Tiempos de Revolución ((SesshxKag))

Re: Tiempos de Revolución ((SesshxKag))

Capitulo 6. Parte 2. Me quedo a tu lado.

-Yo no puedo...No puedo alejarme de ti... ¿Por que? Tengo que hacerlo...Esto no esta bien...

-Yo también quisiera echarte de aquí, pero no puedo.

-Sesshômaru...

La volteó hacia el y tomo su boca con la suya, ella no tardo en responderle, se dejaron envolver por la caricia de la noche, fundiéndose en un beso, rozando ambos el alma del otro, en tan solo un simple beso.

Al separarse, el tiro de ella hacia atrás, haciéndola caer sobre la cama, se situó sobre ella y volvió a besarla.

Kagome se sentía en las nubes, pero no podía permitir aquello, por mucho que lo desease, no podía ser. Pequeñas lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro. Cuando el chico se percato de ello, se separo dulcemente de sus labios.

-¿Kagome?

-Para, por favor, sabes que yo no puedo estar contigo, no puedo.

Él entendía a que se refería. No era a quedarse junto a él, sino a unirse a él. Ella no era una cualquiera, pero por no serlo, tampoco era libre. Debía conservarse casta y pura hasta el matrimonio o seria desechada por su marido tras la boda. Ninguna noble de buena familia se atrevía a violar esa norma, pues los castigos tanto para la infractora como para el hombre que cometiese el fallo iban desde la humillación pública hasta la muerte.

-Lo entiendo, Kagome, no llores, no voy a hacerte nada, confía en mi.

Kagome le miro a los ojos, podía ver ese deseo profundo en ellos, estaba acostumbrada a provocar esa sensación en los hombres, pero aquella vez era tan distinto...Por que si pudiese, desearía complacer ese deseo de él por ella. No lo amaba en balde.

-Gracias, Sesshômaru, será mejor que regrese a mi tienda.

-No.

¿Com...como?

-Quédate conmigo, pasa esta noche en mis brazos.

-Pero me has dicho...

-¿Quien ha hablado de eso? Simplemente quédate junto a mí, a mi lado.

-¿Estas seguro?

-Completamente.

Ella sonrió, ¿la quería a su lado a pesar de que no pudieran ir más allá de un beso? Tal vez, él si la amaba.
Sesshômaru se acerco una vez más a ella y volvió a besarla, mientras la abrazaba. Pasaron la noche el uno en los brazos del otro, hablando de sus vidas, sus sueños y sus esperanzas. Comenzaron a conocerse, para llegar a entenderse entre ellos mejor que con nadie jamás antes.

Los días y las noches se sucedieron, uno tras otro, lentamente y sin prisas.

Durante el largo viaje a Paris, ya que, por motivos de seguridad, evitaban los cambios principales, transcurría con normalidad, bueno, algunos cambios leves se produjeron en dos de los viajeros, pero los demás apenas se percataron.

Kagome comenzó a quejarse de que la cama en donde dormía no era nada cómoda y no lograba conciliar el sueño en ella durante la noche, de manera que dormía durante el día, en el carruaje.

Sesshômaru, por su parte, parecía distraído la mayor parte del tiempo. En realidad, como todo buen soldado, tenía la capacidad de dormir sin cerrar los ojos, de manera que también pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, aunque de otra forma.

Por las mañanas se levantaban, montaban las tiendas, preparaban el equipaje, lo aseguraban todo en orden y partían. Descansaban una hora para comer y volvían a ponerse en marcha. Y así hasta cuando comenzaba a anochecer, cuando acampaban y se montaban las tiendas. El Teniente hacía una rápida ronda de inspección, daba órdenes ya conocidas por todos y que eran obedecidas automáticamente y se retiraba a su tienda. Los nobles cenaban en la tienda del matrimonio y después Kagome se dirigía a la suya, o eso creían todos.

En realidad, ella iba a la tienda de Sesshômaru, que la recibía siempre con ansiedad, como si la necesitara cada minuto al día. Se besaban, se abrazaban, se hablaban el uno del otro, se confesaban secretos y se dormían abrazados, cuando comenzaba a despuntar el día, momento en el cual Sesshômaru cargaba a una dormida Kagome y la depositaba en su tienda antes de que su madre fuera a despertarla.

Realmente se amaban el uno al otro, pero, sabiendo que aquello acabaría al llegar a Paris y sin esperanzas de futuro, preferían guardar silencio y vivir el momento dado.

Mas tarde, durante largos periodos de soledad, recordarían aquellas noches con felicidad, añorando al otro a cada momento, pero eso es parte del futuro y yo narro el presente.

Pasaron tres semanas y por fin llego un día esperado por todos y odiado por dos de ellos, el ultimo día de su viaje, pues al día siguiente llegarían a París y todo acabaría al fin.

Aquella noche, Saitô abrió una botella de champán y brindo junto a su familia por el buen término del viaje. Al acabar la “alegre” cena familiar, Kagome se dirigió a la tienda de Sesshômaru, como siempre hacía, pero esta vez se vio incapaz de levantar siquiera la lona que cubría la entrada.

No quería entrar, no deseaba despedirse de él. Lo amaba con toda su alma y la vida lejos de Sesshômaru le parecía un infierno. Lo había llegado a conocer tanto, que cada vez se había hundido más en su amor y ya no había vuelta atrás.

Pensó en irse a su tienda, cuando la lona se abrió de golpe y los brazos de Sesshômaru la tomaron, introduciéndola dentro de la tienda y cerrando la lona tras de si.

-Sesshômaru, ¿que pretendes?

-Tranquila, espera y veras.

Él la deposito sobre la cama en la que tantas conversaciones habían tenido, en la que tantos besos se habían dado y tantas veces había dormido en sus brazos.

Él se situó sobre ella, totalmente, Kagome estaba tumbada bajo él y este apoyo todo su peso en el delicado cuerpo de Kagome. Era la primera vez que lo hacía, nunca jamás habían tenido tal contacto, pese a haber dormido juntos casi todas las noches durante un mes.

-Sesshômaru...Me dijiste que no....

-Kagome, ¿confías en mí?

-Claro que si.

-Entonces déjame enseñarte lo que es el placer.

-Pero yo no puedo....

-Te juro que no perderás tu pureza.

Ella abrió los ojos sorprendida, aquello era imposible.

-Eso no es posible...

-Créeme, confía en mi, déjame demostrártelo, te doy mi palabra, Kagome, ya no aguanto mas.

Los ojos de él, reflejaban desesperación, pero aquel brillo era superado con creces por la ternura, ¿que más podía hacer? Ella confiaba en él.

-De acuerdo, confío en ti.

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Bien, para descubrir que hará Sesshômaru, si desean saberlo, diríjanse a mi Blog (cuadradito azul con una B blanca, al lado de mi avatar), aquellas personas susceptibles pueden seguir la historia desde aquí, luego no me critiquen, yo avise.​

((Por cierto, si no dejan comentarios en el lemon, daré por sentado que no les gusta y no haré ni uno más))​

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Ambos quedaron exhaustos y cansados tras aquello y se dispusieron a dormir, con los cuerpos desnudos juntos bajo las sabanas.

A la mañana siguiente habrían de despedirse para siempre, pero aquella noche era suya, de los dos, su última noche en los brazos del otro.

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Y bien, debería de haberme puesto a hacer la conti de ¿¿Xk me has abandonado??Pero con la idea que tengo en la cabeza creí que, por la seguridad mental de las lectoras, me pusiera a hacer este, a ver si se me iba de idea de la cabeza.​

Ha funcionado, así que ahora me pongo con el otro fic.​

Espero que les haya gustado este capi!!!​

 

Re: Tiempos de Revolución ((SesshxKag))

Bueno, tras leerme libros y libros sobre la vida de Napoleón, he decidido que no me gusta.​

Así que voy a seguir contando la historia a mí​

Manera. ¿A nadie le molesta, verdad?​

¡¡El capitulo 10 será fantástico, palabra, aguanten hasta que llegue!!​

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Capitulo 7. Tú sombra esta conmigo.

Francia, Paris, segunda mitad del s.XVIII, 1790​

Kagome Boticelli despertó aquella mañana como tantas otras.
En la lujosa mansión Parisina de sus padres. Recordo que hoy debía asistir una “importante reunión” con sus amigas Sango y Rin.

Las sirvientas enseguida trajeron su ropa, un vestido verde botella precioso y lujosamente ataviado cargado de sedas, que ella tomo.

La rutina de todos los días era aquella, desde hacía un año. Tocó con sus finos dedos una cadena de oro que colgaba de su cuello. Estaba segura. Algún día....

Llamaron a la puerta principal y minutos después una de las damas le informo que la señorita Sango la esperaba en la entrada. Tardo cinco minutos más en acabar de arreglarse y partieron.

Llegaron a la corte en unos quince minutos, cinco más de lo habitual, pues habían pasado a recoger a Rin. El trayecto transcurrió en silencio, ninguna deseaba hablar, pues bien sabían que una vez entraran en las salas de la Corte, no harían otra cosa que comentar sobre política y guardaban sus palabras para entonces. Para la batalla que se aproximaba.

Apenas arribaron, pasaron a una sala atestada de señoras, damas y señoritas nobles y algunos caballeros, las mujeres no dejaban de mirarlas con envidia.

¿Y quien no lo haría? Ellas eran sin duda las tres mujeres más bellas de Francia, se rumoreaba que incluso del mundo entero. La primera era Kagome, la “belleza enigmática”, que tenía el increíble y nunca hasta entonces alcanzado record de 124 rechazos de proposición de matrimonio en el año que llevaba en Paris y una mirada hechizante, Sango la seguía, era la “belleza luchadora” con un total de 96 rechazos, hechos por sus padres, pues ya estaba comprometida aunque ella luchaba por liberarse del compromiso y estaba claro que cuando el futuro esposo y ella se vieran todo acabaría en nada, y Rin era la ultima, la “belleza dulce” con 72 rechazos, que contaba con solo 14 años y los más valientes, creyendo que era ingenua, trataban de seducirla, sin lograr más que un tranquilo no y algunos comentarios que dejaban entrever que no era nada idiota.

Al poco se formo un corro de tertulia alrededor de las recien llegadas, como siempre sucedía, con Kikyô L´Anjou a la cabeza, seguida de Kagura Au Vent, Avi Voayeur y Kanna Namida, que esperaban ponerlas en evidencia, como siempre. Kagura Au Vent comenzó la “charla”:

-¿Os habéis enterado? Luis XVI juro la nueva Constitución hace unos días.

-Si, mi marido me informo, por lo visto, el noble rey cedió algo de poder honorablemente a esos pobres infelices, con el fin de disminuir sus penurias.

-Por supuesto Avi, eso es conocido por todos, el rey es demasiado generoso al ceder parte sus poderes políticos al estado llano y acceder a las peticiones de este.

Kagome, que se cansaba rápido de tanta comedia, decidió intervenir, pues ellas las dejaban fuera de conversación con el fin de dar a entender a los nobles allí presentes que eran unas ignorantes. Y a ella le encantaba demostrar allá donde fuera que las verdaderas ignorantes eran ellas.

-No creo que sea así. El Rey no es partidario de la democracia, ni de ceder un ápice de poder a nadie. El único motivo que lo impulso a jurar la Constitución es la fuerza del pueblo. Bien se vio con el asalto a la Bastilla, ocurrido hace un año, si él no cede, le destronaran.

Muchos comenzaron a acercarse, pues bien se sabía que cuando Kagome hablaba, empezaba la verdadera batalla entre “las bellezas” y “las tigresas”, como llamaban a Kikyô y compañía.

-Estoy de acuerdo, amiga- Sango sonreía- Al fin y al cabo no cedió siempre. Pongamos el ejemplo de: “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”.

-Soy de esa opinión, aquel acuerdo legislativo de libertad de los ciudadanos sobre su vida no fue aceptado por el monarca y a pesar de las revueltas, este no firmo ni cedió.

-¿Ves Rin? Te acabas de delatar. Si no firmo entonces, ¿Por que habría de hacerlo ahora? Solo fue una muestra de simpatía del monarca al pueblo.

-Te equivocas, Kikyô- Kagome la miro despectiva- Aquella vez Luis XVI aun contaba con el poder para sofocar las pequeñas revueltas, ahora ya no, por que no son “pequeñas revueltas” es el pueblo de Francia entero el que se revela. Respecto a la mencionada Declaración, en breve la veréis, pues la Asamblea Constituyente se ocupa en estos mismos instantes de volver a redactarla. Calculo que a lo mucho en un año, veremos esa Declaración aprobada.

-Vamos, no digas ton....

La casi falta de respeto de Kikyô y posible humillación ante el reto de la nobleza francesa, fue salvada gracias a la entrada en la sala de Maria Antonieta, mujer y reina de Luis XVI, ante la cuál no se podía hablar de política, pues la aborrecía.

Kagome y sus amigas suspiraron, aquella iba a ser una velada muy larga....

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Al llegar a casa, tras la cena con sus padres, que en los últimos tiempos parecían cada vez más preocupados y cansados por la situación política tan insegura de Francia, Kagome se retiro a su habitación.

Una vez allí, se dejo caer sobre su cama y se quedo contemplando el techo, como siempre hacia, cada día, desde el primero que se separaron. Y como cada noche, mientras acariciaba la medalla que colgaba de su cuello, los recuerdos volvieron a su mente tan vivos como si hubiera sucedido ayer.

*Flash Back*​

​

El sequito de la familia Boticelli alcanzo Paris al mediodía. Saitô no tuvo tiempo siquiera de ir a su casa y fue llamado a presencia del Rey apenas cruzaron las puertas de la ciudad.

Los soldados que acompañaban a la familia marcharon en cuanto ellas estuvieron en su mansión, a cobrar su paga por los días de servicio e ir a emborracharse y divertirse con las parisinas.

La madre de Kagome invito amablemente al Teniente a pasar la cena en su casa, como agradecimiento por su protección y este accedió, anunciando que se presentaría allí apenas informarse a sus superiores del buen término de la misión.

Con una mirada a Kagome, Sesshômaru se había ido a palacio. Ellas comenzaron a arreglar la casa con ayuda de los sirvientes y en dos horas estuvo todo ordenado y listo.

Mandaron a los sirvientes a las cocinas y ordenaron la organización de la cena.

Tras esto, Kagome se retiro para arreglarse. Quería demostrarle algo a Sesshômaru, pues durante el viaje, jamás había podido vestirse “adecuadamente”, por lo incomodo que resultaba. Quería que el ultimo recuerdo que tuviera de ella fuera el más hermoso de todos. Aunque tras lo sucedido anoche....La chica se sonrojo hasta la raíz del pelo.

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Sesshômaru pasó cuatro horas en palacio, dando parte del viaje y recibiendo instrucciones para su próximo destino.
Apenas acabo, Recordo su compromiso en casa de los Boticelli y se apuro a llegar a un una pequeña casa Parisina, en donde vivía una buen amigo suyo que le podría prestar la ropa adecuada.

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Ninguno de los dos pudo sorprender al otro, se sorprendieron ambos.

Por su parte, Kagome veía por primera vez a Sesshômaru con ropa que no fuera su uniforme militar, un elegante traje propio de la burguesía, rico de telas , que le sentaba estupendamente y le hacía mil veces mas atractivo de lo que ya era. No pudo evitar un fuerte rubor.

Y Sesshômaru estaba impactado, sin duda la joven le había resultado siempre hermosa, pero aquello era más de lo que jamás había soñado ver. La chica parecía un ángel envuelto en finas sedas, con un vestido blanco bellísimo y el pelo recogido en una cola alta, como la suya. Por un momento, le pareció que se había dado ligeros toques de maquillaje en las mejillas, peor se sorprendió al entender que ella estaba ruborizada y que el causante de ello era él.

La cena transcurrió en paz, con una tranquila charla entre Saitô y Sesshômaru acerca de la nueva misión del último.
Kagome nos e atrevía a alzar la vista del plato, con temor a encontrarse aquellos ojos y ser incapaz de resistir el impulso de echarse a sus brazos y suplicar a sus padres que lo aceptasen.

​

Cuando el ultimo plato fue retirado, Sesshômaru se levanto y anuncio su deseo de retirase, agradeciendo la hospitalidad de la familia. Y se fue.

A Kagome se le partió el alma, se encerró en su cuarto, lo había esperado todo, menos aquello.

¿Acaso él tan solo había jugado con ella? ¿Un juego por un mes que concluía con lo de la noche anterior? Era muy posible, y ella había sido una ingenua por dejarse llevar...Alguien golpeo la puerta.

Toc... Toc... Toc...

-Veta mama, tengo sueño.

Si fue eso...¿Entonces por que no había llegado hasta el final? Ella se dio cuenta perfectamente que no había sido suficiente, fue lo justo para satisfacerse, pero no para colmar sus deseos.

¿Por que le había tenido tanta consideración?

Toc... Toc... Toc...

-¡Mama, he dicho qu....!

Se detuvo en pleno grito, el sonido no venía de la puerta,
Sino de la ventana que daba al balcón. Miro hacía allí, para encontrarse con un indignado Sesshômaru mirándola desde una de las ventanas. De un salto de levanto y abrió la puerta del balcón.

-Sesshômaru...¿Que...?

El se limito a entrar en su recamara, mientras cerraba la puerta tras ellos y corría las cortinas de la habitación. Cuándo acabo, volteo a mirarla. Estaban en penumbra, pero se veía muy bien.

-¿Pensabas dejarme fuera?

-Ah...Perdón, es que estaba pensando y....

No pudo seguir al notar la cercanía de la boca de Sesshômaru, a escasos centímetros de la suya.

-¿Pensabas que te dejaría así por las buenas?

-Es que como te fuiste tan rápido, yo...pensé....

La distancia se acorto hasta casi ser invisible. Kagome solo llego a escuchar un murmullo de él que decía: “Yo ya no puedo dejarte, estas preciosa” antes de que sus labios se encontraran y todas sus dudas quedaran despejadas.

Se tumbaron en la cama, se besaron como si les fuera la vida en ello, pero no hicieron nada más. Aquella vez si era la despedida y ambos conocían el riesgo de acariciarse más de lo debido, por que esta vez, no se controlarían.

Por ultima vez, abrazados sobre la cama, el deslizo el vestido de ella hacia abajo, dejando la parte superior de su cuerpo cubierto por un ligero sujetador.

-Sesshômaru, ¿Que haces? Habíamos dicho que no...

El chico se limito a rodear con sus brazos el cuello de Kagome y cuando los alejo, apareció sobre el una cadena de oro fino con una medalla que representaba media luna.

-¿Qu...Que es?

-Es lo único que puedo darte, perteneció a mi madre, me la entregaron tras su muerte, siempre la he llevado encima y me ha protegido, ahora es tuya.

-Yo..Yo...No puedo...-las lagrimas comenzaron a deslizarse sobre su rostro- No puedo aceptar algo así.

-Claro que no puedes, debes aceptarlo.

-Sesshômaru...Yo...Te amo...

-Ya lo se, Kagome, escúchame bien- la volteo hacía él, la chica ofrecía la viva imagen del desconsuelo en persona, con las ropas semi-caídas y llorando- Prométeme que me esperaras, yo volveré por ti, convertido en algo que todos puedan aceptar, en alguien digno de ti, prométemelo.

-Yo...Te lo prometo, te esperare.

-Puede que sean varios años, muchos años... ¿lo harás?

-Si, aunque me haga anciana, te esperare. Aunque me olvides, yo esperare. Siempre te esperare.

Ella le miro y de la impresión su llanto se corto en seco, por el suave rostro de Sesshômaru se deslizaba una silenciosa lagrima, la única que podía demostrar cuanto le dolía lo que estaba haciendo.

-Yo volveré, Kagome, te lo juro. Y nunca más me separare de ti.

-Y yo te esperare, hasta que volvamos a estar juntos.

Se besaron, estuvieron el uno junto al otro hasta el amanecer, sin hablar. Ya no había más que decir. Ahora era el tiempo el que decidía, si sus promesas llegarían a cumplirse algún día.

*Fin Flash Back*​

​

No se lo había contado ni a Sango ni a Rin, no valía la pena, ella ya sufría, el desahogo de un momento solo sería un paso para olvidarle y aquello no lo permitiría, había prometido esperar.

-Y esperare-se dijo para si misma Kagome mientras tocaba la medalla con sus manos- No importa los ricos que sean, los fuertes o guapos, yo solo te quiero a ti. Y te voy a esperar, aunque no vuelvas, te esperare.

De momento, llevaba 124 rechazos, pero por ella, como si fueran mil, no importaba.

Y con este pensamiento, como cada noche, desde hacía un año, cayó en los brazos de Morfeo.

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Nia rio nioro...​

¿Os ha gustado?​

Vaya pregunta, pues claro que NO.​

Una crueldad eso de que estén separados, ¿no?​

Bueno, tiene que ser así, al fin y​

Al cabo, lo que cuento es la Historia.​

Arigato por leer el fic!!!​

Pido paciencia en los próximos capítulos.​