Explícito Gritos, murmullos y silencios (+18)

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 13 Junio 2020.

  1.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

    Piscis
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    1 Agosto 2012
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    Escritora
    Título:
    Gritos, murmullos y silencios (+18)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4933
    Hola, gente.

    Luego de dar otra leída a lo que se considera "contenido explícito" y "+18", he decidido no arriesgarme.
    Debido que este es un escrito sobre el pecado de la ira, decidí que uno de los protagonistas sería violento.
    Más específicamente, decidí ponerlo en contexto de una relación de noviazgo en la que se tornó violento.
    Sé perfectamente lo delicado que es el tema de las relaciones tóxicas y los novios físicamente agresivos.
    NO ESTOY PROMOVIENDO EN LO MÁS MÍNIMO LA VIOLENCIA FÍSICA O PSICOLÓGICA.

    Quiero dejar eso perfectamente claro: este escrito no tiene otro fin más que relatar hechos ficticios.

    Invito a cualquiera que se sienta capaz de inspirarse por las palabras de esta desconocida a que (1) si se encuentran en una relación en la que su pareja los agrede, hagan todo lo posible por convencerse a sí mismos de que lo mejor para ustedes es salir de ahí y pedir ayuda para alejar a la persona y superar sus maltratos, o (2) si conocen a un ser querido que se encuentra en una relación en la que su pareja los agrede, no teman parecer entrometidos y lleven su preocupación al máximo nivel porque esa persona necesita de ustedes.

    Lamento esta nota tan larga, pero gracias por haber leído, y muchas gracias si se deciden a leer mi escrito.


    Luke y Dale llevaban ya casi un año de noviazgo.

    Ambos estudiaban en la Facultad de Música de la Universidad Maya, y vivían en uno de sus dormitorios. Luke tenía 18 años y grandes sueños; deseaba dominar todo instrumento que pudiera y entrenar su voz para que todo el mundo la quisiera escuchar. Dale tenía 21 años y una carrera técnica ya terminada; trabajaba y pagaba su segunda carrera a la vez porque la música le gustaba. No estaban seguros si estaban destinados a encontrarse, solo que se habían encontrado, se sentían atraídos el uno por el otro y casi de golpe se habían vuelto una pareja. Si lo pensaban, no eran ni siquiera precisamente amigos antes de un día decidir que besarse sonaba a una excelente idea.

    Pero poco importaba: eran inseparables, habían tomado pequeñas vacaciones un par de veces juntos, se apoyaban mutuamente en sus estudios y se repetían que se amaban todo el tiempo. Eran evidentemente muy felices juntos.

    Aún así, había algo que a Dale le molestaba acerca de su relación casi perfecta. Su única y “pequeña” queja era que, al momento de tener intimidad, sus roles estaban pre-definidos; siendo Luke el dominante y Dale el sumiso. Había sido así desde el día uno, y le había sido imposible convencer a Luke de invertir las cosas una sola vez. Y puede que no fuera algo que necesitara su relación, pero ciertamente era algo que deseaba más de lo que admitía.

    Un día, pensaba en que lo intentaría una vez más.

    —Dale, cielo— Luke lo distrajo de sus pensamientos. —Es tarde, tienes que dormir.

    —Lo siento, Luke, es solo que… ya estoy por terminar este reporte para el trabajo.

    —Ya te habías empezado a desvestir para acostarte y aún traes tus jeans y tus anillos.

    —Hey, no importa mientras tú ya estés usando solamente ropa interior, cariño.

    —¡Dale!— se rió. —De hecho, en señal de que tengo sueño, me puse una playera.

    —Oww, ¿para qué? Prometo que en cuestión de minutos estaré sobre ti quitándotela.

    —Eres terrible— dijo Luke pasándose los dedos entre sus cabellos rojos.

    —Me adoras.

    —Vamos… Si digo que estoy de humor, ¿vendrás a la cama?

    —Huh…

    Dale hizo como si se lo pensara por apenas un segundo antes de empezar a cerrar tanto sus documentos como páginas de internet que tenía abiertas, apagando su laptop para ir a sentarse en la cama de Luke para atraerlo hacia sí y besar sus labios. No tardó en hacerlo que se recostara boca arriba y colocarse sobre él mientras lo seguía besando, acariciando su torso por encima de su camisa. Luke se reía un poco por lo bajo entre besos, rodeando a Dale con sus brazos, acariciando su espalda, buscando poco a poco llevar sus manos a quitarle los pantalones. Al mismo tiempo, Dale trató de simuladamente de llevar los dedos bajo la ropa interior de Luke, buscando su entrada.

    Luke inmediatamente lo detuvo y lo apartó cuanto pudo, mirándolo con una risa nerviosa.

    —Dale, ¿qué haces?

    —¿Oh? No sé de qué hablas— dijo volviendo a besar sus labios.

    —Hmm… No, Dale, vamos…— lo volvió a apartar. —No quiero.

    —No sabrás que no te gusta hasta que no pruebas, cariño.

    —¡Dije que no quiero hacerlo de este modo, Dale!

    Luke tomó a Dale por los brazos y lo miró a los ojos con cierta suplica. Pero Dale le regresa más bien una mirada irritada; podría decirse que se estaba poniendo lentamente furioso. De pronto él tomó a Luke por los brazos, con fuerza.

    —¿D-Dale?

    —Me están cansando tus negativas, Luke.

    Dale tomó las muñecas de Luke y lo obligó a estirar sus brazos por encima de su cabeza, presionándolo contra el colchón. Luke dejó escuchar un quejido de dolor en voz baja, y trató de removerse en la cama para quitarlo de encima.

    —¡D-Dale! ¡¿Q-qué estás haciendo?! ¡Ya basta!— Luke alzó un poco la voz, asustado.

    —Deja de resistirte tanto— espetó Dale, claramente enojado, sosteniendo fácilmente las muñecas de Luke con una sola mano para volver a meter la otra bajo su ropa interior.

    Luke estaba más que espantado, moviéndose desesperadamente tratando de evitar que Dale lo siga tocando. Lamentablemente, el pelirrojo era menos atlético que su novio, y no tenía la facilidad de quitárselo por completo de encima, sin importar cuán desesperados fueran sus movimientos. La última vez que Dale había tratado de cambiar los roles en la cama, se suponía que hablaron y que Luke lo había hecho entender que su “no” era firme.

    —D-Dale, por favor…— Luke volvió a tratar de suplicarle, aún forcejeando para zafarse.

    —¡¿Quieres callarte?!

    Los siguientes cinco segundos para Luke sucedieron en cámara lenta. Antes de que se diera cuenta, Dale apartó su mano de su ropa interior para alzarla y darle una bofetada con el dorso de esta. Excepto que fue más doloroso de lo que Luke esperaba y no pudo evitar gritar; no se sintió sólo como un golpe, sino como si Dale hubiera cortado su piel. Y es que así había sido: Dale se detuvo a reaccionar únicamente cuando se dio cuenta de que había rozado la piel de Luke con uno de sus anillos, y ahora había sangre corriendo por su mejilla. Ambos chicos quedaron paralizados, Luke con lágrimas en los ojos, y de pronto con las fuerzas para empujar a Dale y huir.

    Levantarse de la cama, salir de la habitación, y salir corriendo incluso apenas vestido.

    —¡¡LUKE!!— Dale gritó e inmediatamente se levantó para ir detrás de él.

    El pelirrojo no creía haber corrido tan rápido jamás en su vida. Estuvo a punto de tropezar en las escaleras pero no se detuvo, como si fuera a desmayarse si se detenía. Y tal vez no se hubiese detenido si no hubiese chocado con alguien.

    —¿Luke?— era Michael, un amigo suyo, saliendo de su dormitorio. —¿A dónde corres?

    Entonces, a Luke se le ocurrió taparle la boca a Michael y obligarlo a volver a entrar a su cuarto, entrando con él y cerrando la puerta detrás suyo lo más rápido pero silencioso que le fuera posible. Michael protestó como pudo pero cedió al darse cuenta de que Luke estaba en ropa interior, con una cortada en su mejilla y los ojos llenos de lágrimas. Comprobó que algo estaba mal cuando escuchó la voz de Dale gritando el nombre del pelirrojo al pasar por delante de su puerta, probablemente corriendo hacia fuera de los dormitorios en busca de Luke. El pelirrojo respiró hondo, soltando a Michael y empezando a temblar, sin poder evitar dejarse vencer por el llanto y recargándose contra la puerta cerrada para poco a poco dejarse caer al suelo. Michael se quedó mirando a su amigo con preocupación apenas un segundo antes de hincarse frente a él para que lo viera a los ojos.

    —Luke, ¿qué fue lo que pasó?— preguntó señalando su mejilla. —Se está inflamando…

    —Y-yo…— Luke empezó a hablar pero el llanto no lo dejaba. —D-Dale, él…

    —Trata de calmarte un poco— dijo Michael secando algunas de sus lágrimas.

    —M-me… arde…— el pelirrojo se llevó una mano a la cortada.

    —Tal vez deberíamos ir a la enfermería…

    —¡N-no!— Luke se detuvo a respirar hondo otra vez. —S-si me ve… N-no sé qué haré…

    Michael suspiró, poniéndose de pie para buscar algunas cosas en su habitación. En realidad no tenía botiquín, así que lo que podía hacer por Luke era darle un pañuelo para limpiar la sangre de su mejilla, un curita para ponerle encima y una lata de refresco helada para que bajara la inflamación del golpe. Luke sonrió y aceptó con el más tímido “gracias” que había dicho en su vida. No pudo evitar una mueca al sentir lo frío de la lata en su piel.

    —¿Ya vas a decirme qué fue lo que pasó?— le preguntó Michael, todavía preocupado.

    Poco a poco, Luke dejó de sollozar y las lágrimas se detuvieron, pero aún temblaba y se le veía inmensamente triste. Y el sonrojo de su rostro era en parte por el llanto, en parte por la vergüenza. No quiso mirar a Michael a los ojos.

    —D-Dale y yo… hemos tenido p-problemas en n-nuestra intimidad…

    —¿Qué tipo de “problemas”?— Michael se sentó a su lado. —Luke, no tienes por qué sentir pena: no es a ti a quien juzgo. Eres mi amigo, me preocupas y quiero ayudarte.

    —Te lo agradezco. E-es solo que él y yo habíamos hablado de esto…

    —¿De qué cosa?

    —Él… Q-quería que variáramos las cosas… cambiar los r-roles…

    Michael abrió los ojos de par en par y obligó a Luke a voltearse a verlo, tomando su mano.

    —Y te golpeó porque te negaste— dijo Michael; ni siquiera preguntándolo, adivinándolo.

    —Yo… j-jamás creí que él… Dale es…

    Michael hizo que soltara la lata para atraerlo hacia sí y estrecharlo entre sus brazos, y Luke se dejó llevar por el llanto de nuevo. Quería llorar y sollozar como un niño pequeño, gritar incluso, pero sentía que de por sí al día siguiente probablemente más de una persona estaría hablando de los gritos que dejó oír desde su cuarto. Y de los gritos de Dale cuando lo perseguía. Lloró en voz baja, con Michael abrazándolo y dejando que se tranquilizara.

    Pasados unos minutos, Michael se puso de pie y lo invitó a hacer lo mismo, para pasar del suelo a sentarse en su cama. El cuarto tenía dos camas pero el compañero de Michael había dejado la universidad, así que estaba solo.

    —Es tarde— dijo Michael. —Deberíamos dormir. Podemos hablar más de esto mañana.

    —Lamento haber venido a molestarte con esto.

    —No, para nada. Para eso estamos los amigos.

    —No voy a poder dormir, será mejor que tú lo hagas— dijo Luke yendo a la otra cama.

    —Luke, no tiene caso que te agobies con lo que pasó.

    —Pero sí me agobia, Michael. ¿Qué se supone que haré mañana que lo vea de nuevo?

    —Umm, pues ¿terminar con él?

    —Yo… no sé si pueda hacerlo.

    —¿Luke? Intentó forzarte a hacer algo que no querías y te agredió cuando te negaste: tu mejilla está inflamada y un curita realmente no hará mucho por la cortada que él te hizo.

    —Pero…

    El pelirrojo no tenía ni idea de cómo defenderse, o porqué se estaba defendiendo. Ni era defenderse a sí mismo exactamente; era defender a su novio evidentemente abusivo con el que por alguna razón no quería terminar. ¿Cuál era esa razón? ¿Tenía que ver con que era su primera relación real? ¿Por eso se aferraba a Dale? ¿Por eso había dejado pasar como nada sus primeras discusiones acerca del cambio de roles? No tenía respuestas.

    Michael no podía evitar observarlo con tristeza desde su cama. Aunque cuando Luke y Dale empezaron su noviazgo no veía cómo había química entre ellos, nunca había pensado que Dale pudiera ser un mal sujeto. Veía a Luke feliz todo el tiempo, y por ende se alegraba por él, pero le mortificaba mucho que no le pareciera una evidente señal de alarma que su novio se pusiera agresivo. Seguir esa relación no sería en lo absoluto sano para su amigo.

    —Luke, no me metería en tu relación si no me pareciera que se ha vuelto algo tóxico.

    —No sé qué decir, Michael— suspiró Luke. —Yo solo… lo amo. No me imagino sin él.

    —Tenemos 18 años, amigo. Tienes toda la vida por delante. Habrá más y mejores personas.

    —Cómo me hubiera gustado que escogieras otras palabras...— renegó Luke.

    —¿Qué quieres decir?

    —Cuando era niño, mi padre solía decir algo similar respecto a mis sueños con la música. Pero con menos amabilidad. Decía que no sabía lo que me deparaba el futuro, que tenía muchas más opciones, que él sabía más que yo.

    —Como alguien que estudia lo mismo que tú, no puedo decir que estoy de acuerdo con eso, pero definitivamente podría aplicar el mismo discurso a esta situación. Insisto, no diría cosas así si no me preocuparas, amigo mío.

    Para sorpresa de Michael, Luke destendió la cama y se recostó en ella dándole la espalda.

    —Gracias por dejarme dormir aquí, Michael.

    —… Para nada. Para eso estamos los amigos.

    Derrotado, Michael se levantó a desvestirse y apagar las luces para irse a dormir también.

    Tal como Luke suponía que pasaría, en realidad le tomó mucho trabajo quedarse dormido. Se preguntó hasta dónde habría ido Dale a buscarlo, o por cuánto tiempo lo buscaría. ¿Lo seguiría buscando? ¿Cuánto tiempo llevaba pensando en él en lugar de descansar? Si Dale estaba enloquecido buscándolo, no ayudaría en nada que Luke no traía su celular consigo. “No podría hablar de frente con él ahora mismo, pero si tuviera mi teléfono y estuviera escribiéndome podría contestarle” pensó. Aunque tenía miedo de lo que pasaría de ese día en adelante, sabía que tenía que hablar con Dale frente a frente, fuera cual fuera su decisión “definitiva” en cuanto a su relación.

    En algún momento, finalmente se quedó dormido, y no despertó hasta muy entrada la mañana. Michael se había despertado antes que él y estaba incluso duchado y vestido, leyendo un libro sentado en su cama.

    —Buenos días— Michael le sonríe.

    —Hey— Luke saluda de vuelta, bostezando.

    —Umm, ¿no te gustaría que te prestara algo de ropa limpia para que vayas y te duches?

    —… Sí, creo que sería lo mejor, gracias.

    —¿Ya decidiste qué vas a hacer?— le preguntó Michael levantándose a sacarle ropa.

    —Bueno, espero poder ducharme en paz y luego ir a mi habitación— suspiró Luke.

    —¿No preferirías ir a almorzar algo primero? ¿O que te acompañe a tu habitación?

    —No no, a Dale definitivamente no le gustará verme contigo. Sería mucho peor.

    —Luke, ¿sigues pensando en la posibilidad de no romper con él?— pregunta preocupado.

    —Agradezco mucho que te preocupes por mí, pero estaré bien— dice poniéndose de pie.

    Michael suspiró, entregándole a Luke sus ropas y un nuevo curita, tomando sus manos.

    —Sabes que estoy para ti si me vuelves a necesitar, Luke— le dice con seriedad.

    Luke sonríe, dejando la ropa un momento para abrazarlo y darle las gracias antes de salir de la habitación. Y no pudo evitar mirar a ambos lados del pasillo al salir, como si estuviera cruzando la calle y pudieran atropellarlo en cualquier momento. Suspiró al no ver a nadie, suponiendo que la mayoría de los que vivían en los dormitorios estarían profundamente dormidos, en clases extras o en algún trabajo de medio tiempo. Pensando en ello, fue a las duchas mucho más calmado, encantado de encontrarlas vacías. Realmente esperaba que Dale encajara en alguna de esas categorías, o que lo siguiera buscando fuera de los dormitorios. No quería encontrarlo en su cuarto.

    Quería volver a su habitación para tomar su teléfono, cambiarse de ropa para que Dale no le reclamara por haber pasado la noche en la habitación de Michael (quien no le agradaba mucho) y charlar con él en un lugar semi público.

    Por si acaso volvía a ponerse agresivo con él.

    ¿Y acaso no debía eso ser otra señal de alarma?

    Cuando salió de la ducha y llegó a su habitación, tocó a la puerta con la mano temblándole y el corazón latiéndole a mil por hora. No hubo respuesta, así que probó a abrirla, un poco sorprendido de que estuviera abierta considerando que al asomarse la encontró vacía. “Tal vez se imaginó que volvería y que obviamente no traía mi llave conmigo” pensó. Se vistió con sus propias ropas, se puso el otro curita, y tomó su celular, revisando mensajes.

    Aparentemente, Dale olvidó por un momento que no había forma que trajera su celular consigo y lo llamó tres veces. Y le dejó muchos pequeños mensajes en la madrugada. Eran muchos “lo siento” y “te amo”; algunos incluso solamente decían “Luke”. Y el resto decían cosas que se preguntaba si Dale le diría en persona y con honestidad. Pensó que, si Dale era capaz de hacer eso, de disculparse sinceramente, tal vez las cosas podrían funcionar.

    Luke se detuvo a respirar hondo antes de llamar a Dale, quien contestó de inmediato.

    —¡¿Luke?!— fue todo lo que Dale dijo.

    —D-Dale…— el pelirrojo balbuceó. —Yo… ¿dónde estás? Necesitamos hablar de frente.

    —Claro que sí— respondió Dale, pero Luke no sabía qué le transmitía su tono de voz.

    —Bien, voy a…

    —Voy de regreso al cuarto.

    —¡No!— Luke se sonrojó a pesar de que Dale no pudiera verlo. —Ve-veámonos afuera.

    —¿Afuera?

    —S-sí. Me gustaría que nos viéramos en las mesa-bancas junto a la gran fuente principal…

    —… De acuerdo.

    —Bien, voy saliendo de la habitación, no tardo en llegar— dijo Luke y colgó, suspirando.

    Tal como dijo, el pelirrojo dejó el cuarto y comenzó a caminar hacia la salida del edificio. Le parecía extraño pensar que horas atrás estaba bajando esas mismas escaleras en ropa interior, corriendo y llorando. Aunque dijo que no tardaría, recordar la noche anterior lo hizo tomarse su tiempo, pensando en los mensajes que Dale la había enviado durante la madrugada. ¿Habría dormido? ¿Qué estaría pensando mientras Luke iba a su encuentro?



    Las respuestas a esas preguntas eran “no mucho” y “las cosas no pueden terminar aquí”.

    La noche anterior, Dale no había llegado demasiado lejos de los dormitorios cuando se dio cuenta de que estaba corriendo sin camisa ni zapatos en el exterior, gritando el nombre de su novio a los cuatro vientos muy entrada la noche, persiguiéndolo luego de haberlo golpeado. Todo aquello era ridículo. ¿Qué tan lejos podría haber ido Luke si él mismo no estaba vestido? ¿De qué le servía correr desbocado llamándolo si éste no le respondería?

    Regresó a la habitación con la cabeza dándole vueltas. Estaba furioso, con Luke pero a la vez consigo mismo; con el mundo, con la vida. No estaba pensando con claridad. Sabía que lo que hizo estuvo mal, pero al mismo tiempo se sentía con el derecho de demostrar su desesperación. Era consciente de que pudo haberlo hecho de otra forma, pero también llevaba ya meses sin haber tocado el tema. Sus pensamientos seguían contradiciéndose.

    Lo único que tenía perfectamente claro era que amaba a Luke y no quería perderlo. Pese a ser un poco de años mayor, al igual que Luke nunca había tenido una relación real antes; y no quería buscar otra relación después. El pelirrojo era su adoración; era un chico amable, lindo, soñador, reservado, cariñoso. Incluso si Dale era un joven adulto y Luke estuviera apenas saliendo de la adolescencia, creía firmemente que podrían tener un futuro juntos.

    Dale ya estaba sentado en las bancas donde Luke le pidió estar, esperando. Pensaba que tal vez había sido una mala idea vaciar sus pensamientos de madrugada en mensajes de texto. No estaba seguro de si todo lo que había dicho había sido lo correcto, o cómo se habría sentido Luke si ya los había leído. Entendía perfectamente que debía disculparse ahora que volverían a verse cara a cara, pero no había elegido aún las palabras adecuadas.

    Finalmente, vio como Luke se acercaba caminando lento hacia las bancas donde estaba.

    El pelirrojo se detuvo en seco un momento cuando finalmente vio a Dale, pero solo tragó saliva, respiró hondo y siguió caminando aunque sentía el corazón saliéndose de su pecho.

    Dale quería desesperadamente ponerse de pie y correr a estrechar a Luke en sus brazos, pero supuso que no era lo que debía hacer. Se quedó sentado, sin poder evitar mirarlo con cierta tristeza mientras se dirigía hacia él, pero Luke caminaba con la mirada baja.

    Cuando el pelirrojo finalmente llegó a la mesa en la que Dale estaba, tomó asiento frente a él. Levantó la mirada hacia Dale y casi no podía contener las lágrimas: no sabía lo poco preparado que estaba para volver a tenerlo tan cerca. Lo fuerte que resentiría el recuerdo de su mirada iracunda antes de abofetearlo. Empezó a temblar y bajó la mirada, nervioso.

    —Ah, Luke, yo…

    —N-no puedo.

    —¿Luke?

    —D-Dale… ¿p-por qué? ¿Por qué llegaron t-tan lejos las cosas? ¿Q-qué pasará ahora?

    —Luke, por favor, mírame— Dale tomó una de las manos de Luke por encima de la mesa.

    El pelirrojo no volteó a ver a Dale a los ojos; en su lugar, levantó la mirada solo lo bastante para mirar las manos de Dale, dándose cuenta de que no estaba usando sus anillos. Era curioso, pero que tuviera un gesto tan simple como el hecho de que no traerlos puestos hizo sentir a Luke un poco más relajado. Le tomó un momento, pero finalmente respiró hondo y estrechó las manos de Dale entre las suyas, decidiendo que podía verlo a la cara.

    —Luke, de verdad lo siento— son las primeras palabras que salen de los labios de Dale una vez que Luke lo mira a los ojos. —Sé que anoche me dejé llevar y me pasé de la raya. No existe excusa para haberte golpeado. No tienes idea de lo asustado que estaba de mí mismo anoche, ni de los destrozado que me sentí cuando me apartaste y saliste huyendo. No podía no ir detrás de ti; definitivamente no quiero… que me dejes… o te alejes de mí…

    —Dale…— los ojos de Luke se llenan de lágrimas: como suponía, le estaba diciendo parte de lo que le había dicho por mensaje.

    —Te amo.

    Luke vuelve a dejarse vencer por el llanto, y sus manos le empiezan a temblar pero a la vez se aferra a las de Dale, a quien agradece en silencio que no haya tratado de ir abrazarlo ni nada. Sentía que necesitaba quedarse así un rato.

    —D-Dale— Luke vuelve a mirarlo a los ojos, aún llorando. —Y-yo… Yo t-también te amo…

    Dale no dice nada. Sus manos también tiemblan un poco, pero es casi imperceptible por lo mucho que tiemblan las de Luke. Teme tanto que el pelirrojo tenga un “pero” que añadir, y aún así no quiso interferir en lo que le decía.

    —Y-yo… n-no quiero dejarte… n-ni alejarme de ti…— dijo Luke, en lugar de algún “pero”.

    Dale decide seguir en silencio, negándose a interrumpir los pensamientos de Luke.

    —¿C-Cómo…? ¿C-cómo hago para co-confiar en que n-no…?

    Luke aparta una de sus manos de las de Dale para llevarla hacia el curita en su mejilla.

    Dale aprieta el agarre de la mano de Luke que aún sostiene entre las suyas, suspirando.

    —Luke, yo sé que tú sabes que no era mi intención golpearte siquiera una sola vez.

    El pelirrojo baja la mirada, y también vuelve a dejar su mano descansar sobre la mesa. Lo que más deseaba en esos momentos era creer en lo que implicaban las palabras de Dale: que de verdad aquello no se repetiría. Pero, ¿podía depender solo de su palabra? ¿No era una promesa vacía? Estaba tratando con todas sus fuerzas de contestarse otra pregunta: ¿había algo que él pudiera hacer para asegurarse de que su relación durara y funcionara?

    La respuesta lo atravesó como una bala, de pronto dejó tanto de temblar como de llorar.

    —… Dale— empezó a decir, serio. —Si lo pienso, yo también te debo una disculpa a ti.

    —Si lo dices por haber huido, no me importa. Porque estás hablando conmigo ahora…

    —No, no es eso— Luke interrumpe. —Creo que… he sido muy egoísta y… cerrado…

    —¿… Oh?— Dale alzó una ceja.

    —Creo que… podemos intentar algo diferente… ya sabes. Como tú querías.

    —¿… Estás seguro de eso?

    —Pero…— Luke bajó la mirada.

    —¿Pero?— Dale adoptó un tono de voz intrigante, pero Luke no puso atención.

    —Me gustaría… si pudieras… darme un par de días. Para… realmente estar listo.

    Dale sonrió, volviendo a tomar firmemente las manos de Luke entre las suyas.

    —He esperado un año, cariño— dice besando sus nudillos. —Un par de días son nada.

    Luke levantó la mirada y le dedicó una tímida sonrisa a Dale, quien poco después soltó sus manos para ponerse de pie, rodear la mesa para llegar hasta el pelirrojo, sentándose a su lado para acariciar la mejilla sin el curita y besar suavemente sus labios. A Luke le pareció una sorpresa que el beso no le pareciera agridulce: era más bien como sentirse en casa, en donde pertenecía. Correspondió un poco atónito, pero feliz. Por sobre todo, más que feliz.

    Era oficialmente un caso perdido.



    Fue cuestión de un par de horas para que Michael viera a la feliz pareja reconciliada: Luke había decidido que le gustaría pasar el resto de la tarde al aire libre, y Dale había accedido a llevarse su computadora a aquellas bancas junto a la fuente, mientras el pelirrojo tocaba su guitarra. Michael estaba lo suficientemente lejos como para no llamar su atención al soltar el más pesado de los suspiros. No podía evitar sentir tristeza y pena por su amigo.

    “Ni siquiera ha ido a enfermería a que revisen su golpe” aseguró para sus adentros al ver que Luke simplemente se había puesto el otro curita que le dio. Tenía un sabor de boca muy amargo al ver al pelirrojo sonriendo al lado de Dale casi como si no hubiera pasado nada malo entre ellos; como si una agresión así no significara nada y fuera fácil de olvidar.

    Michael también notó que Luke ya estaba vistiendo sus propias ropas, y lo hizo pensar en si le habría dicho a Dale que había pasado la noche en su habitación. ¿Dale sería, encima de todo, obsesivamente celoso? Solo pensarlo lo hacía sentir enfermo y muy preocupado.

    Iba a alejarse, pero antes de hacerlo se dio cuenta de que, mientras Luke se concentraba en su guitarra, Dale ya había notado su presencia y le estaba dedicando una mirada fría.

    Michael simplemente respiró hondo, dio media vuelta y se fue por su propia salud mental.

    Quería hablar con Luke, pero tuvo el presentimiento de que el pelirrojo o no querría por no escuchar más “regaños” suyos, o porque no querría despegarse de Dale en todo el día.

    Con quien no estaba preparado para hablar, o siquiera saludar como si no supiera nada de lo ocurrido, era con Dale; sin embargo, la suerte decidió que se toparan al día siguiente en las duchas. Michael quería pasar de largo, pero Dale lo sorprendió tomándolo de su brazo.

    —¿Tienes algún problema conmigo, Michael?

    —¿No debería yo de preguntar eso, Dale?— contestó señalando con la mirada su brazo.

    —Ayer me dio la impresión de que tenías algo que decirme, y me ha estado molestando.

    —Tal vez no me dirigía hacia ti; tal vez tenía pensado ir a charlar con mi buen amigo Luke.

    Dale apretó levemente el agarre del brazo de Michael, quien ni se inmutó y guardó calma.

    —Tal vez son demasiado buenos amigos…

    —¿Insinúas que quiero algo más con Luke?

    —¿Me equivoco?

    —Por supuesto— Michael seguía calmado.

    —No confío en ti.

    Michael respiró hondo, sosteniendo la mirada de Dale mientras él se aferraba a su brazo.

    —¿Te parece que tienes que preocuparte por mí, que no tengo ninguna mala intención con Luke, siendo que ya lograste que te perdonara por tratar de sobrepasarte con él y darle una bofetada junto con una cortada?

    Dale tomó el brazo de Michael con más fuerza por apenas un segundo, deteniéndose a pensar un momento en todas las cosas que podía decirle. Pero eligió soltarlo, con un suspiro, una sonrisa y luego una pequeña risa.

    —¿Sabes qué? Eso no te incumbe, Michael.

    —Tú fuiste el que me abordó, no al revés.

    Como Dale apenas iba a entrar a las duchas cuando se toparon, pasó a ser él quien pasó de largo junto a Michael, quien suspiró pero mantuvo la compostura mientras salía de ahí. Michael solo quedó más preocupado y sintiendo más pena por su amigo Luke; pero no solo eso, sino que también se sentía más culpable de no poder ayudar a su amigo a darse cuenta de la relación en la que había decidido quedarse. La persona a la que decía amar.

    Mientras tanto, Dale decidió que le restaría importancia a Michael. Porque al final del día, tenía razón: Dale ya había logrado que Luke le perdonara por lo que pasó, y que accediera a continuar la relación bajo los términos que él (Dale) quería sin siquiera proponérselos. Lo había manipulado sin querer. Había usado el miedo para darle un empujón sin querer.

    Pero eso estaba bien, porque no lo haría de nuevo.


     
    Última edición: 14 Enero 2021
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    Elliot

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    Que trágica la situación de Luke, atrapado en un círculo vicioso de maltrato del que es incapaz de salir y del que ni siquiera lo intenta por sus sentimientos. Digno de un relato kafkiano pero tristemente real...
    Mi única queja con el escrito es que el que los personajes repitan tanto el nombre de otros le quita naturalidad a los diálogos. Fuera de eso me pareció bien.
     
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