Frenesí del Amor [KuDroKle]

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Rein, 5 Junio 2013.

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    Rein

    Rein Once

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    Título:
    Frenesí del Amor [KuDroKle]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    837
    Frenesí del amor
    Capitulo I
    "Primer Psicofonía"
    Un parque de juegos, una tarde entrando en la oscuridad de la noche, el día llegaba a su fin, entre un cielo moderadamente nublado entre varias gamas de naranjas y rojos, el sol agonizante se ocultaba pasivo tras cada rascacielos de la ciudad y, a lo lejos, sobre uno de los escondidos árboles cercanos a un arroyo, entre la quietud y el silencio del lugar, se escuchaba una tenue pero odiosa voz masculina, hablando aparentemente con ella: Mi amada. Aunque allí había alguien más y ese era yo.

    —No debiste hacerme esto, ¿sabes? —susurré en su oído. Sabía perfectamente que era capaz de escucharme y aquel sobrante del lugar no— ¿Quieres acaso sufrir las consecuencias de tu acto? —dije en un tono frío.

    Ella simplemente calló, fingiendo estar escuchando al joven sobrante. El hablar de éste no cesaba ni un segundo. No entiendo qué le había visto a ese malnacido.

    —No me agradaría que te enteraras de las consecuencias pero si tú así lo has deseado… —me acerqué a una distancia muy comprometedora de su cuello. Pude sentir claramente cómo se le erizaba la piel con el sólo sentir mi “aliento” en su zona más delicada.

    Le grabé un pequeño beso y me esfumé. Ella se paró como si realmente no hubiera sentido nada, tan fría y seca como si nada hubiese ocurrido, llevándose de la mano al idiota ese; si mi corazón aún estuviese latiendo, en ese momento hubiera sido cuando, de la impresión, hubiera muerto. Allí ante el viento que acariciaba su hermosa cabellera rojiza, la vi alejarse de mí.

    Ese era yo. El hombre más impotente y débil del cosmos hablando en el campo del amor. No sabía vivir sin ella… Realmente vivir no, sino… Vivir estando muerto… Hace ya mucho tiempo que morí. Ella se la pasaba visitando mi escondite del árbol como si se tratase de un simple árbol. Y yo, como alma perdida, tenía que estar rondando mi lugar preferido de la Tierra.

    El verdadero problema era que… Su rostro tan bello e iluminado al igual que su sonrisa… Me cautivaban… ¿La razón? No lo sé pero es algo que nunca antes había sentido en mis 17 años de muerto.

    Aquella bella mujer que lucía de 16 años, misma edad en que yo morí y ahora luzco eternamente; tenía la habilidad de poder ver gente inverosímil como yo.

    Ella a quien juré amar hasta el fin de los tiempos, tal vez…, ya no me amaba.

    Al siguiente día, observé que ese tipo, estaba otra vez en su compañía; ella emanaba ese brillo de nuevo, al tiempo que dibujaba esa sonrisa y ladeaba su cabeza de forma encantadora.

    La observaba desde allí desde aquel lugar donde estaba ligado, la única mujer que siempre había amado, la mujer por la quedé aquí, la que yo amaría por siempre, poco a poco me olvidaba. Todo por la maldita culpa de aquel bastardo entrometido.

    Pero ahora todo lo que nos habíamos prometido, dicho, gritado, o lo que hemos hecho o soñado, se ha ido todo al limbo. Aquella vez primera en que la vi en nuestro árbol, nuestro atardecer, dije que era para mí. Lo que más duele es imaginar que mientras la veo marcharse, su ausencia se hace más y más inmensa en mi regazo.

    Quizás sólo está huyendo de mi amor… O ¿de verdad acabó nuestra historia? Odio pensar en eso. ¿Acaso no le he entregado todo el amor que mi alma vacía es capaz de dar? Es mi todo pero… No podía permitir que mí todo, fuese de otro que no fuese yo.

    Me dirigí hacia ella, colocando mi barbilla sobre su hombro. Tratando de crear una barrera entre él y ella.

    —¡Responde! —grité. Me llenaba de gozo el saber que él no podía escucharme— ¡Tú me quieres más que a nada en este mundo! —acaricié su rostro. Ella seguía fría e indiferente pero… En el brillo de sus ojos se podía notar la tristeza e ilusión mezcladas. Ella suspiró.

    Escuché que el tipo ese le preguntó la razón de su suspiro, ella como respuesta fue: “Es que hay algo que me está dando jaqueca”; enfatizando “algo”, y por obviedad se refería a mí.

    Ya me comenzaba a incomodar la situación. Tenía que hacer algo.

    —¡Dime algo, aunque sea! —ella bufó. Mi paciencia se agotaba mas no podía hacer nada pues la amaba más que a nada— De acuerdo… Mátalo.

    Ella de golpe se detuvo y soltó la mano del bastardo. ¡Mi objetivo ha sido logrado!

    —Si no lo haces… Lo haré yo… —la abracé por la espalda. Era un placer sentir cómo se estremecía— Si no es conmigo, no será con nadie, ¿comprendido?

    Quedando dentro de ella, provoqué que se tumbara en el suelo.
     
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    Capricornio
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    Hoy estoy por acá leyendo lo que escribiste. Pero bueno nada mal todo está perfecto los errores nunca faltan pero ahora lo que vale es que es bueno cambiar ese título.Me refiero al aspecto está como muy enorme.
    Seria de wey, que lo dejaras al tamaño 5 cariño.

    Y listo no hay problema, claro con espacios.
     
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    Tauro
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    Frenesí del Amor [KuDroKle]
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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
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    (cap II)



    El sentimiento que corría a través de mi alma, al sentir su cálido interior; que con mucho afecto abrazaba.

    Lo indignante era que el otro individuo se acercaba preocupadamente hacia ella; creando una atmósfera incómoda, él tratando de que mi musa recuperara su conciencia, le palmeaba el rostro.

    Con toda mi indignación, me escabullí fuera de su hermoso cuerpo para no presenciar más cómo este chico le tocaba tan delicadamente.

    Ella recuperó la conciencia y se marchó con él hacia su morada; y yo lamentándome sobre el pavimento que me acogía tan gélidamente.

    Al divagar por la calle, encontré adónde se habían dirigido; al cruzar la puerta, sólo esperaba besos apasionados que se dejaban ir por el amor.

    Pero la realidad era encantadora como un pequeño y hermoso cerezo, una ordinaria conversación entre dos personas.

    Mi alma que se desmayaba sobre el sofá próximo a mí, para recuperar un poco de aliento, mientras mis parpados adormecidos se cierran tan lento que apenas puedo contemplar la mirada de mi Amada que me observaba disimuladamente desde el otro exterior de la habitación.

    Ya entre sueños, fragmentos del pasado regresan a mi mente, en ellos una sonrisa tan despampanante que me deja sin aliento; y una mirada profunda que me observa a través de un vidrio… Hasta que de un portazo me levanté.

    Al despertar así de golpe, observo que mi amada no se encuentra en la habitación; mi supuesto corazón empieza a abatirse y decido ir en busca de ella.

    Pero en el mismo instante que me marchaba, una voz egocéntrica me atrapó en su lujuria y me dirigió hacia el chico que cautivaba la mirada de mi doncella; éste estaba acompañado de otro individuo.

    Entre palabrerías y risas machistas, logré escuchar algo tan siniestro que entumeció mis labios; a tal punto que mis lágrimas se desbordaban lentamente.

    El sólo pensar que el cuerpo de mi Amada, tan puro como una gema de zafiro azul, sería perturbada por la maldad; las manos codiciosas de un hombre que desea el cuerpo virgen de un mujer envuelta en un manto de hagoromo.

    Mi alma se fugó por la ventana tirada por el viento, balanceándose de un lado a otro, mis ojos tiñéndose de negro tal como la oscura noche; en la cual ni la más diminuta y hermosa estrella me acompañaba en mi pena.

    Me encontraba entre el limbo y la más mínima esperanza de salvar a mi mujercilla; la cual entre sueños viajaba a un mundo en el cual su conciencia predomina.

    Mi ser que se colapsaba sobre su pequeño espacio en este mundo, escuchaba el tintinear de su corazón. Pero aún resonaba profundamente el sentimiento de decepción en mi alma.

    Sin embargo, me alivió una alentadora melodía que resaltaba de una pequeña cajita de música; una armonía esplendida. Llena de recuerdos que me dejaban un sabor agridulce en el paladar.

    Con un beso tímido, he de salvar lo más preciado para mí.

    El milagro de sobrepasar los sueños para volverlos realidad, y aún en su más dolorosa pena la seguiré.

    En un destello blanco, te veía dándome la espalda tan dolorosamente, pero en tu rostro descubrí fragmentos de amor resbalando sobre tus mejillas; sollozando sobre la tumba de tu ser amado.

    Después de largos minutos de horrenda espera, al fin la había encontrado.

    Mis manos se acercaron con duda, pero mi ser es vulnerable ante tu presencia.

    Entre mis brazos te sostengo, lágrimas sin cesar brotan de mi interior… Te susurro al oído una diminuta frase…

    Y en un instante, sostuviste mi mano, aferrándote a mí, algo que conmovió a mi corazón; como arte de magia el sueño anhelado se convirtió en realidad.

    Mas un beso apasionado, desgarra mi corazón con dolor… y un suspiro por parte tuya.

    Entre balbuceos te confieso el dolor que llevo dentro, y tú derramando gotas pequeñas de tu sufrimiento. Con caricias, consuelas mi despecho, mientras yo te entregaba mi ser a través de besos desenfrenados.

    Un amor delincuente se formó ante tus ojos, mostrándote lealtad y comprensión. Pero en tu interior aún revolotean las huellas del pasado.

    La farsa que muy pronto llegará a su clímax, entre golpes que azotan tu pecho; te revelo el rostro de tu criminal.

    El sonido del violín que se desprende, acortando mi existencia en tu ser. Con una sonrisa te despido y en lo más profundo de mi interior, aún me encuentro sollozando.

    Con una luna menguante en su cuarta creciente, el cielo vela por ti antes del resucitar del crepúsculo; que trae con sí, una tormenta de lujuria y vanidad.

    El aire que se introduce ligeramente a través de tu ventana, que provoca el oleaje de las cortinas que rodean tu recámara.

    Bajo una luna asesina, la musa de los sueños aún no resucita; sus alas aun le pertenecen a Hades el dios del inframundo…
     
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    Rein

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    Al ver el rostro adormecido de mi Amada, me incliné sobre el sofá y desmaye de agonía; lágrimas que aún no cesaban, más una suave ventisca que rosaba el rostro de ella, moviendo encantadoramente su cabello con un peculiar e inigualable olor.

    No fue necesario mucho ruido, para despertarla de un sueño que fue como un hechizo revelándole dolorosos sucesos; mas al despertar, mi vida sólo rozó sus labios con la punta de sus dedos, con un poco de rubor en sus mejillas.

    Un sentimiento cálido brotaba nuevamente de mi ser, como la flor que nuevamente florece.

    Mi Amada, acercándose al balcón de su recámara para poder respirar de la brisa que la madrugada expira, dejó su mirada perdida en el cielo; sin embargo, un fragmento de amor resbaló por su rostro; la agonía de mi pecho corrió hacia ella, a consolarla, mas mi aliento era tímido y sólo un paso me separaba de mi musa, la cual apretando su puño, con el paladar amargo que cada trago le era despreciable.

    Mi aliento alcanzó su oído lo cual le provocó un escalofrío, mas un ligero movimiento y nuestras miradas se encontraron; al fin.

    Mi amada no podía escapar de mis ojos que la miraban con tanto anhelo, mas su mirada temblorosa que trataba de ignorar mi presencia.

    Con un tartamudeo, traté de hablar, pero ella respondió agitadamente:

    —Lo lamento —pronunció lamentando.
    —¿Por qué te disculpas? —cuestioné; quizás era tonta la pregunta pero… No supe qué más decir ante esa mirada inigualable.

    Se balanceó sin dudarlo sobre mí con lágrimas derramando; se desbordaban rápidamente de sus pupilas.

    Mis brazos inevitablemente la estrecharon contra mi pecho, el cual no era cálido para consolar su alma deprimida.

    Entre balbuceos simples, me confesó un sueño en el cual besos apasionados y cálidos abrazos se desprendían, mas el mensaje final rompe su equilibrio el simple hecho de saber que fallecería muy pronto la perturbaba, aquel que juró amor al final la traicionaría.

    Ideas de prevenir su muerte divagaban por su mente incluso el pensar asesinar primero al criminal antes de ser la víctima, pero su frágil mentalidad aún no estaba preparada para morir o asesinar a alguien; sólo quedaba resguardarse junto a las autoridades.

    Pues así fue el día de la sentencia había llegado, sin embargo el cuerpo de mi razón de estar aún en la Tierra, aun padecía de frecuentes escalofríos.

    Al estar sola en su alcoba me pidió que la estrechara tan fuerte, y me susurró una frase desconsoladora al oído:

    —Si yo muriera,¿ me esperarías del otro lado?

    —Siempre estaré a tu lado —había un cierto temor en mis palabras.

    Un pequeño suspiro que escapaba de sus labios tan delicadamente, mas una pregunta inoportuna salto hacia mí.

    —¿Aún me amas?
    —SÍ
    —¿Por qué?

    Guardé silencio por un momento y mirándola fijamente a los ojos, y con mis manos temblorosas contesté.

    —Te amo.
    Una simple frase bastó.

    Tras ejecutar el plan de la policía para capturar a los asesinos, los cuales fueron condenados a una sentencia de 30 años por cargos de pretender asesinar a una persona.

    Pasamos la velada observando las estrellas, mas mi cuerpo estaba pasando por un cambio extraño; estaba desvaneciéndose poco a poco.

    Mi musa aterrada por ya no volverme a ver, se aferró a lo que restaba de mí ser.
    —¿Me abandonarás? —susurró con temor.
    —No —le aseguré, mi voz se desvanecía lentamente.
    —¿Cómo estás seguro de eso?
    — Siempre permaneceré en tu mente.

    Con una pequeña sonrisa espere el resucitar del amanecer, que sentenciaba mi existencia.

    El crepúsculo había llegado mientras mi doncella descansaba entre mis brazos; mi tiempo había llegado a su fin; me desprendí de mi ella con un beso en la frente, observé el amanecer que se teñía de diversos colores, mas mi cuerpo se desvanecía rápidamente en fragmentos de luz que se fusionaba con la refracción del Sol.

    En un simple parpadear, mi amada había despertado y entre gritos y sollozos, me despedía.
    —¡No! —rogó— ¡No te vallas! llévame contigo, te lo pido… —rompió en llanto.
    —Adiós, mi amor.

    Observé como mi musa se derrumbaba en el piso lamentándose el no poder aferrarse a mí.

    Una ligera corriente de neblina invadió mi vista, al poder abrir mis ojos; me encontré con un ángel.

    —¿Ya no tienes más cunetas que atender en el mundo humano? —preguntó tranquila pero seriamente.
    —No.
    —¿Crees haber salvado un alma?,¿ te sientes digno de estar en el cielo?
    —No.
    —¿Por qué?
    —No pude parar su llanto.
    —Crees que aún te necesita.
    —Ella es fuerte, podrá superarlo, el débil he sido yo que aun solloza en silencio.
    —Tu alma es pura, ¿sabías?
    —No, no lo es; mi alma está llena de vanidad.
    —¿Vanidad?
    —Sí, el deseo de quererla solo para mí, protegerla, estrecharla en mis brazos; y no dejarla volar lejos de mí.
    —Si eso deseas, así cera.

    Una luz me iluminó fuertemente , tan cegadora como la luna.

    Un sonido tan irritante resonaba en mi oído, al abrir los ojos me encontraba en mi alcoba, estaba dormido sobre el sofá de la sala.

    Eran las 9:00 A.M. del día lunes, mi hermana escuchaba su clásica másica; mientras mi padre leía el periódico y mi madre observaba su serie preferida.

    —¡Hijo, por fin despiertas! —dijo sorprendida mi madre— No sabes lo tarde que es…, ¿deseas que te prepare el desayuno?

    Con un fuerte grito exclamé:

    —Madre te amo.

    Mi madre asustada al ver mi expresión, y mi padre atento a lo que decía.
    —¿Hijo te sientes bien?
    —Madre nunca había estado mejor.
    Mi hermana tan sarcásticamente :
    —Creo que hay que llevarlo al psiquiatra.
    —Hermana… —me balanceé sobre mi hermana abrazándola fuertemente.
    —¿Qué te sucede, rarito?
    —Te quiero.
    —Suéltame, eres un raro…. —se alejó de la habitación en la que nos encontrábamos.

    Corrí hacia mi padre al cual adulé por media hora, el timbre sonaba fuertemente y mi hermana corrió hacia la puerta para averiguar quién era.

    —Hermano, es tu amada.

    Un trago ligero atravesó mi garganta, mi mirada empapada de lágrimas observo a mi amada, la cual me miraba con un poco de sollozo.

    Ella aún recordaba esos momentos, trágicos; sin embargo, sujetó mi mano y me llevó al árbol de mi infancia, en el cual florecían unos pequeños membrilleros; con una pequeña sonrisa y un beso en la mejilla me dijo al oído mi amada:


    —Se bienvenido a mi corazón para la eternidad.

    FIN
     
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