Long-fic Un juego por la vida de... naraku?

agradezco post... perdon por el retraso de un dia, ahora con ustedes la conti de tan divertida historia... correla!!!!

Capítulo 12

Había una gran recepción en uno de los prestigiados salones de un distinguido hotel en Las Vegas… el Hotel Wynn. En ese lugar se encontraban 10 sonrientes señoritas y otras tantas invitadas a una cena informal con un personaje especial.

Sesshōmaru lucía como siempre… la expresión seria e indiferente de “poker face” y la mirada un tanto perdida en un punto lejano del techo, sin interesarse en lo más mínimo por todas sus acompañantes… solamente por una pequeñita de negros cabellos y linda sonrisa, la cual sí se veía más que contenta ante las mujeres ahí reunidas. Las fans invitadas conversaban animadamente entre ellas y con todas las chicas del anime, e intercambiaban observaciones sobre el torneo y los otros caballeros del programa animado.

— ¿Qué les ha parecido todo? — preguntó Aome muy sonriente.

— ¡Maravilloso! — contestaron varias de ellas.

— Toda la organización ha sido súper — dijo una linda joven que responde al nombre de “KagomeG”.

— La entrevista fue genial — agregó otra chica llamada “Kal Sakka”.

— ¡Y está noche ha sido fenomenal! — confirmó una más, conocida como “Cinderella”.

— Sobre todo porque… ¡estamos con Sesshōmaru! — concluyó una simpática muchacha denominada “Whitemiko”.

— ¡Sí! — dijeron nuevamente al unísono.

Y le dirigieron al gran demonio miradas de ensueño, él… como si nada ocurriera a su alrededor. Aome y Sango hicieron simpáticos gestos de resignación en tanto Ayame parpadeó un poco absorta. Kagura y Kikyō, junto a Lin, sonreían como las fans. Kirara prefirió dormirse en las piernas de su ama.

— Pero cuéntennos… — hizo la observación otra de ellas, llamada “SangoxMirokagxInu” — ¿habrá escenas románticas en la siguiente temporada, que será la última? — y le brillaron los ojitos en forma pícara.

— Sí, — habló “Whitemiko” una vez más — queremos besos de los protagonistas.

— Eee… — tartamudeó Aome, en tanto que Sango enrojeció y desvió un poco la vista — aún no tenemos el libreto final — y adquirió el tono colorado de su amiga.

— Esperemos que no nos dejen en ascuas como en la última temporada, — dijo “Cinderella” — ni un beso… de ninguno de ustedes cuatro.

— Recuerden que en la película 2 Aome sí besó a Inuyasha — observó “KagomeG”, como haciendo memoria del suceso.

— Pero Sango no quiso darle ni un pequeño beso a Miroku… — suspiró “SangoxMirokagxInu” remembrando lo mismo.

— Pues en eso tienes razón, — agregó “Cinderella” nuevamente — pero no puede decirse que fue un buen beso.

Las dos coprotagonistas y amigas casi se quieren hacer diminutas de la vergüenza, pues no podían negar que en realidad les gustaría besar a ese par de tontos que tienen de compañeros… pero los dos son tan…

— Ayame es la que debería besar al bruto de Koga, para así convencerlo de casarse de una buena vez. — intervino “Kal Sakka” dando su opinión, mirando a la loba blanca — Eres muy bonita… pero Koga es tan…

— Baboso — completó “KagomeG”.

— Eso, — habló otra fan, cuya personalidad se esconde bajo el seudónimo de “FandeInu” — es el nombre adecuado para ese lobo grosero y sin educación… aunque no deja de ser guapo también.

Muchas afirmaron con la cabeza, apoyando la moción. Ayame no sabía si llorar o reír ante el apoyo de las fans… y eso que ella no tuvo un gran papel dentro de la serie animada, ni siquiera fue planeada originalmente por la autora. Las palabras dichas la llenaron de alegría.

— Por cierto Kagura, — dijo “Kal Sakka” dirigiéndose esta vez a la manipuladora del viento — me parece que Sesshōmaru no esta muy seguro de lo que siente por ti… tal vez sí sea amor.

La Teynnō enrojeció tantito de pena… le gustaría que eso fuera verdad y que el gran demonio blanco la rescatara del dominio de Naraku, para ser libre y tal vez… poder vivir a su lado. El aludido continuaba con ese rostro de Esfinge que siempre acostumbra tener, como si nadie estuviera hablando de él; sin embargo, y de forma disimulada, porque tiene muy buen oído y no había perdido el hilo de tan simpática conversación, miró a la de ojos rojos por una fracción de segundo, sonriendo sutilmente ante lo que escuchó, pensando en todas las cosas que las mujeres pueden imaginar.

— Discúlpame — habló “Cinderella” negando con la cabeza — pero sinceramente no creo que Kagura haya llegado a ser del agrado de Sesshōmaru.

— Sesshōmaru es para mí — dijo una joven que aún no había pronunciado ni media palabra, pues se encontraba con la mirada fija en el Daiyōkai, como si fuera lo más interesante de ver en ese lugar. Su nombre, “Suri”.

— Perdón, pero Sesshōmaru es mío, — dijo otra más, hermana de “Suri”, llamada “Yulishessy” — y no lo voy a compartir con nadie, aunque seas mi hermana.

— Lo siento chicas, — afirmó “Cinderella” — pero no estoy de acuerdo con ustedes, pues yo me quedaré con Sesshōmaru.

Las del anime se habían callado al escuchar el parloteo de las fans discutiendo por quien sería la mejor para ser la compañía del Inugami, y a todas les brotó una gotita anime en lo alto de sus cabecitas mientras ponían tontas expresiones de incredulidad ante las palabras dichas. Jaken parecía no creer lo que escuchaba, y los grandes ojos casi se le salen de las órbitas, de lo asombrado que estaba oyendo a esas mujeres desconocidas discutir sobre su Gran amo. Y el objeto del deseo… tan inmóvil como estatua, como si no estuviera consciente del efecto provocador de su personalidad, dedicado en ese momento a observar de soslayo a la dulce niña que lo ha acompañado desde hace mucho tiempo, la cual mostraba en su rostro gran felicidad.

— Disculpen señoritas, — dijo la chiquilla, haciendo que todas se fijaran en ella, incluidas sus compañeras — tengo la solución para determinar con cual de todas se quedará el Señor Sesshōmaru.

— ¿En serio? — preguntaron las fans, Kagura y Kikyō.

Aome, Sango y Ayame continuaron con los gestos de incredulidad y un poco de duda, pensando a que se refería la pequeña. El demonio verde abrió la bocota de más.

— Sí, — afirmó, y sacó de debajo de la mesa un portafolios lleno de varias hojas — me tomé la tarea de elaborar estas solicitudes de noviazgo para que el Señor Sesshōmaru escoja con quien quiere salir… a lo mejor hasta formaliza algo.

Jaken se hizo de roca y cayó al piso con un ruido sordo, en tanto Lin sacaba las dichosas solicitudes y las acomodaba sobre la mesa.

— Oye Lin, ¿qué tonterías…? — reaccionó el pequeño demonio.

Pero recibió un buen zape en la cabeza, dado rápida y contundentemente por su amo, el que hizo brotar varios chichones, así que mejor decidió cerrar el pico. Las muchachas estaban tan interesadas en lo que hacía la niña, que a nadie le importó lo sucedido con el sirviente.

— Lin… — intervino Aome en tono de vergüenza — así que… ¿estás buscando una novia para Sesshōmaru? — y miró disimuladamente al gran demonio, a ver si daba muestras de vida, pero él continuaba con su pose de monumento, como si fuera una buena réplica del Abraham Lincoln que se encuentra en el Capitolio, sólo que muchísimo mejor que el original.

— Permítanme. — la chiquilla se levantó de su asiento y repartió un folio a cada una de las fans — En cuanto el Señor Sesshōmaru se decida, llamará a la elegida. ¿Quiere uno señorita Aome? — volteó a verla con una mirada dulce — El señor Inuyasha es tan grosero que no creo sea lo conveniente para usted, que es una buena persona.

— Eee… — volvió a tartamudear, bastante enrojecida — gracias Lin pero… espero que mejore su conducta… en el fondo es muy tierno, y además… lo quiero mucho — y sonrió con un gesto bobo.

— ¿Y usted señorita Sango? — se dirigió a la exterminadora — Su Excelencia la quiere un montón, pero es muy desvergonzado… el Señor Sesshōmaru es todo un caballero.

— Si… tienes razón. — contestó también con el mismo gesto bobo de su amiga del futuro — Te lo agradezco, pero su Excelencia y yo ya estamos comprometidos… y nos vamos a casar en cuanto termine todo esto… — su mirada se hizo soñadora por un instante — porque nos amamos.

— Bueno, pero si ellos se siguen portando mal… guardaré una solicitud para ustedes. — dijo con el tono amable que siempre usa, e hizo dos folios a un lado — ¿Qué dices lobita? — le preguntó a Ayame con curiosidad — Creo que el lobito es más grosero que el señor Inuyasha.

— Mmm… — pensó un poco la pelirroja — Pues si no se decide… creo que te avisaré. — le sonrió a la niña — A ver cuando se le quita lo bobo.

— ¿Y a mí no me vas a dar? — preguntó Kagura, un tanto ofendida por haber sido ignorada.

— ¡Claro!, — afirmó la pequeña pelinegra entregándole el folio correspondiente — y también a usted, sacerdotisa Kikyō… ¿no hay problema? — la miró un tanto dudosa.

— Para nada, no te preocupes. — contestó la miko tomando la hoja, con un tono muy feliz — Aunque este muerta tal vez podamos ser pareja en estás vacaciones… y nos divertiremos los dos — sonrió complacida.

Las chicas invitadas charlaban amenamente rellenando las solicitudes, muy contentas de saber que posiblemente a alguna de ellas se le hiciera realidad su fantasía… convivir lo más cerca posible con el gran demonio blanco.

El resto de la velada continuó con tranquilidad. Las fans se tomaron fotos con Sesshōmaru y las señoritas del anime, le pidieron autógrafos al Daiyōkai y le hicieron varias preguntas… pero no pudieron sacarle ni siquiera un suspiro… es mucho pedir, sobre todo tomando en cuenta que no tiene nada que decir en una reunión sin sentido para él. Así que Lin respondió a algunas de ellas lo mejor que pudo, porque obtener del Inugami alguna confesión… es una misión imposible. Más tarde fueron conducidas a sus respectivos hoteles, pues el premio incluía estar presente en los primeros cinco torneos antes de regresaran a sus lugares de origen… no pueden quejarse de que les fue de maravilla. Las chicas del anime también retornaron en la limusina blanca, acompañadas por el señor Zaotome. Pasaron a dejar a Kagura en su hotel de segunda, y después tomaron rumbo al Caesars Palace.

Y, en tanto la divertida velada se realizaba… veamos que ocurría en el Caesars Palace…

_ Sufro, sufro, sufro… — decía Miroku monótonamente, sentado en su cama y con el rostro apoyado en su mano derecha.

Kohaku había decidido dormirse al ver a su futuro cuñado tan alicaído por la ausencia de su hermana… después de palmearle un hombro a modo de apoyo moral. Por su parte Inuyasha había agarrado su almohada y, sin que se diera plena cuenta de lo que hacía, la perforó con sus garras apretándola como si fuera una pelota “libera estrés”, con movimientos continuos, en tanto recorría la habitación de un lado a otro. “Ese engreído de Sesshōmaru…” pensaba en tanto daba vueltas con paso firme, “no conforme con las diez locas admiradoras… se lleva también a Aome”. Ni siquiera le pasó tantito por la mente su antiguo amor. Shippou tenía los ojos cargados de sueño, pero no podía dormir por culpa de ese par de… buenos para nada.

— Inuyasha, — espetó bostezando grandemente — ¿quieres dejar de pasear como león enjaulado?

— No me interrumpas enano, — contestó sin mirarlo y sin detenerse — ¿no ves que estoy ocupado?

— ¿En qué? — ironizó el pequeño zorro — ¿En destrozar almohadas?

Reaccionó a esas palabras y se percató de lo sucedido. Tiró al suelo lo que quedó de la almohada y se hizo el indiferente, dejándose caer en su cama sin mirar al kitsune.

— ¿Por qué hiciste eso? — preguntó Shippou con curiosidad.

— ¿Hacer qué? — respondió con tono de no entender, sin intenciones de contestar.

— Hoyos a la almohada. — observó el pequeño, fijando un momento la vista en los restos tirados de lo que antes era un cojín — Nos la van a cobrar — dijo en tono serio, regresando a ver al peli plateado.

— ¡Keh! — contestó con su tono habitual — No es más que… un simple bulto.

Decidió ver a su amigo ojiazul, el cual seguía en la misma pose, diciendo la misma letanía, y en sus dorados ojos se reflejó un tanto de molestia.

— Sufro, sufro, sufro, — suspiró un poco — sufro, sufro…

— No exageres Miroku, — interrumpió Inuyasha su lenta agonía, con algo de enfado — no te vas a morir sin Sango.

El aludido cerró la boca y le lanzó una mirada fea con sus pupilas azules.

— Mira quién habla. — dijo seriamente — Podría decirte que la pobre almohada no es la responsable… y mira que la dejaste en mal estado, como si fuera la culpable de todo.

— Tanto argüende por ese relleno… — contestó de malos modos, sosteniendo la dorada mirada en la del monje.

— No me digas que no estás preocupado por la señorita Aome… porque no te creo — habló el de negros y cortos cabellos, esta vez en tono escrutador y desafiante.

— No… — enrojeció sutilmente y desvió la vista — ¿a quién le va a preocupar esa tonta?

Súbitamente la puerta se abrió, dando paso a una bella silueta.

— ¡Kohaku! — Sango entró y, dirigiéndose a la cama de su hermano, lo besó cariñosamente en la frente — No pude darte las buenas noches como es debido — y lo miró con mucha ternura, acariciándole la cabeza.

Miroku había abierto la boca y hasta hubiera querido enderezarse para darle un abrazo apretado a su linda exterminadora y comprobar que estuviera… bien en todos los aspectos, pero le brotó una gota anime e hizo gesto de resignación al ser ignorado por enésima ocasión.

— ¿Y Aome? — preguntó Inuyasha levantándose, sin ocultar el alivio de saber que ya habían regresado.

— Despidiéndose de la anciana Kaede. — contestó la castaña, y se dirigió a Shippou para darle también un besito en su cabecita — Duermes bien.

— Si Sango — bostezaba el pequeño con ganas.

— Tú también Inuyasha. — agregó sonriéndole a su amigo y, sin previo aviso, abrazó momentáneamente a Miroku, el cual no se había movido de su cama ni cambiado la cara — Dulces sueños Excelencia, — dijo cariñosamente dándole un pequeño y tierno beso en la mejilla, como el de la noche anterior, separándose rápidamente para no darle oportunidad a reaccionar y… arruinar la noche — nos vemos mañana.

Y se retiró de la habitación, dándole la espalda en un sensual movimiento, haciendo que el vestidito se levantara un poco más, lo que dejó al monje más sonso de lo que ya había quedado en cuanto la chica lo abrazó. Inuyasha y Shippou lo miraron con ojos de rendija. Aome entró a los cinco segundos de que Sango salió, y puso tonta expresión de vergüenza al notar la geta de bobo pervertido del mañoso ojiazul.

— Veo que Sango… hizo de las suyas, y que Kohaku ya se durmió. — dijo a nadie en especial y se dirigió al pequeño zorro, besándolo de igual manera que su amiga — Descansa ya Shippou, mañana será un gran día para disfrutar.

— Buenas noches Aome — el aludido volvió a bostezar, y esta vez sí se acomodó para empezar a roncar.

— Aome… — Inuyasha la miró de arriba a abajo, como buscando signos de algo fuera de su lugar — ¿estás… bien?

— ¿A qué te refieres con eso? — preguntó extrañada, parpadeando con asombro ante la cuestión.

— Si no te… — se atragantó un poco — pasó nada.

— Inuyasha… — en el rostro de la chica se dibujó una expresión soñadora — ¿te preocupaste por mí? — y de sus pupilas cafés brotaron chispitas de emoción.

— Bueno… — tartamudeó apenado en tanto la joven se le acercó un poco — no creas que… ya es tarde y… mañana hay cosas que hacer — trató de recuperar la serenidad.

— ¿Sólo por eso? — preguntó la pelinegra, y en sus orbes se reflejó la decepción.

— Y… ¿por qué más? — quiso fingir que no había otra razón, recuperando la rudeza.

El rostro triste de Aome se transformó rápidamente, y de sus ojos capuchinos brotaron chispas… pero de enfado.

— ¡Osuwari! — dijo sin tanta fuerza y… al suelo como es costumbre — ¡Tonto! Qué duermas bien. — agregó con un poco de molestia — Buenas noches monje Miroku — se despidió sin cambiar el tono, saliendo del cuarto y cerrando la puerta con un poco de brusquedad.

El azotón del Hanyō había hecho volver a tierra al ojiazul, porque la imaginación lo transportó al séptimo cielo, en donde se veía a sí mismo besando y abrazando apasionadamente a su hermosa exterminadora, la cual no se resistía para nada y le correspondía de igual forma.

— ¿Eh? — dijo un tanto lelo en cuanto la pelinegra se despidió de forma educada de él — Buenas noches… señorita Aome — habló en un susurro al momento en que la joven del futuro azotó la puerta, fijándose inmediatamente en el peli plateado, que tenía el rostro embarrado en el alfombrado piso — ¿Cuál es tu pretexto ahora? — le espetó con ironía.

— No te importa. — se enderezó — Esa Aome no entiende nada.

— Será qué el que no entiende es otro — dijo con sarcasmo el de cortos cabellos.

— ¡Carajo! — se botó una vez más en su cama — Encima de que me preocupo por ella…

— Lo que la señorita Aome quiere oír de ti es tu sinceridad, — el monje empezó a cambiarse — algo que te cuesta demasiado… aunque ya admitiste que la amas te empeñas en negarlo una y mil veces.

— ¡Esa entrevista mierda! — torció el gesto recordando a la entrevistadora metiche y poco profesional, que lo obligó a abrirse de mala manera — Pero mejor ni me critiques, — volvió la vista una vez más al ojiazul — que tú no andas mejor que yo.

— Lo que pasa es que Sango sigue siendo bastante tímida, — suspiró el de cortos y negros cabellos, después de colocarse el short de la pijama — si no fuera por eso… tal vez ya… — se dejó caer boca arriba en el colchón, con expresión de pervertido placer.

— ¡Keh! Déjalo así, — el ojidorado hizo mueca de asco — no me especifiques nada que no te pedí. Aunque pensándolo bien… — como que meditó un poco — si no fuera por tus estupideces, Sango ya te habría besado como tú quieres.

— ¿Por qué no… — intervino un tanto avergonzado y con gesto de pena, estaba más que consciente de las torpezas con su “mano maldita” — nos dormimos ya? Lo importante es que nuestros amores ya están aquí… sanas y salvas. Así que te recomiendo que te cambies…

El Hanyō tomó el consejo de su amigo, y después siguió su ejemplo, acomodándose en su cama para disponerse a dormir. El mañoso monje libidinoso y manolarga tenía razón… lo importante es que su Aome regresó sin sufrir ni un rasguño.

Al mismo tiempo, con nuestros amigos lobos…

Koga también recorría de arriba a abajo su habitación con gesto desesperado, y él sí tomó las almohadas para destrozarlas a propósito.

— ¡ME LLEVA… EL GRAN SABIO! — gruñó alto, en tanto Guinta y Hakkaku ya no sabían si decir algo o callarse para que no terminara desquitándose con ellos — ¿Cómo pudo Ayame cambiarme?, y por ese perrucho corriente,...

Ni siquiera había mencionado a Aome en ese momento. Su orgullo de macho lo hacía sentirse traicionado por la hembra seleccionada tiempo atrás, y no tragaba para nada que ella decidiera divertirse con otro macho… y lo peor es que ni siquiera se trataba de un Ōkami al cual retar para demostrar quién es el mejor. Se trata de una poderosa raza de demonios, un ser superior, casi un dios… un Inugami de gran presencia, al que había motivos para envidiar de buena y mala manera. Rompió la primera almohada por la mitad, con mucha ferocidad.

— … al que debería hacer trizas como esta cosa — dijo al despedazarla.

Sus muchachos tragaron saliva… su Comandante estaba muy airado pero, si en verdad tuviera la oportunidad de enfrentarse con Sesshōmaru en una batalla de verdad… no llevaría las de ganar. Tratarían de hacerlo entrar en razón, así que echaron un “piedra, papel o tijeras” para decidir quien hablaría con él.

— Koga… — tartamudeó Guinta muy asustado (perdió, pobrecito), hablando en tono bajo — Ayame no era la única mujer que se fue con el Gran Sesshōmaru…

— Las otras mujeres sin dueño no me importan. — espetó sin dejar de dar vueltas, después de mirar a su subordinado de forma dura — Tal parece que en está época hacen lo que quieren sin que nadie las domine.

— Eee… — habló nuevamente el joven lobo — también la señora Aome y la mujer del monje lo siguieron, y Kagura y…

— Si el monje no cuida a su suculenta mujer es su problema, — lo interrumpió de fea manera — y Aome… ¡Aome! — pareció reaccionar — ¡AOME TAMBIÉN ESTÁ CON ESE PULGOSO ENGREÍDO! — rompió la segunda almohada — ¡¿Cómo se atrevió a llevársela?!

— No debiste decir eso, — le susurró Hakkaku a su compañero, mirándolo con enfado — ahora estará peor…

Guinta sonrió como bobo y los dos se hicieron más atrás, metiéndose quien sabe como en un rincón en tanto Koga parecía más grande y feroz al pensar en “su” Aome acosada por el Daiyōkai… y eso hizo que se olvidara momentáneamente de la linda loba pelirroja.

— ¡ESA BESTIA TARADA ME VA A ESCUCHAR! — habló en tono de molestia profunda, después de brincar desesperadamente en las camas — ¿Cómo se le ocurre descuidar a Aome y dejársela a su hermano?

Se dirigió con paso firme a la puerta, y entonces… ¡PAF! alguien se la echó encima, lo que hizo que los jóvenes lobos cerraran los ojos por el trancazo.

— ¡Ya regresamos! — saludó Ayame muy contenta al abrir la puerta de golpe. Parpadeó al notar a los dos muchachos hechos ovillo en un pequeño espacio y no ver a su lobo enojón — ¿Y Koga?

Los aludidos señalaron hacia la puerta sin atreverse a decir nada. La loba volteó y se percató de que el pobre Comandante se encontraba aplastado entre la puerta y la pared.

— ¡Oh, Koga, — dijo haciendo la puerta a un lado — cuanto lo siento! No pensé que estuvieras ahí — se agachó a su lado en cuanto cayó al suelo.

El Ōkami resbaló por la pared como si fuera un papel y se recuperó en el piso, abriendo los ojos con expresión de dolor.

— ¿Ayame? — dijo al mirarla de cerca, con tono de alivio y agrado, a pesar de conservar la mirada bizca — Te ves bien contenta — a esto último ironizó tantito, sacudiendo la cabeza.

— ¿A qué… te refieres con eso? — le preguntó abriendo y cerrando los verdes ojos con un poco de duda.

— A que… — se levantó mirándola esta vez con molestia — estuviste sola con otro macho.

— ¿¿Qué?? — la chica también se levantó, observándolo con gesto de incredulidad — Oye, no estuve sola con nadie, había otras chicas…

— No me importan las otras. — dijo el lobo — Si el perrucho ese quiere un harem… tú no formarás parte de eso, no lo consiento.

La pelirroja le lanzó una mirada entre molesta y divertida, para después sonreír.

— ¡Koga! — lo abrazó — ¡Te preocupaste por mí!

— No… — tartamudeó bastante enrojecido — es que… — desvió la vista tratando de apartarse de ella — la gente podría hablar de más.

La loba lo soltó y le dio un buen zape mandándolo al suelo, está vez lanzaba chispas por sus verdes ojos.

— ¡Eres un tonto! — le espetó — ¡Mira quién es el mal pensado! — volvió la vista a los jóvenes, que trataron de fundirse en la pared al verla tan molesta — ¡Qué descansen! — les dijo amablemente y, pasando por encima del Comandante, cerró la puerta con brusquedad.

Por un breve lapso de tiempo no ocurrió nada. Guinta y Hakkaku no se atrevieron a moverse, ni siquiera querían respirar, porque Koga seguía en el suelo sin levantarse, como si el porrazo recibido, que encima le había sacado un chichón, hubiera sido tan fuerte para noquearlo. Después se enderezó con rapidez.

— ¡AYAME, ERES…! — gritó, y al percatarse de que no estaba, parpadeó sorprendido.

— Ya se fue — dijeron al unísono los muchachos.

— Menos mal que ya regresó, — suspiró sin disimular su alivio — me tenía preocupado.

Se dirigió a su cama y se botó en ella para soltar un ronquido, sin aparentemente notar el chichón en la cabeza. Guinta y Hakkaku también hicieron gestos de tranquilidad y resignación, moviéndose trabajosamente para imitar a su jefe.

Nota de la autora: Agradezco a las lectoras que se anotaron en mi cena… su pequeña pero sencilla participación fue de mucha ayuda, espero les haya divertido como el resto de los capítulos, no me maten jajaja. Se me hace de lo más gracioso provocar una y mil veces punzadas de celos en los dos brutos “animales”, y, aunque se empeñen en negarlo, les preocupan sus bellas chicas. Lo mismo con ese monje mañoso… él no lo niega, pero le cuesta un mundo comportarse de forma seria ante su hermosa castaña, porque ella es tan linda. Y conocen del atractivo visual de la serie… un rival en potencia aunque Sesshōmaru ni se lo proponga, todo es idea de Lin jajaja, lo que sigue es comedia al por mayor. Diviértanse con mis loqueras y no pierdan también las contis de “Pasado mañana”, que aun faltan detalles para el final.
P.D No hay ninguna solicitud en Internet, así que no la busquen… ¡qué pena! jajajaja

 

Ok arigato por postear esto no se acaba hasta que se acabe bien entonces sin otra cosa que decir pasemos al siguiente capitulo de esta loca historia comenten plis

Capítulo 12 parte 2

Regresando con el gran demonio… después de que las fans y sus compañeras del anime se retiraron, él y sus acompañantes se encaminaron hacia la suite. Lin saltaba muy emocionada y contenta, leyendo cada una de las solicitudes rellenadas y haciendo gestos de admiración.

— Oiga Señor Sesshōmaru, — le dijo mirándolo tiernamente en cuanto llegaron a la puerta de la habitación, que fue abierta por el Daiyōkai utilizando la moderna llave – tarjeta — ¿le gustaría verlas todas? Esas señoritas son muy encantadoras e inteligentes.

El gran demonio la miró de soslayo y sonrió sutilmente al entrar.

— Escoge la que te guste a ti — le indicó con su tono indiferente, ya sin mirarla, encaminándose a su lugar favorito en el balcón.

Jaken entró tras ellos llevando a Ah – Uh, el cual ya arrastraba la cola de tanto sueño que sentía. En cuanto su gran amo le permitió pasar se lanzó sobre la cama más grande, y ambas cabezas bostezaron para cerrar sus grandes y cansados ojos. El pobre sirviente verde fue jaloneado y maltratado sin querer, casi se estrella contra la cabecera del mueble, y se levantó trabajosamente del suelo mientras sus ojos daban vueltas en espiral. La niña se acomodó junto a su Señor, sentándose en uno de los asientos para reposar que se encontraban en el balcón, junto a una pequeña mesa dispuesta para colocar bebidas u alguna botana.

— Veamos… — murmuró la chiquilla, revisando los folios una vez más — “Inufandark” dice muchas cosas interesantes… “Kuron no taisho”… se ve que conoce mucho de Usted… “Yulisesshy”… no entiendo bien lo que dice… “Suri”… — nuevamente le preguntó al de largos y plateados cabellos — Señor Sesshōmaru… ¿de verdad no quiere verlos? Usted es el que debe elegir con cual va a salir para que yo tenga una mamá — lo miró con mucha dulzura reflejada en sus tiernos ojos cafés.

Jaken reaccionó a las últimas palabras y se despabiló por completo. Había que ver el atrevimiento de esa mocosa impertinente y obsesionada en que su Señor tuviera… una relación con una humana cualquiera, sólo para cumplirle un tonto capricho. Le dieron ganas de gritarle que ella no era absolutamente nada para el Gran Sesshōmaru… pero hizo bien en apenas torcer el gesto, porque posiblemente el amo lo golpearía si se atrevía a regañar a “su” niña.

Sesshōmaru continuó mirando hacia el cielo nocturno… las grandes luces de la ciudad eran un estorbo para poder contemplar bien las estrellas y el fragmento de la luna que se veía un poco sobre el horizonte, casi luna nueva. Era bastante tarde ya. Lin insistió en el tema, es una personita a la que no le gusta quedarse con las dudas.

— Porque el señor Inuyasha ya tiene a la señorita Aome para casarse… y Usted es más guapo que él. — agregó agudamente — Por lo tanto, y en vista de que hay muchas más que lo admiran y lo quieren un montón, puede escoger a la que le agrade… yo la querría también — terminó abriendo y cerrando sus ojitos, sin quitarle la vista de encima.

El gran demonio volvió a mirarla fijamente por un breve instante, y pareció notarse un brillo de diversión en sus doradas pupilas, que en ese pequeño segundo irradiaron algo de calor. Le acarició suavemente la cabellera y desvió una vez más la mirada ambarina, observando un lejano punto en el cielo. Extendió la garra derecha, indicándole que le entregara las solicitudes, y, al momento de recibirlas, las hojeó rápidamente, sin interesarse por ninguna. La jovencita pronunció otras palabras, pues no pensaba rendirse.

— Ahora que si le gusta Kagura o alguien más de las compañeras… — dijo un tanto dudosa, como esperando una reacción de su parte ante la mención de la manipuladora del viento — bueno, no creo que sea lo más conveniente, pero Usted podría contra todos los tontos compañeros sin esforzarse mucho. — volvió a sonreír complacida — Lo que yo quiero es que tenga una linda novia que lo quiera mucho… y si lo quiere mucho Usted también la querrá… y si los dos se quieren mucho se van a casar… y si se casan yo tendré una mamá otra vez.

— Oye Lin… — Jaken ya no pudo morderse la lengua, y se acercó a ellos con el rostro enfadado y los ojotes casi fuera de sus órbitas — ¿qué tanta sarta de tonterías dices? Ahora sí que te pasaste de… — y se desvaneció con un enorme bulto en la cabeza.

Más le valía haberse guardado sus comentarios… su amo lo golpeó de manera “delicada”, arrojándole un cenicero que se encontraba en la mesita del balcón, tan veloz que la niña parpadeó asombrada por enésima ocasión. El Daiyōkai es tan preciso que no necesitó voltear para atinarle en lo alto del ridículo gorrito, aplastándolo con el peligroso artefacto. El Inugami colocó las hojas sobre el mueble, en el sitio donde había estado el cenicero, dejándolas mejor ordenadas.

— Lin, — habló con su voz pausada y armoniosa, sin preocuparse por el pequeño demonio desmayado ni por las solicitudes — es hora que duermas.

— Sí. — contestó la pequeña, y en ese instante pareció que todas las horas de desvelo le cayeron encima porque dio un gran bostezo — El señor Jaken se ha dormido en el suelo… buenas noches Señor Sesshōmaru — y se quedó dormida en la silla.

Sesshōmaru se percató de que la niña al fin se había rendido al cansancio. Se levantó de su silla y la llevó con mucho cuidado a su cama, arropándola delicadamente y mirándola con una “tierna” mirada dorada, aunque sea por una fracción de segundo… para volver sobre sus pasos al balcón, con su inexpresivo rostro de “poker face”. Jaken seguía tirado en la alfombra, y al parecer allí se quedaría a dormir, pero eso no lo incomodaba en absoluto. Volvió la vista al cielo, pensando un poco en las palabras de la chiquilla. Indudablemente Lin quería y necesitaba una madre… tal vez más adelante… no estaría de más, pero tenía que ser con una mujer… especial. Sonrió levemente ante esa idea, y después se elevó rápidamente para perderse en la lejanía del desierto.

Y volviendo al Caesars Palace…

Aome entró muy molesta y contrariada a su habitación.

— ¿Por qué Inuyasha no podrá dejar de ser torpe e ingenuo? — exclamó un poco alto.

Sango se había quitado el vestidito y se disponía a ponerse la pijama. Se sobresaltó un poco ante la llegada de su amiga, e instintivamente cubrió su cuerpecito desnudo con sus brazos.

— ¡Aome, me asustaste! — dijo suspirando aliviada — Pensé que era Ayame.

— ¿No ha llegado? — preguntó la pelinegra un tanto preocupada.

— No, — respondió la castaña, vistiéndose rápidamente — ya sabes que Koga con ella es más bruto que Inuyasha contigo.

— Y hablando de barbajanes… — la del futuro miró a su amiga con un poco de picardía, imitándola al cambiarse también de ropa — ¿qué le hiciste al monje Miroku, que tenía cara de idiota?

— ¿Más? — preguntó la exterminadora un tanto sarcástica — Únicamente le di… el abrazo de las buenas noches… — se sonrojó mucho — ¿qué más podría hacer? — desvió la vista apenadísima.

— Quién sabe amiga, — Aome sonrió sin disimular su encanto, acomodándose en su cama — quién sabe. A mi no puedes negarme lo mucho que él te gusta.

— Aome… basta. — Sango se tapó la cara con las manos — Inuyasha y Shippou estaban viendo… ¡qué vergüenza! — sacudió la cabeza.

En ese momento llegó la loba, y entró haciendo bastante ruido. En su expresión se notaba el enfado y de sus verdes ojos caían unas cuantas lagrimitas. Sango y Aome se levantaron para darle todo su apoyo. La pelirroja se dejó caer sobre su respectiva cama.

— Ayame… ¿qué pasó? — preguntó alarmada la pelinegra, en tanto que la exterminadora le palmeó suavemente un hombro.

— Koga… — dijo molesta — es el lobo más tarado que he conocido en mi vida. — rechinó un poco los dientes, lo que asustó a las amigas, las cuales se hicieron hacia atrás — ¿Cómo se le ocurre semejante estupidez? — se cruzó de brazos y paró de llorar.

— ¿Qué… fue? — tartamudeó la pelinegra, y se le acercaron con cautela — Cuéntanos.

— Verán, — la pelirroja tomó una bocanada de aire — entré a darle las buenas noches y… me suelta un discursito sin sentido acerca de un… harem, y que no… me permitiría… — respiró profundamente — formar parte de nada… ¿pueden creerlo? — las miró con sus verdes pupilas encendidas.

Aome y Sango parpadearon asombradas… y la del futuro lanzó una carcajada sonora haciendo que las otras dos hicieran gestos de incredulidad y la miraran como si estuviera loca.

— ¿Qué es… lo gracioso? — preguntó la exterminadora, en tono de no entender nada.

— ¡JAJAJAJAJA! — reía la pelinegra — ¡Koga es… verdaderamente… un celoso de primera! — dijo entrecortadamente sin parar de reír, y le brotaban lagrimitas.

— ¿Me… lo explicas? — ahora fue Ayame la que parpadeó.

La dejaron desahogarse por lo menos cinco minutos, en lo que les brotó una gotita anime en lo alto de sus cabecitas ante el desquiciado comportamiento de su amiga pelinegra, que se retorcía con ganas en su cama. Aome recuperó la serenidad y respiró profundamente, limpiándose los ojos.

— Lo que pasa es que… — dijo suspirando — Koga imaginó que Sesshōmaru nos utilizaría a todas, incluyendo a las fans, para satisfacer sus bajos instintos… y hacernos sus mujeres. — y volvió a sonreír — Así que lo que menos permitiría es que otro hombre te insinué siquiera algo.

Las otras chicas abrieron y cerraron la boca en señal de asombro.

— Inuyasha también se mostró preocupado por algo semejante. — agregó Aome — Aunque me lo negó de mala manera, — hizo gesto de tristeza y tono resignado — por eso… lo mandé al piso.

— Eso explica porque entraste con esa cara. — dijo Sango — Su Excelencia… no me dijo nada — agregó un tanto triste.

— Sango… — Aome la miró fijamente y de forma escrutadora — hasta tú misma estás consciente de que el monje Miroku sabe comportarse cuando es conveniente… y él no es tan… insensible como para decir boberías por no aceptar que se alegra de verte. — suspiró por enésima ocasión — Será torpe… pero no es animal, desde que te pidió matrimonio nunca ha negado que te quiere y se preocupa por ti.

Ayame miró a la exterminadora con una mezcla de envidia y tristeza, en tanto la aludida enrojecía de pena por sus amigas. Ante todo sabía que no le había permitido hablar, pero el ver su expresión de tonto pervertido en cuanto lo soltó del abrazo le indicó que el ojiazul estuvo pensando en ella todo el tiempo.

— Koga niega que me lo propuso, dice que no lo recuerda bien — ahora la que suspiró fue la loba.

— No te angusties más Ayame, — dijo Aome dulcemente, dirigiéndole a la pelirroja una mirada de comprensión — lo bruto se les debe quitar algún día… a Koga y a Inuyasha.

— Oigan, — preguntó la castaña un tanto dudosa, después de permitir que la loba sonriera una vez más — ¿creen que de verdad Sesshōmaru esté buscando esposa?

Las otras chicas meditaron un poco en el asunto.

— Bueno… — contestó Aome al reflexionarlo un momento — sería algo… inesperado que de verdad se empiece a interesar por una mujer — y sonrió como boba.

— O tal vez sea cierto… — intervino Ayame — que desee un harem.

Las tres se vieron y se soltaron a reír por un buen rato. Posteriormente se relajaron y se dispusieron a descansar.

Y, antes de terminar la noche de hoy… en la habitación de un hotel de segunda, en la cual se alojaban los “hijos” de Naraku, se encontraba… Naraku, esperando la llegada de Kagura, con gesto de molestia en su rostro. Akago, Kanna y Hakudoshi prefirieron dormirse antes que escuchar las hirientes palabras que el seudodemonio pensaba decirle a su “hija consentida”. Moryumaru y Byakuya sólo lo miraban con gesto aburrido, sentados en la cama del segundo.

— Oye Naraku, — habló Byakuya con voz varonil — ¿no deberías haber regresado al relleno sanitario hace tiempo? Me parece que te dijeron que el permiso vencía a las once y ya son las tres.

— Permiso de tránsito… — dijo el aludido con coraje — ¿quién necesita eso? Yo, el gran Naraku, no tengo porque hacer lo que los pobres humanos me indican.

— Pero… — intervino Moryumaru antes que el de las ilusiones — no estamos en Japón ni en el anime, aquí no puedes…

— Hago lo que se me pega la gana en donde yo quiera — replicó el engendro.

En ese momento entró Kagura muy contenta, con expresión de felicidad… y se sorprendió de ver ahí a su “padre”.

— ¿Se puede saber que hora es esta de llegar? — espetó el de negros y alborotados cabellos y ojos rojos centellantes, de mala manera.

— Sí, — agregó el de larga coleta — una señorita decente no tiene que estar fuera de casa a altas horas de la madrugada, en compañía de un hombre que no es nada para ella. — después cambió el tono y la expresión, mirándola con un poco de perversión — ¿Qué tal es el Señor Sesshōmaru?

La Teynnō abrió y cerró la boca con asombro ante el repentino cambio de su “hermano” raro, y le brotó una gotita anime al mismo tiempo que a los otros dos, los cuales a parte observaron al de las ilusiones con ojos de rendija.

— Eee… — tartamudeó la muchacha — Naraku… tienes estar en el lugar que te asignaron o nos traerás problemas a todos.

— A mi me vale… — decía muy enojado, con la furia casi a flor de piel, fulminándola con la mirada — Debería darte vergüenza comportarte como… suripanta lanzallamas.

— ¡¿QUÉ?! — exclamó ella con profundo disgusto — Ahora resulta que tú me vas a juzgar… por algo que no hice.

— ¿Y eso que es? — preguntó Moryumaru en tono de duda.

— Tu “hermana” se ofreció como prostituta de tercera — explicó el engendro con enfado, mirando una vez más a la de ojos rubí.

— Pero… ¿cómo es el Señor Sesshōmaru? — se levantó Byakuya y, acercándose a Kagura, la tomó bruscamente de los hombros, sacudiéndola levemente — ¿Es un amante de primera?

El asombro de la manipuladora del viento aumentó ante la inquisitiva y pervertida mirada de su “hermano”. Sintió que le subían los colores al rostro. Por supuesto que sería de su agrado una relación más íntima con el gran demonio blanco… pero eso era algo que no andaría contando a nadie… mucho menos a su “familia”. En menos de cinco segundos recuperó la compostura y el mal genio.

— ¿Qué tonterías dices? — se soltó de él con la misma brusquedad y miró a todos de forma desafiante — Son ustedes un trío de estúpidos… lo que yo haya hecho no les importa, en estas vacaciones soy libre y haré lo que me plazca… te guste o no, Naraku — terminó dirigiéndose a su “creador” de forma arrogante.

— Eso lo veremos, hija de… — contestaba con su mismo y acostumbrado tono altanero, jalándola nuevamente del brazo, cuando…

— ¡POLICÍA, ESTÁN RODEADOS, NO INTENTEN NADA! — penetraron como diez hombres vestidos con el uniforme de las fuerzas policiacas estadounidenses, llevando armas de alto poder.

Los cuatro parpadearon de asombro e hicieron gestos de incredulidad. Naraku no había soltado a la pobre de Kagura.

— ¿Qué significa esto? — preguntó recuperando la altanería, sacudiendo a la Teynnō — ¿Acaso mi “hija” hizo algo malo? — agregó como “padre preocupado” — Confiesa lo que has hecho “querida” — la regañó con tono de reproche “tierno”, como todo progenitor que piensa en el bienestar de sus descendientes.

— Naraku… — dijo Byakuya en un susurro bajo, hablando una vez más como hombre — ellos no vinieron por Kagura.

Efectivamente, los uniformados llevaban la insignia de la Agencia en contra de las sustancias Tóxicas de los Estados Unidos.

— Suelte a la señorita y venga con nosotros. — dijo uno de los hombres, el más grande y fuerte de todos — Está arrestado por desacato a una restricción oficial.

El engendro abrió los ojos de más, con tanta sorpresa que de verdad soltó el brazo de la manipuladora del viento, la cual se apartó rápidamente de él sin esperar que le dijeran algo.

— Pero… — tartamudeó.

Moryumaru y Byakuya se escondieron disimuladamente en el baño. Naraku fue esposado y escoltado al interior de una patrulla. Ya no dijo ni media palabra.

— Muy pronto les daremos noticias. — dijo el policía, despidiéndose amablemente de la de ojos rubí — Y es mejor que el monstruo ese también se vaya de aquí.

— Eee… — dijo la chica, mostrándose apenada por todo — Le diré a mi “hermano”, y deje a Naraku encerrado el tiempo que sea necesario… para que aprenda a obedecer — sonrió disimuladamente.

Los agentes se fueron y ella cerró la puerta. Se asomó a la ventana para comprobar que las patrullas se alejaran. Sus “hermanos” salieron cuidadosamente del baño.

— No cabe duda de que Naraku no se mide… — dijo la Teynnō — Moryumaru, es mejor que te largues, y espera a que te demos el aviso — le indicó al deforme ser, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.

El aludido obedeció, y se fue volando rumbo al relleno sanitario. Los de negros cabellos lo miraron fijamente hasta perderlo de vista. Después se miraron entre sí… y se abrazaron muy contentos, carcajeándose como locos.

— ¡Naraku se ha ido! — dijeron al unísono — ¡Por imbécil!

Nota de la autora: Naraku todo un “padre” sobre protector que no le importó faltar a las normas con tal de ver a Kagura sana y salva de malas intenciones… si como no, lo único que quisiera es sacar provecho de su “hija” para controlar al gran demonio de otra forma y así hacerlo a un lado de su camino… jajaja, yo y mis loqueras. No se pierdan lo que sigue, igual de gracioso como todo, sin faltar un poco de seriedad y otras cosas… pero recuerden que lo principal es la comedia. Sayo y tampoco se olviden de “Pasado mañana” que sigue igual de interesante.

P.D. El nombre de la agencia no es ese, me lo inventé, no vayan a cobrarme derechos de autor. Y próximamente…. ¡Tan tan tan tan!... empezare con el tan esperado fic de Sesshōmaru, del que sigo afinando detalles. No pierdan el momento que les avisare a todos los que pueda para sus opiniones de mi idea.