Harry Potter Frío y tétrico.

Pequeño escrito a pedido de Damon S. Debo decir que no escribía desde hacía tiempo, mucho menos sobre HP e.e

Pd: soy pésima con los titulos xD


La Mansión Malfoy nunca había sido un lugar muy cálido. Esa enorme construcción de dos pisos de altura siempre había sido fría y oscura, al igual que sus dueños, hasta que el Innombrable decidió instalar en ella su cuartel general. Ahora la mansión no solo era fría y oscura, sino también sombría, tétrica y aterradora.

A pesar del aspecto poco acogedor de la mansión, Draco Malfoy solía estar orgulloso de su hogar: una mansión digna de un sangre pura. Pero eso ya no era así. Él ya no sentía a la mansión como su hogar, ese lugar no se sentía como un hogar.

Estos pensamientos surcaban la mente del joven mago mientras caminaba por los pasillos del "cuartel" de los mortífagos. En cinco minutos habría una reunión en el salón mayor y todos, absolutamente todos, los mortífagos debían asistir.

La presencia del Lord llena este lugar de sensaciones horribles, pensó Draco. El muchacho no había podido dormir bien desde que su señor se había instalado en su casa. Cada noche tenía pesadillas dónde él era torturado a base del Cruciatus. Y había una pesadilla reciente...en ella sus padres eran torturados y luego asesinados, por su culpa. Por culpa de su ineptitud como mortífago. Esta había comenzado el día en que el Innombrable le asignó la misión de matar a Dumbledore.

Con los recuerdos de ese día aún en su mente, Draco llegó al salón. La mayoría de sus compañeros ya estaban ubicados en sus respectivos lugares. Sin mirar a nadie se dirigió a su lugar, entre su madre y su padre. Sentado allí, los segundos parecían minutos y los minutos parecían horas. Una mezcla de sensaciones invadió su cuerpo, terror, melancolía, miedo. El joven mago levantó levemente la vista y vio que ya todos estaban en sus lugares, no se había percatado de la llegada de los demás. Pero había una presencia que era imposible ignorar, la presencia que lo hacía sentir todas esas sensaciones negativas.

Allí sentado a la cabecera de la larga mesa estaba él: Lord Voldemort. Temible y terrible, cruel e inhumano. Draco no se animaba a mirarlo directamente a la cara. No podía enfrentarse con esas rendijas que tenía como ojos. No podía, no tenía valor.

—Una nueva misión les será asignada— dijo el Lord, con ese seseo típico de una serpiente— excepto a ti, Lucius.

Algunos se atrevieron a reír, otros solo carraspearon, y el aludido solo asintió imperceptiblemente, mientras el poco orgullo que le quedaba era destruido.

—Mi señor ¿Qué debemos hacer esta vez?—preguntó Bellatrix. Sus ojos brillaban expectantes y llenos de admiración.

—Aniquilar asquerosos muggles —dijo Voldemort, arrastrando las palabras— Es un poblado pequeño, y nadie debe quedar vivo. Severus les dará las instrucciones.

La mano derecha del Lord ni siquiera se inmutó al oír su nombre. Voldemort observó rápidamente a sus súbditos, detenidamente unos segundos en el joven Malfoy. Draco sabía que su señor estaba mirándolo fijamente, y un leve temblor recorrió su cuerpo.

Cuando tomó valor para alzar la mirada del suelo hacia su padrino notó que unas pequeñas volutas de humo negro danzaban dónde segundos antes había estado sentado Lord Voldemort.