Microrrelato Incendio en el alma

Adriana caminaba por el pasillo de la biblioteca a una velocidad inquietantemente lenta, parecía que sus pies arrastraban la desconfianza de sus recién despiertos pensamientos. No le cabía duda de que estos eran tan dañinos como un volcán inactivo dejando de serlo; pensaba que el pasar todo aquel tiempo ocultándose del mundo significaba que cuando decidiera salir todo caería sobre ella torrencialmente, pulverizando cada nueva esperanza para ahora sentir a piel viva todo lo que había causado por no haberse dado cuenta antes.

Y tal como pensaba estaba ocurriendo. Las buenas intenciones no podían resolver nada, ya era tarde para cualquier cosa, ya era tarde... le había hecho daño a uno de los seres más importantes de su vida y lo peor era que no podía evitarlo aunque con tanta vehemencia lo intentará.

Anhelaba el amor de otro... de otro que también le correspondía.


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Nota personal de la autora: Parece que la felicidad es un juego mental, ¿no?. No tienes la culpa ni yo tampoco, nadie es responsable de una culpa inotorgable. Esa culpa no va más allá de lo racional, simplemente hay sentimientos que crecen y muchas veces no tenemos control sobre ellos en casi ningún sentido. No sé si alguien entienda esto, espero que alguien sí, espero que ese alguien sepa que es con él y que me disculpo por el sufrimiento innecesario que le cause, pero hay tantas cosas que espero y otras tantas que esperé nunca hacer, viendo lo que resultó me apena la vida. Lo dañé sin saber, sin querer e incluso después.

Pueden sacar sus propias conclusiones y postearlas acá (siempre y cuando no infrinjan las reglas del foro), corregirme, enjuiciarme, entre otras cosas que pueden hacer. Estaré pendiente, créanme.