VELIS NOLIS [TABLA NATURALEZA, Colección]

VELIS NOLIS [TABLA NATURALEZA]
Tabla de veinticinco palabras. Microrelatos o viñetas (puede que algún drabble)


SABIDURÍA POPULAR I (LLUVIA)
Dicen los viejos del lugar que con eso del cambio climático, ahora llueve mucho menos. Resulta tranquilizador pensar que las cosas no pueden ir tan mal cuando, ¡hasta los ángeles han dejado de llorar!

 

MAR
A orillas del mar de las quimeras, las viejas esperanzas tejen con hábiles manos las redes de los pescadores de sueños y cuentan, a todo aquel que quiera escucharlas, historias acerca de los marineros que partieron en pos de sus ilusiones y fueron arrastrados por el seductor canto de las sirenas, al abismo del fracaso.

 

TENTACIÓN
Enroscada en el árbol de la sabiduría, te tienta la serpiente de la ciencia. Tú decides qué es mejor, creer o saber.
Y si la pregunta fuera: ¿soñar o despertar?

 

TIEMPO
¿Puedes oírla? Su pisada desnuda acercándose, el crujir de las articulaciones, de la vértebras cuando camina hacia ti…
¿Sientes su gélido aliento a tu espalda? Ahí está, de negro riguroso, sosteniendo en su huesuda mano derecha la guadaña y entre los dedos desprovistos de piel y carne de la izquierda, aunque no escuches su tictac, ese reloj de arena que marca el final.

 

¿JUGAMOS?
Juegan el viento y la cometa como el destino mece la vida. ¿Acaso crees que es tuyo el control sólo porque sostienes el hilo? No eres más que un pobre tonto que ha olvidado de quién es el soplo que la hace volar.

 

ASTROLOGÍA ANIMAL

I​

“Memoria de elefante” debe de tener el sol para recordar todos los horizontes del mundo donde puede esconderse.

II​

“Aburrida como una ostra”, bosteza la luna asomada al balcón de los sueños y es que, después de contemplarlos durante siglos, se ha dado cuenta de que los hombres siempre desean lo mismo.

III​

“Lágrimas de cocodrilo” lloran en el cielo las estrellas por la ausencia de la luna y es que saben que en su soledad, esta noche brillan mucho más.

IV​

Como “un perro fiel” es este planeta en que vivimos que a pesar de nuestros puntapiés, nos trae el sol cada amanecer.

 

¿HOLA O ADIOS?
Las lágrimas bañaban mis mejillas mientras salía de aquella habitación. Ni tan siquiera fui capaz de volverme a mirarlo por última vez. Cerré la puerta a mi espalda y, con la vista nublada, caminé despacio hasta él, que me esperaba junto a la maleta luciendo una sonrisa de circunstancias.

—¿Por qué lloras? —preguntó, abriéndome sus brazos.

Ahogué un sollozo en el calor de su pecho. Qué podía decirle, cómo explicárselo… ¿Acaso no llora la aurora la pérdida de la luna cuando recibe al sol?

 

GEOGRAFÍA
Aún recuerdo aquella lección magistral de geografía. Mis manos vagaban por las playas blancas de tus muslos mientras tus labios descendían las suaves colinas de mis pechos. Navegaste con rumbo fijo por los ríos de mis caderas y, juntos, escalamos las más altas cimas, memorizando el atlas de nuestros cuerpos.

Lo malo es que al final de la clase, con la lección aprendida, tú descansaste satisfecho en el palpitante valle de mi vientre y yo quedé atrapada en las nieves perpetuas, que cubrían tu corazón.

 

DESHOJANDO LA MARGARITA
¿Me quiere o no me quiere…?
¿Se lo digo o no se lo digo…?
¿Hoy o mañana…?
La semana que viene ¿quizás…?

Y mientras preguntaba a la flor ella, cansada de esperar, acabó aceptando la declaración de otro.

 

ENTRE FOGONES (I)

Receta para un buen temporal.

Ingredientes:
Un enojo (que sea fresco, está demostrado que pasado cierto tiempo el enojo pierde parte de su fuerza).
Una cucharada de rencores acumulados, un puñado de reproches, un manojo de amenazas y muchos, muchos gritos.

Preparación:
Dejar macerar el enojo en el rencor unas cuantas horas. Pasado ese tiempo, cocinarlo despacio hasta que eche humo y rezar para que aparezca alguien por la cocina antes de que se nos pase, a ser posible algún conocido, eso realza mucho más el guiso.
Añadir los reproches despacio, no se preocupe si no se deshacen con el calor, es lo normal.
Para la salsa, avive el fuego e incorpore las amenazas y los gritos. Este plato debe servirse siempre hirviendo.

¡Buen provecho!

Consejo: Unas lágrimas al final de la cocción siempre potencian su sabor.

 

ENTRE FOGONES (II)

La pérdida de un ser querido es una comida difícil de digerir, suele atragantarse en la garganta y lo normal es que acabe destrozándonos el estómago. Este es un truco que he aprendido con el paso de los años.

Lo mejor para este tipo de alimentos del alma a los que debemos acostumbrarnos es dejarlos macerar en lágrimas durante días hasta que pierdan todo el dolor y queden sólo los buenos recuerdos. (Estos, pueden guardarse en un bol de cariño para ser utilizados en otro momento. La nostalgia, por ejemplo, es un plato que no puede prepararse sin ellos).

El tiempo de maceración es variable pero cuando seamos capaces de internarnos en la niebla de nuestra memoria y sonreír, ya está listo para ser cocinado.

 

UN AÑO DE CUATRO ESTACIONES Y OTRAS SUPERSTICIONES

I​

Cruzó su camino un gato negro y dio tres pasos atrás para esquivar a la mala suerte. Acabó pasando por debajo de una escalera. ¡A ver de dónde sacaba ahora un trébol de cuatro hojas en mitad del invierno!

II​

La buena fortuna sonreía a la señora Primavera hasta que alguien derramó en su tapete verde de flores y polen la sal de las alergias.

III​

El señor Otoño se ríe de la superstición, por eso se viste de amarillo para su actuación.

IV​

Martes y trece. Desde luego, se había levantado con el pie izquierdo aquella mañana y al abrir en casa el paraguas, rompió el espejo del recibidor. Siete años más que sumar a su mala fortuna… ¡Cómo si no fuera suficiente con tener que ir lloviendo a trabajar, en pleno verano!

 

SABIDURÍA POPULAR II (HURACÁN)

Cuando el viento de la libertad empieza a soplar, los viejos del lugar se preparan para el huracán de la guerra.

 

LLAMADA EN UNA BOTELLA

Sobre el acantilado, solo y orgulloso como un faro que ilumina la oscuridad de una noche de luna negra, el viejo lobo de mar contempla la caída de la tarde. Cada arruga que surca su rostro nos relata un naufragio y en el cielo de su mirada gris truenan mil tempestades.

Las manos callosas, curtidas por el salitre y el sol, por el manejo de las redes y el timón, sostienen una botella de vidrio verde. Tan verde como él, recuerda el océano, tan frío como sus aguas, tan frágil como un barco a merced de las olas.

Y no lleva ningún mensaje, porque ya no le queda nadie a quién escribir, los pocos que tenía se han ido dejándolo varado en un banco de memoria, donde las caracolas le susurran vivencias olvidadas y el vuelo de las gaviotas hace tiempo que no reconforta su alma por haber llegado a buen puerto. Se siente como un náufrago cuya vida ha zozobrado y después de viajar a la deriva acaba perdido en una isla desierta sin más compañía que ese mar del que ha escapado.

Mira la botella vacía y la arroja con decrépita fuerza mientras una sonrisa de labios finos se asoma entre su tupida y pelicana barba. Sabe que la parca va a encontrarla y vendrá a rescatarlo, cuando mañana salga a navegar por última vez...

 

COKTAIL

Nada acompaña mejor tu soledad cuando ella no está que el conocido cóctel arcoiris. A pesar de la dificultad que entraña hacerse en la memoria con alguno de sus componentes, merece la pena el esfuerzo. Así que aquí les dejo la receta, ¡disfrútenlo!

Mezclar en la coctelera una copa del rojo que encendía sus mejillas cuando un amigo te la presentó aquel anaranjado atardecer.

Todo el jugo de esa mañana amarilla de otoño en que, paseando por el parque, la besaste por primera vez y unas hojas verdes de la esperanza que latía en tu pecho, cuando esperabas que ella te quisiera también.

Añadir un chorreón tan azul como el cielo bajo el que, a orillas de un mar añil, le declaraste tu amor y aromatizar la mezcla con el olor de las violetas que inundaba el ambiente el día que, finalmente, te dio el sí.

Piense que, como en cualquier otro cóctel de buenos recuerdos, para poder apreciar el dulce sabor de todos sus ingredientes estos se deben agitar, nunca mezclar.