Microrrelato Silencio de corchea y de amor.

Una noche tranquila se podía llamar a aquello. Vestida de negro fue al cementerio a visitar a su abuelo. O a lo que quería pensar que era. Un hombre anciano con su mismo apellido descansaba en paz, o eso parecía en aquella siniestra y solitaria tumba. Ni flores ni lágrimas adornaban la tumba, sólo miradas de alegría de poder desacerse de él de familiares desconocidos para ella. Nunca investigó ni preguntó sobre si ese era su abuelo. Ella lo pensaba así para poder agarrarse a que tenía familia a parte de sus padres. Cercanos ya que vivían con ella, pero ni sabían en qué curso iba la niña. Cuando llegó a casa, sus padres no le dirigieron la mirada. Se fue a su habitación y se hechó a llorar. Recordó cómo era su vida antes de que su hermano hechara a perder su vida por culpa de las drogas y el alcohol. Las tardes delante del mar riéndose en familia. Hasta que llegó el día que visitaron al hermano después del accidente. Su cara estaba totalmente deformada y su corazón apenas latía. Horas más tarde la mirada perdida de su madre le indicó que ya no volvería a ver a su hermano. Buscando consuelo fue donde estaban sus abuelos. Sus abuelos siempre estaban pendientes de lo que decían sobre ellos, negaban que su nieto estuviese en el mundo del alcohol y por miedo a lo que dijeran sobre ellos, decidieron marcharse sin decir palabra. La niña creció sin nadie que la consolara y aprendió a poner sus sentimientos en la música para recordar a su hermano. Su hermano antes dedicaba mucho tiempo a tocar el piano de cola que estaba en la sala. Ella aprendió rápido a tocarlo y puso todo su empeño en intentar tocarlo igual que su hermano. Pronto superó rápidamente las espectativas del profesor que venía todos los días a enseñarla. En la escuela pasaba desapercibida y no solía frecuentar los lugares que los adolescentes pasaban largas horas hablando y criticando a sus profesores. Su vida era monótona y aburrida, y a la vez triste y lo único en lo que pensaba era en buscar algo donde aferrarse para que su barco saliese de las profundidades y afrontar sus problemas. Mientras tanto solo podía esperar a que su vida mejorase.