Inercia

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por BrookeCinq, 30 Abril 2010.

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    BrookeCinq

    BrookeCinq Guest

    Título:
    Inercia
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3943
    Inercia

    En la Francia de 1778, Sasuke e Itachi Uchiha gozan perpetuamente de la belleza y juventud. Itachi, ve en Sakura a niña pura y la salva de la muerte convirtiéndola en un ser inmortal. Sakura comienza a olvidarse del amor limpio de Itachi y cae en un pasional afán por Sasuke.


    Autor: Brooke-fifty Rating: M Advertencias: los personajes no me pertenecen, sólo esta historia.


    Inercia
    Primera agonía

    En Francia, ya en 1778 caminaba viendo hacia el Sena, alimentándome del silencio que saturaba mis entrañas más que nada en el mundo, sólo había una cosa que sería capaz de superar eso sentía. Claro que aún era desconocido para mí.

    Mi hermano y yo habíamos nacido en una familia aristócrata al sur de Francia donde pasamos nuestros primeros años de vida rodeados de una infinidad de cosas banales que mataban al espíritu y corrompían la moral, pero aun así podría considerarla una vida relativamente buena, siendo mi única preocupación tener que morir algún día.

    En aquel entonces yo era un niño, crédulo y estúpido con los ojos tapados con vendas de sueños irreales, tenía diecisiete años. Me gustaba montar y jugar con ninfas vivientes mientras me perdía en el bosque desde el mediodía hasta el amanecer.

    La última vez que experimenté mis placeres, llegué a casa a madia noche para encontrarla abrasada por llamas indescriptibles acompañadas de gritos que salían de las bocas de aquellos que corrían hacia mí alertándome del desastre, sólo pude correr, haciendo caso omiso a las anteriores advertencias, con la esperanza de encontrar dentro de la casa a mi madre, padre o hermano, que seguían dentro como habían afirmado las ya antes presentadas.

    Cuando entré, el humo era tal que no podía ni reconocer mi casa. Como pude avancé hasta el salón de baile, cuando mi vista exaltada divisó con horror la escena: mi hermano tirado en el suelo atravesando la agonía suprema y mi padre y madre muertos junto a él, dejando ver los rastros del líquido vital sobre su ropa.

    Tal vez si hubiese pensado antes de correr a comprobar mis macabras suposiciones me hubiese dado cuenta de la columna que aguataba el techo, que fue directo a mi cabeza, por suerte no dañó el resto de mi cuerpo pero el sitio donde cayó era crucial, y ahí termino mi vida, pensé.
    Pero luego, desperté ya casi muerto afuera de la casa en los brazos de mi hermano, quien se recostó en un árbol y clavó sus dientes sobre mí, lo cual me estremeció de manera deleitante al principio pero a los pocos segundos empecé a sentir que rompían mi cabeza y me quemaban las vísceras, seguidamente empecé a convulsionar casi como mi hermano lo hacía. Liberándome así del agarre de Itachi.

    Arañé la tierra con fuerza buscando calmarme, lo cual fue inútil, pero en un segundo la angustia paró y seguidamente el dolor.

    El aire ahora sabía distinto y veía noche con una belleza fuera de lo normal, era realmente una sensación superior a cualquiera que hubiese tenido. Cuando miré a Itachi, vi que seguía recostado ahí, con la respiración agitada.

    Ya habían pasado 30 años, pero yo aún seguía igual, y mi hermano también. Físicamente, seguíamos siendo los mismos. Seguí caminando con él, que estaba a mi lado, hasta toparnos con un gran edificio, el hotel donde nos quedaríamos.

    Tenía un apetito voraz esa noche, y por lo visto Itachi también, puesto que sugirió que pidiésemos compañía, preferiblemente una que superase 20 años y otra más joven, no sé porqué me gustaban las mujeres mayores que yo, aunque sabía que la personalidad protectora de Itachi prefería indiscutiblemente, la inocencia pura de una niña, lo que me parecía gracioso ya que ninguna de las anteriores resultó ser tan inocente y mucho menos pura.

    Subimos, llegamos a la habitación doble separada por una puerta, adornada espléndidamente con cortinas beige tapizadas, finos muebles y dos camas enormes, además, un sinfín de cosas que no servían en lo absoluto, pero se veían bien.

    Me recosté sobre la cama y mi hermano hizo lo mismo sobre el sillón, en algo así como 5 minutos tocaron la puerta, Itachi se levantó a abrir y dejó pasar a las presas de esa noche. La mayor entró y la otra se quedó en la puerta. Tímida, algo que a él le atraía bastante, o tal vez creía que su compañera era la de Itachi, y como no podía verme por la posición que ocupaba detrás de la puerta… sería difícil para ella saber. Yo tampoco podía verla a ella, pero podía oír su respiración tan bien como si estuviese durmiendo junto a mí; un talento que adquirí al momento de mi conversión.

    Después de que mi hermano hablara unos instantes con Anne-Claire como se llamaba mayor, ésta salió y trajo de la mano a la otra, así mismo se la entregó a Itachi y se dirigió a mi sitio, caminaba con lentos pasos mientras sonreía, se tiró sobre mí y luego hacia un lado, viéndome. Yo sonreí y comencé, con la mitad de mi cuerpo encima del suyo.


    ---------------


    Entré, como una pieza, como un peón movido por ellos. Estaba viendo al piso, él llevó su mano derecha hacia mí, la deslizó por mi pecho y mis hombros hasta llegar a mi espalda, entonces me puso delante de él. Y me guió hasta sentarnos en un sillón.

    Acarició mi cuello, lo que hizo que yo inhalara rápido emitiendo un corto sonido, y mi cabeza reaccionó por si sola moviéndose hacia su mano. Me llevó hasta encima de su pecho, donde me recostó mientras yo miraba al vacío, como lo había hecho desde el principio.

    Él me devolvió a mi lugar anterior en cuestión de segundos y se reincorporó. Entonces se inclinó con las piernas abiertas y posó sus antebrazos sobre ellas. -¿Cuál es tu nombre?- preguntó.

    -Sakura- contesté.

    -Dime, Sakura. ¿No te gusta esto, cierto?- Siguió.

    No respondí.

    Sonrió- Ya… -dijo él, y seguidamente se levantó. Yo le seguí con la mirada, hasta que volteó a verme incitándome a seguirlo.
    -------


    Ya iba al final, ya quería sentir su descenso, y con una sonrisa abrí la boca para incrustarme en ella. Podía sentir su sangre hirviendo de tan cerca que estaba , de verdad quería hacerlo cuanto antes…

    -Sasuke-me llamó-yo volteé molesto y frustrado, rodando los ojos al mismo tiempo.

    - Para ya- ordenó rígido. Y yo hice caso, pues no quería enfrentarlo, por lo menos no otra vez. -Ven- dijo. Me levante y la mujer hizo lo mismo después de terminar de abrocharse la parte superior del vestido. Ahí fue cuando la vi a ella, la niña que quería Itachi, era un ser exquisito, era una silueta distinta a la de mi acompañante.

    Debía ser unos pocos años menor que ella, pero podía matarla con una belleza tal que la superaba mil veces por lo menos. Además, estaba limpia, o mejor dicho, olía a limpia; tan solo eso, provocaba en mí un deseo insaciable por ella. Pero ni siquiera me vio, estaba viendo a mi hermano, con cara inocente. Lo que a mí no me hizo gracia.

    -Sakura se siente indispuesta hoy, así que pueden irse-Le dijo Itachi a Anne-Caire.

    -Oh…en ese caso Monsieur, no tengo nada que discutir- dijo sonriendo nerviosamente. En realidad estaba molesta. Lo noté y empecé a reír, nunca supo nunca de la que se había salvado. Las dos se dieron la vuelta y se marcharon.
    Antes de salir Sakura volteó hacia Itachi- Merci –dijo sonriendo, lo que me cabreó bastante, Itachi siempre me jodía y lo peor de todo era que siempre lo hacía sin darse cuenta.

    -----------------

    Salimos de la habitación, y me sentía tan bien…él había hecho que me sintiera bien, su nombre era Itachi Uchiha como se había presentado cuando hablamos con Anne-Claire antes de empezar. Nunca hubiese imaginado que eso pasaría.

    Lamentablemente mi alegría duraría poco, pues tan pronto llegamos a la pieza de Anne-Claire; la segunda habitación del primer piso junto a las escaleras, me abofeteó.

    -Estúpida, ¿Qué crees que haces? ¿Crees que van a pagar por algo que no hicimos?- .gritó. En eso llegó Monsieur Edmond, el administrador del hotel y amante predilecto de Anne-Claire; Todas menos ella debían darle un porcentaje de lo que ganasen y a cambio el las dejaba vivir ahí, pero yo tenía que darle todo, ese era el trato.

    Era bastante grande, rubio y algo feo. Preguntó el porqué del escándalo y Anne-Claire me lanzó a la hoguera. Afirmando que había ofendido al cliente y por eso nos habían echado de la habitación.

    Él enfureció, me tomó por el cabello y arrojó al mueble con la fuerza dos hombres normales, por lo menos. Pero sin que yo llegase a pensarlo su expresión cambió, al parecer se le pasó por la mente una idea más interesante que golpearme. Se quitó el abrigo, y vi su intensión de acostarse sobre mí.

    Estaba muy nerviosa, tan nerviosa que no pude controlarme y como reacción ante su acto tomé una jarrón que estaba detrás de mí y le di un golpe mortal en la punta de la cabeza, el calló.

    Anne-Claire empezó a gritar como si hubiese visto al mismo demonio llevarse el alma de Edmond de un tirón. Yo me arrinconé al asiento y empecé a sudar como nunca. Dos de los hombres de mi victima entraron preguntando por el ruido, y quedaron petrificados viéndolo.

    -¡Está muerto!- gritó Anne-Claire con desesperación y luego volteó a verme a mí. Yo salí corriendo tan rápido como pude soltando gemidos amordazados por el miedo que sentía. Los otros dos salieron en mi búsqueda segundos después.

    Sentía fobia de lo que pudieran hacerme y si ellos no lo lograban lo contarían, me buscarían y una vez que me encontrasen sería colgada en la Place de Grève . Además, me temía a mi misma ¡Había matado a ese hombre! Ahora de seguro iría al infierno. De una u otra forma estaba condenada.

    Salí del hotel y seguí calle arriba, ellos iban detrás de mí como lobos a punto arrancarle la cabeza a un animal presa, hasta que llegue a un callejón. No había salida. Moriría allí. Cerré los ojos hasta que uno de ellos me tomó por la espalda.

    Comenzaron a golpearme y a vomitar insultos contra mí. Mi rostro y mi cuerpo habían quedado carentes de cualquier belleza existente, luego de un buen rato recibiendo las manos de hierro caí al suelo, entonces uno de ellos me apuñaló, hasta que ya no pude emitir más gritos de dolor. Se detuvieron.

    Y yo quedé ahí arrojada en el piso, brutalmente masacrada. Muerta en un callejón entre la inmundicia más asquerosa que pudiese observarse en París, donde las ratas comerían mi cuerpo sin vida.


    -----------------------
    Itachi y yo habíamos decidido salir del hotel, yo lo había sugerido, pues podría darse la casualidad de encontrar a otra niña que lo conmoviese y quedarnos sin cenar por sus buenas acciones. Cuando lo dije él me miró de reojo y parecía molesto por mi ironía, pero aun así acepto, por si acaso.
    Ya bajando las escaleras de la entrada vimos a dos sujetos corriendo detrás de alguien, a quien no alcancé a ver pues estaba volteado, ya iban bastante lejos.

    -¿Tienes alguna idea de que quieres hoy?-Pregunté-, él asintió. Unos diez minutos después de una vana conversación decidimos empezar la búsqueda.


    Entramos a un callejón y los dos que se hallaban internos ahí retaron a Itachi al mismo tiempo, él solo caminó tranquilo y tomó por el cuello a uno, después de susurrar algo a su oído, lo arrojó contra la pared, seguidamente se acercó y se alimento de él, como era de costumbre, con tantos jugueteos que creo que al final la gente se desesperaba y cedía.

    Yo lo hice sin rodeos tomé todo lo que pude y luego me deshice de él.


    Miré hacia Itachi, que también había terminado, pero él no tenía cara de satisfacción, más bien todo lo contrario, estaba viendo hacia abajo, a otro cuerpo, al cuerpo de Sakura, que estaba tirado bocabajo.


    -Está muerta-. Dijo, se volteó y se dirigió a la salida, yo lo seguí.

    Era una pena que terminase así, pero seguí caminando, ellos la habían matado, eso era obvio, continué pensando delante de Itachi. Una linda diversión que él salvó y a la vez condenó, de haber dormido con él talvez había alargodo uno o dos días más su vida, porque, preguntamos previamente quienes eran esos a los que elegíamos.

    "Son asistentes-contestó un hombre- del administrador, al pareces una de sus protegidas lo asecinó". Esa era Sakura, sin duda.

    No sé por qué, pero ella había causado en mí una inquietud tremendamente incómoda, no me preocupó al principio, pues la mayoría de las presas solían emocionarme, luego perdía el interés y finalmente terminaba con ellas de forma súbita y brusca.

    Lo que me inquietaba era tanta persistencia. Era una emoción poco común que viajaba en mi mente de forma fastidiosa, pero a la vez excitante, entonces lo descubrí; lo que pronto sería mi placer humano encarnado en otro ser, como si hubiese hallado mi vida oculta en un sitio recóndito de mi alma.

    Pero a la vez me enterró la realidad: ella ya no existía, había sido reducida a un placer extinto en el instante de su descenso final.
    Hubiese seguido analizando mis sensaciones recientemente sacadas a la luz de no ser por un hilo del destino impidió mi paso, con un sonido de lamento y súplica.

    -Monsieur-Exhaló con voz rota.
    Yo volteé para ver la imagen de su poco lúcida figura aferrada de forma al casi demencial al tobillo de mi hermano, aún tirada en piso y con la cara ladeada mirándolo a él.

    Lo sujeté tan fuerte como pude, como si fuese mi propio aliento a punto de escapar y desvanecerse por siempre. Él se agachó y me recogió. En el instante de contacto con sus brazos sentí bombardeos internos que me calentaban la sangre; quería que me llevara y que escuchara los gritos de mí alma suplicando no ser abandonada ahí. Ahora mi cara mostraba la sonrisa más plácida que pudiese haber sobre la tierra.
    Noté caer la lluvia, y aunque estaba casi tan fría como él la sentía tibia sobre mi cuerpo, veía su cara tan perfecta, tan hermosa y fina que al llegar al hotel que contaba con más luz pude darme cuenta de la pestilente y sucia imagen mía, daba asco el solo ver mis brazos inmundos y sentía dolor al mirar las heridas casi mortales que ocasionarían mi muerte prematura.
    Llegamos al primer piso de nuestro lugar de previo encuentro, pero entonces Itachi se detuvo y me cedió a los brazos del otro, en ese momento mis ilusiones aún vivas se desvanecieron y sentí un nudo tan grande que tuve que soltar un gemido para evitar que el dolor se saliera por mis ojos, Itachi caminó por el pasillo, y el otro siguió subiendo conmigo atada a él.

    Yo seguía atontada, pero lo suficientemente despierta para ver la imagen borrosa de Itachi alejarse de mí para siempre, porque no resistiría mucho y moriría antes de que él regresase.

    Así llegamos a la habitación, él me bajó y me dejó sobre la cama, luego se recostó a mi lado izquierdo mirándome y esperando a que yo hiciese lo mismo, no sé por qué no pude parar mi cuerpo que había sido impulsado por un deseo poco normal que me obligó a mirarlo.

    Sus ojos estaban clavados en mí. Entonces me derrumbé y sentí un calor interno que pedía contacto inmediato con él. Quise verme fundiendo mis labios en su piel blanca, que era aún más pálida que la mía y también mucho más suave, como pude comprobar.

    Comencé con su pecho y el mismo impulso que me atacó me llevó a deslizarme hasta su cuello; mientras yo disfrutaba, él comenzó a interrogarme con cosas como que qué hacía ahí y como había acabado con un pie en el cementerio, lo que me hizo reír, pues su tono serio le daba un toque gracioso a su palabra.

    Accedí a contarle, desde mi infancia en una familia burguesa de París hasta la ruina de mi padre por sus malos negocios y sus vicios prohibidos de amantes compradas que lo llevaron a él y mi madre a una fosa común en el Cimetière des Innocents y por último de mi llegada al orfanato Saint-Charles en una tormenta que me ocasionó una neumonía de la que ahora soy superviviente.

    Madame Edmée Dumont era quien cuidaba de los demás huérfanos y de mí, y también era la mujer más sucia y con el alma más podrida de toda Francia. Durante el invierno dejaba morir a unos 15 o 16 niños para no tener que hacerse cargo de tantos una vez que llegase la primavera y si presentabas alguna queja en cuanto a su forma de criar niños te dejaba dormir afuera o junto a las ratas en un frío desván.

    Pero sin duda mi temor hacia ella se acrecentó de forma desmedida al enterarme de que cuando las niñas del orfanato Saint –Charles eran ya muy grandes para seguir bajo su tutela eran vendidas al administrador de un hotel a unos veinte minutos de ahí, a cambio de un regalo monetario y un vino fino para madame Dumont.

    Y así fue como terminé en esa habitación la noche en que morí. En otras circunstancias no habría siquiera pensado en abrir la boca o me habría desparramado al contar todo eso, pero en ese punto de mi historia cualquier calamidad antes vivida por mí era sofocada por el placer vehemente que sentía.

    Ese instinto ahora despierto neutralizó con tanta fuerza mi razón que busqué la mínima distancia posible entre nuestras facciones y saboreé la lejanía inexistente que nos separaba.

    Los segundos tardíos pasaron y oímos la puerta sonar. Él me apartó con un movimiento rápido y cambió a un gesto sereno que obviaba lo de antes. Dejándome acostada otra vez con las palmas a nivel de mi cabeza y una respiración deseperada, sacándome de un trance demasiado placentero.

    Entonces se perdió cualquier rastro de interés por esa piel pálida en mi semblante que pudiese delatar de mi traición. Me concentré en Itachi que justo estaba entrando con una sonrisa muerta que se renovó cuando me vio, se recostó también, pero a mi lado derecho antes vacío con una tranquilidad inquebrantable.

    Tomó mi mano y con la que quedó libre alcanzó un pañuelo blanco, lo hundió en agua de un recipiente sobre la mesa junto a la cama. Procedió a quitar los espacios sucios de mi cuerpo visible, primero la mano que había tomado, luego se deslizó a mi brazo; cuando terminó, volvió a sumergir el pañuelo en el agua y fue a mi rostro.
    Limpió mi otro brazo ya casi terminando. A medida que limpiaba Sasuke me acariciaba con el frente de los dedos, itachi lo miró volvió a sonreír, a lo que Sasuke contestó con uno de esos gestos inocentes que clavan puñales por detrás.

    Itachi culminó quitando las manchas sucias de mi cuello, entonces lo besó; lo que fue un beso breve y cálido pasó a ser uno de evidente placer carnal, robándome trozos de aliento expulsados de mi garganta, ahí Sasuke se integró, me agarró el antebrazo y lo pasó por detrás de su cabeza.

    Realizó lo mismo que Itachi pero con una inusual desesperación, con una fuerza tal que casi vuelvo a caer en ese abismo de locura de antes. Con Itachi me perdía en un ensueño quieto, etéreo e irreal; mientras que Sasuke hacía que mi corazón se exaltara y bombeara cargas tan grandes que se hacían inaguantables, pero tan emocionantes que empezaron a gustarme.

    Yo mantenía la respiración impaciente y los ojos bien abiertos con una mirada remota. Metía los dedos entre el cabello negro de Sasuke cuando él pasaba sus labios sobre mí con una energía desmedida que se hacía cada vez más frenética; mi alma ya se hallaba rodando entre el descontrol y la demencia, mis placeres abruptos con Sasuke pronto le ganaron a mi amor tambaleante hacia Itachi, comencé a girar la cabeza hacia el primero desplazando al mayor que volteó.

    -Sasuke, ya- le ordenó con una mirada amenazante que lo detuvo, parando así mi declive a la perdición en brazos de Sasuke, quien se alejó y se sentó en una silla cercana a la cama poniendo una cara retadora que no reflejaba otra cosa que la soberbia impura contenida.

    Itachi continuó como antes, yo seguí a Sasuke con la vista, hasta que de pronto Itachi me tomó por el cuello en un acto violento y súbito. Sentí su mordida acecina clavándose en mi cuello, haciendo que sintiese escalofríos que se dispararon a todo mi cuerpo sacudiéndome las entrañas y provocando que torciese los ojos hacia arriba, levantando la columna de la cama.

    Esa sensación idílica pronto se transformó en un dolor interno llevándome a un descontrol crítico, se cortó mi respiración y mis ojos se salieron de órbita por varios segundos, cuando recuperé el aliento sentí mis brazos y mi cuello arder. Empecé a gritar enloquecida y clamar el nombre de Itachi pidiendo su ayuda.

    Sasuke presenciaba la secuencia con horror.- ¿ Está bien?- Preguntó acercándose.

    -Sí, tú gritabas más fuerte- contestó Itachi hilarante, haciéndome caso omiso.

    Quería que me quitase ese veneno mortal que provocó mi agonía, que se comía mi alma y que explotaba mis venas, una tortura inhumana que me hizo perder cualquier rastro de cordura. Cuando sentí a Sasuke apoyarse en la cama tomé su camisa con fuerza, mi corazón se paró y lo solté.
     
  2.  
    Lady Katherine

    Lady Katherine Entusiasta

    Leo
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    11 Junio 2009
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Inercia

    Hola, Niña!!

    Te contaré algo, me encantó tu forma de narrar y toda tu historia en sí. Es una mezcla de increíble fantasía con la más cierta historia y un increíble matiz de suspenso, drama, algo de terror y mucho más.

    Tu forma de narrar es bastante pulcra, ordenada, atrayente y más. Es realmente buena. Y soi le sumas el tema de los vampiros.. ps, ya sebes!!

    Tienes buena ortografía, sólo noté algunas fallas, en especial la palabra, asesinas, es con S las dos, no con C.

    Creo que nada más, solo ten un poco de cuidado cuando cambia la narración de personaje, debes indicar con una línea o algo.
    Mmm, los mejores deseos y que ojalá pongas la continuación muy pronto.
    Chau
     
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