"Un nuevo enemigo"

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Erazal, 3 Abril 2007.

  1.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    131
    "Un nuevo enemigo"

    Hola!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Me gustaría saber si alguien quiere que publique aquí un fanfic mío, "Un nuevo enemigo", aquí va el sumary:
    Inuyasha y sus amigos tendrán que embarcarse en un peligroso y emocionante viaje repleto de misterios, encantos y peligros, para poder salvar la vida del hanyou. ¿Qué destino les depara a nuestros héroes?
    Si alguien quiere que ponga el primer capi, solo tiene que dejarme un post (porque, obviamente, sólo así podré saber si a alguien le interesa)
    Se me cuidan mucho!!
    Muchos besos :saludar:
    Atte: Erazal
     
  2.  
    Tara

    Tara Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    10 Marzo 2007
    Mensajes:
    181
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    M encanta el argumento que has puesto y me gustaria saber k le pasara a inu

    pon el primer capi porfi

    bsks: MAKAR
     
  3.  
    kro gm

    kro gm Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    19
    Re: "Un nuevo enemigo"

    holitas!!!
    yop te apoyo!!!
    pon tu primer capitulo...
    lo estare esperando!!

    ohas!

    kro_goodcharlotte
     
  4.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    primero que nada, Erazal, Bienvebenid@ al cz, que weno que entrastes.
    segundo.- me encanta la idea del ff!!!!!!!!!! pero.. porque la vida del hanyou!
    no me lo pongas ne peligro >.<
    en fin... en cuanto puedas ponos una conty, muyyyyyy largas....
    weno
    chauuuu
     
  5.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    5692
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Gracias a todas por su apoyo!!! Aquí va el primer capi, que lo disfruten!!

    CAPÍTULO 1.


    Dos jóvenes se hallaban frente a un pozo, llamado el pozo devora huesos. Eran un chico y una chica. El chico tenía el pelo plateado, unas orejas de perro, los ojos color ámbar y llevaba puesto un haori rojo. La chica, por el contrario, tenía el pelo negro azabache, los ojos marrones y llevaba puesto el uniforme de su colegio, un tanto extraño para la era del Sengoku.
    Los dos estaban parados uno en frente del otro, y para variar el chico trataba de impedir el paso de la joven hacia el pozo.
    - Déjame pasar- repetía la muchacha, comenzando a perder la paciencia. No era la primera vez que tenía lugar esa escena.
    - Keh, solo intentas librarte de tu responsabilidad de buscar los fragmentos de la Shikon no Tama.- decía, como lo había hecho muchas otras veces, aunque sabía perfectamente que lo que decía no tenía sentido. Kagome tenía otra vida al otro lado del pozo, y no tenía ningún derecho de retenerla junto a él. Pero no podía soportar separarse de ella.
    - Ya te lo he dicho un millón de veces- casi gritó Kagome- Tengo que hacer los exámenes de final de curso, si no, repetiré. Además, volveré dentro de tres días, como siempre.
    - Tú y tus malditos exámenes- ladró el chico.
    A pesar de que todo estaba ya bastante claro, el chico seguía sin moverse de la entrada del pozo.
    - ¡Inuyasha!- le advirtió Kagome.
    El hanyou sólo ladeó la cabeza, dando a entender que no pretendía hacerle caso.
    - Inuyasha...- llamó Kagome, con una voz de repente suave.
    - ¿Sí...? – preguntó éste temeroso, creyendo saber ya la respuesta.
    - ¡SIÉNTATE! ¡SIÉNTATE! ¡SIÉNTATE!- gritó Kagome, haciendo que el hanyou cayera estrepitosamente de cabeza al suelo.
    La muchacha aprovechó esto para saltar al interior del pozo.
    - Maldita Kagome- se quejó Inuyasha todavía desde el suelo.


    Kagome aterrizó al otro lado del pozo, en la época moderna. Siempre surgía el mismo problema con Inuyasha cuando ella decidía volver. Siempre le montaba esa escena. Aunque a veces eso conseguía hacerla enfadar, por otra parte a Kagome le gustaba que hiciese aquello, porque demostraba que no podía pasar ni un segundo sin ella.
    Salió del pozo y se dirigió con velocidad a su casa, con su pesada mochila a la espalda. Entró y dejó la mochila en el suelo.
    - ¡Mamá! ¡Sota! ¡Abuelo!- vociferó- ¡ Ya estoy de vuelta!
    La señora Higurashi apareció desde detrás de una puerta con una sonrisa resplandeciente.
    - ¡Hija!- exclamó con alegría- ¡Qué bien que estés de vuelta! ¿Qué tal te lo has pasado?
    - ¡Hola mamá!- respondió Kagome al saludo.
    - ¡Hermana!- gritó Sota corriendo hacia ella. La abrazó con fuerza.- Hacía tiempo que no venías.
    Kagome le dedicó una sonrisa y pensó: “Si que yo volviese aquí o no dependiese de Inuyasha, no volvería nunca”.
    - Es cierto Sota- le dijo correspondiendo a su abrazo.- Me parece que esta vez pasé demasiado tiempo en el Sengoku.
    - Y me temo que ya sé por quien- dijo su madre pícaramente, guiñándole un ojo.
    - Si, a veces Inuyasha me pone de los nervios, ¿es que no entiende que tengo una vida aquí?- dijo sin comprender lo que quería decir la señora Higurashi con aquellas palabras.
    Su madre simplemente se rió interiormente, sabía el porqué su hija pasaba tanto tiempo en la otra época, y ese porqué tenía nombre: Inuyasha.
    Kagome recogió su mochila y subió a toda prisa a su habitación, dejó su pesada carga de nuevo en el suelo y cogió la mochila que llevaba normalmente a la escuela. Bajó como una bala y se dirigió a la entrada de su casa.
    - Mamá, me voy a la escuela- dijo despidiéndose de su madre.
    - Vale, ¡hasta luego hija!- tuvo que gritar su madre, puesto que Kagome iba a gran velocidad y ya casi había salido del templo Higurashi.
    Enseguida Sota siguió su ejemplo, y la señora Higurashi quedó sola en su casa, puesto que el abuelo había salido a casa de un amigo.
    Sonrió y volvió a meterse en el interior de su casa para seguir con sus labores.



    En la era del Sengoku, Inuyasha por fin consiguió levantarse del suelo, pero con un bonito dolor de espalda.
    - Maldita Kagome...- murmuró.
    Se apoyó en el pozo devora huesos y miró a su alrededor sin mucho interés. Cada vez que Kagome se marchaba se aburría mucho. Tenía ganas de ir con ella, pero temía su reacción.
    Pasó un rato allí, apoyado en la pared del pozo, pensando en sus cosas, cuando un olor a demonio llegó a su nariz.
    Se levantó inmediatamente, e hizo crujir sus garras amenazadoramente.
    - Bien- murmuró- tu me servirás de distracción.
    Se plantó delante del pozo, esperando a que el demonio apareciese de entre los árboles.
    Hubo un movimiento entre los árboles, e Inuyasha se puso en posición de pelea, alerta.
    Pero no le dio tiempo a reaccionar cuando una pantera de inmenso tamaño se abalanzó sobre él, hacinedole perder el equilibrio y caer al suelo.
    Con gran esfuerzo logró apartarla de él unos metros, volvió a levantarse y desenfundó a Tessaiga.
    Inuyasha estaba desconcertado. ¿Por qué no había conseguido escuchar su movimiento?
    La enorme pantera volvió a atacar, Inuyasha intentó golpearla con Tessaiga pero con otro movimiento rápido la pantera lo esquivó.
    Se movía tan rápido que Inuyasha no lograba verla y por alguna razón que él desconocía tampoco podía oírla.
    Lanzó varias estocadas con su espada, pero todas dieron simplemente en el aire.
    De repente, Inuyasha vio una enorme garra que se le acercaba peligrosamente y se dispuso a esquivarla, pero logró herirle en el brazo derecho. Soltó un grito de dolor y llevó su otro brazo hacia la herida.
    - Mierda...- jadeó.
    Intentó nuevamente derrotar a su adversario y esta vez logró hacerle un rasguño. El muchacho quedó aún más sorprendido. ¿Sólo había logrado hacerle un rasguño?
    Sin poder creerlo, dirigió su mirada a Tessaiga.
    Pero para mayor sorpresa del chico, esta se había transformado. ¿Y aún así sólo había conseguido hacerle un simple rasguño? ¿Nada más? Era imposible. Muchas veces había conseguido derrotar a otros demonios con una simple estocada de Tessaiga, los había hecho pedazos. Y sin embargo, no lograba hacerle daño a ese demonio. El muchacho se sentía cada vez más desconcertado.
    El demonio aprovechó el momento de desconcierto del muchacho para volver a atacarle.
    Se acercaba a gran velocidad, e Inuyasha solo tubo tiempo de darse la vuelta, puesto que el demonio intentaba atacarle por la espalda.
    Fue visto y no visto. Inuyasha no tubo tiempo de reaccionar, y la pantera logró clavarle uno de sus enormes colmillos entre el hombro y el pecho, arrancándole un grito de dolor. El demonio intentaba cerrar sus fauces para apresarlo, pero él no se lo iba a permitir. Forcejeó para apartarlo de él, pero el demonio tenía una inmensa fuerza. La pantera logró apretar un poco su agarre, consiguiendo que se clavasen las puntas de algunos dientes en la espalda y el torso de Inuyasha.
    La sangre empezaba a ensuciar el haori del muchacho y la hierba que se encontraba a sus pies. Inuyasha hacía todo lo posible para que la pantera no continuase cerrando las fauces, porque sino sería su fin.
    Pero la sangre que perdía no era poca, y la fuerza que necesitaba emplear tampoco.
    Su respiración se estaba volviendo pesada y sus ojos comenzaban a cerrarse involuntariamente.
    - Necesito... escapar- murmuró débilmente el hanyou.
    La pantera comenzó a arrastrarlo hacia el camino por el cual había venido, e Inuyasha forcejeó aún más. No quería ser el almuerzo de una pantera gigante.
    La pantera sentía que el hanyou se resistía, y volvió a apretar sus fauces. Inuyasha abrió mucho los ojos, sorprendido. Después hizo una mueca de profundo dolor y perdió el conocimiento durante unos segundos, los cuales aprovechó la pantera para llevarse al hanyou a su destino.
    Pero Inuyasha despertó, y aunque estaba cada vez más débil, utilizó todas sus fuerzas para librarse del fuerte agarre de la pantera.
    Corrió como pudo hacia el pozo, mientras escuchaba a la pantera rugir de furia porque su presa había escapado. Pero la pantera no iba darse por vencida, así que se apresuró en ir tras el muchacho.
    Inuyasha se percató de que la pantera le seguía, e intentó ir más rápido. Tropezó y cayó al suelo, se levantó todo lo rápido que pudo en el momento en el que la pantera intentaba darle un zarpazo. Sólo consiguió dejarle unas marcas no muy profundas en la espalda, pero el hanyou no pudo evitar lanzar un gemido. Haciendo uso de las fuerzas que le restaban, fue hasta el pozo dando grandes saltos.
    Llegó al lado de éste agotado, se apoyó en sus paredes con las manos para evitar perder el equilibrio, pero cayó al interior del pozo semiconsciente.
    Se golpeó contra el suelo del fondo del pozo, pera ya no estaba en su época.

    - ...Si despejamos X en esta ecuación, nos queda...
    Kagome apenas prestaba atención a las clases. Miraba distraídamente por la ventana, pensando en como estarían sus amigos de la otra época, en que estarían haciendo... De todas maneras no entendía casi nada de lo que explicaban los profesores debido a que se había saltado numerosas clases. Le resultaba muy difícil seguir el ritmo de las clases, y muchas veces lo dejaba por imposible, como en aquella ocasión.
    Suspiró. Si al menos Inuyasha la dejara venir más de vez en cuando, podría tener un ritmo de vida más normal en su época. Y así, su abuelo no tendría que inventar tantas enfermedades. Las enfermedades que inventaba su abuelo eran cada vez peores, y Kagome tenía que vérselas y deseárselas para adivinar de que enfermedad le hablaban cada uno de sus amigos, que por cierto eran todas distintas.
    Suspiró de nuevo. Su abuelo si que tenía imaginación a la hora de inventar excusas y enfermedades.
    Pero claro, todo esto no sería necesario si Inuyasha la dejase volver más a menudo. Si, se sentía bien cada vez que viajaba a la otra época, y además se sentía responsable de lo que le había sucedido a la Shikon no Tama, pero necesitaba volver a su tiempo más a menudo.
    Pero parecía que Inuyasha no entendía todo eso, o quizá no quería entenderlo. Kagome no podía evitar enfurecerse algunas veces. Si fuese él quien viajase a su época ella le dejaría volver más a menudo, no lo presionaría para volver pronto si él no quería.
    Suspiró otra vez. De verdad, algunas veces Inuyasha era extremadamente insoportable e inmaduro.
    - Higurashi- la llamó de pronto el profesor- ¿podría decirme como se resuelve esta ecuación?- preguntó mientras señalaba una complicada ecuación escrita en la pizarra.
    Kagome miró la ecuación durante unos segundos, y después negó lentamente con la cabeza.
    - Debería intentar prestar más atención a las clases, señorita Higurashi, o me temo que sus notas sufrirán un grave descenso. Piense que esta semana empezamos con los exámenes finales.- la regañó el profesor.
    - Si- respondió Kagome cabizbaja. Incluso cuando no estaba presente, Inuyasha le causaba problemas.


    El resto del día transcurrió sin más percances, y por fin se escuchó el timbre que anunciaba la salida.
    - ¡Por fin!- exclamó Kagome mientras estiraba los brazos con cansancio.
    Se levantó de su silla y empezó a recoger sus cosas. Enseguida sus amigas se acercaron a ella.
    - ¿Qué tal te encuentras, Kagome?- preguntó su amiga Yuka nada más llegar a su lado.
    - Tengo entendido que tenías neumonía, ¿ya te encuentras mejor?- interrumpió Eri.
    - ¿Qué? Yo tenía entendido que tenías artrosis.
    - Je je- rió nerviosamente Kagome. “Gracias abuelo”.
    Metió apresuradamente el resto de sus pertenencias en la mochila mientras sus amigas seguían discutiendo sobre sus enfermedades, e intentando que no se percataran, intentó huir antes de tener que dar alguna explicación al extraño asunto.
    - Eh, ¿adonde vas, Kagome? Aún no nos has dicho que te pasaba- le preguntó Yuka, algo ofendida por el comportamiento de su amiga.
    - Es que tengo mucha prisa.- intentó disculparse la aludida.- Lo siento de veras. Mañana nos vemos.- dijo haciendo un gesto de despedida con la mano.


    Ya en el exterior, Kagome soltó un gran suspiro de alivio.
    - Ha faltado poco...- murmuró con una mano en el corazón.
    De todas formas, decidió darse algo de prisa en llegar a su casa, por si a sus amigas se les ocurría seguirla por el camino de vuelta a casa y así poder continuar con el interrogatorio.
    La mayor parte del camino lo hizo corriendo, y no se sintió del todo segura hasta que estuvo ante las escaleras del templo Higurashi.
    - Ya... llegué- dijo entre jadeos.
    Ahora tocaba la peor parte. Subir todas aquellas escaleras.
    Ese día le costó más que nunca subir aquellas interminables escaleras después de haber corrido todo el trayecto desde su colegio hasta su casa corriendo como una loca.
    Cuando llegó arriba estaba exhausta, y siguió el resto del camino andando a paso normal.
    Pasó justo delante del pozo devora huesos, y no pudo evitar la tentación de entrar.
    - Qué bien se está aquí- dijo satisfecha por la agradable frescura que le brindaba ese lugar.
    Depositó su mochila en el suelo y bajó las escaleras que conducían al pozo. Luego se apoyó en una de las paredes del pozo y miró al interior. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no gritar del susto.
    - Inuyasha, menudo susto me has dado. ¿Qué se supone que haces aquí?
    Al ver que el hanyou no contestaba se enfadó un poco.
    - ¡Inuyasha! ¿Me estas escuchando?
    Pero la respuesta seguía sin llegar.
    - ¿Inuyasha?- preguntó esta vez un poco más preocupada al darse cuenta de que el hanyou no reaccionaba.
    Bajó con cuidado al interior del pozo y se acercó un poco al hanyou. Pudo distinguir en la oscuridad del pozo un charco de sangre rodeando al hanyou.
    - ¡Inuyasha!- gritó corriendo hacia él.
    Se arrodilló junto a él, y con sumo cuidado lo colocó boca arriba. Estaba inconsciente y muy pálido. Con terror, descubrió que tenía un enorme colmillo clavado entre el hombro y el pecho, tanto que lo atravesaba, además de numerosas marcas de mordeduras.
    - Inuyasha... – susurró, mientras comenzaban a inundársele los ojos de lágrimas.- ¿Qué te ha pasado?
    Abrazó al muchacho junto a ella, con cuidado de no provocarle mayor daño.
    - Espera aquí... Voy a buscar ayuda.
    Muy a pesar suyo, dejó al hanyou en el interior del pozo para ir hasta su casa a buscar a su madre.
    - ¡Mamá! ¡Mamá!- gritó nada más entrar en su casa- ¡Mamá!
    - ¿Qué ocurre, Kagome?- preguntó la señora Higurashi corriendo hasta su hija.- ¿Qué te pasa, hija?- le preguntó mientras la cogía por los hombros al ver su desesperación.
    - Mamá... Es terrible, Inuyasha...- sollozó.
    - Tranquilízate, Kagome. ¿Qué le pasa a Inuyasha?



    En la Era Sengoku, Miroku, Sango y Shippo paseaban tranquilamente por los alrededores de la aldea de la anciana Kaede. Miroku intentaba aproximarse a Sango mientras caminaba, pero esta consciente del peligro inventaba alguna excusa para desviarse un momento del camino, y así, cuando volvía se colocaba en otro lugar más apartado del monje. Por el contrario, Shippo iba tranquilamente delante de ambos, correteando detrás de los animales que encontraban a su paso.
    - ¿Cuántos fragmentos crees que nos quedan por encontrar?- preguntó Sango, para que el monje dejara de pensar en acercársele.
    - Pues la verdad, no lo sé- respondió Miroku tras meditarlo unos breves momentos. Para gran alegría de Sango, su plan surtió efecto.- Pero espero que no muchos. No quiero ni pensar en los demonios que ambicionan la esfera. Sólo con pensar en todo lo que hemos pasado... me da dolor de cabeza.
    Después, el monje dirigió su mirada hacia la mano en la cual se encontraba el vórtice, y una sombra de tristeza y miedo cruzó por su rostro durante unos segundos. Sango pudo notarlo a pesar de que él intentó disimularlo. El tamaño del vórtice había aumentado durante el transcurso de su largo viaje, y si no mataban pronto a Naraku, terminaría por destruir al propio Miroku.
    Sango se arrepintió por haber sacado ese tema sólo por intentar que Miroku no se acercase tanto a ella.
    Se acercó al monje, y apoyó su mano en el hombro de él, intentando transmitirle seguridad y apoyo.
    Miroku miró a Sango a los ojos. Ella pudo percibir en su mirada agradecimiento y ternura. No pudo evitar sonrojarse levemente.
    Miroku le sonrió dulcemente y Sango enrojeció aún más. Pero, como era habitual, pronto sintió una mano tocando en una zona bastante íntima.
    Se escuchó el eco de un fuerte golpe en todo el bosque, y varios pájaros abandonaron sus nidos repentinamente.
    Sango siguió andando, bastante irritada y dejando al monje en el suelo con una marca roja en forma de mano en la mejilla izquierda.
    Shippo se giró en dirección a ellos al escuchar el fuerte tortazo, pero siguió a lo suyo después de ver la escena.
    - Nunca cambiará.
    Miroku se levantó y se frotó la mejilla dolorida. Pero a pesar de todo, estaba contento. Había conseguido su objetivo.
    -¡Sango! ¡Sanguito!- la llamó mientras corría para alcanzarla.
    Sango solo giró la cabeza y le lanzó una mirada asesina al monje. Después volvió la vista al frente, enfadada.
    - Venga Sango, no te enfades- rogó Miroku, haciéndose el inocente.
    - ¿Qué no me enfade? ¿No crees que me das razones suficientes para que lo haga?- exclamó Sango, girándose de nuevo hacia el monje.
    - Pero ya sabes, la mano maldita...
    - ¡Deja de inventar excusas! ¡No hay quien se lo trague!- Siguió su camino, avanzando con pasos furiosos. Miroku se apresuró en seguirla. Una vez que consiguió alcanzarla, se situó a su lado.
    - Por favor Sango, perdóname- intentó de nuevo Miroku.- Tu sabes que lo hago sin querer...
    Miroku fue interrumpido repentinamente por Sango. Ella se había parado, observando fijamente a Kirara, que olisqueaba el suelo, al parecer siguiendo algún rastro.
    - ¿Qué es, Kirara?- preguntó Sango, poniéndose alerta.- ¿Es algún demonio?
    Como respuesta, Kirara solo dirigió una mirada a Sango.
    - ¿Puedes llevarnos hasta allí, Kirara?- preguntó Sango. Por toda respuesta, la pequeña gatita se transformó, permitiendo que su amiga subiese en su lomo.
    Shippo se acercó a ellos corriendo, puesto que se había alejado bastante del pequeño grupo. Lanzó a Sango y Miroku una mirada interrogativa, pero Sango solo negó con la cabeza, y de un gesto le incitó a darse prisa en montar sobre Kirara junto a ella y el monje.
    Una vez que el pequeño Kitsune subió a lomos de Kirara, esta alzó el vuelo siguiendo el camino que le marcaba su olfato.
    Sango sentía la brisa en su cara, le gustaba esa sensación de libertad, pero aquella vez no pudo disfrutarla. Estaba algo tensa, sentía en su interior que algo no marchaba bien, y se estaba preparando mentalmente para una posible pelea.
    Sobrevolaron varias llanuras cultivadas por los aldeanos, y algunos de ellos los observaron y luego hicieron gestos de saludo con las manos. Sango ni siquiera se dignó a corresponder al saludo. No podían perder tiempo.
    Kirara comenzó su descenso a medida que se fueron aproximando al pozo devorahuesos. La tensión de Sango aumentaba por momentos. “¿En el pozo devora huesos?”. No hacía tanto que Kagome e Inuyasha se habían dirigido hacia allí. “Bueno” intentó tranquilizarse la exterminadora “quizá Inuyasha y Kagome ya han acabado con el demonio”.
    Pero algo en su interior le decía que no era precisamente eso o que había sucedido en ese lugar momentos antes.
    Para gran alivio de Sango, finalmente Kirara aterrizó cerca del pozo. Bajo inmediatamente de su lomo y con su Hiraikotsu en la mano se aproximó al pozo. Miroku y Shippo tampoco perdieron el tiempo, y enseguida se reunieron con la exterminadora.
    La escena que presenciaron nada más llegar los dejó de piedra. Podía verse claramente que se había librado una batalla recientemente. Parte de la tierra que formaba el suelo estaba removida, algunas de las plantas que componían la vegetación de la zona habían sido dañadas, además podían visualizar unas enormes huellas en el suelo. Pero el componente de aquel cuadro que más llamaba la atención era sin duda alguna la sangre que había en forma de pequeños charcos en varias zonas, y ese rastro de sangre conducía al pozo devora huesos.
    Se quedaron en silencio durante unos segundos, pero este silenció fue roto por el ruido que provocó el impacto de la caída del Hiraikotsu de Sango al suelo.
    Fue entonces cuando todos reaccionaron. Miroku fue el primero en hablar:
    - Debemos estar alerta, el demonio aún puede estar cerca.
    - Yo creo que el demonio ya se marchó- comentó Shippo mientras olisqueaba el aire.
    Kirara también olisqueaba. Comenzó a seguir algún rastro por el suelo y Sango se apresuró en seguirla. No tuvo que andar mucho, porque enseguida la pequeña mononoke dio con algo.
    - Un colmillo- murmuró Sango al reconocer el objeto.
    Se agachó junto a Kirara y recogió con cuidado la enorme pieza dental.
    La observó detenidamente. ¿De qué clase de demonio podía tratarse? ¿Qué demonio podría tener tales colmillos?
    Miroku también observaba el colmillo detrás de Sango, y luego le tendió una mano para que ella se lo pasase. La exterminadora se lo dio, y el monje comenzó a observar la pieza con detenimiento.
    - ¿Tienes alguna idea sobre la procedencia de este colmillo?- inquirió la joven exterminadora.
    El monje volvió a observar el colmillo una vez más, y luego contestó a la pregunta de Sango con cierta decepción.
    - Mucho me temo que no, Sango- dicho esto, volvió a entregarle el colmillo.- No puedo saber de qué clase de demonio se trata si no tengo más pistas.
    - A mí me pasa lo mismo.- concedió Sango. Se levantó y se dirigió al pozo, seguida por Miroku y Kirara.
    Llegaron donde se encontraba Shippo y Sango envolvió el colmillo con cuidado en un pañuelo. Quien sabe, quizá ese colmillo les ayudaría a encontrar al demonio.
    Pero había otro asunto que preocupaba a la exterminadora: ¿A quién o a quienes pertenecía la sangre derramada?
    Comentó su preocupación a Miroku.
    - Podríamos averiguarlo- contestó el monje pensativamente- esperemos que la sangre pertenezca al demonio, y no a nuestros amigos. Aunque la verdad, lo pongo en duda. La sangre conduce al interior del pozo devora huesos.
    - ¿Y como podríamos averiguarlo?- inquirió Sango mientras observaba la sangre que manchaba las paredes del pozo.
    - ¡Shippo!- gritó repentinamente Miroku, con lo que Sango pegó un vote, sobresaltada- Ven, acércate.
    Shippo miró extrañado al monje durante unos segundos, pero luego se apresuró en llegar junto a él y la exterminadora.
    - ¿Qué quieres Miroku?- preguntó el pequeño Kitsune, aún algo extrañado.
    - Puedes servirnos de gran ayuda, pequeño Shippo- dijo Miroku. Luego señaló la sangre que había en el pozo y le preguntó- ¿Podrías olfatear la sangre para ver a quién pertenece?
    Sango miró unos minutos al monje sin entender, hasta que por fin cayó en la cuenta de que Shippo probablemente podría saber a quien pertenecía aquella sangre con solo olerla.
    - De acuerdo- respondió el Kitsune, orgulloso de poder ser útil.
    El pequeño Kitsune comenzó a olisquear la sangre, mientras que los demás esperaban con el corazón en un puño.
    “Por favor, que la sangre sea del demonio, que no sea de Kagome ni de Inuyasha”. Pensaba Sango, nerviosa.
    “ Por fin sabremos a quien pertenece esta sangre” pensaba al mismo tiempo Miroku. “Ojalá sea la del demonio”.
    Tras unos segundos que resultaron eternos, Shippo alzó su pequeña cabecita. Su expresión no tranquilizó a los presentes.
    - La sangre es de... – Shippo tragó saliva- La sangre es de Inuyasha.

    Me dicen que piensan ;)
    Se me cuidan todas!
    Besos
    Atte: Erazal
     
  6.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Wow!!!!!!!!!!!!!!!!!
    me encanto la conty!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Para ser tu primer ff escribes como diosa de las artes!!!!!!!!!!!!!!
    me facina tu ff.
    ponos conty pronto!!!!!!!!!! y ya sabes que escribes de lo mejor!!!!!!!
    nos vemos!!!!!!!

    conty!!!!!!
    atte:
    DaMaNeGra
     
  7.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Hola!!!!!!!
    cuando nos pones conty!?
    ya pronto verdad!?
    weno, solo te escribi para que sepas que cuentas con todo mi apoyo y que en cuanto me necesites me puedes mandar un mp ahi toy yo, entro casi todos los dias. Ya sabes!, en cuanto me necesites aqui estoy.
     
  8.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Hola! te vuelvo a escribir, para que nos pongas conty...
    y quiero que sepas que me tienes con un super paro caridaco!!!!!!!!
    pobrecito inuyasha!
    no me lo mates!
    me muero yo con el!
    BUENO OJALA CONTINUES PRONTO, TAMBIEN QUIERO QUE SEPAS QUE ESCRIBES SUPER, TUS DETALLES TRANSPORTAN A UNO AL FF.
    bueno eso si ya es todo.
    por cierto, si algund ia quieres entrar en mis ff, seras bienvenida.
    cuidate!
    chaito!!!!!!!!!!!
    Dama_Negra
     
  9.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    4343
    Re: "Un nuevo enemigo"

    :o Mil gracias!!! Me vas a sacar los colores, de verdad :) Anoche no puse la conti porque estaba durmiendo :dormir2: pero aquí va, también extensa! Gracias de verdad, y me alegro de que te guste, en serio :computadora:

    CAPÍTULO 2: “¿Qué está pasando?”.


    Kagome guió a su madre hasta a donde había encontrado a Inuyasha momentos antes. Su madre la seguía sin decir nada, y Kagome tampoco parecía querer comenzar ninguna conversación.
    Tras unos minutos que para Kagome parecieron eternos, por fin llegaron al pozo. Sin tan siquiera dirigirle una mirada a su madre, Kagome bajó rápidamente las escaleras que conducían al interior del pozo. Los últimos peldaños no se molestó en pisarlos, y se apresuró en llegar junto a Inuyasha. La muchacha se arrodilló junto al hanyou, e inconscientemente, acarició con ternura una mejilla del muchacho.
    Kagome sentía un gran peso en el corazón, un vacío en el alma. Rogaba interiormente por que el hanyou estuviese vivo, y si ese era el caso, porque siguiese mucho tiempo así. Se arrepentía por haberlo dejado aquella mañana por unos estúpidos exámenes.
    “Ojalá pudiera retroceder en el tiempo, poder evitar lo ocurrido” pensaba tristemente, sumida en sus oscuros pensamientos, que ahora eran dominados por la más profunda tristeza, la duda y un enorme arrepentimiento. “No seas tonta, Kagome. Tú sólo puedes viajar quinientos años atrás en el tiempo, ni uno más ni uno menos. Por mucho que quieras, no podrás cambiar lo ocurrido”- le reprochó una voz sensata en el interior de su mente, que aparecía en los momentos más inoportunos. A veces Kagome ardía en deseos de estrangularla. Pero debía reconocer que en aquel momento, tenía toda la razón del mundo.
    “Además, tú no sabías que eso iba a pasar, y mucho menos en qué momento. No puedes parar tu vida solo por el temor de lo que pueda pasar en un futuro, y lo sabes. Y en el caso de que así lo hicieras, no podrías evitarlo. Forma parte de la vida”. – continuó la vocecilla, con cierta picardía.
    En ese momento, la señora Higurashi se sentó al lado de Kagome, sacándola de sus pensamientos y haciéndola sobresaltar levemente. Dirigió al hanyou una mirada crítica y llena de ternura al mismo tiempo, y luego posó con suavidad una de sus manos en la frente de éste, para medir su temperatura.
    - Mmm... Parece que tiene fiebre- murmuró su madre mientras retiraba su mano.- Será difícil llevarlo a casa a menos que esté consciente. Nosotras solas no podemos subirlo por las escaleras del pozo.
    - Lo sé, pero dudo que él se encuentre en condiciones de... – comenzó a protestar Kagome, pero fue interrumpida por un gemido de Inuyasha. Madre e hija bajaron sus miradas hasta encontrarse con la del hanyou, que acababa de despertar.
    - Keh- murmuro débilmente- Claro que puedo.
    Inuyasha comenzó a levantarse, pero cuando por fin estuvo de pié, se tambaleo peligrosamente y Kagome y la señora Higurashi tuvieron que ayudarlo a mantenerse en pié.
    - Inuyasha, no debes hacer esfuerzos. Tu cuerpo no podrá soportarlo- dijo Kagome con una voz que denotaba preocupación.
    - Olvidas que mi cuerpo no es tan frágil como el tuyo- replicó el hanyou débilmente.
    - Se que es así, no lo dudo. Hemos podido comprobarlo en innumerables ocasiones. Pero eso no quiere decir que no seas vulnerable a partir de cierto punto.- intentó disuadirlo la muchacha- Y yo creo que esta vez ya has pasado ese punto.
    - Keh, no digas tonterías- protestó el hanyou entre gemidos- Hace falta algo más que esto para acabar conmigo.
    El hanyou se dirigió a las escaleras que llevaban hasta el exterior del pozo, tambaleándose, sin prestar atención a las numerosas réplicas de Kagome y al consejo de la señora Higurashi de que no se esforzase.
    Cuando se encontraba subiendo las escaleras sintió que el dolor y la debilidad se apoderaban de su cuerpo, pero hizo acopio de todas sus fuerzas y finalmente llegó hasta arriba. La señora Higurashi y Kagome no tardaron en llegar junto a él y el hanyou siguió andando hasta el patio, con las dos mujeres pisándole los talones. Sin embargo, no pudo avanzar mucho más porque las fuerzas le abandonaron y cayó al suelo cuan largo era. Kagome corrió a su lado, alarmada.
    - ¡Inuyasha!
    Se arrodilló junto a él y lo ayudo a ponerse en pié de nuevo, en seguida su madre llegó para ayudarla.
    - Vallamos dentro- aconsejó la señora Higurashi- Podremos decidir con más tranquilidad qué hacer.
    Kagome asintió levemente, contenta por tener a su madre como ayuda. Ella siempre sabía mantener la calma en las situaciones complicadas y siempre encontraba alguna solución.
    Las dos ayudaron a Inuyasha a ponerse nuevamente en pié, y fueron a un ritmo lento pero seguro. Ya en el acogedor interior de la casa, Kagome guió a Inuyasha a su habitación, y una vez allí, lo ayudó con sumo cuidado a recostarse sobre la cama.
    El hanyou no se había quejado en todo el trayecto, a pesar de que, como suponía Kagome, sentía dolor. Pero también era consciente de que el muchacho que se encontraba ahora a su lado, era sumamente orgulloso.
    Inuyasha llevó una de sus manos hacia el colmillo que tenía clavado y lo aferró fuertemente, con intención de extraerlo él mismo. Intentó sacarlo, pero sólo logró hacerse más daño. Lanzó un grito ahogado, y esto sobresaltó a Kagome, quien dirigió una mirada asustada a Inuyasha. Una vez ató cabos, se aproximó a él y depositó su mano sobre la suya, impidiendo que el hanyou continuase haciéndose daño.
    - Déjame hacerlo a mí,- le dijo dulcemente. El hanyou solo soltó un “¡Keh!” pero le dejó hacerlo.
    Kagome comenzó a extraer el colmillo intentando no hacerle daño al hanyou. Pero de pronto sucedió algo. El colmillo comenzó a brillar con una luz violácea, que iluminó por completo toda la habitación.
    Kagome e Inuyasha miraban todo esto sorprendidos, y el colmillo comenzó a desaparecer entre las manos de Kagome.
    - ¿Pero qué...?- atinó a decir esta, mientras miraba perpleja como lo que quedaba del colmillo desaparecía ante sus ojos.
    Cuando el colmillo desapareció por completo, la luz se extinguió.
    Kagome dirigió su mirada a Inuyasha, pero al verlo se sorprendió aún más. Ya no tenía sus orejas de hanyou, su cabello era más oscuro, sus colmillos más cortos y sus ojos dorados se habían oscurecido un poco.
    -¿ Qué está pasando?- murmuró atónita.




    Después de haber investigado un poco por la zona, decidieron que lo mejor sería seguir las huellas del demonio. Quizá con un poco de suerte lograrían darle caza y exterminarlo. Recogieron algunas de sus pertenencias en la cabaña de Kaede, y salieron al camino, listos para emprender el viaje.
    Las huellas seguían en dirección al sur, y a medida que avanzaban el clima se volvía más cálido. Decidieron hospedarse en algunas aldeas de vez en cuando, para no dormir siempre al raso y no tener que estar siempre al acecho, por si algún inoportuno demonio decidía molestarlos. Además, de esa manera siempre podían preguntar a los aldeanos si por casualidad habían visto a un demonio más o menos grande al que le faltaba un colmillo. Aunque hasta ahora solo habían obtenido respuestas desesperanzadoras. El demonio parecía haberse desvanecido en la nada.
    Llevaban ya una semana de viaje, y los resultados siempre eran desalentadores. Para colmo de males, las huellas que llevaban siguiendo todo ese tiempo parecían comenzar a borrarse, o podía ser también que el demonio que las dejó cada vez pesase menos.
    -Esto es desesperante-comentó Miroku por enésima vez en los últimos dos días, mientras caminaban por un sendero rodeado de coníferas.- Llevamos ya una semana persiguiendo a ese demonio. ¿Es que no piensa establecerse en ningún sitio? A este paso, recorremos todo Japón en menos de un mes.
    El grupo comenzaba a impacientarse. Hasta ahora, sólo Naraku les había obligado a desplazarse tan lejos de la aldea de la anciana Kaede. A pesar de los falsos exorcismos del monje, las provisiones se agotaban. Sango era incapaz de obligar a Kirara a llevarlos todo el tiempo sobre su lomo, ya que la mononoke comenzaba a estar falta de fuerzas debido a que llevó sobre ella al grupo durante los anteriores días de viaje. Incluso Shippo parecía haber perdido su habitual entusiasmo.
    - Lo sé, monje- suspiró la exterminadora mientras se acomodaba su Hiraikotsu a la espalda- Pero ya no podemos volver atrás. Todo esto no habría servido para nada.
    El monje pareció calmarse un poco.
    -Perdona Sango. Es que estoy empezando a perder la paciencia.- confesó el monje, cabizbajo.
    - No te preocupes. No eres el único que se siente así. ¿Verdad, Shippo?- la exterminadora intentaba hacer el viaje más ameno, si se mantenían ocupados el tiempo pasaría más rápido.
    El pequeño kitsune pareció despertar de un trance, le costó un momento comprender la pregunta que acababa de formular Sango.
    - ¿Qué? ¡Ah! Si...- comentó el kitsune, para después volver a ese estado de trance.
    Sango suspiró de resignación. A ese paso no avanzarían en lo que podría llamarse en términos normales una conversación. Decidió dejar al pequeño solo con sus pensamientos y entretenerse a hablar con el monje. Este tampoco parecía estar de muy buen humor, pero al menos parecía más accesible que el kitsune.
    Sango estaba pensando qué decir cuando el monje interrumpió sus pensamientos:
    - Ya está anocheciendo- dijo mientras observaba como el sol comenzaba a ponerse tras unas verdes colinas que se situaban al oeste.- No hay ninguna aldea por aquí cerca, según los aldeanos de la aldea en que nos hospedamos la última vez. Supongo que no nos queda más remedio que acampar en algún bosque cercano.
    Esta noticia no pareció alegrar al resto del grupo. Sango y Shippo, que parecía por fin haber salido de su trance, asintieron con desgana, sin embargo, nadie objetó nada al respecto ni se atrevió a dejar salir queja alguna de sus labios.
    Avanzaron buscando algún sitio que pareciese seguro con la mirada, mientras el sol desparecía entre las colinas, proyectando sus últimos rayos sobre las nubes haciendo que estas parecieran de un tono rosáceo.
    La vista era espectacular.
    Sango acariciaba a Kirara detrás de las orejas, haciendo que esta ronronease, mientras miraba como la última uña de sol desaparecía en el horizonte.
    Anduvieron entre la cada vez más profunda oscuridad durante aproximadamente media hora, hasta que Miroku dio con un pequeño espacio de tierra que no estaba completamente lleno de raíces de árboles, y que, a simple vista, parecía seguro y confortable.
    - Acamparemos aquí- dijo Miroku situándose en medio del círculo de tierra rodeado de árboles- ¿Os parece bien?- inquirió mirando a los otros.
    Por toda respuesta, Sango y Shippo se situaron apresuradamente al lado de Miroku y depositaron sus mochilas y demás pertenencias en el suelo para después sentarse sobre unas cómodas raíces que provenían del árbol más cercano a su derecha.
    - Ya veo que sí- rió Miroku, mientras soltaba también sus cosas y acudía a sentarse junto a Sango.
    La exterminadora había apoyado su espalda contra el tronco del árbol y había cerrado los ojos, hasta se podría decir que llevaba ahí dormida desde hace rato. Pero Miroku sabía que no era así.
    - Sango- la llamó el monje intentando captar su atención.
    La exterminadora abrió los ojos perezosamente, y le dirigió una mirada interrogante al monje.
    Miroku no pudo evitar reír interiormente ante tal espectáculo. No era a menudo que se veía a Sango tan perezosa.
    - Iré a buscar algo de leña para encender una fogata- le dijo con una sonrisa en los labios. Sango asintió levemente antes de volver a cerrar los ojos. A su lado, Shippo se había acurrucado entre dos ramas, y parecía haberse quedado dormido.
    El monje se irguió y se alejó un poco para ir en busca de leña. No veía prácticamente nada, pero si tanteaba con las manos lograba dar con alguna que otra rama, y a veces con buenos trozos de madera. Tardó un poco más de lo que habría tardado habitualmente debido a la oscuridad que lo rodeaba, y cuando consideró que ya había recogido la suficiente leña como para encender una pequeña fogata y poder alimentarla a lo largo de la noche, volvió sobre sus pasos, en dirección al pequeño campamento.
    Supuso que Sango estaría algo preocupada por su retraso, pero cuando llegó junto a ella y Shippo, comprobó que los dos estaban profundamente dormidos.
    El monje prefirió no pensar en la suerte que habría corrido si se le hubiese presentado algún demonio demasiado poderoso como para vencerlo él solo, y darse cuenta de que nadie acudía en su ayuda.
    Depositó la leña en el centro del claro y se dirigió hacia su macuto de viaje. Comenzó a rebuscar entre sus cosas hasta dar con dos mantas. Se acercó a Shippo y lo arropó con una de ellas. Luego se dirigió hacia Sango, y la arropó teniendo cuidado de no despertarla.
    Miroku se quedó embelesado mirándola. Se veía tan bonita a la luz de la luna, tan indefensa. Si Miroku no la conociera, podría haber afirmado que se trataba de un ángel caído del cielo.
    Se quedó durante bastante tiempo ahí parado, sin apartar los ojos de su dormida compañera, hasta que comenzó a sentir algo de frío. Sacudió la cabeza para salir de aquel trance en el que le había hecho entrar la belleza de Sango, y se dirigió de nuevo hacia donde había dejado hace un rato la leña que había recogido. La amontonó de forma que al encenderla ardiera bien, y dejó la leña restante amontonada a un lado. Tanteó buscando dos piedras que le sirvieran para encender el fuego, pero no encontró ninguna.
    Miró a su alrededor en busca de inspiración y dio con Kirara, que se encontraba rezagada al lado de Shippo. La mononoke dormía. Pero Miroku no tenía ganas de ir muy lejos a buscar piedras para encender el fuego, así que decidió despertarla. Le pediría que encendiese el fuego con sus llamas.
    Se acercó de puntillas hasta el lugar donde la pequeña gatita dormía placidamente y se arrodilló junto a ella, haciendo que su cara se situase a la misma altura que la de Kirara.
    - Kirara- susurró el moje apenas audiblemente. La gatita movió un poco las orejas, pero no se movió de su posición inicial. El monje probó a llamarla de nuevo, alzando un poco más la voz esta vez- Kirara, despierta.- La mononoke volvió a mover las orejas y ronroneó, molesta. Pero seguía sin abrir los ojos.
    Miroku comenzó a repetir el nombre de la gatita sin cesar, y al cabo de unos segundos esta comenzó a moverse. El monje sonrió satisfecho.
    La gatita bostezó en sueños, y de su boca salieron algunas llamas. Miroku lo vio todo a cámara lenta, las llamas se dirigían directamente hacia él y no tuvo más remedio que retorcer inmediatamente si no quería ser abrasado. La gatita abrió completamente los ojos y no le gustó nada la imagen que vio frente a ella nada más abrirlos.
    En su intento por esquivar las llamas de Kirara, el monje había ido a parar justo al lado de Sango, y accidentalmente había puesto una mano donde no debía.
    Kirara comenzó a gruñir, en posición de ataque. Esto hizo reaccionar a Miroku, que se dio cuenta de la situación y se alejó inmediatamente de Sango.
    - N... No es lo q... que parece, Kirara- rió nerviosamente el monje mientras alzaba las manos enfrente suya a modo de escudo, preparándose para un posible ataque directo de la mononoke.
    Kirara se apoyó sobre sus patas delanteras, lista para saltar sobre el monje pervertido que había osado tocar a su amiga sin su consentimiento.
    Miroku adivinó sus intenciones, y echó a correr en dirección opuesta a Kirara, intentando evitar lo inevitable. Poco tiempo después Kirara ya le había alcanzado, y dando un pequeño salto, mordió sin muchos miramientos al monje en el trasero.
    - ¡AHHHHHHHHH!- Miroku no pudo evitar gritar de dolor. La mononoke parecía no querer soltarlo. Miroku intentó quitársela de encima jalándola de sus dos colas, dando vueltas mientras corría... Pero no había manera de quitársela de encima.
    Se escuchó un bostezo, y Miroku se paró en el acto, todavía con Kirara mordiéndole en el trasero.
    Sango comenzó a abrir los ojos lentamente, desperezándose. A su lado, Shippo, estaba frotándose un ojo intentando despertarse completamente.
    Lo primero que vio Sango fue a Kirara colgada del...
    - ¡Kirara!- la reprendió- Suelta a Miroku.
    Esta vez, la gatita soltó a Miroku. El pobre monje comenzó a sobarse su adolorido trasero mientras agradecía a Sango por su ayuda. Shippo, que se había quedado en su rincón contemplando la escena, intentaba sin mucho éxito ocultar su risa.
    - Bueno- preguntó de pronto Sango- ¿Qué es exactamente lo que ha impulsado a Kirara a reaccionar así contra ti, monje?
    Shippo dejó de reírse, para poder prestar atención a la conversación. Se moría de ganas por saber lo que había pasado con la mononoke y el monje.
    Miroku sintió que se helaba la sangre en las venas. ¿Cómo iba a explicarle a Sango...? Pensó rápidamente en las posibles respuestas que podría darle, pero la exterminadora no parecía estar dispuesta a esperar mucho. Miraba a Miroku fijamente a los ojos, su mirada formulaba la misma pregunta que había pronunciado momentos antes. El monje comenzó a ponerse nervioso. Seguramente Sango no lo escucharía hasta el final, y le daría una bofetada por su atrevimiento.
    - Esto... yo...- comenzó Miroku no muy convencido.
    - ¿Tú qué?- lo urgió Sango, dirigiéndole una mirada inquisitiva.
    - Bueno, yo...- el monje se frotaba la cabeza mientras pensaba qué decirle. Vio a Kirara justo al lado de Sango, escuchando atentamente cada palabra del monje. Miroku comprendió que una mentira no era la salida correcta.- Bueno pues... Queríaencenderlafogataynoteníanadaparahacerlo,asíquedecidídespertaraKirara,peroellabostezóyescupióllamas,asíquemehechehaciaatrásysinquererpuseunamanosobretutrasero,yesofueloquevioKirara- explicó el monje muy rápidamente.
    Las caras de Sango y Shippo mostraban perplejidad. No habían entendido nada.
    Sango miraba al monje fijamente. Se quedó así durante un rato, mientras el monje parecía estar ocupado en susurrar una serie de plegarias a Buda.

    Aqui lo dejo por ahora, me dicen si les gusta...
    Bueno, pues yo ya me voy por el pozo :2ocultar:
    Se me cuidan mucho!
    :beso:
    Atte: Erazal
     
  10.  
    kro gm

    kro gm Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    28
    Re: "Un nuevo enemigo"

    HOLITAS!!
    acabo de leer los contys!!! me gustaron mucho
    espero q pronto pongas los proximos, los estare esperando!!!
    me despido!!
    ohas!
    kro_goodcharlotte
     
  11.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Hola!!!!!!!!!
    la vdd no e leido la conty! >.<
    esque ando de rapidito, la voy a mover a mi conmpu, y ahi la leo,
    al ratitio te digo lo que pienso del la conty ok?
    weno, cuidate!
    nos vemos al retititititito
    chauxx
     
  12.  
    _Heavy_Inu_

    _Heavy_Inu_ Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    98
    Re: "Un nuevo enemigo"

    KYYYYYYYYYYYYYAAAAAAAAA!!
    QUE ALEGRÍA VER ÉSTE FIC AQUÍ
    *se desmaya
    Erazal...ToT...
    Weno, creo que sabras como em encuentro, y tambien lo que diré en...
    5
    4
    3
    2
    1
    ¡¡Kiero continuacion!!

    atte: :inu:
     
  13.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
    ya lo lei!
    esta la conty! wenisima!!!!!!!!!!!!!!
    jeje!
    me encanto!!!!!!!!!!!!!!
    weno, ponos la conty pronto!!!!! y dime que le [asa a mi inu lindo plixxx
     
  14.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    3437
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Wolas!!! Jeje, gracias por leer este fic y por el apoyo que le brindais, en serio. Me animan mucho vuestros comentarios!!! Aqui va la conti, disfrutenla :)

    CAPÍTULO 3.: En la época de Kagome.

    Sango se dirigió hacia donde había dejado a Hiraikotsu momentos antes, lo cogió sin mucha delicadeza y se dirigió como alma que lleva el diablo hacia donde estaba Miroku, el cual la miraba asustado.
    La exterminadora no había llegado a entender todo el relato de Miroku, pero si había logrado captar algo: ese monje libertino le había tocado donde no debía mientras dormía. Otra vez.
    - S... Sango, no... Puedo explicarlo- intentó detenerla el monje, mientras la miraba con verdadero temor en los ojos.
    Pero la exterminadora no iba a detenerse. Ya había escuchado suficiente. Pegó al monje con Hiraikotsu en la cabeza, haciendo que este cayese estrepitosamente al suelo, con un bonito chichón en la cabeza.
    - Aaaa... u- se quejaba el monje desde el suelo, sobandose esta vez con las dos manos en los dos sitios adoloridos, mientras la exterminadora intentaba recuperar el ritmo normal de su corazón. Volvió a la rama en la que se había quedado dormida, dejó su Hiraikotsu justo al lado y volvió a acostarse, tapándose con la manta hasta los hombros. Desde su posición, le lanzó una mirada asesina al monje, advirtiéndole que si volvía a hacer algo parecido, era hombre muerto.
    Shippo imitó a Sango y volvió a acostarse, no sin antes decir: “nunca aprenderá”. Kirara echó una última mirada de advertencia a Miroku, que se había sentado y seguía frotándose la cabeza y el trasero.
    Una vez que todos se durmieron, Miroku decidió ir en busca de las malditas piedras.
    Se alejó un poco del claro, mientras buscaba con la mirada algo para encender el fuego. Vio una piedra que le pareció útil para eso, la recogió, y al levantar la vista el corazón le dio un vuelco.
    Entre la oscuridad del bosque, pudo vislumbrar un par de enormes ojos amarillos.






    La señora Higurashi había insistido en que se quedaran hasta que Inuyasha se hubiese recuperado del todo. Al hanyou y a Kagome no les quedó más remedio que aceptar. No se podía hacer nada cuando una madre estaba preocupada por la salud de los amigos de sus hijos.
    Al principio a Inuyasha le había costado un poco (por no decir mucho) mostrarse ante la familia de Kagome con ese aspecto casi humano. Además, el comentario de Sota cuando lo vio no fue de gran ayuda. Ahora no le llamaba “orejas de perro”.
    La madre de Kagome le había concedido a esta el permiso de quedarse en casa para cuidar de Inuyasha, lo que agradeció profundamente. Justo después de la transformación del hanyou en lo que ya podrían prácticamente llamar un humano, este permaneció inconsciente durante algunos días, y al despertar, no le gustó para nada su nueva apariencia. Kagome le garantizó que irían detrás del demonio que le había echo eso, e intentarían que volviese a su forma hanyou. Inuyasha no pareció muy convencido, pero eso le subió algo los ánimos.
    Era Sábado por la mañana, y toda la familia Higurashi se encontraba en casa. Kagome e Inuyasha se encontraban en la habitación de esta, aún era bastante temprano, y la señora Higurashi se encontraba preparando el desayuno.
    - Ya está prácticamente cerrada- comentó Kagome, mientras cambiaba a Inuyasha el vendaje.- Pero deberíamos quedarnos aquí durante algún tiempo más. Aún no te has recuperado del todo.
    La muchacha terminó de poner las vendas alrededor del torso del hanyou, mientras este dejaba escapar un “Keh” apenas audible. Ahora que era más humano que hanyou, no mostraba esa fachada que utilizaba normalmente para ocultar sus verdaderos sentimientos. Era, por así decirlo, más sensible. Pero seguía siendo Inuyasha.
    Kagome guardó todo dentro del botiquín, y volvió a colocar a este último en su sitio.
    - ¡A desayunar!- se escuchó la voz de la señora Higurashi desde la cocina.
    Kagome e Inuyasha bajaron a la cocina. Cuando entraron pudieron ver a un Sota bastante adormilado, que había dejado caer su cabeza dentro del plato, manchándose así la cara. La señora Higurashi intentaba despertar a su hijo, mientras que el abuelo de Kagome leía tranquilamente el periódico en el otro extremo de la mesa, a la vez que comía una tostada con mantequilla.
    - Buenos días- saludaron Kagome e Inuyasha al unísono, yendo cada uno a sus respectivos asientos. Kagome se sentaba a la derecha de su abuelo, e Inuyasha justo al lado de Kagome, quedando en frente se Sota, que ya comenzaba a despertar.
    - Buenos días- correspondió la señora Higurashi con una sonrisa amable en los labios, mientras le limpiaba a Sota la cara con una pequeña toallita.
    El abuelo de Kagome los saludó con un simple hola, y después se dirigió a Sota:
    - ¿Cómo puedes quedarte dormido así?- le reprochó con voz severa- ¡Un futuro sacerdote debe acostumbrarse a despertarse temprano y tener la mente siempre despejada!
    - Sí, abuelo. Ya lo sé- suspiró Sota, aburrido. Su abuelo había decidido empezar a entrenarle como sacerdote a partir de ese mismo día, ya que había desistido en hacerlo con Kagome. La muchacha no solía pasar mucho tiempo en su casa, además de que ya recibía suficiente entrenamiento en ese campo cuando estaba en el Sengoku. Por lo tanto había decidido empezar cuanto antes posible con su nieto. Llevaba repitiendo lo mismo cada día incansablemente a el niño, y este ya estaba harto de escuchar siempre lo mismo.
    - Abuelo, creo que Sota ya se conoce eso de memoria.- observó Kagome mientras vertía algo de leche en su vaso.
    - Kagome tiene razón, abuelo- coincidió la señora Higurashi.
    - Pero es que no puedo ser tan blando con él- protestó su abuelo- Cada generación de esta familia ha tenido un sacerdote que ha cuidado del templo, todos ellos eran grandes sacerdotes porque se habían entrenado muy duramente... -Nadie escuchaba al abuelo de Kagome. Este, al darse cuenta, volvió a hundirse. “¿Por qué nunca me escuchan?”.
    Terminaron de desayunar en media hora. El abuelo obligó a Sota a darse prisa en terminar el desayuno, porque tenía pensado ir a entrenarlo en medio de la naturaleza, para que, según él, su espíritu se purificase. Salieron a toda prisa de la casa, para no perder el autobús que los llevaría a su destino, mientras que los otros tres se quedaban en la cocina. Cuando se marcharon, los tres suspiraron. Tenían puestas sus esperanzas en que el abuelo desistiese.
    La señora Higurashi se volvió hacia los dos jóvenes, que se encontraban ayudando a recoger la mesa.
    - Bueno, pues nosotros tampoco nos vamos a quedar todo el día sin hacer nada- comentó alegremente. Los otros le dirigieron una mirada interrogativa.- Ya que Inuyasha deberá quedarse durante algún tiempo más en esta época ( y nunca se sabe cuanto puede ser) no puede seguir con esa ropa. Así que he pensado que podríamos ir de compras- finalizó con una sonrisa. A Kagome se le iluminaron los ojos.
    - ¿De veras?- inquirió.
    - Si.- afirmó la señora Higurashi.
    - ¡Bien!- exclamó Kagome, feliz. Hacía mucho que no iba de compras.
    Inuyasha no entendía el motivo de tanta felicidad. Solo pudo articular:
    - ¿De... de compras?



    Habían terminado de recoger los utensilios empleados para preparar el desayuno, la señora Higurashi y Kagome se habían arreglado un poco, y ahora los tres estaban parados frente el coche nuevo de la familia Higurashi. El coche era de color azul, bastante moderno y espacioso. Kagome quedó maravillada cuando lo vio. Inuyasha miró el coche no muy convencido, pero la señora Higurashi y Kagome le aseguraron que no era nada peligroso.
    Kagome e Inuyasha se sentaron en los asientos traseros del coche. Kagome tuvo que ponerle el cinturón a Inuyasha, aunque este decía que eso era un estorbo. La señora Higurashi reía desde el asiento del conductor. Finalmente, arrancaron el coche (con un Inuyasha muy nervioso en el interior) y en cuestión de un cuarto de hora, llegaron a unos grandes establecimientos que se encontraban en las afueras de Tokio. Habían decidido que lo mejor sería ir a un sitio que no estuviese muy abarrotado, ya que el muchacho que las acompañaba posiblemente montaría algún que otro escándalo debido a su ignorancia con respecto a todas esas modernidades. Aparcaron el coche en la acera que estaba enfrente del parque comercial, y se dirigieron a la puerta principal. Eran unos establecimientos bastante modernos. Habían tiendas de ropa, electrónica, informática, alimentación, joyerías, librerías, restaurantes de comida rápida, cines, amplias terrazas en la parte superior de la gran edificación y pequeñas fuentes que adornaban el centro de los patios y terrazas. Inuyasha lo miraba todo, curioso. Cada dos por tres le preguntaba a Kagome qué era eso o aquello, y ella y su madre no podían evitar reír, divertidas. Parecía un niño pequeño en su primer día de escuela.
    Primero se dirigieron a una tienda de moda joven, y la señora Higurashi y Kagome comenzaron a rebuscar entre hileras de estantes con ropa masculina. Inuyasha no cesaba de mirar a su alrededor, con expectación: nunca antes había visto algo parecido. Había montones de ropas tan raras como las que usaba Kagome, pero también distintas, lo cual no quitaba que también fuesen raras. Había una multitud de gente, que, al igual que Kagome y la señora Higurashi, rebuscaban entre montañas de ropa. Un grupo de personas formaba una fila frente a una mesa, en la cual se encontraba una chica joven, y le daban a ella la ropa que habían cogido. Después esta se las devolvía dentro de unas bolsas. Inuyasha contemplaba todo esto boquiabierto, mientras que Kagome y la señora Higurashi ya habían formado una montaña de ropa considerablemente grande para que Inuyasha se la probase. Llamaron la atención del muchacho, y este las siguió hasta los probadores de ropa. Kagome le explicó de manera breve cómo se hacía para ponerse esa ropa y qué era cada prenda. El muchacho entró en el probador, y logró ponerse con algo de dificultad unos pantalones vaqueros, una camisa blanca de mangas cortas y un jersey verde pistacho. Salió del probador para que Kagome y la señora Higurashi le dieran el visto bueno.
    En cuanto lo vieron, sus rostros se iluminaron. Inuyasha se veía muy mono con esa ropa, que además, le iba como anillo al dedo. Le hicieron probarse el resto de la ropa. Al final se quedaron con casi toda, y es que se les antojó que Inuyasha se veía muy favorecido con casi todo lo que se ponía.
    Cuando salieron de la tienda de ropa, fueron directos a una zapatería. Hicieron a Inuyasha probarse varios modelos de zapatos de deporte, y escogieron unos de color blanco. Le compraron también varios pares de calcetines, y entraron también en una tienda de ropa interior masculina, ambas mujeres algo azoradas, sobre todo porque tendrían que explicarle a Inuyasha que eran esos “trapos” que se ponían debajo de la ropa.

    Entre compra y compra, pronto llegó el medio día. Comieron en el WcDonald’s, así no tendrían que preparar la comida cuando llegasen a casa ni tener que lavar platos. A Inuyasha le encantó la comida, cosa que preocupó un tanto a la señora Higurashi. Su hija siempre les llevaba comida muy poco saludable a sus amigos de la antigüedad. Y eso, a larga, no podía ser bueno.
    Cuando terminaron de comer, depositaron todas sus compras en el maletero del coche, y se dirigieron de vuelta a casa.
    Los tres iban cargados de bolsas cuando llegaron al umbral de la casa de la familia Higurashi. Cada uno cogía las bolsas entre sus manos como podía, aunque más de una vez se les cayó una, desperdigándose todo su contenido por el suelo.
    - Mamá, creo que nos hemos pasado un poco- puntualizó Kagome, una vez que dejaron las bolsas en la habitación de la chica.
    - Sí, tienes razón- coincidió la señora Higurashi- Pero todo esto es necesario.
    Inuyasha no decía nada. El día había sido agotador. Habría podido jurar que “ir de compras” era peor que luchar contra cien demonios en un mismo día.
    - Inuyasha- El chico se giró hacia Kagome, que lo miraba con una sonrisa pícara. Eso no le gustó nada.
    - ¿Qué quieres?- preguntó algo temeroso el chico.
    - Anda, ponte algo de lo que hemos comprado hoy- suplicó la muchacha- Esa ropa te sienta muy bien- dijo esto señalando las bolsas repletas de ropa que se amontonaban frente a ellos.
    - ¿Qué?- Inuyasha no tenía muchas ganas de estrenar esa ropa. Se sentía más cómodo dentro de su haori. Había pensado, que como muy pronto, se la pondría al día siguiente.
    - Sí, ¿por qué no?- ayudó la señora Higurashi a su hija.- En esta época no es muy normal llevar esa ropa que llevas, cielo. Será mejor que empieces a ponerte la ropa que hemos comprado hoy cada vez que vengas a esta época.
    -Pero... Kagome nunca se cambia de ropa cuando viaja a mí época- protestó el chico.
    - Ya, pero aquí es distinto- le explicó Kagome.- No puedes ir vestido como tú quieras. Bueno, sí- meditó- pero siempre dentro de unos límites.
    - Pero...-intentó él, una vez más.
    - Por favor, hazlo por mí- le pidió una suplicante Kagome, a lo que Inuyasha no pudo evitar vacilar. En esa época esa ropa era normal, ¿no? No haría el ridículo, y solo sería durante un tiempo. Además, si era Kagome quien se lo pedía...
    - Esta bien- acabó por aceptar, no muy convencido de su propia decisión.
    Kagome sonrió, feliz. A su lado, su madre reía interiormente. Inuyasha siempre acababa haciendo lo que Kagome le pedía. No sabían hasta que punto estaban conectados entre sí. Era una unión especial, algo más que una simple amistad los unía. Claro está, ella se había dado cuenta tiempo atrás, pero ellos aún permanecían en la ignorancia.
    Kagome eligió el conjunto de pantalones vaqueros, camisa blanca y jersey verde pistacho para ese día. Inuyasha, con un suspiro, se dirigió al baño para cambiarse.

    Aquí lo dejo por el momento. Por cierto, Tania, se aceptan sugerencias pa lo que pasará después del capi 7, eh? Que últimamente estoy falta de tiempo y de ideas para escribir... Me dicen que les pareció... Gracias Dama_Negra por el apoyo J y las ganas con las que sigues este fic... y en definitiva, gracias a todos los que siguen este fic!!
    Se me cuidan todas muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho!!!!!!!!!!!!!
    :beso:
    Atte: Erazal
     
  15.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Hola!!!!!!!!!!!
    como tas?
    weno nomas vengo a avisar que ya baje la conty a mi makina
    y que ya la voy a leer!
    cuidate!
    y al ratititito te traigo la opinion ok?
     
  16.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    jajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajajjajaja
    QUE
     
  17.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Que Divertido Esta El Ff!!!!!!!!!!!!!!!
    Como Me Rei Con Eso De "los Trapos"
    Jajajajajajajajajajajajajajajajajajaj!!!!!!!!!!!!!
    Mematas~!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    En Fin...
    Ponnos Conty Printititititititito...
    Plis! >.<
    See You
     
  18.  
    Chaos Lady

    Chaos Lady Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    10 Octubre 2006
    Mensajes:
    1,000
    Pluma de
    Escritora
    Re: "Un nuevo enemigo"

    PORUQ NO HAY CONTY?!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    PLIS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    PONNOS CONTY!!!!!!!!!!!!!!
    TE LO RUEGO!!!!!!!!!!!!!
    PLIS!!!!!!!!!!!!!!!
    ME TIENES MUERTA!!!!!!!!!!!!!!!
    exagere u.u''''
    WENOU...
    CHAITO!!!!!!!!!!!!!!!
    Dama_Negra
     
  19.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    36
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Perdooooooon!! Pero es q a esa hora estaba durmiendo :dormir2: y pues por eso no puse conti... Pero no te preocupes, pronto la pondre :) Te me cuidas mucho!!!
    :beso:
    Atte: Erazal
     
  20.  
    Erazal

    Erazal Guest

    Título:
    "Un nuevo enemigo"
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    3180
    Re: "Un nuevo enemigo"

    Ya subo el capítulo 4!!! Es algo corto, sinceramente. Durante este capítulo y el siguiente vamos a centrarnos un poco en Sango y Miroku, desvelando poco a poco ciertos enigmas. (aunque aún me queda mucha guerra por dar, eh??). Gracias a Dama_Negra por todo! Eres una persona super especial ^-^

    CAPÍTULO 4.

    Miroku se había quedado paralizado de terror. La enorme criatura que se alzaba ante él, imponente, majestuosa, hizo que se le helara la sangre en las venas y su corazón le doliera en el pecho. Los ojos de la criatura lo miraban fijamente, desafiantes. El monje solo consiguió colocar un pié atrás, su cuerpo no respondía a las alarmantes órdenes que dictaba su cerebro. No sabía el por qué, pero de algún modo, esa criatura imponía respeto con su sola presencia.
    Esperó, ahí plantado durante unos angustiantes e interminables minutos, a que la criatura le atacara. Sin embargo, nunca llegó a hacerlo.
    La pantera se colocó justo enfrente de Miroku, con elegancia y un brillo de inteligencia en sus ojos amarillos. El monje no pudo sostener esa mirada. Las piernas comenzaron a temblarle, y cayó al suelo.
    Ahora estaba de rodillas, con la cabeza gacha. Había algo en esa mirada... No podía descifrarlo. Se había sentido tan pequeño, tan insignificante con solo mirar esos ojos... No entendía el por qué de esa reacción, de esos sentimientos que se agolpaban en su alma.
    Casi podía sentir el aliento del animal en su rostro, las manos le temblaban violentamente.
    ¿Por qué se sentía tan asustado? ¿Por qué no reaccionaba? ¿Por qué no atacaba a esa criatura y la derrotaba, como había hecho con tantas otras?
    La respuesta a todas estas preguntas que llegó a su confusa mente, fue que aquella criatura era distinta. Tenía algo especial que hacía que se sintiese paralizado, vulnerable. ¿Sería ese acaso su final? Tenía ganas de ponerse en pié, y salir corriendo.
    Esas reacciones tampoco eran propias de él.
    Escuchó un ruido de pisabas que aumentaban su intensidad a sus espaldas, y la pantera alzó la cabeza, orgullosa, hacia el recién llegado.
    Miroku no se atrevió siquiera a girar la cabeza. El terror que mantenía presos su cuerpo y su alma se lo impedía.
    El ruido de las pisadas se detuvo. El monje pudo calcular que se habían detenido solo a unos pasos de la escena.
    - Monje...- Miroku logró alcanzar a escuchar el susurro de Sango. Sintió como si una mano invisible atenazara con fuerza su corazón.
    “No, tú no”, pensó el monje, aterrorizado. “Por favor, Sango, vete de aquí antes de que te haga daño”.
    Sango se había quedado paralizada nada más ver esa escena. Sintió que su corazón se rompía en mil pedazos al ver a Miroku así, tan indefenso, tan aterrorizado ante esa inmensa criatura.
    - Sango...- la joven miró al monje, que no se había movido tan siquiera un milímetro- Por favor... vete.
    La muchacha cerró un puño con fuerza, clavándose las uñas en la palma de su mano. ¿Qué se fuera? No iba a huir y dejarlo ahí, solo, en peligro.
    - Ni lo sueñes monje- dijo, desafiante.- No pienso dejarte lo mejor a ti solo.
    Miroku suspiró, intentando tranquilizarse. Sango no lo comprendía, no tenían posibilidad de derrotarle ellos solos. Esa criatura emanaba un aura poderosa, no demoníaca, pero sí muy poderosa y sobrecogedora.
    - Sango- intentó explicarle el monje, con paciencia- No podremos vencerla. Simplemente, no podemos.
    El monje lo había adivinado en el momento en que su mirada se cruzó con esos ojos amarillos, indescifrables. Esa afirmación que había llegado a su alma en ese momento era algo indudable, incuestionable, que no admitía replica alguna.
    Sango miraba al monje atónita. No podía creer lo que acababa de escuchar. No, no podía. ¿Desde cuando aquel valiente y pervertido monje se rendía tan fácilmente?
    - ¿Por qué, Miroku? ¿Por qué?- la exterminadora temblaba de furia- ¡¿Por qué no te atreves a dar la cara, eh?! ¡Dime! ¡¿Por qué?!
    El monje reaccionó ante estas palabras, ante la voz teñida de dolor y de furia de Sango. Se puso de nuevo en pié, tambaleándose. Miro a la extraordinaria criatura que tenía a su lado, y por un momento le pareció ver una chispa de curiosidad en sus enormes ojos. También pudo percibir que no planeaba atacar, al menos no por el momento. Indudablemente, era una criatura extraña.
    El monje dirigió una mirada apenada a Sango. No, ella no lograba comprenderlo.
    Sango percibió la mirada que le dirigió el monje, y eso solo logró enfurecerla más.
    Alzó su Hiraikotsu, y sin pensarlo dos veces se dirigió veloz hacia la pantera, con intención de acabar con ella con un golpe certero de su arma.
    Pero paró en seco al encontrase con la mirada fría y calculadora que le dirigía la enorme criatura.
    La muchacha no pudo evitar sentir el pánico recorrer cada una de las células de su cuerpo. Comprendió, de pronto, el terror del monje.
    Con cautela, depositó su arma en el suelo, y se arrodilló, incapaz de sostener su propio cuerpo.
    El monje corrió hacia ella, y la pantera no hizo nada por impedírselo.
    - Sango...- murmuró el monje, situándose al lado de la exterminadora.
    Pudo ver reflejados en el rostro de la muchacha horror, incredulidad.
    También ella lo había sentido. El monje la abrazó, protectoramente, sin pensarlo.
    La joven reaccionó al sentir los brazos de Miroku alrededor de su cuerpo, protegiéndola. Podía sentir en su cuello el cálido aliento del monje. Se sintió infinitamente bien y protegida entre los fuertes brazos del muchacho. Correspondió el abrazo sin dudarlo. Tenerlo a su lado hacía que parte del miedo que se había instalado en cada rincón de su ser, abandonara al instante su alma.
    La pantera se situó con porte majestuoso ante ambos, con la mirada de esos ojos indescifrables y profundos fija en ellos.
    Esta vez Miroku logró devolverle la mirada. Se sentía más seguro de sí mismo con Sango a su lado. Su presencia le hacía sentirse capaz de superar cualquier obstáculo.
    La pantera pareció sonreír, complacida ante tal actitud.
    Sin previo aviso, Miroku y Sango pudieron escuchar en el interior de sus mentes una voz que sonaba firme y que no admitía réplica. Era una voz masculina, pero se podría clasificar como inhumana.
    Ambos se sobresaltaron. Había sido algo completamente inesperado.
    - ¿Co... Cómo?- atinó a decir el monje, sorprendido.
    Sango también miraba incrédula a la enorme pantera postrada ante sus ojos. ¿Cómo era posible...?
    Se escuchó en el interior de sus mentes una risa sarcástica, irónica, que hizo que se estremecieran con tan solo oírla.
    “ Humanos” comentó con indeferencia y superioridad la pantera en el interior de sus mentes.
    Los muchachos no se movieron ni un milímetro, esperando que la criatura continuase hablando.
    “Mi señor me envía para buscar algo, pero mi presa ha escapado. Querría que le dierais un mensaje”
    - ¿Tu presa?- inquirió el monje. Intuía algo, y no le gustaba nada.
    “Exacto” afirmó la pantera dentro de sus mentes.
    - ¿Y... quién es... la presa?- preguntó el monje cautelosamente.
    Sango escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras que pronunciaban el monje y la pantera, sin perder detalle. Empezaba a sospechar de que se trataba.
    “ Un hanyou” explicó, acompañado con lo que habrían podido jurar que era una sonrisa.
    - No tenemos porque decirle nada- intervino Sango, haciendo que la enorme pantera posara su mirada sobre ella. Le exterminadora bajó la mirada enseguida, intimidada por esos ojos.- Ha escapado, ¿no? No tiene porque tener algo que ver con tu señor- continuó.
    “Oh, no te preocupes por ese pequeño detalle” rió sarcástica la pantera. “Quizá no lo tenga entre mis fauces, pero si en mi poder. No le queda más remedio que escuchar el mensaje que le envía mi señor”.
    - ¿En tu poder? ¿Cómo?- exclamó Sango, con una mueca en su cara que pretendía ser divertida- Ha escapado de ti una vez, ¿por qué no habría de conseguirlo otra vez?
    - Sango, cálmate- intentó tranquilizarla el monje.
    - ¿Qué me calme? ¿Qué me calme?- estalló Sango.- ¡¿No te das cuenta, monje?! ¡Intentó matar a Inuyasha, y piensa que él va hacer lo que su señor le pida porque sí!
    Sango se volvió hacia la pantera de nuevo. Ya no había temor en sus ojos, sino determinación.
    - Como ya te dije antes, escapó de ti. No lo has matado. ¿Crees que va siquiera a escuchar el mensaje de alguien que pretende matarle?- concluyó la joven.
    La pantera rió en sus mentes, y esa sonrisa les puso los pelos de punta a ambos.
    “Exacto, escapó. Y es porque escapó, que le interesa a mi señor”
    - ¿Qué?- los chicos no entendían nada.
    “Os lo explicaré de forma que vuestras mentes humanas lo entiendan. Mi señor necesita a ese hanyou, y no es estrictamente necesario que venga a él voluntariamente, por eso me envió a mí hasta aquí. Pero si el hanyou era débil, tampoco le interesaba. Así que todo marcha según lo planeado”
    - Pero si ha escapado... – dijo Sango. ¿Cómo lo había podido atrapar si había escapado? Era algo contradictorio.
    “Como dije antes, quizá no le tenga entre mis fauces, pero si en mi poder”. Su voz sonó con un timbre inhumano, y eso hizo que los muchachos sintieran miedo.
    Sango se aproximó a Miroku inconscientemente, y le cogió de la mano, buscando su protección.
    El monje puso un brazo alrededor de la cintura de la exterminadora, en un gesto protector.
    - No comprendo- confesó el monje.
    La pantera volvió a reír dentro de sus mentes.
    “ Ese es el mensaje que quiero que le deis a vuestro compañero hanyou. El colmillo que le clavé contenía veneno. No es un veneno instantáneo, no. Pero ira perdiendo sus poderes, y con ellos, la vida”.
    En los rostros de Miroku y Sango se veía reflejada sorpresa. Esa sorpresa pasó a ser miedo, y ese miedo, odio.
    “El único remedio que podrá curarle, lo tiene mi señor. Si quiere salvar la vida, tendrá que ir a mi señor. La herida que tiene nunca cerrará completamente sin el antídoto que anula el veneno”explicó esto disfrutando con las reacciones de los muchachos.
    - ¿Don... dónde deberá ir exactamente? ¿Dónde se encuentra tu señor?- preguntó Miroku, sobreponiéndose a la furia que amenazaba con estallar dentro de él.
    “ Lejos de aquí” respondió la imponente criatura, sonriendo interiormente al comprobar los sentimientos del monje. “Y largo tiempo también”
    - ¿Cómo? ¿Largo tiempo, dices?- preguntó sorprendido el monje por esta aclaración.
    “Sí, has oído bien, monje”Entrecerró sus grandes ojos amarillos mientras decía esto. “Largo tiempo en el pasado. 1.024 años exactamente. Tendrá que viajar al año 473 antes de cristo, como lo llaman los europeos de esta época. Y sí” dijo al ver la expresión de los jóvenes al escuchar europeos. “Tendrá que viajar a Europa, al país al que hoy llaman Grecia”.
    - ¿Y... y cómo es posible hacer eso? Es decir, viajar en el tiempo- preguntó Sango, intentando asimilar toda esa información.
    “ Sólo decidle que esté dentro de siete jornadas, cuando haya plenilunio, en el pozo devora-huesos. A media noche, solo deberá saltar al interior del pozo, y la magia se encargará del resto. En cuanto a viajar a Grecia... Que se las apañe como pueda. Pero advertidle también de que solo tiene tres meses antes de que veneno haga efecto y le arrebate para siempre la vida. Recordadle también, que solo mi señor conoce el antídoto a ese veneno, ya que el mismo veneno lo creó él”.
    Miroku se puso repentinamente en pié, y esto cogió por sorpresa a Sango, que al no tener nada en que apoyarse, cayó al suelo. Se quedó sentada observando al monje. Este permanecía erguido ante la magnífica criatura y la miraba fijamente a los ojos, sin un solo rastro de temor en su rostro. Su semblante era sereno e imperturbable, pero sus ojos destilaban un profundo odio que no pasó inadvertido a los presentes.
    - ¿Por qué le interesa tanto a tu señor que Inuyasha vaya a Europa? ¿Qué es exactamente lo que quiere de él, qué pretende?
    La voz del monje había sonado tranquila y firme, pero no pudieron dejar de apreciar en ella un deje del odio que sentía ahora quemando sus venas.

    Aqui lo dejo por ahora.
    Me dicen lo que piensan :)
    :beso:
    Atte: Erazal
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso