Fatuo

Este escrito es para la actividad "Un día común y ¿corriente?". Si les gusta haré un long-fic.

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Fuego, mi elemento, siempre lo he creído así. En el fuego reside mi poder, se lo he dicho a él mientras intentamos salir. Un nuevo estruendo, la tierra tiembla bajo nosotros y él con semiconsciente se aferra a mí.

—¡Puño de Hierro de Dragón de Fuego! —exclamó mientras golpeo la pared que se alza frente a nosotros. El pequeño que llevo en mis brazos me mira asombrado.

Presiono mis dientes y lo hago de nuevo, la pared cruje y se tambalea, siento que sus ojos se entrecierran y su pulso se reduce peligrosamente, lo encontré llorando en una de las habitaciones del complejo, su padre lo había traído a una tarde a su trabajo, el hombre sacrificó su vida para mantenerlo con vida y yo no pienso permitir que sea en vano.

—No puedes rendirte así— le indico casi a modo de reclamo— ¡hay quien te espera en casa niño!...ya falta poco.

Makarov Dreyar estaba en lo correcto cuando me lo dijo, el complejo entero se vendría abajo y cuando alcance el efecto domino este edificio, no habrá escapatoria.

—¡Puño de Hierro de Dragón de Fuego! —exclamo de nuevo con más fuerza.

El despierta un poco al niño que me dedica apenas la sombra de una sonrisa, está perdiendo el conocimiento. Sin embargo, está vivo y el muro ha cedido con el último golpe, no espero a que los ladrillos caigan si no me empujo contra la pared embistiéndolo con fuerza. Una ventisca de aire frío me golpea en el rostro, contrasta al instante con el infierno interior, me lanzo al vacío y el cielo nocturno se proyecta ante mí.

Con un grito ahogado me impacto varios pisos abajo, veo las luces rojas y azules en mi rostro y antes de que me desvanezca un bombero toma al pequeño de mis manos. La adrenalina pasa segundos después al menos debe de haber dos falanges rotas en puño, eso y el peroné hecho trizas vale la pena por haberle dado algo de esperanza, de darle un héroe que necesita, no sé ni de donde surgieron.

Dos paramédicos me recuestan en una camilla, la adrenalina pasa y entonces siento el resto de los estragos de mi travesía.

—Le ordené detective Dragneel que el complejo entero se vendría abajo, esos malditos terroristas amenazaron con hacer venir abajo todo el complejo, ni los bomberos quisieron arriesgarse a ir por las personas que estaban dentro—suspira y frunce el ceño mirándome fijamente— pero tú fuiste allí una y otra vez, le devolviste un hijo a su madre, de verdad que eres temerario.

—Gracias señor—respondo esbozando una sonrisa.

—¡No era un cumplido idiota!, ¡vuelve a desobedecer otra orden y estás fuera!— prorrumpe mientras me golpea en el brazo. —Te quiero recuperado, los responsables siguen prófugos y quiero a mi mejor elemento en el caso.