuello para luego dejar decenas de besos en su rostro. Dejó un último beso en su frente, permaneciendo un poco más de lo necesario ahí, para luego correr en busca de su madre.

    —¡Mamá, mamá! Mira lo que Katniss consiguió —su voz se perdió en la habitación de su madre, y una sonrisa que no desaparecería por un buen tiempo se instaló en los labios de Katniss.



    Tus sueños son dulces y se harán realidad, y mi amor por ti aquí perdurará —. Cuando terminó de cantar, Rue ya no respiraba. Y cuando se alejó de ella, su rostro era uno con las infinitas flores que la rodeaban.



    Inmarcesible: que no puede marchitarse.
     
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
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    Esa escena fue bastante triste y dura, y creo que supiste darle tu toque al describir las acciones a su alrededor. A mí me gustó, así que mis saludos.
     
    Última edición: 14 Marzo 2018
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  3.  
    Pire

    Pire Usuario VIP Comentarista Top

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    Oh, ha sido maravilloso.
    Ver como Katnis se enfrentó a esa situación tan deprimente, ver como dejaba ir a esa pequeña niña que lo unico que queria era seguir con viva, llegar con sus pequeños hermanos para alimentarlos ya que ella a tan solo 12 años mantenia a su familia y Katniss se identificó con ella por eso, por su valentia, fuerza y destresa y más que nada por que veía a la pequeña prim en su figura, su forma de moverse, su rostro aunque oscuro lleno de luz y su forma se ser, tan distintas en fisico pero para ella, no importaba, se vio a la tarea de cuidarla y fracasó en el intento.

    El toque especial fue el hecho de que adentraras la escena donde Prim casi iba a morir por no tener para comer, fue como una punzada en mi corazón de pollo, como Katniss regresó derrotada a casa, pero ella no podia llegar asi, por lo cual debia regresar, pero más aun como lo uniste con que Peeta le dio esos panes llenos de amor <3 divino.

    Tu forma de narrar, increible, tan estetica y de igual forma logras trasmitir tanto, ver las cosas con tus propios ojos y lograr que el lector sienta y entienda cada una de las escenas. Solamente noté que te faltó un acento por ahi, nada grave. Quedó bello.

    Me encantaría verte más por aqui <3 saludos.
     
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