Helena Kido: Comienzo en Kanto

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Mr Fey, 1 Julio 2008.

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    Mr Fey

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    Helena Kido: Comienzo en Kanto

    PRÓLOGO.

    — ¿Cuándo dejaras de observar el agua?, no saldrá ningún Poliwag de ahí—.

    — ¿Qué te hace pensar que espero que salga un pokémon?—. Aquella contestación no la esperaba. Entonces era cierto, No a todos les agradaban los Pokémon. Respiró profundamente, intentando inútilmente encontrar el valor que le faltaba. Se sentó en la orilla del lago junto a la joven, quien siguió mirando el agua, ignorando su presencia.

    — ¿Cuántos años tienes?— Indagó. Se golpeó la frente disimuladamente con la palma de su mano. ¿En que esta pensado?, seguramente pensaría que era un acosador, y saldría corriendo.

    — 15 años —. Se escuchó. Entonces se pudo permitir una mirada de sorpresa. Cualquier niña de aquel pueblo hubiese salido corriendo, pero ella no. Era Diferente.

    — Haces demasiadas preguntas—. Continuó. Él la escuchó atentamente, era la segunda vez, desde hace 2 horas, que ella hablaba. — No estoy esperando a que salga un pokémon, estoy esperando ver como un Pidgeotto se come un huevo al otro lado del lago —.

    Su vista se alzó en dirección a la que la chica mencionaba. Y abrió los ojos en sorpresa, al ver como el Pidgeotto, desde la punta de un árbol; observa los huevos con ansia. Debía hacer algo. Sin embargo, no se pudo mover. Y vio con tristeza, como el Pidgeotto bajaba en picada hasta llegar al nido, y picoteaba los huevos sin piedad, matando la vida dentro de ellos.

    — Es la ley de la naturaleza, sólo el más fuerte sobrevive. Los fuertes necesitan de los débiles para vivir r. Y los débiles…ellos sólo son simples perdedores.


    La observó pararse. En sus ojos azules no se veía algún rastro de lastima. ¿Acaso no sentía tristeza por la muerte de un pokémon que no tuvo oportunidad de nacer? Para que la juzgaba, si él no había hecho nada para salvar el nido. Pudo verla hasta que dobló en la esquina, donde desapareció. Se quedó sólo. Su vista viajó de nuevo hacia el otro lado del lago, y pudo comprobar con tristeza, como la pareja de butterfree`s lloraba ante su nido, sin poder hacer nada…

    . ♪.


    — Ya llegué—. Su voz era delicada, fría y decidida, una exquisita combinación a su parecer. No se extrañó cuando nadie le contestó. Aún no sabia el por qué saludaba, sin nunca le iban a contestar.

    El teléfono sonó al fondo de la sala. Suspiró con fastidio. Caminó entre sillones hasta llegar a la cocina, abrió el refrigerador y se sirvió un vaso con agua. El teléfono seguía timbrando. Seria fácil pasarle de largo, ignorar los molestos timbrazos, pero el simple hecho de pensar cuanto continuaría sonando, le hizo desechar aquella idea. Con el vaso de agua en las manos, se acercó a la mesa de la cocina, el teléfono seguía sonando desde su base. Lo tomó entre sus manos y oprimió el botón verde.

    — ¿Sí?— Contestó.

    — ¡Helena!, hasta que has contestado. Estaba preocupada por ti. ¿Por qué has tardado en responder?—. La voz preocupada de su Madre la hizo suspirar. A veces desearía que no se preocupara tanto por ella.

    — Me estaba bañando. — Una mentirita no daña a nadie. ¿Cierto?—. Por ello eh tardado en contestar. ¿Aún sigues en la tienda?—. Preguntó cambiando de tema.

    — Si, al parecer varios entrenadores han venido a comprar Pokéball´s. Vienen desde la región de Hoen, y dicen que aquí hay muchos Pokemon extraños, desean atraparlos todos. — Contestó.

    — Entonces, deberías atenderlos. Llegaré en 15 minutos—. Y colgó.

    No podía salir vestida con la misma ropa de la mañana, así que subió a su cuarto y sacó un pesquero de un gris claro y una blusa azul. No tardó ni cinco minutos en arreglarse. Apagó las luces de la casa, y salió.



    —Pueblo Paleta, un pueblo que poco cambia —.Susurró con molestia. Después de que Ash Ketchup ganara la Liga Hoen, Pueblo paleta había subido de prestigio, cada vez más niños quería llegar a ser como el campeón de su querido pueblo. Cada año salían 3 pèqueños para cumplir sus sueños, y cada año, fracasaban. Y aún así, seguían. Tratando de ganarse un lugar entre los mejores.


    Sus azulados ojos vieron con desden al chico que caminaba frente ella. Era el mismo idiota que había ido al río, y no dejaba de molestarla. Podía suponer que aquel muchacho tenía por lo menos 18 años. Los cabellos castaños todos revueltos, podían indicarle que era una persona hiperactiva, y sus ojos miel que buscaban desesperadamente algo, indicaban que no era muy cuidadoso.

    — Un perdedor—. Escupió con frialdad. El susodicho la escuchó, y giró sobre si para verla.

    — Eres la niña del Lago —. Dijo con una sonrisa en los labios — Mi nombre es Arturo, Arturo Yagami. Un gusto en conocerte —. Dijo extendiéndole la mano.

    — Helena Kido—. Dijo ignorando su mano extendida. Siguió caminando sin detenerse ni un momento, sabiendo que Yagami la seguía.

    Paró sus pasos frente a una tienda, era de tamaño normal en ella había un letrero “Kido Family”, sus mejillas adquirieron un tono rosado, aquel nombre nunca le agradó. Entró en el establecimiento, haciendo sonar la campanilla.


    — ¡Qué bien que has llegado, Helena!— Escuchó el grito chillón de una niña de no más de 9 años. Cabello y ojos negros. Quién la miraba con una gran sonrisa.



    — Se que no puedes vivir sin mi Yuri, pero supéralo—. Su tono arrogante molestó a su hermana, quien se fue a hablar con algunos entrenadores.

    Helena fijó su vista en cada uno de ellos, varios tenían a uno de sus Pokemon en el hombro, aquello le parecía estupido. Uno en especial, tenia un Mudkip, el Pokemon veía con emoción una de las cartas con dibujos, mientras su entrenador la miraba a ella.

    — ¿Se te ofrece algo?—. Preguntó con amabilidad, después de todo era cliente de su madre.

    — Dime, ¿Eres entrenadora?—

    — No, no soy entrenadora. Y no quiero serlo—. Le miró a los ojos. El niño pudo sentir como traspasaba su cuerpo.

    — ¿Qué deseas ser?— Preguntó un poco nervioso, así que para calmarse acarició la cabeza de su Mudkip.

    — No lo sé. Quizás una vendedora como mi madre. Y dime, ¿qué quieres?—. Ya tenían tiempo platicando, aunque no hayan hablado mucho. Para ella era demasiado.

    — ¡Oh, es verdad! Quiero una Malla Ball para mi Mudkip, el profesor Birch me dijo que dijo que su pokeball se había roto por accidente —. Le sonrió.

    — Bien, espera un momento—.

    Se adentró más en la tienda, apreciando por enésima vez todos los artículos Pokemon. A pesar de que era una tienda pequeña, tenía muchas cosas en ella. Llegó al estante donde estaban las Pokéball´s. Ahí había una Malla Ball.

    — Al parecer no ah llegado el cargamento—. Eso le extrañó, generalmente eran puntuales con la entrega. Se encaminó a donde estaba el niño, quien no se había movido de su lugar, de vez en cuando viendo algún otro artículo.

    — Aquí está. Son $500.00—. Le entregó la Malla Ball. El joven entrenador la observó ilusionado y metió en ella a su Mudkip.

    —Muchas gracias— Le sonrió entregándole el dinero— Me llamo Giovanni, perdón por no presentarme antes—. Contestó poniendo su Malla Ball en el cinturón.


    — Me llamo Helena. Bien puedes irte—. No era que ella lo estuviese corriendo, claro que no. Era simplemente que ya no quería verlo.


    — Es verdad, tengo que llegar al Centro Pokémon—Se despidió de ella agitando la mano, y salió de la tienda, haciendo sonar la campanilla.



    — Helena al parecer hubo un problema con el cargamento de Malla Ball que esperaba. Me acaban de llamar, mandaron el paquete a Ciudad Verde. ¿Puedes ir por el?— Preguntó su Madre, llegando a su lado.

    — Ciudad Verde está lejos, y no tengo ningún Pokemon—. Eran ciertas ambas cosas, pero ella no quería ir por el simple hecho de que deseaba escuchar música en su mp3 y estar recostada en su cama, viendo televisión. Algo que no pudo hacer en todo el día.

    — No te preocupes por ello, el profesor Oak me dijo que el te prestaba un Pokemon— Vio con odio la sonrisa que tenia su madre en los labios. No aceptaría un no por respuesta.

    — Bien, iré—.

    FIN DEL PRÓLOGO.

    PD: Ignoren el fic. La autora sólo creó este fic para matar su aburrimiento y poder dejar de ver tanto fic colectivo en el subforo de pokémon . El fic puede llegar a contener violencia en proximos capitulos. Ella no se hace responsable de paros cardiacos o si hiere la sensibilidad en las personas:o. Asi qué. IGNOREN EL FIC. Para que no salgan despues con que les dio un trauma por mi culpa:o
     
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    Re: Helena Kido: Comienzo en Kanto

    Voz de narrador: Llegando desde los confines mas exagerados y estupidos de CZ llega ¡¡Not-good-boy!!

    Hola
    Pues yo me meti por que tenia ganas de leer algo que no fuera shipping y que no fuera colectivo.
    En fin, me alero de que haya gente que conosi que aun se mete.
    Es si me meti y no ignore el fic pr que ¡Quiero violencia textual! ya estoy arto de tanto amor entre los usuarios
    Y tu no te hagas que si quisieras que lo ignoraramos no lo habrias pueto
    En fin, tu fic esta muy bien para ser un prologo, creeo que me va a gustar
    No tengo mucho que decir ademas de ¡Espero la violencia grafica!
    chau
    PD: La primera parte del fic podria apodarlo "Un dia normal en mi vida" asi me pasa todos los dias
     
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    Mr Fey

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    Re: Helena Kido: Comienzo en Kanto

    Ignoren el fic. La autora sólo creó este fic para matar su aburrimiento y poder dejar de ver tanto fic colectivo en el subforo de pokémon . El fic puede llegar a contener violencia en proximos capitulos. Ella no se hace responsable de paros cardiacos o si hiere la sensibilidad en las personas:o. Asi qué. IGNOREN EL FIC. Para que no salgan despues con que les dio un trauma por mi culpa:o


    Capítulo II.- Gabriel.

    Deseaba con toda su alma que un auto atropellase al Profesor Oak, puesto si no se hubiese ofrecido a prestarle un Pokemon, ella no tendría que ir a otra Ciudad.

    — ¿Qué se cree?, que tengo complejo de mensajera, ¿o qué?—. Bufó molesta, no había vuelta atrás. Si regresaba su Madre la regañaría y podía quitarle su adorado mp3 si quisiese. Y aquello no le agradaba, no se veía a si misma sin escuchar música por una semana.

    Tocó la puerta dos veces, esperando a que le abrieran. La puerta se entreabrió, saliendo una cabeza algo blanquecina por ella.

    — ¡Oh, pero si es la pequeña Helena! Pasa, pasa—. Le saludó Oak con una sonrisa en el rostro.

    Aquello le fastidiaba a Helena, la sonrisa más su instinto de amabilidad era demasiado. Entró observando todo a su alrededor, claro, disimuladamente, pues no quería que pensara que era una maleducada.

    — Bien, tu Madre me habló de lo del paquete, aquí hay tres pokeball. Elije una—.

    Era una mesa, tres pokeball en ella, una tenía una calcomanía o estampilla en forma de llama, la otra en una gota de agua y la ultima una hoja verde. ¿Qué más le daba?, el Pokemon era prestado.

    — Quiero esa—. Dijo, señalando una en específico.

    —Bien, aquí está—.

    Le entregó la pokeball. Helena ni siquiera intentó abrirla. No tenia caso, ella ya sabia que Pokemon había adentro.

    —Bien, el Pokemon que está adentro es… —.

    —Ya lo sé. —

    Le dijo desde la puerta, saliendo sin despedirse de él. Oak suspiró, esa chica era dura.

    — Profesor Oak, me enteré que Helena va a venir—. Era Arturo quien había hablado.

    — Ya ah venido—.

    Aquella respuesta entristeció al muchacho. Él quería verla, esa niña le había causado curiosidad. Tenía una actitud muy distinta a las jóvenes de su edad.


    RUTA 01

    Había salido de Pueblo Paleta hace unos minutos. Fue a su casa antes de salir del pueblo, no se iría sin su apreciado mp3. Su Madre no puso objeción alguna, después de todo, Helena llegaría a Ciudad Verde.

    — Dios mío, ¿Qué hecho yo para merecer esto?— Miró el cielo en busca de alguna respuesta. Una sonrisa sarcástica adornó su rostro. ¿Acaso Dios le iba a responder? Prendió su mp3 y se ajustó los audífonos en los oídos. Apretó el botón de volumen al máximo, alejándose de todo ruido que no fuese la voz del cantante.


    . ♪.


    — ¡Cyndaquil, usa ascuas!—.

    El Pokemon obedeció al instante, aspiró un poco de aire por su boca, llenando su estómago, y después disparó varias bolas de fuego. Las cuales impactaron directamente con el Pidgey, cayendo éste debilitado.

    —Bien, pokeball a él—. Lanzó una esfera de color rojizo que impactó con el pájaro. Parpadeó varias veces, se escuchó un sonido y dejó de moverse.

    —Tengo un Pidgey, mi primer Pokemon de la región de Kanto— Una sonrisa se formó en su rostro, sus ojos verdes brillaban. La emoción de haber capturado un Pokemon no cabía en él.

    — Cynda, cynda—.

    El joven entrenador volvió a ver a su Pokemon, al parecer trataba de decirle algo, su pequeña manita señalaba una dirección en particular. Vio en esa dirección. Era una niña. Al parecer de su misma edad, iba escuchando música. Pero pudo ver el cinturón de entrenador ajustando su pesquero.


    — Es una entrenadora Cyndaquil. ¡Estamos de suerte!, así mi Pidgey adquirirá más experiencia—.

    El Pokemon de fuego rió mirando a su entrenador, se colgó a su hombro y ambos se encaminaron en dirección a la entrenadora.





    . ♪.


    —Joder, me falta mucho para llegar. En dos horas más anochecerá—. Miró con odio a su reloj. ¿Por qué no podía ir más lento?

    Apresuró su paso. Si el reloj estaba en su contra, ella también estaría en contra de el. Comenzó a correr entre la hierba. Eso no era bueno, pero vamos ella tenia un Pokemon.

    — ¡Detente ahí!—.

    Le pareció escuchar un murmullo, algo así como una rata. Se encogió de hombros, seguramente era un estupido Rattata.

    — ¡Ascuas!—.

    Paró en seco, pequeñas llamas de fuego estaban frente a ella. Y detrás de estas había un Pokemon. Era un Cyndaquil. Pero era diferente, su lomo no era azulado, si no de un extraño color café. Apagó su mp3.

    — Que Pokemon tan raro—. Dijo algo asombrada. Bien, a ella no le interesaba ese Pokemon, así que pasó de él, siguiendo la ruta.

    — ¡Espera!—.

    Giró sobre si, un joven de su edad la miraba con enfado, sus ojos eran verdosos. Vestía un pantalón de mezclilla y una playera naranja. Lo observó como si de un bicho raro se tratara. ¡Su cabello era rojo!

    — ¿De dónde has salido Payaso?— Preguntó secamente.

    — ¡No soy ningún Payaso! Mi nombre es Gabriel. Y te reto a una batalla —. Estaba enfado, aquella niña le había dicho payaso. Y payaso era igual a perdedor. Eso no lo permitiría.

    —Lo siento. No, en realidad no lo siento. Pero tengo que llegar a Ciudad Verde, y no puedo perder el tiempo con un mediocre como tú—

    Helena siguió el camino de la ruta, se estaba atrasando mucho, todo por culpa de aquel niño. Aquello le molestó más a Gabriel. Pero decidió dejarlo.



    . ♪.


    Al fin podía ver el comienzo de Ciudad Verde. Gabriel iba tras ella, junto con su tonto Cyndaquil. Entró en el Centro Pokemon de la ciudad.

    — Enfermera Joy, de casualidad. ¿No le llegó un paquete?— Su voz era amable, muy diferente a la que uso con el entrenador.

    — ¡Oh, si! Esta en la tienda de al lado. Don Raúl, el dueño de la tienda me informó que le había llegado aquel paquete. — Le dijo con suavidad la Enfermera.

    — Gracias—. Respondió, saliendo del lugar.


    — ¿Podría curar a mi Pidgey?—

    Joy asintió. Tomando la pokeball que el niño le entregaba, se dirigió a la maquina y puso la esfera en su lugar. Pasaron los minutos, y el Pokémon estaba recuperado.


    — Ten, aquí está. Tu Pidgey está en perfecta salud. — Una sonrisa más. Siempre lo hacia.Quizás no sólo sonreía por felicidad, talvez era sólo por obligación.


    Gabriel salió del Centro Pokemon. Buscó con la mirada la tienda. Aquella chica a la que había retado estaba recibiendo un paquete de un señor.

    — Don Raúl, supongo—. Se dijo. Se acercó a pasos lentos hacia la tienda.

    — Cuídalas mucho, pero será mejor que continúes mañana. Ya anocheció—. La paternal voz del anciano penetró los oídos de Helena. Aceptó, después de todo no era conveniente viajar de noche.


    — ¡Entonces, luchemos!—

    Suspiró. Estaba segura que si rechazaba el reto. El imbecil de Gabriel no la dejaría dormir en toda la noche. Sin embargo, si aceptaba. Su hermana la molestaría el resto de su vida. Diciéndole que ella si quiere a los Pokemon, ya tenia suficiente con haber jugado aquel patetico juego de Game Boy.


    — Bien. ¡Luchemos!— Sonrió con sorna. Una broma a su hermana y no abriría la boca.
     
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    Mr Fey

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    Re: Helena Kido: Comienzo en Kanto

    [FONT=&quot]Capítulo III.- Duelo.[/FONT]

    [FONT=&quot]— Yo seré el Juez, hace mucho tiempo que no estoy presente en una batalla Pokemon—Comentó con voz cansada, pero sin dejar esa sonrisa amable en su cansado rostro. Se posicionó entre los dos entrenadores, a cinco pasos de distancia de ellos.[/FONT]

    — Cómo quiera— le dijo Helena. Se paró a una distancia prudente de su rival. Gabriel hizo lo mismo. Estaba emocionado.


    — Bien. Será una batalla uno a uno, sin limite de tiempo. ¡Comiencen!—.


    — ¡Adelante Pidgey!— Exclamó Gabriel. La pokeball se abrió en el aire, mostrando un pequeño pájaro, quién agitó un poco sus alas antes de decender al suelo.

    — Un pajarraco, por favor. Pensé que usuarias a tu Cyndaquil. Se ve más experimentado que tu tonto Pidgey— Helena tenía la ligera impresión de que hablaba sin pensar. Al menos, el haber jugado Pokémon azul, le seria de gran ayuda.

    — Sal Squirtle—. Lanzó la pokeball con desdén. Ésta tocó el suelo, abriéndose por completo. Un Pokémon en forma de tortuga apareció, era de un color azul cielo y con sus redondos ojos observaba todo a su alrededor con curiosidad.

    — El Profesor no te sacaba mucho de paseo—.

    El Pokemon viró en dirección a su nueva entrenadora. Tuvo un impulso de saltar a sus brazos pero al ver la mirada fría y aburrida que le dirigía desistió, así que mejor miró a su rival, un Pidgey.

    — Terminemos de una vez. ¡Squirtle, placaje!—

    El Pokémon obedeció al instante. Corriendo en dirección a su oponente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, impactó fuertemente contra el. Dejándolo herido.


    — ¡Eso no será suficiente para vencer a Pidgey!— Le dijo Gabriel, con suficiencia. — ¡Vamos Pidgey, no te dejes! ¡Usa, tornado!—.


    El ave se incorporó moviendo sus alas, hasta alzarse vuelo. Una vez en el aire, las agitó con violencia, formando dos grandes remolinos de aire, que se dirigían peligrosamente a donde estaba Squirtle.

    — ¡Squirtle, que esperas. Muévete!— Le gritó Helena, pero fue demasiado tarde, el tornado golpeó de lleno a la tortuga, mandándolo contra un árbol.


    — Levántate de una vez, ¡Usa burbuja!—


    De la boca de Squirtle comenzaron a salir varias burbujas, las cuales chocaron contra Pidgey, que no pudo hacer nada para esquivarlas. Cayó de nuevo al suelo, debido al daño.

    — Bien. ¡Squirtle, usa placaje y después burbuja a toda potencia!—

    El Pokémon asintió, acercándose lo más rápido que podía hacia Pidgey, que comenzaba a levantarse del suelo.

    — Pidgey ¡Vamos, vuela!— Gritaba preocupado Gabriel. El pokémon intento agitar sus alas, más su velocidad había bajado.

    Squirtle golpeó al ave, haciendo que ésta cayera de nuevo. Rápidamente se posicionó encima de Pidgey, pisando con sus dos patas, cada una de las alas del Pokémon, inmovilizándolo. El Pidgey podía sentir el dolor en sus preciadas alas, sabia que incluso se podrían romper. Inhaló todo el aire que pudo, acercó su rostro al del Pidgey y disparó millones de burbujas contra el. Terminando así, el combate.


    — ¡No! Pidgey. ¿Estás bien?— Le preguntó Gabriel, mientras lo sostenía en brazos. Pidgey movió la cabeza en señal de afirmación, pero podía sentir un dolor agudo llenar su cuerpo.

    — Has perdido, ahora déjame en paz—. Le espetó Helena. Le sonrió a Don Raúl y caminó de regreso al Centro Pokémon, Squirtle iba tras ella.


    Una vez dentro del establecimiento. Helena se acercó donde estaba la Enfermera Joy, junto a ella, había un Chansey que miraba curiosa a la recién llegada.


    — Por favor, cure a mi Squirtle— Dijo cargando a su pokémon y entregándoselo a la enfermera. — Espere— Sacó la pokeball de su cinturón y metió a Squirtle en ella.

    — Está bien, enseguida curo a tu Squirtle—


    Helena se sentó en una de las sillas del Centro Pokemon, observaba con detenimiento el paquete de Malla Ball. ¿Porqué no agarrar una?, se la merecía. Además su Squirtle estaría mejor en esa Ball.

    — ¿Pero qué estupideces estoy diciendo?, a mi no me interesa la estabilidad de ese pokémon—.

    Retiró su vista del paquete, para ver como Gabriel llegaba desesperado, rogándole a la Enfermera que curara a su patetico Pidgey.


    — Ha sido una gran pelea. Por cierto. ¿Cómo te llamas?— Le preguntó Gabriel, sentándose en una silla junto a ella.

    — Helena—.

    — Dime Helena, ¿Hace cuanto entrenas pokémon?— Preguntó curioso.

    —Nunca los eh entrando— Eso le sorprendió a Gabriel, puesto que para ser su primera vez, Helena había estado muy bien, por eso pensó que tenia más tiempo entrenando.

    — Yo no eh entrando mucho a mi Cyndaquil y mucho menos a Pidgey, son mis primeros pokémon, yo soy de Johto pero decidí comenzar en Kanto—.

    ¿Qué le importaba eso a ella? Se preguntó Helena, a ella no le interesaba la vida de ese chico en lo más mínimo. Así que optó por ignorarlo.

    — Sus pokémon están listos— Les dijo Joy llegando con las pokeball. Cada uno tomó su respectiva Ball.

    — Al parecer ustedes son entrenadores pokémon— Comentó la enfermera, Helena estaba a punto de contradecirla pero Joy la ignoró. — Este año la liga pokémon ha doblado el premio al campeón, ahora será de $ 1,000, 000.00— Les informó.

    Los ojos azules de Helena brillaron. Ese dinero no le caería nada mal. Podría construir un Centro Comercial, y luego recuperaría lo invertido. Una sonrisa nació en su rostro. Tal vez no seria tan malo hacer un pequeño viaje.

    — Enfermera, ¿Podría inscribirme en la Liga?— Le dijo Helena con una sonrisa inocente en su rostro, que al parecer de Gabriel, daba miedo.

    — Necesito tu Licencia de Entrenador y tu pokédex—. Le contestó.

    — Ella todavía nos los tiene— .Se burló Gabriel— pero yo si, aquí están— Le entregó su pokédex y su tarjeta de entregador.

    — Bien, al salir del Centro Pokémon, puedes pasar a recogerlas—. Y se fue de ahí, Chansey comenzaba a asfixiarse con tanto trabajo.


    Helena se acercó a uno de los teléfonos y marcó a su casa. Le dijo a su Madre que llegaría mañana, esta aceptó. Colgó e ignoró a Gabriel. Ya inventaria algo para no tenerse que ir con él.

    — ¡Nos vemos en la mañana!— le gritó este desde el comienzo de las escaleras, ella no lo escuchó y se dirigió a su habitación.

    FIN DEL CAPITULO

     
  5.  
    mauro versi

    mauro versi Guest

    Re: Helena Kido: Comienzo en Kanto

    Bonito fic, llama la atención la fuerte personalidad de la protagonista y lo poco que le gustan los pokemon. Yo también estoy un poco arto de ver fics colectivos en el subforo aunque que le vamos a hacer, es la moda.

    Con esto solo conseguiste aumentar mis ganas de seguir leyendo tu fic, ¿Tanta violencia contiene? Pues la espero impaciente. (Sí, soy de naturaleza curiosa.)
     
  6.  
    silvereagle

    silvereagle Entusiasta

    Leo
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    Pluma de
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    Re: Helena Kido: Comienzo en Kanto

    Violencia o no da lo mismo, mientras se pueda leer esta bien.
    Como dice mauro versi llama la atencion la actitud de la protagonista y solo que incluyas una muerte bien detallada, no veo en que puedas dañar al publico sensible.
     
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