One-shot I know it'll be poison but I don't wanna stop right now [Gakkou Roleplay | Shiori & Emily]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 13 Febrero 2021.

  1.  
    Amane

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    Título:
    I know it'll be poison but I don't wanna stop right now [Gakkou Roleplay | Shiori & Emily]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2116
    Título: I know it'll be poison but I don't wanna stop right now.
    Fandom: Gakkou Roleplay.
    Personajes: Emily Hodges, Shiori Kurosawa.
    Palabras: 1898
    Summary: "A decir verdad, el plan de invitar a Shiori a mi casa había sido un poco precipitado."
    N/A: Escrito para la actividad Dulce San Valentín; me tocó el postre 'Cheesecake' | Hitori feliz sam va lentín babe <3 espero que te guste esta cosa bien homoerótica que me ha salido y que me disculpes si hice algún ooc con la loca, she is kinda weird (???)



    When I see you
    This feeling, this attraction
    It feels like a dream baby​


    I shouldn’t do this
    The sound of your breathing, your laugh
    Everything pulls me in​


    A decir verdad, el plan de invitar a Shiori a mi casa había sido un poco precipitado. En principio íbamos a usar el club de cocina para practicar la receta que queríamos llevar a la siguiente reunión, pero entre una cosa y otra, no nos permitieron usar la academia fuera de horario lectivo y lo primero que se me ocurrió fue ofrecer mi vivienda como opción.

    No es que me importase realmente que ella viniese o algo así, ni mucho menos. Sin embargo, tenía que admitir que estaba un poco nerviosa con todo el asunto.

    Kurosawa y yo… ¿éramos amigas? Si tenía que ser sincera, no tenía idea de cómo definir nuestra relación. No nos llevábamos nada mal, ni muchos menos; de hecho, me gustaba mucho pasar tiempo con ella antes y después de las reuniones del club y quería pensar que a ella tampoco le desagradaba del todo.

    Shiori era también la única del club que sabía… de mis ligeras tendencias nocturnas, y por mi parte era la única que sabía de su facilidad para adaptarse al mundo de las sombras. ¿Quizás éramos algo así como cómplices? Al fin y al cabo, nos estábamos guardando ese secreto y habíamos trasladado algo de esas actitudes de dudosa moralidad a nuestra relación del día a día.

    Uhm, sí. Cómplices sonaba bastante bien.

    Todo eso, por un lado, claro, porque por el otro… tenía otro pequeño problema.

    Y es que Shiori Kurosawa me parecía terriblemente atractiva.

    De alguna manera, ella tenía que saberlo. Para empezar, no es que yo fuese la persona más disimulada del mundo, mucho menos cuando alguien me gustaba de alguna manera. Había aprendido por las malas que se me notaba a leguas, en definitiva.

    Y a ella le encantaba provocarme.

    Invadía mi espacio personal como le venía en gana, me tocaba en zonas que definitivamente no debía tocarme, me dedicaba sonrisas sugerentes y había perdido ya la cuenta de las veces que parecía que iba a besarme. Todo con tal de sacarme suspiros, sonrojos y un evidente nerviosismo; todo por hacerme reaccionar como quería.

    ¿Y yo?

    Yo me dejaba hacer con una facilidad ridícula, porque lo disfrutaba como una estúpida.

    Mis padres habían salido con Alice y Fred había ido a estudiar a casa de un amigo así que estaríamos solas, y de repente no supe si había sido mi mejor o peor idea. Nada que pudiese hacerle, sin embargo, porque escuché el timbre retumbar por el pasillo y ya no había vuelta atrás.

    Cogí aire y lo solté en un suspiro antes de reunir finalmente el valor para dirigirme hacia la puerta, abriéndola con una sonrisa plasmada en mis labios. Y tenía que admitir que todos los nervios se acabaron disipando cuando distinguí la expresión amable de la chica, esperando pacientemente a que la recibiese.

    ¿De qué tenía tanto miedo? Solo era Shiori, nada malo podía pasar… ¿verdad?

    —Gracias por ofrecer tu casa, Emi.

    La vi inclinarse con los ojos abiertos y el calor subiéndome a las mejillas, siendo que estaba haciendo una reverencia que me pareció exagerada para la situación. ¿Pretendía llegar a los 45 grados o algo? ¡Por Dios!

    —¡Shio! —exclamé, acercándome para colocar las manos sobre sus hombros y erguirla—. No es nada, de verdad. Si lo piensas, me estás haciendo un favor porque no me gusta quedarme sola.

    Volví a sentir el sonrojo apoderarse de mi rostro ante el repentino ataque de sinceridad, pero, por otro lado, parecía haber convencido a la chica de que no era ninguna molestia para mí que viniese y eso me alivió de igual manera.

    Le indiqué que entrara a la casa y, fue mientras se quitaba los zapatos para entrar por completo, que me di cuenta de la bolsa que llevaba en sus manos.

    >>¿Y eso? —cuestión, señalándola con la cabeza.

    —¿Esto? —repitió, levantando la bolsa en cuestión, y una ligera sonrisa asomó sus labios—. Me sentía bastante mal por usar tu cocina así que pensé que al menos podía encargarme de traer todos los ingredientes.

    No tuvo que ver mi ligera mueca de preocupación al estar centrada en cambiarse los zapatos, pero no pude evitar que se me formase de igual manera. Al final acabé por suspirar de manera imperceptible, porque ya se había tomado las molestias y poco queda por hacer. De todas formas, lo cierto es que lograba entender un poco por qué había hecho eso; en una situación similar, seguramente yo hubiese hecho lo mismo.

    La guie hasta la cocina y le indiqué donde dejar los ingredientes mientras nos preparábamos y demás. En teoría no debería tomarnos mucho hacer el postre y tendríamos que dejar que se enfriase un buen rato, así que habíamos decidido ponernos con ello directamente y luego tomar un té y aprovechar para… descansar; hablar o lo que sea.

    Así pues, fui la primera en lavarme las manos y colocarme el delantal, encendiendo después el móvil para tener la receta a mano. Era, simplemente, para poder comprobar las cantidades y tener rápido acceso en caso de dudas.

    En eso estaba, de hecho, comprobando las cantidades a utilizar, cuando sentí la cabeza de la chica asomando por mi hombro para poder ver también la pantalla. Fue extremadamente vergonzoso para mí, pero tener el pelo recogido me había dejado con el cuello descubierto y aliento chocó de llenó con la zona, lanzándome un escalofrío a lo largo de toda la espalda.

    —¿Mhm?

    Me llegaron algunas palabras lejanas, aunque no iba a mentir, no había logrado discernir nada con lógica de lo que pretendía decirme, y no supe si Shiori era realmente consciente de lo que había pasado pero la risilla que soltó parecía indicar que sí, que era plenamente consciente y me atrevería a decir que lo había hecho a propósito para provocarme.

    —Decía… —comenzó a hablar de nuevo, en un tono bajo y sin separarse ni un milímetro de mi cuerpo—. …que si prefieres encargarte de la crema o de las galletas~

    —¡Las galletas! —exclamé, prácticamente escapando de su presencia para dirigirme hacia la bolsa de los ingredientes—. Las galletas están bien…

    Quizás me estaba volviendo loca, pero juraría que estaba escuchando su ronroneo incluso desde mi posición. Real o no, lo cierto es que imaginaba que tenía que estar encantada con haberme puesto tan nerviosa tan pronto.

    Como habíamos decidido, me encargué de desmenuzar a consciencia las galletas y echarle la mantequilla derretida después, colocando la mezcla sobre el molde que había preparado de antemano y aplanándola para que se quedase lo más uniforme posible.

    Me quedé bastante contenta con el resultado y, solo entonces, tuve la entereza para girarme y encaminarme hacia la parte de la encimera que Shiori estaba utilizando.

    >>¿Qué tal va la crema~? —cuestioné, ladeando la cabeza para intentar ver mejor la escena.

    La risa de Kurosawa sonó cristalina y eso consiguió sacarme una sonrisa genuina, observando con detalle como se giraba un poco para dejarme un mejor espacio.

    —Aun no la he probado, ¿hacemos los honores?

    Asentí con la cabeza, emocionada, quizás sin pararme a pensar demasiado en el hecho de que Shiori aprovechaba las situaciones más inesperadas para burlarse.

    Me giré para buscar una cuchara y cuando volví a enfocar la vista en Kurosawa… pues joder.

    La vi con el dedo índice ya untado con la mezcla blanquecina, llevándoselo a los labios sin el menor atisbo de pudor. Y yo, como estúpida, no aparté la vista en ningún momento, comiéndome toda la escena con una intensidad de la que no me percaté hasta más tarde.

    El atardecer de su mirada chocó de lleno con mi morado, con una chispa provocativa que me hizo reaccionar. Tragué saliva tras dar un pequeño respingo, pestañeando un par de veces, y apenas entonces me di cuenta de lo embobada que me había quedado, con la boca ligeramente abierta y todo.

    >>¿Quieres? —preguntó, extendiendo la mano.

    —¡No hace falta!

    Me moví de manera apresurada, haciéndome con la olla de sus manos para dirigirme donde el molde y echar la crema sobre la base de las galletas. No me atreví a mirar a Kurosawa hasta que dejé el molde dentro del frigorífico, cambiando algunas cosas de sitio de manera innecesaria solo para ganar tiempo.

    >>¿P-por qué no te pones cómoda en el salón en lo que preparo el té?

    Para mi sorpresa aceptó sin poner ninguna queja y la vi alejarse con el corazón en un puño, dignándome a soltar un suspiro aliviado solo cuando me aseguré de que no seguía por el pasillo o algo por el estilo.

    No entendía como rayos aún no me había acostumbrado a que estuviese todo el rato burlándose de mí de esa manera, si al fin y al cabo Kohaku me hacía lo mismo y, si estiraba un poco el chicle, hasta Anna podía caer en esa categoría. ¡Y-y me había acostumbrado a ellos!

    …más o menos.

    Ugh, qué desastre.

    Decidí ignorarlo de nuevo y me dediqué a hacer el té, llevándolo minutos después al salón junto a unas pastas que había comprado hacía poco.

    La conversación fue distendida, y es que ciertamente me lo pasaba realmente bien con ella cuando no hacía cosas raras. Hablamos del club, de las clases, de las fiestas a las que habíamos estado yendo, algunas de las cosas que hacíamos en esas mismas fiestas, cotilleos de conocidos… y para cuando me quise dar cuenta, ya llevábamos un tiempo con el té terminado y las pastas habían desaparecido casi por completo de la bandeja.

    —Te lo prometo, Shio, la cara de satisfacción de Anna al ganar a Wickham-senpai al beer pong fue digna de recordar. Aunque tengo la sensación de que Welsh-senpai nos dejó ganar, ¿sabes? No sé si…

    —Espera, Em.

    —¿Huh?

    Estaba tan enfocada en mi relato que podría decirse que había bajado las defensas de nuevo, porque la repentina cercanía de la chica me volvió a convertir en un manojo de nervios. Sentí su mano colocándose sobre mi mejilla, que ya tenía que estar ardiendo, y no supe muy bien qué estaba haciendo hasta que sentí su pulgar deslizarse hacia mis labios. Abrí la boca y noté como una migaja de la galleta que me estaba comiendo se colaba dentro, comprendiendo al fin lo que estaba sucediendo.

    Y aun después de haber acabado con eso, la chica no rompió el contacto. Su pulgar se presionó ligeramente sobre mi labio inferior y yo no pude controlarlo, entorné la mirada y dejé escapar un jadeo contenido.

    —¡Oh, cielos! ¡Mira la hora que es!

    Tenia que ser una puta broma.

    Pestañeé un par de veces para recuperar la compostura y observé como la chica recogía sus cosas, levantándose del sofá. No sé cómo, pero logré reaccionar y me puse también en pie, ayudándola y acompañándola hacia la puerta después.

    Habría jurado que se estaba inclinando para besarme.

    —Shio… —llamé su atención desde el marco de la puerta, con cierto tono tímido—. ¿Te gustaría volver mañana y probar la tarta de queso?

    Distinguí la sonrisa casi felina de reojo, porque no tardó en inclinarse para pasar un par de mechones de mi pelo tras la oreja.

    —Me encantaría, Emi~

    Le devolví la sonrisa, de nuevo con las mejillas ruborizadas, pero genuina.

    Kurosawa y yo nos movíamos por un espectro bastante extraño, pero había aprendido hacía mucho a disfrutar de aquellas relaciones tan ambiguas.

    Eran, al fin y al cabo, mucho más divertidas.
     
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