Sentimientos de un fantasma

En realidad quería subir esto para el día de San Valentín pero no pude. Espero que os guste.​

Sentimientos de un fantasma

—En serio Mónica, ¿puedes irte al cielo de una vez? Tengo muchas más almas pendientes aparte de la tuya —replicó el joven sujetando su guadaña. Los dos volábamos sobre la monótona ciudad en la que vivía, por suerte nadie era capaz de vernos; yo era un fantasma mientras que el chico era un dios de la muerte, es decir, se encargaba de recolectar y enviar las almas de aquellos que han muerto al cielo. Y ahora iba en busca de la mía.
—¿Acaso no lo puedes decir de una forma más amable, Azrael? —Ahora la que estaba molesta era yo.
—No —contestó tajantemente—. Por favor te lo ruego, sé una buena chica y lárgate al cielo de una maldita vez que si no los de arriba me van a... —No pudo acabar la frase al ver que aumenté la velocidad—. ¡Hey, espera!
—¡No quiero! —Yo me divertía mientras Azrael me intentaba alcanzar; al cabo de un rato me atrapó. Se veía bastante cansado y no paraba de jadear.
—¿Por qué no quieres ir al cielo? —me preguntó otra vez pero esta vez se mostraba más serio que nunca. Yo solo me limité a fruncir el ceño y a marcharme otra vez, abandonando al muchacho.
La verdad es que ya han pasado tres días desde que fallecí a causa de una grave enfermedad que poseía y realizaron mi funeral. Sin embargo seguía aquí. ¿Por qué? Porque durante todos mis 14 años de vida nunca pude ser amada, nadie me amó... Ni siquiera recibí el cariño de mis propios padres; todos me odiaban sin razón alguna. Por ese motivo aún permanezco aquí, para comprobar si había alguien que le hubiera importado mi existencia, que me hubiera querido realmente.
Sin un minuto más que perder me dirigí otra vez en dirección al cementerio. Seguramente nadie ha visitado mi tumba el día de hoy; si desde el funeral nadie lo ha hecho, nadie lo hará. No obstante mi sorpresa fue enorme al ver que había alguien allí. Era Nathan.
Él fue el único que me aceptó tal y como era, jugábamos todos los días en el mismo parque y hablábamos de cosas triviales; incluso después de ser hospitalizada me visitaba todos los días. Aunque en alguna parte del trayecto empecé a tener sentimientos hacia él, convirtiéndose en algo más que un simple amigo. Me gustaba, mas ahora ni nunca podré confesarle estos sentimientos; era doloroso. Era feliz el saber que él estaba visitando mi tumba pero a la vez triste al verlo llorar.
—Mónica... ¿Sabes? Hay algo que nunca te pude decir y ahora es demasiado tarde ya que no estás conmigo pero, si me estás escuchando desde el cielo, quiero decirte por lo menos una vez que... te amo. Te he amado desde que te conocí. —Aquella confesión me hizo tan feliz que unas gruesas lágrimas bajaban por mis mejillas— Puede... que te sientas culpable si me ves llorar al pensar en ti, por ese motivo seguiré mi vida con la cabeza en alto y sonriendo, yo viviré la vida que tú no pudiste aprovechar. Nunca te olvidaré, lo prometo. Y adiós... Mónica.
Antes de que Nathan se alejaba lentamente pero con paso decidido le abracé por la espalda, agradecida por todo lo que ha hecho por mí; no me podía sentir, no me podía escuchar pero me daba igual, sólo podía sentir una inmensa felicidad recorrer por mi transparente cuerpo.
Ahora ya no había nada que me atara en este lugar; con esto ya he comprobado lo que quería saber. Me dirigí otra vez donde estaba Azrael, pidiéndole que me llevara al cielo
—Así que ya te puedo mandar al cielo. ¿No, Mónica?
—Sí. —Asentí con alegría y sin remordimientos por mi vida pasada.
Él alzó su guadaña y un gran resplandor emanaba de mi cuerpo mas no tenía miedo.
Finalmente pude ir al cielo no antes de despedirme de este mundo con una verdadera sonrisa.

FIN