One-shot Feel whole, but I rip at the seams [Gakkou Roleplay | Alisha & Shiori]

Se me fue la olla, nada. Como por el mess de los lobos y tal no pude hacer lo que planeaba de llevarme a la boluda de Ali a la enfermería, well here we are.
Amane :D (?) robándome el formato de título de mis niñas cuz yes.

Obviamente nada es canon JAJAJA esto ocurre luego de que Shio se va de la cafetería, como si hubiese pasado esto en lugar de que fuese a encerrarse al club pues.

Personajes: Alisha Welsh, Shiori Kurosawa | Menciones a Anna Hiradaira, Hiroki Usui, Altan Sonnen, Joey Wickham, Cayden Dunn y Katrina Akaisa y otro montón de gente.

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Breathe, cold, another bad dream
Got mud on my face that I can't get clean
Feel whole, but I rip at the seams
If I can't get you away from me
Taking showers every hour and I choke on steam
Writing on the mirrors and the space between​

No se trataba de aceptar sus mierdas o no, de aceptar su pasado, sus malditos pecados y pretender enderezarlo. No era nada de eso porque lo cierto es que Hiroki había pretendido enderezarse solo en el momento en que se desligó de su manada.

Pero la manada no se desligó de él.

Debí saberlo desde el primer momento y de hecho creo que en el fondo lo sabía, lo tenía claro, el peligro al que me exponía al ponerme en bandeja para un montón de lobos resentidos. Pero era una estúpida y lo hice de todas formas, a pesar del amplio margen de error.

¿Me arrepentía? Ni idea.

No sabía si de haberme apartado del campo de tiro la manada resentida no habría reaccionado o todo hubiese terminado igual, pero si algo sabía yo era que aferrarse a lo que podría haber ocurrido no tenía ningún sentido.

Luego de que Nagi se tragara el almuerzo como una loca y prácticamente saliera huyendo entendí que mi lugar no estaba en esa mesa, posiblemente tampoco estaba en esa escuela o en esa vida. La cosa es que me había convertido en una pieza que no encajaba en el rompecabezas que tenía en frente, mis bordes no correspondían a los de las demás personas, y ya no estaba logrando sincronizar mi corazón al ritmo de los latidos ajenos.

Por eso Nagi había reaccionado.

Por eso Shirai lo había notado.​

Había perdido mi capacidad de imitación, mi alma de ave lira.​

La había perdido en el momento en que el cerdo de Tomoya se había metido a los baños, dejado el llavero y salido como un jodido fantasma. En el instante en que vi el objeto parchado de sangre ajena allí sobre el lavamanos y el mundo se tiñó de rojo profundo.
Mis engranajes se herrumbraron, dejaron de trabajar a velocidad y con ello mi habilidad se paralizó, porque me había convertido en una bestia.
Domaba fieras por puro deporte, al menos lo intentaba; Katrina, Altan, Hiroki, incluso hubiese intentado acompasarme a las palpitaciones del corazón de Shimizu en un par de días y ya me había sincronizado con Dunn, que aunque no era una bestia como tal se movía en las sombras.

¿Hasta dónde hubiese llegado? ​

¿Habría logrado replicar el corazón de Hiradaira? ¿De una loca de mierda como Tolvaj? ¿De los Astaroth? ¿Del jodido tatuado del que me había advertido Katrina?

Sabía la respuesta.

La sabía de sobra, lo sentía en el corazón y en el fondo del cerebro. Mis emociones y mi raciocinio habían llegado a un acuerdo que me decía a gritos que podía ser capaz incluso de imitar los latidos de Tomoya Hideki.

Enredarlo en mis hilos.

Replicar sus pulsaciones.​

Establecer el tempo.​

Colarme en su cabeza de puto psicópata.

Y darle un tiro en el centro de la frente, transformando a la hiena en el cerdo del matadero.

Criado solo para ser asesinado.​

Pero no había nada que pudiera hacer en tanto mis engranajes siguieran atascados.

Estaba tan metida en mis mierdas que antes de darme cuenta había terminado por desviar mis pasos al ascensor y tenía un parchonazo en la memoria, pero la cosa era que había llegado al pasillo de tercero y me había chocado con alguien.

—Perdón —murmuré al volver a enfocar el mundo de repente—. Iba sin cuidado.

—¿Shiori-chan?

Reconocí su voz y fue hasta ese momento que detallé la figura frente a mí, la silueta alta, esbelta y los ojos azules como el cielo de ese día. Quiero decir, intuía que era azul, para mí todo era putamente rojo.

Welsh Alisha.

Parecía cansada eso sí, de hecho me parecía que tenía los ojos enrojecidos y no necesariamente por otro motivo más que ese. Se ajustó la mascarilla que se había bajado y, para mi sorpresa, puso algo de distancia aunque casi me la había llevado en banda.
Olía a tabaco pero no iba con su par de aretes. Katrina y el otro, Wickham, la copia de carbón de Al. No era que me interesara de cualquier forma. Wickham, a fin de cuentas, no había sido nunca una de las bestias que me atraían como imanes.

Aburrido.

Ah, ¿era eso? ¿Buscaba entretenimiento?

Vaya.

—Senpai. —Noté que me recorrió con la vista, de la misma forma en que sentí que lo había hecho el día anterior, y sus ojos se detuvieron apenas unos segundos en la venda de mi mano.

—Si estabas buscando a alguien tendrás que probar suerte otro día, linda~

Le faltaba algo de su energía usual, era demasiado obvio, pero yo tampoco era el alma de la fiesta ahora mismo. Asentí un poco por reflejo, porque había llegado allí sin saber cómo realmente, porque sabía que no había nada esperando por mí en el tercer piso, en la clase de Welsh.

No había nada.

—¿Estás resfriada? —pregunté pasando de largo el asunto.

—Solo algo de fiebre, nada del otro mundo.

Nada del otro mundo mis cojones.

—Deberías descansar en la enfermería, senpai.

—¿Huh, también tú?

¿También yo qué?

¿Quién más iba a mandar a la enfermería a esa estúpida?

No tenía la mente afilada de Altan o Katrina, no iba a unir hilos pero ni de coña y mucho menos en aquel estado mental. Jamás iba a adivinar que Al, de toda la gente, le había dicho ya que se recostara, que descansara.

Pedazo de imbécil era.

Siempre queriendo cuidar de todo el mundo, aunque lo hiciera a regañadientes.

Estiré la mano, la sujeté por la muñeca y prácticamente la arrastré por el pasillo de regreso al ascensor del que acababa de salir. Me sorprendió un poco que se dejara hacer, pero bueno igual intuía que Alisha no era de ponerle demasiada resistencia a ninguna chica.

—Pero bueno, Shio-chan, no te apresures tanto~

Ya en el ascensor aflojé el agarre pero realmente no la dejé ir, como si me asegurara que la otra no iba salir en otra dirección apenas este se detuviera y cuando lo hizo salí junto a ella, antes de soltarle la mano para empujarla suavemente por la espalda en dirección a la enfermería.

De nuevo, no puso resistencia siquiera así que entramos y me separé de ella. No había sido una de mis mejores ideas arrastrarme de regreso allí solo para asegurarme que la tonta descansara, porque en esa maldita enfermería descuidada habían un montón de mierdas que no hacían más que seguir jodiéndome la cabeza.

La noche de la azotea.

Lo de la mañana.

El no haber podido alcanzar a Altan.

Al regresar la vista a Alisha noté que sus ojos se habían posado en la cristalera un instante, fue mínimo pero lo noté. Tampoco tenía las pistas que me dijeran el motivo y, por rebote, no me interesaba.
Le iba a decir que se recostara pero al parecer el hecho de que la hubiera arrastrado hasta allí pues le había activado el cerebro o qué sé yo, la seguí con la mirada hasta que se sentó en una de las camillas.

Buena chica.

—¿Te fuiste debajo de la lluvia el otro día, senpai? —pregunté con el tono de voz de siempre mientras me acercaba yo a la cristalera, buscando alguna pastilla que sirviera para el resfrío.

—¿Ah? Sí, no traía paraguas y no me quedó de otra.

Estaba en eso de buscar pastillas cuando lo noté, varios envases con medicamentos bastante pesados, opioides, y fruncí el ceño.

¿Qué cojones?

Como fuese tomé los envases que ubiqué, los dejé juntos y seguí buscando, no sé, ibuprofeno. Lo encontré no mucho después y saqué una de las pastillas, para luego sacar del maletín una botella de agua y regresar con Alisha.

—Ten. Eso debería valer.

La dejé hacer mientras se tomaba el medicamento y luego me regresaba la botella, que dejé en la mesilla junto a la camilla por si le daba sed. Se quedó sentada, por instante creí que se iba a levantar para irse pero no pensaba darle tiempo para ello.

>>Recuéstate, por favor. Iré por un té caliente a la cafetería.

La sujeté por los hombros con cuidado, apenas para instarla a hacerlo, y cuando se acostó retrocedí sobre mis pasos, me detuve en la cristalera y con la mayor discreción que me fue posible tomé los envases que había agrupado antes.
La semana pasada no había visto esa sarta de drogas porque el que había sacado las cosas para el raspón de la rodilla había sido Hiro, pero de haberlo hecho yo y haberlas notado, hubiese hecho lo mismo que estaba por hacer ahora.

Decía apegarme a las reglas, pero lo cierto es que solo las escribía yo.

Salí de la enfermería con los mismos pasos casi mecánicos que me habían llevado al tercer piso. Me detuve en los baños aprovechando que había gente, me metí a uno de los cubículos y allí vacié cada uno de los envases en el inodoro, para luego tirar la cadena. Tiré los frascos en la papelera.

Cuando regresé a la enfermería con el té entre manos pensé en la posibilidad de que Alisha ya no estuviera, vete a saber por qué, pero la chica estaba acostada viendo el móvil y como realmente no había nadie más se había sacado la mascarilla.

Le dejé el té junto a la botella de agua y me senté al borde de la camilla, cruzando los brazos bajo el pecho.

—Tienes que descansar para recuperarte, Ali-senpai. —Me estaba tomando demasiadas confianzas pero dudaba que le interesara, Alisha era americana como Katrina después de todo—. Y me voy a quedar aquí cuidando que lo hagas.

—¿Hmh? —Había tomado el té para darle un trago y cuando se separó el vaso de la boca me dedicó una sonrisa casi sugerente—. ¿Me vas a cuidar todo el receso? Qué bonita~ como para comerte.

En otro momento de mi vida posiblemente hubiese logrado que algo de color me subiera al rostro pero allí, con la mente hecha una mierda, mi cuerpo reaccionó reflejando su sonrisa y soltando el aire por la nariz.
Hubiera preguntado qué hacía sola, por qué no estaba con los demás y por qué nadie la había llevado a la enfermería, pero apenas había podido arrastrarla. El resto de mi personalidad todavía no era capaz de hacer nada más.

Cuando se terminó el té la dejé volver a recostar y no fue hasta después que me incliné sobre ella, uniendo mi frente a la suya. La cascada de carbón junto a la víbora azul se desparramaron de mis hombros hacia ella.
Ni siquiera se tensó, obviamente, Alisha no era como las bestias con las que trataba siempre.

—Parece que al menos la fiebre se te bajó, eso es bueno. —Estiré la mano y le pellizqué la mejilla como si fuese una niña pequeña antes de separarme. Había notado que ella se había hecho con un mechón de mi cabello, pero pasé bastante del asunto en realidad—. Si consigues dormir un rato es posible que te sientas mejor.

—Gracias, linda.

La voz le había salido casi en un murmuro, ni idea de por qué, y pensé que realmente toda la gente a la que me acercaba no eran más que un montón de niños pretendiendo no serlo. Yo misma lo era.
Pensé que Welsh necesitaba cuidado de alguien, aunque fuese un poco a la fuerza, que seguro necesitaba cariño también.

Todos lo necesitábamos.

Bueno, yo podía vivir sin él realmente.

Siempre haciendo todo sola.

Como fuese, extendí la mano y le revolví el flequillo casi con cariño antes de levantarme para tirar el vaso de cartón en el que me habían dado el té. Al regresar tomé uno de los taburetes, lo coloqué al otro lado de la camilla y me senté allí, cruzando una pierna sobre la otra.
De nuevo sentí la mirada de la rubia encima pero me traía un poco sin cuidado. Que hiciera lo que quisiera.

—La próxima vez búscame o algo, podemos compartir paraguas al menos una parte del camino —dije mientras balanceaba la pierna con cierto aire distraído.

—Sure thing —respondió con una sonrisa.

Antes de que me diese cuenta realmente me pareció que se quedaba dormida por fin, se había volteado sobre su costado y el cabello rubio, como de princesa de cuento, se había esparcido sobre la almohada y la camilla. No iba a engañar a nadie, la chica era preciosa, me lo había parecido siempre. Si no fuese por su estatura lo cierto es que hubiese pasado, fácil, como hermana de Katrina en sus tiempos de cabello rubio.

No era que sonara muy congestionada antes pero entre la pastilla y el té parecía respirar un poco mejor. Eso me dejaba tranquila ciertamente.

Era egoísta pero me había volcado en cuidar de Alisha para no seguir pensando en el resto de mierdas que habían ocurrido, de hecho chocarme con ella me había caído de maravilla, pero ahora no era que tuviera mucho más que hacer de forma que me levanté del taburete, volví a inclinarme hacia ella y le dejé un beso sobre el flequillo.

La vi abrir los ojos con cierta pereza, bastante adormilada si se quiere, y antes de que pudiera reaccionar o algo había estirado los brazos hacia mí, logrando sujetarme y me había arrastrado a la camilla consigo.

Intuí que fue una suerte de delirio de estar medio dormida, no lo sé, porque me estrechó y volvió a cerrar los ojos. No era demasiado justo, pero bueno era lo que había.
El movimiento había sido extraño por demás, Alisha había terminado con el rostro en el espacio entre mi cuello y mi hombro.

Para acomodarme o algo así tuve que hacer un esfuerzo bastante importante con tal de no ir a molestarla ni nada, y que pudiera seguir descansando.

¿Me quedé dormida también? ¿Volví a quedarme en blanco? Ni idea, pero rato más tarde reaccioné al movimiento de su cuerpo y al enfocar todo, volví a chocar con el azul de sus ojos. Seguía adormilada pero en sí el enrojecimiento que achacaba al resfrío había desaparecido en gran parte.

—¿Te sientes mejor? —pregunté mientras le apartaba algunos mechones de cabello del rostro.

Asintió apenas con la cabeza, poniendo algo de distancia, y se me escapó una risa nasal.

—Cariño, me arrastraste a la cama contigo, realmente ya no interesa, es posible que ya esté contagiada.

—Lo siento —dijo mientras se enjuagaba los ojos aunque no parecía sentirlo en realidad.

Estiró la mano de nuevo, haciéndose con un mechón de mi cabello, y lo enrolló en torno a su dedo una, dos, tres veces y yo solo la observé, bastante aturdida si se quiere. Una parte de mí se había acompasado a Alisha, lo sabía, había conseguido poner a funcionar de nuevo algunos engranajes pero no todo el sistema.

Jamás iba a funcionar completo en tanto siguiera con la maldita oreja cortada en el maletín.

Otra sonrisa de las suyas, otro reflejo de mi parte. Iba a dejarle otro beso en la frente antes de levantarme y, no lo sé, desaparecerme de la faz de la tierra pero si algo no desperdiciaba la rubia eran oportunidades puestas en bandeja.

El movimiento fue fluido, no tuvo nada de brusco, pero atajó mis labios con los suyos y, en la mierda como estaba, no me hice a un lado.

¿Había besado a una chica antes? Ni de coña. Había dado un par de besos sin gracia en la escuela media, luego Altan con aquellos besos que eran más un desquite que otra cosa y luego Hiro, pero todos habían sido chicos.

Reaccioné bastante por reflejo a pesar de que la mente se me empezó a rayar con un montón de cosas, al desastre de la mañana, al hecho de que los labios que se presionaban contra mí eran femeninos y que, como una imbécil, no había rechazado un beso mientras mi novio estaba en su casa, apaleado.

Y por alguna razón mi propio error más que detenerme, atizó el fuego.

No fue brusca realmente y no tardé en darle acceso a mi boca, dejarla colar la lengua, recorrerla, que hiciera lo que le diera la maldita gana. No me interesaba ya nada.
Un suspiro fue a morir en su boca y la sentí deslizar la pierna entre las mías, no sé cómo mierdas contuve el impulso que sentí de moverme, de buscar fricción contra ella, y detuve el desastre por fin separando nuestras bocas.

Me enderecé, dejándola a ella en la camilla, y tomé mis cosas antes de empezar a caminar hacia la puerta mientras me alisaba el uniforme con la mano libre. Me giré en su dirección antes de retirarme y le dediqué una sonrisa.

—Bueno, me alegra que estés mejor, Ali-senpai —dije con voz suave, pero la sonrisa sí que había tenido otro tinte—. Por hoy se acabó la fiesta. Iré subiendo a clase.

Por hoy.

¿Qué mierda, Shiori?