Harry Potter Fridwulf [Fantastic Beasts]

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Ayeah, 14 Agosto 2016.

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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Escritora
    Título:
    Fridwulf [Fantastic Beasts]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    984
    Fridwulf.


    La noche cubría aquel páramo con su negro manto de oscuridad y silencio, sólo roto por la respiración sosegada de los animales dormidos y alguna que otra criatura nocturna.

    El grito de una lechuza al lanzarse sobre su pesa arrancó ecos retumbantes en el tronco del árbol hueco por el que, en aquellos momentos, una figura informe emergía imbuida en una raída y negra capa color azabache.

    Regaló un puntapié a un nudo de la madera que se encontraba a escasos metros de distancia del agujero por donde había salido y avanzó sigilosamente al abrigo de la penumbra hasta poder enderezarse bien lejos de las ramas aparentemente tranquilas del imponente sauce.

    Sacudió los restos de polvo y barro de su túnica y se irguió en toda su estatura, que no era poca.

    Apartó los negros rizos de su rostro con un ademán y mordisqueó su labio inferior escondiendo una sonrisa traviesa. Sus ojos castaños brillaban de emoción a medida que se alejaba del sauce y caminaba hacia las profundidades del Bosque Prohibido.

    La amenaza de la expulsión pendía sobre la cabeza del joven Rubeus ya que, tras el último incidente con una pareja particularmente fogosa de cangrejos de fuego, tenía terminantemente prohibido llevar más “monstruos” a la escuela por orden directa del director Dippet. Pero, sencillamente, el joven semigigante no era capaz de dejar escapar aquella oportunidad.

    ...​

    Estaba en su segundo año de enseñanza, y sólo pasaban unos días desde la muerte de su padre cuando lo encontró: apenas un bebé de escamas negras y lechosos ojos color marfil. En un primer momento creyó haber dado con un dragón, pero al notar que éste no escupía fuego alguno y que su rostro era más equino que reptiliano, salió de su error.

    No estaba seguro de a qué especie pertenecía aquel animal, pero el ocuparse de él lo ayudó a sobrellevar su reciente pérdida y, con gran sorpresa, descubrió que los otros magos que lo visitaban no parecían reparar en la presencia de su nueva mascota.

    Lo llamó Fridwulf, en honor a su madre giganta, y se ocupó de su crecimiento con sumo cuidado. Ya no estaba solo, tenía un gran compañero que, además, resultaba invisible a ojos de otros.
    ...​

    Atravesó la linde del bosque brincando de pura emoción y ahí estaba él. Fridwulf había crecido hasta adoptar el aspecto de un potrillo alado bastante delgado. Lo recibió sacudiendo sus enormes alas de murciélago al tiempo que abría y cerraba sus fauces.

    - ¿Mi pequeñín tiene hambre? – Canturreó el estudiante, sacando una enorme tajada de carne cruda de la manga de su túnica de Gryffindor. Un chillido capaz de helar la sangre en las venas fue la respuesta del extraño corcel. Huelga decir que a Hagrid le pareció un sonido adorable.

    Lo observó comer en silencio y, cuando hubo terminado, el chico se despidió con unas palmadas en el escamoso cuello del animal y comenzó a caminar sigilosamente hacia los terrenos del castillo.

    Podía sentir su corazón partirse un poquito cada vez que se alejaba de Fridwulf, pues éste lo había ayudado a superar un momento muy duro y, al parecer, la cría parecía pensar lo mismo, pues en silencio siguió los pasos del futuro guardabosques.

    Aunque quizá sólo seguía el olor de la sangre que había manchado la túnica del chico al guardar la carne cruda sin cubrir. ¿Quién sabe?

    Finalmente, Rubeus tomó la decisión que por poco le cuesta la expulsión. Llevó al animal al castillo y lo introdujo en su dormitorio a escondidas.

    Los primeros días nadie pareció reparar en los ruidos que salían de ninguna parte y los objetos desordenados pero, pronto, la presencia de aquel invitado especial, aunque invisible, comenzó a hacerse notar. Y mucho.

    Las quejas llegaron finalmente a oídos de Albus Dumbledore, el jefe de la Casa Gryffindor, quien acudió de inmediato al dormitorio masculino de 2º año esperando toparse con un fantasma revoltoso o, incluso, algún tipo de broma de Peeves el Poltergeist del colegio.

    Desde luego, lo que el pelirrojo y barbudo profesor no esperaba encontrar fue aquella extraña y entrañable imagen.

    La puerta del dormitorio se abrió con un levísimido chirrido aquella noche y la aguileña nariz del profesor asomó lentamente, precediendo el resto de su rostro adornado con sus ya necesarias gafas de media luna.

    Las tres primeras camas estaban ocupadas por sus estudiantes, quienes dormían profundamente, pero la cuarta… Oh. La cuarta cama de aquel dormitorio era un mueble más grande de lo habitual ya que había sido diseñada para contener a un alumno igualmente grande, en el más amplio sentido de la palabra, si se me permite la anotación. Pero ésta no estaba ocupada exclusivamente por su alumno correspondiente. No.

    En la cuarta cama Rubeus Hagrid roncaba sonoramente y, a sus pies, una auténtica cría de thestral hacía lo propio, con su cabeza de caballo cubierta de negras escamas recostada contra sus pezuñas delanteras y las alas plegadas, ocultando parte de su escuálido cuerpo.

    Aquella noche, Albus cerró la puerta del dormitorio con el mismo sigilo que la había abierto, sonrió para sí, y se marchó silbando una alegre melodía que recordaba vagamente a “Judías, judías, la fruta musical”.

    A los pocos días, mantuvo una seria conversación con el propietario del thestral en la que le explicó todo cuanto debía saber sobre los mismos y, tristemente, la prohibición de criarlos por parte del Ministerio de Magia ya que se trata de criaturas altamente peligrosas, clasificación XXXX. A pesar de todo, Dumbledore le prometió guardar el secreto siempre y cuando el animal se quedara en el Bosque Prohibido, donde años después inició una colonia amaestrada que terminaría por tirar de los carruajes encargados de llevar a los estudiantes hasta la escuela.

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    Última edición: 14 Agosto 2016
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    Ichiinou

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    Me ha encantado. ;-;

    Me ha parecido muy mono Hagrid, ahí con el thestral durmiendo a sus pies, qué monos. >////< Además, a Hagrid siempre le han encantado las criaturas peligrosas y extrañas, no sé por qué (? y no sé, le has encarnado muy bien, además encajándolo con lo de la muerte de su madre muy bien. Me ha parecido muy hermoso el relato, muy bien redactado y se lee del tirón y mantiene el interés, me ha gustado como lo has enfocado.

    No he detectado ningún fallito, está perfecto para mí.

    Espero seguir leyendo más cosas tuyas, Ayeah, y sobretodo de este fandom. <3 Me ha encantado, muchísimo. <3

    ¡Un saludo!
     
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    Tarsis

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    Parece un Theastral -ocomoseescriba- lo de la foto. Hagrid y su corazón de oro, quizás él se ve reflejado a sí mismo en esas criaturas que rescata, anormal, que no son malos pese a ser diferentes.
     
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