Hamlet moderno

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Circe, 8 Mayo 2012.

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    Circe

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    Bueno, acá vengo a inaugurar esta nueva sección e.e Esta "obra" está basada en Hamlet y la hice por una tarea :3 Sin más, se las dejo. ¡Espero que les guste!

    “HAMLET MODERNO”
    DRAMATIS PERSONAE


    HAMLET, sucesor e hijastro de Claudio.
    CLAUDIO, cabecera de la mafia, jefe de la sociedad.
    POLONIO, mano derecha de Claudio.
    LAERTES, hijo de Polonio.
    HORACIO, jefe de policía.
    GERTRUDIS, esposa de Claudio y madre de Hamlet.
    OFELIA, hija de Polonio.
    SIRVIENTES.



    ARGENTINA 1970.

    ACTO PRIMERO
    –Buenos Aires. Oficina de una comisaría.
    (Entra Horacio y Claudio.)


    HORACIO. –La muerte no fue natural.

    CLAUDIO. –No hay otra explicación.

    HORACIO. –Aún. ¿Por qué no nos ahorramos las vueltas, el tiempo y las mentiras y me cuenta qué es lo que realmente pasó?

    CLAUDIO. –No sé nada, ya le dije todo.

    HORACIO. –Bien, la verdad saldrá a la luz de todas maneras. Vete. (Sale Claudio.)
    No confiesa, debo buscar otra fuente. Es una muerte demasiado misteriosa y oscura que solo puede ser por motivos personales. Debo averiguarlo. (Sale Horacio.)


    –Buenos Aires, una casa en Recoleta.
    (Polonio y Laertes discuten.)

    POLONIO. –No puedes dejar esta vida.

    LAERTES. –Si puedo y lo haré. Estoy harto de vivir obedeciendo órdenes, teniendo que matar sin sentido.

    POLONIO. – ¿Entonces para qué volviste?

    LAERTES. –Por el funeral, el casamiento y el ascenso de Claudio, no quiero enemistarme con el nuevo líder pero no soporto más esta vida. Adiós, padre. (Sale.)

    POLONIO. – ¡Laertes...! Debo hablar con Claudio e inventar alguna excusa, Laertes volverá aunque muera en el intento. (Sale Polonio.)


    –Recoleta, comedor de una mansión.
    (Claudio y Gertrudis cenando. Entra Polonio y Ofelia.)

    POLONIO. –Perdone la interrupción, jefe.

    CLAUDIO. – ¿Qué sucede?

    POLONIO. – Laertes se ha ido.

    CLAUDIO. – (Parándose.) ¿Por qué…?

    GERTRUDIS. – Calma, cariño.

    POLONIO. – (Temblando.) Quería hacerte un regalo, una sorpresa. Un conocido suyo es traficante de armas y pensaba regalarte algunas por su boda, señor.

    CLAUDIO. – (Relajándose.) Entonces no debiste decirme nada. (A Ofelia.) ¿Vienes a ver a Hamlet?

    OFELIA. – No, señor, hace meses que no nos vemos. Vengo a despedirme de él.

    GERTRUDIS. – ¿Por qué harías eso, querida?

    OFELIA. –Mi padre me lo ordenó.

    POLONIO. – (A Claudio.) No me malentienda, jefe. Es solo para llamar su atención y proteger la honra de mi familia. Además, últimamente Hamlet está actuando muy extraño, ¿no es así?

    GERTRUDIS. – (Suspirando.) Si, está así desde la muerte de su padre. (Entra Hamlet.) Hijo querido, justo estábamos hablando de ti y de lo triste que pareces.

    HAMLET. – Yo no sé parecer, señora. Aún no he olvidado a mi padre, yo sigo de luto. (Aparte.) No soy tan hipócrita, no me “parezco” a ustedes.

    CLAUDIO. – Hamlet, mi hijo, mi sucesor, haz como nosotros y…

    HAMLET. – (Aparte.) Prefiero sufrir mil años pudriéndome en una prisión a ser como ustedes.

    CLAUDIO. –…sobreponte a la muerte de tu padre. Es la ley de la naturaleza, todos fallecemos en algún momento.

    GERTRUDIS. – (A Hamlet.) Por favor, deja atrás el pasado y abraza el nuevo presente con nosotros, tu familia. Hazlo por mí, Hamlet.

    HAMLET. – Lo hare, madre, me quedaré con ustedes. (Sale Hamlet.)

    POLONIO. – Con su permiso, jefe, también nos retiramos.

    GERTRUDIS. – Esposo mío, espero que las desgracias queden atrás.

    CLAUDIO. – No te preocupes, mi reina. (Se besan y salen.)


    Comisaría de Buenos Aires.
    (Entran Horacio y Hamlet.)

    HORACIO. – Señor, a su padre lo asesinaron.

    HAMLET. – ¡¿Cómo?! Eso no es posible.

    HORACIO. –Lo envenenaron, no fue un ataque al corazón.

    HAMLET. – ¿Hay pruebas?

    HORACIO. – Quedaron residuos del veneno en el cuerpo. Además hay marcas inexplicables de violencia.

    HAMLET. – ¿Violencia?

    HORACIO. – Si, a tu padre lo golpearon antes de asesinarlo.

    HAMLET. – ¿Quién lo hizo? (Golpea con el puño la mesa.)

    HORACIO. –No lo sabemos, por eso te llamamos y dimos esta información confidencial.

    HAMLET. – ¿Qué puedo hacer? Haré lo que sea por mi padre.

    HORACIO. – ¿Quién tenía motivos para asesinarlo? ¿Enemigos, tal vez? ¿O quizás su heredero, el único realmente beneficiado?

    HAMLET. – No, nunca haría algo así, yo amaba y admiraba a mi padre. Además no estaba en el país cuando falleció y no tengo control sobre mi herencia.

    HORACIO. – ¿Quién lo hace?

    HAMLET. – Claudio. El es el jefe de todo ahora.

    HORACIO. – ¿Y tú madre?

    HAMLET. – Se casó con el infeliz.

    HORACIO. – Necesitamos pruebas para poder condenarlos. (Silencio.) Vete a descansar, la policía se encargará de todo. (Sale.)

    HAMLET. –Oh, padre, haz sido asesinado por una vil rata que consiguió por medio de traiciones y artimañas tu puesto y tu cama. Una serpiente engañosa, astuta que te envenenó a ti, su hermano, solo por ambición y lujuria. Tú que eras tan justo y generoso, tan valiente e inteligente, fuiste asesinado por la espalda. Y tú “madre” no tienes corazón. Tanto te colgabas de él, llenándolo de besos y palabras hermosas vacías de sentimiento. ¿Todas las mujeres son iguales? ¿Todas cambian sus sentimientos tan rápidamente? ¡Hubiera preferido no nacer a tener por madre a una ramera caza fortuna incestuosa! Debo vengar a mi padre, él se lo merece. Desde ahora ese será mi único objetivo. (Sale.)


    Mansión de Claudio, comedor.
    (Claudio, Gertrudis, Polonio y Ofelia cenando. Entra Hamlet.)

    HAMLET. – (Aparte.) Y ahora tomarán de su propio veneno, los dos morirán como los cobardes que son, de una manera sucia y deshonrosa manera: envenenados mientras comen, lo que se merecen. (A un sirviente.) Toma, sírvele este vino a los dueños dentro de unos minutos.

    GERTRUDIS. – ¡Hijo querido! Ven, vena con nosotros.

    HAMLET. –Claro, señora. (Aparte.) Tendré asientos en primera fila para su muerte.

    POLONIO. – ¿Cómo se siente, señor Hamlet?

    HAMLET. – Perfectamente a pesar del mal clima.

    POLONIO. – Tiene razón, señor, parece que va a llover.

    HAMLET. – En realidad está por salir el sol.

    POLONIO. – Todo el mundo lo ve. Mejoró el clima como usted dice.

    HAMLET. – ¿Cómo está mi estimada Ofelia?

    OFELIA. – Muy bien, señor, gracias por preguntar.

    HAMLET. – ¿Me permite sentarme a su lado?

    OFELIA. – Lo que usted desee, señor.

    HAMLET. – (Le susurra.) No deberías darle tanta libertad a un hombre que no te desea, ama o tiene intenciones de casarse contigo. Porque no tengo ningún sentimiento hacia ti.

    OFELIA. – Eso no era lo que pensaba, señor. Me hiciste creer otra cosa.

    HAMLET. – Pues te engaña, Ofelia. Todos los hombres somos unos mentirosos, traidores cobardes, con maldad oculta bajo la tierra a la espera de salir a la luz. Incluso los llamados buenos pueden ser asesinos, ladrones o violadores si las circunstancias los “obligan”. Ningún hombre puede ser bueno del todo, ni aunque lo intenten. Por eso, no confíes en los hombres, Ofelia.

    OFELIA. – ¿Y las mujeres?

    HAMLET. – Son aún peores. Lo cambiante de sus sentimientos es extremadamente peligroso. Un día pueden amar a un hombre y al otro día a otro con la misma intensidad.

    OFELIA. – ¿Eso es amar?

    HAMLET. – No puedo describir algo que no he sentido nunca pero no creo que lo sea. Ni los hombres ni las mujeres pueden amar realmente, solo a uno mismo. Por eso, vete a un convento. O suicídate.

    OFELIA. – ¿Suicidarme?

    HAMLET. – ¿De qué sirve soportar las penurias de la vida? Todo acaba para todos de la misma manera: con la muerte. ¿Para qué vivir si la fortuna no te sonríe y solo hay tristeza, tragedias y horror? ¿Tiene algún sentido existir así? No lo creo, la vida en si misma no tiene sentido.

    OFELIA. – Señor, está delirando.

    HAMLET. – Demasiados interrogantes para una mente tan tonta y vacía como la tuya. Mejor comamos. (Entra el sirviente con el vino envenenado.) (Aparte.) Al fin saldaré todas mis cuentas en este mundo y vengaré a mi padre. Disfrutaré viendo morir a esos traidores y luego podré descansar eternamente en paz. (A Claudio.) Con su permiso, señor, ya regreso. (Se esconde.) Desde lo seguro observaré como ocurre mi plan.

    CLAUDIO. – (Al sirviente.) No, no. Esta noche no tomaremos alcohol. Sírveles a nuestros invitados. (Les sirven.)

    POLONIO. – Muchas gracias, jefe. (Alza la copa.) Les deseo una prospera vida juntos. (Bebe.) Me siento un poco mal… discúlpenme, iré al baño.

    OFELIA. – Le debe haber caído mal el vino. (Toma de su copa.) Si, debe estar en mal estado, a mí también me dejó un gusto bastante amargo.

    GERTRUDIS. – No creo que sea nada…

    HAMLET. – (Aparte.) Ahora por mi cobardía al no matarlos de frente dos vidas acaban de perderse. (Sale de su escondite.) Polonio ha muerto.

    OFELIA. – ¿Qué…? (Cae.)

    GERTRUDIS. – ¡Se ha desmayado! ¡Llamen a un médico! (Salen todos menos Claudio.)

    CLAUDIO. – Hay algo que está podrido… esta muerte no puede haber sido solo un accidente. Alguien intentó envenenarme. (Entra Hamlet.) Todo esto es mi culpa, por asesinar a mi hermano. (Cae de rodillas.) ¡Oh, que crimen tan horrible! Me dominó el Demonio y me tentó con la ambición y la lujuria… no es culpa mía. ¿Podrá alguien perdonarme? Ni Dios, si es que existe, podría absolverme de todos mis pecados, no mientras conserve lo obtenido gracias al crimen: el poder, el dinero, a Gertrudis, a Hamlet… (Se para.) Basta. No tiene sentido que me lamente de algo que ya ocurrió ni que sienta lastima por mí. Mejor voy a ver que sucede. (Sale.)

    HAMLET. – Se merece un castigo, de eso no hay duda pero… ¿cuál? ¿Una muerte lenta y dolorosa o años sufriendo en prisión? ¿Quién soy yo para condenarlo o castigarlo? ¿Tengo derecho? No lo sé, pero de lo que estoy completamente seguro es que mi padre hubiera deseado que lo vengue, debo hacerlo para que por fin descanse en paz. (Sale.)

    ---

    Mas tarde subo el acto segundo. ¡Espero que les guste!
     
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    Me ha gustado la actualización de Hamlet con el mundo del contrabando mientras respetas el sentido original de la obra shakesperiana. Recibe mi enhorabuena por ello.

    En cierta forma esta obra, Romeo y Julieta y Macbeth son las que más facilidades se tiene para adaptar. Estaré mirando como sigue este guión ;)
     
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    Si¡ Yo también espero el segundo acto, ya me ´dió curiosidad :)
    Estuvo padre cuando Hamlet platica con Ofelia y le dice que los hombres son unos mentirosos, cobardes y todo lo demás y el le dice que las mujeres son bien cambiantes, estuvo medio chistozo y medio feo a la vez.
    Espero que continues pronto
     
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    Acá les dejo el final de esta pequeña adaptación, intenté que sea lo más fiel posible al libro ya que es una gran obra y no quería modificarla demasiado, espero que no me haya quedado tan mal. Sin más les dejo el acto segundo, espero que les guste :3

    ACTO SEGUNDO


    –Buenos Aires. Un hospital de Capital Federal.
    (Gertrudis llorando, Polonio y Ofelia tendidos, muertos. Entra Claudio.)


    CLAUDIO. – El vino estaba envenenado y fue servido por orden de Hamlet.

    GERTRUDIS. – ¿Estás insinuando que Hamlet los asesinó? No, no puede ser.

    CLAUDIO. – Está loco, eso es lo que ocurre. Probablemente quiso “asustar” a Polonio por alejar a Ofelia de él pero el resultado fue desastroso. Es peligroso.

    GERTRUDIS. – La policía lo meterá preso.

    CLAUDIO. – No. El culpable fue el sirviente, él irá a la cárcel. (Abraza a Gertrudis.) No llores, Hamlet se recuperará en el internado psiquiátrico, allí lo ayudarán. (Aparte.) Si sobrevive el viaje. (Se escuchan gritos de una pelea. Entra Laertes.)

    LAERTES. – ¡Asesinos! (Intenta pegar a Claudio. Un enfermero lo sujeta.) Tú, infame (señala a Claudio.) ¿cómo pudiste? Era tu siervo más fiel, ¿y así le pagas? No comeré, dormiré ni sentiré placer alguno hasta vengar a mi padre. Y tú (abraza a Ofelia.) mi pobre hermana, sufriste y pagaste pecados ajenos… ¡Oh, fortuna! ¿Qué hemos hecho para que nos des la espalda así? ¿Cómo te ofendimos para que nos castigues así? ¡Al diablo la lealtad! Nada me importa ya, ni en este mundo ni en el otro, solo vengar a mi masacrada familia.

    CLAUDIO. – ¡Calma, Laertes! No descargues tu ira en mí, yo no fui el asesino. Amaba a tu padre y sufro igual que tu, él era mi mano derecha.

    GERTRUDIS. – También esperábamos que tu dulce hermana y mi Hamlet se casasen y uniesen las familias… (Comienza a sollozar.)

    LAERTES. – ¿Entonces de quién es la culpa?

    CLAUDIO. – Espera. (A Gertrudis.) Ve a descansar, cariño, debo hablar con Laertes y ordenar el desastre que hay. (Sale Gertrudis.) Fue Hamlet.

    LAERTES. – ¿Hamlet? Pero… ¿cómo, por qué? No tiene sentido.

    CLAUDIO. – Estuviste un mes fuera, muchas cosas cambiaron. Hamlet se volvió loco ya que tu padre alejó a Ofelia de él, en un arranque de locura lo envenenó, junto a Ofelia por accidente.

    LAERTES. – Si eso es verdad, ¿por qué no está en la cárcel?

    CLAUDIO. – Quizás te parezca tonto pero mi amor a Gertrudis me imposibilita a hacerlo, ella vive a través de su hijo y no quiero causarle más tristezas. Además, una investigación policial podría revelar oscuros secretos, algo que no nos conviene que pase, ¿no es así?

    LAERTES. – Prefiero pudrirme en la cárcel antes que dejar libre y sin castigo al asesino de mi familia y felicidad.

    CLAUDIO. – Nadie te lo impedirá. Al contrario, te ayudaré, Hamlet es demasiado peligroso como para que esté suelto, ya encontraremos la forma de terminar con él. Vámonos. (Sale Claudio.)

    LAERTES. – Por ti, padre y por ti, Ofelia, volveré a esta miserable vida cruel, sanguinaria y vengativa. (Besa a los cadáveres en la cabeza.) A pesar de mis intentos de escapar de esta vida no puedo, siempre vuelve el pasado para aprisionarme y encadenarme. Solo con la muerte uno encuentra la verdadera libertad. (Sale.)


    –Mansión de Claudio.
    (Gertrudis y Hamlet discutiendo.)


    HAMLET. – No estoy loco, no necesito que me internen.

    GERTRUDIS. – Pero querido, es por tu bien…

    HAMLET. – Fue idea de Claudio, ¿no? Él lo inventó para librarse de mí.

    GERTRUDIS. – Solo por que te ama como si fueras su hijo.

    HAMLET. – ¡Mentiras! No puedo creer que en tan poco tiempo hayas olvidado a mi padre. ¿O es qué nunca lo amaste?

    GERTRUDIS. – ¡Hamlet! Respétame, por Dios.

    HAMLET. – ¿Respeto de qué? ¿De cómo cambiaste a mi padre y te casaste con su asesino? ¿O acaso tú participaste en el homicidio? Eres una asesina incestuosa traidora y mentirosa, no puedes amar, eres una ramera caza fortuna. (Le pega una cachetada y sale.)


    –Cementerio.
    (Laertes llorando sobre la tumba de Ofelia. Entra Hamlet.)


    LAERTES. – Hubiera preferido morir mil veces antes de que tú sufrieras un solo rasguño. Dios, ¿por qué ella? La única que había escapado de esta realidad violenta, la que podía llenar mi corazón de dulzura con una sola mirada, la que regalaba sonrisas y palabras de aliento a todos con tal de verlos felices. ¿Por qué, querida hermana, me has abandonado? (Golpea el suelo.) Desearía haberme ido contigo, estar juntos en la muerte.

    HAMLET. – A las palabras se las lleva el viento, Laertes. Tú hablas mucho acerca del “amor” que sentías por Ofelia pero la habías abandonado, tú la habías dejado sola. Todo el amor que supuestamente le profesas no llega ni a los talones del amor que yo verdaderamente siento por ella, tu amor de hermano no se compara con el mío, el cual es puro y sincero. Yo hubiera muerto por ella, yo me habría casado con ella y nosotros tendríamos que haber estado eternamente juntos. (Entran Claudio, Gertrudis y algunos sirvientes.)

    LAERTES. – Tú no tienes derecho a hablar. Por tu culpa Ofelia está muerta, ¡asesino!

    HAMLET. – ¡No la maté! Yo no hice nada.

    LAERTES. – Tú la envenenaste cruelmente. Nunca te importó, solo la usabas. Nunca la amaste.

    HAMLET. – ¡Mentira! (Se abalanza sobre Laertes. Pelean.)

    GERTRUDIS. – ¡Sepárenlos! (Los separan.)

    CLAUDIO. – (A Laertes.) Tranquilo, así solo ganarás cadena perpetua.

    GERTRUDIS. – (A Hamlet.) ¿Estás bien?

    HAMLET. – Si. (A Laertes.) Te reto a un duelo. Mañana a las doce te demostraré que no soy culpable.

    CLAUDIO. – Podrán saldar sus cuentas pendientes en un duelo de esgrima no letal mañana en mi casa bajo mi supervisión.

    HAMLET. – Que así sea. (Sale.)

    GERTRUDIS. – No puedo soportar más desgracias. Me iré. (Sale.)

    CLAUDIO. – Todo está por terminar. Eres mejor esgrimista pero, para asegurarnos de que muera “accidentalmente” podremos veneno en la punta, la cual no tendrá el seguro.

    LAERTES. – Antes del segundo asalto morirá.

    CLAUDIO. – Si… pero también colocaré ponzoña en una copa, en el calor de la contienda la beberá y morirá, de la misma forma que lo hizo tu familia. (Asiente y salen.)


    –Comisaria.
    (Entran Hamlet y Horacio.)


    HAMLET. – No tengo tiempo para juegos, tengo cosas que hacer.

    HORACIO. – Esto no es un juego, Hamlet, dos personas han muerto y estás implicado.

    HAMLET. – ¿Según quien?

    HORACIO. – El criado que sirvió el veneno por instrucciones tuyas.

    HAMLET. – Mira, eso no ocurrió y no tienes ninguna prueba, orden o razón para retenerme aquí. Debo irme, en unas horas tengo un duelo.

    HORACIO. – ¿Con quién?

    HAMLET. – Laertes, el hijo de Polonio.

    HORACIO. – Lo acompañaré, debo interrogarlo de todas formas.

    HAMLET. – Tengo un mal presentimiento. (Salen.)


    –Mansión de Claudio, en el patio.
    (Entran Claudio y Laertes.)


    CLAUDIO. – Si luego de la segunda ronda aun no lo tocas, le daremos el veneno. De una u otra forma Hamlet morirá hoy.

    LAERTES. – Entendido. (Entran Gertrudis, Hamlet, Horacio y sirvientes.)

    CLAUDIO. – Un apretón de manos, por las buenas intenciones de ambos. (Lo hacen.) Bien, ahora escojan sus floretes.

    HAMLET. – Este me gusta. (Recoge uno al azar.)

    LAERTES. – Prefiero el más liviano. (Lo agarra.)

    CLAUDIO. – (A un sirviente.) Luego del primer asalto alcánzale esta copa a Hamlet.

    HAMLET. – Empecemos. (Esgrimen.) ¡Un toque!

    LAERTES. – Es verdad, sigamos.

    CLAUDIO. – Esperen. (Al sirviente.) Llévale la copa.

    HAMLET. – Prefiero terminar primero. Déjala allí. (A Laertes.) Vamos. (Pelean.) ¡Segundo golpe!

    CLAUDIO. – Nuestro hijo ganará.

    GERTRUDIS. – Está demasiado sudado y cansado. (A Hamlet.) Ven hijo, sécate. Tu madre brinda por ti. (Toma la copa y bebe.)

    CLAUDIO. – (Aparte.) Demasiado tarde, bebió el veneno y morirá por mi culpa.

    LAERTES. – (A Claudio.) Ahora le daré, señor.

    CLAUDIO. – Eso espero.

    LAERTES. – (Aparte.) Aunque esto es contra mi conciencia y principios debo terminar.

    HAMLET. – Vamos, Laertes, tira en serio, deja de jugar.

    LAERTES. – Lo que diga, señor. (Esgrimen.) ¡Toma esa! (Laertes hiere a Hamlet, este lo desarma y golpea profundamente con la misma espada.)

    HORACIO. – ¡Sepárenlos!

    HAMLET. – No, hay que finalizar. (Siguen peleando. Gertrudis cae.)

    HORACIO. – ¡Atiendan a la señora! ¡Paren! (Separan a los contendientes.)

    SIRVIENTE. – Señores, sus heridas están sangrando.

    LAERTES. – (Aparte.) ¡Caigo por mi propia vileza!

    HAMLET. – ¿Qué le pasa a mi madre?

    CLAUDIO. – Se desmayó al ver la sangre.

    GERTRUDIS. – ¡No, no…! Mí querido Hamlet… La bebida… ¡Estoy envenenada! (Muere.)

    HAMLET. – ¡Traición!

    LAERTES. – Con razón lo dices, pues te estás muriendo y en el mundo no hay cura alguna. Tienes el arma homicida en tu propia mano, la punta está emponzoñada y por ello yo también muero. Tu madre también está envenenada. (Cae.) ¡Claudio tiene la culpa!

    HAMLET. – Asesino, toma tu propio veneno. (Lo hiere en el pecho.) Bebe, criminal, de tu propia infamia. (Lo obliga a beber de la copa.) Y ahora, gracias a tu vil plan cosechas tus malas hierbas, como castigo y mueres. (Claudio muere.)

    LAERTES. – Justa condena para el causante de esta masacre. ¡Hamlet perdonémonos! (Muere.)

    HAMLET. – Que el cielo te acoja, yo ya no tengo perdón. Te sigo a la otra vida, estoy muerto. (Cae.) Horacio, tu podrás explicar que ha pasado y por qué. Las desgracias vienen en cadena y la inicial fue el asesinato de mi padre, causada por Claudio. El resto lo resolverás luego. Disuelve la organización, ya no hay sucesor para esta sucia y violenta mafia pero dona los bienes, así al menos alguien saldrá beneficiado de todo esto… Me voy, Horacio, suerte. (Muere.)

    HORACIO. – (A un sirviente.) Llama un médico. Cuantas muertes se cobró la traición… por lo menos el orden ya fue restablecido, esto no volverá a ocurrir. (Salen todos. Se apagan las luces.)

    FIN.
     
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