Idiota

Para la actividad: Tragicomedias

No soy muy bueno que digamos pero hice mi mayor esfuerzo. Las críticas hacen al maestro así que no se sientan incomod@s al criticar este one-shot (si es que lo desean si no esta bien).

Idiota
​

Todos, en alguna vez de nuestra vida hemos tenido un amigo: alto, bajo, gordo, flaco, guapo, feo, blanco, moreno. Fuese cual fuese su característica nunca le hemos dejado atrás.

Cuando lo conocí, sus ojos verdes resaltaban entre su blanca piel. Su cabello ardía como el atardecer…tanto que se volvía un hombre sin cabeza cuando el sol se metía: su cráneo quedaba oculto junto con el sol.

Los amigos llegan a tu corazón.

Él y yo solíamos ser uña y mugre: por supuesto él siempre quería ser la uña. Desde pequeños estuvimos juntos; siempre se quejó de mi tamaño cuando tenía 10 años, por supuesto él tenía casi 18 años, sin embargo nunca creció; también me quejé.

Esos amigos te cuidan.

Cumplí 15 años, no era una modelo pero el sinónimo de pasable podía ajustar en mí. Se quejó una vez más de mi tamaño:

—Tienes una mesa en el pecho— Me decía con burla cada que caminábamos juntos en la calle. Tropecé y él me sostuvo por “ahí”. Mi rostro se tornó rojo, jamás me habían tocado ahí — Si no tienes amortiguadores por delante ¿cómo podría dejarte caer señorita plana? —Y apartó su mano de mi axila. ¡Qué horror!

—Idiota— susurré mientras me colocaba a su lado, sudando como langosta en una olla.

Tratan de jugar contigo.

Jamás lo había visto tan animado. La noche anterior se había colocado una mascarilla de barro para tener un cutis perfecto…Debí haberle dicho desde antes que esas eran muestras fecales que mi madre debía llevar a primera hora de la mañana al doctor. Por supuesto, no nos acompañó a la feria al día siguiente.

Te abrazan, te besan y te acarician.

Había llovido, mi hermano había sufrido un accidente de gravedad: tropezó con una agujeta desamarrada. Estaba llorando sin control, jamás lo vi tan grave, el que estuviera todo el día en la cama sin hacer nada era ya cuestión de pensar.

—Idiota— Me llamó mi amigo pelirrojo abrazándome con fuerza y quejándose de que mi desarrollo era lento, como siempre, él nunca envejecía.

Están contigo en los peores momentos.

Tomé aire: era la primera vez que lo hacía. Estiré los brazos hacia arriba y tragué aire una última vez.

— ¿Duele? —pregunté con nerviosismo.

—Para nada— contestó sin temor. Se agachó y la colocó en su lugar. Con miedo me alisté, estiré la pierna para que tuviera más oportunidad…y pateé el balón.

— ¡SI! —gritamos cuando este se metió a la red. Mi zapato, terminó en la calva del profesor de matemáticas.

Están contigo en las buenas.

[Espacio en blanco]
Nunca he tenido momentos buenos con él…siempre fueron malos hasta donde recuerdo.
[Sin más que decir].

Se burlan de ti.

—Señorita plana—decía cada vez que me veía salir de mi habitación con pijama, blusa, camisa, vestido, toalla…

—¿Es qué tú nunca te conformas? —pregunté fastidiada. Él sonrió y por un momento me pareció irreal.

—Contigo dudo que lo haga— Lo odiaba tanto que sería capaz de dejarlo ir pero rezar para que él estuviera bien.

Lloran contigo

—Lo siento pero yo no lloro— [se marcha con los brazos cruzados e indignado. Ella le mira alejarse]

—Idiota.

Te contestan con la verdad…sin importar cuánto duela.

—¿Te duele que te diga señorita plana? —preguntó con un rostro serio. Era la primera vez que lo veía así.

—Por supuesto que sí —respondí con la mirada más triste que pude poner, aprovechando la oportunidad.

—Me encargaré de causarte el mayor dolor que pueda señorita plana— dijo con una sonrisa de oreja a oreja —Solo soy honesto contigo— masculló entre carcajadas alzando las manos en señal de inocencia.

Te acompañan en el peor ridículo de tu vida.

Justo cuando cumplí 18 años él decidió llevarme a una librería. El muy infeliz me hizo reír hasta más no poder y me sacaron de aquel lugar, a él lo mantuvieron dentro. Me miró desde la ventana “Tonta” articuló con los labios mientras me hacía gestos con su rostro y reí a plenitud en la calle. Los policías llegaron a petición de la bibliotecaria ¿Dónde estaba él? Buena pregunta…sigo sin saber, comienzo a creer que fue al propósito.

Permanecen a tu lado por todo el tiempo necesario.

—¿A qué hora piensas largarte? —pregunté mientras me cobijaba con el edredón morado que cubría la cama individual.

—¿Es que ya no me quieres? —Sus ojos lagrimearon un poco.— ¿No me pediste que me quedara a tu lado todo el tiempo? —Él se quitó su chaqueta negra de cuero y quedó en jeans negros y camisa de tirantes roja. Listo para meterse a la cama.

—¿Acaso no dije que el tiempo necesario? —El terror invadió mis ojos…no era una niña, era una mujer con debilidades.

—Esto es necesario— y sin más se acostó a mi lado: un segundo después sus ronquidos llenaron mi habitación. La temperatura bajo considerablemente.

Te hacen reír.

—Ven a ver a Saturno— dijo mientras componía el desastre que había dejado después de armar el telescopio. Me acerqué a la ventana. ¿Cómo podía verse Saturno si era de día? Idiota pensé. —¿No es bello? —preguntó colocándose detrás de mí. Me alejé del telescopio y caí al suelo muriendo de risa.

Será el apodo de mi vecina cada vez que haga hula-hula.

Pero también te hacen sufrir.

Mi madre siempre me llamó la atención por estar con él; nunca hice caso y continué a su lado. Cuando cumplí 20 años y el seguía detrás de mí, todo empeoró: mi cuarto se convirtió en una cárcel blanca. Una cama, una lámpara, una mesa y un sillón, cajas de medicina y máquinas de electricidad cubrían el suelo de mi habitación.

—Sera mejor que me vaya— dijo mientras abría la puerta

—Por favor no me dejes— rogué estirando la mano que estaba atada a la cama

—Odio verte sufrir— comentó agachando la cabeza. Su cabello rojo tocó su mentón

—Sufriré más si te vas de aquí— Y eso pareció calmarlo, pero no lo suficiente

Y hasta entonces descubrí por primera vez lo complicadas y dolorosas que pueden ser las despedidas.

—¡NO TE VAYAS! —Las lágrimas corrían por mis mejillas y terminaban en la almohada blanca.

—Lo siento Kate —susurró mientras abría la puerta

—¡POR FAVOR NO ME DEJES! —Mi madre subió y metió una pelota de esponja pequeña entre mis dientes.

—No tengo opción —dijo Bodaj antes de cerrar la puerta para siempre. “Por favor, no me dejes así, por favor, por favor”. Quería decir pero las palabras fueron silenciadas por un poderoso sedante.

Aparecen y desaparecen sin tomar en cuenta tu opinión.

Espere cada día y cada noche a Bodaj, pero su encendido cabello jamás se volvió a ocultar con los atardeceres ni iluminar las noches y mucho menos despertarme en las mañanas. Pronto mi madre y mi hermano se convencieron de su desaparición y me dejaron libre: No volví a ser igual. Mi alma gemela faltaba. Nunca volvió a aparecer. Cuando me aseguraba de que mi familia dormía, lo llamaba pero nunca me contestó y entonces lloraba hasta que las lágrimas se secaban por si solas “Idiota” pensé con una sonrisa triste. El vacío era insoportable pero forzar una sonrisa lo era aún más. Me sentía incomprendida y terriblemente sola sin él ¿Qué debía hacer ahora si él ya no me acompañaba? Más lágrimas corrieron mi rostro...Ni siquiera podía cerrar los ojos sin recordar su imagen.

Y aún así los quieres.

Jamás lo olvidé. Mis años de vida transcurrieron, no sé que paso con él. No sé si consiguió un mejor amigo. Solo deseé que fuera feliz pues con él viví más que con cualquier otra persona, él estuvo en mi niñez, mi adolescencia y un poco de mi madurez. El imaginarlo con otro chico o una chica provocaba un dolor agudo en mi pecho. 5, 8, 10, 15, 20...70 años de vida y siempre soñé con él. Nunca cambió, seguía exactamente igual a cuando lo vi partir. ¿Hasta donde puedes llegar a quererlos?

Sí…todos tenemos esa clase de amigos: los locos, los traviesos, los dramáticos, los románticos, los reales y en mi caso…los imaginarios.

Si son tus amigos. ¿Son reales?, ¿son mentiras?, ¿es la verdad?, ¿es la imaginación?, ¿él estuvo conmigo siempre en realidad? Pero más importante ¿él me considero su amiga hasta el final? Mientras me preguntaba todo esto acostada en mi cama sin poder moverme, mi último soplo de vida hizo aparición y solo unas palabras acompañadas de una lágrima cruzaron mis labios:

Te amo…Idiota.

Y esa gota de sal encontró su destino en la blanca almohada.

​