Historia 1

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Dunkelchris, 2 Octubre 2009.

  1.  
    Dunkelchris

    Dunkelchris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2008
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Historia 1
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    6637
    Historia 1

    Bueno, la historia no tiene título porque todavía no se me ocurre uno adecuado, así que lo nombre historia 1. La historia se lleva en un mundo fantástico, con temas reales. Disculpen si tiene algunos errores de ortografía, pero siempre hay algún error de dedo. Gracias y disfruten del poder de la imaginación ^^.

    Capitulo 1 ¿Y tú, quién eres?

    “Sin tan solo lloviera” El cielo sin nubes, azul resplandeciente dejaba asomar a un sol de mediodía. La temperatura aumentaba y el salón se llenaba de un aire asfixiante. Los 20 alumnos de 3° de secundaria, en plena adolescencia quedaban fumigados en el escritorio doble de madera de ese tan odiado salón de matemáticas. Las paredes forradas de una tela café hacían que el calor se volviera aún más incómodo. Lo más molesto eran los olores humanos producidos por algunos de los alumnos, pero sin duda el más molesto era el emitido por el profesor, quien irritado de que los alumnos ignoraran su clase y prefirieran dormir o dibujar en ella, daba de vez en cuando gritos que los alumnos ignoraban. Pero lo más irritante no era la voz del profesor que no te dejaba en paz, sino del único alumno que ponía atención. Su voz chillona y engreída si era muy molesta. Ese alumno era odiado por todos, su forma de ser no lo ayudaba en nada, aparte de que no tenía rasgo de mostrar algo apuesto.
    “Odio el calor” Faltaban todavía 15 minutos de clase que parecía que ya había durado más de 2 horas siendo sólo de 45 minutos.
    -Pero, no entiendo, lo que yo hice también está bien, ¿no? Porque la raíz…- la voz chillona volvía a hablar causando un verdadero malestar sobre todos los otros alumnos.
    -¡Que alguien lo calle!-
    -¡Cállate David, ya sabemos que no entiendes nada!- la parte del salón que seguía despierta gritó a David, el alumno de intercambio con la voz chillona.
    Los gritos incluyeron insultos comunes hacia el individuo, ya que después de más de medio año de oírlos, ya no eran ofensivos.
    El profesor, el único defensor de este alumno, sin más remedio, volvió a explotar.
    “Una nube, ojala llueva” Unos bonitos ojos marrones miraban el cielo que se asomaba por las ventanas superiores de la pared derecha, en donde se encontraba la puerta, a un lado de la tabla de anuncios donde sólo estaba el horario del año.
    -Dan, ¿cuál es la respuesta para esta ecuación?- ahora no era la voz chillona la que hablaba, sino una voz adulta triunfante, por fin había atrapado a alguien con quien desquitarse. El profesor bonachón miraba a Dan tras sus lentes y sus ojos azules brillaban de un poco de alegría.
    La cabeza de Dan volteó súbitamente con aburrimiento y sorpresa. No pudo ver si esa nube llegaría a tapar el sol. Los ojos marrones analizaron la ecuación que el profesor le pidió, la cual seguramente había explicado cómo resolver pero sólo David oyó la explicación. Una sonrisa se visualizó en la cara del profesor, era imposible que la contestara, era un tema nuevo el cual acababa de explicar mientras veía el cielo. Incluso David sonreía por sólo el placer de que cuando Dan contestara mal, él la contestaría bien y así se ganaría más odio por todos. En busca de alguna salvación, Dan volteó a su cuaderno, el cual encontró totalmente en blanco, no había anotado nada en su cuaderno desde varios días, tan solo un dibujo. Un poco alarmado volvió a voltear al maestro, quien lo veía asesinamente. Tuvo que voltear de nuevo a la ecuación. Las miradas de los que estaban despiertos estaban atentas a él, como si esperaran que sucediera algo nuevo. Olía a quemado esta vez, acaso sería el pasto que quemaban afuera o el cerebro de Dan que trabajaba para tratar de resolver la ecuación. David levantó el brazo, el cual todos ya se habían acostumbrado a ver bailando como tratando de atraer la atención del profesor. La voz chillona volvía a sonar pero antes de que articulara una palabra, Dan habló por primera vez.
    -X es igual a -17- la voz juvenil de Dan sonó por el salón mientras los alumnos volteaban a ver al profesor en busca de una respuesta, pero quien se quedó estupefacto. David sonreía casi burlándose de la respuesta de Dan.
    -Co-correcto, bien, este…bueno…- los alumnos sonrieron sorprendidos y contentos de que no lo hubiera dicho David y que el profesor no lo hubiera regañado por no poner atención.
    -Pero, ¿por qué?- la voz chillona volvió a alzarse pero fue ahogada por los gritos de disgusto del salón. El timbre que anunciaba el fin de la clase sonó por la escuela. Todos se levantaron tomando sus cosas y salieron lo más rápido posible del salón para ir a su descanso.
    -Después de esto nos toca, ¿deportes?- una voz femenina y dulce preguntó a su amigo.
    -Si, ¡dos horas!- contestó la voz masculina de Rick, un joven alto y de lentes que se agarraba el pelo oscuro con una mano, expresando su disgusto hacia la clase.
    -Odio deportes. Y luego con este sol es todavía peor.- Dan miraba de nuevo el cielo mientras bajaban las escaleras hacia el segundo piso. El salón de matemáticas se ubicaba en el tercer piso del extremo izquierdo de la escuela.
    -Sí, es como la maldición de deportes que siempre hay un sol terrible el mismo día de la clase.- Sara veía a Dan con euforia.
    El descanso duró sus debidos 25 minutos en los cuales los alumnos de secundaria y preparatoria convivían y platicaban con sus amigos de otros grupos y grados, cosas simples como las fiestas, quejarse de los profesores o simplemente temas que salían al aire. Algunos se alimentaban en la cafetería, clásica por su olor constante a una mezcla rara de diferentes alimentos. Lo curioso es que nunca estaba vacía, ya sea que estaba llena de alumnos hambrientos formados para pedir o de amigos que llegaban y se sentaban a comer su almuerzo o incluso de profesores. La biblioteca era otro punto en el que se concentraban alumnos, ya que tenía varias computadoras con acceso a Internet y una como salita donde había revistas. Los alumnos no solo iban por el Internet, algunos realizaban sus tareas en una larga mesa rectangular enfrente a la entrada.
    Varias parejas de novios se reunían en la parte trasera de la escuela en donde había un gran terreno verde y un estanque. El amplio lugar siempre un poco solo, pero en los descansos algunos alumnos se congregaban ahí. El punto de reunión principal de cada generación era la zona de los casilleros, separados por grados. Los primeros visibles al llegar a la escuela eran los ubicados en cada extremo del primer pequeño patio, repleto de jardineras. A la derecha se encontraban los casilleros de los 3ros ya a la izquierda de los 1ros. Más adelante, pasando el puente, se encontraban los casilleros de los 2ndo y a la derecha los de 3ros y algunos 1ros.
    Al sonar el timbre que anunciaba el fin del descanso y el comienzo de la 6° y 7° hora, el grupo se dirigió al gimnasio, ubicado a la izquierda del estacionamiento y a la derecha de la cancha de fútbol.
    Al llegar varios se dirigieron a los vestidores para cambiar su vestimenta a una apropiada para practicar deportes.
    La clase comenzó con el disgusto de varios alumnos incluidos Sara, Rick y Dan, al cual los llamaban el “trío antideportes.”
    Estos tres amigos inseparables aborrecían el deporte, tanto que llegaba a haber clases en las que no hacían nada. El profesor Gant se había dado por vencido en hacerlos deportistas. Aquella clase de deportes fue tal como todas, la primera hora calentamiento y la segunda un partido. Durante el partido de fútbol, que se realizaba en la cancha, los alumnos se dividían en dos equipos los cuales competían por una participación, que servía para poder exentar alguno de los dos exámenes que se aplicaban para la materia, el práctico y el teórico. Los equipos se hicieron, en los que por cada uno había uno de los mejores en deportes. En el primer equipo se encontraban Adrien, un joven alto y fornido de tez morena, que llevaba puestos unos shorts blancos, lo que hacía ver sus musculosas piernas, Craig, un joven no muy alto de tez blanca y cabello rubio rizado, Selene, una joven de tez blanca que hacía ondear su cabello castaño, el cual le blandía por los hombros, Dan y Sara. El otro equipo estaba conformado por Rick, Nick, un joven muy raro a quien muchos creían como autista, Alice, una joven no muy delgada y de cabello oscuro y que vestía ropas muy extravagantes, Anton, un joven no muy alto y de cabello rubio peinado hacia atrás y David, el joven de la voz chillona, quien era muy alto pero muy delgado lo que lo hacía ver como un palo enorme con dos piernas huesudas como soporte.
    -Bien, ya saben las reglas, las que hemos estado estudiando de tarea- Gant le dio un acento distintivo a la palabra tarea, durante lo cual volteó a mirar a Adrien y sus compañeros, que eran los alumnos que comúnmente olvidaban hacer la tarea –así que no pueden cometer faltas. Ya los equipos están hechos, los que no entraron en estos equipos, jugarán después de ellos.- volteó a ver a los alumnos que no habían estado incluidos dentro de los dos equipos. –Bien, entonces si no hay ninguna duda…- la voz no muy juvenil del maestro de deportes fue entrecortada por la voz dulce de Sara.
    -Yo tengo una duda.- el entrenador se quedó mirando a Sara como anticipando lo que iba a decir –Mire, no soy buena para los deportes, y mi duda es, ¿qué va a pasar si un balón llega a lastimarme, o me caigo y llego a romperme un hueso o peor que tal si me muero cayendo y siendo atropellada por todos a la vez y así salir volando y clavarme contra un tubo mal acomodado y morir acuchillada por él?- Todos los alumnos empezaron a reír por el tono sarcástico de Sara, incluso el profesor dibujó una sonrisa en su rostro.
    -Sara, creo que eso es exagerarle un poco, en primera porque no creo que pase algo de lo que dijiste, en segunda porque es sólo un juego de fútbol y es muy improbable de que te lastimes porque nunca haces nada- algunos alumnos, incluidos Dan y Adrien hicieron un estilo de abucheo –y tercera porque no hay ningún tubo salido que te pueda matar. Así que si ya no hay más dudas, vamos todos a jugar. ¡Vamos!- la instrucción que dio el entrenador fue clara, por lo que los dos equipos se dirigieron a la cancha de fútbol, algunos con mucha más pereza que otros, pero sin duda alguna Adrien era el más entusiasmado de todos, ya que él era un gran deportista.
    El juego comenzó cuando el balón se dirigió durante un pase de Adrien a Craig, inmediatamente Anton y David se dirigieron al poseedor del balón, pero antes de que se le fuera robado, se lo pasó a Adrien de vuelta, quien burló fácilmente a los dos jugadores y se dirigió a la defensiva de Nick y Rick, el último quien paseaba por el campo sin inmutarse de algún movimiento del juego. Rápidamente Adrien llegó al área chica listo para hacer su anotación, ya que el portero, Nick, estaba distraído. No fue difícil para Adrien anotar, lo que provocó gritos eufóricos de su equipo, de la cual la porra más grande provenía de Dan y de Sara, los cuales estaban paseando por la cancha. Adrien, al pasar por ellos dos, le sonrío a Dan y le mostró su pulgar.
    -¡Viste cómo te mira! Parece como si te estuviera acosando, que miedo.- la voz de Sara sonaba exagerada pero al mismo tiempo divertida.
    -Sara, creo que le exageras mucho, en dado caso de que la sonrisa fuera acosadora, te lo estaría haciendo a ti, no creo que sea gay.- Dan habló en un tono divertido pero un poco cansado.
    -¡Ay no, cállate! Aparte ya sabes que Adrien no es muy normal que digamos…- la voz de Sara fue interrumpida por los gritos de Craig que le decían que fuera por el balón que conducía Nick.
    Dan puso la pierna para quitarle el balón a Nick, lo cual milagrosamente funcionó y a lo que conllevo a que Dan le pasase el balón a Adrien. El balón llegó exitosamente a su destinatario y fue dirigido al otro lado de la cancha.
    El partido iba evolucionando tranquilamente durante los primeros cinco minutos hasta que Adrien volvió a anotar. Pasaron otros 5 minutos del partido hasta que los gritos de Gant sacudieron a los jugadores.
    -¡Que cinismo! ¡No pensé que llegarían tan lejos! ¡Sara, Dan, vengan para acá! ¡Si no van a jugar mejor quédense en sus casas o mejor ni vengan a la clase, pero sentarse en plena cancha! Vengan, no jugarán esta vez y tendrán una participación menos.- el profesor gritó en un tono muy enojado, ya que al ver a Sara y a Dan sentados en medio de la cancha platicando, hizo que su furia se desatara.
    -Uy, que enojo el de éste…- murmuró Sara en un tono bajo para que el profesor no los escuchara, a lo que Dan simplemente asintió.
    -Y aparte estarán castigados mañana al final de la última hora para que aprendan a hacer algo.- Gant miró con una sonrisa a las caras de incredulidad de los dos jóvenes.
    -¡Qué! No puede hacer eso…- respondieron al unísono Dan y Sara.
    -Ah, claro que puedo…ya verán. Siéntense y no hagan escándalo- les indicó el profesor, señalando una jardinera circular enfrente a la entrada del gimnasio. Dan y Sara se sentaron sin más quejas. Los dos se miraron con disgusto, pero sin resentimiento, empezaron a escuchar música. El partido terminó con la victoria del equipo de Adrien, con sólo anotaciones hechas por él. Los alumnos se dirigieron a aquella jardinera y rodearon a los otros alumnos que estaban sentados.
    -Uf, que partido. Vieron cómo anote ese último gol. Fue increíble.- Adrien estaba goteando de sudor, a lo cual correspondió quitándose la playera y dirigiéndose a los vestidores.
    -¡Iu! No nos muestres tu cuerpo todo sudado, que asco.- Algunas niñas gritaron en el momento que Adrien se despojó de su playera, a lo que él hizo caso omiso. Los otros jugadores fueron a la cancha para empezar su partido. Después de aquel juego la clase terminó al ser dadas las participaciones a los equipos ganadores.
    -¿Qué van a hacer hoy?- preguntó Sara a sus dos amigos, Rick y Dan.
    -Pues, la verdad no sé, aburrirme.- le contestó Rick con tono aburrido.
    -Yo voy a ver a unos amigos, hace tiempo que no nos vemos.- le dijo Dan con un tono un poco entusiasmado.
    Los tres caminaron por la pista de atletismo que rodeaba a la cancha de fútbol y que se encontraba a un costado del gimnasio. La acolchonada pista negra de atletismo terminaba al final de una recta y que daba con el paso de la circulación del estacionamiento de la escuela. Los tres amigos se despidieron y se dirigieron a sus destinos, sus casas.

    Al llegar a su casa, Dan subió rápidamente las escaleras y se vio en el espejo. “Bien, no me veo cansado” Sacó un poco de dinero y se dirigió a la cocina, la cual se encontraba en el piso inferior de la casa. Abrió el refrigerador y calentó algo de comer antes de salir de su casa en dirección a la plaza en la que los amigos se reunirían.
    Al llegar a la gran plaza, Dan se dirigió al punto de reunión, el cine. Ahí encontró a sus amigas. Ellas eran tres grandes amigas de Dan, con las cuales había pasado grandes momentos en la escuela, hasta que ellas se tuvieron que cambiar de escuela por problemas monetarios. Charlotte, la más alta de ellas, que tenía un resplandeciente y ondulado cabello rubio, se dirigió a abrazar a Dan, quien la vio con un aire raro. El cuerpo delgado de Dan fue estrujado por la fuerza de su amiga. Deborah, la mas bajita de ellas, simplemente sonrió y se rió de la cara que había puesto Dan. Claire, fue la que prosiguió y abrazó a Dan nuevamente. Su cabello negro rizado le dio unos cosquilleos en la barbilla que hicieron que riera un poco.
    -¡Por fin nos vemos! Hace cuánto que no nos reuníamos. Te extrañamos.- la sonrisa de Claire era tan radiante que incluso algunas personas que pasaban por donde ellos estaban parados, desviaban su vista a ver lo que pasaba.
    -En serio que nos hacía falta juntarnos de nuevo…- la cara de Deborah dibujaba su alegría. Mientras tanto Charlotte regresó con unos tickets en las manos para la función que seguía.
    -Vamos a ver esta película les guste o no.- las risas de todos se oyeron por el pasillo que caminaban.
    -Y ¿cómo ha estado la escuela sin nuestra hermosa presencia?- Claire hizo un ademán de importancia, lo que hizo que Charlotte y Deborah rieran.
    -Pues ya saben, la horrible clase de matemáticas igual de aburrida…- contestó Dan con indiferencia.
    -¿Sigue el mismo profesor?- preguntó Claire con un gesto de asco en la cara.
    -Sí, y lo peor es que ahora es más aburrido y junto con la presencia de David se hace un verdadero infierno.- Dan aborrecía todo lo que tenía que ver con el alumno de intercambio.
    -Ja ja, que feo, la verdad no extraño esa clase para nada.- Deborah continuaba con su sonrisa.
    -Y no hay nada que extrañar. Bueno de ahí en fuera todo sigue igual, lo malo es que el profesor de deportes se ha vuelto mucho más estricto y ahora nos castigó a mi y a Sara para mañana en la tarde.-
    -¡Que los castigó! Enserio no conocía ese lado oscuro del profesor, que maldito.- la voz de Charlotte respondió con fuerza e ironía.
    -No deberían dejar hacer eso…-dijo Deborah para apoyar a su amigo.
    -Según yo se supone que no se puede hacer eso, pero pues ya ves.- los amigos llegaron a la entrada de la sala de cine, donde recogieron sus boletos para poder entrar a la función. La película duró aproximadamente una hora y media, y al final los amigos deambularon por la plaza, hasta que se oyeron las gotas de lluvia que caían sobre el techo que protegía la plaza.
    -Órale, no creí que lloviera hoy, el cielo estaba tan despejado hace unas horas que parecía que no llovería dentro de días.- Claire miró al techo donde se veían la gotas que se acumulaban en el cristal que cubría a la gente de mojarse y hacían charcos de agua que se deslizaban por las paredes de aquel lugar.
    “Lluvia, agua, que bueno” Una sonrisa se dibujó en la cara de Dan.
    -Creo que entonces mejor me voy, sino me va a caer toda la lluvia.- Dan volteó a ver cómo evolucionaba la lluvia.
    Los amigos se despidieron y Dan emprendió el camino de regreso a su casa.

    El día transcurrió y con eso llegó la mañana en la escuela con un cielo nublado, gris y frío. El suelo mojado emanaba un olor a agua combinado con tierra y pasto, haciendo de eso un agradable placer.
    Los estudiantes de la escuela comenzaban a llegar y poco a poco se iban congregando en distintos lugares. El transporte escolar con sus dos camiones amarillos pálido llegó a la escuela, se estacionaron enfrente de la cancha de fútbol y descargaron a los alumnos. Un pequeño número de estudiantes, de entre los que estaba Dan, salieron de uno de los camiones y se dirigieron a la escuela. Un profesor de deportes estaba hablando con dos alumnos en medio de la cancha de fútbol. Dan caminó hacia la escuela por la pista de atletismo. Olía a humedad y sólo se oían los cantos de los pájaros que acababan de despertar e iban volando sobre los campos de la ciudad. Era una tranquilidad que se podía disfrutar, Dan caminaba lentamente sin ningún apuro admirando el bonito paisaje que tenía enfrente. Aquella tranquilidad fue rota por los gritos de un profesor de deportes llamado Clay, quien llamaba a un alumno que iba caminando detrás de Dan.
    -¡Seb! Ven acá, te tengo buenas noticias mi gran atleta. Ja, ja, ven mi chico.- la voz grave del profesor retumbó como tambores en los oídos de Dan.
    El joven al que habían llamado Seb se dirigió al profesor. Era un chico de aproximadamente la misma edad que Dan, pero que no pertenecía a su generación. Dan miró extrañado a aquel individuo, quien nunca había visto en su vida. El cabello café del muchacho blandía con el viento, era un cabello muy bonito, que se notaba que había sido aplastado muchas veces por una gorra. Era del mismo tamaño que Dan, de un cuerpo delgado y de una tez blanca un poco tostada. Vestía de un pantalón negro pero que había sido desgastado y que era ahora un gris oscuro con partes blancas en la parte frontal de los muslos. Llevaba una chamarra roja.
    Al llegar el muchacho con el profesor, comenzaron a hablar de algún tema que Dan no alcanzó a oír. Aquel joven, Seb, volteó de reojo y se encontró directo a los ojos de Dan, esos ojos marrones penetrantes. Los ojos miel de Seb se quedaron mirando y sosteniendo aquel contacto visual. Fue algo que nunca le había ocurrido a Dan, que incluso sintió un hormigueo en el estómago. Esa mirada, fue tan penetrante y filosa como la de un taladro clavándote en los ojos. Al romper aquel contacto visual, Dan continuó con su camino y Seb volvió al tema del que hablaba con el profesor. Pero la tranquilidad de Dan se había desvanecido, ¿qué era lo que había ocurrido? No era normal aquel suceso, un alumno al que nunca había visto en su vida, repentinamente contacta con sus ojos produciendo aquel extraño hormigueo. Acaso eso significaba que ese individuo tendría algo que ver con algún suceso en el futuro, o era simplemente un sentimiento de desconcierto que le había producido. El caso, era que todo aquello nunca lo había vivido. De alguna manera tenía que descubrir la causa de aquel encuentro repentino. ¿Sería algo que el destino les deparaba?
    “No, deja de pensar en tonterías, solo fue un encuentro, no puede tener nada relacionado con…” volteó hacia atrás como tratando de asegurarse que nadie le leyera el pensamiento.
    “Qué estoy pensando, ya deja de darle vueltas al asunto. Mejor centralízate en cosas más importantes.”
    Dan llegó a la escuela y se dirigió a los casilleros para reunirse con sus amigos. Varios alumnos ya estaban concentrados enfrente de sus casilleros, sacando sus utensilios para las próximas 3 materias, las cuales duraban 45 minutos cada una y eran separadas en un pequeño descanso de 5 minutos para que los alumnos se dirigieran a su salón. Dan se dirigió a su casillero y sacó sus utensilios.
    -Wow, que cambio de clima al de ayer, ¿no crees?- Alice se había colocado detrás de Dan, vistiendo una falda negra y una chamarra rosa fosforescente. Dan la miró de pies a cabeza. “Cada ves viste más raro” Pero dibujando una pequeña sonrisa en su cara.
    -Sí, pero sabes, me gustan más lo días así. Son como…misteriosos, no se si me entiendes.- Dan volteó a ver el cielo, algo que se le había convertido como un hábito.
    -Sí, son bonitos. Pero aún así no creí que estuviera así el día.- Alice río levemente.
    -¡Hola Rick! ¿Cómo estás?- Dan saludó a Rick que se venía acercando, mientras Alice se volteaba para verlo venir.
    -Hola Dan, hola Alice- Al voltear a ver a Alice, Rick mostró un poco de asombro al ver las ropas que traía Alice –pues ya sabes, aquí sufriendo con la escuela.- Sus amigos rieron, lo cual fue interrumpido por el timbre de la escuela. Los alumnos se dirigieron al salón de su clase de español. La clase transcurrió con un silencio sepulcral, la maestra, un individuo rechoncho y bajito, transmitía un aura de respeto hacia ella. Ella era la maestra más respetada de todos, ya que al ser estricta imponía un orden obligatorio hacia todos los alumnos a los que les enseñaba. Al término de la clase transcurrieron dos horas normales, sin ninguna rareza. Durante estas clases, Dan no podía pensar claramente, el suceso de la mañana le había hecho pensar en todo lo que podría significar, desde las razones más simples hasta hechos del destino, pero al final llegó a la conclusión de que ese tal Seb sería importante en algo en el futuro. El día transcurrió normalmente, varios alumnos seguían discutiendo sobre algunas tareas, como por ejemplo la dada por el profesor de historia, un profesor de edad bastante avanzada que vestía siempre sus trajes distintivos de él.
    -¡Es la tarea más rara que he visto en toda mi corta vida!- el grito exagerado de Sara expresó su frustración.
    -Si, la verdad está muy rara, tenemos que analizar un buen de cosas de la democracia. Como si la democracia fuera tan amplia.- Rick también estaba disgustado sobre aquel deber.
    -Pues yo la verdad ya lo terminé, pero si me costó bastante.- Dan hablaba con un tono de tranquilidad, pero sus dos amigos lo miraron con incredulidad.
    -Ja ja, yo la verdad ni lo he empezado.- Rick y sus amigos rieron.
    Las demás clases continuaron hasta la séptima hora, en la que sonó el timbre anunciando el fin del día.
    -¡No! Ahorita tenemos que ir con el ese Gant. Para hacer su “castigo”- al decir aquella palabra le dio un aire de disgusto –la verdad no fue tan malo, solo estábamos descansando nuestras piernas. Pero pues ya vez como es de exagerado el profesor.- Sara terminó de hablar haciendo un gesto de disgusto.
    -Espero que su castiguito no sea tan horrible. Como es maestro de deportes, nos hará sufrir con sus castigos deportivos.- Dan miró como se iban acercando al gimnasio de la escuela.
    El profesor Gant estaba parado en medio del gimnasio, con dos escobas y unos papeles en las manos, después de leer los documentos que tenía en sus manos, desvió la vista de lo que leía. Al ver a los dos jóvenes caminando en dirección hacia él, dibujó una sonrisa en su cara, que expresaba malicia a lo cual estaba disfrutando. Guardó los papeles en una carpeta que tenía en las manos y tomó las escobas con una fuerza que expresaba su emoción y su felicidad, como tratando de explicar el mensaje.
    Las luces del gimnasio alumbraban la cara de Gant, haciendo ver sus deformaciones en la cara. El gimnasio estaba completamente vació, de no ser por aquellos tres sujetos.
    -Bueno, profesor, ya estamos aquí, ahora que quiere que hagamos.- Sara preguntó con un tono de aspereza.
    -Bien, espero que ya hayan adivinado lo que van a hacer. Miren, los empleados de limpieza necesitan una ayudadita, entonces les había prometido que les ayudaría, pero como ustedes están castigados no se me hizo una mala idea mandarlos a ustedes de mi parte. Así que lo que harán será limpiar lo corredores del gimnasio y de la parte de a un lado de la cancha de fútbol, mientras yo me iré a tomar un café. – Al decir eso sonrió maliciosamente –Y cuando acaben pongan las escobas en la bodega. Y créanme que sabré si no hicieron nada. Así que a trabajar.-
    La mirada de Sara parecía de incredulidad, pero mezclada con su ira, tenía un aspecto indefinido.
    -No piensa que mis manos toquen esas…escobas ¿verdad?- Sara miró las escobas con repugnancia.
    -Claro que pienso que las toques. Ahora, tomen- el profesor le entregó las escobas –el piso no se limpia solo.-
    Dan y Sara tomaron las escobas y vieron cómo el profesor Gant se alejaba de ahí con un paso rápido.
    Los dos empezaron a barrer los sucios pisos del gimnasio, los cuales emanaban grandes cantidades de tierra, que seguramente provenían de los zapatos de todos los estudiantes que habían jugado ese día en aquel lugar.
    Al terminar con el gimnasio los dos amigos se dirigieron al costado de la cancha de fútbol. Vieron que en la cancha había varios alumnos jugando con un balón. Lo extraño fue que no había nadie más en la cercanía, ya que no había ningún profesor y los alumnos ya se habían ido a sus casas. Solo aquellos alumnos seguían ahí, jugando fútbol.
    Dan comenzó a barrer el piso de aquel lugar, al igual que Sara, los dos estaban ya bastante cansados.
    El aburrimiento de los dos se reflejaba en sus caras y la poca luz del sol que se asomaba por el cielo dejaba ver sus rostros cansados.
    Aquel ensimismamiento por parte de los dos fue interrumpido por algo extraño. Los jóvenes que estaban jugando en la cancha de fútbol, se habían acercado al lugar donde ellos se encontraban. Eran tres alumnos a los cuales Dan no podía identificar.
    -¿Qué hacen ustedes tres escuincles aquí como tontos?- la grave voz del alto joven sonó engreídamente, a lo que sus tres amigos respondieron con una risa.
    -¿Qué diablos quieren?- les respondió Dan con un tono enojado.
    -Uy uy, el pequeño se quiere hacer rudo.- las risas volvieron después de que el mismo joven hablara.
    -Váyanse, ya dejen de molestar.- Esta vez Sara fue la que habló, quien estaba un poco preocupada.
    -Mira la niña se enojo, esta bien, dejémoslos, pero hay que ayudarle a la dama a dejar esa fea escoba.- El joven sonrío y ayudo a Sara, quien se negaba, a llevar la escoba a la bodega. Mientra los demás rodearon a Dan en un círculo para que no pudiera moverse.
    -Bien, niño, dinos que estabas haciendo a estas hora todavía en la escuela, ¿nos estabas espiando, verdad?- uno de los individuos lo miró con una mirada fría, su cuerpo fuerte y musculoso imponía al cuerpo delgado de Dan.
    -No, yo no estaba haciendo nada de eso…- Dan fue empujado por uno de los individuos.
    -No nos mientas, querías ver nuestra práctica para avisar a tus amiguitos, ¿verdad? Bueno pues diles que no sirvió de nada mandarte a espiar porque eres tan torpe que no sabes ni siquiera hacerlo.- El más alto de todos agarró a Dan por el cuello y dispuesto a golpearle.
    -¡Déjenme, ya váyanse!- Dan se retorcía tratando de liberarse pero si éxito alguno.
    -Ja ja, ya verás lo que te pasa por espión.- El individuo estaba a punto de golpearle cuando la mano de Dan se posó en el brazo de su contrincante. El cual expresó una mirada de desconcierto y luego de terror. Había dejado el otro brazo al aire, en un intento de golpearlo, pero en ese instante estaba estupefacto.
    -¡AH! ¡Quita la mano! ¡Quítala!- los amigos del individuo se quedaron estupefactos, con una mirada de miedo y terror. No sabían como reaccionar, simplemente se quedaron parados en el mismo lugar en el que estaban, sin hacer algún movimiento. Hasta después de unos momentos el individuo logró quitar el brazo de las manos de Dan, quien había logrado liberarse de aquella agresión. El brazo del joven tenía unas quemaduras graves en el lugar en el que las manos de Dan le habían tocado. La piel blanca del joven, ahora de un rojo magullado, relucía con el poco sol que había. Dan había cerrado los ojos al ver la cara de su agresor y estaba acariciándose el cuello, el cual había sido apretado por sus poderosas y amplias manos. Los otros jóvenes se quedaron viendo sus quemaduras, atónitos de lo ocurrido, hasta que uno de ellos gritó.
    -¡Qué diablos pasó! ¡¿Qué fue lo que te hizo?!- el joven asustado acudió en auxilio de su amigo. Él reaccionó negándose a su ayuda y dirigió su vista a Dan, con una furia irrefrenable.
    -¡Te voy a matar!- el agresor dirigió su puño a Dan pero quedó paralizado, la mirada de Dan había cambiado, ahora era gélida y desafiante.
    Los otros jóvenes se quedaron mirando la escena, hasta que una voz los sacó de su ensimismamiento.
    -¡Ey, déjenlo! Es de la escuela, no es ningún espía ni nada. Déjenlo en paz.- una voz juvenil, proveniente de un adolescente sonó por el lugar. Los jóvenes voltearon desconcertados, y al reconocer a la persona que se dirigía a ellos miraron extrañados. La persona que había gritado era el tal Seb.
    -Ey Seb, ¿acaso lo conoces?- uno de los sujetos miró a Seb con el entrecejo fruncido.
    -Sí, es un amigo…- Seb volteó a ver a Dan con una pequeña sonrisa, a lo que él le correspondió.
    -Bueno, ya déjenlo y vámonos, Steve ya viene para acá.- Los otros jóvenes voltearon a ver a Dan y se fueron alejando lentamente hasta desaparecer de la vista. Dan inmediatamente se miró las manos, las cuales estaban enrojecidas, y dijo algo en voz baja. En seguida sus manos brillaron levemente. Un suspiro de alivio tranquilizó a Dan, quien cerró los ojos en expresión de alivio. Luego volteó a ver si nadie lo había visto, pero lo que se encontró no fue nada agradable.
    Cerca de la entrada del gimnasio, Sara había visto todo lo que había sucedido, desde que Dan le hizo al agresor tales quemaduras, hasta la recuperación de sus manos con aquellos brillos. Su mirada parecía perdida, aunque miraba fijamente a Dan, sus ojos ya no eran normales, parecían que habían perdido la cordura.
    -Sara…Ehm… ¿viste todo? Como explicarlo.- La voz de Dan sonaba nerviosa y preocupada.
    -Solo…que no eres normal…Y sabes, necesito que me expliques.- la voz de Sara ya no sonaba ni bromista ni alegre, simplemente de un tono serio y frío, un sonido inexplicable que le provocó a Dan que se le erizaran los pelitos del cuello.
    -Es muy complicado…- la voz de Dan fue entrecortada por la de Sara.
    -¡Explícate! No dejaré que vivas mientras no te hayas explicado. Seré tu infierno, y otra cosa, esta amistad está en una cuerda floja. Podremos seguir siendo compañeros, pero después de esto, todo será diferente.- los ojos de Sara se empezaban a empañar.
    -Mira Sara, sé que sonara raro, pero tienes que creerme, no quiero que nuestra amistad termine simplemente por esto, algo insignificante.- los ojos de ambos jóvenes se miraron fijamente.
    -Escucharé todo lo que tengas que decir.- Sara volteó a mirar el piso. Su mirada un poco triste.
    -Lo que pasa…- Dan dio un suspiro y comenzó su explicación –lo que pasa es que no soy alguien normal. He intentado serlo siempre. Pero la vida me deparó una de esas bromas pesadas. Mis genes fueron alterados, y ahora soy diferente a cualquiera, soy un ser diferente. Tanto que puedo hacer cosas inimaginables. Todo esto es debido a que yo tengo 8 de las 10 puertas de la sabiduría abiertas…- la voz de Dan sonaba debilitada y triste a la vez.
    -Las puertas de la ¿qué?- la voz de Sara sonaba con mucha duda, no entendía lo que aquello podía significar.
    -Las puertas de la sabiduría, es algo complicado, pero el punto es que debido a eso puedo hacer lo que acabas de ver. Si no te molesta ya no quiero hablar más de esto.- la voz de Dan se reanimó y miró a su amiga.
    -Está bien. Pero no puedo dejar que sigas haciendo daño a cualquiera. ¡Eres peligroso! Alguien debería saberlo, verás esto no se quedará así.- Sara veía a Dan con los ojos más extraños que él había visto jamás. Esos ojos cristalinos, en los que se mezclaban diferentes tipos de emociones.
    -Sara. ¡No! No te dejaré hacer eso, aunque me cueste nuestra amistad, la cual veo que no quieres como yo lo hacía. Aparte, creo que cometes un error, ya que si me entero de que le has dicho a alguien sobre esto, yo mismo me encargaré de que lo pagues. Y como ya sabes que puedo llegar a hacer, te debo advertir que no lo hagas, porque no te lo permitiré. Y créeme que me voy a enterar si le has dicho a alguien.- Dan veía a Sara amenazadoramente, y al final sonrió. Una sonrisa que mostraba un poco de locura.
    -Está bien. Has ganado. Pero verás. ¡Qué bonita amistad!- y con esas palabras Sara salió tirando algunas lágrimas en el camino hacia la salida de la escuela, hasta que Dan la perdió de vista. Él se quedó ahí, parado, abandonado, triste, perdido.
     
  2.  
    Jinn Kimura

    Jinn Kimura Entusiasta

    Leo
    Miembro desde:
    16 Mayo 2009
    Mensajes:
    147
    Pluma de
    Escritor
    Re: Historia 1

    :eek: Esto es muy, muy largo ._. Te inspiras mucho xD
    Seee xD Todos tenemos días así -.- Sobre todoen matemáticas ¬¬
    El profesor de deportes exageró un poco...
    O.O Dan... que loco... Esto se pone interesante :P
    Espero leer algo más :o
    Nos vemos :)
    Atte.
    Jinn Kimura de Helios
     
  3.  
    Dunkelchris

    Dunkelchris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2008
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Historia 1
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    6530
    Re: Historia 1


    Bueno le aumente el tamaño de letra porque creí que estaba muy pequeño.

    Capitulo 2 Entrenamiento

    No fue fácil para Dan dejar a su amiga irse. Aquello le costó una noche de tristeza, en la que sus sentimientos se mezclaron haciendo una noche triste. Sin embargo, su vida tenía que continuar, esas cosas pasaban finalmente, algo inevitable. Aquel día continuó nublado, gris, como expresando el triste suceso provocado por la realidad.
    La semana transcurrió gris. Sin ningún suceso que alterara la realidad de dos alumnos, los cuales habían perdido algo más que sus sonrisas, algo más que sus recuerdos, algo que nació un día y desapareció el otro, empezando naturalmente y terminando con muchas consecuencias, las cuales no eran agradables.
    Al fin llegó el viernes, el día tan adorado por muchos alumnos, el día al cual llamaban “viernes social”. Las fiestas ya tenían a sus invitados y los cines a sus espectadores, era tan solo tiempo para que acabara la mañana, dando paso a una tarde y noche de movimiento. Aunque el entristecido día hubo empezado con sus nubes amenazadoras, el transcurso de él daría comienzo a nuevas experiencias.
    La escuela fría e imponente daba la bienvenida a los alumnos, aquel ritual en el que varios automóviles dejaban a sus alumnos para que asistieran a aquel lugar. Mientras tanto, el transporte escolar dejaba a sus alumnos, los cuales empezaban a movilizarse por la escuela. Dan descendió de su autobús y comenzó a caminar. Sus pensamientos, revueltos por todo lo que había ocurrido en la semana, no se podían aclarar, trayendo a su vez varias mezclas de diferentes sentimientos. Al alzar la mirada, Dan volvía a ver a esas nubes, las cuales antes adoraba, pero que ahora traían un sentimiento melancólico. En orden para tranquilizarse, respiró hondo varias veces, lo cual le ayudó a despertar de aquel terrible ensimismamiento. Viendo distraídamente por el camino de atletismo, por el cual avanzaba, visualizó aquel sujeto, caminando a pocos pasos de él. Un impulso extraño llevó a Dan a dirigirle la palabra a Seb. Aunque no había razón alguna, él simplemente sabía que debía hacerlo.
    -¡Ey Seb!- la cabeza de Seb volteó rápidamente con lo que su mirada de sobresalto era visible.
    -Hola, ¿cómo estás?- la voz de Dan fue calándose mientras se acercaba a él.
    -Pues, bien y, ¿tú?- Seb miró un poco extrañado y serio.
    -Pues bien, ya vez. Oye, solo quería decirte gracias por lo de la otra vez, me salvaste la vida.- Seb sonrió levemente al oír esas palabras, dio un pequeño suspiro y luego comenzó a hablar.
    -No hay problema, cuando quieras- al decir esto dio una pequeña risa.
    -No, de todos modos gracias. No sé que habría sido de mi si no hubieras llegado- los ojos marrones de Dan miraron a Seb con un poco más de alegría –pero lo que me pregunto, es cómo te enteraste de lo que pasaba, es un poco raro…- Dan dio una leve risa y luego continuó –en ese día me ocurrieron muchas cosas.-
    Seb sonrió y miró a Dan.
    -Bueno, te explico.- Seb se aclaró la garganta y comenzó a hablar –Yo había ido al baño, y fue entonces cuando mis compañeros del equipo de fútbol fueron por ustedes. Mientras estaba en el baño oí como Steve, un amigo del equipo, hablaba con tu compañera.- Al decir esto, Dan mostró una cara de entristecimiento. –Accidentalmente oí de lo que estaban hablando y me enteré de que pensaban que eran espías. Inmediatamente salí y me encontré con Steve, quien dejó a tu amiga libre. Ella se dirigió a donde tu estabas y bueno, la seguí mientras Steve dejaba las escobas. Como ella se quedo parada yo fui a ayudarte.-
    Al ir llegando a la escuela a la escuela, Seb miró de repente a Dan, como preguntándose algo.
    -Pero, oye ¿cómo es que hiciste…?- la voz de Seb fue entrecortada por la de Dan.
    -¿Qué te toca ahorita?- Dan habló rápidamente, tratando de impedir que Seb completara su pregunta.
    -Ahorita me toca mate, dibujo, español, historia, física, deportes. La verdad, estos días son muy aburridos. Pero en física iba a hacer un experimento y bueno, deportes me gusta mucho- Seb miró a Dan un poco extrañado de que le hubiera interrumpido tan repentinamente.
    Los dos llegaron a las instalaciones de la escuela donde se separaron y se dirigieron a diferentes caminos.

    Al llegar a los casilleros, Dan se sentó en una banca frente a una jardinera, colocó sus manos sobre sus sienes y cerró los ojos.
    “¡¿Qué diablos me pasa?! ¡¿Por qué se tuvo que meter en mi vida?!”
    Los ojos de Dan se apretaron fuertemente, mientras el esfuerzo de contener su ira mezclada con tristeza. Sus puños se apretaron y su cuerpo se tensó luego con un suspiro sacó un grito ahogado.
    Al abrir los ojos nuevamente vio la escuela, con sus luces prendidas. Enfocó su vista hacia la enfermería. Luego subió su vista al cielo pasando por los salones de física. Vio cómo una lucecita roja vagaba por el cielo. Parecía como un avión, pero un poco más pequeño. Las luces del salón de física se prendieron y alumbraron con un color más rojizo. La lucecita desapareció con el resplandor. “Me gustan esas luces, hacen que se vea mejor” Dan dio otro suspiro y se relajó.
    -¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara larga?- Alice se encontraba enfrente de Dan, le extendió una mano, con la que ayudaría a su amigo. Dan sonrió levemente y se levantó.
    -Solo que han pasado tantas cosas. Ojala pudieras entenderlo. Pero bueno, hoy me propongo tener un muy buen día. Porque lo será.- Dan miró al cielo, como tratando de consultar si lo que había dicho estaba escrito ahí.
    -Si, hoy será un buen día, pero por favor deja de ver el maldito cielo que me mareas.- Alice habló un poco exasperada pero con un tono amable. Dan correspondió con una leve risa.
    El día fue transcurriendo como siempre.
    Era la segunda pausa y Dan había ido a descansar a una jardinera. El ambiente era casual, la gente merodeaba por los pasillos y patios del colegio, conversando, bromeando.
    “¿Qué debo hacer? Todo esto ha cambiado mi vida, no puede ser. ¡Ese maldito Seb tiene algo fuera de lo común! Pero no puedo encontrar qué es.”
    El timbre había sonado y los alumnos comenzaron a movilizarse a sus salones.
    Los alumnos se encontraban en el salón de informática y el profesor había salido por unos documentos.
    Sara estaba platicando seriamente con unas alumnas, su cara inexpresiva daba la sensación de cansancio. Dan miró de reojo lo que ocurría, pero evitó contactar con la nublosa mirada de Sara, la cual alguna vez había sido radiante.
    El calor que radiaban las computadoras del salón, hacían que los alumnos se desesperaran un poco y comenzaran a hacer travesuras. El olor a computadora combinada con los diferentes olores del salón como el de gis, lociones y perfumes hacía que el grupo se moviera constantemente.
    Muchos pedazos de gis iban de repente en dirección al lugar donde se encontraba David, quien al recibir los golpes solo anunciaba el nombre de su agresor sin hacer nada más. Inclinado sobre sus notas para seguir estudiando, David ya era una forma de pasar el tiempo al molestarlo.
    El juego consistía en que el que tuviera más puntos ganaría. Serían 10 puntos si le dabas en su cuaderno, 20 si le dabas en alguna parte del cuerpo excepto la cabeza, y 30 puntos si le dabas en la cabeza o en la cara. Ese era el juego con el que molestaban a David.
    -Como que Sara cambió mucho, ¿no crees?- la voz de Rick se alzó de entre el alboroto para dirigirse a Dan.
    -Sí, demasiado diría yo. Tanto que ahora ya solo somos dos…-Dan volteó a ver cómo Sara buscaba algo dentro de su mochila, al alzar la mirada y vislumbrar a Dan, desvió la vista y se dirigió a otra parte.
    -¡Ey! Se podrían hacer un poco para atrás, quiero ganar 30 puntos esta vez.- Adrien miraba a Dan y a Rick con una sonrisa, iba sosteniendo un gis en su mano.
    Dan y Rick se hicieron para atrás, dejando libre el paso para que el gis llegara a su destino. Supieron que el gis había dado en el blanco al oír la voz chillona gritar cosas sin sentido al aire. La puerta se abrió y de ella entró un señor viejo con lentes y un pelo gris, que sonreía aunque viera que su clase había usado todas las tizas para poder lanzarlas. Sus pantalones militares estaban bien ajustados con un cinturón que aparentaba estas más arriba del ombligo y la camisa azul que llevaba junto con su chaleco, lo hacían ver como el conocido maestro de informática que trata de ser muy bueno con todos.
    -¡Perro que suciedad! Que les he dicho que la limpieza es muy imporrtante parra poderr tenerr trrabajos prrofetsionales.- el modo en que la voz simplona del profesor hablaba daba la gran impresión de que su procedencia era extranjera, polaca para ser más exactos. Todos los alumnos se sentaron inmediatamente ante la presencia del profesor, pero lo murmullos no cesaron.
    “¡Porque siempre sonríe! De seguro aunque le pegaran seguiría sonriendo, es irritante.” Dan pensó eso al volver a ver la sonrisa, un poco falsa, del profesor de informática.
    -Ahorra hay que recoger- el profesor miró a los alumnos con su sonrisa, que parecía más a la sonrisa de una muñeca que todo el tiempo sonríe que a la de un humano.
    Los alumnos se levantaron y comenzaron a recoger los restos de tiza y basura que había en el suelo. El piso lucía como si tuviera harina en el suelo, ya que los restos de gis blanco se habían desmoronado con las pisadas de los alumnos.
    Todos estaban recogiendo algo del suelo, ya sea papel o gis, cuando un sonido no muy común sonó por toda la escuela. Era un sonido continuo que era seguido por algún mensaje que de seguro se podría entender de no ser por los cuchicheos de los alumnos. El profesor se quedo parado, paralizado, sin saber cómo reaccionar, hasta que por fin un momento después volvió a la realidad.
    Aquel sonido no era cualquier ruidito caprichoso, era la alarma de incendio.
    Los alumnos comenzaron a reaccionar poco a poco, pero en ese momento Dan ya se encontraba en a puerta, intentando abrirla, pero se encontraba trabada. El profesor, atónito, fue con Dan para darle apoyo. Talvez se oyeron gritos, pero a Dan solo le interesaba esa maldita puerta y saber lo que había ocurrido. Tenía el mal presentimiento de que algo enserio malo había ocurrido.
    ¿Acaso solo era una broma de algún alumno ocioso? O talvez, ¿sería que en serio algo realmente malo había pasado? Fuese lo que fuese, Dan esperaba que no pasara alguna desgracia.
    La puerta se abrió y de ella entraron los ruidos de alboroto de la gente que iba evacuando la escuela hacia los puntos “seguros”. Pero se oyó otro ruido, ese ruido era el de fuego.
    Dan supo a donde voltear para ver de dónde provenía el ruido y el humo. Aquel lugar ubicado hasta el tercer piso. El salón de física estaba en llamas.
    Los alumnos empujaron a Dan para que se moviera, él sobresaltado comenzó a moverse, pero algo le empezaba a atormentar en la cabeza.
    “El salón de física, ¿por qué me trae alguna sospecha?” Dan se quedó parado súbitamente. Acababa de recordar esa conversación de la mañana.
    Seb tenía física en esos momentos.
    Escabulléndose de todos los demás Dan se dirigió al salón de física.
    -¡¿Pero qué diablos haces?! ¡Dan, regresa!- Rick le había gritado inútilmente a Dan, quién ya subía las escaleras y corría por el pasillo de los salones de física. Al llegar al pasillo el humo se apoderó del paisaje. Era imposible ver por ahí, pero lo más irritante era oír voces de auxilio provenientes del salón de física.
    Dan sin pensarlo dos veces se dirigió a donde se producían las llamas. El humo iba poco a poco infiltrándose en sus pulmones, impidiéndole respirar oxígeno, lo cual significaba que tendría que apurarse, su tiempo estaba contado. Al llegar al salón cogió el extintor, el cual estaba colgado a un lado de la entrada del salón. El humo negro salía en grandes cantidades del salón, lo que impedía que se pensara con claridad. El fuego se podía percibir debido al calor que emanaba. Un brillo rojo se podía percibir en el centro del salón, las llamas se habían originado ahí. Las voces de auxilio sonaban por el aire, unos gritos tan penetrantes y agudos, aquellos gritos no provenían de la garganta, provenían del mismo corazón, el cual estaba siendo destrozado por las flamas de aquel incendio. ¿Cuántos estarían atrapados? ¿Estaría Seb entre ellos?
    Dan tomó el mango del extintor con su mano derecha. Nunca había usado un extintor, y sabía que no mucha gente lo había usado tampoco. Desesperadamente y con las manos temblorosas, con el miedo de fallar y no poder ayudar, Dan apretó la manija del extintor. Inmediatamente una materia parecida a una mezcla de gas y espuma salió del extintor y se dirigió a la zona de las llamas.
    “Ojala esto acabe pronto” Dan miró cómo el humo disminuía poco a poco. El olor cambió a un olor que provenía del extintor.
    Dan continuó apretando el extintor, hasta que el paisaje empezó a aclararse. Ahora podía ver el gran salón, con sus mesas quemadas ubicadas a la derecha e izquierda del salón, dejando en medio un pequeño y estrecho pasillo por el que podían pasar los alumnos. En ese momento, Dan pudo ver dónde estaban las llamas.
    El fuego se encontraba en medio del salón, en aquel pasillo. Las lámparas del techo estaban rotas y el fuego estaba por todo el salón, por todo. A la derecha de Dan, las llamas comenzaban a alcanzarle. Vio al final del salón el lugar de donde venían los gritos de auxilio. Las vitrinas estaban caídas y en llamas, debajo de ellas estaban dos alumnos. Dan no los pudo reconocer por el humo que había, pero ahora solo una voz débil gritaba. Eso significaba que el otro alumno se había desmayado por la falta de oxígeno.
    Unos escalofríos recorrieron el cuerpo de Dan, su piel se había erizado y oía atentamente la voz de Seb que llamaba auxilio.
    Tomó el extintor fuertemente y lo disparó a donde las flamas se habían originado. El humo que produjo el extintor limitaba a Dan a solo oír el sonido del fuego decreciendo. Inmediatamente disparó a todo el fuego que había en el salón y todo se lleno de un humo emblanquecido. Era imposible ver que pasaba.
    “Ya se acabaron las llamas, ahora tengo que ayudarlos”
    Dan dio un paso hacia delante, pero no pudo continuar más ya que se quedó estupefacto al ver lo que tenía enfrente. Las llamas supuestamente extintas habían vuelto, todas las llamas que había extinto habían vuelto.
    Dan volvió a disparar el extintor, pero sabía que era inútil, aquel fuego no era normal.
    “¿Qué diablos está pasando? ¿Por qué pasa esto?” Desesperadamente Dan volvió a presionar el extintor contra el fuego del pasillo, el cual por un pequeño lapso de tiempo disminuyo. En aquel tiempo Dan corrió hacia donde se encontraban las vitrinas. Los vidrios de las vitrinas estaban rotos y los artículos que guardaba en su interior se habían caído. Debajo de aquellas vitrinas se encontraban dos cuerpos de dos jóvenes, de los cuales Dan reconocía a uno de ellos. La vitrina caía sobre sus dos cuerpos, recargando todo su peso en ellos. Dan intentó mover la vitrina, lo cual le fue imposible, ya que el calor y el peso le impedían hacerlo.
    -Aguanten, tendré que sacarlos de ahí abajo, pero necesito que den de su parte.- Dan tomó el brazo de Seb y comenzó a tirar de él. Poco a poco el cuerpo lleno de tierra y con algunas quemaduras de Seb iba saliendo de aquel lugar. La vitrina se movió peligrosamente, pero afortunadamente no complicó más las cosas. Las piernas de Seb salieron y él se dirigió gateando hacia un lugar en donde no había fuego.
    -Gracias…- la voz muy debilitada de Seb se dirigió a Dan, después de eso cerró los ojos.
    “Ojala no se haya desmayado, lo que sea, pero tengo que sacar al otro”
    Dan comenzó a sacar el cuerpo del otro alumno, quien era más pesado. El humo, esta vez de color negro, comenzaba a llenar el salón nuevamente, lo que significaba que el fuego había vuelto a crecer.
    “Después de sacarlos, veré que hago con ese fuego, debe tener algo…”
    Cuidadosamente, Dan sacó el cuerpo del segundo alumno, quien tenía un pelo rizado, probablemente castaño, pero el cual estaba lleno de tierra. Los ojos del joven estaban cerrados y su cara, talvez de una tez blanco estaba llena de polvo. Colocó al alumno a un lado de Seb y luego volteó a ver al fuego.
    “No se apaga el maldito fuego con nada. ¿Qué puedo hacer?” Dan volteó a ver los dos cuerpos de los alumnos, que tenían los ojos cerrados.
    La vista de Dan comenzaba a nublarse.
    “Maldita sea me falta oxígeno, debo acabar esto rápido” Dan cerró los ojos.
    “Ojala no tuviera que hacer eso, pero no me queda alternativa, este fuego ha sido invocado por alguien. Así que la única manera de combatirlo es con una invocación pero de agua” Los ojos de Dan se abrieron súbitamente y extendió sus brazos con las palmas de las manos abiertas, apuntando al fuego. En medio del aire, una burbuja fue formándose, la cual iba incrementando de tamaño, parecía como si una manguera invisible estuviera en medio de la burbuja de agua y por eso fuera aumentando. La burbuja de agua extendió algo que parecía como un tentáculo, el cual se dirigió a una de las manos de Dan. Otro tentáculo se creo y se dirigió a la mano derecha de Dan.
    “Con esto será suficiente” La burbuja de agua se convirtió en un chorro de agua que se dirigió a las flamas las cuales hicieron un ruido ensordecedor y explotaron, lanzando muchas llamas alrededor. Una llama alcanzó el brazo izquierdo de Dan, el cual fue quemado, creando una magulladura. Dan dio un grito de dolor, pero trató de concentrarse en el agua.
    El agua dio a donde estaba la llama que seguía en el pasillo y fue apagándola poco a poco. Dan continuó con las siguientes llamas, las cuales se apagaron inmediatamente. El humo que salió hizo que Dan tosiera, eso significaba que las flamas no volverían. Sin pensarlo, Dan se dirigió a los dos alumnos y los levantó. Seb comenzó a caminar y ayudó a Dan a cargar al otro alumno.
    Finalmente salieron de aquel infierno y comenzaron a caminar por el pasillo de los salones de física cuando vieron a varios bomberos dirigiéndose al lugar. Al ver a los tres alumnos mostraron una mirada de asombro y alivio.
    -¿Hay más gente atrapada? ¿Se encuentran bien?- preguntó uno de los bomberos, que tenía la mirada llena de preocupación.
    -No, ya no hay nadie más, y el fuego creo que ya se acabó.- contestó Dan con la voz un poco débil.
    El bombero miró un poco asombrado, pero sin embargo, los demás se dirigieron al salón para revisar si era cierto. En ese momento se acercó para ayudarlos con el otro alumno, Seb dijo que el podía caminar solo. Dan y Seb miraron cómo los bomberos se llevaban al otro alumno para darle atención médica.
    -¿Ustedes dos están bien? ¿No necesitan que los atienda un médico?- preguntó nuevamente el bombero.
    -No gracias, solo necesitamos lavarnos nuestras caras…- esta vez fue Seb quien contestó. Él volteó a ver a Dan, a quien le hizo un ademán tratando de decirle que se fueran de ahí.
    Los dos jóvenes se dirigieron al baño para lavarse la cara antes de ir a los puntos de reunión donde se encontraban todos los demás alumnos.
    Un vez en el baño, Seb volteó a ver a Dan con una mirada seria, Dan infirió lo que podría ser.
    -¿Cómo lo hiciste?- la voz de Seb sonaba sería y con un poco de asombro.
    -¿Cómo hice qué?- la voz de Dan trataba de sonar con duda, aunque él ya sabía a qué se refería.
    -¿Cómo hiciste el agua, y eso del fuego? Fue asombroso…- Seb sonrió levemente con un poco de incredulidad.
    Dan se quedo estupefacto, no creía que la reacción de Seb fuera así, no después de ver lo que había pasado con Sara.
    -Eh…Bueno… ¿Qué fue exactamente lo que viste?- Dan no sabía que decir, pero evitaba tener que decir una explicación.
    -¿Qué vi? Vi cómo creabas esa agua de la nada, vi cómo apagabas el fuego y vi cómo te quemabas y cómo ahora ya no tienes ninguna quemadura.- Dan inmediatamente, talvez por instinto, volteó a ver su brazo. Efectivamente, la quemadura ya no estaba.
    Un poco sorprendido de que Seb se hubiera fijado en algo que ni Dan había notado le asustaba un poco. Pero sin embargo sentía un poco de confianza en poder contarle a Seb la verdad. Aunque sabía que podría ser peligroso.
    -Ups, creo que no te puedo esconder nada…- Dan dio una leve risa nervioso, a lo que Seb simplemente correspondió con una sonrisa.
    -No hay problema, sea lo que sea, sé guardar un secreto, así que estará seguro conmigo.- Dan se sintió un poco más relajado, no sabía por qué, pero las palabras de Seb eran un tanto tranquilizantes.
    -Esta bien, tú ganas. Pero debes entender que es una historia que no muchos creerían…- la voz de Dan fue interrumpida por la de Seb.
    -Créeme que después de ver lo que hiciste, no sonará nada loco lo que digas.- Dan sonrió y continuó.
    -El caso es que, no soy como tú, ni como nadie, tengo algo que se llaman las puertas de la sabiduría, de las cuales tengo 8 abiertas de 10- la voz de Dan iba a ser interrumpida, pero antes de que eso sucediera, Dan contestó a lo que Seb iba a preguntar –es algo complicado. Por eso es que puedo hacer tales cosas.-
    Seb miró a Dan con un poco de incredulidad y luego habló.
    -¡Que loco! Ojala yo también pudiera tener esas puertas de la quién sabe qué. Sabes que si lo que dices es cierto, y sé qué es cierto, podrías hacer cosas increíbles. Nunca imaginé que eso fuera posible. ¿Y no se puede que yo también pueda tener las puertas abiertas?- Seb hablaba un poco entusiasmado, pero también un poco débil ya que después del incendio sus energías estaban agotadas.
    -¿Qué dices? ¿Estás loco? No le desearía a nadie eso, aunque puedo hacer cosas inimaginables no es muy cómodo ser lo que soy.-
    -¿Y qué es lo que eres? No puede ser muy malo, con esas habilidades.- Seb miró cómo Dan bajaba la vista.
    -¿Qué soy? Yo soy un semi-demonio.-

    Los dos jóvenes estaban en el baño, Seb sentado enfrente del lavabo y Dan recargado en una de las puertas de los escusados.
    -No entiendo, un semi-demonio, entonces estás diciendo que tienes poderes del mal o qué. Mira no entiendo nada, si me pudieras aclarar un poco las cosas.- Seb miraba al suelo confundido, miró sus manos, las cuales estaban muy sucias.
    -Creo que no tengo opción y tendré que explicarte todo- Dan se aclaró la garganta.
    -Si, sería de mucha ayuda.- Seb dio una leve risa.
    -Bien empecemos desde el principio. Para poder explicarte todo esto necesitas saber qué son las puertas de la sabiduría, y para eso necesitas conocer al humano.- Seb levantó la vista y miró a Dan con esos ojos miel. –Un humano usa energía para poder hacer sus acciones, eso todos lo saben. Pero lo importante es saber qué es la energía.- Dan vio cómo Seb se acomodaba para poder escuchar bien lo que él diría. –La energía en sí se podría clasificar en dos, la dominante y la receptiva. Toda la materia es energía, por lo que debe haber una energía que mueva a esa energía.- Seb miraba un poco confundido, al notar esto, Dan dio una leve sonrisa.- Suena raro, lo sé. Pero bueno, la energía que mueve a la otra se llama energía dominante, y la energía que es movida o controlada, es la energía receptiva.-
    -Ah, ya entendí, es como decir que la materia, o en este caso nuestro cuerpo fuera la energía receptiva y la energía que obtenemos al comer y eso fuera la energía dominante.- Seb hablaba con un tono de que acababa de entender, algo parecido a lo que hacen los niños para mostrarles al maestro que sí entendieron.
    -Exacto, pero lo que pasa es que la energía dominante se divide en 10 grupos…-
    -Las 10 puertas de la sabiduría…- Seb habló con un tono de entendimiento y asombro.
    -Así es. Las 10 puertas de la sabiduría se podría decir que son los 10 tipos diferentes de energía dominante existentes en un ser, pero el problema es que el número de puertas de alguien, depende de que ser es.- Dan miraba cómo Seb comenzaba a pensar en algo.
    -¿Como por ejemplo los semi-dioses y los humanos?- Seb preguntó como tratando de no equivocarse.
    -Sí, el caso es que, al ser yo un semi-dios puedo tener 8 de las 10 puertas de la sabiduría abiertas, mientras que los humanos solo pueden tener 3.- Seb volteó a mirar a Dan, pero ahora con una sonrisa.
    -Entonces sí puedo tener puertas abiertas…- la voz de Seb sonaba un poco entusiasmada. –Pero, si la energía dominante es la que mueve a la otra, como por ejemplo para caminar, ¿eso quiere decir que todos tienen una puerta de la sabiduría abierta?- Dan miró extrañado a Seb, pero luego contestó.
    -Ahí es donde esta la diferencia entre las puertas de la sabiduría y los tipos de energía dominante. Las puertas de la sabiduría son la perfección o el dominio de cada una de las energías dominantes. Cuando un humano puede controlar voluntariamente y a la perfección la energía de la movilidad por ejemplo, se puede decir que tiene una de las puertas de la sabiduría abiertas.- Dan hablaba con tranquilidad y seriedad.
    -Pero, ¿cuándo sabe uno que ya tiene una de las puertas abiertas?- Seb preguntó y Dan correspondió con una sonrisa.
    -Eso lo sabe uno cuando se da cuenta de las recompensas y beneficios que tienen las puertas de la sabiduría.- Seb miró a Dan y dio una sonrisa.
    -Wow, con lo que acabas de decir, solo has hecho que quiera abrir esas puerta, pero la pregunta es, ¿cómo abrirlas?- Seb hablaba con emoción y entusiasmo.
    -El método depende de la persona y del ser. Talvez pueda ayudarte, pero primero tienes que entender por qué no quiero que lo hagas, y para eso necesitas saber qué es un semi-demonio y un semi-dios.- Dan habló con seriedad pero fue interrumpido por Seb.
    -Así que también existen los semi-dioses, bueno ahora explícame eso.-
    -Bueno, espero que creas en la física cuántica y la teoría de los cordones, porque eso podría ayudarte a que entiendas esto, y debo decirte que es cierto.- al ver la cara de desconcierto de Seb, Dan cambió su forma de explicar –Bueno la cosa es que existen otras dimensiones. Pero existen dos en especial que están vinculadas con la dimensión en la que vivimos. Una de ellas es llamada la NADA, y solo ha sido visitada por gente…extraordinaria, pero eso te lo explicaré después. Lo importante es la otra, es una dimensión en la nuestra, pero solo algunos pueden entrar y también solo algunos saben cómo encontrarla y verla.- Seb miraba con atención y luego preguntó.
    -¿Y dónde se encuentra esa dimensión?-
    -No lo sé, pero sé que para entrar se necesitan 8 puertas de la sabiduría, en ella según sé, viven los semi-dioses, mejor dicho estudian, se organizan.-
    -¿Y qué es lo que estudian y organizan?-
    -Estudian y organizan las maneras de eliminar a los semi-demonios que causan problemas en esta dimensión. Ya que los semi-demonios somos los humanos que logran abrir 8 puertas, o también los que descienden de alguno, o puede darse el caso de que sean convertidos por otro. El caso es que un semi-demonio y un semi-dios son solo una fase de un proceso que se llama ilustro. El ilustro es el camino para llegar a la NADA, en donde tu mente se “ilumina”.-
    -Wow, que complicado, pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre los semi-demonios y los semi-dioses?- al decir esto, Dan sonrió nuevamente.
    -La diferencia es cómo van a abrir la décima puerta.-
    Seb miró atentamente cómo Dan había dicho su respuesta con esa sonrisa, esa sonrisa seria y contenta a la vez.
    -La décima puerta decide cómo llegaras a la NADA, los semi-demonios, que la verdad no tienen nada de demonios, porque es solo una forma de llamarnos, tenemos el camino del poder, que es ir abriendo las puertas por ir practicando la fuerza, lo que ha llevado a que muchos semi-demonios enloquezcan por la ambición de poder y gozo de la destrucción creada por sus poderes. Los semi-dioses en cambio la abren al entender la compasión y la sabiduría, que es en lo prácticamente consiste la décima puerta. Es por eso que los semi-dioses se han encargado de terminar con el mal creado por algunos semi-demonios.-
    Seb miró un poco confundido, pero luego rió levemente.
    -Que complicado, no sabía que tanta gente podría vivir en éste mundo…- la voz de Seb fue interrumpida por la súbita voz de Dan.
    -Viven en este mundo, pero en otra dimensión, los semi-demonios ocultamos nuestra identidad, ya que vivimos en esta dimensión, y en dado caso de que hagan algún destrozo, los semi-dioses se encargan de borrar memorias y arreglar las cosas. Es tanto su afán por el orden y la justicia, que han olvidado su camino ilustro y han fundado su forma de orden, en las que aprovechándose de sus poderes “mantienen” el orden en la dimensión humana. Es por eso que tú no sabes nada de esto, es por ellos por lo que no hay humanos con puertas de la sabiduría, porque ellos se han encargado de que nadie las tenga, para impedir que se cree un desastre, y es por eso que han eliminado a muchos semi-demonios, a veces sin razón alguna, solo porque dicen que los únicos que pueden tener poderes son los que los usen para la justicia, y para ellos esos son solo ellos.- Dan dio una pausa, en la que dio un suspiro.
    Seb miró atentamente a Dan, se acomodó y luego se paró.
    -Aunque los semi-dioses se hayan desviado de su camino, yo creo que todos deberíamos tener la oportunidad de llegar a la NADA.- Dan miró a Seb con sorpresa.
    -Sí, eso es cierto, lo malo es que después de tanto tiempo desde que los humanos tenían puertas de la sabiduría, han evolucionado sin ellas. Lo que quiere decir que los humanos ya no pueden abrir más de 3 puertas.-
    Seb miró asombrado a Dan y luego preguntó.
    -Pero entonces, ¿cómo es qué tu llegaste a ser semi-demonio si no fue por el camino ilustro? Quiero decir, que si los humanos ya no pueden abrir más puertas, ¿cómo es que pueden llegar a ser semi-dioses o semi-demonios como tú?-
    -Te había contado de que otro semi-demonio puede convertir a un humano en semi-demonio, bueno eso pasa también con los semi-dioses, y bueno eso fue lo que pasó conmigo. Un semi-demonio solo puede convertir a un humano en semi-demonio cuando es bebé. El mió lo hizo mientras yo era muy pequeño, solo sé que lo hizo alterando genes, y también supe que luego ese semi-demonio fue asesinado por un semi-dios después de que me transformara. Lo que hacen los semi-dioses es muy selectivo, ellos escogen a los humanos que sean “aptos” y hacen el proceso, después los llevan a academias para enseñarles a usar sus puertas y ya cuando las usen correctamente y como ellos quieren empiezan a hacer su “justicia”.-
    -Entonces no sabes cómo transformar a alguien en semi-demonio…- Seb hablaba un poco decepcionado.
    -No, no sé.-
    Seb dio un pequeño suspiro y luego coloco sus manos detrás de su cabeza.
    -En ese caso creo que tendré que abrir solo mis 3 puertas.- Dan veía a Seb con incredulidad.
    -No puedes hacer eso, aparte no sabes siquiera cómo hacerlo…-
    -Es por eso que tú me vas a decir cómo.- Seb rió levemente al ver la mirada de Dan.
    -Estás loco, no te diré nada.- Dan hablaba con un tono un poco sarcástico pero también divertido y serio a la vez.
    -Ya veremos.- Seb se dirigió a los lavabos y comenzó a enjuagar su cara, la cual estaba llena de polvo y tierra.
    Dan sin más preámbulos también se comenzó a lavar. Al terminar los dos amigos se dirigieron a los puntos de reunión, donde encontraron a un gran número de alumnos. Al llegar varios alumnos desviaron su mirada a ellos y comenzaron a hablar.
    -¡¿Dónde estaban?! Los estuvimos buscando, estábamos muy preocupados por ustedes dos.- Rick y un joven a quien Dan no conocía, que suponía que era amigo de Seb, se dirigieron a donde ellos estaban.
    -Es que…nos perdimos.- Dan sabía que esa excusa no serviría, pero de todos modos sabía que Rick no lo tomaría por mal.
    -Ja ja, claro, como no. Ya déjense de excusas baratas y cuéntenos qué pasó.- Rick hablaba sarcásticamente con un tono de gracia.
    -Creo que en lugar de decir eso deberían agradecer de que estamos aquí y no encerrados en el salón de física quemados.- Seb habló con ironía pero un poco serio.
    -Si, la verdad que bueno que están bien, voy a avisar a los profesores, y pues luego nos vemos Seb.- el otro joven fue el que habló con su voz un poco grave y agradecida que combinaba con su cuerpo alto y delgado, su cara morena que expresaba un poco de torpeza.
    Rick vio cómo el otro alumno se alejaba y luego dio un suspiro.
    -La verdad yo si me preocupe, pero que bueno que están bien, no habría querido perder a dos amigos en una semana.- Dan sonrió y luego al ver a Seb recordó que Rick no lo conocía.
    -¡Ah! Perdón, él es Seb, perdón por no presentarlos. Seb, él es Rick.- Rick y Seb se saludaron.
    -Bueno creo que voy a ver qué vamos a hacer ahora.- Rick se alejó y dejó a los dos amigos ahí parados.
    -Bueno, creo que el día ha sido un caos, pero gracias a alguien que sabe usar lo que tiene, para salvar a sus amigos, sigo aquí vivo, para algún día salvarte a ti. Solo que no sé si se podría ja ja. Pero bueno, sabes que tu secreto estará bien conmigo, y aunque tú no me ayudes, encontraré la manera de abrir esas puertas y ayudar a los demás. Pero ahora me tengo que ir.- Seb se despidió de Dan y fue caminando hacia donde los alumnos comenzaban a ir.
    Dan veía cómo se iba, sentía algo que no lo dejaba en paz, y que no lo dejaría en paz a menos que hiciera algo. Pero no podía hacerlo, sabía que no debía.
    “Talvez este es el futuro que hube sentido ese día. Talvez esto es lo que tengo que hacer, al fin y al cabo, el mundo está cambiando.”
    -¡Ey! Seb.– Seb volteó y miró a Dan con una sonrisa. –Esta bien, te ayudaré, yo te entrenaré para que abras las puertas.-
    Seb sonrió aún más. Al final, podría abrir las puertas.

     
  4.  
    Tsuki kozlak

    Tsuki kozlak Guest

    Re: Historia 1

    ¡Hola, Dunkel-Kun! Por fin tengo tiempo de leer tu fic... La historia me parese interesante, me llaman mucho la atencion las puertas de la sabiduria, tu narracion es buena, pero te recomiendo que separes lo que es narrado a los dialogos ya que resulta algo molesto leer todo junto. Y otra cosa, ten cuidado con los verbos, ya que unos los pones en presente y otros no, bueno creo que es todo. Espero la continuacion ansiosa.^^
     
  5.  
    Dunkelchris

    Dunkelchris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2008
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Historia 1
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    7297
    Re: Historia 1

    Capítulo 3 La misión

    El sol estaba en un cielo azul, el cual dejaba ver algunas nubes blancas esponjosas. Las nubes parecían pedazos de algodón listos para comer. Los rayos del sol alumbraban el paisaje del mediodía.
    Los pasillos largos y estrechos de la academia, con sus ventanas a los costados y de vez en cuando sus vitrinas y cuadros, abría paso a un estudiante.
    El sol alumbraba su saco blanco el cual terminaba justo en la cintura con una especie de V al revés al final de la espalda. El saco blanco abierto dejaba asomarse a una camisa de un blanco azulado, la cual tenía el cuello abierto, dejando ver una parte del pecho del estudiante. Su tez blanca un poco bronceada, combinaba con lo que llevaba. Llevaba un cinturón negro, el cual tenía una hebilla metálica, la camisa estaba fajada debajo de sus pantalones blancos. Sus zapatos, al igual que todo lo que llevaba puesto, eran blancos, un blanco brillante. El pelo negro del estudiante estaba relamido y reflejaba su color oscuro debido a la luz del sol, parecía como si hubiera sido peinado con un tazón en su cabeza. Su pelo lacio volaba algunas veces debido a las pequeñas corrientes de aire que entraban por la puerta abierta del puente, que unía los dos edificios de la academia.
    Los ojos oscuros del estudiante veían alegremente el camino por el que iba. Sus labios un poco gruesos sonreían, cómo poder contener la alegría de ese día. Las manos del estudiante estaban metidas en los bolsillos de sus pantalones.
    La luz cegadora que entraba por la puerta del puente hizo que cerrara un poco sus ojos pero finalmente llegó al pequeño puente que dejaba sentir un clima fresco. Debajo del puente se podía ver una calle un poco vacía y enfrente la puerta abierta del segundo edificio de la academia. Poco a poco se iba acercando al lugar.
    “Que emoción, no puedo esperar más. ¡Hoy es mi día!”
    Al entrar al edificio, entró en una sala donde había varias personas escribiendo algunas cosas en sus notas, cada uno en su escritorio, al ver quién entraba sonrieron pero no se desviaron de su trabajo. Al pasar por el marco de la puerta, el cual era de piedra y tenía unos pilares romanos muy elegantes, el alumno llegó a un vestíbulo, cuyo suelo era de mármol y de un color café o beige. En medio se encontraban las escaleras, las cuales estaban muy adornadas, se podían ver los dos vestíbulos de los dos pisos inferiores, pero el estudiante solo subió las escaleras, las cuales tenían un barandal de madera, probablemente caoba, de un color oscuro. En el techo, el cual estaba muy lejos de donde el joven se encontraba, colgaba un enorme candelabro.
    Al llegar al último piso, el estudiante giró a la izquierda y entró por otra puerta muy adornada.
    Al entrar al gran salón, en el cual se encontraba mucha gente, varios voltearon a ver al recién llegado y dieron festejos.
    -¡Hasta que por fin llegas Al!- gritó uno de los presentes, quién también vestía el uniforme blanco.
    -Que bueno que llegas, Allan, si me acompañas.- Un hombre de una edad un poco más avanzada, que tenía una barba negra con muchas canas y un cabello un poco grisáceo, guió a Allan hacia un cuarto. El hombre vestía casi el mismo uniforme, pero llevaba un saco diferente, aunque también blanco. El saco era más largo y también terminaba en una V al revés, pero ésta llegaba casi hasta el suelo. Aquel saco también tenía más adornos de un color dorado.
    Una vez en el cuarto, la voz grave y carrasposa del hombre se dirigió a Allan, quien sacó sus manos de los bolsillos y se pudo ver sus guantes blancos, que se pegaban a sus manos, tomando la forma de ellas.
    -Bien, Allan. Como ya sabes, hoy es tu graduación. Ha sido un camino difícil y una decisión difícil para los superiores, pero al final te lo merecías. Ya conoces todos los pasos y todo lo que vamos a hacer y lo que tienes que hacer. Pero te tengo que pedir un favor.- El hombre tomó de los hombros a Allan, quién lo veía con una mirada de extraño.
    -Scott, haré cualquier favor que me pidas, ya que esta será la última orden que recibiré de mi grandioso maestro.- Al decir esto, Allan dio una sonrisa, la cual Scott correspondió.
    -Sí, es cierto. Lo que te quiero pedir es algo importante. ¿Sabes quién es Gran D, cierto?- la voz de Scott parecía un poco preocupada.
    -Si, claro, ella es la jefa del escuadrón 5, no es así.- Allan hablaba con un poco de ansias, no sabía lo que Scott le quería decir.
    -Bueno, ella estará en tu graduación y te entregará tu diploma. Probablemente querrá hablar contigo después. Hagas lo que hagas, no la contradigas. Sé fuerte con ella. Aunque ella sea la que mande, y sea muy fuerte, no dejes que te intimide. Jura que no la harás enfadar.- Scott parecía que estaba rogando en lugar de pedir un favor, pero Allan simplemente sonrió.
    -No te preocupes, no dejaré que me intimiden. Haré lo que mi gran maestro me ha enseñado.- Scott sonrió.
    -Te voy a extrañar mucho, la verdad has sido mi mejor estudiante.- la voz de Scott parecía que se iba a entrecortar.
    -Yo también, jamás olvidaré a mi gran maestro.- Allan sonrió también y abrazó a su maestro, Scott.
    -Bueno, ya ve a tu graduación…lo harás bien.- Scott sonreía.
    Allan salió del cuarto y se dirigió al gran salón y se mezclo entre la gente.

    Todos los preparativos estaban listos y la gente sentada. Las sillas en las que la gente se encontraba estaban forradas con una tela blanca, bordada con varios adornos en una tela dorada. Las luces alumbraban todo el escenario, el cual estaba montado enfrente de la audiencia.
    Un señor entró por la puerta izquierda del escenario y subió con un micrófono. Varios aplaudieron, ya que la graduación daría comienzo.
    -Bienvenidos sean todos a este evento.- al decir esto algunos de los presentes aplaudieron y dieron gritos entusiasmados. –Estamos aquí reunidos para celebrar una ocasión especial. Este día celebramos la graduación de un alumno en especial. Él se gradúa de la academia a sus 15 años. Algo que no se ve comúnmente, por lo que agradecería que dieran un fuerte aplauso a nuestro recién graduado, ¡Allan!- al terminar de decir esto, la gente estalló en aplausos y gritos.
    Entrando por la puerta izquierda, Allan llegó a donde estaba el señor que sostenía el micrófono. El señor, que curiosamente no vestía el uniforme blanco sino un traje negro, le entregó el micrófono a Allan, quien lo tomó temblorosamente. Allan tomó unas hojas que se encontraban en un atrio, el cual era de madera barnizada.
    -Buen día a todos, espero que todos se encuentren bien. Bueno, primero me gustaría decir algunas palabras. Lo primero que quisiera decir es que gracias a todos los maestros que he tenido y que me han apoyado para lograr mejorar y llegar a este día. En especial me gustaría agradecer a mi maestro Scott, quien me ha instruido por el camino de la sabiduría y el entendimiento, haciendo que mi nombre como semi-dios no fuese manchado por la ignorancia.- La gente sonreía y al nombrar a Scott, los ojos del maestro se empañaron, dejando oír un pequeño sollozo.
    -También me gustaría agradecer a los directivos y superiores, quienes me dieron la oportunidad de llegar a este día y poder superarme a mi mismo. Me gustaría mencionar mi compromiso con los escuadrones de la ESC. Como todos sabemos, la justicia y el orden deben ser prioritarios en el camino de la sabiduría y compasión, ya que si uno no entiende eso, no puede entender a los demás. Es por eso que me comprometo en ayudar a la eliminación de la maldad y el desorden para poder encontrar el camino a la sabiduría.- al terminar de decir esto, la gente aplaudió, mostrando su sonrisa de agrado. Allan terminó dando el micrófono de vuelta al señor de traje.
    -¡Que bonitas palabras! Ahora oigamos a nuestra banda sinfónica, aplausos por favor.- seguido de los aplausos, la orquesta sinfónica comenzó a tocar una melodía extraña. Mezclaba la alegría con una melancolía.
    Al terminar la sinfonía, la cual fue seguida de vítores y aplausos, el señor de traje volvió a tomar el micrófono.
    -Gracias a nuestra orquesta sinfónica. Ahora continuaremos con la ceremonia, y para eso démosle una respetuosa bienvenida a la gran jefa y comandante del escuadrón 5, recibamos a Gran D.- una ola de aplausos surgió de entre los presentes. De la puerta derecha entro una mujer muy joven, llevaba puesto un uniforme parecido al de los demás pero era ajustado para una mujer y era de color café oscuro. Gran D llevaba puesto un antifaz, el cual cubría su mirada y parte de su cara, lo que hacía que su identidad estuviera encubierta. Tenía un pelo castaño un poco largo, pero el cual blandía, parecía como si se lo hubiese planchado el día anterior.
    Al notar la presencia de Gran D, toda la audiencia aplaudió con euforia hasta que ella se hubo colocado cerca del atrio, dispuesta para hablar. En el momento en que iba a hablar, toda la audiencia guardó un silencio sepulcral.
    -Buenas tardes a todos y bienvenidos a este gran evento.- la voz de Gran D sonaba autoritaria y fuerte. –Hoy estamos aquí reunidos para celebrar un evento muy especial y único, y me enorgullece estar aquí presente para presenciarlo. Estamos aquí para celebrar la graduación de la academia de nuestro gran alumno Allan Bronsk. Este evento tan especial demuestra una vez más el control y deseo de justicia que tenemos los semi-dioses, ese deseo que nos hace usar los beneficios de nuestros poderes para el bien, no malgastarlos como algunos semi-demonios. Nosotros una vez más demostramos lo capaces que podemos llegar a ser, siempre con el deseo de justicia y orden. Allan, quien esta aquí presente, a su temprana edad de 15 años, tendrá un futuro muy prometedor, ya que será aceptado en mi escuadrón, el escuadrón 5, desde el momento en que acepte su diploma. Un diploma que se lo merece y el cual dará el reconocimiento de sus habilidades. También recibirá el uniforme merecido de miembro del escuadrón.- en ese momento Gran D sacó un traje blanco, el cual estaba doblado cuidadosamente y colocado sobre un cojín rojo, y un diploma.
    La gente aplaudió en el momento en que Gran D sacó aquellos objetos. Allan se fue acercando a Gran D, cuando ella volvió a hablar.
    -Ahora demos un aplauso a Allan para que reciba su diploma.- La gente aplaudió con más euforia.
    Al estar Allan enfrente de Gran D, ella le extendió el cojín, que fue tomado por las dos manos del graduado y luego Gran D le entregó el diploma. Los aplausos y vítores comenzaron y la euforia de una fiesta cercana se comenzaba a sentir.
    Sin embargo, Gran D se inclinó al oído de Allan dispuesta a susurrarle algo. Allan escuchó con atención.
    “Desde este momento estás bajo mis órdenes. Así que necesito hablar contigo en privado, lo más pronto posible.”
    Gran D se enderezó y luego se alejó un poco de Allan, mientras que él se quedaba ahí parado, sosteniendo sus premios.
    “Esto era lo que me había advertido Scott. Tengo que tener cuidado con ella.”

    La fiesta tuvo lugar en un patio al aire libre, en la parte trasera del primer edificio de la academia, donde había varios jardines y un gran terreno con pasto. Los maestros y alumnos estaban festejando la graduación de Allan, quien estaba cerca de las botanas.
    -¡Al! Que felicidad, ¿no crees? Que padre que te hayas graduado, ahora ya podrás estar en los cuarteles. Y ¿viste cómo Gran D te dio los diplomas? Wow, esa mujer es asombrosa.- Treesha se había acercado a donde se encontraba Allan. Ella era una joven alta de pelo rubio-castaño, de una tez blanca. Allan, al verla llegar, sonrió y le pasó un vaso con refresco.
    -Sí, Gran D es todo un personaje. Pero va a ser raro estar lejos de ustedes. Pero viste cómo dijo aquel discurso, parecía que lo había preparado desde tiempo antes.- los ojos de Allan habían aumentado de tamaño para darle énfasis a lo que había dicho.
    -Sí, su discurso todo inspirador, ja ja.- la voz de Treesha sonaba alegre.
    -¡Mi Al! El gran triunfador, ja ja, en serio que tu discurso todo planeado, ¿eh?- la voz de Ivan llegó a los oídos de los amigos.
    -Ja ja, si mi discurso todo exagerado. La verdad es que fue todo cursi, es que tenía que sonar bien, porque como iba a estar Gran D, no podía poner tonterías. Tenía que sonar prometedor.- Allan hablaba divertidamente.
    Ivan era un joven alto, de cabello rubio, el cual lo tenía como melena, dándole una apariencia parecida a la de un león. Sus ojos azules hacían una buena combinación con su pelo y su tez blanca, un color como de león.
    -Si, no podía ser más cursi y exagerado, ¿verdad, Allan?- la voz suave de Lis se fue escuchando por el jardín.
    -Lis, que sorpresa, ja ja, pensábamos que estabas escondida en tu altar de Allan.- La mirada de Lis enfureció al oír el comentario de Ivan.
    El pelo rizado oscuro de Lis junto con la cara un poco morena y enrojecida hicieron que los demás rieran.
    -Cállate, no digas esas cosas otra vez o veras lo que soy capaz de hacer.- Aunque la manera en la que les había dicho eso era de una forma alegre.
    Los cuatro amigos se dirigieron a una mesa que estaba vacía y se sentaron, a disfrutar del hermoso día que tenían.
    La gente vagaba por el lugar, hablando y tomando bebidas. Gran D estaba presente en el festín, estaba sentada en una mesa junto con algunos capitanes y comandantes. De vez en cuando volteaba a ver a Allan, como tratando de transmitirle un mensaje. Para Allan el mensaje era claro.
    “Tengo que hablar contigo”
    Allan esperaría a que terminara el festín para ir con Gran D, sabía que si iba con ella en ese momento, perdería parte de su alegría.
    -Y bueno, ¿qué crees que harás ahora que perteneces a la ESC?- preguntó un Ivan curioso, tomando su vaso de plástico lleno de refresco.
    -Pues, ahora que tendré acceso a más información de lo que pasa actualmente podré saber algunas misiones. Pero hay una en personal que me gustaría hacer.- Allan sorbió de su vaso y luego miró las caras de curiosidad de sus compañeros.
    -Miren, la otra vez que estuve en la base de datos, me enteré de que un semi-demonio en la tierra ha estado haciendo desastres. Bueno, pues creo que sé cómo encontrarlo, mejor dicho, creo que sé su localización.- Allan veía cómo sus compañeros habían oído asombrados lo que había dicho.
    -Pues en ese caso se lo tendrías que decir a Gran D. Puede ser que así te den tu primera misión. ¡Y aparte en la tierra!- Treesha trataba de inspirar a su amigo.
    “Pero si hago eso, tendría que ir con Gran D, y me interrogaría. No, espera, no dejes que te intimide.”
    -Ya me imagino a Allan yendo a su primera misión en la tierra, con esos humanos…- Ivan rió levemente.
    -Ahora que me acuerdo, no nos has enseñado tu nuevo uniforme…- Lis miraba la almohada con el uniforme doblado.
    -Sí, te lo tienes que probar, vamos Allan.- Treesha apoyaba a Lis.
    Allan tomó el cojín y estiró el saco. Era un saco parecido al suyo, pero éste tenía un estilo como de gabardina. Terminaba atrás con esa V al revés. Tenía algunos bordados dorados en los hombros.
    Al ver lo que querían sus amigos, Allan se removió su saco, dejándose con su camisa blanca azulada. Las mangas largas de esa camisa le daban un aspecto curioso. Al tomar el nuevo saco, sintió como la tela era mucho más suave. Al ponerse esa gabardina-saco sintió cómo ésta se ajustaba a su cuerpo, sobretodo cerca de las axilas, así impedía que los brazos perdieran movilidad.
    -Wow, que cool está eso…- Ivan veía la gabardina-saco con sorpresa, dejó su vaso en la mesa y se levantó a ayudar a Allan a colocarse bien la prenda.
    Al terminar de colocarse la gabardina, Allan la modelo a sus amigos. Ellos miraban fascinados la prenda que usaba, la cual significaba su gran puesto en la ESC.
    -Algún día yo también tendré una gabardina como esa.- Treesha hablaba mientras se paraba para ser más directa con Allan.
    -Sí, aunque ahorita tú nos superes, pronto nosotros seremos mejor.- Ivan veía a Allan con orgullo.
    Allan simplemente sonrió, una sonrisa que expresaba amistad y orgullo.
    -Pero siempre seremos amigos.- Allan habló con alegría.
    -Siempre…- repitieron sus tres compañeros.

    El atardecer se empezaba a vislumbrar en el cielo, un cielo naranja, reflejado en las nubes esponjadas, en las cuales el color se perdía por su largo, pasando de naranja a un amarillo. El sol de un rojo anaranjado alumbraba los paisajes de la dimensión de los semi-dioses, el cual contenía una academia, de la cual un alumno se acababa de graduar.
    Lentamente algunas personas empezaban a despedirse, dejando atrás el lugar de la fiesta. Sin embargo, Gran D continuaba sentada en una silla al fondo del campo. Hablaba con algunos miembros importantes de la ESC, aunque algunos ya se habían retirado. El viento hacía que su liso pelo blandiera por el respaldo de su silla. Sus piernas cruzadas le daban un aire de importancia y respeto. Todos conocían a Gran D, y sabían que era muy poderosa y por ello llegó al puesto más importante de la ESC, siendo la jefa del escuadrón 5, el escuadrón más poderoso. Ya que los escuadrones 1 y 2 se dedicaban a los sistemas de medicina y curación, mientras el 3 se dedicaba a investigación, incluyendo detectives, espías y fuerzas especiales de investigación. El escuadrón 4 junto con el 5 se dedicaba a las fuerzas de combate y misiones, pero era dicho que el 5 era más poderoso, ya que ese escuadrón tenía el mando sobre todos los demás. Aunque el escuadrón 5 tenía poder sobre los demás, también se daba el caso de que ese escuadrón recibiera órdenes de algunos superiores.
    Allan se encontraba con sus compañeros, los cuales se divertían de lo agradable del día. Un sentimiento de nervios y preocupación empezaba a invadir el cuerpo de Allan, ya que sabía que pronto tendría que ir con Gran D.
    -Se hace tarde, creo que deberíamos empezar a irnos, sino nos podrían amonestar de tardanza en los dormitorios de la academia.- Treesha empezaba a ver cómo el cielo comenzaba a oscurecerse.
    -Ah, no te preocupes, ¿qué nos pueden hacer?- Ivan estaba tranquilo y relajado.
    -¿Qué nos pueden hacer? Ivan, tú sabes muy bien lo que nos pueden hacer, porque gracias a ti llegamos tarde a los dormitorios y tuvimos que escribir muchas veces “no debo llegar tarde a los dormitorios”.- Lis le hablaba a Ivan con un tono de incredulidad.
    -Sí, recuerdo muy bien esa vez. Me dolió la mano después del castigo.- Allan veía a Ivan con una sonrisa.
    -Bueno, entonces será mejor que nos vayamos.- Ivan habló mientras sacaba sus manos de los bolsillos.
    -Entonces creo que nos veremos luego.- Allan se despidió de sus amigos y vio cómo se marchaban. Sus pasos fueron lentos y miró cómo se alejaban de aquel lugar.
    Un pequeño frió hizo que Allan se estremeciera. El pensamiento de que tendría que ir en ese momento con Gran D lo ponía un poco nervioso. Al mirar a su alrededor, vio a Gran D sentada junto con dos hombres a los cuales no conocía.
    Con un paso un poco lento y nervioso, Allan se dirigió a donde ella se encontraba. El pasto sonaba cada vez que sus zapatos pisaban el lugar, sonaba al césped mojado, que hacía que se refrescara el día. El vago olor a humedad reconfortaba un tanto al alumno, quien se aproximaba a su destino.
    Una vez llegado al sitio donde se encontraban Gran D y los sujetos hablando, ella volteó con su mirada gélida y poderosa.
    -Ah, Allan. Que bueno que llegas, quería hablar contigo. Pero si me permites, hablaremos mejor en mi oficina.- al decir esto, se dirigió a los dos hombres sentados alrededor de la mesa. –Señores, si me permiten, se pueden retirar.-
    Los dos hombres, sin ninguna réplica, se levantaron y se retiraron.
    -Allan, bien. Ahora si me haces el favor de seguirme a mi oficina.- Gran D miró nuevamente la cara de Allan. Su cara mostraba un poco de nerviosismo.
    Gran D comenzó a caminar, y cada vez que se encontraba con alguien, ese alguien la saludaba de una manera muy respetuosa. Su manera de caminar era muy peculiar. Caminaba con carisma y orgullo.
    -Y dime Allan, ¿cómo te la has pasado en este día?- Gran D volteó a mirar a Allan mientras salían del jardín y entraban por una puerta al edificio principal.
    Allan se encontraba un tanto sorprendido de que Gran D le hablase en ese tono tan humilde y respetuoso.
    “Aparte, por qué le importaría cómo me la pase hoy.”
    -Muy bien, he disfrutado mucho este día. El día nos ha favorecido y la verdad estoy muy contento.- Allan dio una sonrisa al momento en el que miró el suelo. Gran D lo observó, ella era un poco más alta que Allan, pero a comparación de los demás miembros de la ESC, ella era de baja estatura, al igual que Allan.
    -Eso me gusta. ¿Sabes dónde se encuentra mi oficina?- Gran D volteó nuevamente a ver al graduado.
    Allan un tanto nervioso, ya que el no conocer el lugar de su oficina lo estremecía, respondió en una forma de disculpa.
    -No, señora.- Allan volvió a mirar el suelo. Gran D simplemente sonrió.
    -Claro que no, no te preocupes, nadie lo sabe, solo los miembros directivos de comando y obviamente los superiores.- Gran D vio cómo Allan volteaba súbitamente a verla y sonrió –Y soy señorita, por favor.- Gran D dio una leve risa al igual que Allan.
    “Al parecer no es tan estricta y maligna. De hecho es muy buena onda.”
    Al salir del edificio se encontraron en la salida, y vieron la gran glorieta que sostenía un gran monumento. Era un monumento ovalado y de gran altura. La calle se encontraba vacía y tenía un aspecto dorado, talvez por el sol o talvez por el material blanco del cual estaban hechas las construcciones. Al costado de la glorieta y la calle se encontraban varios árboles, dando un color verde al paisaje.
    Allan casi nunca había salido de la academia, por lo cual miraba asombrado el escenario. Su mirada de asombro fue captada por Gran D, a lo que llevó a que dijera.
    -Bonito, ¿no crees?- Al ver los ojos de Allan, Gran D dio una sonrisa –Es una lástima que los alumnos no puedan salir hasta que sean transportados a los escuadrones. Pero aún así, casi nunca salen de ahí, por lo que es malo que no aprecien el mundo que nosotros los semi-dioses hemos creado.- Gran D llevó a Allan por la calle. Al voltear a la derecha, Allan se quedó atónito.
    A lo lejos se veía una enorme edificación, la cual sobresalía de todas las demás construcciones. Los numerosos parques daban a la edificación un tono dorado. Era una edificación en una forma curiosa, tenía dos lados los cuales estaban paralelos, y en otro lado tenía otra parte. Parecía como un cuadrado pero sin uno de sus lados. Atrás de ese edificio se encontraban dos torres gigantescas las cuales estaban conectadas por un puente que se encontraba paralelo a uno de los lados de la edificación
    -¿Qué es ese edificio?- preguntó Allan asombrado, viendo el majestuoso edificio.
    -Eso…- Gran D miraba con una sonrisa el edificio –esos son los cuarteles de la ESC.
    Los ojos de Allan se abrieron aún más, su sorpresa y su asombro se podían notar muy fácilmente.
    -Y ahí es donde estarás viviendo. Tiene muchos cuartos, y ya te hemos asignado uno. Tus cosas ya fueron llevadas ahí, así que no hay de que preocuparse. Desde ahora vivirás ahí. Pero como sé que tus amigos están en la academia, te daré permiso de visitarlos una vez a la semana. Te proporcionaremos el transporte, solo avísanos para cuándo lo quieres.- Allan volteó un poco asombrado del cambio tan repentino que tendría su vida.
    -¿Por qué hacen todo esto por mí? Sé que a muchos no los dejan siquiera ver a sus familias.- Allan miraba a Gran D con duda y asombro.
    -Porque eres único. Tus habilidades son excepcionales. Aparte de que te convertiste en un semi-dios por tu cuenta y no siendo transformado por otro.- Gran D hablaba y luego empezó a caminar. Allan le empezó a seguir, pero notó que el paso de Gran D era ahora más acelerado.
    Al irse acercando a la gran edificación, Allan comenzaba a ver algunos miembros con unos trajes curiosos. Llevaban un uniforme parecido al de los comandantes de la ESC, pero éstos eran azules y no tenían el estilo ajustado ni la terminación en V.
    -¿Quiénes son ellos?- preguntó Allan al ver a aquellos sujetos.
    -Ellos son rastreadores de energía dominante superada. En otras palabras, ellos investigan las corrientes que van pasando a esta dimensión y ven si alguien quiere entrar a esta dimensión. Son como les llamarían en la tierra policías. Pero éstos solo ven intrusos. Ya que no existen semi-dioses que hagan cosas en contra de la ley.- Gran D caminaba rápidamente por la calle mientras los rastreadores la saludaban con una pequeña reverencia.
    Al llegar al edificio, se encontraban en una calle la cual tenía en frente los enormes escuadrones de la ESC y del otro lado un bosque, probablemente un gran parque pero considerado bosque. Había una reja por la que se podía ver un gran patio que separaba la edificación de aquella entrada. Se podían ver las grandes luces que había en el suelo y alumbraban los cuarteles.
    -Permiso para entrar.- dijo la voz de Gran D a un objeto que se encontraba en la reja. La reja inmediatamente se abrió al reconocer la voz de Gran D.
    Cruzaron aquel patio y llegaron al patio principal, el cual tenía un piso de mármol blanco. En medio de aquel patio cuadrado, había una gran fuente. Había varias personas caminando por ahí, todas vestidas de blanco. Siguieron todo enfrente y entraron por unas puertas de cristal que daban a un vestíbulo. En el vestíbulo había mucha gente, unos elevadores se encontraban a la izquierda, donde se encontraba muchos de los presentes. Fueron por la izquierda y luego giraron a la derecha por un gran pasillo, lleno de gente caminando hacia sus destinos. Al ver a Gran D, muchos abrieron paso para que ella pasase, todos la saludaban respetuosamente, algunos incluso con una cara de miedo y nerviosismo. Allan pudo oír a unos jóvenes, mucho mayores que Allan, aproximadamente unos 20 años, que hablaban.
    -¡Es Gran D! Ella es todo poder. ¿Qué hará por aquí? Su presencia es tan imponente.- Uno de ellos la miraba con asombro.
    Siguieron todo el pasillo, un pasillo que a Allan se le hizo eterno. Luego unas ventanas ubicadas a la derecha dejaban ver un gran terreno con pasto y algunas fuentes. Allan pudo notar que ese ya no era el edificio principal, sino se encontraban en la parte trasera, ya que se veían las ventanas del gran edificio. En frente, hacia donde al parecer se dirigían, estaban las dos grandes torres. Tenían aproximadamente, según calculaba Allan, un diámetro de 1 Km. Aún así se veían mucho más pequeñas que la gran edificación que tenían atrás.
    Seguían avanzando hasta que al parecer entraban a la torre oeste. Siguieron por el pasillo y luego en uno que daba a la derecha, giraron.
    “Esto parece un laberinto. Ojala no tenga que venir seguido a esta torre.”
    Al fondo del pasillo se podían ver varios elevadores, pero los cuales estaban vacíos, ya que las puertas estaban abiertas, sin nadie adentro. Súbitamente Gran D se paró, a lo cual Allan imitó pero con un poco de sorpresa. Gran D al notar la cara de Allan sonrió.
    -Estos elevadores solo los podemos usar los jefes de escuadrones. Por lo que hemos aplicado una barrera protectora, para identificar quiénes entran. Si entra alguien que no es jefe de escuadrón, una alarma será enviada a los cuarteles de seguridad y…bueno, habrían problemas. Es por eso que este pasillo esta vacío. Normalmente nosotros los jefes de escuadrón estamos muy ocupados en nuestras oficinas o en salas de investigación y comando. Pero esta vez tu usaras los elevadores, la única vez que los usaras. A menos que te conviertas en jefe de escuadrón, lo cual es casi imposible.- Gran D dibujó una sonrisa a Allan y luego miró enfrente como si viera algo que Allan no. Estiró la mano y luego dijo.
    -Permiso para pasar. Gran D, jefa del escuadrón 5. Traigo y pido permiso de pasar a Allan Bronsk.- un color azul dibujó en el aire como una barrera. Ésta cambió a color rojo.
    -Mm, no te dejan pasar. Bien, tendré que hacerlo de la otra manera.- Gran D volvió a levantar el brazo y esta vez no dijo nada, pero su mano se coloreó de azul, un azul prácticamente blanco. La barrera habló esta vez.
    -Identificación aceptada, Gran D, permiso para pasar. Identificación denegada, Allan Bronsk.- la voz fue de una mujer robotizada.
    -Rayos, creo que tendremos que usar las escaleras.- Gran D se dio la vuelta y dirigió a Allan por el pasillo y siguió derecho aún pasando el pasillo por el que habían llegado.
    Al fondo se veían una escaleras circulares de madera, éstas estaban alumbradas por luces blancas. Había mucho menos semi-dioses que en el otro edificio, y éstos lucían más viejos. La gente volteaba a ver a Gran D con una sonrisa y luego, al ver a Allan mostraban una mirada de extraño. Esa gente no solía ver gente joven por ahí.
    Al ir subiendo las escaleras, que eran enormes y a las cuales no se les veían el fin, varias personas saludaban a Gran D, algunos incluso con una pequeña reverencia.
    Llegaron al último piso, para lo cual Allan ya estaba un tanto cansado y sudando un poco. La cara de Gran D no mostraba ni un poco de cansancio y nada de sudor. Giraron a la derecha, donde se encontraba una puerta de madera doble cerrada. Aquel piso se encontraba totalmente vació. El techo aún así se encontraba muy arriba, de donde colgaba un candelabro. Al llegar enfrente de la puerta, Gran D colocó su mano en la puerta, la cual se abrió al reconocer su procedencia.
    El salón estaba oscuro, se podía percibir que el techo se encontraba por lo menos a más de 10 metros del suelo. Lo curioso es que ese cuarto estaba totalmente vacío. Caminaron unos 100 metros hasta llegar a otra puerta, la otra ya se encontraba cerrada. Al tocarla, ésta se abrió. Detrás de ella se encontraban unas escaleras que llevaban a otra puerta más.
    “Dios, cuántas puertas”
    Al ir subiendo las escaleras, las cuales eran de piedra, Allan vio un candelabro que colgaba del techo. Al llegar frente a la puerta, nuevamente doble y de madera oscura, Gran D la abrió. Dentro había un gran despacho circular, en las paredes había varios libros y en medio había una gran mesa rectangular, la cual era de madera. Hasta el fondo se encontraba un escritorio, el cual se encontraba en un nivel superior. Había unas ventanas, que estaban cubiertas por unas blancas cortinas.
    -Bienvenido a mi oficina.- la voz de Gran D sonó por toda la oficina.
    Ella se dirigió a su escritorio y se acomodó en su asiento. Con una seña, le indicó a Allan que se sentara frente a ella. Él obedientemente se sentó en esa silla tan cómoda.
    -Bien, una vez aquí, ya podemos hablar con tranquilidad.- Gran D cruzó sus brazos sobre el escritorio y recargó su barbilla sobre sus manos.
    -Y si puedo preguntar, ¿qué es lo que quiere que discutamos?- Desde el momento en que terminó de decir la última palabra, sabía que lo había echado a perder.
    -Vaya, vaya. Al parecer quieres terminar rápido. Bien, si así lo quieres, iremos al grano.- Gran D se recargó sobre su asiento y comenzó a hablar –Tú eres la primera persona en llegar a la ESC a tu edad y aparte siendo un humano que abrió las puertas, las 8 puertas.- Allan escuchaba con atención las palabras de Gran D.
    -Esto hace que seas uno de los más importantes en el escuadrón. Es por eso que debo explicarte la política y pensamientos de los semi-dioses.- ahora Allan miraba con más atención, a lo que conllevo que frunciera el ceño.
    -Los semi-dioses somos seres superiores a los humanos, y tú has llegado a esa transformación. Nosotros pensamos en el orden y la justicia. ¿Por qué? Porque sin eso, estaríamos en un caos y en una extinción, tal y como lo sufren los semi-demonios. Ellos, han tomado el camino del poder, un camino que los ha llevado a desviarse del orden del mundo y a tener sus ambiciones a partir de ese poder. Es por eso, que nosotros los semi-dioses, debemos mantener la paz que se genera en el mundo. Es gracias a nosotros que los semi-demonios no han causado un mundo lleno de ambiciones, y que los humanos no se hayan destruido entre ellos. Una vez aquí, nosotros nos encargamos de eliminar cualquier forma de desorden, con el motivo de mantener la paz. Hay semi-demonios en la tierra causando desórdenes cada momento, y es nuestro deber detenerlos, es nuestro deber como rectores de la paz. Pero el problema está en que tú eres un humano que llegó a semi-dios. Es por eso que te tengo que pedir. En cualquier misión que hagas, cumplirás con cada orden que se te encomendé, sin importar el objetivo. Así que si tu objetivo fuese un humano, impide que tus sentimientos y emociones hablen por ti, cumplirás la misión aunque ésta implique matar a un humano o a un semi-dios. Puedo confiar en ti.- Gran D miraba a Allan con unos ojos, los cuales se podían difícilmente ver detrás de ese antifaz, tratando de pedir un “sí” como respuesta.
    -¿Esta diciendo que debo olvidar mis orígenes y dejarme a la merced de sus órdenes?- la voz de Allan parecía un poco alterada.
    -Tu irreverencia me sorprende. Pero, si así lo quieres llamar, entonces sí.- la voz de Gran D sonaba seria y seca.
    -Y si le contestara que estoy indispuesto a seguir todas esas barbaridades. Un mundo controlado por un orden falso no tendría que incluir esto. Es como pedir a alguien que niegue su ser.- la mirada de Gran D se volvió asesina.
    -Mira niño, tu deber es obedecerme. Si me desobedeces pagarás muy caro.- Gran D se paró de su asiento.
    “No dejes que te intimide”
    Allan también se paró.
    -No te tengo miedo, pero aún así cumpliré mis misiones tal y como me las digan, pero no haré cosas innecesarias.- Allan miraba a Gran D seriamente.
    -Bien, está bien. Pero debo advertirte y decirte que tu irreverencia puede ser castigada. Siéntate.- Allan se sentó con un poco de ira, pero la cual se fue calmando. Gran D tomó su asiento al igual que Allan.
    -Bien, ahora que ya entiendes lo que se te avecina, necesito que me digas todo lo que sabes sobre los semi-demonios.- Gran D miraba a Allan seriamente.
    -Bien, sé que son como los semi-dioses, pero ellos usan el camino del poder.- Allan fue interrumpido por Gran D.
    -Lo básico. Ellos son seres que no entienden la justicia. Ellos se han combinado entre los humanos. Ahora dime, ¿qué descubriste ese día en el laboratorio de investigaciones?- Allan abrió los ojos estupefacto.
    “¡Cómo diablos lo descubrió! ¿Quién es ella?”
    Allan se acomodó y supo que Gran D había notado su sorpresa.
    -Vamos, dime, no tengas miedo.- la sonrisa de Gran D miraba a Allan como disfrutando del momento.
    -Bien, bueno. Ese día encontré la ubicación de un semi-demonio, el cual ha estado haciendo desastres en el mundo humano, usando sus poderes indebidamente y aparte involucrando humanos.- Allan vio cómo Gran D arqueaba un poco las cejas.
    -Vaya, no me equivocaba en ti. Fue una sabia decisión aprobarte y ponerte a Scott como maestro.- Gran D hizo una breve pausa en la que dio un suspiro y luego continuó –Ahora, dime dónde está, y puede ser que tengas una gran recompensa. Tus esfuerzos de encontrar esa información serán recompensados. Ahora dime dónde se encuentra para mandar a un comando para eliminarlo.- Gran D hablaba con un poco de ansias.
    -¿Acaso quiere decir que solo tomará la información y me dejará ir? Mis esfuerzos de encontrar esa información deberían ser recompensados mejor…- nuevamente Allan fue interrumpido por la voz de Gran D, quien cerró los ojos.
    -Si quieres que te mande a esa misión, estás gravemente equivocado. No puedo mandar a alguien que no tiene experiencia en este tipo de misiones. Ahora dame la información.-
    -No aceptaré ese tipo de agradecimientos, mis condiciones son ir a la misión y estar incluido entre el comando.- Allan sabía que al decir esto, Gran D desataría una furia, pero no le importó, no permitiría que le impidieran ir a la misión.
    -Mira niño, a mi nadie me pone condiciones. ¿Entiendes? ¡Nadie! Así que si te digo que me des la información, significa que me la des ya. Y si digo que no vas a ir a esa misión. ¡No irás!- Gran D fue la que se paró primero, seguida inmediatamente de Allan.
    -Se supone que los semi-dioses somos los que protegen la justicia y el orden, ¿no es cierto?- la mirada de Gran D se aclaró como entendiendo el mensaje. -¿Se supone que ésta es la justicia que nosotros estamos haciendo? Si es así, entonces es una decepción. ¿Cómo podemos poner orden en el mundo si ni siquiera podemos poner justicia en nuestra dimensión?- Allan hablaba lentamente como tratando de que Gran D captara el mensaje.
    -Ésa no es la justicia de la que hablo…- respondió una Gran D enojada.
    -¡Ah! ¿Acaso me está diciendo que hay diferentes tipos de justicia?- Allan sonrió levemente, sabía que ganaría. Gran D dio un suspiro y luego habló.
    -Está bien, si quieres como recompensa ir a la misión, que así sea, pero irás solo, ya que en este momento no hay candidatos para crear un comando con tus fuerzas.- Gran D alzó la vista y miró fijamente a Allan.
    -¿Quiere que vaya solo?- Allan sonaba un poco preocupado.
    -Sí. Tu misión será ir a la tierra e investigar si tus datos son correctos, después de confirmar la presencia del semi-demonio en esa zona, te encargarás de eliminarlo. Durante la misión traerás toda la información acerca de él posible. Necesito que después de confirmar la dirección, regreses a los cuarteles.- Gran D miraba a Allan atentamente.
    -Pero… ¿cuándo empezará la misión?- preguntó Allan.
    -Saldrás de aquí mañana, y te encargarás de buscarlo.-
    -¡Mañana! ¿No es un poco precipitado?-
    -No, y esas son órdenes, así que si no hay dudas- Allan dio un gesto de “no” –puedes salir de mi oficina, ahorita se encontrará alguien que te llevara a tu habitación. Buenas noches.- Con eso Gran D tomó unos papeles de su escritorio y Allan se dirigió a la salida, a su nueva vida. Pronto empezaría su primera misión, su primera experiencia fuera del mundo semi-dios.
    Al salir, Allan dibujó una sonrisa en su cara.
    “Lo logré. Gracias Scott.”
    Allan salió, pensando en lo rápido que había cambiado su vida, parecían que habían pasado días desde que se hubo graduado, pero al fin y al cabo, todo cambia, al igual que el mundo, al igual que la historia.
     
  6.  
    Dunkelchris

    Dunkelchris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2008
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Historia 1
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    3
    Re: Historia 1

    .
     
  7.  
    Dunkelchris

    Dunkelchris Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2008
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Historia 1
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    7969
    Re: Historia 1

    Capítulo 4 Encuentro

    Dan se encontraba acostado en su cama, viendo el blanco techo sobre el. La noche había traído tranquilidad a sus pensamientos, ya que ese día había sido tan extraño.
    “¿Qué voy a hacer ahora? Le prometí que le enseñaría a abrir las puertas, pero el problema es si va a aguantar el duro entrenamiento.”
    Dan recordaba esa conversación después del incendio.
    “Le expliqué todo, no puedo creer cómo reaccionó. Sara simplemente…se fue. Espero no perder a Seb también.”
    Dan dio un suspiro en el que sus pensamientos volvieron a relajarse. Pero hubo algo repentino que hizo que volviese a abrir los ojos.
    “El fuego. ¿Qué fue ese fuego? ¿Quién lo invocó? Quien fuese, tendría que ser un semi-dios o semi-demonio, ya que necesita una puerta que los humanos no pueden abrir.”
    Aquel pensamiento invadió a Dan. La duda de quién podría ser estaba en sus pensamientos.
    “Debo descubrir quién lo invocó y por qué.”
    Dan cerró sus ojos y comenzó a dormir.

    La escuela comenzaba a tener actividad alrededor de las 7 de la mañana, la hora en la que casi todos los alumnos se encontraban sacando sus cosas y preparándose para el arduo día de estudios. Las nubes se encontraban lejos, por lo que el cielo claro alumbraba cada pasillo de la escuela. Aunque el salón de física se encontrase destrozado, el sol hacía que el ambiente fuera agradable.
    Dan se dirigía a su casillero junto con Seb, quien se había vuelto su gran amigo. En el camino hacia la escuela los dos alumnos se encontraron con Ethan, un joven de la misma edad que Dan. Él tenía un pelo castaño rizado, sus ojos eran verdes y su tez era blanca, que más bien parecía de vez en cuando amarilla. Ethan era un joven muy deportista, practicaba en un equipo de fútbol americano, pero aún así tenía una complexión delgada.
    -¡Ethan! ¿Cómo has estado? Tenía tiempo que no te veía, ¿habías estado enfermo?- Al ver Dan a Ethan su voz cambió a una con tono de sorpresa.
    -Sí, me enferme del estomago jaja, pero ya ahorita ya estoy bien. Seb, que sorpresa, ¿cómo han estado?- Ethan también conocía a Seb de hacía tiempo, ya que ellos se habían conocido en prácticas de fútbol.
    -Pues la verdad la escuela ha sido un caos, no sé que haremos hoy en física sin salón…- la voz de Seb fue entrecortada por la de Ethan.
    -¿Por qué no tienen salón? ¿Qué ha pasado?- Ethan frunció el ceño al oír lo que su amigo había mencionado.
    -Ah, es que tú no te enteraste…-
    -Hubo un incendio que quemó el salón.- Dan terminó la frase que su compañero iba a decir.
    Los ojos de Ethan se abrieron, su sorpresa era perceptible.
    -¡Cómo! Vaya que me perdí de muchas cosas.- Al ir llegando a la escuela Seb se separó de los dos amigos, quienes se despidieron de él.
    El ambiente de la escuela se sentía diferente al de siempre, la gente en lugar de estar un poco dormida, estaba más despierta y todos hablaban del mismo tema, el incendio del viernes.
    -¿Y cómo se hizo el incendio?- Ethan miraba a Dan curioso.
    -No tengo ni idea, estaba en la clase de informática cuando sonó la alarma de incendio. Luego nos llevaron a los puntos seguros y no supimos nada más.- Dan volteó a ver el destrozado salón de física, al cual le habían cerrado el pasillo para que algunos alumnos curiosos no entraran. La puerta ennegrecida se asomaba por el lugar.
    -Que feo, pero bueno talvez así no tengamos física jaja.- la voz reconfortante de Ethan animó a Dan.
    Al llegar a los casilleros, Ethan se alejó para saludar a otros alumnos. Rick ya se encontraba en ese lugar y al notar que se acercaba Dan, se dirigió hacia él.
    -Dan, ¿cómo estás?- Rick caminaba lentamente como esperando a que Dan llegara. Alice se acercó hacia ellos.
    -Bien, gracias. Con todo esto del incendio se siente raro volver a la escuela.- Dan se sentó en unas bancas, las cuales se encontraban a un costado de una jardinera.
    -Ni que lo digas.- Rick volteó a ver la entrada distraídamente, pero se quedó mirando algo fijamente, hasta que al identificarlo, dio una sonrisa. –Dan, ¿acaso ella no es Deborah?- al terminar esta frase, Dan se paró de su asiento y volteó a ver donde hace unos minutos Rick había fijado la vista.
    “No lo creo. ¡Deborah! Pero, ¿qué hace aquí?”
    Dan se dirigió hacia ella con un paso apresurado. Al notar a Dan, Deborah sonrió radiantemente y se dirigió hacia él.
    -¡Deborah! ¿Qué haces aquí?- Dan miró a Deborah, quien vestía unos jeans azules y unos tenis blancos, su playera verde daba un aire de distinción a su pelo castaño, el cual estaba muy lacio, a pesar de que normalmente su pelo era un poco ondulado.
    -¡Dan! Que bueno que te veo.- Ella sonrió.
    -¿Qué te trae por aquí?- preguntó Dan nuevamente.
    -Ah, jeje, es que hoy no tenía clases entonces decidí pasarme por aquí.- al voltear hacia arriba y notar el salón de física quemado, una cara de seriedad, por la cual se podía ver que estaba pensando algo se dibujo en Deborah.
    Con un tono serio y curioso Deborah preguntó al final.
    -¿Cómo se produjo el incendio en el salón de física?- al oír esto, Dan la miró un poco extrañado.
    -¿Cómo supiste del incendio?- la mirada de Deborah cambió súbitamente a una sonrisa.
    -Que no es obvio. El salón está todo quemado, obviamente hubo un incendio, ay pequeño Dan jaja.- Dan aún con extraño sonrió.
    -Bueno, pues la verdad nadie sabe, fue como extraño, fue de repente.- la mirada de Deborah volvía a dibujar pensamiento.
    -¿Y no sabes nada de Claire y Charlotte?- preguntó Dan un tanto emocionado.
    -No, les hablé antier para ver si podíamos vernos hoy en la escuela, pero ellas tenían clases.- Dan dio un pequeño suspiro.
    -Y, ¿qué vas a hacer todo el día aquí?- preguntó Dan un poco intrigado.
    -Pues, ya sabes, vagar por ahí saludar gente, ver que hay por ahí, jeje.- Dan la miraba con una sonrisa y luego le llegó una duda a la cabeza.
    -Oye, ¿y en qué escuela estás? Nunca nos has dicho, aparte ha de ser muy padre, para que tengas hoy el día libre…- Dan notó cómo la sonrisa de Deborah se desvanecía poco a poco.
    -Jaja, cierto, nunca les he dicho en qué escuela estoy jaja…-Deborah notó a Rick cerca de ahí. -¡Rick! ¿Cómo estás?- Deborah se alejó de Dan, dejándolo con la duda.
    El timbre sonó en ese momento, lo cual sacó a Dan de sus pensamientos y lo llevó a su clase de química.
    -Wow, Dan, viste a Deborah. ¿Qué la traerá por aquí?- la voz dulce de Selene se dirigía a Dan. Él, que se encontraba con su libro de química abierto en la mesa, volteó con sorpresa.
    -Sí, hace mucho que no se pasaba por aquí. ¿Hace cuántos años que salió de la escuela?- Dan volteó a ver los ojos miel de Selene, que expresaban un poco de duda.
    -Yo creo que ya como dos años, ¿no?- Dan supo que tenía razón, ella era la que tenía mejor percepción del tiempo.

    Durante el primer descanso, Dan no pudo encontrar a Deborah, quizás se había retirado, pero aún así, él sentía que ella ocultaba algo.
    Dan se dirigió a la cafetería en busca de su amiga, sabiendo que no la encontraría ahí, ya que ella odiaba las cafeterías. Dentro se encontró con Anton y Ethan, el primero que se acomodaba su pelo rubio hacia atrás.
    -Anton. ¿Qué tal?- Dan se dirigió a donde ellos estaban sentados, tomó una silla y se acomodó en ella.
    -Dan, ¿cómo estás? Has estado un poco alejado de la comunidad jeje.- los ojos oscuros de Anton veían a los marrones de Dan.
    -Jaja, cierto. Es que he tenido muchas cosas en la cabeza. Por cierto, ¿han visto a Deborah?- la pregunta que planteó, hizo que los dos jóvenes pusieran una cara de duda.
    -Ahora que lo preguntas, no, no la he visto, talvez ya se haya ido.- Ethan fue quien respondió esta vez, al ver que Anton no contestaría por tratar de recordar.
    Saliendo de la cafetería, Dan vio a Seb caminando solo. Dan sabía que tenía que ir con él, necesitaba cumplir su promesa.
    -Bueno, entonces creo que me voy, al rato nos vemos.- Dan se despidió de sus dos amigos y se dirigió tras Seb.
    Seb iba caminando hacia los casilleros cuando Dan lo alcanzó.
    -Espera, tengo que hablar contigo.- al decir esto, Seb volteó a ver quién le hablaba, al reconocer al sujeto, dio una leve sonrisa.
    -Acerca de lo del entrenamiento. Necesitamos un lugar grande y donde nadie nos vea. Así que tenemos que decidir.- Dan miraba los ojos miel de Seb.
    -Eso es un problema. Talvez podamos entrenar aquí en la noche o tarde, no sé.- al terminar de decir eso, una idea le llegó a Dan.
    -Ya sé. El gimnasio. Cuando Sara y yo estábamos castigados vimos que estaba vacío. No creo que alguien se fije si nosotros estamos ahí. Aparte podríamos cerrarlo por si alguien intenta entrar.- al decir esto, Dan sonrió.
    -Me parece una buena idea. Pero, ¿cuándo podremos empezar?-
    -Hoy podría explicarte el procedimiento y empezar, ya que no tomará mucho tiempo y así nuestros padres no se preocuparían tanto. Les puedes decir que había mucho tránsito o algo así. Ya después les puedes decir que vas a salir más tarde por algún trabajo o taller, algo así.-
    Una sonrisa radiante se dibujó en el rostro de Seb.
    -Excelente, entonces hoy empezamos, al término de la escuela nos vemos en el gimnasio.- Dan asintió.

    El viento azotaba la escuela, trayendo consigo una onda de frío. Era la clase de historia nuevamente y Dan estaba hundido en sus pensamientos.
    “¿Quién habrá invocado el fuego? ¿Por qué Deborah vino tan repentinamente? ¿Por qué el maldito clima siempre está cambiando? Sé que Deborah me está ocultando algo, ¿pero qué será? Sara se ha ido de mi vida, aún así siento que su actitud cambió muy drásticamente. Y Seb repentinamente quiere abrir las puertas. ¿Qué voy a hacer con todo esto?”
    Mientras Dan estaba pensando, Alice, quien se sentaba junto a él, le dio un codazo, el cual lo sacó de su lago de pensamientos.
    -¿Qué pasa?- murmuró Dan en voz baja, un poco molesto. Ella simplemente le mostró con sus ojos al profesor, que lo veía con una sonrisa un tanto malvada y divertida a la vez. Dan entendió lo que sucedería.
    -Mira, mira. Que bonito, no pone atención. ¿Qué le hacemos?- el profesor de historia, con sus lentes y su traje, lo hacían ver un tanto más viejo de lo que ya era.
    Los alumnos dijeron al unísono la palabra “cepo”, a lo cual se referían a un lugar en especial en ese salón. Cuando un alumno estaba distraído, platicando o simplemente porque el profesor quería, era mandado a la parte trasera del salón, en donde tenía que estar parado. Aquel lugar era donde le llamaban “cepo”.
    -Bien, Dan, ¡al “cepo”!- el tono de voz malvado del profesor fue una orden directa, a la que Dan tuvo que obedecer.
    El profesor volteó a ver a otro alumno, Craig que se reía burlonamente de la ocasión.
    -¡Ah! Y tú también Craig, por andarse burlando de los demás.- el salón dijo un tipo abucheo diciendo “Uh”. Craig, todavía con la sonrisa replicó, lo que fue inútil y fue mandado al “cepo”.
    Los dos alumnos fueron a la parte trasera del salón de historia, con una cara de enojo.
    -Maldito profesor, me choca que nos mande al “cepo”.- la voz de Craig era un tanto quejumbrosa.
    -Sí, es por eso que me choca esta clase.- Dan volteó a ver la cara blanca de Craig, que en sí era muy pálida y junto con sus rizos rubios le daban un aire de payaso.
    Mientras la clase transcurría Dan y Craig hablaban sin que el profesor se diera cuenta. Al voltear a la ventana del salón, Dan notó algo afuera. Vio un cielo nublado y oscuro. El clima había vuelto a cambiar súbitamente, aparte Dan vio un puntito azul en el cielo. Parecía como si fuera un trueno, pero lo más probable era que fuese un avión. En ese lugar pasaban muchos aviones constantemente.
    “Esto me suena a algo, pero no recuerdo qué.”
    Finalmente sonó el timbre de la escuela, la horrible y aburrida clase de historia había terminado.
    Craig y Dan salieron del salón y se dirigieron a su clase de inglés, en el salón próximo. En el camino se encontraron con varios alumnos de otros grupos, a los cuales saludaron.
    Una vez en el salón de inglés, el cual estaba vacío, ya que la profesora seguramente había ido a recoger unos papeles que había olvidado o sacar algunas copias.
    Al entrar Dan se sentó en una mesa, viendo con aburrimiento el salón, aquel salón en el que tenía la mayoría de las veces disgustos con la profesora, por lo que siempre le decía algo a ella, pero a lo que ella simplemente ignoraba.
    -¿Alguien hizo la tarea?- preguntó Kelly en un tono de preocupación.
    Ella era una joven de gran altura, con su cabello negro y su piel un poco morena. Siempre vestía ropas muy extrovertidas.
    -Es que no le entendí.- al decir esto, dio una risa.
    -De seguro David la hizo, pero ya sabes como es, no se la pasa ni a su perro el maldito engreído, le vayas a quitar una participación.- la voz de Selene sonó por todo el salón, lo que conllevó a que algunos voltearan a verla y dieran una risa.
    -Sí, ¿quién la hizo? A mi también se me olvidó.- Adrien había reaccionado.
    En ese momento llegó la maestra de inglés, con su despeinado pelo rubio y castaño, debido al viento de fuera. Sus anteojos reflejaban un poco la luz del sol. Su falda blanca combinaba con la blusa azul que llevaba puesta. Ella se disculpó de haber llegado tarde y luego se dirigió a su escritorio, el cual estaba un poco desordenado. Todos los alumnos se dirigieron a su lugar, para poder empezar la clase.
    Durante la larga clase de inglés, o así sintieron los alumnos, el viento de afuera se hacía cada vez más fuerte y las nubes más oscuras, una terrible tormenta se avecinaba.
    Al terminar la clase, los alumnos tomaron sus cosas, listos para ir a sus casas y hacer sus actividades de la tarde.
    -¿De qué tenemos tarea hoy?- preguntó Anton a Dan, quien estaba un poco distraído.
    -Ehm, no sé, jaja.- Dan trató de recordar pero en ese momento Kelly se unió a la conversación.
    -Creo que de español y química. Déjame checo.- Kelly abrió su mochila, de donde sacó una hoja, en la que había escrito algunas notas.
    -Sí, nada más de eso, y bueno la de historia que es para la próxima semana. Que feo clima, ¿no?- Kelly miró el cielo y luego volteó a ver a sus compañeros.
    -Sí, espantoso, espero no llueva tan feo.- Anton acomodó su mochila en sus hombros.
    -Sí, ojala. Pero bueno, esperemos que se componga pronto.- Dan se despidió de sus compañeros.
    -Adiós, nos vemos mañana.- dijeron Kelly y Anton al mismo tiempo.
    Dan se dirigió a donde había quedado estar, el gimnasio. Durante el camino, se encontró con Deborah.
    -¡Deborah! ¿Dónde habías estado?- al oír las palabras de Dan, ella volteó inmediatamente, su cabello lacio, recién planchado probablemente, reflejando con su color castaño la luz del sol.
    -Dan, hola. Había estado…con algunos profesores.- el tono en que contestó la pregunta sonó un poco dubitativo.
    -¿A dónde vas? ¿Qué vas a hacer ahorita?-
    -Pues, por ahí, talvez me quede un rato, ya sabes, tanto tiempo sin estar aquí. ¿Tú a dónde vas?- la pregunta que le planteó, le hizo pensar a Dan si contestar honestamente o no.
    -Pues yo creo que a mi casa. Bueno, nos vemos luego, espero que nos veamos pronto.-
    -Seguro, nos veremos pronto, hasta luego.- Deborah volteó y continuó su camino, desapareciendo de la vista de Dan.
    “Definitivamente oculta algo”
    Dan se dirigió al gimnasio, donde Seb lo esperaría. Una vez llegando, se aseguró de que nadie lo siguiera, volteando de vez en cuando para ver quién pasaba por ahí.
    Dan entró por el gimnasio, por sus puertas de cristal, al lado derecho se encontraban los baños de los hombres y al izquierdo el de las mujeres, él siguió avanzando y luego llego a la cancha de suelo gris, la clásica sala del gimnasio. Él reconoció a la persona que se encontraba sentada en una de las bancas de madera que había a los costados de aquella cancha. Al oír los pasos de quien se acercaba, Seb volteó nervioso a ver quién se aproximaba.
    Dio un suspiro al reconocer de quién se trataba.
    -Que bueno que ya te encuentras aquí, cerrare las puertas para que nadie nos moleste.- Al decir esto, Dan salió a cerrar las puertas de cristal.
    -Bien, ahora qué haremos, maestro.- Seb sonrió al decir la última palabra, a lo que Dan simplemente rió.
    Jaja, bueno primero te tengo que explicar algunas cosas…- Seb miró entusiasmado a su nuevo maestro, Dan.
    -Como ya sabes, hay 10 puertas de la sabiduría.- Seb asintió –Y que éstas son la perfección de la energía dominante. Bueno, te tendré que decir cuáles son éstas puertas para poder practicarlas y saber a lo que uno se enfrenta si alguna vez conoces a alguien que las tiene abiertas, lo cual dudo mucho, jaja.- Seb se paró y fue notoria su sonrisa.
    -Las 10 puertas de la sabiduría son éstas: la primera, la más fácil y rápida de abrir, es la puerta de la destreza, fuerza y movilidad.- Seb abrió sus ojos al oír esto.
    -Esa es la energía que usamos para todo lo que hacemos, ¿cierto?- Dan asintió. –Y, ¿cuáles son sus beneficios al abrirla?-
    -Bueno, básicamente, al ser la primera, te permite una agilidad inimaginable, una fuerza impresionante, destreza, resistencia a los golpes, en sí es la más útil para una pelea. Una vez abierta te darás cuenta de lo que es capaz de hacer.-
    -Tengo una duda, ¿para qué necesitaríamos una puerta así en el camino ilustro?- la mirada de Seb se fijó en los ojos marrones de Dan.
    -Los combates que prepara la vida, hacen qué estas puertas sean necesarias para alcanzar la sabiduría. Un semi-dios diría que sin ella, el orden y la justicia no se podrían aplicar.- Dan miró al piso.
    -Cierto, hay algo que te he querido preguntar.- Dan alzó la vista al oír las palabras. -¿Acaso todos los semi-demonios son así? O, ¿solo tú eres así?- Dan dibujó una leve sonrisa.
    -Solo yo soy así, aparte, nunca he conocido a un semi-demonio, probablemente se estén extinguiendo gracias a los semi-dioses.- Dan miró directamente a los ojos de Seb, tratando de transmitirle sus sentimientos.
    -Es una lástima. Pero bueno, sé que algún día el mundo mejorará, y así podremos convivir todos los semi-dioses, semi-demonios y humanos juntos. Pero para llegar a eso, necesitamos saber esas puertas.-
    -¿Por qué estás tan empeñado en abrir las puertas, jamás creí que alguien insistiera tanto como tú. ¿Qué harás cuando ya las tengas?- preguntó Dan intrigado.
    -¿Qué haré? Esa respuesta ya la sabes. Cambiaré este mundo. Haré que todos podamos vivir en harmonía sin distinción alguna, donde todos podamos llegar a la NADA sin restricciones, donde semi-dioses, semi-demonios, humanos y animales vivamos en el mismo mundo, sin estar separados por ambiciones o deseos. Un mundo en el que todos tengamos el derecho de vivir. Y tengo la esperanza de que se pueda lograr con esto.- Dan escuchaba asombrado las palabras de Seb, su causa tan noble, tan humilde. Un sentimiento le llegó el cual él no supo identificar, una sonrisa se dibujó en su rostro. Ahora sentía que debía enseñarle a abrir esas puertas con más razón.
    -Así que es eso. Está bien, mereces más que nadie el saber. Ahora continuemos con la segunda puerta.- al decir esto, la mirada de Seb se enfocó en la de Dan.
    -La segunda puerta es posiblemente la más poderosa, con ella podrás usar la energía como ataque, pero para poder usarla como ataque la necesitas recibir de algún lado. La segunda puerta es la del poder. Con ella podrás usar ataques con energía y de ese modo deshacerte de cualquier impedimento en tu camino ilustro. Muchos semi-demonios se han vuelto locos con esta puerta, ya que con ella es muy fácil hacer destrozos.-
    -Pero con ella se podría modificar las cosas y aprender cómo todo es in permanente.- Seb miró a Dan, quien oía sus palabras con atención.
    -Sí, así es. Ese es el camino ilustro. La tercera puerta es la del razonamiento, entendimiento y mentalidad. Algo muy importante es poder proteger tu mente de cualquier intruso, el poder analizar cualquier cosa con atención, el entender el funcionamiento de cualquier cosa, y el razonar.-
    -Una puerta muy importante diría yo.- Dan asintió.
    -La cuarta puerta, a la que los humanos ya no pueden llegar a abrir –al decir esto, Seb dio una mueca de lástima. –es la puerta de la imagen, la aparición y la curación. Ésta puerta está muy vinculada al cuerpo, por lo que con ella puede cambiar uno su apariencia, aparecer en otro lado…-al decir esto, Seb interrumpió.
    -¿Aparecer en otro lado? ¿Quieres decir que se puede uno tele transportar?- Seb preguntaba curioso.
    -Sí, así es, lo cual es demasiado complicado, por lo que yo nunca lo hago, puede morir uno en el camino.- Seb arqueó las cejas al oír esto.
    -La curación es lo más importante de esta puerta, algunas veces, tu cuerpo lo hace solo, pero cuando uno controla esta puerta uno puede curar a otras personas y curarse a uno mismo de heridas más graves más rápidamente. La energía que se usa la puedes ver cuándo uno cicatriza. Uno puede cicatrizar más rápido al transmitirle de ésta energía a la herida, algo que todos los humanos pueden hacer. Aunque muchos no saben que pueden.- Seb sonrió al oír eso.
    -La quinta puerta es muy importante, es la de los reflejos y la vista. Al dominar esta puerta, puede uno ver cosas que no notaría con la energía común. Tus reflejos aumentan. ¿Cómo se podría llegar a la NADA si ni siquiera la puedes ver?- al decir esta pregunta Seb rió levemente.
    -La sexta puerta es la puerta de la actividad, resistencia y conocimiento del movimiento. Es muy parecida a la primera puerta, pero ésta te ayuda en tu condición física y en el combate. Sabiendo más movimientos y diferentes potencias.-
    -La séptima puerta es una puerta muy complicada y muy poderosa, ya que uno no usa la energía de su propio cuerpo, sino energía exterior, para ser más exacto, usa energía de los elementos, fuego, agua, aire y tierra. Los clasificamos así porque es más fácil de reconocer. La tierra son metales, el agua es la combinación de gases, el aire son gases y el fuego son las reacciones de éstos. Así se podrían clasificar los elementos que se controlan con la primera puerta. Pero lo que no puedes controlar, es el estado en que están, ya que eso ya no pertenece a ésta puerta, solo los puedes controlar cuando están a temperatura ambiente.-
    -En otras palabras, solo puedes controlar esos elementos tal y como están…- la voz de Seb sonaba interesada.
    -Así es. La octava puerta, en cambio, te permite controlar los estados de éstas materias y sus diferentes reacciones. Aparte te permite controlar la energía receptiva, ya no solo la dominante.- al decir esto Dan sonrió.
    -¿Pero no me habías dicho que solo se controlaban las energías dominantes?-
    -Sí, así es. Pero con ésta puerta controlas los no elementos, los no incluidos en la otra puerta. Puedes controlar aparte electrones, en otras palabras, electricidad.-
    -¡Wow! Que padre, desearía que también pudiera llegar a esa puerta. Pero esa es la última puerta que puedes controlar, ¿no es así?- preguntó un Seb curioso.
    -Sí, así es. Al ser un semi-demonio convertido por otro, solo puedo controlar hasta esa puerta. Un ser normal que siguiera el camino ilustro podría abrir más. Pero la evolución de tantos años ha impedido que alguien abra más. Ni un semi-dios puede abrir más puertas, es nuestro límite.-
    -¿Entonces ya no existe alguien que pueda llegar a la NADA?-
    -Me temo que no. La gente ha evolucionado a esto. Los semi-demonios y semi-dioses somos los que más puertas abiertas tenemos, pero ya no podemos abrir más, así que ahorita ya no hay quién pueda abrir las 10. Nuestro mismo cuerpo nos impide abrir la novena y la décima puerta. Todo es debido a la evolución. Los semi-demonios se conformaron con el poder de estas puertas y los semi-dioses se traumaron con la justicia y el orden que podían poner con ellas. Mientras que los humanos fueron aislados del conocimiento.-
    -Mm, que lástima. Pero, ¿conoces la novena puerta?-
    -Sí, si la conozco, aunque nadie nunca la ha tenido abierta, según se cuenta, solo la gente que llega a la “iluminación”. Se dice que esta puerta fue creada especialmente para combatir a alguien antes de llegar a la NADA. Ya que según sé, para llegar a la NADA, primero tienes que combatir a tu demonio interior, y para eso necesitas la novena puerta, la puerta de la defensa, del equipo y del armamento. Con ella puedes crear armas, no importa si son irreales, defensa, armaduras con simplemente desearlo. Nunca la he visto, por lo que no sé qué tipo de armas te puede dar. Pero se dice que es la más poderosa de todas, poderosa para combatir a aquel sujeto.-
    -Que increíble. Así que ese demonio interior es el último obstáculo para llegar a la NADA. Claro, primero se tiene que purificar uno mismo y vencerse a sí mismo para llegar a la sabiduría. ¿Y cuál es la décima puerta?- Seb observó la sonrisa de Dan.
    -La décima puerta…- Dan dio un suspiro y miró al techo –es la puerta de la sabiduría, comprensión y compasión. Algo tan fácil y difícil de lograr. Algo a lo que la gente de ahora es incapaz de entender, incluyéndome a mí.-
    El oscuro cielo gris se podía percibir en el techo de cristal del gimnasio. Dan y Seb se quedaron en silencio durante unos momentos. Pensando en lo incapaces que eran, la impotencia de su ser.

    -Para empezar tu entrenamiento, necesito que hagas algo cada día. Por lo menos quiero que lo practiques en la mañana y en la noche antes de dormir. Lo que quiero que hagas es lo siguiente. Te sentaras de una forma cómoda, de preferencia en un lugar silencioso. Después, quiero que despejes tu mente de cualquier emoción y pensamiento, respirarás tranquilamente y te concentraras en tu respiración, solo en eso. Irás contando del uno al diez y volverás a comenzar. Tienes que imaginarte tu respiración. Obviamente esto lo harás con los ojos cerrados, y si repentinamente te llega un pensamiento, volverás a comenzar.- Dan terminó su explicación.
    -¿Y para qué se supone que sirve esto?- preguntó Seb.
    -Cómo piensas controlar la energía si no puedes controlar tus pensamientos. Al controlar tus pensamientos, puedes controlar casi cualquier tipo de energía, lo cual te ayudará mucho en abrir las 3 puertas.- Dan explicó a Seb la razón sin ningún problema y con un tono irónico.
    -Bien, el entrenamiento consiste en ejercicio sin pensar…- Dan fue interrumpido nuevamente.
    -¿Ejercicio sin pensar?-
    Sí, bueno en realidad es concentración pura. Estarás parado y te concentrarás en mover una parte del cuerpo. La cosa es que controles la energía con la mente, al hacer eso, podrás mover tu cuerpo con solo pensarlo. Al controlar esto a la perfección podrás abrir la puerta.-
    -Suena fácil. Así que lo que tengo que hacer es pararme y concentrarme en por ejemplo mover un brazo, hasta que logre mover el brazo con solo pensarlo y sin usar energía al aventón.-
    -Exacto, nada más que un brazo es demasiado complicado. Intentaremos primero con un dedo, luego ya iremos avanzando con más partes del cuerpo.- Seb sonrió al oír esto.
    -Bueno, empezaremos el entrenamiento, pero si te pido que para esto tienes que aclarar toda tu mente, librarte de cualquier pensamiento e inquietud. Ahora empecemos.- Dan le indicó a Seb que cerrara los ojos para poder concentrarse mejor.
    Seb se paró y cerró los ojos tal y como Dan le había ordenado. Al parecer no era tan fácil, ya que Dan notó cómo él apretaba los ojos fuertemente.
    -Respira, no te desesperes.- Seb inmediatamente dio una inhalación profunda.
    El poderoso viento se oía fuera del gimnasio y a Dan le preocupaba que el clima empeorara. Al voltear al techo, Dan vio las terribles nubes más amenazadoras que nunca.
    “Cada vez entiendo menos este clima”
    Seb dio un suspiro profundo, su cuerpo estaba tenso.
    -Relájate, respira y solo concéntrate en el dedo, muévelo, se moverá, pero respira y relájate, no dejes que ningún pensamiento te perturbe. Vacía la mente como si fuese una coladera.- Dan estaba tranquilizando a Seb, quien volvió a dar un suspiro y, al parecer, se relajó.
    Había un silencio relajante, el cual ayudaba a Seb a concentrarse. Aunque la tarea era difícil, sabía que podía hacerlo. Dan lo observaba y de vez en cuando le daba consejos y le recordaba que respirara. La tranquilidad fue apoderándose del escenario, excepto por el horrible viento que azotaba los vidrios de aquel lugar.
    -Bien, descansa un poco, te hará bien.- Seb inmediatamente abrió los ojos, sus ojos miel que veían aquel vacío lugar.
    -Vaya, no pensé que fuera tan difícil. Pero tengo una duda, ¿cómo sabré si ya moví mi dedo?- preguntó un Seb un tanto preocupado.
    -Yo te diré. Aparte creo que tú mismo lo sabrás, la mente es tan sabia que ella misma te avisará de algún modo.- Dan llevó a Seb un vasito de agua. Él lo bebió instantáneamente.
    Al sentarse, Seb suspiró.
    -Dan, si tú fuiste transformado por otro semi-dios, ¿cómo es que sabes todo esto? Todo lo de las puertas y esas cosas, si nunca nadie te dijo nada.- Seb volteó a ver a Dan, quien se encontraba a la izquierda de Seb.
    -Buena pregunta, ni yo mismo lo sé. Pero creo que en el momento en qué me convirtió en semi-demonio, me transmitió todos sus conocimientos, ya que ese semi-demonio murió instantes después. Talvez quería que supiera a lo que me enfrentaba.- Dan sonrió y luego reanimó a Seb para que continuase con su entrenamiento.
    Seb volvió a cerrar sus ojos y comenzó a concentrarse. Dan lo veía con atención. El tiempo transcurrió, y la tranquilidad y el silencio habían vuelto. Era imposible saber cuánto tiempo había transcurrido, debido al relajado ambiente.
    El silencio dominaba aquel lugar, mientras Seb se concentraba en nada más que mover el dedo, y Dan observaba si tenía resultado, un silencio relajante, un silencio que fue interrumpido y completamente destruido por un sonido estremecedor.
    El sonido perturbó los oídos de ambos jóvenes como tambores. Un sonido electrizante y fuerte, el sonido llegaba de a un costado de donde se encontraban. Dan tuvo la impresión de que quería gritar de tan solo oír ese sonido, Seb en cambio, no podía soportarlo. Sus ojos se abrieron súbitamente y contactaron con los de Dan.
    El sonido había acabado.
    -¿Qué diablos fue…?- la voz asustada de Seb fue nuevamente interrumpida por el mismo sonido, el sonido más estremecedor que había oído nunca, sus pelos se erizaron y su interior se estremeció.
    Dan finalmente pudo reconocer aquel sonido, lo había oído muchas veces, pero solo de muy lejos. No era normal oír un relámpago de cerca.
    Inmediatamente Dan corrió para la salida, tenía que averiguar con qué habían impactado esos dos relámpagos. Seb le siguió de cerca.
    Otro relámpago había vuelto a impactar. ¿Qué estaba pasando?
    Al salir, Dan giró rápidamente a la izquierda, hacia la cancha de fútbol, en ese momento, pudo reconocer dónde estaban impactando los relámpagos. Pequeñas flamas se estaban originando en el campo. Dan se detuvo al saber el peligro que eso podía significar. Al mirar al cielo, Dan quedo impactado. Era como si estuviera en una película del fin del mundo, varios rayos se movían por entre las nubes, unos relámpagos azulados, de un blanco cegador. Las nubes prácticamente negras oscurecían el ambiente y el viento tan poderoso movía los árboles tratando de arrancarlos y trayendo consigo un olor perturbador a agua. Se podían sentir algunas gotas de agua.
    Otro relámpago más. Dan sabía que eso los podría matar si no paraba pronto.
    -¡Tienes que hacer algo!- le gritó Seb, ya que el viento no solo se llevaba las hojas de los árboles, sino también el sonido de las voces.
    -¡Ya sé! ¡Pero no sé cómo! ¡Probablemente sea una invocación de relámpagos!- No había duda, se trataba de eso.
    Dan extendió las manos al cielo, sabía lo que tenía que hacer.
    -¡Tengo que quitar toda la carga eléctrica que hay en el cielo, así podré acabar con la invocación!- Seb lo miró con cara de preocupación.
    Dan apuntó con un dedo al cielo y luego cerró los ojos. Un relámpago cayó directamente hacia él. Él, simplemente apretó la mano, la cual se fue llenando de una bola de luz eléctrica, blanca con azul, la cual incrementaba de tamaño cada vez que caía más electricidad.
    Otros relámpagos le siguieron al primero, hasta que finalmente cesaron. Dan tenía una gran bola de electricidad en la mano.
    “Ahora acabemos con esa maldita invocación.” Dan alzó la mano con la que sostenía toda esa electricidad y la dirigió al punto azul que se encontraba en el cielo.
    Toda la carga eléctrica se dirigió al punto azul, el cual explotó con toda la potencia, un sonido ensordecedor sonó por toda el área. Algunos pequeños rayos salieron del punto azul.
    Al terminar Dan cayó de rodillas. El cielo comenzaba a despejarse.
    -¡Wow, fue impresionante!- la voz reconfortante de Seb, hizo que Dan lo volteara a ver.
    -Gracias.- Dan se paró y dirigió su vista hacia el campo de fútbol, las llamas habían desaparecido, pero el suelo quemado seguía ahí. Dan se dirigió a donde los rayos habían impactado.
    “Toda invocación deja marca.”
    -¿A dónde vas ahora?- preguntó Seb preocupado.
    -Perdón por no haberte dicho, pero esto es una invocación, y si no me equivoco fue por la misma persona que hizo el incendio.-
    Seb se quedó paralizado al oír esas palabras. Aquel incendio que casi le quita la vida.
    -Hoy durante un descanso fui al salón de física y descubrí algo, si no me equivoco, esta vez descubriré quién creo estos desastres, solo tengo que ver cómo está la quemada y…-la voz de Dan se calló súbitamente.
    -¿Qué es lo que pasa? ¿Hay algo malo?- Seb se detuvo de pronto al volver a escuchar la voz de Dan.
    -No esperaba esto… ¿a qué está jugando?- Seb confundido preguntó.
    -¿Qué? ¿Quién?- Seb se paró repentinamente al ver lo que Dan miraba atentamente.
    “Enseñar a humanos, decepción de semi-demonios”
    Aquel era el mensaje que se encontraba en el suelo quemado de la cancha de fútbol.
    -¿Qué significa esto?- Seb preguntaba viendo aquel mensaje.
    -No lo sé, pero lo que si sé, es que el responsable de esto, es otro semi-demonio.- Dan veía atentamente el suelo, cuando una presencia lo perturbó.
    Al mirar de reojo, los ojos de Dan no podían creer lo que veía.
    Ese traje blanco, sus pantalones, zapatos, gabardina, todo de color blanco. Aquello solo podía significar una cosa, habría problemas.
    -Te he atrapado con las manos en la masa…- la voz juvenil de aquel semi-dios impactó a Dan como un hielo en la espalda.
    -¿Quién eres tú? ¿Y qué haces por aquí?- Dan reconocía esas blancas vestimentas, esas vestimentas las cuales habían estado manchadas de sangre la última vez que las vio.
    -Yo, yo soy el semi-dios que aplicará justicia en este lugar. Soy un miembro de la ESC encargado de eliminar a cualquier individuo que trate de destruir la paz del mundo. Mi nombre es Allan, semi-dios encargado de eliminarte.- al oír esas palabras Dan sabía que no podría arreglar los asuntos con solo hablar.
    -¿Qué rayos es la ESC? ¿Y quién diablos es este tipo? ¿Acaso es un semi-dios de verdad?- la voz impaciente y preocupada de Seb se dirigió sigilosamente a los oídos de Dan.
    -Seb, él es un verdadero semi-dios, y al parecer uno poderoso. Y la ESC significa Escuadrones Superiores de Combate, y es la organización encargada de hacer la “paz y justicia” de los semi-dioses. También es la responsable de todas las muertes de semi-demonios.- Dan miró a Allan, quien se encontraba a un costado del gimnasio, justo donde había perdido la amistad de Sara.
    -Así que tú eres el semi-demonio responsable de todo lo ocurrido. Y al parecer has involucrado humanos en tu camino a la perdición.- al decir esto Allan volteó a ver a Seb.
    -Seb, aléjate de esto. Yo me encargaré.- Seb miró a Dan con sorpresa.
    -Pero…- la voz de Seb fue interrumpida por la de Dan.
    -Apártate. No puedes hacer nada esta vez. Déjamelo a mí.- Seb sin más quejas fue alejándose poco a poco.
    -Humano, detente.- la voz de Allan se dirigió a Seb.
    -A él déjalo.-
    -Como quieras. Será a ti a quien castigue.-
    -Me atrevería a decir que yo no soy el responsable de estos actos de rebeldía, pero sé que no te haré entender.- la voz de Dan sonó por el lugar.
    -Si no eres tú, ¿quién entonces? No niegues la realidad.-
    -Esto es trabajo de otro semi-demonio, por lo que tus conclusiones son erróneas.-
    Allan un tanto sorprendido miró a Dan atentamente.
    -Pero…no puede ser, mis coordenadas tienen que ser correctas, el semi-demonio que está causando esto no puede ser nadie más que tú.- la voz dubitativa de Allan fue interrumpida por una voz gélida.
    -No, Allan. Te equivocas, él no es el semi-demonio que buscas.-
    Dan quedó atónito al oír aquella voz tan potente. No había sentido aquella presencia. Había quedado paralizado al oírla.
    -Q-que…- la voz de Allan temblaba de la impresión.
    “Esta presencia. ¿De quién se trata?” Dan finalmente localizó al sujeto que había hablado, aquella voz gélida, provenía del techo del gimnasio.
    Sentada, con sus piernas cruzadas, con su falda café y su gabardina recostando en el techo del gimnasio. Aquella mirada, tan penetrante, cubierta por ese antifaz, y su pelo castaño, liso, recién planchado, que volaba con el viento. Aquella imponente presencia solo podía ser de Gran D.
    -Has fallado Allan, él no es a quien buscas. Es solo un simple y debilucho semi-demonio.- Dan, al igual que Allan estaba paralizado, cómo tenía que reaccionar.
    -¿Quién maldita sea eres tú?- la voz asustada de Dan pudo salir de sus labios.
    -Semi-demonio impertinente. Yo soy Gran D, jefa y comandante del escuadrón 5 desde hace más de 2 años. Yo soy quien decidirá si te deja vivo…- la voz de Gran D fue interrumpida por la de Allan.
    -Pero, Gran D, no lo puedes matar solo porque sí. Él no ha hecho nada…- la mirada penetrante de Gran D se dirigió ahora a Allan.
    -Si vuelves a interrumpirme, me encargaré de que el muerto no solo sea él…- Allan inmediatamente cerró la boca.
    -Ahora, Dan, veré qué hago contigo…- Gran D dio un salto y bajó del techo del gimnasio, el cual se encontraba a unos 10 metros de altura. Cayendo elegantemente Gran D empezó a caminar hacia donde Dan se encontraba.
    “¿Cómo diablos sabe mi nombre?”
    Gran D se colocó enfrente de Dan, mirándolo directamente a los ojos.
    -Creo que te puedo matar, un semi-demonio menos no hace nada.- Gran D fue interrumpida por la voz de Allan.
    -¡No puede hacer eso! ¡Está abusando de su autoridad! No lo puede matar simplemente porque quiere, nosotros traemos justicia y paz, así no está logrando nada.- Gran D, un poco perturbada, volteó la cabeza para ver a Allan, quien estaba parado a metros detrás de ella.
    “Es mi oportunidad, atácala antes de que te mate.”
    Los puños de Dan se iluminaron de rojo, cargados de energía de fuego, lista para descargarse. El puño de Dan se dirigió directamente a la cara de Gran D, la cual se encontraba distraída.
    “¡No puede ser!”
    El puño de Dan fue interceptado por la palma de la mano de Gran D, quien absorbió toda la energía del puño de Dan, dejándolo descubierto esta vez.
    “¿Quién diablos es ella?”
    -Intentando atacar de espaldas. No eres más que un cobarde semi-demonio, un semi-demonio perdido entre su ira. ¡Me das asco!- la palma de Gran D se cerró en el puño de Dan, apretándolo con una fuerza sobrenatural.
    Dan no pudo contenerse y dio un grito de dolor.
    -Hay que respetar a sus superiores…- Gran D reaccionó justo antes de que Allan la alcanzase con sus puños electrizados. Ella, simplemente se movió hacia la izquierda para evitar el ataque del semi-dios.
    -Mi mismo subordinado intenta atacarme… Eres una deshonra.- Gran D apretó tanto el puño de Dan, que los huesos rompiéndose se oyeron por el aire. Otro grito de dolor fue oído por el campo.
    Al soltar el puño roto, Gran D dejó caer a Dan al suelo. Caminando unos pasos, Gran D se dirigió a donde Allan había caído en su intento de ataque.
    Allan rápidamente disparó unos relámpagos a Gran D, a una velocidad impresionante, pero los cuales fueron desviados por Gran D con facilidad.
    -No me conoces Allan, ningún ataque tuyo podrá hacerme siquiera un rasguño.-
    Allan con desesperación se paró y al dar una pisada, un bloque de tierra se elevó en donde Gran D se encontraba, listo para atacarle. El bloque fue hecho pedazos al acercarse a la semi-dios.
    -Ya te dije, nada servirá. Y ahora, tranquilízate, ya me he encargado de ese semi-demonio por ahora. Pero tú tienes muchas cosas que explicar.- Allan preocupado se abstuvo de atacar nuevamente y miró a Gran D con desafío.
    -Me has decepcionado. Pero esta vez no te castigaré, pero te advierto que la próxima vez que algo así suceda, yo misma seré tu verdugo. Ahora, como castigo, tendrás que encontrar al semi-demonio responsable de este caos, y esta vez sin involucrar a otros semi-demonios, aunque pudiste haber eliminado a éste.- Gran D volteó a mirar a Dan, quien yacía en el suelo.
    -Esto se acabó. Vámonos Allan.- Con una seña, Gran D le indicó a Allan que se marchara, él obedientemente la siguió. Con un viento los dos sujetos desaparecieron, dejando a Dan tirado, con un puño roto. Seb, quien había visto todo fue en auxilio de Dan.
    -No te preocupes, te ayudaré.- Seb ayudó a Dan a levantarse, pero en ese instante los ojos de Dan se cerraron, dejándolo inconsciente sobre aquel frío lugar, el lugar donde Gran D había vencido a Dan con una mano, el lugar donde los relámpagos cayeron, dejando aquel misterioso mensaje.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso