Habitación de huéspedes

Tema en 'Planta Baja' iniciado por Gigi Blanche, 22 Febrero 2021.

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    Gigi Blanche

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    La única recámara que se encuentra en la planta baja. Su decoración es mucho más simple que en el resto de la mansión, aunque sigue poseyendo todas las comodidades que uno esperaría encontrar. Desde su ventanal se aprecia el inmenso parque de jazmines de la entrada.

    Por alguna razón, todos los artefactos lumínicos carecen de bombilla. Qué cosa extraña.


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    Reual Nathan Onyrian

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    De más estaba decir que quedé gratamente sorprendido al ver la decoración más austera y moderna en esta habitación. Teniendo en cuenta todo lo que estaba viendo en la casa, no me sorprendería que hubiera un arcón a los pies de la misma, en vez de un armario, y una armadura lustrada en una esquina. Aunque eso sí que hubiera sido genial. Las cosas que podría hacer con una armadura en esta fiesta. Cerré la puerta después de que la joven pasase, y luego, sacando los patines de mis talones, comencé a recorrer la habitación. Por suerte, el piso no era de madera. Hubieran quedado marcas de mi andar en caso de serlo.

    Me saqué la chistera, mientras le sonreía a mi compañera. Le limpié una mota de polvo invisible, totalmente sin sentido, ya que el sombrero estaba tan lustroso como para ver mi reflejo.

    — Muy bien, tenemos que pasar siete minutos en el cielo, según nuestra ama y señora botella. Aunque qué signifique estar en el cielo puede resultar de muchas cosas distintas para cada uno.

    Corrí con el bastón las livianas cortinas que se encontraban ocultando la ventana. Se podía divisar de allí la exuberante entrada a la mansión. Era un buen lugar para espiar a los recién llegados sin ser descubiertos. Fui hasta el armario, lo abrí, y me fijé que estuviera vacío.

    — Bueno, ¿qué quieres hacer? Podemos conversar, saltar sobre la cama, espiar a los invitados que se encuentren en el patio, tirarnos a dormir con el aire acondicionado, escondernos en el armario para asustar a los que vengan después —le dediqué una sonrisa amplia, mostrando los dientes.— Depende de ti.

    Mi sonrisa prontamente se borró, y mi expresión pasó a la de un rictus de dolor. Me agarré el estómago, encorvándome, como si estuviera sufriendo de un agonizante dolor de estómago. Me llevé una mano a la boca, y comencé a tener arcadas.

    — Creo que... el champán... tenía algo. Voy a... voy a...

    No aguanté más, y vomité... Vomité un mazo de cartas que rápidamente fui sacando de mi boca, o al menos, daba la ilusión de eso. Sujeté el mazo en una mano, sonriente, y me pasé una mano enguantada por la boca, simulando limpiar saliva que me hubiera quedado.

    Curvé el mazo y dos cartas salieron despedidas. Las cacé al vuelo con la otra mano, y comencé a pasarlas de un dedo a otro, dejándolas pegadas unos segundos en las yemas de mis dedos, para que se vieran que cartas eran. Un joker y una reina. Sonreí, las lancé al aire, y abrí el mazo como un abanico, atrapando ambas en el mismo. Lo volví a cerrar con una mano, golpeé ambas palmas, y el mazo desapareció.

    — Podemos jugar a las cartas, también si quieres. O hacer unos pequeños trucos de prestidigitación. No se me vienen mal.

    Salté, crucé mis piernas en el aire, y caí en esa posición sobre la cama, para luego apoyar el bastón sobre mis piernas, y la cabeza sobre una mano.

    >> Bueno, ¿qué eliges?

     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    Sonrió cuando vio la amplia habitación, no tenía nada de decoración similar al salón o al pasillo pero no le quitaba el hecho de que era bastante bonita, lo primero que hizo fue reír con suavidad cuando notó que el zorro en cuestión estaba moviéndose sobre ruedas, recordando aquellos anuncios de su infancia y que realmente la ayudaban a construir que aquel pelirrojo era todo un personaje en esa fiesta bastante peculiar en una forma muy agradable y nueva.

    —En efecto, puede resultar muchas cosas distintas para cada persona... —Cuando corrió las cortinas todo su interés se fue allí, apresurando su andar para disfrutar las vistas de la entrada una vez más con emoción, recordando aquel adorno que traía gracias a Morgan sacado del mismo lugar, tan solo cuando lo escuchó hablar de nuevo fue que se dio media vuelta, apoyándose en el marco de la ventana para verlo de manera más cómoda, algo bastante enternecida por las propuestas que le daba.

    —Me gusta la opción de saltar en la cama, tendré que quitarme los tacones para eso y quizás debas ayudarme a sostener el vestido —Alzó levemente su vestido al agarrarlo de los costados para enseñarle sus zapatos, soltando los pliegues de su vestido para empezar a caminar hacia él nuevamente —, y si nos escondemos pues... podemos encontrarnos una escena muy incómoda dentro de las probabilidades de los siete minutos...

    Si era diferente para cada quien, nada aseguraba que si saltaban del armario para asustar a alguien, no se encontraran interrumpiendo algo y causara más que un enojo en las siguientes "víctimas de la botella", estuvo a punto de agregar otra cosa hasta que ese cambio de expresión la asustó, llevándola a colocar su mano en la espalda en caso de que realmente tuviera que vomitar lo que bebió pero no, no hubo nada asqueroso.

    ...Solo cartas.

    —¿Cómo haces eso? ¡Eres el mago de este castillo! —Cubrió levemente sus labios con las palmas de sus manos para no delatar toda la sonrisa de emoción que tenía pintada y tratar de acallar aquellas risas de alivio y nerviosismo que le dio saber que realmente no estaba enfermo, lo siguió entonces hacia la cama, usándola de apoyo para poder retirarse los tacones y volver a tomar los pliegues de su vestido para subir cómodamente en la cama, sentandose frente a él.

    —También podemos jugar a las cartas, un mago bien podría enseñarme a jugar eso, ¿no? Soy toda tuya, fantastic Mr. Fox~
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Sonreí al notar como la muchacha se movía como una flecha hacia la ventana ahora descubierta. ¿Acaso era una pequeña chismosa, también con ganas de ver a los recién llegados? ¿O simplemente disfrutaba de las vistas? Al notar la flor de jazmín en su pelo, me decanté por lo segundo. Bueno, pero si actuaba bastante como una niña, a pesar de la vestimenta que llevaba. Obviamente era más joven que yo, pero tal vez teníamos solo un año de diferencia, año y medio como mucho. Edad problemática. Bueno, todas las edades eran problemáticas, en cierto sentido. Ya parecía un viejo.

    — Bueno, el vestido podría ser un problema si no llevas algún pantalón o calza debajo. Te lo recomiendo la próxima fiesta. Así vas a poder saltar en todas las camas que quieras —le dije, con una sonrisa.— Y esa también es la diversión de esconderse. No sabes que te puede tocar del otro lado. Aunque si ya pasan a asuntos mayores en solo siete minutos, la verdad que están más alzados de lo que creía.

    Solté una risotada. Luego del numerito de las cartas y las exclamaciones de la joven, hice una reverencia teatral, para luego sentarme en la cama. Cuando ella hizo lo propio, le dediqué una sonrisa divertida, mientras hacía distintas formas con las cartas, haciéndolas girar sobre el mismo mazo, o demás trucos de cardistry. Incluso hice que una saliera disparada del mazo, pasara por detrás de la muchacha, y la cacé justo al lado de su oreja. Le guiñé un ojo, mientras me ponía a mezclar el mazo de formas bastante innecesarias.

    — Puedo enseñarte un par de cosas, sí. Aunque no sé si lo que quieres es jugar a las cartas, o jugar CON las cartas. Son dos cosas totalmente diferentes, mi pequeño Azulejo. Y gracias por el apodo —mezclé una vez el mazo, pasándolas de una mano a la otra a una distancia considerable, y se lo tendí.— Bueno, vamos con algo simple, de fiestas para niños. Elige una carta, cualquiera.

    Cuando la joven lo hubiera hecho, le pedí que la devolviera al mazo, lo mezclé (de forma estrafalaria, obviamente), y saqué una carta del mazo.

    — ¿Es esta tu carta? —al notar su negativa, fingí una expresión compungida, y miré la carta que había sacado, una J de pica.

    Me encogí de hombros, y froté la carta contra las sábanas. Cuando levanté la mano, esta había desaparecido. Le mostré la palma a la muchacha, para que viera que no hubiera nada allí. Sonriendo, dejé el mazo a un costado, y sosteniendo aire entre los dedos de una mano, atravesé el círculo que esta formaba para hacer que una carta apareciera de la nada. Un cuatro de diamantes. Otra negativa. Mi rostro de confusión actuada volvió a aparecer, mientras resoplaba de manera dramática.

    — Eres difícil de leer, ¿eh? Tal vez es esa máscara, o que no conozco tu nombre. Los nombres tienen poder mágica, muchacha. Ten cuidado con eso —le mencioné, con tono místico, mientras me frotaba la barbilla, pensativo.

    Mis ojos se abrieron grandes, como si me hubiera dado cuenta de algo de improviso. Me golpeé la frente, como si fuera lo más obvio del mundo.

    — Pero claro, que tarado. Me olvidé buscar en el lugar más obvio. La tienes en tu mano.

    De hecho, allí estaba en la carta que había elegido. Se la pedí, y cuando la volví a tener en mi posesión, seguí mezclando el mazo.

    — Eso es trampa, ¿eh? No puedes quedarte con la carta en la mano. Me hace quedar mal —comenté, en tono jocoso, y le volví a extender el mazo.— Vamos, elige otra.

    Cuando hubo hecho su elección, el mazo volvió a ser mezclado. Las cartas fluían como agua en una cascada en mis manos, siendo tan maleables como plastilina. Me quedé un rato con dos mitades, una en cada mano, mientras hacía rebotar una carta entre un lado y el otro. Al final, volví a unir todo el mazo, y di vuelta la primera carta.

    — ¿Es esta tu carta? —un seis de tréboles. Otra negativa. Me mordí el labio inferior, la saqué del mazo y la agité. Como por arte de magia, el seis de tréboles se convirtió en un rey de corazones. La giré en mis dedos, para demostrar que no había otra carta abajo.— ¿Es esta, acaso?

    Ante otro divertido no, frustrado, dejé el mazo a un costado, y me saqué la chistera, rascándome el cabello naranja, simulando estar increíblemente concentrado. Posé mi mirada en el interior del sombrero, y sonreí de forma ladina.

    — Oh, claro. ¿Cómo puedo haberme olvidado de revisar allí? —metí la mano dentro de la chistera, y saqué la carta que la joven había elegido.— Creo que esta es tu carta.

    La hice girar en mis dedos, y en vez de la carta, apareció la flor de jazmín que tenía antes en el pelo.

    — Y creo que esto también es tuyo.

    Le sonreí, guiñándole un ojo, y deposité la flor de manera delicada en sus manos. Pude escuchar voces fuera de la puerta. Al parecer, el tiempo se nos había acabado. Suspiré, y me apeé de la cama. Le ofrecí mi mano a la muchacha, y en cuanto bajó, la hice dar una vuelta en el lugar, e hice una reverencia, para besar su mano luego.

    — Un placer haber compartido siete minutos en el cielo con una audiencia tan entusiasta y angelical. Espero que nos veamos luego, mi pequeño Azulejo.

    Abrí la puerta con el bastón, y le dejé el paso, sonriéndole. No había conseguido mucha información, pero al menos, me había divertido. Tal vez debería hacer menos bromas y más trucos de cartas. Nah. Mejor hacía los dos en igual cantidad.
     
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    Gigi Blanche

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    Choqué el cristal de la botella apenas adiviné las intenciones de Riamu y le di un largo trago, la cerveza corrió helada y amarga por mi garganta. Regresé los ojos a la chica y ensanché la sonrisa, oyendo su respuesta. Parecía buen material, la niña, funny and easygoing. ¿Quizás Alisha la conociera de algo? Vete a saber, su sonrisa del salón puede que sólo significara "diviértete, cabrón".

    Sí que sabíamos divertirnos, ¿eh?

    Éramos expertos en el campo.

    —Eh, veamos. —Arrojé la vista al techo, pensativo, y enterré la mano libre en el bolsillo del pantalón—. ¿Trabajas? Tienes pinta de... modelo. ¿Bailarina? Alguna de esas~

    Me estaba basando únicamente en su aspecto tan llamativo, la verdad, bien podía ser una idiota tan inútil como yo que sólo buscara resaltar en la multitud y ya. Como fuera, la clave de esos juegos no era atinar sino arrojar las opciones con plena seguridad.

    Cat lady? Por sobre los perros, seguro. Y vives... en el corazón de Tokyo. El penthouse o similar de algún rascacielos.

    No pasó mucho tiempo hasta que la primera dupla de víctimas abandonó la habitación. El pelirrojo me chocó, vete a saber si fue tan accidental como aparentaba, pero tampoco me importaba. Le concedí una sonrisa floja y le palmeé el hombro, despachándolo.

    —Nada, hombre. Nos vemos.

    ¿Que disfrutáramos los siete minutos en el cielo? Me había distraído momentáneamente con su retirada cuando advertí el tacto suave de Riamu en mi brazo. Bajé la mirada al mismo, detallé sus manos dentro de aquellos extraños guantes y estiré los labios en una sonrisa oscura.

    Oh, boy, you can count on it.

    La chica abrió la marcha y aproveché el momento para recorrerla de pies a cabeza, sin nada remotamente similar al decoro. Se detuvo, buscó mi mirada por sobre su hombro y comencé a avanzar a paso lento y relajado. ¿Qué hacían las luces apagadas? ¿En serio habían estado profanando la habitación aquellos dos? Cuando reparara en la falta de focos tendría que reprenderme. Pff, cómo no lo había pensado.

    Katty-chan también era una cabeza de Cerbero, ¿verdad?

    Al entrar a la habitación pasé junto a Riamu, ella había ocupado el espacio del marco de la puerta y tuve que girarme para ingresar de costado. Lo hice lento, sonriéndole adrede, y luego repasé la habitación con la vista. No había demasiado para ver y mi visión se adaptó rápidamente a la oscuridad. Fui donde la ventana y corrí las cortinas vaporosas con la punta de la botella, echando un vistazo afuera de pura manía. Eh~ ¿Esas no eran Emi-chan y el tanuki?

    Pero qué bonitas estaban~

    —¿Y bien? —encuesté, regresando la vista hacia Riamu. Le dediqué una sonrisa tranquila, casi inocente—. ¿Acerté alguna?
     
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    Amane

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    Seguí su movimiento al entrar por la puerta de reojo, con una ligera sonrisa divertida al captar la suya. Me dediqué a cerrar la puerta detrás de mí mientras el chico se dirigía hacia la ventana, dejándome caer hacia atrás para apoyarme en la misma una vez el 'clic' resonó por todo el cuarto.

    Mi vista no tardó mucho en acostumbrarse a la oscuridad y paseé la vista por la habitación con cierta curiosidad. Era un dormitorio normal, seguramente mucho más simple que las habitaciones principales, pero seguía viéndose acorde al nivel de vida de sus dueños. Eso de que faltasen las bombillas me hizo bastante gracia, la verdad, que anfitrión más pillín teníamos.

    Centré la mirada en el chico cuando llamó mi atención y le sonreí casi con la misma inocencia que él había adoptado, encogiéndome de hombros. Me separé de la puerta y avancé hasta la cama, con paso tranquilo, pasando los dedos por las sábanas de la misma en el proceso. Eh~ Eran de buena calidad.

    —A ver~ ¿Modelo? —solté, mirándolo con una ceja alzada y una carcajada divertida—. Sutil~ Aunque planeo dedicarme a algo relacionado con el baile, así que supongo que puedo dártela por válida.

    Me erguí entonces y levanté una mano, con todos los dedos bajados menos el meñique, después de dejar el botellín de cerveza sobre la mesilla de noche.

    >>No tengo mascotas, aunque si tuviese definitivamente sería un gato —alcé otro dedo, ensanchando un poquito más la sonrisa—. Y, efectivamente, vivo en el ático de un edificio bastante central —alcé el tercer dedo y abrí los ojos en un gesto de sorpresa claramente fingido—. Wow, pero sí te has marcado un pleno~

    Bajé el brazo y usé ambas manos para levantarme un poco el vestido, alzando después una pierna para apoyar la rodilla sobre el colchón de la cama. Me incliné hacia delante, llevando las manos hacia atrás, lo suficiente para que tuviese una mejor vista de... la parte superior del vestido.

    >>Supongo que te mereces un premio, ¿algo que quieras pedirme~?
     
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    Gigi Blanche

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    Aún tenía la atención dispersa en los jardines de afuera cuando noté cómo la luz del pasillo, cálida y trémula, se recortaba poco a poco hasta desaparecer. La oscuridad le fue ganando terreno encima de las cortinas, de la manga de mi saco, hasta tragársela de un bocado. Y el click. Sonreí.

    ¿No olía ni una pizca del peligro?

    Qué niña más imprudente.

    Comenzó a responderme y seguí sus movimientos en silencio, tranquilo. El rosado de sus ojos, incluso con el contraste de la máscara, lucía opaco allí dentro. Al parecer había acertado bastante, ¿eh? Y eso que nunca me había distinguido por ser el más listillo de la clase, pero sabía observar. Vete a saber cuándo lo descubrí, pero ya a estas alturas era un puto fact y lo utilizaba a mi antojo.

    Dejó el porrón en la mesa y yo le di un buen trago al mío. ¿Algo relacionado al baile? Venga, ¿no estaría entrenando para ser idol? Juro que me descojonaba, eh, ¿no estaría acaso escalando bastantes niveles sin darme cuenta? Qué honor~

    No había despegado los pies de mi posición junto a la ventana en ningún momento, recibiendo la luz tenue de la luna. Deslicé la vista sobre su silueta cuando clavó la rodilla al colchón y una sonrisa juguetona danzó en mis labios. ¿Qué era eso, sino una invitación abierta? Mi radar sí que funcionaba de maravilla, eh.

    Conque un premio.

    —Hmm —solté al aire, risueño, y comencé a caminar algo errante hasta la cama mientras me desabotonaba el saco; me dejé caer sin complicaciones, crucé las piernas y flexioné un brazo debajo de mi cabeza—. Es una oferta bastante generosa, Ri-chan, ¿no crees?

    Dejé la botellita justo sobre mi pecho, subía y bajaba al ritmo de mi respiración pausada y desde allí abajo le sonreí.

    —¿Te gustaría darme un par de opciones? —sugerí, mi voz descendió un par de notas y arrugué levemente la nariz al ampliar la sonrisa—. Digo, parece que te gusta bastante contar cosas. Three, perhaps?
     
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    Amane

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    Me erguí justo después de conseguir mi objetivo, que no era otro que incitarlo a mirarme de nuevo, y después fui yo la que deslizó la mirada por su cuerpo mientras se desabrochaba la chaqueta y caminaba hacia la cama. Observé el movimiento de la botella con una sornisa divertida, dejando escapar una risa baja al escuchar su respuesta.

    —¿Tres posibles premios? Vaya, qué afortunado vas a ser esta noche entonces~

    Me llevé el dedo índice a la comisura de los labios y alcé la vista al techo, en una expresión pensativa. Después de un par de segundos bajé la mirada hasta enfocarlo de nuevo y volví a sonreírle, con una pizca de orgullo al haber logrado pensar las opciones.

    Bajé finalmente la rodilla de la cama y le di la vuelta a la misma con toda la tranquilidad del mundo, hasta que llegué al otro lado, más cerca de dónde él se había tumbado. Me senté en el borde y extendí el brazo para quitarle el botellín del pecho, meneándolo un par de veces antes de darle un trago.

    >>Te ofrezco mi botellín de cerveza, que aun le queda bastante dentro, un par de caramelos que tengo escondidos o un beso —propuse, sin perder la sonrisa en ningún momento, y lo señalé con la botella—. ¿Qué te parece?

    Nadie dijo que tenían que ser equitativas, ¿verdad? Él sabría que prefería de todo eso, yo no lo iba a juzgar~
     
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    No le saqué la vista de encima ni un maldito segundo, mientras se pensaba las opciones, bajaba la rodilla, incluso cuando rodeó la cama con aquella calma. Se sentó al borde, bastante cerca, y le permití arrebatarme el porrón sin mayor complicación. Mi mano quedó descansando encima de mi pecho.

    Algo de cerveza, unos caramelos o un beso, ¿huh? Vaya, pero qué decisión tan complicada~

    Solté una risa floja, vibró en mi pecho y erguí el torso, utilizando ambos brazos como soporte tras mi espalda. Recorrí su silueta sutilmente con la mirada, así de cerca como estábamos, y me detuve en sus ojos antes de elegir.

    —Los caramelos, Ri-chan —susurré, llevando un brazo al frente para apenas tocar las puntas de su cabello con el dorso del dedo—. If you would be so kind~

    Me quedé allí, risueño, aguardando por que la chica se hiciera con los dulces que, si mis cálculos no fallaban, llevaría encima. Podía no parecerlo pero ese vestido tan bonito sí que tenía bolsillos, ¿verdad? Aguardé inmóvil, hasta convencerla, que bajara la guardia o lo que fuera. Aguardé hasta que sus ojos se corrieron de los míos y entonces me incliné, ajustando el rostro para estampar mis labios sobre los suyos. El primer movimiento la obligó a retroceder apenas, luego le permití recuperar la posición y anclé la mano en su nuca. La atraje con fuerza moderada, ladeé la cabeza y profundicé el beso. Su cabello de chicle me hacía cosquillas entre los dedos.

    I lied —susurré contra sus labios, en una breve pausa que me concedí para deslizar la mano de su nuca a la curvatura de su cuello—, sorry~

    Volví a afianzar la presión allí y la besé, instándola a separar aún más los labios para recorrer su boca.
     
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    Amane

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    Hice un pequeño mohín con los labios cuando escuché su respuesta, no porque me rechazase el beso si no porque... bueno, quería llevarse mis caramelos, bu~ Pero nada que hacerle, se lo había prometido, y yo cumplía con mi palabra. Por norma general, es decir.

    No necesitó insistir mucho, aparté la vista casi al instante de escuchar su respuesta, y sin darme cuenta, hice que consiguiese su objetivo sin ninguna complicación. No lo conocía lo suficiente como para predecir sus acciones, y como tal, me tomó completamente desprevenida notar como estampaba sus labios sobre los míos. Eso no me impidió corresponderle, claro, una vez logré recuperar mi posición y noté su mano anclándose en mi nuca.

    Me sonreí contra sus labios cuando se separó, ladeando ligeramente la cabeza hacia el lado donde había llevado su mano.

    —Que chico más malo~ —susurré, antes de recibir de nuevo sus labios.

    Separé los labios así como me estaba instando a hacer, permitiéndole hacer un poco lo que le viniese en gana durante un rato, hasta que me cansé y presioné la lengua para ser yo la que se colase en su boca. El agarre de la botella se aflojó y la misma cayó contra el suelo, pero lo cierto es que no le di ninguna clase de importancia al asunto. Levanté el brazo y apoyé la palma de la mano sobre su pecho, empujándolo hasta hacer que se volviese a tumbar sobre la cama, sin separarme de sus labios en ningún momento.

    Cuando me separé después de un rato, la otra mano apareció en escena también y, con una chispa divertida en los ojos, coloqué un caramelo azulado entre sus labios.

    >>Vaya, creo que he transformado tu mentira en verdad~
     
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    Por su actitud e insinuaciones generales ya me había hecho a la idea, realmente sin margen de error, de que Riamu no me rechazaría si me lanzaba de cabeza como el puto animal que era. Aquella seguridad tampoco le quitó sustancia a la cuestión, claro que no, si me correspondió de inmediato y no había nada de lo que quejarse.

    Venga, y apenas había alcanzado a beber algo~

    ¿Que era un chico malo? ¿Ya estábamos en la dirty talk y todo? Vamos, pero si la muñequita no iría a sorprenderme de verdad. Su comentario me arrancó una risa floja, bastante baja, y no tardamos nada en regresar a lo nuestro. Me dejó marcar el ritmo durante un rato hasta que invirtió los papeles y cedí, claro. Recibí su lengua separando los labios, tentándola primero con roces suaves, de nada. Presioné las yemas de los dedos en la piel de su cuello, arrastrándolos entre su cabello, y profundicé el beso. El sonido de la botella cayéndose al suelo me arrancó una risa que fue a morir contra sus labios. Ah, ah, eso iba a ser un desastre, le quedaba un montón todavía.

    So messy, Ri-chan~

    No me dio tiempo a mucho, sentí su mano instándome a tumbarme y mira, ¿cómo decir que no? Sabía que iba a seguir el movimiento pero de todas formas me aseguré de ello, afianzando mi agarre en su nuca para pegarla a mis labios. Cuando la suavidad del colchón me recibió por completo comencé a arrastrar la mano a lo largo de su espalda, invitándola a presionarse todo lo que quisiera~ Mi mano libre recorrió la piel desnuda de su brazo, eran roces sutiles y se mantuvieron en eso cuando la vi separarse. Abrí los ojos, detallé su silueta sobre mí y la sonrisa cagada regresó a mi rostro. Una chispa de diversión decoró mi mirada al adivinar sus intenciones.

    Al final sí que había logrado sorprenderme, ¿eh?

    Recibí el caramelo como un cachorrillo obediente y lo arrojé de lado a lado dentro de mi boca, su sabor se esparció sin demora. La mano de su espalda regresó al cabello de chicle, mis dedos empezaron a juguetear entre los mechones de forma distraída.

    —¿Menta? —susurré, trazando el contorno de su mandíbula con la yema del índice—. Good choice, darling~

    Mi dedo siguió su recorrido por la curvatura de su cuello, la línea de sus hombros, jugueteó por debajo de las clavículas y cuando se suponía que siguiera tentando a mi suerte sonreí, regresé la vista a sus ojos y estiré el cuello hasta atrapar sus labios al vuelo. Careció de la paciencia inicial, fue bastante intenso y de inmediato anclé la mano en su nuca, pegándola a mí con insistencia. La besé un buen rato, tanteando y acariciando su lengua, hasta que finalmente le pasé el caramelo. Me separé apenas lo suficiente para respirar y sonreí.

    —¿Qué dices? —susurré contra sus labios, ligeramente agitado—. ¿Está bueno?
     
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    Amane

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    Ni siquiera había hecho falta interactuar demasiado con el chico para hacerme una idea de su personalidad, así fuese superficial, y eso mismo era lo que me había permitido tomarme la libertad de empujarlo con la seguridad de que no pondría queja alguna. Por mi parte, tampoco tenía intenciones de darle una imagen diferente, así que me presioné sobre su cuerpo justamente como pretendía al deslizar la mano por mi espalda. Noté también como la piel del brazo se me erizaba inicialmente ante las caricias suaves de sus dedos y eso me sacó una sonrisa que se fue a perder en mitad del beso.

    Luego aceptó el caramelo sin más, comenzando a jugar con él en la boca, y seguí el movimiento como pude un par de segundos antes de levantar la vista hacia sus ojos de nuevo cuando me habló. Y así como él había vuelto a entretenerse jugando con mi cabello, yo dirigí los dedos que había dejado sobre sus labios a lo largo de la mejilla en un movimiento vago.

    —Gracias~ —murmuré, con un ligero deje de orgullo en mi tono de voz.

    Hombre, pocas cosas había que me gustasen más que las porquerías aquellas llenas de azúcar, ¿qué menos que saber elegir el mejor sabor de cada marca?

    Esperé pacientemente hasta ver qué objetivo tenía con las caricias que me estaba dejando por el cuello, aunque no podía mentir y decir que no me imaginaba un poco por dónde iban los tiros. Acerté, claramente, y no opuse ninguna resistencia cuando volvió a besarme y cuando, posteriormente, pasó el caramelo hacia mi boca. Lo saboreé durante un par de segundos, dedicándole una sonrisa de lo más inocentona después.

    >>De hecho, sabe mejor que nunca, qué curioso~ —susurré contra sus labios y ladeé un poco la cabeza—. No le habrás hecho nada extraño, ¿no?

    Tampoco esperé que me respondiese la verdad, la mano de la mejilla había acabado haciendo su propio viaje hasta que alcanzó su corbata y, cuando volví a buscar sus labios para besarlo de nuevo, acabé tirando de la prenda mientras me daba la vuelta, cambiando así nuestras posiciones.

    >>Siento haber tirado tu cerveza —solté, aun hablando en un murmullo, cuando volvimos a separarnos, e incluso acompañé las palabras con un ligero mohín de labios y una expresión que me hacía ver como que de verdad me sentía culpable por todo aquello.
     
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    Gigi Blanche

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    Me topé con esta versión and i wanna

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    No era ninguna luz en matemática, nunca lo había sido pero, así y todo, me hacía una idea de cuán bajas debían ser las probabilidades de toparse con una salida de mierda apenas iniciar la fiesta, sin anestesia y porque sí. Quizá sólo me estuviera adelantando a los hechos y Riamu fuera bastante más decente que las chicas que solía tratar, pero de momento no me pateaba ni un centro para alinearla en el banco de las niñas buenas. Prefería no indagar en los riesgos de hacer todo lo que estaba haciendo, los cuales, dicho sea de paso, escalaron exponencialmente en el preciso instante que me agarró la corbata.

    ¿Qué mierda era?

    ¿Realmente estaba dispuesta a llegar adonde sea?

    Joder, de casualidad sabía mi nombre.

    Y si a ella no le importaba, ¿cómo iba a importarme a mí?

    Acompañé el vaivén que realizó para cambiar las posiciones y estampé ambas palmas a los costados de su cabeza, detallando su expresión. Fue al ver aquella inocencia fingida que el puto cabrón que llevaba dormido se removió, dispuesto a tocarme los cojones.

    —Ri-chan —murmuré, fue precavido aunque también podría jurar que cargó consigo una chispa de amenaza. De advertencia—. ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?

    Me incliné lentamente, rocé su mejilla con la punta de la nariz y seguí bajando. Tracé su mandíbula, le eché mi aliento encima en el cuello y poco a poco acomodé las piernas para rodear las suyas, sobre el colchón. Sonreí, algo incrédulo, y me humedecí los labios antes de presionarlos en su piel. Fue un beso simple, lo prolongué un poco más de lo necesario y luego dejé otro, otro y otro, en un camino descendente. Me detuve cerca de su hombro, respiré y entreabrí la boca para besarla con mayor ahínco. Navegué su clavícula, una risa vibró en mi garganta y aproveché el escote del vestido para seguir bajando. Arrastré la lengua allí, en la piel expuesta entre sus pechos, y repetí el camino al subir.

    Me entretuve bastante en su cuello, los cables ya se me habían aflojado y básicamente lo devoré mientras arrastraba una mano sobre las sábanas hasta engancharla en su cintura. Le clavé los dedos en la piel, le propiné un par de mordiscos suaves y deslicé los labios por su mandíbula, cazando sus labios de nueva cuenta. Le eché una mayor cuota de peso encima, busqué su lengua y recorrí su boca como me dio la puta gana.

    A ver, a ver, que en cualquier momento venían a echarnos a patadas.

    Eh~ ¿Qué íbamos a hacer?
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 2
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    Amane

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    La canción: slowed
    nosotras: not very slowed
    (??

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    Ah, ¿pero si no sería hasta un amor de persona intentando avisarme de que me estaba metiendo en terreno peligroso o algo~? Logró hasta sacarme del papel de pobre chica inocente, provocándome una sonrisa de lo más divertida.

    No dije nada realmente y dejé que besase cada porción de piel que le apeteciese sin mayor problema. Seguí todos sus movimientos con la mirada entornada, intentando predecir en mi cabeza el camino que decidiría seguir y, no sé, dándome una medalla mental también al haber acertado el mismo.

    El reguero de besos en sí solo logró sacarme algún que otro suspiro suave, fue cuando decidió centrarse en mi cuello que consiguió que me removiese un poco sobre las sábanas. Busqué enredar los dedos en su cabello, por pura manía más que nada, y un par de gemidos fueron a perderse en mi garganta al estar mordiéndome los labios.

    Atajó de nueva cuenta mis labios y volví a aceptarlo sin más, sin la molestia del caramelo que hacía apenas un rato que se había desecho por completo en mi boca. Lo dejé hacer, y aunque noté que había echado más peso sobre mí, conseguí hacer la suficiente fuerza para erguirme y obligarlo a hacer lo mismo. Qué va, demasiado concentrado tenía que estar en comerme la boca como para que le importase, digo yo.

    La cosa es que volví a empujarlo hasta lograr tumbarlo de nuevo en la cama y pasé una pierna por encima de su cuerpo, clavando las rodillas a cada lado de su caderas. Apoyé ambas manos sobre su pecho y me removí hasta encontrar su entrepierna y rozarla en un vaivén que pretendió pasar por un movimiento accidental al acomodarme mejor.

    —¿Te parezco una estúpida que no sabe lo que hace, querido? —estaba algo agitada, no pretendía esconder ese hecho, pero logré sonar bastante decente aun así.

    Llevé una mano hacia su mejilla mientras me inclinaba de nuevo, el frío de los anillos tuvo que marcar un contraste interesante con la calidez de mis dedos, y ladeé la cabeza mientras volvía a hacerme con sus labios. Fue un beso mucho más lento, sin pararme a colar la lengua, y le sonreí cuando me separé a los segundos.

    >>Y si no lo supiese... ¿no te estarías aprovechando de mi pobre ignorancia? Qué feo~ —murmuré sobre sus labios, echándole el aliento encima justo después al dejar escapar una risa.

    Pero fui yo la que decidió aprovecharse.

    Deposité un primer beso sobre la mejilla que había dejado libre, uno que podía calificar hasta de casto, y seguí dejando un par por esa zona hasta alcanzar la comisura de sus labios, los propios labios, la mandíbula, la barbilla y la extensión de su cuello. Tuve que aflojar un poco el nudo de su corbata, para que la camisa me permitiese hacer un camino más largo, y cuando alcancé la base deslicé la lengua hacia arriba, hasta alcanzar de nuevo su barbilla.

    Busqué de nuevo su mirada en la oscuridad y le sonreí, sugerente.

    ¿Y ahora qué vas a hacer, guapo? Anda, sorpréndeme~
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 2
  15.  
    Gigi Blanche

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    Sus reacciones eran bastante decentes, no tenía pinta de andar conteniéndose así que... lo obvio, ¿no? Iba a tener que esforzarme un poquito más, al fin y al cabo no la conocía. No tenía idea qué mierdas le gustaban más que otras y así, además de que honestamente aún estábamos tan sobrios que daba pena. Bueno, si lo torcía podía ser hasta una buena señal.

    ¿Qué harás cuando presione los botones correctos, Ri-chan?

    Qué intriga~

    A cada pequeña decisión que tomaba iba prestándole atención a sus reacciones, y contuve la sonrisa al enfocar mis esfuerzos en su cuello y notar que se retorcía un poquito, arrugando las sábanas. Su mano fue a parar a mi cabello, sus gemidos suaves, casi inexistentes, se arrastraron hasta mis oídos y bueno, yo lo consideraría ya un buen punto de inicio.

    El caramelo ya había desaparecido de su boca y en esa estupidez me estaba distrayendo cuando noté que buscaba erguirse. Acompañé su movimiento rodeando su cintura con ambas manos sin mayor complicación, y se me escapó una carcajada breve tras rebotar sobre el colchón otra vez, con ella encima. Venga, pero si era una indecisa~ El movimiento tan repentino me había hecho quitarle las manos de encima, pero las regresé de inmediato a donde estaban y sonreí mientras ella se acomodaba. Un chispazo de oscuridad me alteró los circuitos cuando la jodida cabrona me rozó la entrepierna. Accidental mis cojones.

    La sonrisa no hizo más que ensancharse.

    ¿Tan temprano, Ri-chan? Venga, al menos déjame emborracharme un poco~

    —Nop, miss —resolví con un tono de voz hasta inocente, luego de que ella me preguntara si le parecía estúpida—. I would never~

    Acunó mi mejilla, la dejé hacer y pensé que sus anillos estaban jodidamente fríos. Regresó a mis labios sin demasiado interludio y mis manos, afianzadas en su cintura, se deslizaron lentamente hacia sus caderas. No pretendí modificar el ritmo del beso, me apegué a sus intenciones sin ningún tipo de queja. ¿Que podía estar aprovechándome de su ignorancia? Solté una risa a la par de la suya, relamiéndome los labios, y mis dedos presionaron con maña.

    —Eh~ Pobrecilla, Ri-chan, ha venido a dar con el hombre malo de la fiesta.

    Un poco imitó lo que yo había hecho recién, entrecerré los ojos cuando comenzó con el reguero de besos y solté el aire por la nariz, algo acumulado. Sus dedos en mi corbata me arrojaron chispazos aquí y allá, deslicé las manos a lo largo de sus muslos y tensé la mandíbula cuando la cabrona siguió bajando. Me lamió el cuello como, no lo sé, una jodida paleta, la corriente me recorrió la columna y arrastré la tela de su vestido hacia arriba. No logré mucho, enganchada bajo sus rodillas, pero de cualquier forma mis manos alcanzaron los costados de sus glúteos y clavé allí los dedos.

    Fijé mi atención en sus ojos oscurecidos apenas noté que se había alejado lo suficiente para ello, detallé su gesto y lo imité. Una risa ronca vibró en mi pecho y meneé lentamente la cabeza, instándola a bajar las caderas al mismo ritmo pausado.

    —A ver, cariño —murmuré, sin darle otra opción más que presionarse contra mi entrepierna—. Lo entendería si no lo hiciste, pero ¿has considerado siquiera nuestra situación?

    Volví a deslizar las manos, esta vez a sus glúteos de lleno, y alcé las caderas con un vaivén pronunciado porque me dio la puta gana. La sonrisa de mierda se ensanchó en mi rostro.

    —Quiero decir, ¿te va el exhibicionismo, preciosa? No lo sé, tampoco te juzgaría, yo personalmente lo prefiero... en otras situaciones.

    Regresé a sus muslos, me aferré a la tela del vestido con pronunciada maña y alcancé su espalda para aplastar también su pecho contra mí. Atrapé sus labios al vuelo, le di un beso rápido y me enterré en su cuello, anclando una mano del lado opuesto. De un momento al otro la tumbé en la cama por primera vez, fue un movimiento rápido y algo bruto. Estaba entre sus piernas y me hice con la falda del vestido para alzarla lo suficiente.

    —Y te recuerdo que este será el puto motel del pueblo —murmuré cerca de su oído, colando la mano para rozar la piel de sus muslos—. Kinda nasty.

    Se me escapó una risa baja, deslicé los labios por su mejilla hasta volver a colarme en su boca. A este punto ya era pura y jodida maña. Presioné mi lengua contra la suya, la puta bestia dormida se removió y le clavé los dedos en los muslos.

    —Así que, bonita, más te vale elegir ahora o callar para siempre, que el tiempo se nos agota~


    heyo im back missed me
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  16.  
    Amane

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    El chico me respondió a cada tontería que le tiré encima con una facilidad estúpida y solo por eso dejé que sus manos viajasen por mi cuerpo como le diese la gana. Si es que me había caído bien y todo, no sé~ Igual tampoco le facilité la misión de subirme la falda, si acaso clavé un poquito más las rodillas en el colchón para evitarlo, un poco porque sí.

    Se notaba que era un cabrón, eso sí, porque mucha palabrería de que no debíamos seguir pero su cuerpo solo seguía instándome a que quisiese seguir. El choque de su cadera me lanzó un chispazo a lo largo de toda la espalda, me pilló completamente desprevenida y lo cierto es que tenía que darle crédito por eso, y el mismo solo se acrecentó a lo largo de todo mi cuerpo cuando me hizo presionar el pecho contra él.

    Mal día para no lleva sujetador, me daba a mí.

    De todas formas, que volviese a besarme sirvió para que el suspiro que me salió se perdiese contra sus labios, aun cuando los siguientes no tuvieron la misma suerte, los que se me escaparon cuando volvió a hundirse en mi cuello. Una risa baja se me coló entre medias al sentir de nuevo el colchón contra mi espalda, en un movimiento brusco que a esas alturas ni me molestó, pero lo cierta era que ya no tenía muchas intenciones de oponerme a ello.

    Recibí su boca y dejé que se presionase dentro en lo que yo llevaba mis manos a su nuca, clavando los dedos casi con la misma maña que lo estaba haciendo él sobre mis muslos. Cuando se separó, también yo aflojé el agarre, y comencé a juguetear con los anillos ahí, a su espalda.

    Le mantuve la mirada durante unos segundos, con una chispa en los orbes que seguramente fuese difícil de definir, mientras controlaba mi respiración y ponía un poco en orden mis pensamientos. La verdad es que estaba empezando a pasármelo más que bien y me jodía tener que cortarlo, pero menos me apetecía que lo hiciesen dos estúpidos cuando estuviésemos en la parte más interesante así que nada~

    —Dame tu número —solté sin más, sonriéndole después con toda la normalidad del mundo, como si no hubiésemos estado a dos segundos de seguir comiéndonos como animales o algo—. Así te invito un día a mi casa, te enseño que al menos con eso no he mentido y, no sé, seguimos esto como las personas, sin límite de tiempo ni nada~


    Always missing you uwu

    ¿Cómo? ¿Que si ya me he montado toda la posible quedada de estos dos en mi cabeza? No, hombre, para nada (?)
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  17.  
    Gigi Blanche

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    Ahora que lo pensaba, ¿no le había hecho algo muy parecido a Emi-chan cuando me tocó la misma tan buena fortuna en la pequeña fiesta de la azotea? Tenía una especie de reloj interno o lo que fuera, contaba con la capacidad de relajar el culo si las circunstancias nos corrían pero así y todo, sin importar qué, seguía siendo un cabrón de cuidado. Mis advertencias no coincidían ni un poquito con las mierdas que mi cuerpo hacía, lo sabía y era, de hecho, la gracia de todo el asunto. ¿Por qué, exactamente? Vete a saber.

    La princesita punk no llevaba sujetador, lo había notado al hilo apenas la presioné contra mi torso. Una lástima, la verdad, pero al menos como dato de color me servía. Luego de haberla tumbado en la cama y recorrido su muslo, me sostuvo la mirada un rato antes de abrir la boca. Sonreí, encantado con la idea, y le quité la mano de encima únicamente para navegarla por su silueta, rozar el monte de sus pechos y afianzar mi peso en ambas palmas, a los costados de su cabeza.

    —¿Invitando muchachos a casa tan a la ligera, Ri-chan? —la molesté, risueño, y sin mayores complicaciones comencé a incorporarme—. Eh~ ¿Y si echo un vistazo dentro de la caja fuerte de tu papi?

    Me estiré un poco el traje aquí y allá, honestamente no me molesté en abotonar el saco o volver a ajustar la corbata. Agarré el botellín del escritorio y le di un largo trago, recostando las caderas en la mesa. La observé desde allí sin disimulo alguno, solté una risa nasal ligera y extendí la mano hacia ella.

    —Tu móvil, linda~
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1
  18.  
    Amane

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    Solté una carcajada de lo más liviana al escuchar su pregunta, encogiéndome de hombros sin más después. Prefería traer gente a casa que ir yo a ajenas, a decir verdad, y nunca había nadie con la suficiente autoridad para prohibírmelo. Estaba Nana, claro, y no le gustaba nada aquella tendencia mía pero... al final del día, no dejaba de ser una empleada y yo una niña un poco caprichosa que siempre acababa consiguiendo lo que quería.

    Estiré los brazos hacia arriba en lo que él se incorporaba, dándole todo el espacio que necesitase, y comencé a mover los dedos en el aire de manera distraída.

    —Uhm~ Pues buena suerte consiguiendo abrirla, ni yo he logrado descubrir la contraseña aún~ —respondí, claramente divertida.

    Además, ni que le fuese a quitar la vista de encima o algo~

    Recogí los dedos en un movimiento rápido y me incorporé casi a la misma velocidad, quedándome sentada en el borde de la cama. Me llevé las manos a la espalda y, tras rebuscar un poco, volví a llevármelas al frente con el móvil entre ellas. Lo desbloqueé y se lo extendí al chico, dejándolo sobre la palma de su mano.

    Saqué otro caramelo del bolsillo entonces y me lo llevé a la boca, echándome hacia atrás después con ambos brazos de apoyo sobre el colchón.

    >>Entonces, Joey... puedo llamarte Joey, ¿verdad? Bueno, voy a hacerlo igual. ¿Tú sabes si la tal Katrina esta suele organizar fiestas así siempre o realmente he sido afortunada de pillar esta?
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  19.  
    Gigi Blanche

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    Ensanché la sonrisa al oírla, meciendo suavemente el porrón de acá para allá. No tenía idea si hablaba en serio o sólo se había sumado a mi estupidez, pero en cualquier caso me valía para mantener la conversación.

    —Eh~ ¿Entonces quedamos para averiguarla? Puede llegar a ser divertido, oye, llevo pipa y sobretodo, y... uhm, ¿esta cosa? Ah, sí, un monóculo.

    Recibí su móvil con movimientos suaves y dejé el porrón de regreso en el escritorio, concediéndole una pequeña sonrisa antes de abocarme al aparato. Le agendé mi número bajo el nombre de Joey a secas y como era un idiota que nunca contenía sus impulsos, salí de esa aplicación y abrí la cámara. Apunté en dirección a la ventana, analizando la calidad de la misma, mientras Riamu se llevaba un nuevo caramelo a la boca.

    —¿Pero cuántos de esos tienes escondidos en ese vestido tan ligero?

    Recogí el porrón sólo para darle un trago, devolverlo y rodear la cama hasta alcanzar la ventana. Corrí suavemente una de las cortinas, enfocando el exterior y probando los diferentes ajustes. Me manejaba con bastante confianza, ¿eh? Atendí a la pregunta de Riamu desde ahí.

    —Digamos que tuviste suerte, sí, es la primera fiesta grande que organiza. Pero bueno, todo sea por festejar el cumpleaños de dos cabezas de Cerbero, ¿no? —Giré el rostro hacia ella, la repasé con la vista y sonreí, bien inocente—. Yo, incluido.

    Sabía que le estaba soltando la mierda cuando era nueva en la escuela y seguramente no tuviera ni puñetera idea de nosotros, pero me daba igual. Bajé el móvil, girando el resto del cuerpo en su dirección, y apoyé la espalda en la pared junto a la ventana para recoger la cortina con movimientos sedosos. La luz blanquecina del exterior fue reptando poco a poco dentro de la habitación, recortándose sobre el suelo, las sábanas y recién entonces, Riamu. Me detuve a mitad de su cuerpo y esbocé una sonrisa extraña, difícil de definir.

    Busqué sus ojos desde aquel espacio oscuro en el cual estaba recluido y alcé lentamente el móvil, apuntando en su dirección. No dije nada, sólo la esperé a que se acomodara.

    Porque iba a hacerlo, ¿verdad?

    Era ese tipo de chica.


    no era la idea pero el pendejo me susurró cosas y bueno *rueda*
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  20.  
    Amane

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    —Venga, lo intentamos pero solo si apareces con el monóculo y todo el rollo, Mr. Holmes~ —solté, sin poder ocultar la gracia de mi voz, y luego me encogí de hombros con una ligera carcajada, por lo de los dulces—. No sé, menos de lo que me gustaría~

    Lo que venía resumiendo en que ese era el último porque solo había podido echarme un par, pero bueno, siempre podría chismear la cocina y ver si podía robarle algo de azúcar a la anfitriona, ¿o no?

    Alcé una ceja cuando vi que el chico se quedaba con el móvil aun después de registrarse y seguí su movimiento con la mirada, teniendo que dejarme caer al final de nuevo sobre la cama para poder acabar el recorrido, así tuviese que verlo al revés.

    >>¿Cerbero? Oye, ¿cuánto me costaría que me dieses una clase ilustrativa de todos los líos que hay en esta academia~? —volví a reírme ante la ocurrencia y negué con la cabeza un par de veces—. ¿Es tu cumpleaños, cariño?

    La pregunta era estúpida de por sí porque era justamente lo que acababa de decir pero bueno, pura cortesía.

    Noté entonces la luz empezando a colarse por la habitación hasta alcanzar mi cuerpo y me di la vuelta para poder mirarlo mejor, captando sus intenciones casi al instante. Una sonrisa de la más pura y estúpida satisfacción se me plasmó en los labios y tardé aproximadamente un segundo en seguirle el rollo, porque había dado en la diana con una facilidad estúpida.

    Decidí seguir tumbada, bocabajo, coloqué una mano encima del brazo contrario, cerca del hombro, y apoyé la mejilla sobre la misma, dejando que el pelo se acomodase un poco como le viniese en gana sobre la sábana y mi propio rostro.

    Busqué su mirada, sin perder la sonrisa en ningún momento.

    >>Felicidades~

    Si no se entiende, tengo imagen de referencia y esta vez sin paint(?)
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 1

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