Feliz navidad eterna

Último día de clase antes de las vacaciones de invierno. Todos estaban muy emocionados y contentos ya que pasarían unas preciosas navidades: algunos con la familia, otros con sus amigos y algunos de fiesta en fiesta haciendo de la diversión su única preocupación, pero las clases aún no habían terminado.

Todo el mundo sabía que el profesor de filosofía era un plasta, un verdadero incordio que incluso el último día quería tocar las narices y dar clases.

—Pero Sr. Suárez, las vacaciones son hoy, ¡déjenos la clase libre por favor!— El alumno intentó poner cara de gato abandonado pero no funcionó con el implacable profesor que se mantenía firme en su posición.

—Como ya os he dicho, hoy haremos una actividad y como me sigan molestando cogeré tiempo de sus vacaciones para acabarla.- No había persona que no soltase una expresión de molestia por esto. El maestro siguió hablando. —Supongo que ya todos saben lo que es la navidad, ¿no?

—¡Claro: es estar con la familia, cenar y recibir regalos el de Santa Claus y de los Reyes Magos!— Un alumno respondió emocionado sin pensar mucho.

—¿Es de verdad eso lo que piensa Gutiérrez?- El hombre mayor levanto una de sus pobladas cejas en signo de duda a la cual el estudiante únicamente afirmó.

—Bien, digamos que usted no tiene madre. ¿Las cosas serían lo mismo? Con esto me refiero a si recibiría la misma cantidad de regalos, la misma comida y sobre todo; ¿estaría usted feliz?

—Pues…- Dudó un par de segundos. —supongo que no.

—¿Por qué? Por favor Gutiérrez, razónenos su respuesta.

—Pues si ella no estuviera supongo que estaríamos tristes.

—Ajá, entonces estarían tristes. Pero usted dijo que la navidad es son regalos y cenas.

—También dije que es estar con la familia.

—Sí, ¿pero es que usted no estaría con su familia? Está con su padre, con sus hermanos, primos, tíos… todos están allí menos su madre pero sigue estando con su familia y a pesar de eso está triste, ¿por qué?— El alumno estaba cada vez más confundido.

—Claramente estaría triste porque mi madre estaría muerta.

—Pues según dijo, no tendría por qué estarlo. Al fin y al cabo tiene cenas, regalos y está con su familia.

—No le comprendo Sr. Suárez.

—Claro que no, pero es normal. Para que lo logren haré un juego. En el deberán coger un papel que tengo aquí que tendrá una series de situaciones económicas y familiares y con eso deberán imaginar cómo es la navidad poniéndose en situación.

El profesor cogió una pequeña caja de madera llena de papeles que tomó cada alumno de forma aleatoria. El maestro señaló a uno dándoles la señal para que leyera lo que le había tocado en voz alta para toda la clase.

“Eres el hijo de una familia bastante adinerada que ya tiene todo lo que desea, come lo que quiere siempre y su familia goza de una buena situación. Tus padres están peleados pero siguen juntos por las apariencias.”

—Muy bien Cabrera, díganos como serían sus navidades.

—Bueno, si ya tengo todo lo que quiero y como lo que deseo todos los días eso de las cenas y los regalos no le veo sentido.— El alumno pensó un poco más. —Supongo que serían aburridas y si encima mis padres están peleados pues tendría miedo de que discutieran o se pegaran.

—Exacto, tendría miedo. Esas son las navidades para un niño de esas características. Bueno, pasemos al siguiente: señorita Alonso, proceda por favor.

“Eres una niña cuya familia ha sido golpeada de lleno por la crisis económica y el negoció se ha ido a pique, el dinero no abunda y el único que trabaja es tu padre cobrando en negro. Tu familia se quiere y está muy unida a pesar de las circunstancias y tus padres se aman y esfuerzan todo lo que puede para tener una cena de nochebuena decente, pero no hay regalos ni de Santa Claus ni de Reyes.”

—Soy pobre, eso lo tengo claro. Supongo que el ver a otros niños con regalos y juguetes nuevos me fastidiaría un poco pero una buena cena con todo el esfuerzo de mis padres creo que podría llegar a compensarlo. Sería una noche para dejar todo de lado y celebrar en familia.

—Por lo que me dice: usted sería feliz. Fíjense que el chico que lo tiene todo pero cuya familia no está unida pasa peores navidades que una niña cuyos padres se quieren mucho y se esfuerzan por darle a sus hijos una gran cena de nochebuena. Esto desmonta totalmente la teoría de Gutiérrez de que es todo cena, regalos y familia, ¿no? Por favor, lea el suyo Pérez.

“Eres de familia humilde, tu padre y tu madre trabajan y no gana ni mucho ni poco y pueden permitirse una buena cena de navidad y algunos regalos solo para ti y para tu hermana pequeña. Ambos se quieren a pesar de haber pasado alguna que otra crisis y saben que darle la navidad a sus hijos es lo mejor que podrían hacer.”

—Me parecen unos padres bastantes dados al solo dar regalos a sus hijos. Yo creo que sería muy feliz: tengo una buena cena, regalos y una familia que se quiere, no veo motivos para estar infeliz.

—Como han visto hasta ahora; la familia más humilde y que está entre el montón es la que puede ser más feliz. Prosiga usted señorita Martínez.

“Eres la/el padre/madre de una pequeña familia humilde en el centro de una ciudad donde ambos tenéis un trabajo estable que proporciona ingresos regulares. Tu marido/esposa y tú no sois la pareja perfecta pero el matrimonio no va mal y tenéis un hijo pequeño de solo 3 años.”

—No sé cómo tomármelo, nunca he sido madre.— La chica se rasca un poco la parte superior de la cabeza y respira hondo. —Supongo que mi mayor preocupación sería que mi hijo tuviera una buena navidad y respecto a los pequeños problemas que tendría con el que sería mi marido pues supongo que se resolverían dialogando, ¿no?

—O sea, que su única preocupación sería como lo pasa su hijo, ¿me equivoco?

—¡No, claro que no! Esa sería la mayor, pero también quiero pasármelo bien yo y mi marido igual. Si seguimos juntos es que todavía lo quiero y me gustaría arreglar las pequeñas disputas.

—¿Y de qué manera lo haría?

—Pues supongo que me centraría en librar nochebuena y la noche de fin de año para hacer buenas cenas, comprar los regalos de reyes que quiera cada uno sin pasarme del presupuesto y sobre todo estar el mayor tiempo posible con ambos.

—Bien, leamos el último caso porque no da tiempo a más, quedan solo 15 minutos. Adelante Gutiérrez.

“Eres un padre de familia acomodada que perdió a sus dos hijos hace 4 años a mitad de julio, tu trabajo y el de tu mujer son estables y vais bien de dinero. La relación con tu esposa no es la mejor pero está mejorando con el tiempo ya que después de la perdida dejasteis de hablar.”

—Eso de haber perdido a sus dos hijos es muy chungo pero ocurrió hace mucho así que ya está casi superado. Supongo que haría una buena cena y le compraría unos buenos regalos a mi mujer.

—Es decir, ¿qué esos niños ya no significan nada para ti?

—Claro que sí, pero ocurrió hace mucho.

—¿Y eso es motivo suficiente para olvidar? Perder a un hijo no es como que se te muera un pez que a los pocos días está superado; es perder a una parte de ti mismo que se llevan a la tumba y para algunos es como perderse a si mismos. Hay personas que logran superar esto con mucho esfuerzo pero otros no. Esta actividad se trata de meterse en el papel, no de decir lo primero que se te pase por la cabeza.

—Pero es que ha ocurrido hace ya mucho.

—Es decir, ¿qué si se muere tu padre a los cuatro años ya no sabes nada de él?

—¡Claro que sí!

—¿Y por qué de ellos no?

—Pues…— La mente del chaval estaba en blanco y se quedó sin nada que decir.

—Por mucho que intentes olvidar siempre están ahí y sobre todo en navidad que es la época favorita de los niños, es ahí donde los padres suelen recordar más a sus pérdidas pero tú te has referido a que ya no existen y eso no es posible. Piensa mejor y di lo que de verdad ocurriría.

El chico pensó un par de minutos en silencio, se mostraba dubitativo pero de verdad se estaba metiendo en el papel.

—Estaría muy triste— Comenzó diciendo. —pero trataría de superarlo. No los olvidaría, al fin y al cabo son mis hijos pero no puedo estar siempre pensando en el pasado. Trataría de animar a mi mujer con una buena cena y un par de regalos pero estaría con ella y no la dejaría.

—¿Por qué?

—Para que sepa que no está sola. Está claro que no son unas buenas navidades, pero trataría de que fueran lo más llevaderas posibles.

—Muy bien Gutiérrez, puedes sentarte. Son 27 alumnos y hemos analizado el caso de 5, en ellos ¿qué diferencias pueden notar?

—Que unos son felices y otros no.— La respuesta tan obvia de la alumna saco alguna carcajada.

—Exacto Méndez, ¿podría decirme factores que influyen en las familias que son felices?

—Pues…- Pensó algunos segundos. —que cenan en familia.

—Bien, las familias felices cenan juntos. ¿Algún otro a destacar?— La chica negó con la cabeza. —Con esto sacamos que las familias infelices no están juntos. Eso es por ejemplo el caso de Cabrera donde las disputas familiares hacen que estar apegados sea imposible y tenerlo ya todo remata la faena con no poder regalar nada pues ya tiene lo que quieren. En el caso de Alonso apreciamos todo lo contrario, familia pobre pero unida y son más felices que los ricos. Incluso una familia humilde en más feliz. Ahora porque no ha dado tiempo pero hay familias adineradas que están unidas que son igualmente dichosas. ¿Saben qué quiero enseñar con esto?

—¿Qué la navidad hay que pasarla en familia?— Se atrevió a decir un alumno no muy seguro de si mismo.

—Incorrecto, que la navidad no existe.— Muchos se quedaron desconcertados. —Con esto quiero decir que la navidad solo es el producto de las grande macro corporaciones que hacen todo esto coincidir con una fecha histórica como el nacimiento de Jesús para vender. La navidad para muchos significa cariño y amor y se dedican a darlo en esta época pero, ¿por qué no darlo todo el año? Cómo han oído en el caso de Gutiérrez: podemos perder algún familiar en cualquier momento y lamentarnos después de no haber estado con él, no haberle dicho esto, no haberle dado lo otro y todo acaba en lamentación. Por eso digo que hagamos de la navidad eterna y demos cariño a nuestros seres queridos todo el año sin necesidad ni de regalos ni de fechas especiales. Eso era lo que quería decir.— Los estudiantes comprendieron a su maestro, algunos hasta se sentían mal. En ese momento el timbre que indicaba el final de las clases sonó dando inicio a las ansiadas vacaciones de navidad y el tutor, dando por finalizada la clase, los mandó a todos a sus casas con una lección de la que aprender y diciendo una última frase un tanto desconcertante pero que los alegró un poco: “feliz navidad eterna”.