One-shot Hermosa nevada [BTOOOM! AU]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 14 Diciembre 2019.

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    Hygge

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    Escritora
    Título:
    Hermosa nevada [BTOOOM! AU]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2156
    Título: Hermosa nevada
    Fandom: BTOOOM!
    Personajes: Alexander Purchinov, Katrina Akaisa y Rachel Gardner.
    Summary: "Una vez más, Rachel los observó con una sonrisa en los labios, divertida y encandilada a partes iguales por lo particular que era su nueva familia. No supo cuánto tiempo pasó hasta que sintió un tacto húmedo hacerle cosquillas sobre sus mejillas, deslizándose lentamente sobre su piel. Se llevó una mano al rostro, confusa, entreabriendo ligeramente los labios. ¿Estaba... llorando?
    Notas: Hola estoy muy soft después de esto, ¿venís a haceros bolita conmigo? El Calabazo Yáahl








    Aquella fría mañana de invierno el hogar se encontraba sumergido en una apacible calma que contrastaba ciertamente con el enérgico ambiente que se respiraba a diario. El sol, oculto al otro lado del cristal por una densa capa gris, anunciaba la inminente llegada de una tormenta, invitando a permanecer en la calidez soporífera que irradiaba el interior de la vivienda.

    Katrina se deslizó cautelosa fuera de su habitación, atraída por el olor dulzón a chocolate recién hecho que provenía de la cocina. Su cabello, ligeramente revuelto, dejaba entrever ante el espejo del pasillo aquellas brillantes raíces doradas que tanto se esforzaba en tapar, pero que en aquella ocasión ignoró mientras revisaba el teléfono, adormilada. No se sorprendió al ver que Alexander ya se encontraba en la cocina, leyendo el periódico como era costumbre en él cada mañana mientras desayunaba, a pesar de encontrarse madrugando su único fin de semana libre.

    Decidió obviar aquella pregunta en su cabeza mientras se dedicaba a rebuscar en la despensa el bote de café, conteniendo un pequeño bostezo con el dorso de su mano libre. No descartaba el hecho de que tuviese problemas de sueño como ella, pero no era como si fuese a manifestar alguna clase de interés por aquella cuestión en voz alta. Así era como se trataban aquellos dos, después de todo: siempre manteniendo alguna clase de distancia entre ellos.

    —¿Qué haces despierta tan temprano, niña? —su gruesa voz acabó adueñándose del silencio que se había mantenido hasta entonces en aquella sala, llamando la atención de Katrina. El hombre no levantó la mirada del periódico en ningún instante, entretenido probablemente con la sección de crucigramas.

    —Lo mismo podría preguntarte a ti, grandulón.

    Alexander esbozó una pequeña pero genuina sonrisa, encontrándose con los orbes dispares de la joven devolviéndole la mirada desde la distancia, apoyada en la encimera de la cocina. Su relación con aquella mocosa era ciertamente extraña, siempre lo fue, pero no podía evitar pensar que sin sus discusiones, sus días se volverían mucho más aburridos que de costumbre.

    —Este viejo ya no tiene remedio, pero tú deberías dormir más —la escuchó bufar, pero ello no le detuvo a seguir hablando—. Luego salen unas ojeras horribles, y suficiente tienes ya con ese cabello teñido.

    Katrina se cruzó de brazos entonces, frunciendo el ceño desde su lugar como ya era habitual en ella. El sonido de la cafetera vertiendo el contenido en su vaso la alertó y tuvo que darle la espalda, mientras se dedicaba a llenar su taza con el café recién hecho. El viento al otro lado de la ventana aullaba y golpeaba el cristal con insistencia, incrementando sus ganas de permanecer el resto del día dentro de casa.

    —¿Qué tiene de malo mi cabello? —dijo entonces, con cierto dejo de molestia en la voz. Tomó con cuidado la taza con ambas manos y se giró hacia él, apoyándose en la encimera mientras soplaba con cuidado. A pesar de todo, podía respirar en aquel momento una paz que pocas veces había sentido en su vida. Refugiada del frío del exterior se sentía protegida, abrazada por una calidez extraña en ella—. ¿Y por qué debería importarme tu opinión en primer lugar?

    —¿Cuándo fue que empezaron a perderme el respeto en esta casa? —dejó escapar Alexander en un suspiro contenido, dándole un sorbo a su taza—. Tan solo mira esas raíces, mocosa. Es obvio que no puedes ocultarlas por demasiado tiempo, siempre querrán regresar a sus inicios —se recostó sobre el asiento, estirando sus piernas bajo la mesa con un ligero quejido antes de volver a clavar su mirada en ella. Katrina se removió en su lugar, sin quitarle la mirada de encima. Ocultando en aquel semblante lo expuesta que a veces se sentía ante aquella analítica mirada suya—. Es ciertamente simbólico, ¿no lo crees?

    Lo cierto es que quiso replicar, pero cuando entreabrió los labios con la intención de dejar la taza a un lado sus ojos se abrieron ligeramente, sorprendida por algo que sucedía al otro lado de la estancia. El hombre se volvió sobre el respaldo de la silla, buscando con la mirada el origen de aquel cambio en su expresión, pero solo encontró una ventana empañada por el frío y la humedad.

    —La ventana... Está nevando —dejó escapar en un susurro, conteniendo una ligera emoción que enterneció a Alexander en el fondo. Después de todo, detrás de toda esa rudeza solo era una niña.

    —Pensaba que la nieve te era indiferente —comentó entonces, volviendo su atención una vez más al periódico que tenía en frente. Había vivido en lugares tan fríos que la nieve era ya algo habitual para él.

    —No es por mí —replicó, procurando acabar el contenido de su taza con rapidez antes de dejarlo en el fregadero, dispuesta a volver sobre sus pasos—. Es por Rachel. Ella nunca ha visto nevar desde que vive con nosotros, me dijo que le hacía ilusión verlo alguna vez.

    Pero antes de darle la espalda y marcharse hacia la habitación de la menor escuchó una risa cristalina surgir de los labios del hombre, y se volvió hacia él con el ceño fruncido, buscando una explicación ante aquel gesto repentino. ¿Qué demonios le hacía tanta gracia ahora?

    —Me sorprendes, niña. Hasta que llegó esa chiquilla pensaba que solo sabías gruñir y mostrar los dientes —se levantó de su asiento con tranquilidad, doblando el periódico sin borrar su sonrisa—. Quién lo diría.

    No necesitó mirarla para saber que buscaría lanzarle el cojín más cercano, y que sus mejillas se habían coloreado de la vergüenza que le ocasionaron aquellas palabras. Sus años en el KGB fueron más que suficientes para esquivar un proyectil tan vago como lo fue ese. Comenzó a recoger la encimera con tranquilidad, escuchando las voces de las niñas en el piso de arriba, y pudo imaginar con enorme claridad cómo Katrina tan solo precisó de una sola palabra para sacar a esa dormilona de debajo de las sábanas.

    Los gritos y los pasos emocionados de ambas pronto llenaron la casa de vitalidad y el hombre confirmó sus sospechas: había encontrado al fin su verdadero hogar.


    ***


    El camino hacia la salida de la casa nunca se había vuelto tan interminable para la menor de la casa. Caminando a trompicones, con Katrina tapándole los ojos para aumentar la sorpresa del momento y Alexander siguiéndoles el paso con cierta pereza, formaban una estampa enternecedora de ver. Más de una vez tuvieron que detenerse para evitar caer objetos a su alrededor, o para reclamarle al mayor de los tres que acelerase el paso, para ver la nieve todos juntos.

    —¡Vamos Kat, abre la puerta!

    —¡No puedo abrirla si no dejas de moverte, Rach! —exclamó, sujetando con cuidado a la chiquilla que intentaba zafarse de su agarre para mirar por la ventana, mientras estiraba su mano hacia el pomo—. ¡Grandulón, mueve el culo y abre la puerta de una vez!

    —No me des órdenes, mocosa impertinente —se quejó, y a pesar de sus palabras su tono fue suave e incluso divertido, como quien se ha acostumbrado ya a aquella clase de respuestas.

    Abrió la puerta soltando un suspiro cansado, asegurándose de tapar la salida con su cuerpo para que nadie viese lo que se ocultaba al otro lado. Se hizo a un lado en el porche, sintiendo la brisa helada de la mañana calar sus huesos y metió las manos en los bolsillos, expectante. Cuando las manos de Katrina se apartaron con suavidad del rostro de Rachel, observó sus preciosos orbes brillar con intensidad ante la hermosa estampa que se formaba ante ella.

    Sus labios se movieron prácticamente solos, despidiendo una pequeña nube de vaho a su alrededor.

    —Mira, Rachel. La nieve también vino a darte la bienvenida a la familia.

    La joven abrió los ojos con suma emoción, apretando los labios como una niña pequeña el día de navidad. Clavada sobre el felpudo de la puerta, buscó la mirada de ambos con cierta inseguridad al principio, sin saber muy bien cómo proceder. Al recibir una sonrisa y un asentimiento de cabeza por parte de ambos dio un paso al frente; extendió una mano, su palma mirando hacia el cielo, y sintió el suave tacto de los copos de nieve sobre su piel, sacándole la risa más pura y cristalina que pudieron escuchar jamás.

    —¡Qué fresquita! —rió, echando a correr escaleras abajo, y comenzó a corretear sobre la nieve ante la mirada enternecida de ambos, que se mantuvieron en la entrada apartados de aquella escena. Rachel pronto se percató de ello y se giró hacia ambos, agitando su brazo en el aire con energía—. ¡Vamos, papá, Kat! Hagamos muñecos de nieve, y guerra de bolas y... y... —se detuvo un instante, dubitativa, colocando un dedo sobre su mentón—. ¿Qué más cosas se pueden hacer con nieve?

    —Un ángel de nieve, por ejemplo —aportó el mayor, cerrando su abrigo con cuidado. Pronto sintió la mirada de desaprobación de Katrina sobre su nuca, pero no pareció darle mayor importancia.

    —No le des esas ideas, acabará empapada —gruñó, volviendo la mirada hacia Rachel. Tan solo protegida por su pijama la humedad podría llegar a calar sus huesos demasiado rápido, y su salud era ciertamente frágil en aquella época del año.

    Por su parte Alexander se encogió de hombros, despreocupado. El mohín de la menor le era imposible de ignorar.

    —Deja que disfrute la chiquilla, los niños tienen que experimentar después de todo.

    Aquello fue el desencadenante de otra de sus ya frecuentes discusiones. Una vez más, Rachel los observó con una sonrisa en los labios, divertida y encandilada a partes iguales por lo particular que era su nueva familia. No supo cuánto tiempo pasó hasta que sintió un tacto húmedo hacerle cosquillas sobre sus mejillas, deslizándose lentamente sobre su piel. Se llevó una mano al rostro, confusa, entreabriendo ligeramente los labios.

    ¿Estaba... llorando?

    —Como Rach acabe enfermándose por tus ideas de mierda te juro que... —sus palabras murieron en su garganta al contemplar a la jovencita detenida sobre la nieve, mirándose las manos con extrañeza. Comenzó a caminar hacia ella, y su corazón se le arrugó en el pecho al ver cómo le devolvía la mirada, sus orbes azules bañados en lágrimas—. ¿Rach? Cariño, ¿estás bien?

    A pesar de sentir el suave tacto de las manos de la mayor sobre sus mejillas, limpiando los rastros de lágrimas con la atención y el cuidado de una madre, no pudo evitar asentir, con una brillante sonrisa de oreja a oreja que contrastaba ciertamente con el resto de su semblante.

    —Sí, Kat, estoy bien, tranquila —sorbió por la nariz, limpiando su rostro con la manga de su pijama. Notó cómo Alexander se acercaba, visiblemente preocupado, y solo pudo negar con la cabeza, sin saber muy bien qué decir. No tardó en sentir aquel molesto ardor en sus mejillas, avergonzada—. Es una tontería, pero es solo que... —detuvo sus palabras durante un instante, y su mirada ya no se enfocó en la nieve a su alrededor, si no en las dos personas que la miraban con suma atención—. ...nunca he visto una nevada tan hermosa como esta.

    Alexander sonrió, conmovido por sus palabras, y la rodeó entre sus brazos con todo el cariño que le profesaba. Katrina, quien estuvo dispuesta a hacer lo mismo, retrocedió un paso por inercia, sin saber cómo debía proceder realmente. ¿Debía esperar a que acabasen? ¿Estaría bien unirse? El hombre pronto lo notó y estiró uno de sus brazos hacia ella, tirando hacia sí hasta acunarlas entre sus brazos en un abrazo familiar que tanto necesitaban a veces, a pesar de no decirlo en voz alta. Un violento sonrojo recorrió su rostro y se ocultó entre los brazos de aquellos dos, sin poder contener la sonrisa de genuina ternura que se encontraba formándose en sus labios.

    Y a pesar de que ninguno de los dos podía verla desde su lugar, Rachel les observaba con una enorme felicidad en el rostro. Mucho mayor de lo que cualquier nevada podría llegar a formar. Cerró los ojos, rindiéndose ante la calidez de sus brazos, y dejó que las lágrimas se deslizasen libres por sus mejillas.

    Al fin había podido vivir su primera nevada junto a su nueva familia.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    ESTOY LLORANDO, AYUDA QUÉ ES ESTO NOOOOOOOOOOOOOOO

    Dios, leer esto me ha hecho bolita el corazón pero por una buena razón. La imagen mental de Rach correteando en la nieve, con Kat y Alex mirándola, sin siquiera atreverse a admitir en voz alta que le profesan el más puro de los afectos y que es eso lo que los une. Mira es que yo me muero, no sé.
    Creo que este fic me ha pegado más fuerte que otros porque idk me identifico con Rach tan fuertemente ahora que me quiero echar a llorar y hacerme bolita xDDD sé lo que es tener a alguien junto a ti, en determinado momento, y solo soltarte a llorar porque de alguna forma no puedes creer que por fin puedas estar allí con esa persona, en ese escenario y sentirte tan... ¿completa? Y no lloras de tristeza, en lo más mínimo, lloras porque tu corazón no sabe qué hacer con semejante alegría. Es la mierda más soft que puedas imaginar, sí.

    He disfrutado un montón este fic de la family ♥ verlos juntos, siendo lo que estaban destinados a ser, lo que fueron gracias a tu bebé, ay es hermoso de verdad.

    Muchas gracias por esto Andy ;o; me encantó.
    De hecho me dieron ganas de escribir un fic soft de Kat y Alex lol, a ver qué sale.
     
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    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    Dios, no.

    No de nuevo.

    Me ha gustado mucho el fic /u\ sin duda alguna la mecánica de amor-odio entre Kat y Alex sin importar qué es parte de los personajes, ese querer decir que se quieren mutuamente pero no hacerlo, la relación de Kat y Rachel como hermanas, la primera nevada de todos juntos.

    La primera nevada, el primer angelito de nieve de Rach, su inocencia al preguntar que mas puede hacer con nieve, Katrina queriendo sobre-protegerla para que no pesque un resfriado, Alexander en plan dejarla divertirse, es una escena hermosa para finalizar, todos juntos abrazándose y al grandote intentando ocultar la cara roja. La música de fondo que eliges como siempre es perfecta, se nota mucho el cariño por encontrar algo que vaya acorde a lo que querías mostrar.

    Yo digo que sí nos hagamos bolita todos.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Wenas, vengo a hacerme bolita con ustedes uwu

    No sé qué se me dio por leer esto, pero de repente sentí que nunca leí muchas de las cosas que escribieron sobre la family de btooom, y me dije vamo a darle una oportunidad casi un año después. Y omg, omg, omg. Qué es esto, es tan soft. Ashuda, mi corazoncito está lleno de calidez uwu

    Fue todo tan vívido, tan fácil de imaginar, y tan bonito. Lo primero que quiero decir es, gurl, la música. La fuckin música. Le quedó increíblemente bien y fue casi como ver la escena ante mis ojos. La silenciosa paz suspendida por la mañana, mientras Alex lee el periódico y Kat se prepara un café. Sus voces bajas y calmas, suspendidas sobre ese colchón de armonía, pese a que pretendan mantener las distancias, y que a veces puedan sonar ásperos. Pese a todo eso, es esa paz que está ahí, es casi palpable, y habla por sí sola. Dice sin palabras todo lo que significan el uno para el otro, y pone sobre la mesa lo más importante: aunque no se lleven exactamente de lujo, se dan tranquilidad. Juntos, pueden relajarse. Creo que esa es la mejor clase de amor.

    And so, luego la softness hecha persona aka Rach llega y me dio diabetes <3 Me morí de amor cuando Kat vio la nieve y lo primero que pensó fue en Rach, que siempre había querido ver nevar. Y me encantó también la forma en que retrataste el cambio de ambiente, cómo todo se tornó mucho más vivaz y brillante, gracias a la mera presencia de Rachel. La niña es ciertamente el pegamento que los mantiene unidos, y es tan bonito de imaginar lo mucho que se quieren. Y qué te digo, fue todo tan pinche soft. Rach correteando entre la nieve, invitándolos a jugar, luego llorando sin darse cuenta y ese abrazo final <3 Me muero muy muerta, porque son preciosos y pensar en el contexto del rol y cómo los tres supieron encontrarse y sanarse, al menos un poco, todas las heridas que acarreaban de sus pasados. Shoro, es hermoso ;-;

    Hermoso, hermoso fic, Liza. Realmente lo disfruté muchísimo <3
     
    Última edición: 4 Marzo 2020
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