El Origen de los Guardianes Hasta siempre (El origen de los Guardianes)

Dedicado cariñosamente a mi pequeña hermanita Liz/Zil Keldric, gracias por estar en mi vida, gracias, por tu cariño, por estar siempre allí, por recordarme tantas cosas y hacerme creer mas, espero que te guste, es una pelicula que a ambos nos agrado mucho, estos dos días fueron grandiosos, estoy seguro que ocurriran ciento mas.


Hasta siempre

— Jack, tengo miedo…- dijo aquella pequeña observando a su hermano.


El hielo crujía a su alrededor, sus ojos detonaban inseguridad, mientras con sus patines de hielo buscaba mantenerse de pie.


—No, no, todo estará bien, hablo en serio…- le dijo le muchacho de pelo castaño sonriendo.


—Ese es el problemas Jack, tu jamás hablas enserio…— le reprochó la pequeña.


El muchacho dudó un poco, presionó los labios y volteó hacía los lados nervioso, el hielo se hacía mas frágil.


Lo observaba fijamente.


— Será como un juego ¿esta bien?, saltemos…—dijo él.


— e-esta bien…—respondió tartamudeando la niña.


— Bien, aquí vamos, uno ¡uaaa! — fingió resbalar un poco mientras el hielo crujía— dos y ¡tres!, ahora tu, puedes hacerlo.


La observó y sonrió…


— Ya lo veo, en ese momento ocurrió ¿verdad? — dijo una voz omnipotente dentro de su cabeza.


Poco comenzó a volver en si, observando frente a él a un hombre anciano pero aun con bastante fortaleza, este le sonrió.


— Si, fue en ese, la ultima ocasión que la vi— suspiró el muchacho con cierta nostalgia.


— Ya lo veo…— murmuró mientras se acariciaba la larga barba — yo soy el padre tiempo, hermano del hombre de la luna, creo que no existiría ningún problema darte unos cuantos segundos mas…


El espíritu del invierno en su vida ni como humano ni guardián había escuchado algo más fantástico.
Su vida justo ahora era genial, era visto, reconocido, tenía buenos amigos, todos los días jugaba, pero desde que sus recuerdos volvieron se preguntó que había sido de ella, que tanto pudieran haber hecho, mentiría si dijera que no quería esta oportunidad.


— ¡Lo dices en serio! — pegó un salto—¿qué tengo que hacer?,¿debo buscar algo?, ¡Dime! — levitaba ansioso.


— Muchacho, muchacho, ¿te parece poco haber salvado al mundo?, te lo he dicho, es un regalo.


—¡Hazlo ya! —exclamaba Jack.


El hombre puso su mano frente a él, aparecieron un especie de manecillas del reloj, girando y un tictac de este resonando en su cabeza, una sensación similar a cuando caes de una montaña rusa surgió desde su estomago y luego no sintió nada. Comenzó a abrir los ojos y la vio frente a ella de nuevo, en un principio pensó que era una ilusión, pero cada cosa era tan real, el viento invernal, los arboles, cada sonido. Ella, su pequeña hermana tenía su pelo castaño y ojos grandes, esa pequeña carita asustada observándola, esperando que le dijera que hacer, que la salvara, había vuelto.


— Jack, tengo miedo…—le dijo.


Su voz, era justo como la recordaba. Había tanto que decirle y solo unos segundos, el hielo se rompía.


— Liz, pequeña…— le sonrió, ella lo miro un poco extrañada pero sonrió también— tal vez deba irme un tiempo, ¿sabes? —ella se entristeció sus ojos— quiero que estés bien, que aunque no estemos cerca sepas que yo estoy a tu lado, siempre te he cuidado y siempre lo haré, espero que crezcas y seas feliz, pues como lo sabes siempre he buscado tus sonrisas…— dio un suspiró y sonrió, sus ojos se habían cristalizado y su voz quebraba, pero sonrió de nuevo.


El hielo crujió de nuevo, estaba por caer.


— Mi deseo es estar siempre contigo hermanito…— algo en ella pareció entenderlo y de sus ojos salieron lagrimas.


— Te-te toca contar a ti, ven hacía mi…— le indicó y presionó su callado con fuerza. — Uno…


La pequeña avanzó y el hielo rechinó y ella lo miro a los ojos.


—Dos…también es mi deseo pequeña…sigue…— buscó sonreirle.


Ella tragó saliva y dio otro paso.


— No importa que pase, confía en mi, siempre estaremos juntos, te lo juro…— Sonrió— ¡Tres!


Diciendo esto jaló su pie con la curvatura del cayado de madera que tenía entre sus manos, la llevó hasta el hielo mas grueso y ocupó su lugar al impulsarla.


— Te amo hermanito.. — alcanzó a gritar.


El muchacho descendió entre el hielo, hacia el agua helada y perdió el conocimiento. De impulso volvió en si, estaba en el presente de nuevo.


— Al menos tuve tiempo de despedirme— suspiró— quisiera haber tenido mas tiempo de estar con ella.


El anciano le ofreció una sonrisa pasiva y puso su mano en el hombro. Yacían sobre un tejado y el cielo rebosaba de millones de estrellas.


— ¿Recuerdas lo que te dijo? — preguntó acercándose un poco.


— Dijo que desearía quedarse a mi lado siempre…— bajo la mirada Jack con un poco de nostalgia.


— Existe una leyenda, como la tuya, que cuenta que si quieres que un deseo se te cumpla se pides a una estrella fugaz, te lo preguntaré ¿alguna vez te has sentido completamente solo? — coestionó el padre tiempo.


Jack entendió al instante lo que ocurría y una alegría inmensa lo invadió en el justo momento que pasaba frente el una de esas estelas de luz, en ese momento, a su mente se detonaron tantos pero tantos recuerdos donde había estado allí. Aquella vez cuando intentó entrar a casa de Norte y después de ser echado por los Yetis observó recostado en el piso el firmamento, esa noche de nostalgia donde pensó dejarlo todo pues pensó que jamás creerían en él, esa ocasión donde deseaba mantener las fuerzas necesarias para tal vez hacer volver a Meme, cuando volaba a casa de Jeimy buscando rescatar la ultima esperanza del mundo del villano Pitch y en ese momento, también. Jack Frost lloró de felicidad, haciendo surgir de él una gran ventisca de nieve, voló lo mas alto en él cielo y gritó con todas sus fuerzas.


— ¡Hasta siempre hermanita, yo también te amo!


La estrella permaneció suspendida en el cielo un momento y tras una estela de luz se perdió en firmamento, escuchándose en el viento una suave risita. Aunque en ese momento partía el sabía que siempre estaría allí y eso lo hacía feliz, por siempre cumplirían su promesa.