Colección Fruta de temporada [Momoka Ashikaga|Samurai Senso]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 11 Febrero 2022.

  1.  
    Kaisa Morinachi

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    Escritora
    Título:
    Fruta de temporada [Momoka Ashikaga|Samurai Senso]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    979
    Una carta para Momoka

    Habían decidido detenerse para descansar, los últimos días habían sido arduos con victorias y derrotas, eso desde el papel de un médico era mucho más transcendental, en marte, que el trabajo de los propios guerreros. O por lo menos para Momoka era así, no por nada prefería mancharse las manos de sangre antes que empuñar una espada misma, le aterraba la idea siquiera de verse obligada a hacerlo. Aparte, el guerrero debía encargarse de prevalecer sobre el enemigo, ya fuera en físico o moral, pero en las sandalias de un médico a veces lo incorrecto y correcto se volvían colores poco claros, como el cielo gris o más bien un profundo poso: No podías ver el fondo, no sabías qué estaría bien o mal.

    ¿Salvar al enemigo merecía la pena? Pero ella de estar en manos del rival, ¿querría ser salvada por quién mató a sus aliados, familia y amores? Eran debates que su padre le aconsejó pensar con calma, y qué mejor manera que meditar bajo el agua torrencial de una cascada.

    Se resfrió un montón de veces, pero esos resfríos le dieron la escusa perfecta para descansar del entrenamiento, los trabajos y la laboras, para solo dedicarse a reflexionar, reír febril y comprender otros panoramas. "Tómate las cosas con calma, Momoka, porque los trabajos acelerados, aunque a veces necesarios, nunca serán los mejores" recordaba la voz impersonal y fría de su madre, quien tenía un hermoso y lizo cabello negro que a pesar de tener que lidiar con un montón de cosas, lo mantenía pulcro y hermoso. "Cuando haya tiempo, has las cosas en orden, con tranquilidad y atenta" la miraba con sus ojos rasgados y suspicaces, pocos sabían realmente todo lo que había tenido que pasar, solo los que las conocían de siempre y su padre de seguro sabría un montón de cosas que nadie sería capaz si quiera de imaginar. Por algo de amaban. "Cuando el tiempo no exista y la necesidad amerita aceleración: Has las cosas de manera precisa, eficaz y..." sin mirarla, buscó la palabra.

    Suspiró cansada, dejó de ordenar todo lo que tenía delante, que era medicina para futuros enfermos, aun sin preparar incluso.
    —Ven acá, pequeña —extendió sus brazos con una sonrisa tierna y sus ojos de repente se volvieron profundamente amables, Momoka solo logró envolverse en su calidez tras verla con genuino asombro maravillado. La acarició, la mimó, la arrulló—. Los pequeños deben ser protegidos y educados, para que en el futuro sean eficientes y no pierdan el norte... para que sepan volver a casa, incluso en las noches más oscuras o ante los vendavales más tenebrosos.

    Imaginaba las palabras de su madre y en su mundo veía cosas asombrosas, a veces era incapaz de entender todo y ahí era imposible imaginar algo, pero gracias a su especial acceso al castillo debido al renombre que se había ganado con esfuerzo su madre... podía ver pinturas asombrosas, escuchar historias muy lejanas, comprender un montón de cosas.

    >>... Entonces, Momoka —tras meditar y compartir alegrías con su preciado tesoro, la señora la miró firme, pero con completa ternura a los ojos aun demasiados inocentes de la niña—, recuérdalo: Obedece a tus maestro, cuestiona tus propios conocimientos y siempre, siempre, cuídate y solo así, sana y fuerte, serás capaz de hacer maravillosas cosas. Como yo, como tu padre; como el herrero y las cocineras que nos brindan hermosos alimentos.

    En la soledad del cuarto, madre e hija miraron el ocaso.
    >>Confía en tu gente y un día tú, junto a todos sus amigos, serán parte primordial de este pueblo—. La mujer le miró y rio ante su cara de una manera que Momoka sentía natural, pero con el tiempo tendría claro que solo estaba reservado para ella—, ¡y tú estarás acá, guíando a un pequeño o pequeña igual de asombroso y valioso que tú!

    Porque eran médicos, porque trataban con plantas. Porque sacrificaban animales y hacían ofrendas a los dioses, todo en pos de prevalecer por sobre el crudo paso de las estaciones, por el efímero paso del tiempo.

    Momoka ya grande lloró aferrada a la carta que le había llegado de forma improvista, no había sido su padre, ni mucho menos su madre.

    Con letras desprolijas, horribles y casi inteligibles le había escrito Kenta, uno de sus grandes amigos, confirmando un sueño infantil que tuvo al empezar su adolescencia: Volverse guerrero.

    Y solo pudo llorar, abrumada por el equipo que la rodeaba y la acompañaba.
    —¿Estás bien, Momoka, pasó algo malo? —preguntas similares cubrieron el ambiente de murmullos y luego el jefe del escuadrón pidió silencio para la más joven chica de solo diecisiete otoños.

    Y Momoka con una profunda pena, dijo palabras que no reflejaban su dolor.
    —Claro que estoy bien, claro que estoy feliz... todos... todos nos esforzamos tanto, todos... todos...

    —Momoka —habló ese hombre viejo y firme, serio y similar a su madre. Y con esa seriedad, habló tras cerrar los ojos, resignado ante el silencio y mirada destruida de la chica—, tan solo déjate abrazas.

    Y Momoka lo comprendió, al menos en parte. Se dejó abrazar por su compañera y senpai, se reconfortaron y bajo palabras de apoyo, Momoka lloró como nunca antes había llorado.

    No era el llanto de una niña, porque tenía tantos significados que sería imposibles de enlistar sin abrumarse. Así que solo lo dejó fluir y a la mañana siguiente, con la mente despejada y un desasosiego tranquilo, miró el amanecer.

    Lo miró y solo esperó que Kenta, su padre y madre estuvieran bien. Porque confiaba en ellos más que en cualquier otro, aparte de su escuadrón, y estaba segura mientras ella prevaleciera tan fuerte como deseaba que se mantuvieran ellos...
    llegaría el día que todos volvieran a estar juntos.
    Realmente alegres...

    siempre que los Taira no los derrotaran.
     
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