[TL-ElProtagonista] Francisco Argentiere.

[TL-ElProtagonista] Francisco Argentiere.

Este shit es para la activida: http://fanficslandia.com/showthread.php?t=211712 de Berlin. Espero no los deprima.

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Francisco Argentiere se levanta todos los días por los chillidos de sus hijos. Escucha los gallos cantar y sabe que es hora de despertar. Se pone los calzoncillos y bosteza ampliamente. Se dirige a la cocina y toma café reciente salido; entre más caliente mejor, mas fuerzas le dan; o eso afirma Francisco.

Argentiere es boxeador; no es el mejor, pero se gana unos cuantos pesos dando duro. A Francisco le gusta escuchar las barras de los niños y sentir el sudor correr su frente. A él no le gustan los lujos, ni quiere ser millonario traficando droga; es feliz mientras tenga su café por la mañana, su familia gritona y haciendo cada día su trabajo, el cual no es muy rentable, pero es muy emocionante.

Recuerda por las tardes mirando a los niños del barrio jugar pelota, como es que se decidió por ese “pobre” trabajo, término que utilizaba su padre muchas veces. Afirma que esas tardes se pone melancólico pues no hay nada que hacer, los domingos son pailas. Francisco veía de niño la tele (a blanco y negro), como se daban puños esos hombres que parecían indestructibles.

La emoción le desbordaba las venas.

Siempre gustó de la adrenalina, subirse por los techos, bajar la pelota de un árbol, cruzar un río desbordante…a Francisco le gustaba vivir la vida. “Algún día nos vamos a morir mujer, y ese será el fin” dice Argentiere cuando su esposa lo ve haciendo malabares arreglando el tejado lleno de goteras. Gozar la vida, disfrutarla, sacarle todo el provecho…Francisco intenta hacerlo todos los días. De niño no podía, tenían muchas reglas. Sus padres eran unos dictadores en todo el sentido de la palabra. Por eso aunque con algunas escapadas, a el pequeño joven de cabello rizado juraba que cuando grande sería un boxeador, para pelear y jugarse su destino en un raund.

Pero la realidad es otra.
Metió la pata y dejó embarazada a una mujer sencilla con gemelos. Aún puede recordar cada palabra del madrazo que lanzó esa noche. Eso no estaba en sus planes. Ser un padre empezando los veinte tantos no era lo que esperaba. Después de un tiempo se tuvo que acostumbrar a la realidad y, aunque dándole duro, sacar a sus críos adelante.

Pensó ese día meterse de empleado de un banco o repartidor de periódicos. Si si, no eran las mejores ideas, pero estaba desesperado. Al final decidió seguir con su sueño adelante, aun cuando le tocará sudar la gota gorda intentando conseguirle el alimento a su familia.
Francisco se mete a la ducha, sin calentador, abriendo la llave y sintiendo el agua helada recorrer todo su cuerpo. Entre más fría mejor, le quita el sueño. Da unos pequeños golpes a la pared y escucha a su mujer gritarle que el café de nuevo esta servido. A Francisco le gusta mucho el café, sobre todo cuando esta temblando del frío.

Al bogotano no le gustan las corbatas ni las oficinas, tampoco las grandes ciudades atestada de gente aburrida y monótona. A Francisco le gusta reírse y lanzarse calle abajo con su vieja bicicleta. Sus hijos aplauden felices y Argentiere hace una curva peligrosa y siente el aire pegarle fuertemente. No es un suicida ni un adulto que no creció, sólo es alguien que no quiere caer en el aburrimiento, en el suicidio hacia la vida. Francisco ama vivir, ama comer empanada donde las viejitas de la esquina y ama gozar al máximo su existencia.

El colombiano le saca juguito a su vida.

Frena en seco y se despide de sus hijos, le grita a su esposa un “¡Adiós mujer!” (pues ella esta enfrascada en la cocina) y se da otros puños en la cara. Golpea su no tan abultada barriga y sopla entre sus manos.

Un nuevo día. Otro día más de la vida de Francisco Argentiere, boxeador promedio, otro de las tantas personas que viven en Bogotá.