Drama Honesta

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 19 Marzo 2018.

  1.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Agosto 2012
    Mensajes:
    548
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Honesta
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1875
    Seguido me parece necesario decir que soy muy mala al momento de elegir prefijos y géneros para mis escritos; en especial cuando son historias cortas con un número reducido de personajes. Basadas en una canción. Sin utilizar directamente los versos exactos de dicha canción (lo que no me hace considerarlas song-fics). Este escrito en particular se basa en la asombrosa (?) canción "Honest" de The Chainsmokers.

    Nunca me imaginé a mí misma encendiendo la radio de mi auto a las cinco de la madrugada para escapar de la universidad, mi segundo hogar, el cual, al igual que mi primer hogar, se convirtió en el escenario de una de mis peores pesadillas. Y ahora me veo obligada a alejarme, por un tiempo.

    Se supone que cuando te encuentras en una situación tan delicada como esa llamas por teléfono a la persona que mas quieres, a la persona en quien más confías, a la persona que estará para darte un abrazo tan fuerte que te ayude a encajar las piezas de tu vida si te estás desarmando. Pero aún si pudiera hacer esa llamada, no sabría qué decir en lo absoluto. No sabría siquiera si en verdad lo que deseo es que me conteste esa voz, siempre presente cuando marco su número en mi celular.

    —No sé a dónde vas, pero llévame contigo— me decía Ale, sentada en el asiento del copiloto, insistente en perseguirme mientras salía tan discretamente como podía de nuestro dormitorio.

    —No, Ale. Necesito estar sola.

    —Yo sé que desde que conoces a Emilio no sabes estar sola.

    Suspiré. En verdad quiere que la lleve conmigo, pero no me comprende cuando le digo que no.

    —Pensé que me bastaba con que Emilio no supiera que “no” es “no”— le dije mientras cambiaba desinteresadamente de una estación de radio a otra, sin darle importancia a ninguna transmisión.

    —No me vengas con eso, Andrea. Sabes que en esta semana no he hecho otra cosa que preocuparme por ti y por lo que pasó. Mírate: te estás yendo de la universidad.

    —Voy a dar un paseo nada más. No me hagas echarte a patadas del auto.

    A sabiendas de que soy totalmente capaz de hacerlo, Ale abandona el vehículo y yo lo hago avanzar antes de que ella intente detenerme de nuevo. No me arrepiento a pesar de que la observo a través de mi espejo retrovisor, de pie en el estacionamiento, viendo como me voy.

    “Todo por el maldito Emilio”, la imagino murmurando, o tal vez incluso maldiciendo en voz alta.

    No es que no considere que seis meses de relación sean pocos, y no es que no ame a Emilio, y no es que planeara reservarme hasta el matrimonio, y no es que Emilio haya hecho nada malo. Antes de accidentalmente abofetearme en un arranque de desesperación porque, otra vez, como tantas veces antes, le dije que no estaba lista para… dar otro paso en la relación, sexualmente hablando.

    También, no es que yo sea una completa mojigata: nos hemos visto desnudos, hemos hecho cosas juntos. Claramente el contacto físico se ha dado, por decirlo de algún modo. Es solo que, más allá de lo que ya he experimentado, con él y solamente con él, por la mucha confianza y el enorme amor que le tengo, por un motivo que aún desconozco tengo mucho miedo de ir más allá.

    Había sido tan paciente conmigo. Pero de pronto esa paciencia dio un giro de 180 grados y se vio convertida en exigencia. Por primera vez en seis meses lo sentí bastante posesivo, fuera de sí, no como el chico del que llevaba enamorada tanto tiempo. Todo transcurrió en apenas un minuto.

    Pero ese minuto desmoronó la relación. Me desmoronó a mí. Se convirtió en el combustible que me hizo echar a correr hacia mi dormitorio, al que Emilio no podía entrar. Me impulsó a llorar como no había hecho en meses, en brazos de quien no me había sostenido tan fuerte en años.

    Ale habría ido a darle un buen par de golpes a Emilio si se lo hubiera permitido. Y seguro, también me hubiera obligado a quedarme si la hubiera dejado. Pero después de intentar ser manipulada como cualquier trapo durante ese minuto, no me quedaron muchos deseos de ceder ante nadie.

    Ni siquiera ante Ale, que solo quiere lo mejor para mí desde que nos conocimos en la secundaria.

    Ni siquiera ante mi hermano mayor, que sigue llamándome para preguntar como estoy a pesar de la distancia que puse entre nosotros desde niños, gracias a que nuestros padres jugaban favoritos.

    Ni siquiera ante mí misma, tan terca, pensando en mi celular mientras manejo; preguntándome si llamar.

    Y no es que quiera llamar a Emilio para decirle que ya lo superé, porque he pensando en ese minuto cada noche de la última semana, mientras bebía una cerveza tras otras, de esas de las escondidas por Ale en el dormitorio.

    Y sé que, tan pronto como después de haber llorado la primera noche, y haberme tomado la primer cerveza la segunda noche, me guardo mis sentimientos para mí misma. Como dejando claro que no necesito a nadie más que a mí misma. Pero la verdad es que no sé estar sola.

    La verdad es que Emilio no es el único en mi mente.

    La verdad es que pienso en qué hubiera pasado si él no hubiera querido estudiar la misma carrera que yo. Pienso en qué hubiera pasado si hubiera sido otro de mis amigos quien se enamorara de mí. Qué hubiera pasado si lo hubiera rechazado simplemente por su poco atractivo hábito de fumar.

    Si no lo hubiera conocido… ¿Hubiera sido mejor? No lo sé, si soy honesta.



    “Voy a dar un paseo nada más” fueron mis palabras.

    Son las seis de la mañana, pero no ha pasado una hora.

    Me he alejado tanto. He dejado la universidad. No es… que así lo quiera. No es que quiera dejar de estudiar, no es que quiera tirar por la borda las horas que me he matado estudiando desde que entré a la carrera, no es que quiera verme poco agradecida por la beca que me ofrecieron.

    No es que quiera dejar a Emilio…

    No, no quiero dejarlo. ¿Por qué?

    Han pasado tres semanas ya desde que rompimos. Han pasado tres semanas ya, y es absurdo.

    Estuve viajando por carretera hasta que me hizo falta gasolina para el automóvil y comida para mi estómago. Luego seguí conduciendo hasta que llegue a un centro comercial, donde perdí tiempo hasta volver a necesitar comida. Y luego volví a seguir conduciendo hasta que llegué a la playa.

    Efectivamente: mi paseo me llevó hasta la playa más cercana a la universidad, por lo que estuve conduciendo unas diez horas, con esos descansos de una hora para que al final del día no me fallaran mis piernas por quedarse en una misma posición. Y luego de una hora caminando por la playa, tomando aire, disfrutando el arrullo del mar, viendo pasar a las pocas personas que seguían ahí mientras se ponía el sol, terminé por regresar al auto para buscar un motel barato para dormir. Y aunque mi intención no era dormir ahí durante dos semanas, solo lo dejé salirse de mis manos.

    Ale me llamó unas diez veces y me dejó unos cincuenta mensajes durante tan solo mi primer día fuera de la universidad. La llamé a la mañana siguiente y le colgué cuando me respondió con gritos. Procedí a solo responderle por mensaje, a decirle que (en ese momento) planeaba volver justo al día siguiente. Como no fue el caso, los mensajes continuaron, viniendo y yendo. Al tercer día le dije que la verdad ya no sabía cuando querría volver, pero que estaba bien. Que en verdad necesitaba eso y que le agradecería mucho si se conformaba con que diera señales de vida todos los días a través de mis mensajes. Dejó de insistirme hasta que pagué la sexta noche en el motel. Ahí fue cuando se me ocurrió la brillante idea de pagar toda una semana más, pero esta vez tuve que prometer por mi vida que volvería después de eso.

    Cabe mencionar que Ale no fue la única en llenar mi teléfono de notificaciones durante mi viaje.

    Después del incidente de la bofetada, Emilio intentó hablar conmigo en persona todos los días, hasta que me fui. Y cuando me fui, intentó hablar conmigo por teléfono, llamando al menos tres veces todos los días la primer semana. A diferencia de Ale, no me mandaba mensajes, y yo no le devolví una sola llamada. A pesar de que en mi segunda semana en el motel siguió intentando dos veces por día en lugar de tres.

    Antes de ir a dormir la última noche, volteé a mirar al teléfono y suspiré antes de por fin contestar.

    —¿Andrea?— dijo finalmente al ver que no quise ser la primera en decir algo.

    —¿Hm?— fue todo lo que se me ocurrió responderle.

    —¿Se puede saber dónde has estado?— dijo preocupado, sin estarme reclamando.

    —Dando un paseo nada más.

    —No te he visto en la universidad por dos semanas…— se le oía muy preocupado, la verdad.

    —No he estado en la universidad por dos semanas.

    —Ale no quiso decirme dónde estabas. Pero sí me dijo que no creía que estuvieras bien.

    —Yo misma le dije que estoy bien.

    —Está preocupada por ti.

    —Hemos estado en contacto. Sabe perfectamente cómo estoy.

    —¿Cómo quieres que te crean que estás bien si abandonas tu segundo hogar por dos semanas?

    —¿Cómo vuelvo a mi hogar si eso significa no tener más opción que tenerte tan cerca que duele?

    Hay silencio en la línea durante unos bastante largos cinco segundos. Lo oigo respirando hondo.

    —Lo último que quiero es que dejes la carrera por mi culpa.

    —No voy a dejar la carrera… Voy a tener problemas el resto de este semestre por faltar, es todo.

    —Jamás me lo perdonaría si llegase a más que eso.

    —Yo tampoco me lo perdonaría. Por eso no dejaré que pase.

    —Andrea… no espero que me perdones— dice y me toma por sorpresa.

    —¿No?

    —No. Pero quiero que en verdad me creas cuando te digo que lo siento. Que me arrepiento.

    —Hm.

    —Que sé que lo que hice fue espantoso y que daría lo que fuera por no haberlo hecho.

    —Hm…— continuo diciendo, mostrando indiferencia.

    —Y que… te quiero.

    Suspiro.

    —Me voy a dormir— le respondo. —Debo dormir.

    —…Sí. Duerme bien.

    Cuelgo y me meto bajo las sábanas de la cama del motel una última vez. No voy a poder dormir.

    No me gusta viajar por carretera. No me gusta el zumbido que se oye mientras conduzco casi al doble de kilómetros por hora a los que estoy acostumbrada. No me gusta ni siquiera oír la radio, pero la pongo de fondo, para no estar a solas con mis propios pensamientos. Esa es la peor parte de mi dichoso paseo. Estar absolutamente sola, pensando en las verdades y mentiras que he dicho y que me han dicho. Pensando en que estoy muy cansada como para conducir durante diez horas.

    O una hora.

    O diez minutos.

    ¿Qué pasaría si cerrara los ojos solo un segundo?

    ---------
     
    Última edición: 9 Febrero 2022
    • Me gusta Me gusta x 2
  2.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    19 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,486
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Hola, Ruki.
    Antes que nada, Emilio debe morir, ok no, no le deseo el mal a nadie pero es definitivo que Andrea no se merece a alguien como él. Si bien Emilio se disculpó por lo que hizo, además de que 'quizá' si fue un accidente debido a un arranque de cólera, a pesar de ello, quién dice que en un futuro esa cólera no llegue a más , por lo menos ya se ganó algo de mala reputación. (Eso me enojo, la verdad).

    Ahora, me disculpo por eso primero, es que si me dio un poco de rabia,sobre el relato, me despertó muchos sentimientos, la verdad, como tristeza, enojo, hasta sentirme, en cierta forma, identificada con la protagonista; respecto a los sentimientos encontrados de que tiene ella, deseosa de liberarse de esos pensamientos. A veces hace falta meditar y respirar aire fresco.
    Por cierto, la última escena me la imaginé a la última escena de una de las temporadas de Bojack horseman (que no recuerdo cual fue).
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso