Long-fic Guerra inminente [Masuyo Kobayashi|S.S]

Infancia​

"Mientras se mantenga el tronco sano, nuevas hojas podrán resurgir"​

 

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刀
炎
の
女
神
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—¿Qué es lo que debes hacer, Kobayashi no Masuyo? —alzó la voz firme, solemne, en posición de batalla; a pesar del estoicismo, sus palabras estaban lejos de ser agresivas o siquiera denigrantes: El Maestro nunca suvestimaba a ningún guerrero, ni futuro contrincante.

—No morir —solté por reflejo, con la misma firmeza y solemnidad que él, solo que mi voz era infantil y dulce, casi rozando lo absurdo de la situación. Tenía mía mano izquierda tras mi espalda, él igual, y nos encontrábamos alzando nuestras katanas de madera; una amenaza de pelea.

Mi posición era ideal, la de él perfecta, aunque a mí me seguía temblando el brazo y debía entornar la mirada, fruncir el ceño y apretar los labios para que mi rostro no reflejara la endeble posición en la cual me encontraba.

—¿Qué más? —inquirió aún estoico, sin rastro de frustración, sus facciones eran inamovibles y duras.

—No matar.

—¿Entonces?

Sentía como se me agarrotaban los músculos de mi brazo derecho, provocando que frunciera más el ceño, mientras la frustración generaba un gruñido bajo en mi garganta.

—¿No dañar?

La mirada ajena se ensombreció y el desconcierto se filtró en la leve circunferencia que formé con mis labios, poco tiempo pasó para que mis ojos se abrieran como dos luna llena, y mi ceño no se destensó, aunque si que inhale hondo antes de hablar.

—¡No dejarme tocar! —exclamé con firmeza, para después apretar labios y dientes, tensando de más la frente, para evitar que el dolor del brazo me ganara.

En cuanto la sonrisa apareció de manera paulatina en su rostro, suave, aunque orgulloso; mi propia expresión reflejó la sorpresa de haber acertado.

—Bien, Kobayashi, puedes bajar el brazo —habló con calma, sonriendo con apacibilidad, yo volví a la tensión en mi frente por otro rato

—¿Ter... minamos? —cuestioné incrédula.

Él se acercó a mí, yo no bajé el brazo, y cuando estuvo a la distancia necesaria extendió su mano izquierda, nunca eliminando la ligera y satisfecha curvatura de labios. Le entregué la katana solo en ese momento.

>>Ve a descansar un rato, que luego tienes que ir con las maestras —habló con calma, para luego darme la espalda—. Yo tengo que ir al pueblo, no eres la única que desea manejar la espada, Kobayashi no Masuyo.

Mi ligera sorpresa se vio pronto reemplazada por una sonrisa alegre y entusiasta, mientras acercaba mis manos empuñadas al pecho.

>>Ah, y recuerda —volteó a verme por sobre el hombro, otra vez serio—. Atiende ese brazo, o sí no, cuando vuelvas a tomar la espada no rendirás como ahora.

Asentí con más seriedad, concentrando la energía revoltosa en mirarle con las facciones tensadas.

—Si, maestro —exclamé desde mi lugar.

—Bien —fue lo único que respondió con sencillez.

"El ganador es quién cumple sus objetivos, no quién domina al otro" ​

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お
守
り
桜
の
花
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Mis pasos, siempre sinuosos desde su nacimiento y en cuanto estuviera pensando en él, se direccionaron a la habitación de mis padres, donde solo solía estar madre. Me detuve frente al Shōji, pudiendo identificar la sombra de mi madre sentada frente a una mesilla sin dificultad alguna.

—¿Puedo entrar, mamá? —pregunté sin vacilar, monocorde, pero intentando en lo posible no sonar chillona.

—Claro, entra Masuyo —respondió ella con calma, y yo me colé en la habitación apenas y dejándome un espacio entre el marco y la puerta para entrar.

De inmediato la cerré tras mio, enfocando mi vista en ella con... el bebé. Me acerqué en sumo silencio, cuidadosa, sin darme cuenta había reducido mi respiración al mínimo. Me asomé por su costado derecho, curiosa y pensativa, tan irrelevante con el viento calmo del verano.

Miré como el bebé se alimentaba, mientras mi madre le acariciaba la cabeza con tranquilidad y una enorme ternura apacible en su mirada. Miré al niño, luego a ella, otra vez al niño.

Y me quedé mirandola a ella, con una expresión de extrañeza.

—¿Come mucho? —pregunté la duda que me carcomía, a lo que mi madre detuvo la caricia en el cabello del niño para soltar una risa aterciopelada y melodiosa, para luego mirarme con una sonrisa calma; sus ojos estaban repletos de amor, cosa que me hizo relajar el ceño y mirarla con más sorpresa que otra cosa, pestañeando con lentitud.

—Es bueno que coma, Masuyo; los pequeños deben comer, o sí no, no crecerán —respondió con comprensión y paciencia, a lo que yo volví a fruncir el ceño y volví a erguírme como correspondía, cabizbaja y con una mano sosteniendo mi mentón.

—Con que comer —murmuré sumida en mis pensamientos, ella devolvió su vista hacia el niño, al poco rato yo la volví a ver a la cara—. ¿Por qué "Kimura"? —pregunté la siguiente duda, manteniendo el tono de voz bajo para no incordiar a la pequeña criatura. Mi madre me miró de reojo, sin perder la sonrisa y luego volvió a reubicar su mirada en mi hermano.

—Porque, cuando sea grande y fuerte, cumplirá el rol de tu padre.

Mi ceño se frunció con claro enojo, empuñando mis manos para evitar cruzarme de brazos como las niñas regodionas.

—¿Se va a ir de casa? —cuestioné con una tosquedad abrumadora, teniendo en cuenta los pocos inviernos que había superado. Mamá me miró sorprendida, y aunque su sonrisa no demoró en volver, un sentimiento que me fue desconocido por demasiado tiempo coloreó la mirada que había usado ella todo este tiempo.

Afloje mis puños tensados y la miré con genuina preocupación, ansiosa.

Ella miró a Kimura, por primera vez en mucho tiempo me respondía una duda sin mirarme.

—No es eso Masuyo...

Y Kimura empezó a llorar.

Y la duda quedó en el aire.​

憂
鬱​

Contenido oculto: Aiko no komori-uta

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