Graduación peligrosa.

Un cuento escrito para seguir probando mi nivel como escritor, si tengo fallas o algo me dicen, también opinen que les pareció la historia =D

Graduación peligrosa.

Hoy todos estamos de fiesta, no porque la profesora de matemáticas haya renunciado al empleo, tampoco por los animalitos del club de ciencias que se salvaron de una muerte por disección. La razón de esta algarabía es demasiado simple: Estamos en la ceremonia de graduación.
Finalmente luego de tres largos años voy a obtener ese maldito papel que me acredita como graduado de esta institución, afortunadamente no tengo la necesidad de portar una prenda estúpida con forma de falda, tampoco el sombrero cuadrado que parece desafiar las leyes de la lógica, en vez de eso todos los estudiantes de mi generación se reunieron en la plaza cívica mientras tomaban sus asientos en sillas de metal preparadas desde una noche antes, las filas eran enormes ya que no había distinciones o divisiones por salones, al menos durante la graduación todos los grupos somos uno mismo para partir a la universidad.

Enfrente de la dirección se encontraba un estante adornado con los colores de la escuela: Verde, azul y rojo, los profesores se encontraban sentados en sillas de madera, sostenían en sus manos una enorme cantidad de diplomas, reconocimientos y premios individuales, ya sea deportivos, culturales o académicos.
Desgraciadamente no voy a ganar ningún reconocimiento por mi falta de interés en la cultura y los deportes, tan sólo quiero largarme de este sitio para jugar videojuegos y comer papitas fritas. Algunos estudiantes llegaron al mismo tiempo que yo, a diferencia mía pude ver cierta tristeza en sus ojos, varias lágrimas discretas bajaban por sus jóvenes rostros. Realmente no quieren dejar la escuela que los acogió con amor y esperanza.

Me gustaría sentir lo mismo que ellos, un amor incondicional a un sitio que me vio crecer en todos los aspectos, sin embargo yo no albergo sentimiento alguno por estas paredes.

Los primeros dos años que estuve aquí fueron realmente un infierno terrenal, una experiencia que cualquier ser humano consciente odiaría hasta la muerte misma. Todos me odiaban y jugaban bromas pesadas, me gané la enemistad de mis compañeros, me pusieron apodos terribles como: “Demonio rojo” o “Saboteador de planes”.
¿Cómo puedo disfrutar un lugar así?
¿Por qué amaría yo a esas personas?

No tiene sentido, la escuela es y será siempre irrelevante, repleto de compañeros hipócritas y maestros perezosos. Mi vida no fue más que una serie de humillaciones públicas, cuyas consecuencias aun siguen presentándose hoy en día. De todas formas jamás pensé en dejar la escuela por esas pequeñas causas, desde chico sabía que los estudios eran la mejor manera de apartarme del fracaso, cuanto más notas altas obtuviera mejor sería mi futuro.
Vivir para estudiar.
Estudiar para comer.

Esas eran las únicas verdades que mi pobre vida podía aceptar, siempre sólo rodeado de peligros y tristezas. ¿Quién podría ser feliz en estas circunstancias?

—Oye Pablo no vayas a dormirte. —Mis pensamientos fueron cortados por una voz bastante conocida, detrás de mí pude ver a Carlos portando el uniforme bien cuidado por primera vez desde que lo conozco, llevaba la camisa roja por debajo del pantalón de vestir negro, usaba zapatos negros como el reglamento marca y su cabellos negros vinieron peinados con gel. Tengo dos teorías respecto a esta nueva imagen: La primera es que Carlos se ha dado cuenta del valor sentimental que una escuela puede darte y por ende quiere terminar sus días aquí con una sonrisa o bien su mamá lo cambió esta mañana y lo obligó a venir decente aunque sea durante la graduación.

—Yo decido cuando dormir así que cierra el pico—dije con cierta pereza en mi voz, definitivamente no voy a recibir ordenes de Carlos.

—Entonces no duermas hoy Pablo, además ¿Por qué traes el uniforme hecho trizas? Al menos lo hubieras lavado para la ceremonia. — Creo que Carlos tiene razón, mi camisa roja esta desabotonada dando a relucir mi camiseta interior blanca, estaba usando deportivas cafés, sin mencionar lo percudido que estaba mi pantalón negro.

—Pues si, pero ya estoy aquí y no voy a correr solamente para verme bonito, total el tiempo que pude gastar en lavar mi uniforme lo he invertido en algo mucho más productivo ¿Te gustaría saber? O no tienes interés.

—Creo que conozco la respuesta.

—Adelante dila de una vez Carlos.

—Dormir—respondió el joven de cabellos negros sin dar más explicación, efectivamente estaba en lo cierto y mi silencio fue señal de aprobación absoluta.

Nuestra charla estúpida se prolongó un rato más, hablamos de cosas comunes y corrientes para jóvenes de nuestra edad, desde videojuegos recientes hasta la última película de los imponentes ¡Simios radioactivos!

Minutos después Esmeralda llegó a la ceremonia, ella venía sola ya que sus padres no iban a poder asistir debido a cuestiones laborales, usaba el uniforme de gala escolar, compuesto por una falda corta por encima de las rodillas y una blusa con escote regular. Esmeralda traía de nuevo el cabello suelto y sin algún peinado extravagante, sus orbes verdes e inocentes cautivaron mi atención por unos segundos.
—¡Chicos buenos días!. —Una bella princesa se sentó al lado mío saludándonos con bastantes ganas.

—Buenos días Esme—saludó Carlos.

—Hola Esmeralda ¿Lista para la graduación? —pregunté con una sonrisa amable sobre mi rostro.

—Si, estoy muy emocionada por recibir mis documentos ¡Mamá y papá se alegrarán mucho! —exclamó la chica con ternura, mis pensamientos pesimistas y tenebrosos fueron reemplazados por los recuerdos felices ganados en este último año. Hasta hace poco nada me importaba, las cosas me daban igual, la vida y las personas que habitaban este mundo no tenían ninguna relevancia para mí.

Pero todo cambió cuando conocí a Esmeralda, esa bella chica inocente que no conocía la maldad, encerrada siempre en ese convento sin algún amigo o alguien de su edad con quien jugar. Todo en ella me pareció perfecto, sus lentos pasos, la manera en que solucionaba los problemas y hasta la manera de hablar tan tímida. Por primera vez en diecisiete años de soledad pude conocer lo que era estar enamorado, cuando sus orbes se llenaban de lágrimas mis brazos eran los primeros en brindarle el calor necesario para seguir adelante.

—Oye Esme dile a tu novio que se ponga presentable, me da vergüenza estar sentado a lado de un vagabundo. —Carlos se quejó con la única persona capaz de controlarme, supongo que ese bastardo no es tan torpe cómo parece.

—¿Ah? Es cierto ¡No deberías ser tan descuidado! Pero no te preocupes, voy a arreglarte yo misma—explicó Esmeralda, en seguida sus manos se deslizaron tímidamente sobre mi camisa. Con delicadeza la jovencita lentamente abotonó la prenda hasta dejarla reluciente y acomodada, posteriormente acomodó la postura del cuello y las mangas.

—Oye no tenías que hacerlo—dije bastante sonrojado por sus inocentes acciones, Esmeralda negó con su cabecita repetidas veces.

—Listo, ha sido un honor arreglarte. — Esmeralda volteó su rostro hasta su costado derecho, desde aquí pude apreciar perfectamente el enorme rubor en sus mejillas. Se veía tan linda que me daban ganas de abrazarla, sin embargo pude aguantar todas esas sensaciones tan maravillosas que amenazaban con hacerme perder la cordura.

Luego de unos minutos el patio cívico se llenó por completo, muchos estudiantes platicaban con sus amigos quizá por última vez, algunas chicas lloraban lágrimas de tristeza en hombros de sus novios o amigos, no vi a ningún hombre llorar aún, pero jamás falta el primero que tuvo una vida escolar llena de gloria. El ambiente se ponía más dramático y eso que la ceremonia todavía no había empezado, Esmeralda bajó un poco la mirada resistiendo las ganas de llorar.

—Sabes no voy a mentirte Pablo, yo realmente tengo muchas ganas de llorar, es sólo que…no hay necesidad de hacerlo, no puedo llorar, yo me prometí a mí misma ser fuerte. — Esmeralda hablaba casi de manera entrecortada, Carlos decidió quedarse callado y esperar a que la ceremonia diera inicio.
—No tienes que contenerte Esmeralda, no todos podemos resistir nuestras propias emociones de la misma manera, si tienes ganas de llorar entonces deberías hacerlo, después de todo las memorias que guardamos aquí nos seguirán por siempre en el fondo de nuestro corazón.

La jovencita guardó silencio unos momentos, sin avisarme Esmeralda me agarró la mano y comenzó a llorar discretamente sobre mi pecho, se veía tan indefensa, hermosa y serena que por un momento perdí la noción de la realidad por vagar interminablemente en mis recuerdos. Definitivamente toda la maldad que había acumulado en estos últimos años desapareció en pocos meses, así de grande es el poder del amor.
—Estoy feliz Pablo, estoy feliz no tienes de que preocuparte—dijo Esme entre susurros, por ahora sólo quería permanecer callado, rodeando a mi amada novia entre mis brazos, hasta donde las fuerzas me lo permitan.

—Oigan enamorados, no es por molestarlos pero la ceremonia comenzará dentro de unos minutos. —Carlos interrumpió el momento levantando un poco su voz, Esme dejó de llorar y volvió a sonreír bastante sonrojada por el momento cursi que acabamos de vivir.

Las luces se prendieron de repente y el equipo de sonido comenzó a reproducir una canción bastante armoniosa tocada con piano y guitarra acústica, no tengo ni la más mínima idea de cómo se llame la rola. Los estudiantes guardaron silencio regresando a sus respectivos lugares mientras los padres de familia aplaudían dirigiendo sus miradas al atrio.
Una compañera desconocida se paró vestida con un vestido de quinceañera, el escote del vestido resaltaba mucho su busto y sus caderas, portaba una corona dorada sobre su cabeza y también sostenía una hoja de papel en sus manos. Ella es la reina de la generación, elegida por todos los estudiantes masculinos basados en el concurso de belleza del mes pasado.

—Buenos días compañeros, hoy viernes cinco de julio del dos mil diez les doy la despedida a todos ustedes, no solo a mi hermosa institución o a mis dedicados profesores, si no también a mis grandes amigos, con los que pasamos grandes momentos. Hoy nosotros terminamos la educación básica y nos vamos directo a la última etapa del sistema educativo mexicano, la temida universidad—exclamó la chica con gran emoción, todos se quedaron callados para escuchar el resto del discurso. No es que me interesé pero incluso un vago como yo necesita unas palabras bonitas para dejar esta escuela con una buena sonrisa.

—Compañeros ¡Hoy nos graduamos! No hay necesidad de mantener viejos rencores o tristezas, si tu novio rompió contigo la noche pasada no tienes de que preocuparte ¡Podrás encontrar uno nuevo haya afuera! Cada uno empieza de ahora en adelante una nueva oportunidad para seguir adelante, ya sea en una universidad prestigiosa o en un taller mecánico, estudiando o trabajando jamás deben darse por vencidos. Si alguna vez quieren caer sólo recuerden los duros intentos que tuvieron para pasar matemáticas o las veces en que los profesores les llamaron la atención por platicar en clase, puede sonar repetitivo y desesperante pero al fin y al cabo para eso nos sirvió la escuela ¿O me equivoco? Yo me voy con la cabeza en alto y mi diploma en mano, sin rencores hacía nada ni nadie o malos recuerdos por la espalda, sufrí y lloré en este mismo patio, jugué y me relajé en todos estos salones, platiqué con cada uno de ustedes y logré entablar amistad con algunos docentes ¿Por qué debería sentirme deprimida? —exclamó la chica casi al borde de las lágrimas, todos los alumnos nos pusimos de pie y aplaudimos ese majestuoso discurso. Tras eso el director de la escuela tomó el micrófono y la compañera regresó a su lugar en la primera fila de la derecha.

—Buenos días compañeros docentes y alumnos que hoy dejan esta institución educativa, a mi me da gusto saber que una gran cantidad de jóvenes se gradúa hoy por sus propios meritos, demostrando el desempeño de nuestra institución en la formación de nuevos ciudadanos. Sin más que agregar le entregaré la palabra a la subdirectora, la profesora Karla Ramírez para hacer la entrega a los reconocimientos individuales. —El director entregó el micrófono a una mujer gordita y pálida, su cabello rubio teñido opacaba las canas que ya se había ganado por la edad.

Los reconocimientos fueron para los clubes deportivos, más el de soccer que ganó hace poco el torneo estatal de condados y el primer lugar en la liga nacional, todo un logro para veintidós cabezones que no estudiaron todo el maldito semestre. Otro reconocimiento fue entregado al club de danza moderna, cuya actuación en el certamen estatal les dio el triunfo por decisión unánime.
Es una lastima que no hayan hecho torneo de taekwondo o algún arte marcial, de ser así con todo gusto me hubiera unido, sin embargo la escuela no pudo contratar un profesor por lo tanto el club se disolvió y los miembros cómo Carlos y yo nos convertimos en vagos sin oficio ni beneficio.

Tras una serie de nombramientos desconocidos la subdirectora mencionó un nombre que conocíamos muy bien.
—Esmeralda de la Luz pasé al frente para recibir su reconocimiento como la alumna con mejor promedio de la generación. —Mis ojos no dieron crédito a las palabras que escuché, Carlos abrió la boca como si fuese un cascanueces navideño y Esmeralda casi se desmayada de la emoción.

—¿Yo gané? ¡Oh dios mío gané! —exclamó Esmeralda ante su propio premio, la chica corrió inocentemente hasta el atrio, en donde la subdirectora le entregó un certificado y una medalla dorada, tenía el diámetro de una palma humana promedio y brillaba bajó la luz del sol, ahí estaba inscrito el reconocimiento a sus esfuerzos. Tras recibir la presea Esmeralda regresó a su asiento con una enorme sonrisa.

—Felicidades Esmeralda, merecías ese premio—dije con amabilidad mientras acariciaba su cabeza, ella se puso colorada mirando hacia otro lado.
Pude notar unas cuantas miradas envidiosas dirigidas a Esmeralda, quien inocentemente miraba su medalla y la guardaba en su bolso rosado, en seguida la ceremonia de premiación siguió sin más novedades.
Una vez que los premios se terminaron llegó la hora de los certificados, fueron por orden grupal sin distinción de capacitación o área administrativa, lentamente los profesores fueron llamando a sus alumnos para recibir sus respectivos documentos, algunos pasaron rápidamente y sin llamar la atención, otros en cambio le dieron la mano a sus docentes y dieron caravanas respetuosas al director de la escuela.
—Pablo Casanova. —El maestro de ceremonias llamó mi nombre sin mucho interés, me puse de pie y caminé hacía el atrio para recibir mi documentación, detrás de mí escuché algunos abucheos y risas bien justificadas. Regresé de nuevo a la oscura realidad, aquí en esta escuela nadie solicita mi presencia, bajé la cabeza sin mirar al director a los ojos, posteriormente bajé del atrio sin decir palabras de despedida.

—¡Cuidado Pablo! —exclamó Carlos con discreción, no pude reaccionar a tiempo y por ende una botella de PET me golpeó en la cabeza.
—Jajaja ten más cuidado Pablito—dijo uno de mis ex compañeros.

—¿Ya no eres tan rudo verdad? —preguntó un amigo suyo, los dos estaban sentados en la parte trasera de la fila, donde no había vigilancia alguna, quise darles una lección pero ya no tengo ganas de discutir, sencillamente pasé de largo sin prestar atención a sus insultos.

—Eres el estudiante más inútil de la escuela, es genial que ya te vayas a la mierda. — ¿Por qué me estoy deprimiendo? En el pasado esto no debía de importarme, sin embargo ahora realmente quiero llorar, abrazar a alguien y hundir mis sentimientos en un mar de soledad. Justo cuando iba a soltar un grito Esmeralda se puso de pie y me cubrió con su inocente cuerpo, ella tenía una mirada valerosa sobre sus orbes, los chicos la vieron bastante sorprendidos.

—¡No digan eso! Pablo es un gran chico, siempre muestra su mejor lado y sonríe cuando los demás lo necesitan, por eso…¡No le digan nada malo! —gritó Esmeralda ante la mirada sorpresiva de docentes y compañeros, la bella chica me tomó de la mano llevándome de nuevo a mi asiento.

—¿Estás bien Pablo? No dejes que esos rufianes te molesten. — Por un momento los papeles se cambiaron, usualmente soy yo quien defiende a Esmeralda de los abusivos y los problemas, creo que ese reconocimiento le dio un poco de valor para enfrentarse a esos bastardos con palabras, puede que me avergüence admitirlo pero esta vez fue la princesa quien salvó al caballero.

—Gracias Esmeralda.
—No tienes de que agradecerme, tu siempre eres el que me salva, al menos por esta ocasión quiero ser yo quien tenga la oportunidad de protegerte.

Me sonrojé bastante ante sus palabras, traté de voltearme hacia la derecha para evitar mirarla a los ojos, no obstante la chica de cabellos negros me tomó del cuello y besó mis labios antes de poderme escapar, llevé ambas manos a la altura de su cintura, devolviendo las muestras de afecto que ella me daba. Así estuvimos un par de minutos, inmersos en nuestro propio mar de fantasía.

Carlos recibió su certificado unos minutos después y de paso tomó el de Wendy también, ya que ella no pudo asistir este día. Tras una serie de nombramientos la ceremonia llegó a su fin, cada uno partió con sus amigos a sus casas o a tiendas de conveniencia, no sin antes dar una mirada melancólica a la escuela por última vez.

—Chicos voy a comprar unas cosas al súper mercado ¿Me esperan aquí? No tardo. — Esmeralda nos pidió permiso para ir de compras sola, lo mejor sería acompañarla pero Carlos me hizo una señal con el ojo izquierdo, desde que estamos pequeños esa es nuestra clave de comunicación en momentos donde no podemos hablar.

—Bueno, te esperaremos en la entrada de la escuela y luego nos iremos a casa—dije con una sonrisa, Carlos asintió sin muchas ganas.
—Si, no se preocupen vendré en seguida.

Vimos a Esmeralda salir corriendo de su asiento rumbo al supermercado, Carlos volvió a tomar asiento mirándome a los ojos, no vi indicios de bromas o chistes baratos, por lo tanto me hablará de algo importante.

—Pablo ¿Has pensado en invitar a Esmeralda al baile de graduación? Sé que no gustas de los bailes y la música, pero Esme estaba viendo unos carteles muy entusiasmada esta mañana, deberías no ser egoísta y llevarla a bailar un rato. —Es verdad, últimamente me he comportado muy aguafiestas con mis amigos, jamás he ido a los bailes de graduación o las fiestas que organizan los jefes de grupo en navidad o en febrero, jamás volveremos a ser estudiantes de esta institución así que valdrá la pena asistir aunque sea por una vez.

—Lo voy a pensar, Esmeralda y yo no somos buenos bailando, pero podemos aprender un día de estos jajaja.
—Me alegro Casanova, sería muy patán de tu parte dejarla ir solita a un baile donde todos llevan pareja—dijo Carlos cruzando sus brazos, este tipo puede ser un poco cortante pero es buena persona. Carlos y yo hemos sido amigos desde los nueve años, él conoce mis debilidades y fortalezas a la perfección, lo mismo pasa conmigo, pues se muchas cosas de su familia que es mejor dejar en el olvido.

Los estudiantes se fueron del patio cívico, ya nada más quedaban los miembros del staff y algunos profesores que discutían algunos aspectos de la remodelación, Carlos y yo le dimos una última vuelta a la escuela. Las canchas de soccer por primera vez estaban limpias, las de baloncesto apenas acababan de ser pintadas para los futuros torneos y los puestos de comida hoy brillaban por su ausencia. Cada salón respiraba un aíre de nostalgia, tristes por la partida de sus ocupantes pero felices por la llegada de nuevos chicos con ganas de aprender.

—No volveremos a este lugar verdad amigo. —Los recuerdos de mis viejos días escolares quisieron volverme a molestar, pero ya no más. Aunque la haya pasado mal en este sitio al menos quiero rescatar las cosas que valieron la pena, por ejemplo: Las salidas de clase, la comida y por su puesto mi encuentro con Esmeralda.

—¿Extrañarás este lugar Pablo? —preguntó Carlos mirando las canchas nuevamente.

—Claro que si, no me importan los grandes dolores que haya vivido en este sitio, tampoco las veces en que casi me golpeaban. Lo que pasó en estas grandes cuatro paredes jamás volverá a repetirse, tuve la oportunidad de estar con futuros ciudadanos bajo una convivencia sana, en este punto todos somos iguales, nadie es mejor que otro, pues aún no trabajamos. Quizá dentro de unos años yo sea un profesionista y un compañero de a lado se convierta en deportista reconocido, nuestros caminos se separaron hace ya muchos años, pero al menos podré decir que por un bello momento los dos estuvimos en un mismo salón, compartiendo los mismos recuerdos y finalmente viviendo las mismas aventuras ¿No es maravilloso eso Carlos? La escuela es un punto clave en la vida de cada persona, por eso me alegro mucho de haber estado tres años aquí. —Carlos ni dijo nada, sencillamente llevó las manos a sus bolsillos con un poco de tristeza.

—Debiste convertirte en orador cuando tuviste la oportunidad—exclamó Carlos, luchando para no llorar ante mí discurso.
—Nah, sólo eres un llorón.

Tras la plática llena de memorias Carlos y yo regresamos a la entrada de la escuela, Esmeralda debería estar esperando. Durante nuestro camino divisamos por última vez la dirección y el cuarto de teatro, después de todo no volveremos a entrar ahí.
Curiosamente Esmeralda aún no había llegado ¿Se le habrá hecho tarde? No creo, esa chica es muy puntual, quizá la fila en el supermercado se agrandó más de la cuenta. Mi compañero y yo decidimos esperarla por un rato, aunque ya me estoy empezando a preocupar, porque no he recibido ningún mensaje de su parte, tampoco alguna alerta que diga: “Lo siento, me voy a tardar” o algo así.

—¿Crees que Esmeralda está bien? Aún no llega y tú sabes que suele desmayarse con frecuencia. —Carlos revisó su reloj luego de mi pregunta, lamentablemente su respuesta no era lo que yo esperaba.

—Ya ha tardado más de media hora, deberíamos ir a buscarla. —Mis sospechas empezaron a crecer, Carlos y yo salimos de la escuela y caminamos por las calles aledañas al supermercado.

—Separémonos para cubrir más terreno, yo voy por el distrito comercial y tú al supermercado, si alguien la encuentra que llame al otro—ordenó Carlos, en seguida el muchacho inició su propia búsqueda, yo hice lo propio por los alrededores.
La muchedumbre no me dejaba correr en paz, si no encuentro a Esmeralda pronto siento que voy a explotar, un mal presentimiento se amontonó sobre mi cerebro, en seguida imágenes indeseables trataron de tomar prestado mi juicio ¿Qué pasa si ya se desmayó en plena vía pública? ¡Maldita sea! No debí dejarla ir sola, todo es culpa de mi egoísmo y vagancia, si hubiera invitado a Esmeralda al baile desde hace unos días esto jamás habría pasado.
Los puestos comerciales estaban abarrotados de personas, por ende me es muy difícil pasar entre tantas multitudes amontonadas en un solo sitio, si voy a encontrar a Esmeralda necesito un punto de referencia lo suficientemente alto como para apreciar mejor los rostros de los compradores. Dirigí mi atención a unas escaleras que conducen a la azotea de un establecimiento, mirar desde muy arriba tampoco es muy buena opción, lo mejor será quedarse en medio y tratar de identificar algún rostro conocido.

Minutos pasaron pero no vi a nadie que pudiera serme de utilidad, cansado de esperar decidí tomar acción y bajar las escaleras rumbo a la calle.
¡Con una mierda! No he recibido una llamada de Carlos aún, entonces Esmeralda sigue perdida en medio de esta gran horda de clientes. Mis desesperados pasos me llevaron a un callejón oscuro, donde no había ni un solo puesto o comprador.

Nah, Esmeralda no puede estar en un lugar como este, definitivamente ya regresó a la escuela y mis preocupaciones no son más que delirios sin sentido, jajaja no se porque me estoy asustando tanto.

—¡Kya! ¡Ayuda!. —Una voz demasiado conocida me llamó desde lo más profundo del callejón, sin pensarlo dos veces corrí hacía el final del pasadizo, a mi izquierda pude ver como el camino se doblaba y seguía un rumbo diferente al usual, es decir: Este callejón no tiene salida una vez que has doblado a la izquierda. Sin embargo mi pesadilla apenas acababa de empezar, tres sujetos feos acorralaban sin piedad a Esmeralda, el primero portaba una chaqueta de cuero negra, usaba lentes del mismo color y unos pantalones de mezclilla azules con rupturas en las rodillas, los zapatos de ese sujeto portaban insignias misteriosas.
Para mi desgracia el segundo forajido no era lo que yo esperaba, pude ver oculto desde este ángulo a un hombre fornido de pies a cabeza, medía un metro noventa y portaba solamente un pantalón de mezclilla sucio y una camiseta interior desmangada, finalmente su líder no era más que un chico mayor que yo por unos años, portaba una chaqueta de mezclilla azul y un pantalón del mismo color, a diferencia de sus amigos era calvo.

—Pero que bonita conejita tenemos aquí—dijo el maleante musculoso ante la inocente chica, que solamente cubría su busto débilmente con sus manos.

—Por favor no me lastimen, en serio. —Las lágrimas de Esmeralda no se hicieron esperar, pues de inmediato comenzó a rogarles que la dejaran ir.

—Nah, mejor vamos a violarla de una vez, no hay nadie aquí y si le tapamos la boca no podrán oírnos—explicó uno de los maleantes con lujuria asquerosa, tenía ganas de brincar y darle una paliza que jamás olvidará, pero no puedo ser tan imprudente.
—Oye niña antes de empezar la violación quiero saber algo ¿Tienes novio? Responde honestamente o vamos a matarte. — Esmeralda seguía llorando y temblando, su pánico era tanto que apenas pudo mover los labios un momento para formular una respuesta.

—Si—dijo a secas, de inmediato el líder la tomó de la cadera y empezó a olfatearla como un animal hambriento, no puedo saltar aún porque no estoy seguro de sus armas o nivel de pelea, definitivamente no puedo usar hechicería contra humanos normales, así que estoy en desventaja táctica.

—Pero aun hueles a virgen, ese cuerpo inocente tuyo aún no conoce la bella sensación de ser penetrado una y otra vez, tu novio debe ser algún estúpido que no sabe aprovechar el cuerpo que posees, pero no te preocupes, nosotros seremos amables por ser tu primera vez. — ¡No puedo soportar esto! Si no me calmo puedo cometer un error que nos cueste la vida a Esme y a mí.

—No, miren les puedo dar mucho dinero y esas cosas pero por favor ¡No me hagan daño! Todavía tengo el sueño inocente de hacerlo cuando este lo suficientemente preparada y que sea con la persona que amo, no me roben esa ilusión ¡Por favor!. —A pesar del llanto puro y sincero los maleantes siguieron adelante, las manos enormes del musculoso tomaron a Esmeralda del cuello, después la arrojaron contra la pared del callejón.

—¿Dejar irte? No somos tontos, el dinero lo podemos robar en cualquier lado, pero las vírgenes ingenuas no se encuentran fácilmente, Santiago quítale la blusa ¡Ahora! —exclamó el líder de los rufianes, Esmeralda se logró acurrucar en una esquina, intentando proteger sus partes privadas con sus inocentes brazos.

¿Por qué esto le tiene que pasar a ella?
Esmeralda es la chica más hermosa y pura que conozco, ella siempre ayuda a las personas cuando son necesitadas, ofrece una sonrisa cuando todos están tristes y por supuesto, es capaz de calentar un corazón de hielo. Nunca la he visto copiar, tampoco robar o desear el mal ajeno, es pésima mintiendo y mala para lastimar a las personas, ella es un ángel con cuerpo de humano, por ende sólo debería tener momentos felices. Pero ¿En dónde ha quedado la justicia? Justo ahora Esmeralda esta sola, acorralada en un callejón por tres rufianes mucho más fuertes que ella, sin posibilidad de escapar y a punto de sufrir una terrible violación.

No puedo ver más esta injusticia, por primera vez quiero cambiar las cosas, no es justo que las personas más buenas sean las que paguen las consecuencias de una sociedad irremediable ¡Jamás lo permitiré!
Justo cuando iban a tocarla decidí salir de mi escondite, entonces me puse de pie encarando a esos sin vergüenza.

—Tres gorilas contra una indefensa doncella, ah eso no esta bien amigos jajaja ¡Vengan! —exclamé sin reservarme nada, los orbes verdes de mi novia brillaron nuevamente, recuperando toda la vitalidad que esos bastardos estaban a punto de robarle.

—Parece que un caballero sin armadura ha venido a salvarte, eres valiente muchacho pero no tienes ninguna posibilidad contra nosotros—argumentó uno de los maleantes con chamarra negra, eso no me importó, para rescatar a Esmeralda no puedo perder este combate.
—No sean cobardes y luchen de uno en uno ¿O acaso tienen miedo?. —Me burlé del líder rebelde para bajar su moral como equipo, sin embargo no tuve el éxito deseado pues ellos no mostraron señal alguna de verse enfadados, en cambio parecían más alegres y confiados que nunca, el tipo que sostenía a Esmeralda la soltó un momento para concentrar su atención en mí.

—Creo que dejaremos pasar tu oportunidad muchacho, si nos quedamos demasiado tiempo contigo la policía vendrá y nos arrestará, ya somos bastante populares por esta zona. —Estos no eran rufianes comunes, pude ver una estrategia bien organizada desde aquí, dos de ellos me encararon de frente y uno esperó desde la retaguardia.

El primer rufián dio un paso hacia delante, su corpulenta figura y destreza física no eran una buena señal, decidí mantener mi guardia cerrada, esperando el momento para atacar. Cuando enfrentas a un oponente más alto y fuerte que tú es primordial mantener los brazos a la altura del rostro, con ello evitarás ser aniquilado por noventa kilos de masa prehistórica. Sus movimientos no fueron los más hábiles del mundo, pero si contenían una fuerza estremecedora, lo suficiente para dejar inconsciente a cualquier chico de mi complexión.

—¡Ataca de una vez! —grité con la intención de provocarlo, efectivamente el gorila humano se lanzó al ataque estirando sus dos brazos a la altura de mis hombros, en seguida comenzó un recorrido directo para dirigir todo su peso contra mi persona. La distancia de nosotros inicialmente era de seis metros, no obstante esa velocidad de carrera fue suficiente para acortarla a tan solo dos metros. Esto no está bien, plantee mi guardia como suelo hacerlo en las prácticas de taekwondo, mi pie derecho se colocó por delante y el izquierdo atrás, llevé mi mano diestra a la altura de mi cabeza y la zurda junto al estomago.

Me desplacé en reversa para evadir el primer derechazo del imponente muchacho, pude ver perfectamente la trayectoria que recorrió su brazo para cargar tanta potencia. Definitivamente no voy a vencer a este sujeto a base de fuerza física, retrocedí otros pasos para ganar algo más de distancia, si no puedo vencerlo con golpes entonces usaré patadas para sacarlo de balance y terminar esto de una buena vez.

—¡Te voy a matar! —exclamó el hostigador con cierta ira sobre su voz, fue ese preciso instante el que aproveché para llevar a cabo mi plan maestro. Esperé a que perdiera la paciencia, sin prestarle una abertura para contraatacar, fue ahí cuando el rebelde lanzó otro derechazo potente contra mi abdomen.

—Se termino. —Nuevamente hice mi desplazamiento en reversa para esquivar el impacto, pero está vez dejé un cierto espacio de veinte centímetros disponibles para lanzar un contraataque inmediato a manera responsiva. ¡No puedo perder! Sin darle la oportunidad de evadir lancé una patada de lado contra su rostro usando el pie de apoyo, a pesar de lo complicado del movimiento esto no me tomó más que un segundo y medio. Cualquier retraso en las acciones pudo acabar con mis pocas esperanzas de ganar.

—Interesante—murmuró el líder de los rufianes, mi adversario cayó al suelo sin hacer ruido alguno, su consciencia estaba mermada por la potente patada impactada sobre su cráneo, con eso uno de ellos había caído.

—Suelten a Esmeralda o terminarán peor que su amigo.

—Muy bien chico, el grandote no es nada a comparación nuestra, hey Alfonso puedes matarlo. —La orden del líder fue bastante clara, su acompañante más delgado sacó de su bolsillo derecho una navaja para pelar frutas, cuyo mango alcanzó a medir los siete centímetros y el filo retráctil logró los quince.

—A la orden jefe. —¡Maldición! Para terminarla de joder este sujeto está armado con una navaja ¡Como rayos le voy a ganar!, traté de calmarme un poco, desesperarse en esta situación podría dejarme mal parado. Lo primordial será separarlo de su ventaja, en este caso: La navaja.
Alfonso elevó su arma con maestría, primero colocó el filo cabeza abajo y el mango invertido, luego flexionó su rodilla derecha y acomodó sus hombros hacia el frente. Ese estilo de combate es propio de los militares y las fuerzas especiales del gobierno ¿En dónde aprendió esos movimientos?

—¡Pablo ten cuidado! —gritó Esmeralda para apoyarme, en seguida el maleante corrió con toda la intención de apuñalarme. Este será un combate rápido, si esto no funciona entonces terminaré con una puñalada seria en mi espalda o mi abdomen. Alfonso lanzó una puñalada certera contra mi pecho, sin embargo no me desplacé a ningún lado, a tan solo cincuenta centímetros de distancia entre su cuchillo y mi pecho salté girando mi cuerpo en un ángulo de trescientos sesenta grados, al mismo tiempo lancé una patada de giro con salto que impactó sobre su cráneo.

Sentí perfectamente el momento en que mi patada se clavó de lleno en la cabeza del enemigo. Lamentablemente cometí un error fatal, la patada de giro con salto me dejó a espaldas del líder, cuando traté de voltearme fue demasiado tarde.
Lo único que vi fue una botella de cristal avanzar demasiado rápido contra mi cabeza, en seguida toda mi visión de tornó borrosa, tardé algunos segundos en procesar lo que había pasado: Quedé mal parado, por ende mi adversario aprovechó la oportunidad para golpearme en la cabeza con una botella de vidrio.

El envase de cristal se rompió al impactar conmigo y por lo tanto mis sentidos se debilitaron bastante, una gran cantidad de sangre salió por encima de mi rostro tapando lentamente mi visibilidad.

—Nunca le des la espalda a nadie muchacho.

—No…espera ¡Pablo! ¡Ya! ¡Ya por favor! ¡No lo lastimes más! ¡Te lo ruego! —exclamó Esmeralda con las lágrimas ahogadas en el cuello, incluso su hermoso llanto se escuchaba cada vez más lejano, mi cuerpo se tambaleó como un muñeco sin baterías, a duras penas podía mantenerme consciente.

—Es tu final muchacho. —Me traté de apoyar con las paredes del callejón, no obstante terminé por resbalarme miserablemente sobre el asfalto. Mis orbes apenas podían ver la figura del verdugo que iba a matarme, los únicos sonidos que podía detectar eran los llantos que mi inocente novia gritaba, con mis últimas fuerzas logré derramar unas cuantas lágrimas de tristeza y desesperación que lentamente bajaban por mis mejillas.

—Me llamo Antonio, recuérdalo porque será el último nombre que escuches en tu vida. — Cómo gesto de valor el maleante me reveló su identidad, algo bastante cortés para un guerrero tan tramposo. Antonio sacó de su bolsillo un cuchillo idéntico al de su compañero, en seguida me miró con desquicio.

—¡No! ¡Por favor no mates a Pablo!. — Esmeralda lloró aún más fuerte, con la esperanza de ablandar el corazón de mi antagonista. Para nuestra mala fortuna el cuchillo se clavó limpiamente sobre mi abdomen, la chica se quedó en shock, sus pupilas perdieron el color por la impresión.

Grandes chorros de sangre se filtraron por mi ropa, en tan solo cinco segundos una gran cantidad del vital líquido se había expandido por todo el suelo. Mis ojos se cerraron lentamente, lo último que sentí fue un dolor intenso que penetraba cada gramo de mi existencia. Irónicamente Carlos llegó con la policía segundos después.

—¡Policía que nadie se mueva! —exclamó uno de los oficiales, su uniforme azul era reconocible aún dentro de este abismo y con él vinieron varios uniformados más. Lastima que no pude resistir mucho tiempo, pues perdí el conocimiento unos momentos después.

Lo que pasó después fue un misterio, sólo recuerdo flotar en medio de un abismo oscuro y solitario. Lo que hice fue una locura total, en ningún momento tuve la más mínima oportunidad de vencer a esos bastardos, al menos si llego a morir me voy con la satisfacción de haber salvado a alguien.

A pesar de todo la muerte no llegó por mí.
Lentamente sentí como los dolores regresaban a mi cuerpo y con ellos la sensibilidad en la mayoría de mis nervios, al abrir mis ojos pude verme a mi mismo cubierto entre sábanas blancas, en una habitación del mismo color y con un respirador artificial sobre mi boca. No quiero ni imaginar mi reflejo en este momento.
Esmeralda estaba acostada sobre un sofá, su pequeño cuerpo era cubierto por una delgada sábana blanca. A juzgar por los pañuelos tirados y el cesto amontonado en la esquina era fácil deducir lo que había hecho mi amada novia estos últimos días.
—Oye bella durmiente ya es hora de levantase—susurré tímidamente una frase provocadora para despertarla, grande fue mi sorpresa cuando la chica se puso de pie al escuchar mi voz.

—¡Pablo!. — Esmeralda nuevamente derramó unas cuantas lágrimas de felicidad, sin pensarlo yo también seguí su ejemplo.

—¡Estaba asustada! Muy asustada, por un momento creí que ya no despertarías y…—La interrumpí con un beso directo a sus labios, no quería escuchar más cosas tristes.

—No te preocupes ¿Recuerdas lo que te prometí hace tiempo? —pregunté conociendo la respuesta de antemano.

—Claro que lo recuerdo, me dijiste claramente que jamás nos separaríamos y que somos capaces de superar cualquier reto si estamos juntos. — Aún no podía mover mis brazos, por lo tanto me limité a tomar sus manos con toda la ternura que mi cuerpo era capaz de expresar. Las heridas de la pelea todavía me dolían, pero tampoco era excusa para retroceder en momentos como este.

—Siento si no pude ir al baile graduación, Carlos me dijo que estabas ansiosa por asistir a un evento social. —Bajé mi cabeza unos centímetros para mostrar mis disculpas, Esmeralda sólo me dedico una sonrisa.

—Tranquilo Pablo, además la que debe disculparse soy yo, de no ser por mí nada de esto habría pasado. — Esmeralda me devolvió la disculpa sin dudarlo, eso me hizo sonrojarme ligeramente.

—Sólo hice lo que mi corazón me dijo, eres muy importante para mí Esmeralda, no podía dejarte a merced de esos bandidos, después de todo yo—pausé mi frase por un momento —Te amo—dije sin dudarlo ni un segundo. Definitivamente no hay error, gracias a Esmeralda pude disfrutar plenamente mi último año escolar. De no ser por ella me habría congelado dentro del mundo del silencio, un lugar donde no puedes hablar o ser escuchado. La peor pesadilla de cualquier concepto olvidado o sin algún significado.

—Yo también te amo Pablo ¿Siempre estarás conmigo verdad? —preguntó la chica con una mirada inocente.

—Por supuesto, mientras tu corazón siga latiendo mi alma seguirá luchando por protegerte, hasta que ambos logremos encontrar la verdadera felicidad. — Con esa frase la historia de mi graduación llegó a su fin, dentro de poco vendrá una difícil vida universitaria, plagada de trampas y problemas, pero por ahora sólo quiero disfrutar este bello momento, junto a la persona que amo.

FIN

Espero les haya gustado <333