Long-fic de Inuyasha - Un Amor Del Destino

Hola mis apreciadas y queridas lectoras como lo prometì aquì les traigo ya la conti algo tarde lo sè por la hora a como habitualmente la coloco pero es que llegue algo tarde de mi entrenamiento de nataciòn y ademàs debìa postear muchos fics me causo mucha alegrìa ver tantos comentarios y me gusta *w* en verdad gracias ahoracì la conti disfruten.

Capítulo 60 Confesiones

-Buenos días.-dijeron unísonas al entrar al comedor.

-Buenos días.-dijeron Karin y Sukiomi.

-No te sentí llegar, anoche hermanita.-comentó Aome.

-Cuando llegue, estabas profundamente dormida.-respondió Rin.

-Ya veo.- dijo Aome.

Desayunaron en silencio sumidas en sus pensamientos, recordando los besos que tuvieron en días pasados con Inuyasha y Sesshomaru además de lo que sintieron al trabajar con ellos. Pero en especial la chica de cabello de ébano pensaba en lo que sucedió con Houyo la tarde anterior, en ese momento llamaron a la puerta así que como de costumbre Sukiomi atendió.

-Karin, ya llego Akari.-aviso Sukiomi abriendo la puerta.

-Ya voy, mamá.-respondió Karin.

Karin que vestía una camisa blanca manga tres cuartos, corbata gris, pantalón negro y zapatos que hacían juego recogió los platos y los llevo al fregadero después Aome y Rin se levantaron de sus lugares tomaron sus bolsas las cuales estaban colgadas en los respaldos de las sillas, y salieron a la puerta.

-Buenos días, Akari-dijeron unísonas.

-Buenos días.-respondió Akari.

-Conejita… ¿Les damos la noticia?-preguntó Karin abrazándola de la cintura.

-Karin…-respondió Akari apenada.

-Eso es…- dijo Rin viendo en su mano izquierda una anillo de oro con un diamante, sin terminar de hablar ya que Aome la interrumpió.

-Tu anillo, de compromiso.-mencionó Aome feliz completando lo que Rin iba decir.

-Si…-admitió Akari sonrojada.

-Que escondidito, te lo tenías Akari.-comentó Rin sonriendo.

-¿Y cuando será la boda?-preguntó Aome curiosa.

-En un mes.-respondieron unísonos.

Después de despedirse de Akari, Karin se fue a su trabajo era arquitecto de la compañía “Sugishiro”, al entrar cada una se fue a su área. Akari era la doctora en jefe del área de Radiología, que se encontraba un piso arriba de las áreas de Pediatría y Enfermería.

Al entrar la joven de ojos chocolate se quito su bolsa y la dejo sobre el pequeño escritorio, tomo su bata que estaba colgada en el habitual perchero de madera, y tomo asiento frente a la enorme pila de expedientes médicos que estaban delante suyo.

-¿Puedo preguntarte algo Aome?-preguntó Nayumi.

-Si, dime Nayumi.-respondió Aome revisando unos expedientes.

-El doctor Taishio, esta enamorado de ti verdad.-afirmo Nayumi directamente.

-¿Por qué lo… dices Nayumi?-preguntó Aome sonrojada.

-Por la forma, en la que te mira.-respondió-Nayumi.

-No… lo había notado…-mintió Aome nerviosa.

-Al parecer, te quiere.- dijo Nayumi.

En ese momento sonó su celular, era un mensaje de texto.

Hola gatita, no​

Podre verte esta tarde,​

Discúlpame, te amo​

Un beso, te veo mañana.​

Atte: ​

Houyo​

Entonces Aome, le respondió:

Esta bien Houyo, no​

Te preocupes,​

No hay problema,​

Te veo mañana,​

Cuídate, te quiero.​

Atte: ​

Aome​

Cuando se lo envió, se sintió aliviada de no tener que verlo al menos por ese día y más de no tener que inventarle una mentira, por lo que había pasado ayer.

A diferencia de Aome Rin no tenia grandes ocupaciones ya que toda la Enfermería estaba limpia y esterilizada, las muestras de sangre estaban listas para llevarlas al laboratorio dentro de un rato más.

-Rin, me gustaría saber algo.-comentó Natsumy

-¿Si que cosa Natsumy?-le pregunto Rin mirándola.

-Le gustas al doctor Sesshomaru verdad.-musitó Natsumy directamente.

-Claro… que no, Natsumy.-respondió Rin ruborizada.

-Eso es más que obvio, Rin.-señaló Natsumy.

-Yo… no lo note…-mintió Rin disimulando.

Entonces timbro, su celular.

Hola pichoncita,​

Lo lamento mucho no podre,​

Ir por ti hoy cuando acabes tu turno​

Te veo mañana ¿Si? ​

Un beso.​

Atte: ​

Kohaku​

Cuando termino de leerlo, le respondió:

No hay problema Kohaku,​

Lo entiendo,​

Ok te veo mañana,​

Cuídate, te quiero.​

Atte: ​

Rin​

Después de escribirlo se lo envió, se sintió tranquila de que al menos por un día no tendría que fingir alegría.

Cuando terminaron sus respectivos turnos Rin y la chica de cabellos azabache, regresaron a casa junto con Akari. Ya que Karin trabajaría hasta tarde y tampoco lo vería hasta mañana, en el camino también se encontraron con Sango, y Áyame.

-Pensé que estarías con Miroku, a esta hora Sango.-mencionó Aome extrañada.

-Y yo que tú estarías con Koga, Áyame.-comentó Rin sorprendida.

-Pues no Aome, Miroku tuvo que quedarse a terminar, unos pendientes.-explico Sango tranquila.

-Koga también tuvo que quedarse a trabajar, hasta tarde.-musitó Áyame suspirando.

-Vaya, coincidencia.-respondió Akari sonriendo.

Como los novios de todas trabajarían hasta tarde, decidieron tener una tarde solo para chicas, y reunirse en la casa de Aome, como solían hacerlo en los viejos tiempos, cuando iban a la preparatoria.

-Ya llegamos.- dijo Aome abriendo la puerta.

-Bienvenidas.-respondió Sukiomi saliendo de la cocina.

-Invitamos a Akari, Áyame, y Sango.-mencionó Rin contenta.

-Como en los viejos, tiempos.-recordó Aome feliz.

-Que gusto pasen al comedor, por favor.-pidió Sukiomi sonriendo.

-Gracias.-dijeron unísonas.

Entonces todas dejaron los zapatos en el tapete de la entrada, y pasaron al comedor. Cuando terminaron de comer, subieron al cuarto de Aome como anteriormente solían hacerlo cada tarde, para hacer las tareas de la prepa.

-Estar aquí todas juntas como antes, me trae recuerdos.-musitó Akari ilusionada.

-Si, es verdad.-concordó Áyame.

-A mi, también.-coincidió Sango.

-Ha pasado, mucho tiempo.-mencionó Rin pero no pudo terminar de hablar ya que Aome la interrumpió.

-Desde la última vez que nos reunimos, todas aquí.-comentó Aome completando lo que Rin iba a decir.

Ambas muchachas estuvieron platicando entre risas recordando viejos tiempos, y anécdotas de la preparatoria también les contaron como conocieron a Houyo y a Kohaku. Pero mientras hablaban sobre ellos sus miradas no reflejaban el mismo brillo que tenían al mencionar a los ojidorados; ya que por mas que lo habían intentado no los habían podido olvidar, durante todo el tiempo que habían vivido en Hon-Kong.

No hubo ni un día, ni un solo instante, en el que no desearan volver a besar sus labios, estar otra vez en sus brazos, sentir otra vez esas caricias, que hacían brotar su deseo, y sensibilidad a flor de piel, solamente un solo rose de sus manos les bastaba para encender una braza de fuego, que ardía cada instante más y más en su corazón…

Un poco después ella bajo a la cocina por el té que había preparado Sukiomi, junto con unos dulces bocadillos. Cuando regreso a su habitación sirvió delicadamente el suave té en cada una de las tazas, mientras Rin cortaba el delicioso pastel de chocolate con fresas, y colocaba cada rebanada en los platos; cuando estuvo todo listo comieron el pastel, y bebieron el té, que como siempre seguían sabiendo exquisitos.

-Ahora que ya terminamos de comer, que les parece…-comentó Sango pero no pudo terminar de hablar ya que Akari la interrumpió.

-¿Si cantamos canciones de amor?-les preguntó Akari completando lo que Sango iba a decir.

-Hace mucho, que no canto.-respondió Rin sonrojada.

-Pero no tengo, mucha inspiración.-admitió Aome apenada.

Después de mucha insistencia de parte de sus amigas, finalmente la joven de ojos chocolate y Rin aceptaron volver a cantar. Entonces tomo uno de sus discos favoritos y lo coloco en su estéreo, la primera en cantar fue Rin que para sorpresa de todas incluso de ella misma canto de una manera muy dulce.

Ahora que ya mi vida se encuentra normal, ​

Que tengo en casa quien sueña con verme llegar,​

Ahora puedo decir que me encuentro de pie​

Ahora que me va muy bien.​

La voz de Rin para sorpresa de todas las presentes seguía siendo muy armoniosa y dulce, como años atrás en seguida se dio cuenta de que aquella canción, parecía narrar lo que era su vida actualmente.

Ahora que con el tiempo logre superar,​

Aquel amor que por poco me llega a matar, no​

Ahora ya no hay más dolor​

Ahora el fin vuelvo a ser yo​

Sin duda la letra describía lo que había sentido aquel día cuando descubrió la traición de Sesshomaru, del cual huyo buscando superarlo mudándose a Hon-Kong donde encontró a Kohaku y gracias a su ayuda sonrió nuevamente pero no pudo volver a amar de verdad.

Pero me acuerdo de ti​

Y otra vez pierdo la calma​

Pero me acuerdo de ti​

Y se me desgarra el alma​

A pesar de lo mucho que intento no pudo olvidarse de Sesshomaru, aunque siempre le mostro a Kohaku una tierna sonrisa, la verdad era muy distinta ya que nunca fue de felicidad verdadera solo era una mascara para no herirlo y en las noches lloraba hasta quedarse dormida.

-Cantaste, muy lindo.-la felicito Áyame.

-Gracias, Áyame.-respondió Rin

-Es tu turno, Aome.-mencionó Sango

-Si.-respondió Aome.

Cuando se disponía a cantar, vio la fotografía que aún conservaba de Inuyasha en su mesita de noche en ese momento su mirada se torno triste y melancólica. Aun así trato de disimular frente a sus amigas pero la primera en notar su dolor fue Akari, desde que les conto como había sido su noviazgo con Houyo, el tiempo en el que vivió en Hon-Kong.

Su voz no se escucho con esa emoción, y sus ojos no tenían aquel brillo de ilusión, que la caracterizaban al hablar sobre Inuyasha, no dijo palabra alguna solo cerro los ojos, suspiro profundamente, y aclaro su garganta.

En el silencio de mi habitación​

Aún siento el murmullo de tu voz,​

Lastimándome,​

Como un dulce adiós,​

Dejándome vacío el corazón.​

Desde aquel día en el que se había marchado a Hon-Kong cegada por el dolor y la decepción, el recuerdo de la voz de su amado príncipe gritándole pidiéndole que no se fuera, al igual que la suya diciendo un falso adiós siempre se hacia presente en sus sueños agrandando cada vez más su sufrimiento…

Casi no duermo, y he vuelto a fumar.​

Cada recuerdo es una lágrima.​

No sé cómo hacer, para estar de pie.​

Siempre me digo que es la última vez​

Y vuelvo a caer, cuando pienso en ti.​

No soy nada sin ti…​

A veces sufría noches de insomnio ya que por más que se esforzaba en dormir, sin padecer pesadillas en las cuales veía a Inuyasha en aquella cama con Kikyo y la escuchaba repetirle esas crueles palabras “Yo le di lo que tú tanto le negaste”, siempre terminaban despertándola de golpe mientras sentía lágrimas rodando por sus mejillas mientras lo llamaba en débiles susurros, pidiendo que regresara…

Y no puedo olvidarte si te veo en todas partes,​

Sin el último beso, me robaste el aliento.​

Y no puedo olvidarte si te llevo en la sangre,​

Si en el último abrazo, aún me pierdo despacio.​

Ni un solo instante dejo de recordar a su amado chico de ojos dorados, ese último abrazo lleno de calor, aquel último beso lleno de amor y pasión que la llevaba al cielo en un instante sabia bien que no había medicina alguna que le aliviara ese gran dolor en su herido corazón, que aunque se dio una oportunidad de volver a amar aceptando los sentimientos de Houyo el dueño de su amor y corazón siempre seria Inuyasha…

No encuentro aún algún antídoto,​

Para entender que todo terminó.​

Intento salir de la soledad,​

Darle al destino una oportunidad.​

Más vuelvo a caer, cuando pienso en ti.​

No soy nada sin ti…​

-No puedo olvidarte… Inuyasha…-susurró Aome casi para si misma.

A pesar de que la joven de ojos chocolate, pronuncio esas palabras en voz baja casi para si misma, Akari las pudo entender claramente.

-Aome tú… Aun amas a Inuyasha, ¿Verdad?-preguntó Akari directamente.

Todas mostraron algo de sorpresa, al escuchar lo que Akari le había preguntado a excepción de Rin ya que ella sabia muy bien cual era la respuesta a esa pregunta, aun así se quedo callada, igual que las demás para escuchar lo que respondería.

-Akari… yo…-respondió Aome nerviosa pero no pudo terminar de hablar ya que se le quebró la voz.

En ese instante Aome, ya no pudo disimular ni contener más el dolor, que sentía por todos aquellos momentos, besos, y caricias que había vivido con Inuyasha, sus lágrimas comenzaron a brotar nuevamente, como gotas de lluvia sin detenerse rodando por sus mejillas.

-Si… aun amo a Inuyasha… lo amo más que antes…-admitió Aome llorando.

Esa tarde estuvo llena de recuerdos, risas, sueños, anécdotas, momentos, diversión, juegos, y alegría pero sobre todo de confesiones…

Continuara-----------------------------------------------------------------

Espero les haya gustado no me maten a mi tambièn se me salieron un par de làgrimas al escribirlo el proximo se los traigo el viernes o sàbado solo un detalle preparensè para lo que viene.

un pequeño adelanto:

-¡No Aome!-gritò Inuyasha.

-Si Houyo, acepto… casarme contigo.-respondió Aome.

¿Què significarà eso?
Averiguenlo en el siguiente cap cuidense mucho sayo...

 

Hola mis amigas y lectoras aquì vengo a dejarles conti un poquito antes de lo dicho para no torturarlas màs tiempo jejeje me da mucho gusto y alegrìa ver tantos posts y me gusta *w* 18 paginas en serio no lo creo gracias por su apoyo el cap de hoy tiene un pequeño detalle que algunas de ustedes ya esperaban disfruten.

Capítulo 61Sacrificios De Gratitud

En ese momento Sango abrazo fuertemente a la joven de cabellos azabache, y dejo que terminara de llorar en su regazo, cuando se tranquilizo un poco seco sus lágrimas con su mano izquierda, suspiro levente y miro a sus amigas con una sonrisa aun algo triste.

-Lo siento, Aome.-se disculpo Akari tocándole el hombro.

-No te preocupes, Akari.-aseguro Aome tomando su mano.

-¿Te sientes mejor?-preguntó Áyame.

-Si.-respondió Aome.

-Hiciste bien, en liberarte.- dijo Sango suspirando.

-No te hacia nada bien, seguir callándolo.-comentó Rin aliviada.

-Lo sé gracias, a todas.-respondió Aome sonriendo un poco.

-Aome si aun amas a Inuyasha, ¿Por qué no terminas con Houyo?-preguntó Akari intrigada.

Esa nueva pregunta tan acertada nuevamente departe de Akari, provoco de nuevo el silencio, y que la mirada de Aome volviera a tornarse melancólica, pero sin que brotaran sus lagrimas, solo sonrió tristemente.

-Por que le debo mucho a Houyo, por todo el amor que me ha dado.-respondió Aome resignada.

-Pero si no lo amas, no podrás ser feliz no es justo.-insistió Akari seria.

-Tampoco es justo que lo lastime, por un amor que ya no puede ser…-objeto Aome con voz triste.

Al escuchar esas palabras Akari y las demás se quedaron calladas, y atónitas por lo que había dicho, ya que aunque sabían del gran espíritu de sacrificio que tenia, el quedarse junto a alguien que no amaba, aunque fuera para no lastimarlo era demasiado. A pesar de que intentaron convencerla de que reflexionara, sobre su actitud, ella siguió firme en su decisión.

Finalmente la noche se hizo presente, así que todas las chicas se marcharon para descansar. Al llegar a casa Akari fue recibida por Satzuki que en seguida le pregunto si deseaba cenar algo, ella hizo un gesto negativo con la cabeza y después se dirigió a su habitación.

-¿Dónde están mamá y papá?-le pregunto Akari a Inuyasha.

-Ya se, durmieron.-respondió Inuyasha.

-Bueno entonces, yo también me voy a dormir Buenas noches.- dijo Akari a punto de subir las escaleras.

-Espera, Akari…-pidió Inuyasha.

-¿Si hermanito dime?-preguntó Akari sentándose a su lado, en el gran sofá de piel blanco que se encontraba en el centro de la sala.

Inuyasha se quedo callado unos segundos, ya que tenía un nudo en la garganta provocado por los nervios, debido a la respuesta que le podría dar Akari.

-¿Qué te dijo Aome hoy en la tarde… cuando estuviste en su casa?-preguntó finalmente Inuyasha algo nervioso.

-Pues me conto sobre su vida, el tiempo que vivió en Hon-Kong.-respondió Akari.

-¿Y no te conto nada sobre su… novio Houyo?-preguntó Inuyasha de nuevo e hizo una mueca de desagrado al mencionar su nombre.

-Si dijo que su noviazgo, había sido… lindo.-respondió Akari suspirando.

-Ah, ya veo.-mencionó Inuyasha con mirada triste.

-Bueno hermanito, ya me voy a dormir Buenas noches.- dijo Akari levantándose del sofá y caminando hacia las escaleras.

Esa noche Inuyasha no pudo conciliar el sueño fácilmente, debido a las palabras de Akari estuvo dando vueltas en su cama, hasta que se quedo profundamente dormido.

___________Sueño de Inuyasha_________________

El joven de cabellos plateados, ve a lo lejos una hermosa niña de unos tres años de tez blanca como la nieve, largo cabello negro y ojos chocolate dorado, llevaba puesto un hermoso vestido amplio rosa con detalles lilas, un listón que hacia juego formaba un moño mostrando un pequeño copete y unos pequeños zapatos de charol. Estaba jugando con una pelota roja y una sonrisa angelical iluminaba su bella carita, entonces la pelota rueda hasta sus pies e Inuyasha la toma, en ese momento la pequeña niña se le acerca.

-Hola, pequeña.-saludo Inuyasha poniéndose a su estatura con la pelota en las manos.

-Hola.-respondió la pequeña con esa sonrisa angelical.

-¿Esta pelota es tuya verdad?-preguntó Inuyasha mostrándole la pelota.

-Si, gracias.-respondió la pequeña tomando la pelota.

En ese momento Inuyasha escucho una voz muy dulce, que conocía perfectamente en cualquier lugar, sin importar cuan lejos estuviera.

-¡Minako! ¿Dónde estas?-gritó la dulce voz algo preocupada.

La pequeña dejo caer la pelota, y corrió hasta el lugar de donde provenía aquella angelical voz, una sombra de estatura media alzo dulcemente a la hermosa niña en brazos, ella a su vez se abrazo a la figura colocando sus pequeñas manitas, alrededor de su cuello.

A pesar de que Inuyasha no podía ver quien era aquella figura que estaba oculta entre las sombras, debido a que los escasos rayos de luz de la luna que hace un momento habían iluminado el dulce rostro de aquella hermosa pequeña, habían sido ocultados por las nubes aun así podía afirmar con total seguridad, que se trataba de su bella princesa.

-¿Por qué no me contestabas pequeña?-preguntó la dulce voz con serenidad.

-Perdón mami, estaba jugando.-se excuso la pequeña.

En ese momento el cielo se despejo, y los rayos de luz plateada de la luna bañaron todo el jardín, desvaneciendo por completo toda la oscuridad tal como su corazón lo sentía la figura a la que se abrazaba Minako. Era Aome su dulce princesa, su rostro lucia como el de un ángel, su mirada era tierna reflejaba un brillo encantador, que expresaba, ¿Melancolía?

Iba vestida con un vestido color lila pálido, que dejaba ver sus hombros, tenia las mangas hechas de seda transparente que caían hasta un poco debajo del codo, sin cubrir sus delicadas manos tenia un escote que dejaba admirar perfectamente el nacimiento de sus exquisitos pechos; donde terminaba el escote caía en corte semicircular, acentuando mas su pequeña y escultural cintura, con un bordado hecho de encaje, su largo cabello azabache caía como una cascada de seda, tras sus pequeños hombros.

-Ao… Aome, estas bellísima…-musitó Inuyasha nervioso y levemente sonrojado.

-Gracias.-respondió Aome con esa sonrisa angelical pero su mirada era triste.

-Aquí estabas, mi pequeña.-se escucho una voz masculina proveniente de un lugar del jardín que aun permanecía un poco sombrío.

-¿Quién eres? Sal a la luz.-exigió Inuyasha con voz seria.

Entonces la figura salió a la luz y se materializo aquella voz era la de Houyo, su rival la persona que mas detestaba en el mundo, por haberse interpuesto en su camino cuando volvió a ver a su amada princesa, después de cuatro años de ausencia.

-¡Papi!-llamó Minako muy contenta y salto a sus brazos.

-¿Te llamo… papi?-preguntó Inuyasha titubeando sorprendido.

-Así es Minako es hija mía, y de Aome.-respondió Houyo con la pequeña en brazos.

-¡Eso no puede ser verdad!-gritó Inuyasha muy molesto.

-Pues es verdad Inuyasha Minako es mi hija, y Aome es mi esposa.- dijo Houyo sonriendo burlonamente, y después agrego.-Vámonos, querida.-rodeando su cintura con uno de sus brazos.

-Si…-respondió Aome con voz resignada.

-No te vayas con él, por favor…-pidió Inuyasha con voz dulce.

La bella joven de largo cabello azabache, solamente lo miro con melancolía en sus ojos podía leerse claramente la frase; “Perdóname, por favor mi amor…” En ese instante todo fue cubierto nuevamente por la oscuridad completamente, y la figura de Aome desapareció dejando a Inuyasha, en una soledad absoluta.

___________Fin del sueño___________

-¡No Aome!-gritó Inuyasha despertándose algo agitado.

El chico de ojos dorados como miel, busco a tientas su despertador después de un rato lo encontró y encendió la lámpara de su buro, en el reloj eran las 4:00 de la mañana aun faltaba una hora para que amaneciera. Pero aun así Inuyasha no pudo volver a dormirse ya que apenas cerraba los ojos, venía a su mente la imagen de su amada princesa abrazada por Houyo, para después desaparecer, en la oscuridad.

Era una mañana típica en casa de la familia Higurashi ambas chicas terminaron de arreglarse, y bajaron al comedor.

-Buenos días.- dijo Sukiomi gentilmente.

-Buenos días.-respondieron Aome y Rin.

-Aome… ¿Por qué tienes ojeras?-preguntó Sukiomi con preocupación en la voz.

-Es que… me quede estudiando un libro, que me presto mi jefe.-respondió Aome algo dudosa.

-Ya veo.- dijo Sukiomi no muy convencida.

El resto del desayuno transcurrió en silencio, al terminar Rin y Aome se levantaron de la mesa colocaron sus platos en el fregadero, tomaron sus bolsas, suéteres, celulares, y salieron hacia el hospital. Durante todo el camino ninguna de las dos hablo, ya que aun recordaban todo lo que les habían contado a sus amigas, de toda la vida los sentimientos que habían dejado salir una vez más; pero que por gratitud, debían callar.

-Buenos días, Aome.-saludo Nayumi feliz.

-Buenos días, Nayumi.-respondió Aome algo distraída.

-¿Te ocurre algo malo Aome?-preguntó Nayumi algo preocupada.

-No, no es nada malo Nayumi solo estoy algo cansada.-respondió Aome tratando de disimular.

-¿Segura?-preguntó Nayumi nuevamente con insistencia.

-Si segura, Nayumi.-respondió Aome aparentando tranquilidad.

Al parecer la pequeña Rin tenia su mente en otro lado, mejor dicho en otra persona anhelaba esperaba ver a Sesshomaru a su Sesshy aunque solo fuese un momento…

-Rin… ¿Estás bien?-preguntó Natsumy.

-Eh… si estoy bien.-respondió Rin saliendo de sus pensamientos.

-Es que esas medicinas, no van ahí.-señaló Natsumy.

Sin haberse percatado debido a que estaba perdida en sus pensamientos, Rin estaba colocando las medicinas controladas, entre las muestras que los doctores les regalaban a los pacientes, sin necesidad de tener receta médica.

-Oh… es verdad, lo lamento.-se disculpo Rin.

Esa mañana Rin y Aome estaban siendo más distraídas de lo habitual, en sus deberes y la razón además de su falta de sueño, era por que deseaban ver a sus amados ojidorados, parecía que ese día terminaría de manera común, como normalmente ocurría.

-Aome…-llamó Nayumi.

-Si, dime.- dijo Aome.

-¿Le llevarías estos documentos al doctor Taishio por mi? Es que debo irme, me surgió una emergencia.-preguntó Nayumi dándole una carpeta amarilla.

-Si claro yo se los llevo, vete tranquila.-respondió Aome tomando la carpeta.

-Gracias.-agradeció Nayumi saliendo del consultorio.

Cuando Nayumi se fue, la chica de ojos chocolate camino por aquel largo pasillo que conocía perfectamente, dio vuelta a la izquierda y se detuvo frente a la quinta puerta.

-Aquí le mandan estos documentos, doctor Taishio.-explico Aome entrando y colocando la carpeta sobre su escritorio.

-Gracias, señorita Higurashi.-respondió Inuyasha sonriendo dulcemente.

-Ahora si… me disculpa debo irme, a terminar mi turno…-musitó Aome tratando de mantener su indiferencia ante esa sonrisa.

-Espera…-pidió Inuyasha con voz dulce, levantándose del escritorio y acercándose a ella.

La muchacha de cabello azabache intento salir corriendo de ahí, pero sus piernas no le respondían el único movimiento que podían hacer era retroceder, y así lo hicieron hasta toparse con la pared, pero aun así no podía reaccionar, parecía como si estuviera hipnotizada por aquellos hermosos ojos de oro fundido.

-Inuyasha… que estas…-musitó Aome sin despegar su mirada de él, pero no pudo terminar de hablar.

En ese momento Inuyasha la tomo del brazo, y la halo hacia él entonces finalmente Aome, salió del “trance” En el que la habían dejado aquellos ojos de dorada miel que le encantaban, e intento salir corriendo de ahí como se lo decía la razón, pero era tarde ya que una vez mas estaba rodeada por aquellos fuertes brazos, y aunque su subconsciente le decía que no era correcto, su corazón nuevamente se sentía feliz, como nunca antes.

-Esto no…-objeto Aome oponiéndose tratando de zafarse de su agarre, y una vez más no pudo terminar de hablar, ya que Inuyasha deposito un tierno piquito en sus labios.

En ese instante con ese simple rose de sus labios, la bella joven de largo cabello de ébano se olvido de todo, ¿Dónde estaba su promesa de fidelidad? Ya no existía solamente estaban ella y el muchacho de cabellos plateados que tanto amaba desde que tenia 15 años, le correspondió sin despegarse de sus labios rodeo su cuello con sus manos atrayéndolo mas hacia ella, profundizando aquel beso tan dulce, entonces Inuyasha bajo sus manos hacia la pequeña cintura de Aome, recorriéndola lentamente provocando que ella temblara. Comenzaron a caminar hacia el sofá de cuero blanco, que se encontraba al lado izquierdo del escritorio, lentamente empezó a recostarla por dentro maldijo la necesidad de respirar y se despego de sus suaves labios.

-Esto no de… Inuyasha…-mustió Aome al sentir sus labios en su cuello.

-¿Qué pasa princesa…?-preguntó Inuyasha con voz cálida, lamiendo un rastro de su suave piel, comenzando después a desabrochar de a poco su blusa blanca.

Eso provoco que ella gimiera levemente, su cuerpo ardía llevo sus manos al cuello de la camisa Inuyasha, afortunadamente ya era el final de la jornada de aquel día, por esa razón no llevaba puesta ya su bata solamente tenia puesta su camisa azul claro, entonces comenzó a deslizar sus manos por su cuello hasta llegar a los botones; comenzó a desabrocharlos uno, a uno el sentir esas suaves manos recorrer su piel ahora descubierta, era algo demasiado extaciante, para Inuyasha.

-Te extrañe tanto… tanto… Aome…-mustió Inuyasha sintiendo sus suaves labios, bajar por su cuello dejando escapar su dulce aliento.

Parecía como si estuvieran atrapados en un mundo, donde solo existían los dos sus corazones latían intensamente, casi parecía que iban a estallar estaban apunto de pertenecerse el uno al otro, después de cuatro años de estar separados. Pero en ese momento se escucho la melodía de Kiss The Rain, así que Aome se separo de Inuyasha arreglo su blusa, y tomo su celular era un mensaje de texto.

Hola gatita,​

Espero que no estés muy cansada,​

Te tengo una sorpresa, muy especial​

Pasare por ti a las 8:30, estoy ansioso por verte​

Te amo…​

Atte:​

Houyo​

Cuando termino de leerlo, sintió una gran culpabilidad ya que no amaba a Houyo, pero si le tenía gran cariño.

-Me tengo, que ir…-mencionó Aome sin mirarlo.

-¿Por qué princesa…?-preguntó Inuyasha algo confundido.

-Por que es lo correcto, lo que paso hoy nunca debió suceder.-después de pronunciar esas dolorosas y falsas palabras Aome, tomo su bolsa y salió corriendo de ahí.

En pocos minutos llego a su casa, después de avisarle a Sukiomi que Rin llegaría tarde pues debía terminar algo que le había pedido Izayoi. Subió a su habitación se quito el uniforme. Y saco de su closet un lindo vestido de noche color uva estilo straple, que dejaba descubierta su espalda y el nacimiento de sus perfectos pechos, uso una ligera sombra en sus ojos, maquillo sus mejillas con algo de rubor pinto sus labios con su usual brillo rosado, se calzo unas zapatillas negras, y aliso su largo cabello azabache. Lucia realmente linda, pero sus ojos mostraban gran tristeza, se miro en el espejo un momento, antes de salir de su habitación cerro los ojos suspiro profundamente, y dibujo una sonrisa en sus labios, tomo su bolsa y abrigo que reposaban sobre la cama después bajo a la sala.

-Gatita estas… hermosa.-Halago Houyo recorriéndola con la mirada, mientras la veía bajar las escaleras con suma gracia.

-Gracias…-respondió Aome levemente sonrojada, y después preguntó -¿Nos vamos ya?- aun con una mano en el pasamanos de madera, y los pies en el último escalón.

-Si, claro.-respondió Houyo tomando su mano.

-Quizás regrese tarde, mamá.-aviso Aome antes de salir.

-Esta bien, diviértanse.- dijo Sukiomi desde la puerta.

-Si.-respondieron unísonos alejándose.

En poco tiempo llegaron a uno de los más lujosos restaurantes de Tokio, un gran letrero iluminado con luz violeta y azul indicaba su nombre “Okashani”.

-Buenas noches, ¿Tienen reservación?-preguntó el gerente muy amablemente.

-Si tengo una reservación, a nombre de Houyo Hamasaki.-respondió Houyo.

-Ah si ya esta lista su mesa, por aquí.-indico el gerente.

El hombre de tez bronceada y cabello castaño oscuro, los guio atreves de un largo pasillo forrado de alfombra verde esmeralda, hasta una pequeña mesa para dos adornada con velas, en el centro había dos copas de cristal y varios pétalos de rosas alrededor era un ambiente encantador.

-Siéntate por favor, gatita.-pidió Houyo sacando la silla.

-Gracias.-respondió Aome sentándose, y colocando su abrigo en el respaldo de la silla.

-En un momento, les traerán el menú.- dijo el gerente y después se retiro.

-Gracias.-respondieron unísonos.

A los minutos de que el gerente se fue, apareció el mesero un chico alto, de piel blanca, cabello negro, y ojos azules.

-Mi nombre es Hoshiomi, y los atenderé esta noche.- dijo el chico entregándoles un menú a cada uno.

-Yo quiero tallarines, y camarones en salsa agridulce por favor.- dijo Aome.

-Y yo quiero, croquetas de cangrejo por favor.- dijo Houyo.

-Muy bien en un momento, les traeré su orden.-respondió Hoshiomi llevándose los menús.

Al poco rato regreso Hoshiomi con las órdenes, las coloco delante de cada uno, y después se fue. Durante la cena la chica de cabellos azabaches estuvo muy callada ausente como si su mente, pero sobre todo su corazón… estuvieran en otro lugar.

-Gatita…-llamó Houyo.

-¿Si Houyo?-preguntó Aome saliendo de sus pensamientos.

-Hay algo muy especial, que quiero preguntarte.-comenzó Houyo tomando su mano.

-¿Qué cosa?-preguntó Aome algo nerviosa.

-¿Te quieres casar conmigo?-preguntó Houyo sonriendo y abriendo una pequeña cajita de seda roja, que tenia un anillo de oro con un pequeño zafiro plateado.

-Yo…-titubeo Aome sorprendida.

-¿Si gatita?-preguntó Houyo ilusionado.

La inesperada propuesta de matrimonio de Houyo, la tomo totalmente desprevenida, su corazón quería responderle que no aceptaba ya que a pesar de los años que habían sido novios mientras vivió en Hon-Kong. Por mas que lo intento no pudo enamorarse de él y mucho menos amarlo, pero la razón le decía que no podía lastimarlo, así que después de un momento de silencio que pareció eterno.

-Si Houyo, acepto… casarme contigo.-respondió Aome con un punto casi inaudible, de resignación en la voz dándole su mano, para que le colocara el anillo.

-No sabes lo feliz que me has hecho, gatita.- musitó Houyo colocándole el anillo en la mano izquierda, besándola dulcemente.

Aome, correspondió aquel dulce beso sin sentir ni la más mínima chispa de amor y deseo, ya que con ese beso renunciaba a volver sentir esas caricias que la estremecían, esos besos que quemaban su boca y su piel, que solamente aquel atractivo muchacho de cabellos plateados provocaba en ella; lo que la empujo a aceptar la propuesta de matrimonio de Houyo, no fue amor, ni siquiera cariño tan solo fueron sacrificios de gratitud…

Continuarà--------------------------------------------------------

Espero les haya gustado no me maten asì es el hilo de la historia las màs antiguas lectoras recordaran bien que al principio todo era miel absoluta pero yo les advertì que cambiarìa

Pequeño adelanto:

Tu dulce princesa, para siempre solo tuya Aome.​

-No… no… ¡Suéltame!-gritò Aome.​

La proxima conti se las traigo el lunes cuidense mucho sayo... ​