Long-fic Viviendo en las Sombras [SessKag]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Cami Chan, 4 Febrero 2012.

  1.  
    assis

    assis Iniciado

    Capricornio
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    real mente me gusta la trama de esta historia , as logrado tomar el consecto de la serie y dearle un giro nuevo y diferente si noto algunos errose de ortografia pero todos cometemos errores y nadie es pecfecto solo se nesecita practica y e escrito mi propia historia pero no la e publicado pro que esta en fase de correcion , continua escribiendo que estare esperando tu siguiente trabajo.
     
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  2.  
    yanin

    yanin Usuario común

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    Wow!! estuvo muy interesante el capitulo que dejaste me gusto bastante además ahora con el libro que le regalo Kagome a su abuelo y el periodico que estaba viendo su abuelo vio como se parecian aquel hombre de la fotorgrafia de uno y de otro esto esta algo misteriosa ademas kagome se sorprendio por el parecido.
    creo que esto se va a poner interesante.

    pues esperare el siguiente capitulo.

    salu2;)
     
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  3.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    Título:
    Viviendo en las Sombras [SessKag]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
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    ¡Hola a todos! Lamento muchísimo la tardanza, sé que es imperdonable, pero ya estoy aquí, inspirada de nuevo con esta historia para la que tengo muchos planes. Espero que les guste y muchas gracias por sus comentarios anteriores, ¡saludos!
    -o-o-o-
    Capitulo Dos
    -o-
    Investigación

    —Kagome.

    ¿Por qué razón habría alguien tan parecido a Sesshomaru en un periódico? Es que no era un simple parecido. Si no fuese porque las marcas en su cara y sus extrañas orejas habían desaparecido, podía asegurar que era la misma persona. Sin embargo, los diarios eran en blanco y negro, es decir, podría no tener tanto parecido en vivo y en directo, ¿no?

    —Kagome.

    No había forma de que aquel legendario demonio continuara con vida en la época actual, menos en una forma tan… ¿humana?

    «Pero, ¿qué estoy pensando? ¡Ya ni siquiera estoy ateniéndome a la realidad en mis hipótesis!», pensó Kagome sacudiendo la cabeza.

    —¡Kagome! —Alguien gritó fuertemente, sacando a la chica de sus pensamientos.

    La aludida se sobresaltó y miró a la persona responsable de esos gritos. Era Misaki, quien la miraba molesta con una tabla de anotaciones en la mano y golpeando el piso repetidamente con un pie.

    —¿Hay alguien ahí? —Le preguntó esta, pasando su mano frente a la vista de la azabache.

    Kagome apartó la mano de su amiga con molestia y siguió organizando los papeles que había estado ordenando antes de sumirse en sus pensamientos de aquella manera. Varios doctores comían apresuradamente a su alrededor en las mesas restantes de la cafetería del hospital, ya que era la hora de almuerzo, pero ella no tenía tiempo para almorzar.

    —¿Qué quieres, Misaki? —preguntó exasperada a su amiga, que se hallaba parada a un lado de la mesa que ella estaba ocupando.

    —Uy, alguien está de mal humor el día de hoy. —Se cruzó de brazos la castaña—. ¿Qué demonios te pasa, Kagome?

    La joven doctora soltó los papeles que tenía en sus manos con brusquedad y miró a Misaki. Su amiga se veía algo ofendida por el trato que ella le estaba dando y se sintió culpable. Misaki no tenía la culpa de que ella tuviese tal confusión en aquel momento ni tenía por qué involucrarla.

    —Lo lamento. Lo que pasa es que tengo muchas cosas en la cabeza… No me hagas caso. —Intentó sonreír—. ¿Qué ocurre?

    Misaki frunció el ceño y se sentó frente a la azabache, inclinándose sobre la mesa. Kagome se echó para atrás ante la mirada escrutadora de su amiga, sabiendo que nada bueno podía salir de ese análisis.

    —Hoy casi no hay pacientes y estamos colmados de doctores. Te dieron el día libre —anunció Misaki mirándola fijamente—. No es normal que no hayas escuchado el aviso por la bocina. ¿Qué tienes?

    Así era, Kagome siempre era la primera en correr de un lado a otro del hospital para atender a un paciente, la más atenta y amable de los médicos. Sin embargo, hoy probablemente no debería ponerle un dedo encima a un enfermo por lo distraída que estaba, ya que en lugar de ayudarlo le provocaría un mal severo.

    —¿En serio? —exclamó Kagome emocionada, ignorando la última pregunta de su amiga—. Ahora mismo iré a arreglar mis cosas.

    Tomó los papeles y los alineó, colocándoles un clip para que no se le perdiera ninguno. Se paró y comenzó a caminar hacia la salida de la cafetería, cuando una idea fugaz cruzó sus pensamientos. Dejó de caminar y dio media vuelta como un rayo hacia su amiga, que aún la miraba extrañada.

    —¡Misaki! Tu hermano es periodista, ¿no? —preguntó exaltada, como si aquella información fuese de vital importancia.

    La aludida asintió, desconcertada por la repentina pregunta.

    —¿Crees que puedas ponerme en contacto con él? —pidió Kagome juntando sus manos en forma de súplica.

    De un momento a otro, la cara de Misaki se volvió pícara.

    —Kagome, Kagome… ¿acaso ahora te gusta mi hermano? —aventuró la castaña— ¡Me lo hubieses dicho desde un principio y no te habría buscado tantas citas! —La joven doctora casi se cae de espaldas al escuchar aquellas absurdas palabras. Trató de interrumpirla, pero su amiga estaba demasiado ilusionada parloteando sobre sus especulaciones—. Seguramente te daba pena por ser mi hermano, ¡pero eso no me importa! ¡Seremos cuñadas! ¿No te parece maravilloso? Tengo que planear una cita doble; seremos nosotras, mi novio y Hideki. ¡Será perfecto!

    Kagome no podía creer lo rápido que volaba la imaginación de Misaki. Exasperada, la sujetó con ambas manos por los hombros para que la mirara a la cara y parara de hablar.

    —¡No me gusta tu hermano! Necesito que me des su número o algo porque quiero preguntarle acerca de un tema importante. ¿Puedes?

    Misaki bufó y se cruzó los brazos.

    —Eres mala. ¿Por qué me ilusionas así? —Hizo un puchero. Kagome no dudaba que ella ya debía haber estado armando los planes de boda—. Pero bueno, dame tu celular. Te guardaré su número.

    La azabache siguió sus indicaciones y luego de todo aquello se fue. Apenas estuvo fuera del hospital buscó en su celular el número del hermano de Misaki para ver si podían verse. Se sorprendió al ver que no había ningún número con el nombre de «Hideki». Buscó en toda la agenda a ver si su amiga no había cometido un error al registrarlo, hasta que se topó con algo que le dio ganas de golpearla.

    «Tu futuro novio», decía el nombre del contacto.

    Puso los ojos en blanco y le dio al botón de llamar. Tras un par de tonos, una voz varonil habló:

    —¿Diga?

    —Hola, Hideki. Soy Kagome Higurashi, ¿me recuerdas?

    Se escuchó a Hideki toser como si se atorara por unos segundos y un montón de cosas moverse, hasta que recuperó la compostura.

    —Sí, sí, claro que te recuerdo. ¿Cómo has estado? —habló él con un tono algo extraño.

    —Pues ya sabes, lo de siempre en el hospital —contestó Kagome automáticamente—. Escucha, ¿crees que podamos vernos como en media hora?

    —Claro. ¿Recuerdas dónde trabajo? —preguntó. Ella hizo un sonido afirmativo—. Bien, veámonos en la cafetería del primer piso del edificio.

    —Perfecto. Nos vemos. —Colgó.

    Kagome volvió a guardar su celular en la cartera. Una leve sonrisa se formó en las comisuras de sus labios al pensar que sus dudas se verían satisfechas. ¿Quién mejor que un periodista para hablarle del hombre del diario? Lo cierto es que quizás se estaba poniendo sicótica con el tema por nada, ya que era probable que aquél fuera un hombre ordinario, pero tenía una corazonada de que había algo más. Además, no podía evitar querer saber, siendo que aquello podía tener conexión con el pasado que juró enterrar.

    El día estaba nublado de nuevo —cosa normal debido a que estaban en pleno invierno—, pero el tránsito se hallaba despejado. Claro, esta vez había salido más temprano del trabajo y la mayoría de los trabajadores debían de seguir en sus labores. Un taxi dobló en la esquina del hospital y ella le hizo señas para indicarle que la llevara.

    «Me compraré un auto», decidió, temblando por el frío mientras el taxi se acercaba a ella.

    No tardó mucho en llegar al edificio de la prensa: alto y de concreto, con un aspecto frívolo y para nada acogedor. Divisó de inmediato la cafetería que había tras la pared de cristal del primer piso y entró en ella. Un montón de hombres y mujeres con trajes de oficina se sentaban en las pequeñas mesitas redondas que habían dispersas por todo el local. A un lado, una barra llena de dulces y tortas la tentaban terriblemente, pero no había venido a comer.

    Hideki, por supuesto, aún no se encontraba allí, ya que ella había llegado unos veinte minutos antes. Se sentó en una pequeña mesita vacía que había en un rincón. Rápidamente un camarero con un delantal negro se acercó a atenderla.

    —¿Qué va a tomar?

    Le quedaban unos quince minutos de espera y no tenía ganas de estar con las manos vacías en aquél rincón, por lo que pidió un café. Cinco minutos después ya lo tenía en su mesa. Antes de que el camarero se fuera, lo detuvo.

    —Disculpe, ¿tendrá por casualidad el diario de ayer?

    El joven asintió, extrañado por la petición, pero lo trajo enseguida. Kagome sintió la misma sorpresa que sintió cuando lo vio por primera vez. No cabía duda, el hombre de la portada tenía que ser Sesshomaru. No había forma de que hubiese alguien en el planeta tan parecido a él. Leyó las primera tres líneas y, efectivamente, el nombre que mencionaban era el suyo, aquél que hacía temblar a humanos y youkais: Sesshomaru Taisho. Debió leer desde el principio el artículo. Claramente Sesshomaru estaba vivo. La gran pregunta era, ¿por qué no parecía un demonio?

    Entonces llegó Hideki. Más alto aún que su hermana mayor y muy parecido en cuanto a sus rasgos y su pelo castaño, resaltó de inmediato. Llevaba una camisa blanca y pantalones de oficina grises. Se veía agitado, como si hubiese bajado todos los pisos desde su oficina a la carrera. Miró alrededor hasta que la ubicó con la mirada y le sonrió.

    Se saludaron con un beso en la mejilla y él prosiguió a sentarse.

    —Disculpa, ¿esperaste mucho?

    —No, para nada. Llegué hace un par de minutos —mintió con una sonrisa la azabache.

    Hideki miró la taza de café vacía a un costado de la mesa y enarcó una ceja, pero no dijo nada al respecto. Hubo unos incómodos segundos de silencio, pero rápidamente él los recompuso.

    —Y, em, ¿cómo has estado? —Parecía curioso e inquieto. Seguramente se preguntaba el por qué de aquella reunión.

    —Muy bien, ¿y tú? —preguntó ella por mera cortesía. En realidad, sólo quería llegar al grano pronto—. Hace mucho que no nos vemos.

    —Todo bien también. Me ha estado yendo muy bien en el trabajo últimamente.

    Ella sonrió.

    —Me alegra escuchar eso. —Hizo una leve pausa—. Escucha, Hideki, la razón por la que te cité es porque necesito tu ayuda con un asunto.

    ¿Estaba mal pedirle un favor a una persona que no ves hace mucho tiempo? No lo sabía, pero quería, necesitaba aclarar aquél confuso problema. De igual forma, Hideki no parecía molesto o sorprendido sino todo lo contrario. Sus ojos brillaron de curiosidad y casi se podía palpar su buena disposición vibrando en el aire.

    —Claro, dime de qué se trata.

    Kagome deslizó el diario que había estado leyendo anteriormente sobre la mesa, señalando con el dedo índice la cara de el mortífero Sesshomaru Taisho.

    —Tú trabajas en este diario, ¿no? —Él asintió, reconociendo el titular del día anterior—. ¿Crees que puedas conseguirme información sobre este hombre?

    —Sesshomaru Taisho, ¿eh? Un tipo impresionante, la verdad. Mi colega, el que lo entrevistó, dijo que jamás había conocido a alguien tan inteligente y calculador. —Llamó a un mesero con una seña de la mano y luego devolvió su atención a ella—. Definitivamente puedo averiguar sobre él.

    Kagome le brillaron los ojos de alegría al escuchar eso. El camarero se acercó con una pequeña libreta en la mano.

    —¿Desean ordenar algo?

    —Un café expreso —pidió Hideki—. ¿Quieres algo, Kagome? Yo te invito.

    La joven echó un breve vistazo a la taza de café vacía a su lado y negó con la cabeza.

    —No, gracias.

    El camarero se marchó y el hombre miró el diario con más atención.

    —No quisiera entrometerme, pero ya que haré esta búsqueda, ¿te molesta si te pregunto el por qué?

    La primera reacción de ella fue de mentir o decirle que era un secreto, pero Hideki no había dudado en brindarle su ayuda y lo menos que se merecía era eso. Después de todo, ¿por qué tenía que ser un secreto? Claro que no podía contarle todo el rollo de viajes al pasado, eso lo omitiría.

    —Es que es una persona ligada a mi pasado y me gustaría ponerme en contacto con ella.

    Lo dijo a la ligera, como si fuera poca cosa, así Hideki no se interesaría más y no haría preguntas.

    —¿Un ex novio? —Sonrió—. Tiene que ser alguien importante para que lo busques de esta manera.

    La sola idea de pensar en Sesshomaru enamorado y de ella casi la hace explotar en carcajadas.

    —Lo es, pero no un ex novio.

    El camarero volvió con el café de Hideki, provocando que —afortunadamente— se perdiera el hilo de la conversación. Luego de eso, el tema fue variando en muchas cosas. Incluso se burlaron de Misaki un rato. Al final, él debía volver al trabajo y se separaron. Una emoción que no era exactamente placentera se apoderó de Kagome en cuanto salió de nuevo a la calle, y es que no había pensado en una cosa:

    ¿Qué iba a decirle a Sesshomaru en cuanto contactara con él?

    Segundos después de que se montara en un taxi, comenzó a llover. Primero pequeñas gotas y luego todo un chaparrón. Le indicó al taxi la dirección de su casa y partieron. Los autos parecían querer correr más a pesar de la lluvia. Más de un bocinazo escuchó en el camino, acompañados de chirridos de las ruedas frenando. Aquella era una de las cosas que más extrañaba de la época antigua: la paz y tranquilidad con que vivía la gente. Allí, en plena ciudad, era casi imposible sentirse completamente relajado.

    Se detuvieron frente aquél alto y moderno edificio al cual Kagome llamaba hogar. Tapándose con su chaqueta la cabeza para cubrirse de la lluvia, corrió hasta la entrada, saludó al portero a toda velocidad y se metió en el ascensor.

    «Piso 12», marcó y pronto estuvo en su departamento.

    Amaba el concepto abierto de su vivienda. Cada vez que entraba, le daba una sensación de amplitud que la hacía sentir muy bien. Con muebles de madera clara, sillones blancos y naranjos cobrizos, grandes ventanales al fondo de cada habitación… Todo la reflejaba a ella: moderno en una forma retro, cálido. Se había esforzado mucho en crear ese espacio que siempre la hiciera sentir a gusto y ahora, luego de todo su trabajo duro, lo había logrado.

    Se duchó para sacarse la humedad del cuerpo y, luego de ponerse un pijama abrigado, su mullida cama blanca le dio la bienvenida. Mientras más pensaba en lo que estaba haciendo, más se convencía de que era lo correcto. No importaba lo que le fuese a decir a Sesshomaru en cuanto lo encontrara, lo importante era que ella tenía un asunto inconcluso con la época antigua y debía cerrarlo para poder seguir con su vida. Tenía que dejar ir a Inuyasha.

    Y así, lentamente, cayó en los brazos de Morfeo.
     
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  4.  
    assis

    assis Iniciado

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    Diossss esta historia tiene futuro la verdad llevaba tiempo esperando la continuación buen trablajo, solo pensar en que pidria pasar despues es emosionante, tu ortografia es buena mejor que la mia jejejeje, tu historia es como un universo alterno al final de la serie , espeo ver con ansias el siguiente capitulo :) y creo que cuando kagome y sesshomaru se en cuentran va aser epico, saludos a todos los que siguen esta historia.:):):)
     
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  5.  
    yanin

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    Excelente capitulo me gusto bastante ahora Kagome está más interesada en saber sobre Sesshomaru y hará todo por investigar el porqué el está en el futuro esto cada vez se pondrá más emocionante además también me gustaría saber que le preguntara ella en cuanto aquel chico llamado Hideki le tenga información sobre él, me muero de la emoción como será ese encuentro entre ambos.:p

    salu2 esperare el siguiente capitulo como siempre y gracias por avisarme sigue asi;)
     
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  6.  
    Cami Chan

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    Viviendo en las Sombras [SessKag]
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    ¡Hola a todos! Perdón nuevamente por la demora, lo que pasa es que voy escribiendo de a poco y a veces de me van ideas y vuelven otras y, bueno, cosas que demoran. Pero ya estoy de vuelta y esta es una de las historias que más me gusta escribir. Gracias por sus comentarios, siempre me animan. Aquí les dejo un nuevo capítulo. De aquí en adelante las cosas se pondrán mas interesantes sin duda.

    -o-o-o-
    Capítulo Tres
    -o-
    Encuentro


    —Lo más importante es que repose por esta semana y no se exponga —informó—. Nada de esfuerzos ni estrés, ¿de acuerdo?

    Le sonrió a su paciente: una mujer de cincuenta años que se había desmayado aquella mañana en su casa.

    —Claro, doctora, muchas gracias.

    Una vez que la mujer se retiró, Kagome salió de su consultorio para almorzar. La cafetería estaba bastante vacía porque la hora del almuerzo había pasado hacía un par de horas, pero ella había estado ocupada atendiendo una emergencia y luego tenía otras consultas ya programadas que atender. Ahora ya no tenía nada más por la próxima hora, por lo que tomó una bandeja, se sirvió una pechuga de pollo con ensalada y se sentó tranquilamente a comer en una de las alargadas mesas blancas.

    Había pasado una semana desde que se había reunido con Hideki y desde entonces no había tenido noticias de él. No quería apresurarlo o molestarlo llamando sin parar, pero la verdad es que se moría por saber qué había averiguado sobre Sesshomaru. Ya había estudiado bien la situación y poder encontrarse con él sería algo de mucha ayuda para su persona. Quizás podría averiguar que pasó luego de que el pozo se selló, qué les ocurrió a sus amigos, qué pasó con Inuyasha… Al menos tenía la tranquilidad de que lograron acabar con Naraku antes de que Kagome fuera apartada de la época antigua.

    Sin embargo, para saber todas esas cosas primero tenía que recibir aquella esperada llamada de Hideki y, por supuesto, lograr hablar con el frío demonio, lo cual seguramente sería lo más difícil. Después de todo, él siempre había odiado a los humanos… ¿Habría cambiado eso ahora que vivía entre ellos?

    Como si le hubiesen leído la mente, su celular sonó en aquél momento. «Tu futuro novio» decía el remitente. Rió internamente, se le había olvidado cambiar el nombre de contacto que le había puesto a Hideki su amiga.

    —¿Diga? —contestó con voz calmada, a pesar de que por dentro explotaba de emoción, ¿tendría ya noticias de Sesshomaru?

    —Hola, Kagome. ¿Cómo has estado?

    —Muy bien, Hideki, ¿y tú?

    —Bien también, gracias. Escucha, tengo noticias sobre Sesshomaru Taisho, ¿tienes algo donde anotar?

    Maldición, estaba en la cafetería del hospital… ¡no traía nada donde escribir! Rebuscó es los bolsillos de su bata blanca y encontró una pluma. A falta de una hoja, tomó la servilleta de su bandeja.

    —Sí, listo.

    Resultó ser que Sesshomaru estaba más que acomodado en la sociedad humana. Poseía una mansión en un barrio exclusivo de la ciudad, algo que sólo se podía permitir gracias a las variadas empresas que poseía. No le sorprendía en realidad, es decir, el gran Lord de las tierras del Oeste no podía vivir con menos, ¿no?

    Guardó la servilleta y pronto su turno en el hospital terminó. Según lo que le había dicho Hideki, Sesshomaru era un hombre bastante ocupado y trabajaba desde tempranas horas de la mañana hasta el anochecer o más tarde, por lo que las oportunidades de encontrarlo en su casa se reducían a las noches. Otra opción era ir a buscarlo en su oficina, pero seguramente no la recibiría; aquellos grandes empresarios siempre estaban ocupados y nunca aceptaban visitas.

    Finalmente decidió irse a casa y luego ir a hacerle una visita al demonio. Como acostumbraba, tomó un taxi y en pocos minutos ya estaba en su departamento. Comenzaba a atardecer y todo estaba oscureciendo. Encendió las luces del baño y llenó la bañera; necesitaba relajarse.

    Aún no estaba segura de lo que estaba a punto de hacer, muchas cosas podían ir mal. ¿Qué excusa daría para que Sesshomaru la recibiera en su casa? «Hola, Sesshomaru. Soy Kagome, han pasado quinientos años, ¿cómo has estado?». No. Probablemente ni siquiera la reconocería, ¿por qué hablaría con una extraña? El primer paso era lograr entrar a la casa, luego lo haría recordar.

    La noche llegó en un parpadeo. Se había enfundado unos pantalones negros y una blusa roja algo escotada de mangas cortas, con unas delicadas balerinas como calzado. Pidió un taxi una vez fuera del edificio y le dio la dirección que llevaba anotada en la servilleta.

    Avanzaron por la ciudad hasta que llegó un punto en que en cada cuadra las casas eran más grandes que en la anterior. Los árboles podados perfectamente, portones enormes frente a mansiones, hasta el pasto parecía más verde (y eso que era de noche).

    —Aquí es —anunció el taxista.

    Habían parado frente a un enorme portón de hierro, tras el cual se extendía un largo camino que daba a una gran mansión blanca. Le pagó al taxista y salió del auto, acercándose casi con timidez al portón.

    —Buenas noches. —Escuchó que decía alguien desde un punto en la oscuridad, sobresaltándola.

    Miró alrededor y descubrió que, junto al portón, había una pequeña caseta de guardia. No pudo evitar sorprenderse, ¿tan importante era Sesshomaru que tenía un guardia en la puerta de su casa?

    —Buenas noches, vengo a ver al señor Taisho —dijo una vez que se acercó a la caseta.

    —El señor aún no llega. ¿Sabe él de su visita? —Sin saber por qué, asintió—. Bien, ¿cuál es su nombre?

    —Kagome Higurashi.

    El guardia, un hombre de aparentemente joven, tomó un cuaderno que tenía en su mesa y buscó entre una interminable lista de nombres.

    —Qué raro, su nombre no está aquí…

    —Eso es porque fue un arreglo de último minuto. —Lo interrumpió—. Me dijo que no estaría en casa y me pidió que lo esperara.

    El hombre pareció dudar por un momento. Ella no dejó de mirarlo a los ojos ni por un segundo para parecer segura de lo que decía, provocando un evidente sonrojo en él.

    —De acuerdo, adelante. Anunciaré su llegada. —dijo levantando un teléfono que seguramente servía para comunicarse con la casa.

    La sonrisa en respuesta de ella no tenía precio. ¡Lo había logrado! La primera fase del plan había salido bien, ahora sólo faltaba que Sesshomaru no la matara por haber invadido su propiedad.

    Caminó el largo recorrido hasta la entrada de la mansión. Alzó una mano temblorosa para golpear la enorme y maciza puerta de madera, pero esta se abrió antes de que hiciera contacto. Inmediatamente se extrañó, ¿acaso la puerta se había abierto sola? Bueno, no había nadie frente a ella.

    —Buenas noches.

    Un momento. Aquella voz vino de… ¿abajo? De inmediato bajó su mirada y allí lo encontró: un pequeño anciano de ojos saltones y aspecto extraño. No tenía idea de por qué, pero le parecía familiar. Lo analizó con detenimiento.

    —Buenas noches —respondió, esperando que el ancianito hablara otra vez. Aquella voz se le hacía conocida.

    —Por favor, adelante y tome asiento en la sala —pidió mientras se adentraba en la casa por el gran recibidor y ella lo seguía.

    Entraron por una puerta doble hacia un enorme salón decorado con un estilo antiguo y elegante. Probablemente cualquiera de aquellos muebles valía más que su propio departamento. Un estante con libros se ubicaba a un lado, al centro, frente a un gran ventanal que daba al patio lateral de la casa, un sofá y un par de elegantes butacas rodeaban una finísima mesa de centro. Al otro lado opuesto a la librería, una hermosa chimenea apagada decoraba la pared.

    —El amo Sesshomaru no está, pero no tardará en llegar —anunció al tiempo que ella se sentaba en el sofá—. Le traeré un poco de té mientras tanto…

    Kagome había dejado de escuchar hacía unos momentos, estaba en shock. «Amo Sesshomaru» había dicho. Esas palabras, esa voz, esa apariencia… La imagen fugaz de un pequeño demonio verde persiguiendo a Sesshomaru a todos lados se le vino a la mente.

    —¿Jaken…?

    El pequeño anciano, que estaba a punto de cruzar la puerta, se quedó helado y dio media vuelta para mirarla con expresión de sorpresa.

    —¿Cómo es que…? —Entonces lo vio, pudo ver en sus ojos el momento exacto en que la reconoció—. ¡Tú!

    Por su expresión parecía que estaba viendo a un fantasma. Kagome tampoco podía creerlo, ¿cómo había conseguido esa apariencia tan humana? Sin embargo, lo que más le sorprendía era que Jaken hubiese sobrevivido tantos años. Siempre había creído que él moriría fácilmente en alguna batalla que le deparara, pero no, aquí estaba. ¿Podía ser que, así como Sesshomaru y Jaken, hubiesen más demonios viviendo entre los humanos?

    —¡Tú eres la sacerdotisa que acompañaba al idiota de Inuyasha! —exclamó— ¿Qué acaso no eres humana? ¿Cómo es que sigues viva?

    Oh, eso explicaba su reacción. Ahora que lo pensaba, Sesshomaru sí sabía que ella provenía del futuro, pero al parecer Jaken nunca lo supo. Probablemente en aquél momento se estaba preguntando a qué demonio le había vendido su alma para vivir eternamente.

    —Sigo viva porque esta es mi época de origen. Yo viajaba quinientos años en el pasado a través de un pozo, así es como conocí a todos… —No sabía si se había explicado bien, ya que era un tema algo confuso, pero Jaken asintió.

    —Eso explica muchas cosas.

    Se hizo un minuto de silencio. Ambos parecían tener preguntas, pero ninguno se atrevía a manifestarlas. Después de todo, antes habían sido enemigos y rara vez habían interactuado. Sin embargo, había materias que tratar de mayor importancia en aquél momento.

    —¿Jaken… qué fue lo que pasó? —Comenzó la azabache, jugueteando nerviosa con sus dedos—. ¿Por qué tú y Sesshomaru tiene esta apariencia? ¿Qué pasó con los demonios?

    Eran bastantes preguntas, pero todas ligadas entre sí y, en cuanto Jaken se puso nervioso, supo que eran las correctas. Quería saber con todo su corazón la respuesta a ellas.

    —Eso no te incumbe, mocosa entrometida —contestó él, cruzándose de brazos.

    —Jaken, por favor… —suplicó, con sus ojos azules brillando intensamente.

    Él la miró de reojo y suspiró. Caminó lentamente hacia una de las butacas que se hallaban junto al sofá y se sentó. «Muchas cosas han cambiado» fue su frase inicial al relatar la historia. Le contó cómo los humanos, con nuevas tecnologías, se las ingeniaron para exterminar gran cantidad de demonios hasta casi dejarlos en la extinción. Relató, también, las medidas que tomaron para salvarse.

    —Mi amo bonito no se dejó afectar en ningún momento y yo lo seguí siempre —comentó. Como siempre, leal a Sesshomaru—. Una poderosa bruja nos concedió el poder cambiar de apariencia para poder pasar desapercibidos entre los humanos. Nunca nos gustó tener que convivir con esa raza inferior, pero gracias a la superioridad del amo Sesshomaru siempre nos fue bien.

    Así siguió durante un rato más, relatando y haciendo pequeñas pausas para hacer algún halago a su amo. Y pensar que antes se había mostrado reacio a hablar… ahora hablaba hasta por los codos. Sintió lástima por Jaken, quizás se sentía solo, quizás no había podido hablar de estas cosas con nadie en todos estos años.

    —¿Y mis amigos? ¿E Inuyasha? —Le preguntó cuando se dio el momento—. ¿Qué pasó con ellos?

    Era, sin duda, la parte más importante para ella, por lo que prestó aún más atención a las palabras del anciano.

    —Bah, ese híbrido…

    —Jaken. —Lo detuvo una voz profunda y autoritaria—. Suficiente.

    Kagome pegó un salto, sin tener el valor de mirar por unos segundos. Sabía quién era desde antes de verlo, sólo había una persona capaz de descargar tal poder con el solo sonido de su voz que hacía que todos callaran. Volteó a verlo.

    Allí, erguido con superioridad, con su larga cabellera plateada y gran porte, la miraba con aquellos ojos fríos capaces de cortar la respiración de cualquiera.

    Sesshomaru ya estaba en casa.
     
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    Virgo
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    Primero que nada te pasas, te tardaste mucho en subir un nuevo capitulo me tuviste con las ansias de saber como iva a ser el encuentro de Kag y Sessho y cuando por fin publicas me dejas igual o peor que mala eres ...:mad:
    Bueno ya pasado mi enojo jeje me a gustado mucho, aunque me dejaste en lo mas bueno, ya quiero que subas el siguiente capitulo para saber que paso con Inuyasha a y sobre todo ver como el hermoso de Sesshoumaru va a tratar a Kag aunque ya me lo estoy imaginando espero no te demores y que me avices por fa... ;)

    P.D. Lo bueno es que fui la primera en postear SIIIII!!!!
     
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  8.  
    Ami Hoshi

    Ami Hoshi Usuario común

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    WTF!!!! Creo que mi grito se escuchó en toda la casa. ¿Cómo lo dejas allì? FUCK! Disculpa mi lenguaje, pero qué va a hacer ahora Kagome con Sesshoumaru? Yo sé que los tiempos han cambiado y todo eso, pero será suficiente para que Sesshoumaru no la mate? Q paso con InuYasha? Acaso murió? Miroku, Sango, Shippo...¡Si inuyasha esta vivo porque no la busco?! Acaso murió con Kikyo, se canso de esperar?

    Rayos tengo muchas preguntas y pocas respuestas. De verdad que me encanta tu historia, como narras y el orden de los sucesos, me gusta cuando todo comienza tan tipicamente y de pronto el ambiente comienza a cambiar encontrado lo tan esperado. Ya quiero leer el proximo capitulo.
     
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  9.  
    inariamy

    inariamy Usuario común

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    hoooo no me lo creo, pero por que lo has dejado hasta ahi, casi me caigo de mi silla, estaba en la mejor parte cuando termina el capitulo, me dejaste con la duda, ya quiero ver que pasa entre ellos dos y también quiero saber que le paso a Inuyasha y a sus amigos, espero que esten bien y que no hayan muerto, auque por lo que hiba a decir Jaken, creo que estan bien, a lo mejor siguen en su epoca, pero en fín, discula por no pasarme antes, pero andaba ocupada, no se te olvide avisarme, soy una fiel seguidora, nos vemos.

    ina-chan ^^
     
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  10.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    Título:
    Viviendo en las Sombras [SessKag]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
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    ¡Hola a todos! Un regalito… Esta vez me he inspirado y decidí hacer un capítulo largo y cargado. Espero de verdad que les guste y actualizaré más a menudo como ahora. ¡Saludos!
    -o-o-o-
    Capítulo Cuatro
    -o-
    Tentadora Oferta
    El silencio se extendió por varios segundos más. La tensión en el aire era palpable. Nada ni nadie se movía, hasta el aire parecía haberse quedado estático. Su mirada azul no podía despegarse de los ojos ambarinos de él, tan parecidos a los del que alguna vez fue su gran amor pero tan infinitamente fríos, carentes de emoción alguna. Mil escalofríos le recorrieron la espalda una y otra vez, quizás por miedo, quizás por la emoción acumulada que le provocaba aquella situación.
    Al mismo tiempo sentía confusión. De presencia era el mismo Sesshomaru de hace quinientos años, sin embargo, había cambiado físicamente. Estaba igual a la fotografía del diario: las marcas violáceas de su cara habían desaparecido, al igual que la media luna en su frente; sus orejas ya no eran puntiagudas, sino como las de cualquier humano; sus garras también desaparecieron. Eran quizás pequeños detalles, pero que lo hacían cambiar completamente, en especial vestido de camisa y corbata. Ya no parecía un demonio mortífero, sino un humano tremendamente intimidante.
    —Jaken —llamó él a modo de orden.
    El aludido captó de inmediato y salió rápidamente de la sala, dejándolos solos. La joven sintió un pequeño ataque de pánico, no quería que Jaken se fuera. Estúpidamente, pensó que quería un testigo en caso de que Sesshomaru la matara en ese mismo momento.
    Nada de eso ocurrió. El silencio se prolongó unos momentos más y ella se desesperaba, pero no tenía el valor para hablar aún, no sin que le temblara la voz. Él la analizaba de arriba abajo con detenimiento. Kagome se preguntó si podría escuchar el latido desbocado de su corazón en el interminable silencio de la sala.
    —Sesshomaru… —Intentó empezar, pero fue rápidamente interrumpida.
    —¿Qué haces aquí, humana?
    Kagome se encogió ante el sonido de su voz. Era el mismo Sesshomaru de siempre: despectivo, frío y directo. Cuando Jaken la reconoció, se mostró confundido y atónito, en cambio, el demonio se limitó a observarla, casi como si esperara que ella llegara, como si siempre hubiese estado consciente de que ella podía aparecer. Si se sorprendió, no lo demostró.
    —Necesito hablar contigo —contestó, intentando que su voz sonara firme y segura.
    El demonio se movió con elegancia hacia un mueble junto a la chimenea y abrió una de las puertas, revelando una gran cantidad de licores y vasos y copas de cristal. Tomó un vaso y una botella se whisky y se sirvió un poco.
    —Quieres saber sobre aquél híbrido.
    No hacía falta que dijera su nombre, ambos sabían que hablaba de Inuyasha. No contestó. En realidad, había llegado a ese lugar con el objetivo de saber sobre todos sus amigos, saber qué fue de ellos y quizás así poder cerrar el capítulo de su vida que la mantenía atada al Sengoku, pero todo aquello sólo era una excusa. Lo que realmente le importaba era saber qué había ocurrido con Inuyasha, qué había sido de su vida desde el instante en que ella dejó esa época. Se sintió avergonzada; sus intenciones eran obvias para los demás, pero imposibles de aceptar para ella misma. Saber de Inuyasha probablemente la lastimaría más.
    —No tengo por qué contarte. No te debo nada. —Fue la cortante respuesta de él ante su silencio.
    Tomó un sorbo de whisky y se sentó en la butaca más alejada a ella. No parecía que fuese a decir nada más, pero tampoco la había echado. ¿Estaba esperando que suplicara, acaso?
    —Sesshomaru, esto es importante para mí —confesó la azabache—. Necesito saber qué ocurrió.
    —¿O qué?
    Kagome frunció el ceño. O no podría avanzar realmente en su vida. O el pasado seguiría atormentándola siempre. O nunca podría despegarse del recuerdo de Inuyasha. Todas esas cosas quería decirle, pero ninguna de ella fue emitida por sus labios. Era demasiada información para decírsela a alguien que era prácticamente un extraño. Y él tenía razón, realmente no tenía por qué hablar con ella. Se sintió decepcionada, ¡qué tonta había sido! ¿Cómo pudo creer por un momento que el gran Sesshomaru, Lord de las Tierras del Oeste, hablaría así, sin más?
    —Me das lástima —espetó él al ver que no respondía nada—. Detesto a las personas débiles que se estancan en el pasado.
    Esas dolorosas palabras le llegaron a lo más profundo de su ser. Era verdad, se había convertido en un patético ser incapaz de ver hacia el futuro. Sin embargo, en aquél momento se enfureció. ¡Él no tenía idea de todo lo que había tenido que pasar! Todas esas noches sin dormir, todas esas decepciones al intentar atravesar el pozo sin éxito… ¿Cómo no quedar estancada en el pasado cuando le habían arrebatado todo sin siquiera avisar?
    —Tú no sabes nada —masculló con un nudo en la garganta, parándose del sofá—. No tienes idea de lo que he tenido que atravesar. ¡Lo mínimo que quiero es saber qué ocurrió para poder desligarme del pasado! Así que no me digas que te doy lástima, porque, a pesar de todo, tengo la suficiente voluntad para querer seguir adelante.
    Sí, le gritó. Estaba furiosa, pero no exactamente con él, sino consigo misma por haber llegado tan lejos para hablar con él y estar a punto de irse sin nada. Quizás él tenía razón en todo lo que decía, pero ella tenía muchas razones para insistir. Sesshomaru se limitó a mirarla con una ceja alzada, sin inmutarse. No podía creer que nada lo afectara, ¿qué tenía que hacer para conseguir que hablara?
    No fue hasta que se calmó que notó lo exagerada que fue su reacción. Se había alterado muy fácilmente, pero bueno, al menos había podido enfrentarse a él y no dejar que le pasara por encima con sus dolorosas palabras.
    Sesshomaru dejó el vaso de whisky sobre la mesa de centro.
    —Jaken —llamó con un tono de voz completamente normal, sin embargo, a los pocos segundos, el ancianito ya se encontraba allí. Miró a Kagome—. No te diré nada. Si quieres saber, míralo con tus propios ojos.
    La joven azabache lo miró con confusión. ¿Cómo iba a poder verlo ella misma? Eso no era posible, ya había pasado hace muchos años. El demonio se desplazó hasta la puerta.
    —Dile dónde encontrar a la bruja. —Fueron las instrucciones que le dio a su sirviente antes de retirarse de la estancia.
    A la mañana siguiente le costó mucho despertar. Los parpados le pesaban y su cuerpo se negaba a moverse de la cama. La noche anterior estuvo cargada de emociones y presiones, lo que llegó a agotarla físicamente. Por suerte era sábado y no tenía que trabajar. Se paró de la cama y fue a prepararse el desayuno: unos huevos revueltos seguro le darían la energía que necesitaba para el resto del día.
    Se sentó a comer en la mesa y vio en una esquina el papel que había dejado allí anoche. Con una mano lo tomó, mientras con la otra tomaba un poco de huevo y se lo llevaba a la boca. Era la dirección que Jaken le había dado.
    «Ten cuidado con esa mujer, no es de fiar», le había dicho.
    Tomaría en cuenta sus palabras, pero aún así iría lo ante posible a verla. Al parecer se trataba de una bruja, la misma que les había otorgado esa apariencia humana a Sesshomaru y Jaken. No sabía en qué podría ayudarla a ella exactamente, pero no le habrían dicho que la buscara por nada.
    Bueno, eran casi las una de la tarde y no quería quedarse en pijama todo el día. Probablemente les haría una corta visita a su mamá y su abuelo antes de ir a ver a la bruja. En eso pensaba, cuando su celular sonó.
    —¿Diga?
    —¿Prima? —Escuchó una voz masculina al otro lado de la línea—. ¿Estás en tu casa?
    —¿Kei? —Era su primo de quince años—. Sí, ¿qué ocurre?
    —¿Puedo ir para allá ahora? —Su voz sonaba urgida y le costaba entenderle.
    —Sí, claro que sí. ¿Pasó algo? —preguntó nuevamente, preocupada.
    —Te veo allá. —Se limitó a contestar antes de colgar.
    Aquello fue extraño. Sin duda, a su primo le había ocurrido algo. No era que recibiera visitas de él normalmente, seguramente había una intención de fondo.
    Dejando el asunto por un momento, metió el plato del desayuno en el fregadero y fue a su habitación a cambiarse de ropa. Se puso unos cómodos pantalones sueltos con estampado de vivos colores y una camiseta sin mangas blanca. Diez minutos después, el timbre sonó.
    Abrió la puerta y no pudo evitar soltar un grito de espanto ante lo que vio. Kei la miraba con la cara completamente amoratada y el labio inferior sangrando. Evidentemente alguien le había dado una paliza. Lo hizo pasar con urgencia hacia la sala y corrió a la cocina para buscar una bolsa de hielo.
    —¿Qué te pasó? —exclamó una vez que llegó a él—. ¿Quién te hizo esto?
    El joven se puso el hielo contra el labio y se recostó en el sofá.
    —Fue el idiota de Daisuke —dijo con una mueca de dolor—. Tuvimos una pelea.
    —¿Por qué demonios se pelearían así? —preguntó ella exaltada, mientras le revisaba los moretones de la cara.
    El chico soltó un gemido de dolor en cuanto Kagome le tocó un punto en la mejilla.
    —Quiso pasarse de listo con Hikari y no podía quedarme de brazos cruzados. No creas que salió ileso.
    Oh, ahora todo tenía más sentido. La azabache no pudo evitar enternecerse: sólo había tratado de defender a una chica, eso no tenía nada de malo, solo esperaba que hubiese salido un poco mejor parado de la situación.
    —¿Esta chica, Hikari, es tu novia? —Le preguntó con una sonrisa. El sonrojo en respuesta de él fue más que evidente.
    —No, pero no iba a dejar que le hiciera nada.
    Kagome lo miró con aprobación, estaba orgullosa de que su primo defendiera a las mujeres, de que fuese un chico con tantos valores. Volvió a la cocina y mojó un paño, con el cual limpió las heridas de Kei.
    —¿Le dijiste a tus padres? —preguntó en un momento con un deje de severidad.
    —No —dijo despreocupadamente. Luego se enderezó y enumeró con los dedos:—. Primero, por que me llevarían a un hospital y ¿para qué?, si tú eres médico. Y segundo, porque me matarían. Créeme, tendría que escuchar los gritos de mi madre por media hora antes de que me pregunte qué pasó.
    La joven reprimió una carcajada. No podía dejarse llevar por su simpatía hacia su primo, aquello era un tema serio y ella era una adulta.
    —Sabes que te verán con la cara así tarde o temprano, ¿verdad?
    Kei se encogió de hombros.
    —Mejor tarde que temprano. Ya se me ocurrirá una excusa. —Hizo una pausa y la miró—. Tú no me delatarás, ¿verdad, prima?
    Ella se limitó a poner los ojos en blanco con una sonrisa.
    —Bien, no diré nada —aceptó—. Pero ten más cuidado.
    Le alborotó el pelo color arena y rió al ver que él desviaba la mirada como un niño caprichoso. Por un segundo, aquél gesto le recordó a Inuyasha.
    En media hora Kei se había quedado dormido en el sofá y ella se dedicó a matar el tiempo limpiando y, finalmente, preparando un buen almuerzo para ella y su primo. Preparó pastas y las bañó con salsa y albóndigas. Para cuando su primo despertó, ya estaba todo listo en la mesa.
    —Se ve bien —comentó éste al acercarse al comedor.
    —Te aseguro que también sabe bien. —Le dijo ella con orgullo—. Es una de las pocas recetas que me salen bien siempre.
    Y así fue, el sabor era bueno, tanto que ninguno habló en todo el almuerzo. Lo más probable era que después de aquella pelea Kei estuviese muerto de hambre. Kagome desvió su mirada hacia la esquina de la mesa, donde seguía el papel con la dirección de la bruja. Recordó las palabras de Sesshomaru:
    «No te diré nada. Si quieres saber, míralo con tus propios ojos».
    Seguía sin entender el verdadero significado de esas palabras o lo que esperaba que hiciera. No había forma de que ella pudiese presenciar el pasado, ¿era eso a lo que se refería? Bueno, fuera lo que fuese, iría aquél mismo día a ver a la bruja y averiguar de qué se trataba todo ese asunto. Miró disimuladamente a Kei; no podía dejarlo aquí solo, pero tampoco podía acompañarla a donde iba. El joven no estaba enterado de las aventuras que ella vivía cuando tenía quince años y lo más probable era que, aunque le contara, no le creería. Al final, se le ocurrió una solución.
    Cuando terminaron de comer, ambos se repartieron las tareas para lavar y secar los platos.
    —Kei, ¿me acompañarías a un lugar? —Le pidió ella en cuanto terminaron.
    El joven la miró curioso, pero asintió sin decir nada. Kagome se tomó unos minutos para volver a revisar la cara de Kei. Estaba un poco menos hinchado, pero algunos lugares comenzaban a tomar colores violáceos por los cardenales que empezaban a manifestarse. Al menos el labio ya no le sangraba y parecía sentirse mejor. Antes de salir le pidió que se lavara la cara y se llevara consigo otra bolsa de hielo por si acaso.
    Salieron del departamento y caminaron hacia la esquina de la cuadra para buscar un taxi. Nuevamente sintió deseos de tener un auto, sin duda, esa sería su próxima adquisición. Le dijo al taxista la dirección que Jaken le había dado y se pusieron en marcha.
    —¿A dónde vamos? —preguntó Kei.
    —Tengo que hacerle una visita a una amiga —mintió ella.
    El adolescente no preguntó más. Poco a poco los edificios del centro donde ella vivía fueron reemplazados por casas hasta que llegaron a una zona no muy aventajada. Las calles estaban sucias y habían gatos callejeros por doquier. Las cercas de las casas se encontraban en mal estado y, en algunos casos, rotas. Eran casas pequeñas en estados deplorables. No pudo evitar comparar aquél vecindario con el que había visitado la noche anterior. Eran dos realidades completamente opuestas y resultaba chocante ver cómo había gente que vivía con tantas comodidades cuando del otro lado de la ciudad habían personas viviendo tan mal. No criticaba a ninguno, al contrario, cada uno vivía con lo que podía y si podían permitirse más era debido a esfuerzos propios, pero eso no hacía que la situación fuera menos impresionante.
    Entraron por una callejuela llena de pequeños baches hasta detenerse frente a una pequeña casita en mal estado. Ésa era la casa.
    —Disculpe, ¿le importaría esperar aquí? —Le preguntó al taxista—. Será rápido.
    El hombre aceptó y apagó el motor.
    —Kei, quédate aquí, ¿de acuerdo?
    El chico no tuvo objeción con eso. Es más, prefería quedarse sentado en el cómodo asiento del taxi que bajarse y entrar a la casa de una extraña.
    La joven azabache se aventuró hacia la casa. El pasto del jardín frontal estaba crecido y amarillento. Un manzano a un costado había dejado caer unas cuantas frutas que ya comenzaban a pudrirse. Se acercó a la puerta blanca de entrada y dio los tímidos golpes. Con un estrépito, esta se abrió lentamente, dejando ver un rostro viejo de ojos saltones.
    —Te esperaba, adelante —susurró, causándole un escalofrío a Kagome.
    Ni bien entró, se quedó sin respiración. Aquello no era para nada lo que esperaba… Estaba segura de que el lugar se veía más pequeño por fuera de lo que era por dentro. Es más, aquello no tenía proporción alguna. El interior de la casa era enorme, lleno de muebles antiguos y lujosos. Un candelabro de cristal colgaba a un lado sobre una enorme mesa de madera, un enorme sofá descansaba frente a una pequeña chimenea dorada. Las paredes estaban llenas de cuadros de distintos tamaños y colores, pero ninguno dejaba de parecer invaluable.
    Sin embargo, eso no fue lo más sorprendente de todo. Cuando de volvió a ver de nuevo a la anciana, no pudo evitar que sus ojos se abrieran como platos al notar que las arrugas habían desaparecido, que el canoso pelo se había convertido en lacio y rubio, y que no podía decirse otra cosa sobre ella además de que era joven y bella. Su cerebro entró en cortocircuito por unos segundos, hasta que comprendió.
    La mujer era una bruja, y una lo suficientemente poderosa para otorgar a Sesshomaru y Jaken el poder de tomar una apariencia humana. Seguramente podía usar aquél mismo truco en ella misma para parecer joven y para vivir con todos los lujos que cualquiera querría sin que nadie lo notara. Era una mujer astuta.
    —Anoche te vi venir en mis sueños. —Habló la mujer mientras se movía por la estancia—. Sé por qué estás aquí y quién te envió.
    Kagome quiso hablar, pero no las palabras se quedaron estancadas en su garganta en cuanto la bruja la miró a los ojos con una mirada inquisidora, curiosa.
    —Yo puedo concederte lo que necesitas —declaró con una sonrisa que no parecía nada amigable.
    La joven se acercó dos pasos y sostuvo su mirada. Recordó que Jaken le había dicho que aquella mujer no era de fiar y procuraría no caer en su juego.
    —¿Y qué es eso que necesito?
    Como si se esperara esa respuesta, la bruja rió. Una carcajada seca, conocedora y casi enfadada. Paró su andar y se acercó a Kagome, quedando a pocos centímetros de ella.
    —Tú quieres volver a ver a aquél híbrido llamado Inuyasha —susurró, arrastrando cada palabra—. Quieres volver a ver al único hombre al que has podido amar.
    Cada palabra fue como una daga que le atravesaba el corazón. Sin embargo, se mantuvo firme, no queriendo parecer vulnerable ante aquella extraña mujer.
    —Aún si eso quisiera, no serviría de nada. Es imposible.
    La mujer se carcajeó nuevamente y dio unos pasos hacia atrás, poniendo distancia entre las dos.
    —Si realmente creyeras que es imposible, no estarías aquí.
    Con un simple movimiento de su brazo, una extraña luz se formó frente a ella. Kagome vio atónita cómo aquella luz se agrandaba hasta tomar el tamaño de una pequeña pantalla que parecía emitir imágenes. Poco a poco estas se volvieron más nítidas hasta que pudo distinguir perfectamente qué era lo que mostraba.
    Inuyasha.
    Inconscientemente, dio un paso al frente con un brazo extendido frente a ella. ¡Era Inuyasha! Estaba caminando por un prado tranquilamente mientras cargaba unos leños en el hombro. Quiso llorar, quiso aventarse dentro de la luz y llegar hasta él para abrazarlo y decirle lo mucho que lo extrañaba, cuando la luz volvió a encogerse y desapareció.
    —Puedo ver lo mucho que deseas estar con ese joven de nuevo —dijo la bruja, acercándose nuevamente a Kagome, que aún no se recuperaba de la emoción—. Si pudieras volver a su lado, si yo te dijera que tengo la forma de que puedas volver al pasado, ¿lo harías?
    Aquella oferta era tan tentadora, tan increíble como para ser cierta… Iba a contestar, estaba a punto de aceptar, cuando una voz la hizo volver a la realidad.
    —¿Prima… Kagome?
    Volteó rápidamente, encontrándose con Kei parado en el umbral de la puerta con los ojos abiertos como platos.
    Algo le decía que había visto más de la cuenta.
     
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  11.  
    Ami Hoshi

    Ami Hoshi Usuario común

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    ¡¿Qué hará?! Estoy casi segura que InuYasha murió. Pero porqué? Como? Yo sé que no es muy listo pero el se puede adaptar...por qué no pudo sobrevivir? Como afectará todo esto la relación de Sesshoumaru y Kagome. Me encanta, kei es la reencarnación de Inuyasha? ... me esta volviendo loca est fic, gracias a Dios vas a actualizar más seguido, es muy bueno y en cierta parte me da algo de rsa xD Jaken siempre me causa gracia.
     
  12.  
    Monyc

    Monyc Entusiasta

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    OMG!!! valla me a encantado la continuacion el encuentro de Kag con Sesshy fue todo lo que esperaba frio, concreto sin nada mas que decir. Aunque el que si cambio y mucho fue Jaken de seguro por el trauma de haber perdido el dominio del mundo de terner que adaptarse a una nueva forma de vida y sobre to de tener que esconder lo que realmente son.

    Me intriga el hecho de saber que es lo que paso con Inuyasha, hasta ahora no nos has aclarado muy bien que digamos, estara muerto??? esa bruja podra regresarlo a la vida??? o habra hecho su vida con Kikio??? al parecer su primo escucho todo, cual va a ser su reaccion???? y creo que la pergunta mas importante de todas; Kagome aceptara regresar al pasado para reencontrarse con su "unico" amor???

    Muchas y espero que el proximo capitulo resuelvas algunas de ellas espero que me avices, Besitos
     
  13.  
    Misuzu

    Misuzu Usuario VIP

    Capricornio
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    Escritora
    <body><p>Hola no habia pasado por aqui <p><br><p>Wao exelente fic te felicito narras muy bien y el capitulo impecable no vi ningun error, que bueno que decidiste escribir sobre esta pareja yo soy una fan de los SesshoxKagome .<p><br><p>Sesshomaru es cruel con Kagome por todo lo que le dijo ,ella solo quiere saber que paso despues que se sello el pozo , tal ves poco a poco cuando se valla enamorado de ella cambie algo su actitud aunque el ya es asi frio y antipatico ;-). No aceptes Kagome es una trampa recuerda que esa bruja no es de fiar y ahora ¿ Qué como le va a explicar a Kei de esa casa ? espero que tenga una buena escusa XD.<p><br><p>No puedo esperar ya que empiece el "Romance" entre estos dos ¿Como sera? , me gusto mucho el capitulo y podrias avisarme cuando actualices .Me despido beso :-*<p><br>
     
  14.  
    yanin

    yanin Usuario común

    Escorpión
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    Wow!!! Estuvieron muy interesantes los dos capítulos, me gustaron bastante más cuando Kagome llego a la casa de Sesshomaru y Yaken le platico todo como ellos están en el futuro eso resolvió una de sus dudas.
    Además él, le dijo que no cayera en el juego de la bruja, Kagome al día siguiente fue junto con su sobrino a buscar a esa mujer.
    Ella al llegar esa mujer le dijo que la estaba esperando y le dijo fue a ella para preguntar por Inuyasha.
    Pues esto cada vez se pone más interesante, no vi ninguna falta de ortografía, además tu narración es muy buena, esperare el siguiente capítulo.

    Salu2.:)
     
  15.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

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    Viviendo en las Sombras [SessKag]
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    ¡Hola a todos! Disculpen nuevamente por la demora, siempre algo pasa (en este caso, falta de inspiración). Quería agradecerles por sus comentarios, siempre me alegran y me encanta saber qué van pensando de la historia. Espero no decepcionarlos a medida que esta avance. Bueno, sin más, el siguiente capítulo.

    -o-o-o-
    Capítulo Cinco
    -o-
    Decisión
    —Eso es… absurdo.

    No habían otras palabras para describirlo. Kei no podía creer todo lo que su prima acababa de contarle, y ¿cómo culparlo? Realmente todo aquello parecía estar más cerca de la fantasía que de la realidad.

    —Y aún así es cierto —afirmó ella con la vista clavada en el suelo.

    Luego de la extraña visita a la bruja y de que Kei irrumpiera en el peor momento, Kagome se apresuró en sacarlo de allí y volvieron al departamento de ella. Ninguno se había atrevido a decir nada en el camino, estaba más que claro que el joven había visto más de lo que debía y Kagome no tenía ni idea de cómo empezar a explicárselo. Finalmente, decidió contarle todo: desde el primer día que cayó por el pozo y llegó al Sengoku hasta el día en que este se selló. Podría haber fingido que nada había ocurrido y hacerle creer a Kei que todo habían sido alucinaciones suyas, pero ¿qué sacaba con eso? Su abuelo, su mamá y su hermano eran los únicos que sabían la historia, ¿qué más daba uno más? Después de todo, ella siempre creyó que su primo era de confianza. Sin embargo, el problema no era contárselo todo, el problema era que le creyera.

    El chico la miró serio.

    —Te creo —declaró, sorprendiendo a Kagome—. Sé que no me mentirías con algo así y lo que vi esta tarde es suficiente evidencia. Sin embargo… me cuesta mucho entender cómo es que todo eso es posible.

    Kagome lo tomó cariñosamente de los hombros.

    —Sé que es mucha información que digerir, pero es la realidad.

    Se produjo un pequeño momento de silencio. Ambos pensaban en todo lo que acababan de hablar; el chico intentando aceptarlo y ella preguntándose si había hecho lo correcto al contarle.

    —Hay algo que no entiendo aún —admitió él lentamente.

    —¿Qué cosa?

    —Aún no entiendo cómo llegaste a saber de aquella bruja y qué querías de ella.

    Y ahí llegaba la peor parte. Sin duda el relato se complicaba desde que vio a Sesshomaru de nuevo, es decir, ni ella misma acababa de comprender lo que había ocurrido en los últimos dos días. Sin embargo, lo intentó, lo explicó lo mejor que pudo, pero hasta ella se sentía tonta escuchando salir todas esas palabras de su boca. Todo aquello realmente sonaba tan irreal…

    —¿Me estás diciendo que hay demonios viviendo en este tiempo? ¿Aquí?

    Kei se paró del sofá y caminó de un lado a otro por la sala. La joven le dio un momento para que asimilara todo aquello; estaba comenzando a preocuparse de que su primo no pudiese dormir en semanas pensando que un demonio podría aparecer en medio de la noche y matarlo.

    —Se supone que saben controlarse —intentó explicar—. Los pocos demonios que siguen con vida intentan adaptarse a nuestra sociedad, no exponerse de ninguna forma. No creo que representen peligro alguno.

    El chico dejó de moverse y la miró. Parecía angustiado.

    —No es eso lo que me preocupa —declaró—. Es decir, si es así, he vivido entre ellos todo este tiempo y nada ha pasado. No creo que eso cambie ahora que sé la verdad. —Su voz tembló al decir la última palabra—. Lo que quiero saber es qué vas a hacer. No puedes estar pensando en aceptar la oferta de esa bruja, ¿verdad?

    Aquello la sorprendió. De todo lo que le había contado aquella tarde, ¿era de eso de lo que se preocupaba? Igualmente, su pregunta era sin duda relevante y ni ella misma sabía la respuesta aún. Horas antes, cuando logró ver a Inuyasha gracias a la proyección de aquella mujer, había estado más que dispuesta a aceptar la oferta y correr a los brazos de su amado hanyou, sin embargo, ahora no estaba segura. En aquél momento no tuvieron tiempo de hablar de las condiciones que tendría que cumplir para poder volver a viajar al pasado —por que estaba segura de que las habría— y seguramente sería algo sucio. Después de todo, Jaken le advirtió que no confiara en la bruja.

    —No lo sé —respondió después de un momento perdida en sus pensamientos—. La oferta es tentadora y, por un momento, estaba segura de que valía la pena, pero…

    —¿Realmente tomarías el riesgo por ese hombre? —La interrumpió, sentándose de nuevo a su lado—. No me malentiendas, no lo conozco, pero te advirtieron que la bruja no era de fiar y sólo fue un amor de tu adolescencia…

    —De eso se trata, Kei. —Suspiró—. Inuyasha vale el riesgo.

    Su primo resopló y parecía que ahogaba una risa. La joven lo miró sorprendida, ¿qué le causaba gracia?

    —Espera, espera. —Su voz parecía entre divertida y sorprendida—. ¿Sigues enamorada de él después de todos estos años?

    Oh, ¿tan patético era? En realidad, no estaba segura acerca de si seguía enamorada de él, ya que había pasado la mayoría de todos esos años bloqueando su recuerdo, pero también era cierto que nunca había vuelto a enamorarse. Quizás si lo volviera a ver, si pudiera tenerlo frente a ella de nuevo, sabría con claridad sus sentimientos.

    —Ve —dijo Kei ante su silencio.

    Kagome salió de sus pensamientos y lo miró sorprendida.

    —¿Qué?

    —Ve —repitió él con resolución—. Es obvio que sabes que tienes que hacer esto y lo único que te lo impide es el miedo de salir de tu zona segura.

    Le sonrió a su primo con tristeza, sin querer contradecirlo. No estaba segura de que fuera aquella la razón por la que dudase en volver al pasado. Muy en el fondo, sabía que estaba asustada por lo que podría encontrarse allá. Es decir, habían pasado años, las cosas tendrían que haber cambiado. Sin embargo, en cuanto vio la mirada segura de Kei, llena de apoyo incondicional, sintió que realmente no estaría tan mal si tomaba esa decisión. Pero bueno, no podía adelantarse a nada.

    «¿Qué pasaría si te dijera que puedes volver al pasado?», había dicho la mujer.

    Aquello no era más que una suposición y, en caso de poder volverla realidad, sin duda, habría un precio a pagar.

    —Yo… lo pensaré —dijo al fin—. Hay muchas cosas que debo considerar.

    Kei asintió y miró la hora en su celular.

    —Ya es tarde. —Se puso de pie—. Mamá ya va a hacer suficiente escándalo cuando vea mi cara, no quiero darle más razones para castigarme.

    Kagome se paró y le dio un fuerte abrazo, susurrándole un «gracias» al oído.

    —¡Recuerda ponerte hielo! —gritó justo antes de que su primo atravesara la puerta.

    —Lo haré. —Salió.

    Otra vez sola con sus pensamientos. No podía creer todo lo que había ocurrido aquella tarde, nunca pensó que se vería en una situación así. Le preocupaba que su primo se hubiese visto expuesto a la verdad, pero él parecía haberlo tomado bastante bien para lo que pudo haber sido, además de que la ayudó mucho a aclarar sus ideas. Sin embargo, aún tenía la decisión más importante en sus manos: ¿escucharía a la bruja? ¿Aceptaría que hay una forma de volver con Inuyasha?

    Lo cierto era que no podía decidir nada hasta saber de qué iba realmente el asunto. Su conversación con la bruja se había visto interrumpida, por lo que si quería saber más tendría que ir a verla de nuevo. Se prometió a sí misma que iría mañana mismo para allá y que tomaría una decisión lo antes posible. Mientras más pronto lo hiciera, antes se vería libre de toda la incertidumbre que su pasado le había dejado.

    Apagó las luces de la sala y se dirigió a su habitación para dormir. Mañana le esperaba un día bastante largo.

    A la mañana siguiente, estaba lista. Se había despertado temprano, se duchó, vistió, tenía todo preparado para acabar con sus dudas aquél mismo día. Sin embargo, no contaba con un contratiempo.

    —¿Diga? —Kagome contestó su celular.

    —Doctora Higurashi, la necesitamos en urgencias.

    La joven suspiró. Todos sus planes se atrasarían, pero el trabajo iba primero. Además, sabía que no la llamarían del hospital en su día libre si no fuese realmente necesario.

    —De acuerdo, estaré allí enseguida.

    Resultó ser un caso de apendicitis en un niño de doce años. Todos los doctores estaban ocupados y el chico no podía más con el dolor, por lo que tuvieron que llamarla, y se alegraba de que lo hubiesen hecho, por que un poco más y todo se hubiese vuelto algo más grave.

    —Hacía mucho que no te veía, Kagome. —Le comentó Misaki una vez que salieron de la habitación que le habían asignado al niño—. ¿En qué has estado metida?

    Ambas se dirigieron hacia el consultorio de la aludida.

    —Lo sé, lo siento, amiga. —Cruzó su brazo con el de Misaki—. He estado entre un montón de trámites —mintió, sin darle mucha importancia al asunto.
    Su amiga no pareció tragarse ni una palabra, pero lo dejó pasar.

    —¿Quieres que nos tomemos un café hoy? —preguntó—. Salgo a las tres.

    Kagome se quitó la bata blanca y la dejó colgada en un gancho de pie que tenía en un rincón de su consultorio.

    —Lo siento, hoy no puedo. —Le contestó a su amiga con pena.

    La cara de Misaki se puso seria y se pasó una mano por el pelo castaño, tal como hacía siempre que se exasperaba.

    —¿Más trámites? —preguntó con ironía, dando a entender que sabía que no le estaba diciendo la verdad.

    —Más trámites —afirmó Kagome con una sonrisa triste, sabiendo que no podía decirle otra cosa. Ser honesta en aquella ocasión no era una opción.

    Sin poder decir nada más y sabiendo que no dejaba a su amiga para nada feliz, salió de la estancia. Ya arreglaría las cosas con Misaki luego, en aquél momento tenía cosas con mayor importancia ocupando todos sus pensamientos. Una vez fuera del hospital, tomó un taxi y se dirigió directamente a la casa de la bruja.

    No pudo evitar sorprenderse —y asustarse— cuando vio a la anciana parada en el umbral de la puerta, como esperándola, mucho antes de que ella bajara del auto.

    —Sabía que volverías. —Le dijo con voz decrépita cuando la tuvo enfrente—. Pasa.

    Intentando parecer segura, entró sin vacilar a la casa. Todo estaba exactamente igual: lujo exuberante por dentro, miseria extrema por fuera.

    —Toma asiento, cariño. —La instó la mujer, señalando un sillón junto a la chimenea dorada. Esta vez, no le sorprendió la apariencia joven de esta cuando la volteó a ver: volvía a ser rubia y hermosa—. ¿Quieres algo de tomar?

    —No, gracias —contestó secamente mientras se sentaba—. He venido…

    —Oh, yo sé a qué has venido. —La interrumpió, al tiempo que se servía una taza de té en la mesa del comedor, para luego sentarse en otro sillón frente a ella—. Quieres saber las condiciones que acompañan mi oferta.

    Kagome soltó una risa sin humor, irónica y escéptica.

    —Usted parece saber mucho.

    La bruja dejó su taza de té sobre la pequeña mesa ratona que las separaba a las dos.

    —Y es justamente por eso que has confiado en que yo puedo resolver tu problema. —Entonces, ladeó la cabeza y la miró con una expresión… aterradora—. Sin embargo, no confías en mí.

    —No tengo por qué hacerlo. —Se mantuvo firme, a pesar de los escalofríos que le recorrían la espalda una y otra vez.

    —Respuesta incorrecta. —Se paró y caminó lentamente por la estancia—. Verás, querida, la cuestión es que tienes que hacerlo. ¿Cómo podría ayudarte si crees que voy a engañarte? —preguntó con cinismo, obviamente no esperaba una respuesta. Entonces la miró fijamente, clavando sus ojos negros en ella—. Y tú necesitas mi ayuda, ¿no es así?

    Kagome no entendía el comportamiento tan extraño de la mujer. Era como si disfrutara todo aquél juego, como un cazador arrinconando a su presa. Su corazón se aceleró al pensar en ella misma como la presa a punto de ser cazada y decidió intervenir.

    —¿Qué tengo que hacer para volver al pasado?

    La bruja dejó de moverse y miró alrededor con los ojos muy abiertos, dándole un aspecto de demente. Se acercó a Kagome lentamente y se agachó para quedar a la altura en que ella estaba sentada para colocarle un mechón de cabello azabache tras la oreja. Kagome tembló.

    —¿Realmente crees que yo sería tan malvada como para pedirte algo a cambio? —La joven no contestó. La mujer se separó de ella y rió—. ¡Oh, por supuesto que no! Esta vez lo haré por pura cortesía. Pero, —Se sentó en el sillón nuevamente—, como sabrás, los hechizos no duran para siempre, cariño.

    Esa última parte llamó la atención de la azabache, que se acomodó mejor en su silla y se cruzó de piernas.

    —¿Qué quiere decir eso?

    La mujer tomó un sorbo de té, tomándose deliberadamente su tiempo para contestar.

    —Pues que no hay magia que dure eternamente. Si quieres volver al pasado, deberá ser bajo un conjuro… —Su voz se fue apagando en cuanto vio el reloj de oro que colgaba de su pared—. ¡Pero mira qué hora es! —Se paró—. Es tarde, muy tarde.

    Kagome vio la hora. Eran apenas las dos de la tarde. Las incoherencias de esa mujer la estaban incomodando, ¿estaba a punto de confiarle su futuro a alguien así? Sin embargo, no podía irse aún, ¡faltaba mucho por explicar!

    —Pero…

    —¡Pero nada! —La interrumpió nuevamente. ¿Sería acaso que la dejaría terminar una oración alguna vez?—. Debes decidir ya, por que es muy tarde.

    La joven comenzó a alterarse.

    —¿Tarde para qué?

    —Debes decidir, muchacha.

    De nuevo, su respuesta la dejaba poco conforme. ¿Qué debía hacer?

    —No puedo decidir ahora. —Se puso de pie.

    La bruja se movió de un lado a otro rápidamente. Kagome vio sorprendida cómo el aspecto de la mujer volvía a cambiar al de una anciana lentamente.

    —Debes decidir… —repitió, esta vez, colocándose frente a ella a pocos centímetros de distancia.

    No entendía, nada de aquello parecía coherente. ¿Qué le estaba pasando a la bruja? El ruido de un auto estacionando afuera las alertó a ambas.

    —¡Decide! —exclamó la ahora anciana bruja.

    El corazón de Kagome se aceleró. No estaba lista aún, ¿realmente tenía que tomar aquella decisión así, sin más? Se escucharon golpes secos en la puerta y la bruja abrió los ojos como platos.

    —Ya no importa. Ya es tarde, ya es tarde —repitió como una demente, al mismo tiempo que le daba la espalda.

    ¡No! Kagome pudo ver por un momento cómo aquella oportunidad se le escapaba de las manos. No podía dejarla ir, por más peligroso que fuera. Ahora lo veía claramente: tenía que tomar ese riesgo.

    —¡Acepto!
     
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    lady of the moon

    lady of the moon Entusiasta

    Escorpión
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    hola
    acabo de terminar de leer tu fic y me ha encanton como no tienes idea
    me has dejando gritando (¡no! kagome no aceptes)

    de verdad impactante como has mezclado el tiempo el sengoku y como
    lo has evolucionado a la epoca moderna

    y kagome doctora XD me gusta, sesshomaru como siempre sin cambiar
    ni un ápice de su caracter

    Bueno lo unico que lamento es no haber leido el fic antes pero acabas de
    conseguirte una fiel seguidora de este fic
    no vi ninguna falta de ortografia (no me hasga mucho caso)

    espero y lo continues pronto

    att:
    lady-chan

    PD: mandame el link cuando este listo pliss, lo estare esperandon con ansias
     
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    Rosette Tsukiyomi

    Rosette Tsukiyomi Entusiasta

    Aries
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    Konichiwa querida escritora!!bueno paraserte sincera ya habia empezado esta historia hace algun tiempo pero no la terminaba xD! gracias a kami-sama ya lo acabe! jajaj bueno y me encanto, mi sesshi con poder es mucho mas sexy (si se puede ser mas cx) cof cof, volviendo al fic...muero por saber que pasara con el hechizo de la bruja y kagome¡¡¡waaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! en fin me encanta tu narracion muy buena y la ortografia impecable, espero y para el sig capitulo mi avises ehhh!! Sayo! c:
     
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    yoXD

    yoXD Iniciado

    Capricornio
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    Bueenoo!! Realmente me encanto, es demasiado bueno XD
    Aun que desde hace rato yo lo estaba leyendo por mi celular no podia comentar escasamente podia darle me gusta XD
    :3 me parece genial esta historia aun que no se pero creo que la bruja la llevara donde esta Inu pero ella lo va a ver con Kykio o no se talvez, la llevara donde se supone que el esta pero no estara, o solo sera una ilusion o el estara muerto, no se, no se, realmente no se que es lo que traes en mente solo intento adivinar mas o menos por lo que llevas y bueno.. Tambien espero ansiosa cuando ya Sesshy & Kagome puedan hablar más y todo eso...!!
    Aun que no se porque pero estoy algo confundida y supongo que mas adelante las dudas se aclararan y todo :3
    Yo no soy muy experta en eso de buscar errores y defectos, e.t.c... Solo me encanta y tambien el modo en que narras asi que cuando tengas la conti pues si puedes y tienes tiempo me la pasas ;) gracias!! (=^.^=)
     
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    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

    Acuario
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    Título:
    Viviendo en las Sombras [SessKag]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    2215
    Capítulo Seis
    -o-
    Pacto de Sangre

    Apenas pronunció esa palabra, los golpes en la puerta cesaron. La bruja comenzó a rejuvenecer nuevamente y un silencio pacífico se instaló en la estancia, como si nunca hubiese ocurrido nada.

    —¡Aceptas! —exclamó la bruja con una teatral sonrisa.

    —Estaban llamando a la puerta —apuntó Kagome, con una expresión de confusión, olvidando por un momento que acababa de tomar una decisión que cambiaría todo.

    —¿Qué? Yo no oí nada.

    La joven se quedó en silencio unos segundos, sin entender. ¿Acaso esa mujer fingía demencia? O fingía o realmente le faltaba un tornillo, porque su comportamiento distaba de la racionalidad.

    —Eso no es cierto. —Se movió rápidamente hacia la puerta de entrada y la abrió, esperando encontrar al responsable de los anteriores golpes, sin embargo, allí no había nadie.

    La bruja la miró con una ceja enarcada, sin quitar su sonrisa burlona.

    —¿Y bien? Yo no veo a nadie. ¿No estarás delirando?

    —Pe-pero… —Kagome no entendía nada. Seguía mirando al exterior como si alguien fuese a aparecer en cualquier momento, pero sabía que eso no iba a pasar: ahí no había ningún auto ni nadie.

    Entonces una idea escalofriante se le cruzó por la cabeza, siendo de pronto la más obvia de las verdades. Lentamente y procurando dejar la puerta abierta, se volteó a ver a la mujer.

    —Fue una trampa… —susurró Kagome—. Nunca hubo nadie allí fuera, siempre fue una ilusión, un juego mental, ¿no es así? —Su voz se aceleró.

    La bruja parecía querer echarse a reír, pero no lo hizo. La joven no podía creer cómo había caído tan fácilmente, tanto tiempo combatiendo contra demonios y no pudo notar algo tan simple… ¡La había engañado para que aceptara! Pero, por suerte, ya se había dado cuenta, antes de que hubiese sido demasiado tarde.

    —No hay trato —espetó con brusquedad—. No quiero tener nada que ver con esto.

    Estaba a punto de salir por la puerta, pero esta se cerró sola rápidamente.

    —¿A dónde crees que vas? —La bruja se acercó.

    El pánico la invadió por cinco segundos, en los cuales no pudo mirar otra cosa que el suelo, respirando irregularmente. Finalmente, cuando pudo calmarse para afrontar la situación, volteó la cabeza para ver a la bruja. Todo su cuerpo dio un salto en cuanto se encontró con su cara, nuevamente llena de arrugas, a poco centímetros de la suya.

    —Tú hiciste un trato conmigo, muchacha. —Sonrió, dejando entrever una dentadura a la que le faltaban varios dientes—. Una vez que haces un trato con una bruja, no puedes deshacerlo.

    Kagome tragó saliva.

    —Pues retiro lo dicho. No he firmado nada.

    —Ojalá fuera tan simple, cariño…

    Entonces todo pasó muy rápido. La bruja se movió con una rapidez sobrehumana y la joven sintió un dolor intenso en el cuello. Sintió cómo algo cálido caía sobre su clavícula y se llevó una mano hacia el lugar.

    Sangre.

    Frente a ella, la anciana se relamía los dedos, que más bien parecían garras por sus uñas largas y afiladas, cubiertos de sangre. Su sangre.

    —Hacía tanto que no probaba una sangre tan llena de poder… —lamentó la bruja, que parecía estar en éxtasis—. Lástima que no sea para mí.

    Kagome presionó con fuerza su mano contra su cuello, intentando evitar que la sangre siguiera fluyendo. Se sintió mareada y débil, el dolor y el impacto que acababa de recibir la habían agobiado. Vio cómo la mujer se movía hacia un estante lleno de libros y papeles. De allí, tras los libros, sacó un tubo de un brillante color escarlata. Abrió uno de los extremos y de su interior sacó un pergamino.

    La joven seguía cada movimiento. Vio cómo apoyaba el pergamino sobre la enorme mesa de madera que se hallaba al otro lado de la sala, cuando lo abrió, se sorprendió al ver que estaba en blanco. Acto seguido, la bruja dejó que la sangre que se encontraba aún en sus dedos gotera sobre la áspera superficie de papel.

    Kagome no entendía. Le entraron náuseas al ver su propia sangre derramarse entre esas garras de aspecto tan sucio, tuvo que recostarse contra la pared. Entonces algo pasó: las gotas de sangre adquirieron formas alargadas hasta formar dibujos. No, no eran dibujos simplemente… Eran letras.

    —¿Qué te parece? —Le preguntó la bruja, levantando el pergamino para mostrárselo. La sangre se había asentado como tinta, formando una especie de escritura con la que Kagome no se hallaba familiarizada—. No hay mejor contrato que uno firmado con tu propia sangre.

    En ese momento tuvo el reflejo de hacer algo que no hacía hace mucho tiempo: deseaba tener su arco y sus flechas para purificar a esa desagradable mujer.

    —¡Ay, no seas exagerada! No he cortado ninguna arteria, la hemorragia ya pasará. —Se acercó a la joven y le tomó la cara con una mano. Sintió repugnancia—. No crees que te dejaría morir, ¿verdad?

    Kagome la apartó de un manotazo.

    —Me voy a casa. Ya lo dije, no hay trato.

    —No seas ingenua. ¿Ves esto? —Señaló el pergamino—. Es un contrato con tu sangre. Es irrompible. —Soltó una carcajada—. Dile adiós al siglo veintiuno.

    La anciana rejuveneció de nuevo y, acto seguido, comenzó a recitar un montón de palabras ininteligibles. Parecía una oración… No, un conjuro.

    El pánico la invadió e intentó abrir la puerta con todas sus fuerzas, mas fue inútil. Vencida, miró a la mujer.

    —¿Por qué? ¿Qué ganas tú? —Su voz sonó débil, derrotada. Estaba furiosa consigo misma por haber sido tan fácil de engañar.

    La bruja cerró los ojos y los volvió a abrir, dirigiéndolos directamente hacia ella. Al terminar su oración sólo pronunció una palabra:

    —Venganza.

    Entonces todo se volvió oscuro.


    El lugar estaba sumido en el silencio. No había ni un ave que cantara, sólo el suave sonido del viento. Algo pequeño le golpeó la cara, pero se negó a abrir los ojos: estaba muy cansada. Se removió como un niño que se niega a levantarse temprano, notando que el colchón de su cama estaba inusualmente duro y… ¿húmedo? Algo volvió a caerle en la cara y esta vez le pareció que era una gota. ¿Acaso su techo estaba teniendo goteras? Qué raro, después de todo, vivía en un departamento.

    No fue hasta que un tercer algo la golpeó nuevamente que se decidió a abrir los ojos. Su primera vista: un cielo gris cubierto de nubes. Se incorporó de golpe, desorientada, cuando todas sus ultimas vivencias se agolparon en su mente. Se puso de pie como un rayo, ¿estaba donde creía que estaba? Miró alrededor, estaba rodeada de árboles y arbustos. A unos metros, podía ver cómo los árboles se disipaban hacia un claro. Se movió hacia allí, temblorosa, reconociendo el tipo de vegetación a su alrededor.

    Llegó a la línea donde cesaban los árboles, quedando frente a un pequeño claro enlodado. Se sorprendió al ver que en una esquina se hallaba una pequeña cabaña… justo como las típicas del Sengoku.

    No cabía duda, había regresado.

    Se adentró en el barro, esperando encontrar ayuda en la cabaña, cuando vio a una persona salir de ella. Era una mujer, sin duda… una anciana. Vio cómo tomó un balde de madera de la entrada de la casa y, cuando volteó para entrarlo en la casa, Kagome pudo ver su cara. Era la bruja.

    Rápidamente se ocultó nuevamente entre los árboles, justo en el momento en que comenzó a llover. Bien, así el sonido de la lluvia cubriría el ruido que acababa de hacer al pisar con fuerza el lodo. La anciana miró alrededor y, al no ver nada extraño, entró a su cabaña. Un suspiro de alivio escapó de los labios de la joven.

    Todo tenía sentido: la bruja la había enviado al pasado desde su casa, ahora debía encontrarse en ese mismo lugar quinientos años atrás. Lo único que la sorprendía era que esa anciana fuera tan vieja, pero bueno, era obvio que se había mantenido alternativamente en la juventud por medio de su magia.

    Comenzó a caminar sin saber a donde iba, pero tenía que alejarse de allí a como diera lugar, además de que se estaba mojando. Las grises nubes enfriaban el ambiente al impedir el paso de los rayos del sol y ella no estaba vestida para ese clima. Aquella mañana se había vestido de una forma poco habitual en ella, con unos tacones color beige (ahora manchados de lodo), una falda negra corta y ajustada, y una blusa blanca metida bajo la falda. El atuendo se debía a que cuando terminara de hablar con la bruja, tenía planeado pasar por la oficina de Sesshomaru para hacerle unas cuantas preguntas sobre la anciana. Claro que este encuentro nunca se llevó a cabo.

    Ahora estaba atorada en ese traje muy poco adecuado para el lugar donde estaba. Apoyándose contra un tronco, se quitó los tacones para poder caminar más cómodamente por el irregular terreno del Sengoku. Se estaba empapando, haciendo que toda la ropa se le pegara al cuerpo y enfriándola terriblemente. No podía haberle tocado un escenario peor.

    Luego de alejarse bastante de la cabaña de la bruja, pudo divisar que los árboles comenzaban a disiparse y que en un punto desaparecían. Corrió hasta allí, sosteniendo los tacones en una mano y apartándose el pelo empapado de la cara con la otra. Se detuvo en seco al ver que la razón por la que los árboles terminaban allí era por la presencia de un peñasco.

    Estaba a punto de retirarse por el mismo camino que vino, cuando se le ocurrió algo. No era que la lluvia la dejara ver mucho más allá, pero estar a altura podría ayudarla a divisar alguna aldea cercana. Efectivamente, a una distancia que le tomaría unos pocos días a pie, se encontraba una aldea. No sabía exactamente dónde estaba en ese minuto, por lo que no sabía si era posible que aquella fuera la aldea donde residía la anciana Kaede, pero al menos era el refugio más próximo que tenía.

    Sin perder ni un minuto más, se puso en marcha. Recordó que los bosques eran peligrosos por los demonios que los habitaban, por lo que procuró ser cuidadosa. La lluvia no cesaba y, aunque odiara caminar en esas condiciones, estaba consciente de que era un factor a su favor, ya que cubría el ruido que hacía al caminar y hacerse paso entre las plantas y, además, porque cubría su olor. De esa forma pasaría desapercibida.

    Llevaba horas caminando sin parar, cuando el entumecimiento en su cuerpo por el agua fría se hizo tan insoportable, que tuvo que sentarse un momento para descansar. Se apoyó contra la base de un árbol y soltó un suspiro. Estrujó un poco su falda para que no estuviese tan empapada y estiró las piernas, dejando que sus músculos se relajaran.

    Aún no podía creerlo, realmente estaba en el Sengoku. Después de años de lanzarse al pozo esperando aparecer allí, después de tantas decepciones y anhelos imposibles, al fin estaba allí. Había estado tan preocupada de ponerse en marcha y llegar a una aldea que no había caído en la cuenta aún de todo eso. Podría ver a sus amigos, a Shippo, a Inuyasha… Los vería a todos de nuevo. Tarde o temprano los encontraría.

    En ese momento se sintió tan llena de dicha, tan afortunada por tener otra oportunidad, que no pudo evitar reír. Reír genuinamente, de una manera tan fluida y sencilla como no hacía hace mucho tiempo. Se paró y miró al cielo, cerró los ojos y extendió los brazos, disfrutando de la lluvia. Rió de nuevo.

    Entonces escuchó un ruido proveniente de unos arbustos. Sintió una presencia y lo supo: alguien se acercaba. Miró hacia el lugar del cual provino el sonido y vio una figura pequeña abriéndose paso entre la maleza.

    —¿Jaken?
     
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    yoXD

    yoXD Iniciado

    Capricornio
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    Ahora estoy aun mas intrigada XD noooo!!
    Yo sabia que lo de la bruja era una trampa u.u que perversa y malvada!
    No podre parar de pensar como hara para volver a su epoca por que estoy mas que segura que Inuyasha no vive y solo quedan algunos yokais *SESSHOMARUU* :3
    La verdd no se que pensar ash estoy algo confundidaaa!!
    oh a lo mejor Sesshomaru la lleva con esta bruja paraa poder el adquirir su forma humana y ella volver ashhh!! no se
    s: cada vez que pienso en una cosa me confundo mas asi que por favor por rapiiido la conti! :3 y si puedes ya sabes me la pashass!!
    Creo que no tienes errores ya sabes no me fijo en eso... me parecio super!

    TE cuidas besos..pash y amoshhr
     

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