--Ya no era igual

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Ishda Arashi, 19 Abril 2007.

  1.  
    MichY- ChaN

    MichY- ChaN Usuario común

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    Re: --Ya no era igual

    DECIR ADIOS?????????que significa O.O
    Pobre Kagome ToT
    Ta muy bueno el fic
    RE intersante!!!!!!!!
    SIguelo pronto
    MichY-ChaN
     
  2.  
    ash_rivas

    ash_rivas Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual

    hola me encanto el fic
    pobre de Kagome
    continualo pronto

    atte su entrenador:
    ash_rivas
     
  3.  
    jenyotaky

    jenyotaky Entusiasta

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    Re: --Ya no era igual

    hola!!!
    no habia venido hace tiempo
    estaba revisando los fics y me topé con el tuyo.. ojala y sigas escribiendo y no pierdas el entusiasmo

    siguelo pornto por que quiero leer que sigue sip?

    :weee:
     
  4.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual

    esta historia no es muy larga… o no tengo planeado eso.
    ________________________________________________________________________

    Capítulo IV: La suerte esta echada


    Higurashi Arashi era un hombre de gustos moderados. Le agradaba su rutina diaria, sus romances a corto plazo, el vino de calidad, el beso francés y, sobre todo, la vida occidental.


    Al pisar por primera vez el aeropuerto de Paris se sintió en casa. Adaptarse a la vista que tenía desde el ensayo de apartamento que había adquirido, fue demasiado sencillo. Y la espinita del idioma tampoco fue problema. Dotado de un agudo oído y una extraordinaria memoria, Arashi aprendió francés en la mitad de un año.


    A sus treinta y ocho años, aquel hombre de mirada profundamente cínica, disfrutaba de la fortuna que tanto esfuerzo pero poco tiempo le había costado. Empresario de éxito, intentaba llevar una vida afortunada.


    Se recargó en el asiento de piel, dando la espalda a la puerta. Observó detenidamente la torre Eiffel, ya un burdo retrato del agradable ambiente parisino. Recargó sus codos sobre las braceras, encontrando sus manos cerca de su rostro. Puso el pulgar sobre su barbilla y el resto sobre su mejilla, pensó en deshacerse de su incipiente barba, tal vez cortarse el cabello y tomar un café el sábado.


    --Monsieur. —escuchó tímidamente de tras suyo.


    --¿Si?
    --Tiene llamada

    .
    --¿Quién?—preguntó desinteresado. — Si es Nathalie Sabagni, dígale que regresé a Japón.


    --No, señor. De hecho… la llamada es de Japón.


    Ocultando su interés, Arashi se volteó y miró a su secretaria.


    --Pásamela.


    Al levantar la bocina, Arashi sabía bien lo que escucharía: una mujer extraña, con la voz agradablemente calmada. Sus oídos ya se deleitaban con su idioma natal, dicho en frases sobrias.


    --Moshi moshi.


    --¿Arashi?


    --Ee. Doshita no, Natsuki?


    Su secretaria seguía parada en el marco de su puerta, mirando curiosa como el japonés armaba dificultosamente su conversación. Arashi le corrió con un gesto de su mano. Odiaba que lo escucharan hablar en japonés.


    --…Yo… Tengo que hablar seriamente contigo.


    --¿Qué sucede, Natsuki-chan?—preguntó burlón.


    --No…--se escuchó un suspiro molesto. —olvídalo.


    Fuera de sus burlas, Arashi notó el trastornado tono de la dama. No es que le preocupara, simplemente no era normal.


    --Dime, ¿Qué necesitas?


    --Seré rápida: necesito que te lleves a tu hija lejos de aquí. Lejos de mí.


    --O sea, que me la traiga, ¿no es así?


    --Si, así es.


    Arashi profirió un suspiro molesto, y se llevó la mano a la sien.


    --Mira, Natsuki…


    --Me debes eso.


    --Ni hablar. Dime, ¿No te eh dejado en paz todos estos años?


    --Si. En eso no tengo que…


    --¿No te mando dinero cada mes?


    --Si, pero…


    --A cambio te pedí quedarte con Souta y Ayame.


    ---Kagome.


    --Y exonerarme de mis responsabilidades como padre.


    --Mira, Arashi, quiero que te lleves a esa niña de aquí. ¡Ahora!


    Si sus oídos no lo engañaban, su ex esposa estaba perdiendo el control, raro en ella. ¿Los años la habían distanciado tanto? Arashi rió, si intentar ocultarlo. Pero se arrepintió cuanto escuchó sollozos del otro lado de la línea.


    --Lo siento, Natsuki-chan, yo…
    --¡Deja de llamarme Natsuki-chan…! Por favor, Arashi, te lo ruego. Llévatela. Consíguele una vida ahí, y cuando veas un poquito de luz en sus pupilas puedes mandarla a vivir sola, pero no te atrevas a regresarla, ¿Me oíste, Higurashi?


    Ahora que lo pensaba, no entendía por qué seguían compartiendo el mismo apellido.


    --¡Ah, Natsuki! Las negociaciones nunca han sido tu fuerte. Eso siempre me desagradó de ti. ¿Cómo piensas que aceptare a Mayumi aquí si dices que se ah vuelto una niña problemática? Menos. Yamete houga ii.


    --No te pido mucho. Tienes mucho dinero, puedes instalarla aparte.


    --A los franceses no les agradan los extranjeros, no sé si aprenda francés y…


    --Kagome llegará mañana a las 8:00 p.m.


    --Pero…


    No pasó a nada más. El teléfono solo profirió un suspiro cansado y la línea quebró.


    --¡Claro, Natsuki-chan, tráela! ¡Como sin no me hubieses dado ya suficientes problemas!—gritó a la bocina.


    Arashi siempre había deseado nunca haber echado raíces en Japón. Afortunadamente, Natsuki era comprensiva. Antes de nacer Kagome, una voz dormida hasta ese entonces dentro de él, le decían que el no era para una vida hogareña. ¡Si tan solo pudiera quitarles a sus hijos lo que los hacían suyos! Su pasado era una sombra oculta en una luz ambigua, cada navidad pisándole los talones.


    Notablemente enojado, Arashi llamó a su secretaria. Ella apareció asustada en el umbral de su ofician.


    --¿Monsieur?


    --Llama a Journet. Dile que pase por una Koyuki Higurashi. Tiene que estar en el aeropuerto mañana a las 7:30 p.m.


    --Si, señor.


    Arashi suspiró molesto. Tendría que jugar el papel del que había huido los últimos diez años.




    Eh… si, Ayame, Koyuki y Mayumi son Kagome… Es que Arashi es un poco lento para los nombres… o.o…

    Espero que les haya gustado este capitulo.

    Salut.
     
  5.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

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    Re: --Ya no era igual

    Hola ojala n o sea tarde para decirte que cuentas con mi apoyo en tu fic!!
     
  6.  
    Princess Lin

    Princess Lin Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual

    HOLA, YA ME LEÍ TODITO TU FIC, ESPERO QUE LO CONTINUES PRONTO, CUENTAS CON MI APOYO SI... CUÍDATE.
     
  7.  
    inu-irz92

    inu-irz92 Guest

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    Re: --Ya no era igual

    hola!! me ha encantado tu fic!!
    no tardes!!
    tienes mi apoyo!!
    cuidate
     
  8.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual


    N/A: Lo confieso. Son las 8:38 y llegué tarde a una clase, un día más sin ética y valores, ¡Pobeshita de mi!

    Dejando el sarcasmo a un lado. Muchas gracias por sus comentarios, me animan mucho a continuar (Aunque no lo niego, me gustaria que fuesen más substanciosos). Se supone que ahora debería estar estudiando pero… la flojera es la madre de todos los vicios y como buena madre hay que respetarla.

    -.-U creo que dejaré el francés.

    Vo.oV


    Capitulo V: Esta idea del suicidio me está matando.


    Miró su reloj por décima ocasión. Seguía igual que hacía una hora. Las manecillas inertes y el vidrio quebrado. Maldijo su suerte.

    Se recargó en la pared, de frente a la pantalla que anunciaba los aterrizajes, cambiando constantemente.

    Suspiró.

    Encendió un cigarrillo.

    Espero.



    Nada.

    Nadie llegaba y nadie se iba. El sol se había ocultado desde hacía una hora. Para una persona, a la que no se le paga por esperar, el sentido común le gritaría que se sentara. Tomara un café, intentara socializar, leer una revista… No. El poder del dinero era muy útil para ponerle hilos a una marioneta.

    Sumando a que se sentía como idiota en traje. Como si fuese a recibir a alguien importante. No. Solo recogía a una niña trastornada.

    En cuanto a eso, le parecía una ventaja para identificarla. Según sus criterios, la locura, al igual que el amor, eran algo imposible de ocultar. La mirada delataba a los padecientes de aquellos males.

    Terminando el quinto cigarrillo, sacó el sexto. Tomó su encendedor y solo chispas salieron, incapaces de encenderlo.

    Arqueó una ceja, indignado de su suerte… o más bien de la carencia de ella.

    Tiró el cigarro, despreciándolo con la suela de su zapato.

    /Chikusho.../ masculló, metiendo sus manos a las bolsas del pantalón.

    ¡No solo tendría que hacerle de niñera! Sino también de chofer. Sí, el sería chofer y niñera de una niña mimada. Después de todo, su padre era rico y, tal vez, con tal de deshacerse de la princesita, le compraba todo lo que deseaba.

    Ya estaba, si era mimada, renunciaría esa misma noche…. Ahora… ¿Cómo se llamaba?

    Revisó por última vez la cartulina que llevaba el nombre de la niña en hiragana.

    Higurashi Yukie-san”

    Yukie. Hermoso nombre. Aunque aun desconocía a la propietaria. ¡Lástima! Como a la andanza japonesa, el tendría que resignarse a llamarla Higurashi-san. Aún así, tal vez algún día podría atreverse a susurrar, lejos de su presencia, Yukie-chan. La simple idea endulzó su paladar.

    Mientras trataba de recordar si Yukie llevaba Kanji o no, las distraídas pupilas captaron a una mujer (no, no tenía facha de niña) sorprendentemente hermosa. El cansancio se leía en su rostro. Las mejillas estaban ligeramente chapeadas por el frío.

    Soñó un instante. Saludarla siquiera. Un beso en la mejilla, aspirar el gélido ambiente que se había apoderado de ella. El extranjerismo callejero que flotaba a su alrededor…

    Sus ojos almendrados distorsionaban un poco la imagen. Algo frío y triste. Su boca menuda, sofocada en una mueca indiferente.

    Intentó analizarla detenidamente, aunque aquello no era su fuerte. Lo complicado le desagradaba.

    Viendo la superficialidad del asunto, es decir, la mera fachada del cuello para abajo, ahogaron sus deseos. Demasiado delgada, memorias de una enfermedad pasada, tal vez. O algún asunto de moda.

    Todo pensamiento se nubló cuando la mujer se acercaba a él con paso lento. Un pretexto más para calificarla, pensó. Seguro necesitaba información.

    Se paró medio metro frente a él. Insinuó escudriñarlo con la mirada para luego dejar caer su equipaje a sus pies.

    --¿Vienes por mí?—preguntó en un japonés informal.

    --¿Perdón?—respondió en francés.

    --Ah… gomen… eto… watashi…

    Eso no se lo esperaba. Improvisar idiomas no era dote de ella. Él reaccionó.

    --¿Higurashi-san desu ka?

    --Hai.

    --Discúlpeme. No sabía que era usted… ¿Cómo sabía que era yo?

    --Por el papel en su mano…

    --Tiene buena vista. Konbanwa. Journet Minoru desu. Dozo yoroshiku onegai shimasu.

    --Yoroshiku. Yoru…Jou… ¿Podría llamarte Minoru-san? Tu apellido me es muy difícil de pronunciar.

    --Por supuesto.

    Primera impresión: De cerca ya no era tan bonita.

    Le decepcionó tener que descartar su teoría. Si ella estaba loca, lo ocultaba bastante bien.

    --Una duda, Higurashi-san. ¿Su nombre es con kanji o con hiragana?

    --Hiragana.

    Tomó una pluma, y escribió Yukie.

    --¿Así?

    Ella rió. Él volteó hacía otro lado eh hizo una mueca molesta.

    --Gomen ne… ¿Me presta su pluma?

    Escribió detrás del papel Kagome.

    --¿Kagome? Disculpe, pensé que su nombre era Yukie.

    --Suele pasar. —mintió.

    Decirle que su padre le había dado mal la información sería una terrible bienvenida. Solo tenía que avisarle inmediatamente a su jefe para que no cometiera una estupidez.

    Después de subir las maletas a la cajuela del auto, Minoru le abrió la puerta a Kagome, sabiendo bien que lo tenía que hacer al revés. Se maldijo. Tomo el asiento del conductor y no mencionó palabra alguna.

    Confinando su rostro a la ventana, las elegantes calles de París quedaron sin importancia ante las inquietas pupilas de Kagome. No le parecía la ciudad del amor, e interiormente, no sentía que ella pudiese tener futuro alguno ahí.

    Resignada, miró por el retrovisor al conductor.

    --¿Tu padre es francés?—le preguntó, tanteando terreno.

    Él fijó sus ojos en ella, parecía molesto.

    --Si. Es socio de tu padre. Imagino que su pasión por oriente fue lo que los hizo amigos, generalmente relaciones así no se dan por aquí.

    --¿Y tu madre…?

    --Mi madre…-- comenzó lastimeramente. —Mi madre era de allá. —explicó, refiriéndose a Japón.

    --Ah.

    Y es que… Minoru si que era todo un acontecimiento en la genética. Con el rostro bronceado, el cabello negro y los ojos verde azulados, Minoru era el clon de su padre solo que con un aire interesante y reservado, característico del país de su madre.

    --¿Has visitado Japón?

    --Cuando tenía quince años intenté vivir ahí, sólo con mi madre, pero aún se discrimina mucho a los nikkei. No tengo gratos recuerdos de allá.

    --Ya no tanto…

    --Supongo que aquí eh tenido suerte.

    --Entiendo. ¿Qué edad tienes?

    --diecinueve.

    En un alto, cerca de la torre Eiffel, Minoru la asechó por el cristal. Tenía la mirada perdida, tanto que no notó que la miraba. Sus pupilas rotas, contorneaba la torre como si se tratara de cualquier cosa. Para ella lo era. El sentimiento se desbordaba por su rostro, surcando sus mejillas.

    No, la locura no la describía. Más bien la tristeza.

    V-.-V

    Se que esta historia está empezando a rozar en el universo alterno, pero solo me robé un poquito a Bankotsu para Minoru (lo siento, no pude evitarlo.)

    Espero que les haya gustado.
    Salut.
     
  9.  
    MichY- ChaN

    MichY- ChaN Usuario común

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    Re: --Ya no era igual

    Hola!!
    te ha quedado buenisima la conti
    Kagome pobresita ToT
    que mala la madre >.<
    espero que lo continues pronto
    Besos
    MichY- ChaN
     
  10.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual

    Hola te quedo genial la conti escribes muy bien, me gusta la forma en que usas las palabras espero que lo continues pronto, la verdad me gustó mucho como manejaste la historia, me encanta como lo haces sigue asi
     
  11.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

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    --Ya no era igual
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    Re: --Ya no era igual

    N/A: o.o Regresando de mis vacaciones…! Si a eso se le puede llamar vacaciones, me sirvió para encontrar los demás títulos :P . El jueves me enteré, que en mi nueva escuelita tenemos exámenes cada semana. Yo estaba acostumbrada a tener uno cada mes… En fin.

    ¿No me tardé mucho en subir el capítulo? Un poquito, gomen. No eh tenido mucho timpo, y espero que la trama sigua intacta en mi cabecita >.< ruego por eso.

    Espero que la espera (valga la redundancia) haya valido la pena.

    Abriendo la herida: ¡¿Por qué mataron a Bankotsu?! T_T

    Vo-oV

    Capítulo VI “Mil Panderos de cristal herían la madrugada”
    Estacionó el auto.

    Dio un suspiro largo y salió.

    Se recargó en el auto, y lentamente sacó un cigarrillo.

    Claro, si tan solo hubiese recordado que su encendedor no funcionaba, se habría ahorrado el coraje. Aún así, la simple idea de recuperarse tras una bocanada de éste, le reconfortaba bastante.

    Miró a ambos lado de la calle, sintió el frío murmurando en su nuca. Se dio la vuelta y abrió la puerta del automóvil.

    --Salga.

    Kagome tomo la mano que le ofrecían para salir del asiento trasero. Él lo sintió: estaba fría. Sus finos dedos temblaban en su mano.

    --Puede tener mis guantes, si gusta.
    --Si, gracias. ¿No íbamos con mi padre?
    --Es una pequeña escala, quiero presentarla ante París.

    Ella se aferró a su brazo, caminaron lentamente hasta la base de la torre. Ahí estaba, enorme, hermosa y brillante; bañada en oro. Kagome se aferró más al brazo de su acompañante.

    --¿Por qué no levanta la vista? Si mira con atención, parece que espuma de champagne se desborda de la torre.
    --Es que… si miro siento que se me va a caer encima.

    Minoru no pudo reprimir una sonrisa.

    --Entonces, Higurashi-san, ¿No quiere subir?

    La joven aferró la vista al suelo, casi deseando tirarse y enterrarse.

    --No.
    --¡Vamos! Le aseguro que arriba se le quita. A mi me pasó así.

    Compraron los boletos y se formaron. Esperaron al elevador, bajaron a la mitad del camino. La llevó de la mano hasta la plataforma enrejada. Kagome estaba maravillada.

    Se asomó a la reja, dejando a su escolta detrás.

    Filtró los dedos entre la reja, y recargó la frente en el metal. Observó.

    Una oleada de adrenalina llegó a primera instancia. Sentía el mundo a sus pies, pudiendo obtenerlo con sólo estirar la mano. Los párpados cayeron sobre sus ojos, absorbiendo el sentimiento hasta respirarlo, poder vivir con la idea… no, más bien con la certeza de ser dueña de algo que no fuese su propio instinto. Después comenzó a sentir algo, lejano hasta entonces. Sí, ahí estaba. Sentía un alma atada a su cuerpo. ¿Por qué nadie se lo había dicho? Estaba viva. Estaba…

    Estaba sola. Lentamente, las pupilas enfocaron un mundo que la ahogaba. La verdad había gritado. Si miraba al horizonte, sólo encontraba al sol desfalleciendo sobre un lecho de edificios y nubes, la faz de la tierra vacía, seca, sólo atestada de hombres que se inventaban dioses. Estaba ahí porque había despertado de su mundo, su magnífica creación rechazada de la suprema mentira que era el mundo de los otros, “cuyas metas no compartía” ¡Ahora contemplaba el abandono total!

    Sentía hilillos alrededor de sus muñecas, tan pesadas como si se tratasen de grilletes. Era una marioneta, repudiada de distintos dueños. Arrumbada y sucia. Con el gesto cosido en una sonrisa trazada con la punta de una uña, con ojitos negros, anudados en un recuerdo vano.

    Tenía nauseas. Estaba enferma de su propia existencia.

    --Pienso que es hora de irnos.—sugirió Minoru, ofreciéndole el hombro.




    --Entonces, Arashi. Te pusieron correa.—se burló, olisqueando despectivamente el vino.

    --¡Mi querido Jean! No digas tonterías. ¿Qué más puede querer una niña de 17 años? Dinero. Ropa. Perfume. Chicos. Eso sobra en París. Sigo igual de libre.

    Jean esbozó una sonrisa sarcástica mientras recargaba la copa en el escritorio.

    --Como tú digas. Si quieres que ella prefiera eso, tendrás que…

    --Es natural. París es seductor y no tardará en llamar la atención de Minami. Tal vez los primeros días sean difíciles, pero tendrá que entender que yo tengo negocios que atender.

    --Claro. Negocios.

    Arashi sonrió, satisfecho de su fama.

    --Jacq llegará con ella en cualquier momento. Jean, espero que tu hijo pueda entretener a la mía un tiempo.

    --Espero lo misma. Un poco de sangre…

    Minoru irrumpió en la habitación. Lucia turbado. Conforme se fue internando en la habitación, trató de arreglar un poco su gesto, enmascarándolo con seriedad.

    --Ya está aquí.—Anunció ante Arashi. Luego saludó a su padre.

    --Muy bien, dile que pase.

    --Está bien, le indicare a Kagome.—recalcó.—que pase.

    --Ven mañana con tu padre a recoger tu paga, Jacq.—Indicó Arashi.

    --Si. Con permiso.

    --Antes de eso…

    --¿Eh?

    --Jacq, ¿Mi hija te parece atractiva?

    Jean no pudo sofocar una carcajada. Minoru arqueó una ceja, notablemente molesto.

    --No especialmente, señor.

    Aquella respuesta, le traería grandes problemas con su padre.

    --Entiendo. Ahora márchate.

    --Me voy con él.—anunció Jean. Parecía enojado. Miró amenazadoramente a su hijo, quien solo le sostuvo la mirada, indiferente.


    Kagome asomó las puntas de sus manos, antes de aparecer tras la puerta. No lo sintió hasta ese momento, pero el miedo le corría los nervios. Nada le había preparado para lo que presenció.

    No le cayó en cuenta que su papá era una persona importante, hasta que llegó a su oficina, algo más que elegante, y sentía que a cada respiro estaba perdiendo una gran suma de dinero.

    Tonta.

    Debió notarlo cuando mandó por ella a su chofer. Se le ocurrió correr… demasiado tarde.

    --Pasa. No tengas miedo, chibi-chan.—escuchó del otro lado.

    Cruzó la puerta y lo encontró. Con que esa persona de semblante malvado era su padre. Era, sin duda, un cruel y exitoso hombre de negocios. Se sintió ajena a él. Un rechazo mutuo. De todas las personas en el mundo, les tocaba a ambos ser parientes. Llevar la misma sangre muerta en la venas.

    --Siéntate.—le invitó cariñosamente, sonriéndole. ¡Sonriéndole tan artificialmente!

    --G-Gracias.

    --Es mi deber, como tu padre, hacer tu estancia aquí lo más placentera posible. Quiero que te sientas en casa y…

    --¿Dónde viviré?

    --Te conseguí un departamento, cerca de Champs-Elyses.

    --Entiendo.

    Sí, con eso entendía muchas cosas. Entendía que la quería fuera de su vida.

    --Aome, ahí te sentirás cómoda, te lo aseguro.

    --Si. Está bien, Arashi-san.

    Él le dio la espalda e hizo una mueca de molestia.

    --Cualquier cosa que necesites pídesela a Jacq. Le pagaré para que lo haga.

    --¿Minoru-san se hará cargo de mi?

    --Vivirá cerca de ti. Ahora lo más importante es que aprendas francés, mañana iniciaran tus clases. Después, si deseas estudiar, te pagaré la escuela que gustes. De ahí, podrás hacer lo que quieras con tu vida.

    No lo tendría cerca. Kagome sonrió. Sería libre de la forma más importante.

    v-.-v

    Si me quedó mal, para eso están los cometarios. Quéjense lo que quieran :P XD eso me haría muy feliz.

    lostsoul_nic, Michy-chan, gracias por sus comentarios.

    Nos vemos!
     
  12.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

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    Re: --Ya no era igual

    Hola, lei la conti y me gustó, pero me perdí, quien es Minoru-San, es Bankotsu?? jejeje disculpa la pregunta pero es que soy despistada ToT, porfa responde, pero la conti si me gustó, pobre Kagome esta confundida, y su padre por lo que veo es cruel, y su mamá también la aparto, son crueles ¬¬
     
  13.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

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    Re: --Ya no era igual

    N/A: Tadaima… o.oU Ok, no diré las dificultades que tuvo este capítulo. Lo importante es que aquí está, nee? Ya hice la cuenta de los capítulos que faltan, ya me organicé. No creo necesario decir cuantos faltan o.-
    lostsoul_nic... Minoru es... Minoru :P Solo que me robé a Bankotsu para su personalidad y físico, está un poquito rozando al universo alteno, pero no lo es.


    Vo.oV
    Capítulo VII: La Plaza Roja

    La Place Rouge tait vide
    Devant moi marchait Nathalie
    Elle avait un joli nom, mon guide
    Nathalie.
    La Place Rouge tait blanche
    La neige faisait un tapis
    Et je suivait par ce froid dimanche
    Nathalie

    La piel marfileña se perdía entre las sabanas revueltas, recostada sobre tierra tibia. Escudriñaba su tacto, sus labios, la timidez de la armonía sobre la cama. La respiración agitada que daba voz a la recamara. Los delicados y finos dedos rebuscando cariño en la cara y el cabello azabache regado sobre la almohada.

    Elle parlait en phrases sobres
    De la Rvolution d'Octobre
    Je pensais dj
    Qu'aprs le tombeau de Lnine
    On irait au Caf Pouchkine
    Boire un chocolat
    La Place Rouge tait vide
    Je lui pris son bras, elle a souri
    Il avait des cheveux blonds, mon guide
    Nathalie, Nathalie

    --Nathalie…

    El murmullo distante camuflajeaba un gritito de placer, mientras lo abrazaba con los pies. Mientras recorría sus pálidas piernas, la ventana se abría y el follaje de la ciudad se infiltraba sagazmente, escondiendo frases y silabas intangibles.

    ¡Y la plaza roja vacía! Jugaba con su parte favorita, fantaseaba con Rusia y la revolución de octubre, la nieve escarchando su cabello y enrojeciendo sus mejillas.

    --Algún día…--sofocó sus palabras mientras besaba su cuello. —te llevaré a Rusia, Nathalie…

    Ese nombre que le sabia elegante al paladar. Ese nombre que representaba una dulzura en un fondo serio y apático… Ese nombre que era un ángel, desfalleciendo su aliento en su nuca.

    Dans sa chambre, a l'université
    Une bande d'tudiants
    L'attendait impatiemment
    On a ri, on a beaucoup parle
    Ils voulaient tout savoir
    Nathalie traduisait
    Moscou, les plaines de Krim
    Et les Champs-élysées
    On a tout mlang et on a chant
    Et puis, ils ont dbouch
    En riant l'avance
    Du champagne de France
    Et on a dans

    --Mi-chan…. Kawaii so…

    Se detuvo un momento, mientras rozaban bocas, mimando sentimientos. Y después le miro las gemas verdes. Relucientes y llenas de un brillo tan seductoras como para besarlas. Le miró, recargando sus brazos entre su rostro, apoyándose sobre sí.

    Ahí estaba la carita de la que se había enamorado. Observándole, totalmente enamorada, sincera en caricias y tierna en palabras. Ambos se sonrieron. Él detalló el gesto, prestando atención en los restos de maquillaje, sutiles, el labial rosa crema que delineaba sus labios, y el rubor innecesario.

    Et quand la chambre fut vide
    Tous les amis taient partis
    Je suis rest seul avec mon guide
    Nathalie
    Plus d'questions de phrases sobres
    Ni d'au Rvolution d'Octobre
    On n'en tait plus l
    Fini le tombeau de Lnine
    Le chocolat de chez Pouchkine
    C'est, c'tait loin dj

    --¿Quieres que te lleve ?—preguntó Minoru, mientras ajustaba la corbata que odiaba llevar.

    --No. Caminaré.

    --Muy bien, entonces te llevaré.

    Ella le miró fingidamente ofendida, hasta que él volteo, sabiendo que algo estaba mal.

    --¿Qué?

    --Caminaré. —Remarcó.

    --Sí, ya quedamos que te llevaré.

    Ella sonrió, mientras se miraba en el espejo recogiendo mechones de su frente y acomodando su cabello.

    --Minoru. — comenzó, declinando la vista.

    --Dime.

    --No…no quería tratar el tema ahora pero…

    Minoru sabía lo que se avecinaba, se armó de paciencia.

    --Nathalie, Shigoto wa Shigoto.

    --¡Lo sé! Pero… no me agrada que pases la mayor parte del día con otra mujer.

    --Te lo repito, linda. Es mi trabajo. En cuanto ella termine sus estudios podrá valerse por si misma y ya no tendrá que depender de mi.

    Buscaba las llaves, mientras seguía distraídamente la conversación.

    --No me interesa. —sentenció. —tu trabajo no termina de agradarme. Además…--se detuvo un momento y le miro seriamente. —Conozco a tu padre y a su socio. Ambos sabemos que solo piensan en ellos y…

    --… ¿Y?

    --Nada.

    Nathalie sabía que Minoru tenía su carácter, decirle demasiado sería poco ético entre ellos, que se conocían cada recoveco del alma, aunque se tratase de algo tan importante. Ella dejó el río fluir.

    Bajaron las escaleras. Los dos ocupaban un departamento en la plata alta, tenía una vista bohemia de la ciudad, la síntesis de jóvenes empezando sus vidas juntos. Subieron al coche de Minoru, estacionado frente al edificio.

    La noche anterior había llovido. Y ellos solo lo notaron cuando sintieron el aire frío, el carro aún goteando y los charcos reflejado el cielo.

    --Ponte el cinturón. —ordenó Minoru a Nathalie, mientras encendía el auto.

    --Lo siento, siempre se me olvida. —se disculpó, abrochándoselo.

    Que ma vie me semble vide
    Mais je sais qu'un jour Paris
    C'est moi qui lui servirai de guide
    Nathalie
    Nathalie

    **


    Tenía el mentón húmedo. Las pupilas le ardían y sentía rasposa la garganta. El cabello enmarañado, hilos negros cayendo sobre sus hombros.

    El fondo negro de una noche sin estrellas ni luna, y las letras que forman la palabra a la que temía: vacío. Un vacío negro vivía a sus espaldas.

    Sollozaba, lo sabía. Eran perlitas híbridas desbordándose por su rostro.

    Y en ese oasis de dolor y frustración sintió alivio. Sintió protección y que alguien le entendía.

    Todo está bien.”

    Sí, esas palabras que le sabían a paraíso. Aquello que le quitaba su responsabilidad por cualquier suceso incómodo.

    El piso (o lo que ella creía que era eso) era húmedo. Era un cristal que cubría agua carbonizada. Y estaba acostada, también según había adivinado. Con la cabeza recostada en ese alguien que le entendía y consolaba.

    Después entendió que no lloraba. Era lluvia seca, insípida y transparente la que surcaba sus mejillas y también la que causaba tanto dolor.

    Abrió la boca y movió los labios intentando decir algo.

    --¿Dónde estoy?

    Aunque estaba ahí, y ella tenía la certeza de eso, sus palabras quedaron condenadas a ser aire incorporándose al ambiente.

    Kagome”

    Esa voz…

    Esa voz altanera y frío, ahora sonaba tierna y condescendiente. Siempre miraba al frente, libre de sus pensamientos y de su cuerpo. Y cuando volvió a ser humana, tenía yemas deslizándose por su cara. Dedos gélidos y pálidos como la porcelana.

    Kagome.”

    Era Kikyo quién le quería tanto. Era ella misma protegiéndose de todos.

    --Ky…Kykio…

    Kagome… Kagome-chan…”

    Miró su rostro, sus ojos avellanados, también inundados de agonía y pena.

    Ahora… yo me haré cargo…Kagome-chan…”


    **


    El atardecer anunciaba una suave lluvia. Los últimos rastros del día que bostezaba en el horizonte y se perdía para dar la vuelta a tierra extranjera. Algunos se daban la mano y expiraban junto a sol, despidiéndose con un beso en los labios. Otros tantos volvían a casa después de un arduo día de trabaja y la minoría perdía la vista pensando que hacer.

    Arashi lucía molesto…. En realidad a Jean aquello no le sorprendía. El oriental siempre mantenía un gesto abrumado solo de pensar en las personas que respiraban frente a sus narices. Pero especialmente esa noche aparentaba empezar el final de un plan un tanto malvado.

    --Creo que eh sido claro.

    --… ¿De que hablas?

    Él lo miró, sorprendido. Intentando tragarse su miedo.

    --Jean, si tú ya no me entiendes ¿Qué será de mí?

    Él se quedó pasmado, analizando la situación lo más rápido que podía.

    --¿Sobre…?

    Arashi encendió el primer cigarrillo de la noche, mientras amenazaba a su socio con la mirada.

    --Midori tiene que empezar a ver Jacq de otra forma ¿No lo crees?

    --A-Arashi, él ya te dijo que…

    --Sé lo que te dijo. Yo estaba ahí. —Gritó estoicamente. —Es más, yo se lo pregunte.

    Jean apuró su copa e intentó tranquilizarse. Arashi sonrió peligrosamente.

    --Tú y yo tenemos una gran amistad, no quisiera perderla por tonterías.

    --Lo sé. —mintió, mirando a la ventana de su oficina… ¿Sería tan doloroso saltar? Corrió el seguro hasta que se dio cuenta lo estúpido de su acción.

    --Sé que hace y no hace Jacq. Sé que cual es su sueldo y donde vive, puesto que yo pago ambos. Sé que chocó la semana pasada por intentar alcanzar algo en el asiento trasero. Y sé que tiene una novia que trabaja como guía en el Museo del Louvre.

    Se acercó a Jean y le miró, sonriendo.

    --No tengo problema en mantener a tu hijo, Jean. Y nunca antes había pedido un favor.

    …¿Cómo ese que ese hombre podía decir eso? Jean pensaba muchas cosas, pero callaba muchas otras. Jacq trabajaba y se ganaba ese sueldo. Arreglando la situación a favor de Arashi, las cosas cambiaban y se lo podría ver como un santo al que le debía su existencia.

    --…Sin embargo.—continuó.—todo tiene su precio y no quiero que mi hija este sola en París por mucho tiempo.

    --Arashi, como ya dijiste él tiene una novia y…¨

    --Arréglalo.

    **


    No quería llegar al punto de aceptarlo, pero creo que es mi deber… el culpable del retraso de este capítulo es Quino. Es que sus dibujos son muy buenos TT
    Espero que les haya gustado. Ya no tardaré tanto en actualizar esto. Y pienso poner un capitulo por semana, espero poder cumplir. Ahora todo esta raro en mi vida X-x aún así hay prioridades y la mía es terminar mi primer FanFic o.-
     
  14.  
    MichY- ChaN

    MichY- ChaN Usuario común

    Tauro
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    Escritora
    Re: --Ya no era igual

    Hola!!!!!
    jejje te aha quedado interesante el capitulo,,
    aunque para mi un pococ confuso jejejej
    espero que lo continues pronto
    Besos
    McihY- ChaN
     
  15.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

    Título:
    --Ya no era igual
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    28
     
    Palabras:
    57
    Re: --Ya no era igual

    Opino lo mismo que michy-chan, muy bonito en descrpciones y todo como te expresas etc, pero si me ha confundido un poco, espero que para el proximo cap. ya no me revuelva jejeje, pero bueno estará hasta la proxima semana ojala si lo puedas hacer así

    Besos y saludos
     
  16.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

    Título:
    --Ya no era igual
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    28
     
    Palabras:
    3653
    Re: --Ya no era igual

    N/A: o.o ah! O.o Lo logré!! Publiqué el día prometido!! O.O Bueno, aclarando confusiones o.o espero que todas las dudas sean resueltas con este capítulo, sin siguien teniendo, preguntentme.

    Capítulo VIII: Huellas en la Arena.



    Tocaban la puerta desde hacía media hora.


    La verdad…

    No es que no quisiera abrir, es más, moría por conversar con alguien. Una persona, no las alucinaciones que se presentaban frente a ella, intentando convencerla de ocupar un lugar en el mundo y no solo en su imaginación. Lamentablemente, siempre que cedía a la manipulación, la luz incorpórea era solo una burla de la mañana, de la resaca de la tristeza y una mala pasada de su locura, que cada día ocupaba mayor terreno en su personalidad.

    --Ochibi-chan, ¿Estás ahí?

    Escondió su rostro entre sus manos y no se movió del rincón, el ángulo entre la pared y la puerta. Se sintió satisfecha…si tan solo supiera su padre lo cerca y a la vez lo distante que estaba de ella, ¿Seguiría intentando? Lo dudaba. De hecho se sorprendía que, Higurashi Arashi-sama, el implacable hombre de negocios, se hubiera rebajado a llamar a su puerta.

    Su puerta, a la esquina de una calle cualquiera.

    Habían ido a verla un par de veces. Su padre enviaba empelados a verificar si seguía viva, siquiera para saber si ir buscando nuevos inquilinos. Tocaban, insistían, preguntaban… si eran muy insistentes la llamaban inclusive por su nombre: Konata, Aiko, Oyuki, Yuri, Kameko… La esperanza muere al último, pero muere.

    Arashi fue más práctico. Toco, pregunto y aquello solo le llevó tres minutos, como un protocolo absurdo. Escuchó como se alejaba de la puerta a paso rápido y como bajaba las escaleras de dos en dos, dejando eco en el pasillo, la tranquilidad renovada.

    Sintió mucho alivio. No más presiones, no más ruido. Era la paz. Era la paz y la soledad de una felicidad inexistente. Hablando sola se dio cuenta que no se entendía realmente. Había telarañas en su forma de pensar. En aquella semana acomodó sus prejuicios, sus opiniones y se dio cuenta que su razonamiento era prácticamente inútil.

    Después llegaba el silencio, cortando limpiamente, arrancándole suspiros dolorosos. Luego se iba y dejaba sangrando su ego, lo que pensaba que era. Y al último, entendió lo necesario de las heridas y el dolor… la sutil insinuación de sanar.

    El exilio definitivo de su mundo le confundió. El día en que se despertó de su sueño y puso los pies en el piso sintió frío. Pronto enfermo de tristeza. Una semana más tarde pudo percibir un poco de alivio… podía describirlo de nuevo, esa sensación olvidada en la torre Eiffel.

    Al atardecer llegó otro visitante. La rutina continuó. El golpe seco en la puerta y la falta de respuesta.

    --Sé que estás ahí. —aseguró con voz firme.—Kagome, mi trabajo es quedarme aquí, hasta que se te de la gana abrirme. Así que…

    Esa voz. Esa voz que había llegado demasiado tarde. Se levantó lentamente y corrió las cerraduras. Del otro lado de la puerta, Jacq se sorprendió de la eficiencia de su “método”.


    --¿Café?

    Minoru iba a aceptar, pero al ver una cucaracha huyendo del lavaplatos decidió rehusar el ofrecimiento.

    --No… Estoy bien.

    --Voy… a cambiarme.

    --Si. No planeo irme a ningún lado.

    Kagome le sonrió sin ganas mientras cerraba la puerta de su habitación. Jacq despreció el lugar. Ropa tirada, almohada en el piso, chillidos de ratones en las esquinas, comida tirada en descomposición, libros deshojados y agua serpenteando por el suelo…. y el buró, un papel roto con letra apenas legible.

    Kagome-chan:
    Ogenki desuka? Watashi-tachi wa genki desu. Anata no otouto wa totemo…”

    Leyó las primeras líneas sin lograr impactarse, hasta ver el remitente.





    “Sayonara.

    Higurashi Natsuki.”




    La intriga lo abrazó por la espalda…. Después de deshacerse abiertamente de su hija, ¿Qué líneas podía dedicarle? Tragó saliva. Iba a leer silaba por silaba, kanji por kanji (o por lo menos de los que se acordaba) Hasta que el remordimiento empezó a gritar. No era su carta, ni siquiera la carta de una amiga. Era la carta de su protegida, con la que no quería tener ningún contacto más que el irremediablemente necesario, con la que quería evitar palabras que podrían malinterpretarse.

    Pero… ¡Era su trabajo! Y si le afectaba a ella, también le afectaba a él. Fuera del problema moral, de fachada parecía el dueño de la tranquilidad y del pensamiento centrado, no guardaba la imagen de un entrometido mordiéndose las uñas, enterándose de algo que no le incumbía.

    Pasó el principio, el que parecía saberse de memoria. Seguramente no pasaría del tradicional cuerpo de una carta: Dirección, saludos: cambié de empleo, compré un vestido azul en una barata, me pasé un alto la noche anterior porque nadie miraba, puntos de distracción para el clímax, después de eso la verdadera intención disfrazada y tomada de la mano de la despedida…

    Bueno, al menos eso pensaba que sería. Él lo haría. Y más si era alguien que quería aparentar que todo estaba bien. Balbuceando en voz abaja, tropezó con lo que buscaba.

    “Te extraño…. No sabía que responder a tu anterior carta. Fue muy corta y sabes bien que no sé francés. Por favor, ¿Me aclararías su contenido?”

    Ni posdata. Nada más. Seguramente ella también podría haber resumido el asunto poniendo la pregunta al principio.

    --Si quieres puedes leerla.—dijo Kagome mirándolo desde el marco de su puerta.—aunque, por tu expresión, puedo adivinar que ya lo hiciste.

    --¿Cuál fue…?

    --¿Lo que le mandé?

    Él asintió.

    Claro, guardar distancia ante todo.

    Ella buscó entre revistas esparcidas por el suelo, luego tomó un papel mordido y mojado de una esquina.

    --Este fue un ensayo. El que mandé solo tenía mejor caligrafía.

    Sencillo y expresivo, ahí estaba:

    Ve te faire chier, okaa-chan.


    Le costó mucho no reírse. Tocó un poco y aclaró su garganta. Ella sonrió, ahora satisfecha de su logro.

    --Es muy…

    --El francés no es tan inútil como pensé.

    --¿Eso quiere decir que podemos conversar en francés de ahora en adelante?

    --No.

    ¿Dónde estaba la señorita tímida y amable que había recogido en el aeropuerto? Darle la espalda unas semanas fue un gran error.

    --¿Por qué?

    --Me gusta escuchar tu torpe japonés.

    Aquello le enojo. Él hablaba japonés desde los dos años y lo practicaba constante. Ya estaba, le hablaría en francés. Si ella no le entendía era su problema. Desvió la vista a la ventana, luego volvió a fijarla en ella. Estaba llorando.

    ¿Por qué convivir con otras personas era siempre tan difícil? No. No estaba obligado a preguntar…

    --¿Estás bien? ¿Por qué lloras?

    Claro, la distancia de nuevo.

    Kagome se sentó, mientras buscaba un pañuelo en el suelo. Él le extendió el suyo.

    --Perdí a alguien.—confesó.

    --¿A alguien?

    Kagome contó todo. No solo lo que pasó, sino también lo que sintió. Y dado que Minoru tendía a entender más que lo suficiente esas cosas, empezó a bajar la guardia. Le miró seriamente.

    --Ahora… odio estar cerca de mi padre. Odio depender de él. No pienso volver a escribir a Japón. Ir a la escuela no me hace feliz, pero dejarlo me heriría por igual… Y luego tú, con tu maldita cara de distanciamiento.

    Jacq se sentía ofendido y humillado.

    --¡Tengo mis razones!

    --Seguramente y no quiero saberlas.

    --…nunca tuve la intención de decírtelo.

    Más tarde, él le contó sobre Nathalie. Los días contados que podía vivir sin ella. El problema de que el debía ser su niñera, lo celosa que era ella…

    Cuando ambos se despedían, como cuestión de un reflejo. Él la invito a cenar.

    Por supuesto, había que guardar distancia.

    SS

    --Déjame aquí.

    Minoru estacionó el auto. Apagó el motor y sacó las llaves. Después miró a su padre por el retrovisor.

    --Listo… ¿Quieres que te recoja?

    --No, no será necesario. Ve a casa y descansa.

    --Está bien.

    Ahora, él solo esperaba a que Jean saliera del carro. Pasó un minuto y el no se movió.

    --¿Pasa algo malo?

    No hubo respuesta, solo un silencio incomodo. Su padre solo perdía la vista en la ventanilla sin animarse a hablar. Eso era muy raro en él. Jacq intentó distraerse para que el tiempo corriera más rápido. No pudo más. Tenía que irse. Siempre evitaba frecuentar a su padre. Antes era distinto. Quería aprender más de él. No lo habitual, algo más. Hasta que conoció a Arashi. Él japonés había destrozado la personalidad de su padre. Muchos años le odio por eso, pero hacía exactamente tres meses, pensando en el asunto, se dio cuenta que su padre siempre había sido así, solo que necesitaba un compañero con el cual explayarse… suspiró.

    --Jacq, necesito hablar contigo.

    El tono venenoso de su voz le sacaba de quicio. Él solo quería que su viejo saliera por la puerta del carro, irse y beber algo.

    --Dime.

    --En verdad… ¿Kagome no te parece atractiva?

    --¿Cuántas veces más tendré que repetirlo para que me creas? No. Tengo novia y si estoy con ella y no la eh dejado por Kagome es obvia la razón.

    --Si, es obvio que eres un tonto. Jacq, ¿no te das cuenta? Kagome es lo mejor que tu pudo pasar. Tienes la aprobación de Arashi de estar con ella, ¿Por qué no lo aprovechas? Con Higurashi de tu lado, si ella quiere o no ya no importa.

    Minoru sonrió
    .
    --¿Qué es tan gracioso?

    --Estás asustado, ¿No es cierto? Conozco las mañas de Arashi, aunque te cueste creerlo. Sé lo que quiere y no lo va a conseguir.

    --Si sabes lo que quiere, ¿Por qué no se lo das? Es tanto como comprar una vida de comodidad.

    --Quiero obtenerla de otra forma.

    --Bien.

    Jean tomó su saco y abrió la puerta.

    --Solo te advierto algo, Jacq. Arashi siempre consigue lo que quiere. No le interesa quién salga dañado. Él siempre lo consigue.

    --Y tu también. Son de la misma camada. No me hablas de él como un mounstro desconocido. Te conozco a ti.

    El francés azotó la puerta del auto. Minoru recargó la cabeza en el volante.

    Sí. Sabía hasta donde podían llegar ellos por conseguir lo que querían. Nunca le había molestado eso. En los negocios la aplicación era valida y no le tomaba importancia. Gracias a ello, él podía tener una vida desahogada. Solo que jamás se imaginó que algún día él iba a estar en medio de su meta. Y no solo él, sino también ella. Nathalie. No le interesaba si él no salía ileso, daba igual. Pero ella… eso era una cosa muy distinta. Tenía que pensar. Tenía que huir. Si, esa era la palabra. Huir. La idea era descabellada, pero la mejor.

    Primero renunciaría, se despediría de Kagome. Luego le propondría matrimonio a su novia para luego irse a vivir a Japón, esa tierra maldita que tanto lo había maltratado. No importaba, ya no estaba solo. Ambos manejaban el japonés y sobrevivir ahí no sería tan difícil. Empezarían una nueva vida.

    Estaba decidido.

    SS

    Después de desayunar juntos, Kagome y Minoru recorrieron la ciudad. Ella pensaba que era solo un paseo más, sin ningún destino en particular. Pero cuando hacían eso, él solía parecer relajado. Ahora lucia inquieto buscando algo.

    La Place Rouge tait vide
    Devant moi marchait Nathalie
    Elle avait un joli nom, mon guide
    Nathalie.

    La Place Rouge tait blanche
    La neige faisait un tapis
    Et je suivait par ce froid dimanche
    Nathalie

    Elle parlait en phrases sobres
    De la Rvolution d'Octobre
    Je pensais dj
    Qu'aprs le tombeau de Lnine
    On irait au Caf Pouchkine
    Boire un chocolat

    La Place Rouge tait vide
    Je lui pris son bras, elle a souri
    Il avait des cheveux blonds, mon guide
    Nathalie, Nathalie.

    --Mi-no-ru.

    --¿Nan desuka?

    --Es la quinta vez que pones esa canción, ¿Podrías…? No sé, qué se yo ¿Poner la radio cinco minutos?

    --Es mi carro y yo decido lo que se escucha.

    --¡Los invitados son primero! ¿Por favor?

    Jacq se acercó al aparato, Kagome se sintió complacida al demostrar su autoridad. La desilusión apareció cuando se dio cuenta que solo le bajó el volumen.

    --…¿A dónde vamos?

    --A comprar algo.

    --¿Comprar? ¿Qué me vas a comprar, Minoru-san?

    --Baka. No es para ti. Es para alguien más.

    --Masaka… ¿Natari-chan?

    Minoru no pudo evitar sonrojarse.

    --¡Lo sabia! Nee, ¿Qué le vas a comprar? ¡Dime!

    --Ya lo veras. Ahora, siéntate bien. Pareces una niña.

    SS

    Dudas, amenazas, comentarios... son aceptados :P


    Michy-chan, lostsoul_nic muchas gracias por sus comentarios.

    Ya, Ashita luego.
     
  17.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

    Título:
    --Ya no era igual
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    28
     
    Palabras:
    100
    Re: --Ya no era igual

    Hola, sorry por no pasar antes ._. pero estuvo muy bien el cap. aunque aún me mareo en algunas partes @.@, me pierdo jejeje, creo que es por la cantidad de nombres que usas, pero ya casi no me pasa ya le estoy agarrando la onda jejeje, bueno espero la conti ok??????

    A mi me gusta tu fic!!!! escribes padre pero sólo eso de que me pierdo a veces, soy medio boba creo jejejeje

    Saludos y espero la conti
     
  18.  
    Ishda Arashi

    Ishda Arashi Guest

    Título:
    --Ya no era igual
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    28
     
    Palabras:
    2858
    Re: --Ya no era igual

    N/A: Minna-sama, gomen nasai por el retraso. ¡Lo siento mucho! Pero me fue algo más que difícil hacer lo que hice… espero que la espera haya valido la pena, de cualquier forma y tamos en la recta final. Creo, no me hagan mucho caso, que ya quedan solo dos o tres capítulos más. Prometo no tardarme, en serio.

    Sobre la “carta” que Kagome le envió a su mamá. No sé francés solo busque en Internet una frase apropiada para la ocasión y salió esa… como ya dijo Abril-chan, no es del todo coherente, pero realizó su cometido, nee?

    Capítulo IX: Nathalie


    Apagó el motor y miró fríamente a Kagome por el retrovisor. Ella frunció el ceño.

    --¿Qué?-- bajó la vista, buscando palabras. --Deja de hacer eso, me pones nerviosa…. ¿Hice algo malo?

    Finalmente, él declinó la vista y suspiró.

    --Regresaré pronto, no tardaré. Espérame aquí.

    --No planeo ir a ninguna parte.

    --Ii ko nee.

    Ella le sonrió y susurró, casi inaudible, Ganbatte

    Se paró frente a la tienda. Observo el escaparte y las piedrita que destellaban al mirar el sol. Se inclinó para apreciar una en especial: Era una joya entre sus hermanas, un triunfo de la genética geográfica. Sabía lo que acababa de descubrir, sin embargo, no se atrevía a dar por cerrado el asunto. Pensó que para elegir algo tan importante era necesario más tiempo, dedicación y esfuerzo. Aún no comprendía las corazonadas.

    Suspiró por segunda ocasión, con la intención que el aire se llevara la vergüenza de su alma, o siquiera ocultarla y que pasara desapercibida. Luego se dio cuenta de lo infantil que era su actitud. Entraría, buscaría y compraría el anillo perfecto.

    Entró a la tiendo, empujando la puerta rápidamente y haciendo sonar la campanita colgada en el techo. Aquel simple suceso le asustó. El sonido, que pasaba como el tilde de una i, pasó a convertirse en un problema de dimensiones estratosféricas. Siendo que, dentro, solo un curioso volteó y regresó al vista inmediatamente.

    Para él, lo difícil apenas empezaba.

    --Bienvenido, Vous cherchez quelque chose de spéciale?—la joven le miraba fijamente, con unos lindos ojos grises, como un cielo tormentoso.

    --Yo…no, no busco nada en especial.-- Mintió.

    --¿Está seguro? Si me necesita, llámeme.

    --Oui.

    Ella le sonrió y podría a ver jurado que se rió de él cuando se dio la vuelta. Se agachó y analizó cada cajita de cristal, fingiendo ver los anillos.

    ¿Cuál era el maldito problema?

    Por naturaleza, sus sentimientos eran propios y nadie, salvo hacía quien los dedicaba, debía saber. Y menos cuando era un sentimiento tan íntimo como lo era el amor para él. Pero, reaccionando, lo conseguía para ella. Por ver ese día su carita chapeada de alegría y sorpresa. Sonrió.

    --Señorita, quiero ese.-- Concluyó, señalando el que le había robado los ojos desde el principio.

    S-S

    Mirando a su alrededor, Minoru se dio cuenta de lo poco original de su idea y de lo tradicional que podía llegar a ser. En la mesa derecha había una pareja que acababa de pasar por el mismo camino por donde él planeaba cruzar. No pudo sofocar una risa al presenciar el extraño espectáculo que silenció a todo el restaurante. A su congénere se le cerró la garganta y la lengua tenía tanta movilidad como ceniza húmeda, estrellada en el piso.

    Después, la frase salió como un poema aprendido de memoria sin interpretación, la joven lloró y se echo contra sus brazos, deletreando un “si” un tanto ambiguo y tembloroso. Después todos los comensales rompieron en aplausos y felicitaciones…

    ¡Dios, era tan difícil!

    El quería algo más cómodo, discreto, un grito ahogado… el alivio de una habitación vacía, con solo los murmullos del silencio desquebrajando las paredes, eclipsado el eco del mundo exterior… no, ahora tenía un telón aguardando su entrada.

    La extrañaba, moría por verla. Por pasar más tiempo con ella. Por ver el anillo brillar en su marfileño dedo, beber un poco y reír solo de ver la vela marchitándose ante sus ojos cuando iniciara el día. Nada lo haría más feliz.

    Mientras esperaba, planeó comenzar un cigarrillo, para amortiguar la duda, hasta que recordó que su encendedor no funcionaba y no había tenido la delicadeza de cambiarlo. Más bien el permiso. Se limitó a hacer el además de buscarlo.

    Después, a la lejanía, escuchó el agresivo roce de llantas contra el asfalto, el freno forzado y la última nota del desastre para cerrar el compás. La ola de susurros y curiosos no tardó. Él solía ignorar esas situaciones y esta vez no era la excepción. Seguía tranquilo, con la mirada estoica sobre el mantel. La multitud se agolpaba en las ventanas y en la puerta, buscando solo saciar su insana costumbre.

    --…creo que fue un choque de tres.
    --Tres involucrados, pero dos dañados.
    --El otro se fugó.
    --¿Habrá heridos?
    --Dicen que fue contra un auto del restaurante.
    --Ambos quedaron hechos pedazos, el negro estaba vacío.

    Pobre idiota del auto negro, pensó, una noche de mala suerte.

    --Fue frente, casi en la entrada.

    Hasta que se dio cuenta que él era el idiota desafortunado. Tardó un poco en reaccionar, luego se paró y comenzó a empujar a los demás para salir.

    Fuera era un caos. La ambulancia ya venía en camino, según había escuchado. Abriéndose paso llegó hasta su auto, o lo que quedaba de el. Su adorado carro negro que le había costado varios meses de sueldo.

    Detrás de los restos del suyo, estaban los restos del otro, el vidrio de enfrente estaba roto y los pedacitos de cristal hacía un siniestro camino hacía la trayectoria.

    No quería voltear, no debía y, de alguna forma, sabía que se arrepentiría, pero también sentía que era su deber.

    Encontró el cabello azabache derramado por el suelo, recostado de espaldas con la carita oculta de la muchedumbre, el lago escarlata huía, corriendo como un rió de agonía, la vida escapándose por la esquina.

    Caminó hasta ella, ante las inquisidoras miradas de los demás, con la esperanza rayando sus pupilas.

    La tomó cuidadosamente del hombro y pudo identificar su rostro, aún impactado por la sorpresa. No parpadeaba, pero aún estaba viva. Ella habló primero.

    --Mi-chan… gomen ne… osoiine.”

    Quería hablar, quería decir muchas cosas, pero el iris gritaba lo que callaba, aún eso le parecía insuficiente.

    --Cerraron tarde el museo…--explicó, mirando al cielo.--Y luego… sabía que… que tenía que... hacer algo muy importante… tan importante como, como verte… pero… el carro azul… y mi cinturón, me acordé mucho de ti…. Perdón.

    Él la estrechó contra él, y fue testigo de cómo se extinguía la llama en sus ojitos jade, junto con los trocitos de una sonrisa deshecha.

    Sintió a la mayoría tras de sí, querían contemplar la sangre, las lágrimas, escuchar el lloriqueo, lo que fuese que saciara su curiosidad. Empezaron a rodearlos poco a poco, como aves de rapiña en busca de carroña.

    No. Nadie debía verla.

    Cerró sus ojos y comenzó a incorporarse en sí mismo.

    --No la vean…-- dijo en un susurro, para después convertirse en un ladrido, de la clase que rompen la madrugada.

    --¡¡NO LA VEAN!!

    SS-SS

    Kagome levantó lentamente sus párpados. Enfocó la obscuridad y sintió la cara húmeda y deshecha por la indiferencia. Se apoyó en sus codos y buscó un poco de luz, el guiño de una ventana, los faros de un carro volteando. El calor le agobiaba, en primera instancia, sintió que él era el culpable de su incomodidad, pero luego recordó lo olvidado.

    Él volvió a ella…

    A decir verdad, si eso hubiese pasado Kagome habría sido algo más que feliz. El desorden se habría vuelto un mal recuerdo, la escuela el vago murmullo de un grito ahogado y lo demás, como una pesadilla ajena a su realidad.

    Lo había abrazado, de nuevo en ese fondo obscuro, sintió su cuerpo entre sus brazos, incluso le dedicó un par de frases ambiguas en un tono que solo él logró comprender.

    Pero lo que la tenía deshecha fue la sutil traducción de su gesto, el ademán de dar la espalda sin voltear siquiera para cerciorase que avanzaba.

    Temblaba. Ella, sus labios, sus pupilas, sus manos…. tiritando de la frialdad que provocaba la amargura.

    Se levantó descalza, sintiendo el suelo desgastar helados suspiros bajo sus pies, hiriendo el talón.

    Llegó a la cocina sin prender la luz, deseando encontrar en que distraerse, pero estaba sola. Las sabanas y la almohada ya no eran un consuelo, era morfina desgastada en un sueño insípido, carente de una razón existencial.

    No supo como llegó, ni como giró la perilla de la puerta principal. Sólo percibió un ligero cosquilleo en la comisura de su boca, una reacción poco propicia.

    No lo reconoció hasta que habló, en sí, antes lucía como Minoru, tenía su cara pero no su gesto. Tenías la mirada añejada en lágrimas, le costaba respirar, pero dejó proferir, bajo cuestionable anhelo de palabra:

    --Perdí a alguien.

    SS-SS

    La Plaza Roja estaba vacía, frente a mí iba Nathalie

    …Y avanzaba el día, pintando de negro las entradas de madera. Avanzaba, lento y seguro, desgarrando suspiros derrotados por las callejas. Llorando pajaritos azules, desplomándose en picada por el suelo.

    Tenía un hermoso nombre, mi guía Nathalie.

    Y los brazos, las manos arraigados en brea tibia, manchando la cara con una mueca rencorosa.

    La Plaza Roja estaba blanca. La nieve hacía un tapiz y ese domingo frío yo seguí a Nathalie.

    La cargaron hasta la reja de hierro, envuelta en pañitos húmedos y conversaciones retóricas. Y el pasillo tranquilo hasta la cama, con la repulsiva sensación de pesadez.

    Hablaba en frases sobrias, de la Revolución de Octubre, pasando la tumba de Lenin, fuimos al café Puochkin por un chocolate.

    A los pies del sepulcro se llenó el vacío de carmesí, de escarlata silenciosa, de turquesa y más sangre y de pétalos perfumados y perlados. En el centro, el oro, el brillante, la gema que bostezaba a la risueña luna. En el centro, derrumbado.

    La Plaza Roja estaba vacía. La tomé del brazo, sonrió. Tenía cabellos rubios, mi guía Nathalie.

    Ella se acercó por su espalda, sin atreverse a profanar lo que callaba, las pupilas que gritaban y la sonrisa inherente a lo pasado. Aún así, todos pasaban y le daban una palmadita condescendiente en el hombro, ante los ojos del asesino, recargado en un tronco torcido.

    En su habitación, en la universidad, sus compañeros la esperaban impacientes. Nos reímos, hablamos de todo. Nathalie traducía.

    Y la fila, las palabras frías y la tierra húmeda abriendo sus fauces rocosas. Minoru sonrió, estaban juntos en el momento más difícil.

    Moscú, las planicies de Krim, y los campos Elíseos, mezclamos todo y luego abrimos una botella de Champagne Francesa y bailamos.

    El hilo infinito del más allá, como dolía el adiós. Estaba tan cansado de estar ahí.

    Y cuando la habitación quedó vacía, todos los amigos se habían ido, me quedé solo con mi guía, Nathalie.

    …Mientras se planeaba un asesinato en la bañera, sin la penosa necesidad de ocultar el papel, la tinta ni las palabras.

    No más frases sobrias de la Revolución de Octubre, me llamaba amor, no me habló de Lenin, me recordó el Café Puochkin y todo, todo cambió.

    Ahora mi vida me parecería vacía, si no supiera que ella vendrá a París. Y ese día le serviré de guía a Nathalie…

    Nathalie.

    SS-SS

    Ii desho kana…

    Eso fue este capitulito. En cursiva es la canción traducida.

    Dudas, sugerencias, amenazas, ofertas… o.o bueno, menos eso. Son aceptados!

    Ashita luego. lostsoul_nic, muchisimas gracias.
     

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