Song-fic Incapaz.

Tema en 'Relatos' iniciado por Zireael, 2 Octubre 2017.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Escritora
    Título:
    Incapaz.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1157
    No sé por qué demonios topé con una canción que me hizo sentir la profunda necesidad de escribir un song-fic, así que bueno, aquí estoy.
    Puede verse como una continuación u otra versión de uno de los song-fics que hice para Una canción, un drabble 4.0, que era: Amar de nuevo.
    ME MUERO, CÓMO ME COSTÓ PONERLE UN TÍTULO A ESTO.
    Como siempre, me disculpo si hay errores de algún tipo.

    La canción es Punish Me - Aranda.


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    Incapaz





    La música hacía eco en el lugar. Había un olor desagradable, mezcla de sudor, diferentes licores y humo de cigarrillo, sin embargo, se había habituado a él. Por fortuna habían encontrado una mesa alejada del salón donde estaba el tumulto de personas, cerca de la puerta principal; de vez en cuando algo de brisa se filtraba y se llevaba consigo aquel aroma.
    Estaba en compañía de sus amigas, reían de su propia conversación y del alboroto del salón. Los tragos iban y venían.

    Fue cuando iba a tomar el trago de tequila que acababan de traerle que lo vio y se detuvo con la bebida en el aire. Simplemente no podía estar allí. Solo ella podía tener esa mala suerte. Llevaba el cabello claro alborotado, aunque ligeramente más corto que la última vez. Sus miradas chocaron y él la reconoció, pues de inmediato apartó la vista e intentó perderse entre la gente del salón.
    Su reacción no tenía nada de raro, desde hace meses la evitaba como un maldito cobarde. Un sonido similar a una risa se le escapó de los labios, aunque pasó desapercibido entre sus amigas que estaban muy ocupadas hablando entre ellas como para notar que ya no formaba parte de la plática. Bebió el tequila y se levantó de su sitio. Pasó por la barra, pidió dos tragos más y avanzó entre la multitud. Esta vez no se le escaparía, por supuesto que no. Se llevaría lo que merecía.
    Estaba en una de las mesas del fondo cerca del jardín trasero del lugar, solo, o eso parecía. Sostenía un cigarrillo entre los dedos, se acercó por un costado, de forma que no la notase. Cuando estuvo detrás de él, colocó el trago sobre la mesa y el chico se sobresaltó.


    —Cortesía de la casa —dijo de forma burlona, la siguiente palabra a cualquier otra persona le hubiese parecido el siseo de una serpiente—, cobarde.


    —¿Qué es lo que quieres? —Miraba el líquido frente a él con desconfianza pero prefería mantener su mirada clavada en el trago antes que mirarla a ella.


    —Nada. —Se sentó en la silla vacía frente a él, bajó el licor de un trago y lo miró, mientras con uno de sus delgados dedos empujaba la debida que había colocado frente a él—. ¿No confías en mí? Que yo recuerde nunca intenté envenenarte, pero quién sabe, tu visión de las cosas siempre fue particularmente distorsionada.


    —No pienses que voy a creerme que viniste hasta aquí, desde el otro lado del lugar, solo para llamarme cobarde e invitarme a un trago. —Le dirigió una mirada de resentimiento pero de todas formas, tomó la debida y la bajó de un trago como había hecho ella, luego apagó el cigarrillo en el cenicero que estaba en el centro de la mesa.


    —Claro que no, cariño —habló y el desdén que pudo notarse en la última palabra hizo que en el rostro de él surgiera una mueca de desagrado—. Resulta que, como no quisiste hacer las cosas como la gente decente, se me quedó algo atorado en la garganta que necesito decirte.


    —Escúpelo de una vez y déjame tranquilo.


    —Muérete, maldito hijo de puta. —En su rostro se formó una sonrisa de genuina alegría que desapareció casi de inmediato—. Teniendo en cuenta que parecías pensar que solo quería darte más problemas, eso fue lo único que vine a hacer hoy, para que luego puedas quejarte por algo.


    Se levantó de la silla y cuando pasó junto a él para retirarse, sintió que se aferró a su brazo. En un movimiento fugaz se había levantado y ahora, además de sostenerla del brazo, sujetaba con fuerza su rostro, obligándola a mirarlo.


    —¿Qué? ¿Ahora sí vas a enfrentarme? —No apartó la mirada y casi se le escapa una carcajada. Estaba jugando con su paciencia —. Ya es tarde para eso.


    —Es desesperante que seas tan altanera y rencorosa, por eso me largué sin decirte nada.


    —Es desesperante que parezca que te gusta que te trate como la mierda que eres. —De un golpe retiró la mano con que sostenía su rostro—. Te largaste sin decirme nada porque, en el fondo, sabías que eras incapaz de enfrentarme.


    —No eras más que una inútil.


    —Y tú fuiste mi imbécil favorito, por desgracia. —Tiró de la camisa de él, el movimiento lo tomó tan desprevenido que no pudo reaccionar a tiempo, y le estampó un beso en los labios que, a pesar de la situación, no tardó en ser correspondido. Sintió sus dedos entre su cabello y el sabor del licor en su boca, también le llegó algo del aroma de su colonia y el humo del cigarrillo que acaba de fumar. Se apartó solo para alcanzar a ver, a un par de metros más allá, a una joven paralizada ante la escena que había presenciado. Al final resultó que no estaba solo. Se acercó al oído del chico—. Espero que pronto mates a tu nuevo juguete, como hiciste conmigo.


    Se apartó de él y antes de que pudiese decirle algo más se perdió en medio del gentío. Casi logra sujetarle el brazo de nuevo, pero no pudo alcanzarla. No estaba muy lejos cuando escuchó gritos por encima del ruido de la música. Cuando llegó de nuevo a la mesa en la que estaban sus amigas, bebió un par de tragos más y sugirió ir a un sitio diferente. Desaparecería de allí.

    Era consciente de que lo que acaba de hacer estaba mal en muchos sentidos, pero realmente le daba igual. Tenía que hacerlo, tenía que darle su merecido, tenía que arruinarlo aunque fuese un rato como él había hecho con ella. Además, si en algo había tenido razón, era en el hecho de que era incapaz de enfrentarla y decirle en la cara que se fuese al demonio. Era un idiota, pero principalmente un cobarde. Un cobarde que, de alguna manera, disfrutaba ser castigado.
    Se pasó el dorso de la mano por los labios, como si quisiera enjuagar el beso que le había arrebatado al muchacho hace un momento. Así como él no podía enfrentarla, ella no podía negar que, a pesar del rencor que sentía, lo seguía deseando como nunca había deseado a nadie más.
     
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    IMilok

    IMilok Usuario común

    Virgo
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    Escritor
    ¡Hola! Vengo a comentar tu song-fic a mi parecer es muy chistoso, es demasiado comico ver el como la chica aunque lo odia, tambien lo necesita, y así mismo el hombre aunque la maltrataba, igualmente la necesitaba y es muy chistoso porque así funciona la psicologia humana lo cual me da tristesa porque al final al que odiamos es al que "más necesitamos" y eso hace que nos demos cuenta de que el ser humano es retrasado y no tiene cura... En fin eso es a lo que yo concluyo y es lo que todos nos damos cuenta, así que como dije el ser humano es retrasado y no tiene cura. Me gusto el song-fic y no halle ningun error de ortografia notorio, así que voy a terminar diciendo que espero que sigas escribiendo y pues nada ¡Un saludo! :D
     
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    Maze

    Maze Usuario común

    Aries
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    Escritor
    A mí me sorprendió lo bien redactado que está esto, y no me refiero solamente a la ortografía sino que la lectura es bastante ligera. Me gustó mucho el tono cínico del relato y la facilidad con que establece el contexto que quieres plantear. Se empatiza rápidamente con los personajes y al menos a mí me sacó un par de sonrisas. Espero leer más trabajos de vos en lo sucesivo.
     
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