Habitación de dimensiones suficientes como para albergar a todos los estudiantes necesarios. Pueden ser de dos, tres y cuatro camas, ubicadas en literas blancas al igual que la pared de la habitación. En la pared de enfrente se encuentran los armarios correspondientes para cada jugador, y sus maletas se encuentran frente a la puerta correspondiente. Esta habitación pertenece a Momoko , Beatriz y Nisha .
Momoko Chiaki Rápidamente llegué a la Habitación A y comprobé que, efectivamente, había sido la primera en entrar, pues la habitación se encontraba aun impoluto y sin rastro de persona. Genial. Me acerqué a mi maleta y, sabiendo que no tenía demasiado tiempo, simplemente cogí lo más importante (mis juegos favoritos) y me dejé caer en la cama con la sábanas rojizas. Así, pude seguir la partida que antes había perdido mientras esperaba a que mis dos compañeras hicieran acto de presencia, o, en su defecto, llegase la hora de irme. Esperaba que no les molestase cederme aquella cama en la parte baja, no solía prestar atención al exterior cuando jugaba así que tener que subir unas escaleras como esas sería peligroso para alguien como yo.
Nisha Desrosiers. Pronto estuve frente a la puerta de la habitación A, entré despacio, sin hacer ruido como estaba acostumbrada a hacer, aunque un poco distraída quizás por el poco tiempo que faltaba para la hora que nos había indicado el director. Como esperaba, ya una de mis compañeras estaba ahí aunque parecía tan cómoda que no supe si hablarle o no. ¿Debía hacerlo? ¿Quería que lo hiciera? ¿Y si la molestaba? Estaba comenzando a pensar demasiado rápido y a alterarme por nada realmente. Tomé una de mis maletas, sin lograr deshacerme del aire distraído que traía conmigo, y la coloqué sobre la cama de sábanas verdes mientras la dedicaba una mirada furtiva a la chica que imaginé habría notado mi presencia desde que entré. Inhalé con algo de fuerza, lo que en vez de calmarme como quería me puso más nerviosa. Tenía que hacer algo, no quería que creyera que era una maleducada o una asocial, aunque quizás sí lo era. Aproveché el impulso que sentí, antes de que desaparciera, y me acerqué un poco a la cama que había elegido la chica. —¿Hola? —dije con un tono más bajo de lo que esperaba.
Beatriz “20 segundos de valentía te pueden cambiar la vida” Valentía… Era una palabra a la que le daba una gran importancia, pues en ella se concentraban mis deseos. La aspiración de que fuera una parte de mí y me ayudara a dejar de temblar con cada presencia nueva que me dirigía la palabra. Porque para vencer a la soledad hay que tener el coraje de abrir tu corazón a otro. Conocer personas me daba miedo por eso mismo, porque no sabía qué podían llegar a hacer con mis miedos, mis deseos y mis sentimientos, cosas demasiado valiosas para mí que no quería que se rompieran en manos de los demás... Con Jack acaba de comprobar que… que no era tan malo darme a conocer. Que las manos de los otros también podían cuidar lo que atesoraba dentro de mí. Él sabía que era la primera vez que hacía algo lejos de mi familia, que me gustaban los RPG y las cosas calientes y dulces. No había sido malo entregarle esas pequeñas porciones de mí… Si no al contrario, ¿tal vez? ¡D-Daría lo mejor con mis compañeras de cuarto! Jack había propuesto que se las presentara en el patio y… y a él tampoco quería decepcionarlo. Me detuve frente a la puerta de la Habitación A. Noté un pequeño espacio entre la misma y el umbral, señal de que otra persona la había atravesado. Mi pulso se aceleró. Mi respiración se volvió irregular… Debía ser valiente... Empujé con suavidad e ingresé al cuarto sin apenas hacer ruido… Lo primero que noté fue a una chica de pie. Estaba de espaldas a mí, cerca de una de las camas, por lo que, en lugar del rostro, sólo fui capaz de vislumbrar su largo cabello ondulado. Me acerqué lentamente, sintiéndome extraña ante su presencia. Ya que… Ya que ese color de cabello, castaño grisáceo, me resultaba familiar, pero no podía determinar de dónde. —¿Hola? Me detuve en seco. ¡¿Có-cómo sabía que estaba si se encontraba dándome la espalda? Porque estaba segura de que me había saludado… ¡Pa-parecía la escena de una película de suspenso! Tragué saliva, sintiendo nuevamente mi corazón galopante. ¿Qué debía hacer ahora? “Cuando estés con tus compañeras de cuarto, inhala y exhala para tranquilizarte, y cuenta 20 segundos. Luego, saluda. Simple como eso. Si pasaron los 20 segundos y todavía no te animas, vuelve a contarlos.” ¡Eso era! Las palabras de Jack acudieron salvadoras a mi cabeza. S-sólo debía hacer eso de los veinte segundos y todo saldría bien, ¿tal vez? Así que, parada detrás de la chica de los cabellos castaños, apliqué el consejo que me habían legado… Sin darme cuenta del fallo en el que estaba cayendo: en lugar de inhalar y exhalar… aguanté la respiración.
Momoko Chiaki Mis dedos y mi vista se encontraba demasiado concentrados en el juego, sin embargo, sí me di cuenta cuando una de las chicas entró a la habitación. No me moví, pues necesitaba acabar esa partida, pero pensaba hacerlo en cuando acabase. Sabía que era necesario tener una buena relación con las personas con las que pasaría tanto tiempo. Por fortuna, ella misma se acercó a mi posición, justo a tiempo, debo decir, pues en la pantalla ya se mostraba el mensaje de "You win". Dejé la consola en la cama, a mi lado, mientras giraba la cabeza hacia la chica. —Buenas noches —respondí, con una sonrisa amistosa. En ese instante, decidí que era buena opción incorporarme y hacer un saludo más formal, así que me levanté de la cama y me decidí por hacer una reverencia a modo de saludo. Me percaté, entones, de que teníamos otra visita que también parecía estar pasándolo bastante mal pues se encontraba parada, mirándonos con algo de temor. Pude suponer que era alguien muy tímida, y si recordaba bien, de hecho, así era según lo que había visto en el tren. >>Buenas noches a ti también —dije, aun con ese tono de amabilidad que intentaba hacer las cosas más fáciles, y volví a hacer una reverencia—. Mi nombre es Momoko Chiaki, aunque podéis llamarme Momo. Es un placer, espero que nos llevemos bien —acabé diciendo, esta vez para las dos—. ¡Oh! Espero que no os importe que haya cogido esta cama, prefiero no estar arriba porque entonces tengo que dejar de jugar cada vez que use las escaleras... Posteriormente, me quedé de pie esperando una respuesta. Al menos quería saber quien era Beatriz y quien Nisha, para no confundir los nombres. Contenido oculto Bruno EVF Yáahl There you go my people
Nisha Desrosiers. Me sobresaltó levemente oír a alguien entrar mientras me dirigía a la chica que estaba en la cama, aunque no volteé a ver de quién se trataba hasta poco después. Ah, entonces esa era Momo y, por defecto, quien había entrado era... ¡La muchachita de abrigo rojo! Así que se llamaba Beatriz. —Buenas noches. El placer es mío, Momo —respondí dedicándole también una sonrisa y sintiéndome notablemente más relajada. Noté que nuestra otra compañera prácticamente se había detenido de repente poco después de cruzar la puerta, ¿la habría asustado escucharme hablar justo cuando entraba? Tal vez. No quería asustarla de nuevo, sobre todo porque parecía que estaba intentando calmarse, de alguna manera me identificaba con su timidez. >>Hola a ti también —dije mientras le sonreía de la misma manera que a Momo, luego me dirigí a ambas—. Me llamo Nisha. Yo no tengo problema con lo de la cama, puedes quedarte con ella, Momo —terminé por añadir luego de una breve pausa.
Beatriz Contuve aún más el aliento al notar que no nos encontrábamos solas en la habitación. Una segunda persona se incorporó desde la cama. Debido a que había quedado algo oculta tras el cuerpo de la chica de los cabellos castaños y, para qué negarlo, porque estaba muy nerviosa en ese momento, no había reparado en su presencia. Era mi otra compañera de habitación, a la que sí pude verle el rostro. La blancura de su piel me dejó una marcada impresión, así como el curioso color de sus cabellos, algo rosados. Su expresión era muy calmada, aunque eso no impidió que contuviera aún más el aliento cuando se fijó en mí, para luego presentarse. Con que ella era Momo… Entonces, la otra persona… Se volteó, permitiéndome así reconocer sus ojos dorados que tanto estremecimiento me habían provocado en la estación del tren. No pude impedirlo: desvié mis ojos hacia un costado mientras ella se presentaba, y el calor encendió mis mejillas en un tono rojizo. Entonces… era mi turno de presentarme. De repente, la falta de respiración provocó un pequeño temblor en mis manos… ¡¿Me-me había pasado de los veinte segundos?! —¡Yuuuuuuuuuuuu~! —fue lo que salió de entre mis labios al expulsar todo el aire contenido en mi pulmones. Jadeé con una mano en el pecho, el cuerpo reclamando oxígeno. Otra vez había caído en una torpeza, cuya consecuencia no era más que un instante vergonzoso frente a las personas con las que quería mostrarme segura. Sentí pena por dentro, pero… Pero… Inhalé. Exhalé. Profundamente. Suave. Bastaron sólo cinco segundos. Así, jugueteando con mis manos sobre el vientre, sin atreverme a mirarlas de forma directa, les dije: —El gusto… es mío —alcé un poco mis ojos. El celeste y el gris, mis Ojos Nublados—. Soy Beatriz y… y espero que seamos… buenas amigas. Nada me gustaría más que pasar las noches con personas a las que pudiera llamar así. Sería maravilloso, aunque diese miedo. Aunque… ¿debería haber añadido sobre lo que dijo de la cama? ¡Ay, se me acababa de pasar!
Nisha Desrosiers. La pobre chica estaba sumamente nerviosa, creí que se desmayaría en cualquier momento y a decir verdad me daba miedo que eso pasara. Sin embargo, con un gran esfuerzo, logró presentarse al fin pero además fue capaz de alzar un poco la mirada. Bastó ese breve instante para que lo notara... sus ojos eran impares, como los de ciertos gatos. El pensamiento me hizo gracia, porque de alguna forma, Beatriz parecía un gato nervioso que iba a saltar y huir en cualquier momento, pero no lo hacía, se esforzaba por no hacerlo. Momo, por su parte, parecía la más tranquila de las tres aunque tampoco imaginé que fuese particularmente habladora. De alguna forma, sentí que finalmente podía relajarme. Parecían buenas chicas y pensé que, quizás, como deseaba Beatriz, podríamos llegar a ser buenas amigas o al menos llevarnos bien como había dicho Momo. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, deseaba poder ser amiga de alguien y el pensamiento me sorprendió a mí misma. —¿Quisieran hacer algo o prefieren quedarse aquí en la habitación mientras es hora? —Me dirigí a ambas, aunque evité el contacto visual con Beatriz, como ella misma hacía. Me acerqué a la cama de abajo que no había ocupado Momo y me senté un momento, esperando por alguna respuesta.
Momoko Chiaki Me dejé caer en la cama tras la presentación de la joven Beatriz. Al menos había conseguido presentarse, que teniendo en cuenta su forma de hacerlo, tuvo que ser un gran paso. Ninguna de las dos parecía especialmente activa o que fuese a causar problemas, así que supuse que gozaría de unas compañeras tranquilas y que sería una estancia calma. Me sonreí. Eso era todo lo que podría desear. Solo esperaba que no les molestase que jugase hasta altas horas de la noche. —Uhm... pues... —miré el reloj que colgaba de la pared—. Son las 21:35, no queda mucho para vernos con el director. Quizás sería buena idea ir al comedor... supongo que casi todos habrán decidido ir ahí a comer algo... y la verdad, yo también tengo algo de hambre —dije, finalmente, para después recoger la consola que había dejado en la cama con anterioridad. Me costaba estar más de dos minutos sin ella en las manos, aun si no la estuviese utilizando del todo. >>¿Qué os parece? Contenido oculto Perdón, quería hacer unos post aceptables y por eso lo alargué (?
Beatriz Mis compañeras de cuarto ni hicieron reparo en mi olvido sobre la distribución de las camas. Algo tan ínfimo como aquello me hizo sentir aliviada, como si me hubiera salvado de ser juzgada por alguna mala acción. Era algo… tonto, bien pensado. De algo, sin embargo, podía sentirme segura: Jack tuvo razón. Había esperado veinte segundos antes de animarme a hablar y fundar mi nueva relación con Momo y Nisha. Las dos parecían ser personas buenas y tranquilas, aunque eso no evitaba que sintiera una ligera tensión. Supuse que me distendería con el correr de las noches. Entonces Nisha preguntó sobre lo que podríamos hacer: —Apoyo… lo de ir al comedor —creo que eso había sonado muy formal. Debía verme más… legal— El director parece buena persona pero… Eh… mejor sería no hacerle esperar, ¿tal vez? >>¿Vamos…? Giré sobre mis talones y con pasos algo mecánicos, giré el picaporte y me quedé de pie con la puerta abierta, invitándolas a salir del cuarto en dirección a la cocina. Acto seguido recordé que Jack nos esperaba en el patio interior… Pero era demasiado tarde para retractarme y cambiar de propuesta: me daba vergüenza.
Momoko Chiaki Llegué a la habitación tras un paseo que me sirvió de reflexión. En soledad, era más fácil pensar. Y lo que había sucedido debía ser pensado y reflexionado. Era extraño que un juego tan bien preparado haya sido hackeado, sobre todo teniendo en cuenta la seguridad que el Complejo parece tener en todos los sentidos. La persona que lo había hecho debía ser muy bueno con las tecnologías, y debía tener un interés muy grande en comunicarse con nosotros si había pasado por tantas molestias. Nos volveríamos a encontrar con él, eso estaba claro. Parecía conocer al Director, y era obvio que el mismo Director había reconocido a la persona. ¿Qué podría querer de nosotros? Demasiadas preguntas sin respuestas que me rondaban. La habitación me dio la bienvenida con una soledad silenciosa. Lo agradecí. No tardé en ponerme el pijama, sintiendo todo el peso del cansancio apoderarse de mi cuerpo una vez me dejé caer sobre mi cama tras cambiarme. Sin poder dejar de darle vueltas al respecto, mis ojos acabaron cerrándose y llevándome al mundo de los sueños. Mañana sería otro día.
Nisha Desrosiers. Me despertó el ruido proveniente del pasillo. Al parecer ya se nos hacía tarde. No tenía recuerdo alguno del recorrido desde la sala de inmersión, tampoco de haberme metido a la cama. Todo el recorrido y cualquier acción relacionada había caído en una extraña laguna. Conservaba imágenes borrosas de lo que había pasado en la sala inmersión, a la chica de cabello oscuro acercándose confundida a los demás y la asesina de la cartera saliendo detrás de alguien. Cuando me levanté de la cama noté que Momo se encontraba en la suya. Tampoco recordaba haberla visto. Joder cualquiera creería que tenía una resaca de todos los dioses. Mi estado anímico era fatal. De todas formas, ¿quién era esa gente que hacía tanto ruido en el pasillo? Tomé un puñado de ropa limpia, entré al baño y me refresqué. Cuando salí, dejé la ropa del día anterior en mi cama y, dudosa, me acerqué a la de mi compañera. La sacudí levemente. —Momo —la llamé. No me sentía cómoda con lo que estaba haciendo, pero tampoco quería dejarla allí e irme sin decirle nada—. Momo, ya deberíamos estar en el comedor.
