[Remake] Noire Moon

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Zireael, 8 Noviembre 2013.

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    Zireael

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    Me alegra muchísimo que te hayas tomado tiempo de leer ♡ realmente resulta satisfactorio para mí el hecho de conectarme y que la alerta que tengo sea un comentario en Noire Moon, hace mucho no tenía un comentario, así que realmente te lo agradezco. Espero sigas leyendo y que te siga gustando.
    He estado trabajando en el siguiente capítulo, tengo la esperanza de poder publicarlo de aquí al fin de semana.

    *se va feliz de la vida por haber ganado una fan*
     
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  2. Threadmarks: Capítulo 16: Distorsión.
     
    Zireael

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    Título:
    [Remake] Noire Moon
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
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    Bueno, al fin nuevo capítulo. Me costó bastante terminarlo la verdad, supongo que se debe que ya casi voy llegando al final del viejo archivo, lo que falta es un capítulo para que pueda empezar a escribir sin preocuparme por que no pierda ciertos detalles de antes. En fin, paso a dejarlo c:
    Espero sea del agrado de quienes leen esto.
    @Yoysmarie lo prometido es deuda, como dije, a más tardar el fin de semana estaría el nuevo capítulo :3





    Capítulo dieciséis.



















    Distorsión.



    En lo profundo de un bosque, una chica de unos catorce años, largo cabello negro y unos brillantes ojos púrpuras se encontraba de pie al lado de un árbol cubierto de pequeñas flores blancas. Se puso de rodillas y con delicadeza retiró un puñado de hojas y pétalos de flores dejando ver una pequeña placa que rezaba: "En memoria a Juno Saitō". Una tumba oculta, una tumba sin cuerpo que recordar. El Shinigami había ordenado colocar aquella placa en uno de los bosques alrededor de Death City cuando supo de la muerte de la bruja ilusionista.

    La niña sabía dónde estaba incluso antes de escapar de los colmillos de Medusa, así como sabía que ese pequeño recordatorio de la vida de su madre no tenía un cuerpo que resguardar. Los ojos de Noire se opacaron por las lágrimas e inclinándose sobre la placa lloró amargamente. En su mente tenía el vago recuerdo del rostro de su madre aún, un recuerdo que permanecía vivo porque Medusa se había encargado de dejarle en claro que no era más que el clon de la inútil bruja que supuestamente era un traidora para toda su especie. Incluso a esa edad ya tenía un parecido increíble con la fallecida Juno, el camaleón creador.



    —Shikata ga nai —murmuró la pequeña bruja entre sollozos. Recordaba claramente como su madre solía decir eso en malas situaciones, a pesar de la corta edad en la que fue separada de ella lo recordaba, porque Juno también había aferrado recuerdos en su hija gracias a sus ilusiones—. Mamá... ya no hay más remedio... ya no puede hacerse nada al respecto — habló pausadamente, las lágrimas continuaban fluyendo, gruesas, cargadas de dolor. Las flores del árbol empezaron a secarse y algunas cayeron, el dolor estaba dañado las cosas a su alrededor, su magia dejaba de crear y empezaba a destruir. Definitivamente la sangre de Juno corría por sus venas, no había duda alguna de que era su hija, la niña que con el corazón y el alma rotos, lloraba sobre una tumba, pues de su familia ya no quedaba prácticamente nada.


    Del cañón del brazo de la bruja ilusionista brotó una bola de energía que los muchachos trataron de esquivar, aunque parte de la energía liberada al impactar contra los árboles los envió algunos metros lejos. Akari se levantó, en sus ojos parecía empezar a brotar la locura que provenía del alma del Loto Mortal, incluso a un ser como ella la estaba afectando; y atacó, ataques sin cuidado, bruscos, descoordinados, trataba de causarle siquiera un pequeño corte con la gran guadaña pero la bruja ilusionista la esquivaba sin dificultad.


    —¡Maldita! —gritó la técnico de guadaña, en su rostro se formó un extraña sonrisa y con un rápido movimiento se colocó tras la bruja, y la golpeó con su arma, lanzándola unos metros lejos de ella. Kasumi, incluso en su forma de arma, pareció sorprenderse al impactar con el cuerpo de la bruja, era demasiado duro, casi como concreto, ni siquiera le hizo un corte.


    El Loto Mortal permaneció en el suelo por un rato, los mechones de cabello se agitaban en el aire rápidamente. Soltó una gran carcajada y apoyando el cañón de su brazo en el suelo se levantó. Entonces fue impactada por un Death Canon por parte del fragmento de Shinigami, que silenció su risa de forma inmediata. Permaneció en el suelo por más tiempo que antes, callada, volvió a levantarse, por el lado izquierdo de su cabeza escurría sangre negra, tenía otras heridas superficiales pero su sangre parecía haberse solidificado a tiempo para evitarle daños graves. La bruja permaneció de pie, estática. Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro, entonces de los pocos árboles que permanecía en pie salió una cadena que se aferró a su tobillo derecho, iba liberarse cuando la cadena fue tirada con fuerza haciendo que cayera de cara contra el suelo, pero aun así había usado sus ilusiones.

    Akari lo notó y en un impulso que no pudo controlar, soltó su arma y sin que nadie comprendiese realmente la situación, se lanzó contra Kid haciendo que el muchacho se quitase del lugar en donde estaba, justo en el momento en que del suelo brotó una gran cuchilla azul oscuro, todo a partir de ese momento pareció ocurrir en cámara lenta.

    La cuchilla atravesó a la meister en el abdomen, quien abrió la boca en un grito ahogado causando que de ell brotara sangre. Los ojos dorados del fragmento se abrieron de forma exagerada, parecía congelado ante la acción de la chica y lo que había sucedido. Kasumi había vuelto a su forma humana, de su garganta salía un grito agudo que hacía eco en los oídos del joven Shinigami. Black Star había llegado y observaba el cuerpo de la técnico de Kasumi clavado en aquella hoja proveniente del suelo sin poder asimilar la situación, había llegado tarde, un Dios como él había llegado tarde… era imposible. Maka había llegado momentos después y sus ojos estaban opacados por el fantasma de las lágrimas, estaban en shock, la rubia dirigió la vista hacia la bruja camaleón que yacía en el suelo. En su mirada lo pudo ver, estaba aterrada, parte de la verdadera Noire estaba allí ahora, viendo lo que había causado, la sangre negra brotaba de sus ojos.

    La sangre de Akari escurría por la cuchilla azul; por un momento el silencio fue sepulcral y se escuchó la sangre cayendo en el suelo, goteando formando rápidamente un charco de un brillante color carmesí. La tristeza, la ira y el dolor se apoderaron entonces de la chica demonio. Con grandes lágrimas brotando de sus ojos, se lanzó contra su hermana con uno de sus brazos transformado en la hoja de la guadaña, la locura la estaba dominando. La bruja ilusionista se levantó torpemente, esquivó a tiempo el primer ataque colérico de la chica pero el segundo la alcanzó en el antebrazo, la sangre brotó del corte. La cuchilla que había acabado con Akari desapareció, causando que el cuerpo de la chica cayese al suelo, un quejido inaudible brotó de los labios de la técnico de Kasumi.


    —¡Cobarde! —gritó la chica demonio, las lágrimas empapaban su rostro, causando que su cabello se adhiriera a sus mejillas; su hermana esquivaba los ataques, el terror estaba gravado en su mirada, ese miedo la había hecho poder recuperar el control de sí misma en aquel momento, porque lo último que deseaba hacer era causarle daño. Los demás jóvenes trataron de intervenir, pero del suelo brotaron varias cuchillas que les bloquearon el paso, encerrando a las hermanas; sí, Noire Moon estaba consciente, lo estaba pues al ver a su hermana menor en ese estado, supo que le haría daño a cualquiera, incluso a los amigos que iban a tratar de controlarla. La voz de Kasumi era audible aún. No estaban seguros, pero entre sus insultos parecían brotar carcajadas casi ahogadas por el llanto—. ¡Estúpida, inútil, desgraciada, maldita! ¡No eres más que eso! ¡Me arrebataste a mi técnico, me la arrebataste, bastarda! —Reía, realmente lo hacía, de una forma escalofriante y el llanto empezaba a ahogarla, la escena se repetía en su mente una y otra vez, Akari... Akari era la indicada, se supone que iba a quedarse para siempre, se supone que se volverían fuertes juntas, se supone que la volvería una Death Scythe. Los ataques continuaban lloviendo sobre Noire. Los muchachos seguían tratando de acercarse pero les resultaba imposible. Entonces la chica de las coletas acudió al lado del cuerpo de Akari, pudo notar su débil respiración, no estaba muerta, no todavía, aunque, extrañamente, su alma parecía sentirse con más fuerza; volteó a ver a Kid, quien en su desesperación disparaba contra las grandes cuchillas que emergían del suelo, Black Star trataba de encontrar un oportunidad de entrar desde arriba.


    —¡No eres más que una estúpida bruja llena de miedo! —Seguía gritando la guardiana del piano, fue entonces que le lanzó una patada a los tobillos al Loto Mortal, causando que cayera de nuevo al suelo. Los ojos de la chica demonio lucían como dos grandes rubíes, furiosos, llenos de dolor y demencia, estaba fuera de control realmente. La expresión de miedo en el rostro de la bruja camaleón no hizo más que acentuarse; por su mente pasó el fugaz pensamiento de que entonces era ese el supuesto Demonio de Rubí, su hermana menor. Le tenía miedo en ese estado, realmente le tenía miedo, terror completo; pero había asesinado a su técnico... a su guía, a su amiga, la que era parte de aquella familia que había sido Shibusen para la chica demonio. Aunque la asesinara, no iba a defenderse, no iba a dañarla. Porque ella había derribado uno de los pilares que la mantenían viva, como si de por sí no hubieran derribado ya a varios de ellos, pero estaba vez había sido ella, su hermana mayor, quien se suponía debía protegerla. Recordó como Medusa le había dicho que, de haber sido ella la guardiana del piano en lugar de Kasumi, no estaría en esa situación, bajo su poder, que todo era causa de su debilidad, de su alma inútil para el Instrumento Demoníaco. Que ella no poseía algo que sí estaba presente en el alma de su hermana, algo más oscuro. Ahora estaba viendo a lo que se refería, a pesar de tener ondas anti-demoníacas y no haber nacido bruja, su alma fragmentada le provocaba una particular inclinación por el poder, la insensibilidad que podía darle la locura en momentos de gran sufrimiento emocional o físico. Su alma imitaba a los Shinigami, sí, pero en varios lapsos de su vida había parecido más un kishin que otra cosa.

    Kasumi levantó el brazo transformado en la hoja de la guadaña, las lágrimas escurrían de forma exagerada por el rostro de la muchacha, Noire las sintió caer sobre la piel descubierta del lado derecho de su cintura porque la chica estaba ligeramente inclinada sobre ella.


    —Pedazo de mierda —murmuró la Saitō menor al momento que lanzó su brazo con fuerza hacia su hermana, quien dejó salir un alarido de genuino miedo y dolor al sentir la hoja de la guadaña penetrando su abdomen como si fuese mantequilla. Las cuchillas a su alrededor se quebraron en diminutos fragmentos de luz que se desvanecieron y de igual forma sucedió con el domo que rodeaba aquella gran ilusión, pero eso último no fue producto del descontrol que produjo el dolor de la herida en su magia; no, ella quiso liberarlos de aquel encierro antes de que fuese demasiado tarde, aunque nunca volviese a ver a ninguno, había hecho demasiado daño ya—. Escoria, basura, buena para nada. —La guardiana del piano hablaba entre carcajadas y lágrimas, había continuado clavando la cuchilla de su brazo repetidas veces en el abdomen de la bruja del loto. Los muchachos la observaban aterrados. El oscuro líquido vital llenaba el suelo, Kasumi no se detenía, su percepción de la moral y sus sentimientos estaban totalmente cubiertos por la locura que habían provocado el dolor y el enojo. La sangre salpicaba su ropa, sus brazos y su rostro.


    —¡Saitō, detente ahora mismo! —habló el joven Shinigami con firmeza, la chica hizo caso omiso, continuó con su acto de locura. Fue entonces que el muchacho notó que el llanto de Kasumi hacía eco en aquel lugar. Era audible completamente, como un lamento casi sobrenatural y cayó en cuenta de otra cosa, por momentos mechones del cabello de la chica se tornaban rojizos.


    —Mierda —masculló Black Star al caer en cuenta de lo extraño de la situación. Maka estaba clavada al suelo, su mirada parecía confusa. La chica demonio siguió clavando la hoja de la guadaña en el abdomen de la bruja, las lágrimas de Kasumi se mezclaban con la sangre negra.


    —¡Kasumi, maldita sea! —continuó hablando el fragmento—. ¡Escucha!


    La muchacha se detuvo y levantó la mirada, pero no fue precisamente porque él se lo ordenara. Fue debido a que un gran animal apareció caminando tranquilo y se detuvo frente al cuerpo de la bruja camaleón y la enloquecida Kasumi, quien al notar su presencia se detuvo. Un gran zorro blanco como la nieve, exceptuando por las puntas de sus orejas, el pelaje de los costados de su cabeza y las puntas de sus cuatro colas que eran de un color marrón claro, además de que unas difusas marcas de color parecido al hueso le cubrían el pelaje, estaba allí. Su mirada era serena, casi fría, sus ojos eran de un celeste muy claro, casi gris y en su abdomen había una gran mancha de sangre. Kasumi retrocedió unos pasos, su brazo volvió a la normalidad, pero estaba lleno de sangre negra. Los débiles ojos de Noire buscaron lo que había hecho que su hermana se detuviese, pudo ver una extraña silueta y entonces se desvaneció. Noire Moon Saitō ya no volvería. Su personalidad, su carácter, se habían desvanecido junto con su conciencia pero aquello de la misma forma que había hecho fallar la sangre negra la había completado.

    Maka se volteó hacia donde se suponía que estaba el cuerpo agonizante de Akari pero... ya no estaba, había rastros de sangre desde ese lugar hasta el lugar donde estaba ahora el zorro. La rubia se concentró y pudo reconocer el alma de la técnico, a pesar del cambio que presentaba. El cuerpo de Kasumi fue recorrido por un escalofrío, pareció entender lo que pasaba, sobre todo por la forma en que Maka miraba al kitsune. Las colas del gran zorro blanco se agitaron lentamente.

    Un sentimiento poderoso es lo que se necesita para fragmentar las almas de los Saitō. Eso había dicho Aiko, un sentimiento poderoso. Ira, tristeza, dolor, confusión, los sentimientos fuertes se arremolinaron en el alma de la Saitō menor. Kid y Maka lo pudieron sentir y observar, su alma había empezado a fragmentarse, aumentó su tamaño ligeramente y sus tonalidades cambiaron, mezclándose. Celeste, gris, naranja, amarillo y ahora verde. Kasumi se llevó las manos al rostro en una expresión de desesperación, un dolor punzante había aparecido en su pecho, las lágrimas no dejaron de correr por sus pálidas mejillas, su cuerpo era recorrido por esporádicos temblores, sus lamentos fueron aún más audibles y su cabello se tornó de un rojo muy oscuro, parecido a la sangre.


    —Su alma... —habló Kid sin terminar la idea, estaba estupefacto.


    —Se fragmentó pero, ¿por qué en eso? —añadió la chica de ojos jade con el ceño fruncido.


    —Banshee —habló esta vez Tsubaki en su forma de arma sacando un poco a los demás de su trance, la muchacha sintió como su técnico aumentó la fuerza de su agarre en ella—, se supone que se escuchan sus gritos cuando alguien va a morir, ¿no es así?


    El kitsune se movilizó por el costado derecho, evitando el cuerpo inerte de la bruja camaleón y se interpuso entre este y la chica demonio. La observó con cautela con sus fríos ojos grisáceos y con su cuello le dio un suave empujón, haciendo que se alejara, lo hizo repetidas veces hasta que sintió que estaba lo suficientemente lejos de la brutal escena que había provocado.


    —Deberías dejar de llorar, tus lamentos aterran a los demás. —Se escuchó la voz del animal, aunque no había siquiera movido un músculo de su rostro, al tiempo que se sentó en frente de la chica demonio, su voz era la de Akari, no había error. Kasumi no podía dejar de observar la mancha de sangre en el abdomen de la criatura frente a ella, ¿acaso no le dolía? Mejor dicho, ¿con esa herida no debía estar muerta? Su llanto empezó a controlarse, aunque se dejó caer de rodillas, sus piernas no soportaban su peso—. Además, nadie morirá, al menos no ahora. Si vas a anunciar muertes a partir de este momento, tendrás que hacerlo bien. —Las cuatro grandes colas del kitsune se extendieron y en medio de las orejas del animal, apareció una esfera de luz blanca que se acercó a Kasumi y se desvaneció cuando estuvo a punto de chocar con su cuerpo. Ante eso, la muchacha de ojos rubí pareció empezar a tranquilizarse, su cabello volvió a ser negro y aunque las lágrimas seguían escurriendo por su rostro, sus lamentos no eran audibles de la forma sobrenatural de hace un momento. La kitsune volvió a levantarse y se acercó a la chica, cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, echó las orejas hacia atrás y ocultó su hocico entre el cuello y el cabello de la guardiana del piano.

    Un escalofrío volvió a recorre el cuerpo de Kasumi al sentir el cálido y suave pelaje del zorro pero cuando hizo el ademán de acariciarlo, el animal se apartó y volteó la cabeza hacia los otros muchachos que se sobresaltaron al sentir la mirada de Inoue sobre ellos. A la chica demonio le pareció ver cierta dificultad en su andar.


    —Llévensela de aquí —habló la kitsune—, es decir, todos ustedes lárguense de este lugar, ahora pueden hacerlo, antes de que sea demasiado tarde.


    —Pero las brujas... —empezó a decir Maka pero fue silenciada por un gruñido por parte del animal.


    —Que se larguen. Si no lo hacen ahora es probable que no regrese vivo ninguno de ustedes, el Loto Mortal pronto volverá a tener fuerza suficiente para matarlos a todos si es eso lo que quiere —dijo rápidamente mientras miraba de reojo a la bruja ilusionista que aún yacía en el suelo.


    —¿De qué hablas? —Esta vez quien habló fue Kid quien miraba hacia la bruja camaleón —. En ese estado, ¿qué podría hacer?


    —¿Acaso crees que Medusa va a dejar que su querido sujeto de pruebas muera tan fácilmente? —Una de las colas del zorro señaló hacia la bruja camaleón—. La sangre negra se completó al destrozar lo poco que quedaba de Noire Moon, y ahora, cuando la sangre negra termine de cerrar las heridas de su cuerpo, no tendrá misericordia hacia ninguno.


    —No podemos irnos —insistió Maka, a la distancia pudo sentir que se acercaban Stein, Marie y sus otros compañeros de Spartoi. Ante dicho comentario, las colas del zorro se agitaron violentamente, casi se les pudo escuchar rompiendo el aire, su pelaje se erizó ligeramente. Perdía la paciencia, pero permanecía inexpresiva. El técnico de cabello gris apareció con su compañera en mano, tras él se acercaban Kilik y Ox empuñando a sus respectivos compañeros, todos se saludaron con una sonrisa cansada. Al ver al gran zorro blanco todos parecieron sorprenderse exceptuando a Stein, quien permaneció estático observando el cuerpo de Noire en el suelo y Kasumi, unos metros más allá, de rodillas con el rostro empadado en lágrimas aún, tenía la mirada perdida.


    —Profesor. —La voz de Akari se escuchó nuevamente, al tiempo que la kitsune se colocó frente al técnico. En su mirada notó el deseo que sintió por diseccionarla pero lo ignoró—. Deben irse, ahora.


    —¿Irnos? —Por un momento el hombre de cabello gris pareció confundido.


    —La sangre negra del Loto Mortal está completa, si despierta, los estudiantes corren demasiado peligro.


    —Consúltelo con Shinigami-sama. —la chica de las coletas, en un breve arrebato de ira, le lanzó un pequeño espejo a su profesor quien lo tomó en el aire—. Como miembros de Spartoi tenemos el deber de quedarnos, controlar la amenaza. Si alguien debería retirarse son ellas dos, son estudiantes de nivel inferior, por tanto corren más riesgo.


    El técnico se reservó sus comentarios, se apartó un poco del grupo y sin perder más tiempo, marcó el número de la Death Room.


    —Vi que el domo se desvaneció, bueno, supongo que ya se dieron cuenta de la situación con la joven Akari —habló el dios de la muerte, ante lo último Stein asintió.


    —Dice que la sangre negra se completó, que deberíamos retirarnos —añadió, en aquel momento sintió el deseo de encender un cigarrillo, todo estaba bastante jodido como para no querer un cigarrillo—. Aunque realmente no comprendo su plan, vi la herida que tiene, si se queda ella sola, aún usando las habilidades de su clan, no durará mucho. Su resistencia es extremadamente reducida.


    —El razonamiento de la chica no es tan errado —contestó el Shinigami y se sintió complacido de lo observador que había sido Stein, pues notó las marcas del clan Eien en el pelaje de la kitsune—, pues es realmente riesgoso, la sangre negra se completó y en efecto la bruja despertará. Debemos mantener a la población segura, pero no podemos perder vidas en vano. —El Dios de la Muerte permaneció en silencio por un momento, pensativo.


    —Shinigami-sama...


    —Quédate. Mantén contigo a Kid, Black Star, Maka y Kilik. Envía de regreso a Ox, junto con Kasumi, que sean precavidos, Aiko y Medusa no pueden estar lejos.


    El hombre de cabello gris apretó el agarre en el pequeño espejo, se sentía presionado, la locura del alma de la bruja ilusionista seguía presente, al fondo pudo escuchar a Spirit lamentándose por el hecho de que su hija tuviese que quedarse, pero lo pasó por alto.


    —De acuerdo, Shinigami-sama.


    —Stein… —El hombre miró a la figura enmascarada con atención, esperando que continuara hablando—. Regresen con vida —dijo el Dios de la Muerte.


    —Téngalo por seguro, señor —contestó el técnico, una sonrisa maliciosa se formó en su rostro y luego de finalizada la comunicación regresó con el grupo y le lanzó de regreso el espejo a la rubia—. Ox, Kasumi, regresarán a Shibusen. Los demás se quedarán a controlar a la bruja cuando despierte —ordenó el técnico, los jóvenes protestaron y Kasumi se puso de pie, tambaleante.


    —¿Qué le hace creer que voy a regresar, profesor? —murmuró la chica demonio, sintió la mirada de Kid sobre ella. Levantó su brazo cubierto por la sangre negra de su hermana—. ¿Le parece que esto tenga un lugar en Shibusen? —La chica dejó caer su brazo, gotas del oscuro líquido cayeron al suelo.


    —Kasumi. —Esta vez fue la kitsune, nuevamente sin siquiera mover un músculo de su rostro—. Si regresas tendrás oportunidades de estabilizarte, además, Ox podría necesitar tus ondas anti-demoníacas.


    —Es irónico, ¿no crees? —añadió la chica de ojos carmesí, haciendo caso omiso a gran parte de lo dicho por su compañera—. El hecho de que haya nacido con ondas anti-demoníacas y mi vida sea una maldita locura.


    La kitsune iba a decir algo más, pero fue interrumpida por un sonido extraño proveniente del lugar donde estaba el Loto Mortal. Todos voltearon la mirada, de la herida abdominal de la bruja camaleón brotaba algo, parecían los pétalos de una gran flor de color negro brillante. La espalda de la bruja del loto se arqueó de forma exagerada, un grito escapó de su boca y la gran flor brotó en todo su esplendor, de pétalos lustrosos que parecían palpitar; era una colosal flor de loto.

    Stein se colocó frente a los muchachos, quienes permanecían alerta. El zorro se colocó frente a Kasumi, dándole la espalda, cojeó por un momento y fue totalmente notorio para la joven guadaña; la sangre había empezado a gotear de la herida en el abdomen del animal; aun con una herida de ese calibre iba a protegerla, porque esa era su tarea, esa había sido su promesa. Las cuatro colas de la kitsune se agitaron con fuerza, Kasumi pudo sentir una ligera brisa en su rostro producto de ese movimiento.

    La guardiana se colocó frente al zorro, había determinación mezclada con locura en su mirada, y como hizo cuando defendió a Aiko del ataque de Kid, se deshizo de sus sentimientos. Iba a defender a su técnico, iba a proteger a la Doncella Zorro.

    La flor de loto que brotaba del abdomen de Renge Gorgon se retrajo de manera violenta, desapareciendo por completo dentro del cuerpo de la chica, dejando ver que la herida provocada por su hermana se había curado por completo. El tatuaje que los muchachos habían observado que tenía, ahora abarcaba todo su vientre. La bruja ilusionista se puso de pie, sus ojos púrpura recorrieron a las personas frente a ella y se posaron sobre la chica demonio.

    La Saitō mayor soltó una carcajada y la menor permaneció seria, pero sus orbes rojos estaban fijos en el que ahora era el cuerpo de la bruja conocida como Renge Gorgon. La onda de locura aumentó considerablemente, Stein lucía realmente tenso y Maka sostenía a su Death Scythe con fuerza, pues sabía lo complicado que resultaba para él. Los demás sentían la presión aumentando a su alrededor, ahora sí iba en serio.


    —Creo que tengo tiempo suficiente para jugar un poco contigo, falso Shinigami —habló la ilusionista haciendo énfasis, en su voz había cierta malicia. Extendió los brazos hacia arriba, estirando sus atrofiados músculos—. La maldita Noire me mantuvo mucho tiempo encerrada, puede que esté algo oxidada —añadió como si en efecto fuese otra persona, su largo cabello se agitó tras ella y se enroscó hasta parecerse ligeramente a cola de un gran camaleón.






    Fin del capítulo dieciséis.

     
    Última edición: 3 Diciembre 2017
  3.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

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    ¡OMG! este capítulo estuvo super mega genial, esta como osea? me encantó, no tienes idea cuanto, me da algo de penita con Noire pero bueno >~<
    espero la continuación pronto
    besos y abrazos
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 17: La niebla lo oculta todo.
     
    Zireael

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    Bueno, aquí el esperado capítulo diecisiete :3 tardé demasiado en actualizar porque estaba en exámenes y luego no sabía que escribir, pero bueno, al final logré terminarlo. Me siento bien conmigo misma, cumplí mi meta de reescribir o reestructurar los capítulos anteriores. Ya va siendo hora de pedirle a algún líder que borre el archivo viejo, pero esperaré un poco, quiero guardar los capítulos.
    En fin, invoco a @Yoysmarie mi única lectora~
    Espero sea de tu agrado este capítulo.





    Capítulo diecisiete.





















    La niebla lo oculta todo.



    Una sonrisa se formó en el rostro de la bruja camaleón y brillantes escamas aparecieron en parte de él.
    El camaleón, un reptil realmente poco agraciado de no ser por su habilidad de cambiar de color; lento, pero con una vista realmente excepcional. Se suponía que era eso, un camaleón, pero aún así, en ese momento, con su rostro cubierto de escamas y con sus ojos púrpura resplandeciendo, parecía una víbora. Una realmente venenosa.

    De repente simplemente desapareció, Stein vio dos flamas moradas pasar frente a él y por su columna viajó una sensación de agua helada; segundos después uno a uno sus estudiantes fueron golpeados con fuerza, habían salido volando sin más, como si una entidad los hubiese golpeado.


    —¡Stein, reacciona! —Su compañera gritó al ver que el hombre se encontraba en shock. Al escuchar la voz de Marie pareció entrar en razón y apretó el agarre sobre su arma.


    —Marie. —La Death Scythe comprendió que la situación requería un nivel de poder superior, aunque en este caso habían altas posibilidades de que resultase letal.


    —Stein, con la locura que desprende esta niña luego... —Su técnico la interrumpió. Cuando pudo ubicar a la bruja ilusionista, tomó impulso y se lanzó contra ella, casi falló el golpe pero logró darle en un costado, enviándola unos metros lejos.


    —Moriré antes de que la locura pueda siquiera tomarme —habló, sintió las almas de sus estudiantes, agitadas, con miedo pero determinadas, su compañera permaneció sigilosa respecto a utilizar su Izuna. Más allá pudo ver a Kasumi, su miraba estaba de cargada de terror, pero seguía frente a la kitsune. Iba en serio—. Kasumi —dijo, pudo notar que la chica se sobresaltó—, vete, ahora.


    —Profesor. —La joven guadaña cerró sus puños con fuerza. Renge Gorgon se había puesto de pie nuevamente, debía tener algunas costillas rotas pero no había rastros de dolor en su mirada.


    —¡Que te largues, niña terca! —gritó Stein. La bruja se lanzó contra Kasumi, el hombre de cabello gris trató detenerla, pero esta lo lanzó lejos con un movimiento rápido.


    —No te metas, humano. El asunto, después de todo, es con el futuro Shinigami-sama —murmuró la bruja del loto lo suficientemente audible para la joven guadaña—. Tengo situaciones que tratar con la próxima Diosa de la Muerte.


    La chica demonio retrocedió un paso, el terror en su mirada se intensificó. Transformó sus brazos en dos grandes cuchillas, iba a usarlas como escudo, pero su reacción no fue lo suficientemente rápida. El brazo izquierdo de Renge se volvió una monstruosa cuchilla que se interpuso entre las de la guardiana del piano antes de que pudiesen juntarse para bloquearla. Con un movimiento sencillo, desequilibró a la chica y la envió a volar, impactó contra varios árboles antes de tocar el suelo. Por primera vez desde que había vuelto a su forma de kitsune, los ojos grisáceos de Akari fueron tomados por una emoción: el miedo. De sus cuatro colas brotaron grandes llamas que golpearon al Loto Mortal, pero no le hicieron el mayor daño. Sus patas temblaron como las de un cachorro asustado, la sangre de su herida abdominal salpicó el suelo; se dejó caer y sus colas cubrieron su cuerpo como un inútil escudo. Jamás iba a poder derrotar al Loto Mortal, nunca. La oscuridad del corazón de la Saitō mayor la aplastaba como se aplasta un mosquito molesto.

    Kasumi trató de levantarse, pero el dolor del impacto golpeaba su cuerpo con fuerza. Entonces vio a Kid pasar frente a ella, en un abrir y cerrar de ojos estuvo junto a Renge y la kitsune, sin pensar en nada le lanzó un golpe con una de sus armas en el rostro, ni siquiera disparó pero el golpe hizo que la chica impactara contra el suelo. Se colocó frente a la kitsune, su respiración era irregular, la sangre escurría por uno de los costados de su cabeza, debió haberse lastimado cuando Renge lo retiró de su camino cual muñeco de trapo; su mirada estaba llena de furia.
    Por un momento el corazón de Kasumi pareció detenerse, dos de las personas más preciadas en su vida estaban allí, heridos. Akari más muerta que viva.

    De repente Maka apareció con un nuevo Cazador de Brujas, iba a darle el golpe de gracia en la espalda pero una cuchilla brotó de la columna de la bruja camaleón, rompiendo el Cazador de Brujas sin problema y, posteriormente, causando un corte algo profundo y extenso en la pierna derecha de la rubia, antes de desaparecer. Un grito ahogado brotó de la boca de la chica de ojos jade. Giró para caer al suelo de pie, el dolor recorrió su pierna causando que casi cayera de rodillas.


    —¡Maka! —habló el chico guadaña, la preocupación se notó en su voz.


    —Estoy bien —dijo la rubia, apretó el agarre en el mango de su arma—. Creo que es hora de tocar un poco el piano, Soul... ¿Qué dices de un dueto, Evans? —lo último lo dijo en un susurro para su compañero.


    —¿Qué tienes en mente? —respondió este al tiempo que su reflejo apareció en la hoja de la guadaña. Una larga cadena envolvió el cuerpo de la bruja del loto, luego la lanzó hacia arriba.


    —No deberían dejar de prestarle atención a su objetivo, mortales —comentó Black Star. Una carcajada se escuchó, Renge reía, se había soltado del agarre de la cadena y ahora se lanzaba en picada hacia ellos. El chico de cabello azul volvió a lanzar uno de los extremos de la cadena de su arma hacia la bruja, la hoz le dio un golpe en el mentón antes de enrollarse con firmeza en el cuerpo de la chica. El muchacho tiró de la cadena, Renge impactó contra el suelo con fuerza. Un quejido de dolor escapó de los labios de la bruja ilusionista. Entonces lo pensó: era un camaleón, ¿no? Tenía que adaptarse, aprovecharse de la situación. Sus ojos volvieron a ser rojos como los de su hermana y un grito agudo escapó de su garganta, las lágrimas se formaron en sus ojos. Noire Moon , gritaba de dolor como si aquello la hubiese de vuelto a la normalidad. Mas, en lo más profundo del alma podrida de la bruja del loto, luchaban dos entidades muy diferentes, pero ambas igual de poderosas.
    Los ojos de Kasumi se abrieron como platos, lastimaban a su hermana, le hacían daño. Logró ponerse de pie, caminó tambaleante hasta donde estaba Black Star. Su vista estaba nublada por el perfecto ilusionismo de Renge Gorgon.


    —No la toques, demonio —murmuró la joven guadaña. Ante dicho comentario todos se voltearon asombrados, ¿no había herido a su hermana casi hasta la muerte? ¿Qué pasaba con ella?


    —¿Demonio? —contestó el sobreviviente del Clan de la Estrella, en sus labios se formó una sonrisa retorcida—. ¿Te has visto al espejo, Saitō?


    —Bueno, al parecer voy a tener que desechar mi plan —añadió la chica de ojos jade, blandió su guadaña un par de veces— ¡Resonancia de Almas! —gritó la rubia, ya bastaba de juegos. Si no acababa con el Loto Mortal todos morirían. El filo de su guadaña tomó una forma diferente: el Cazador de Demonios. Aun con la herida de su pierna, se abalanzó contra la bruja camaleón, era el golpe fatal, nadie iba a detenerla. Como una sombra, una figura se aferró a la pierna de la chica luego darle alcance. La rubia dirigió una mirada confusa hacia abajo y lo vio, dos rubíes malditamente brillantes. Kasumi estaba enloquecida y, en esa locura, había logrado desatar sus habilidades de Shinigami. Maka sintió el fuerte agarre de la chica demonio en su pierna y, antes de que pudiese quitársela de encima, la guardiana del piano introdujo sus dedos en el corte que le había provocado Renge, la herida se abrió más, la sangre goteaba. Al instante un grito agudo escapó de los labios de la rubia, las lágrimas escurrieron rápidamente por sus mejillas. Soltó su arma, que cayó al suelo junto con ella, deshaciendo el Cazador de Demonios.


    —¡Tsubaki, modo sable demoníaco! —ordenó Black Star, su compañera obedeció.


    —¡No la dejes ir, idiota! —dijo Stein, al ver que la bruja se ponía de pie, con una sonrisa en su rostro al ver lo fácil que había manipulado a la joven del alma fragmentada. El técnico se lanzó contra la chica, le dio un golpe en el costado nuevamente y con un rápido movimiento, la atacó con su frecuencia de alma en el plexo solar. Los ojos, púrpura de nuevo, del Loto Mortal se abrieron de manera exagerada; de su boca brotó sangre pero aún así sonrió de mala gana, ya no tenía control de su sangre negra. Tienen la costumbre de pillarnos desprevenidas, Renge. Shinigami-kun también pudo habernos matado de haberlo querido así. Una voz hizo eco en su mente, la maldita Noire seguía jodiendo aunque estuviese casi muerta. El problema es que ahora te has metido con Franken Stein, estúpida, si no querías morir hoy, no tomaste las mejores decisiones. La sangre negra sigue siendo demasiado sensible a las frecuencias ajenas.

    De repente, un corte limpio había hecho desaparecer el brazo izquierdo de la bruja ilusionista, es decir, el cañón había desaparecido también. La sangre oscura salpicó el suelo, brotaba de la gran herida y el rostro de Renge parecía resignado a su inminente muerte.


    —¿No estabas usando eso o sí? —murmuró el asesino. En sus ojos fulguraban dos estrellas—. ¿Necesitas el otro? —estuvo apunto de amputarle el otro brazo.


    —Apártense —había hablado Kid. Estaba metros más allá, aún frente a la kitsune que respiraba con dificultad.


    Kasumi seguía fuera de control, era posible que ya no supiese siquiera por qué atacaba a Maka. La rubia había logrado deshacerse de su agarre para volver a tomar su arma y, empuñando a Soul, se batía con ella en una lucha extraña de la cual no podía librarse si era que quería que los demás pudiesen acabar con la bruja; por su pierna escurría la sangre y el agotamiento era demasiado evidente.
    El falso Shinigami había despertado, en el mechón de cabello que caía siempre sobre parte del rostro de Kasumi se había formado una difusa línea grisácea horizontal con una forma extraña, como una mezcla de las líneas del cabello de Kid y las de Asura. Una línea de Sanzu falsa.

    Black Star y Stein se apartaron a tiempo, un poderoso Death Cannon se dirigía hacia Renge Gorgon. El humo llenó el lugar y, momento antes de disiparse sintieron que la onda de locura disminuía casi hasta su extinción. El humo se disipó, el Loto Mortal no estaba, se había esfumado. La sangre de su brazo estaba ahora seca en el suelo, pero su brazo en sí, tampoco estaba. Su alma había desaparecido también, Stein lo comprendió. Aquello no había terminado todavía. No estaba muerta.

    El bosque que había creado Noire empezaba a desvanerse, dejando ver de nuevos las calles y casas del lugar. En el final de una calle apenas se observaba la mansión Gekkou, estaban muy lejos ya. La fuerza y rapidez de Kasumi había desaparecido, de igual forma aquella extraña habilidad de disiparse como una entidad. Maka le asestó un golpe con el mango de la guadaña a los tobillos, la chica cayó de rodillas.


    —Perdona, Kasumi —murmuró con cierto pesar en su mirada. Con un rápido movimiento le dio un golpe en la cabeza con la guadaña, dejándola inconsciente. La línea difusa en su cabello empezaba a desaparecer. Maka cayó de rodillas al lado de la inconsciente Kasumi, su respiración era irregular. Soul volvió a su forma humana y pasando el brazo derecho de la chica sobre sus hombros, la ayudó a ponerse de pie y la alejó de la chica demonio.


    —Hay que irnos —dijo, se le notaba cansado. La locura le había dado demasiado de qué preocuparse.


    —Medusa... y la otra bruja —habló Maka, su voz era casi un susurro.


    —Deben estar muy lejos de aquí ya, de no ser así... el Loto Mortal no habría escapado, aunque estuviese al borde de la muerte.


    Stein soltó a Marie, quien volvió a su forma humana y miró a Kasumi con preocupación, se acercó a ella y se arrodilló a su lado. La kitsune se había levantado, sus patas casi no la sostenían, su mirada lucía algo perdida. Se acercó a Kasumi, miró a Marie y sin decir una palabra se tumbó al lado del cuerpo de su compañera y lo cubrió con sus cuatro colas.


    —Akari, quieres cuidar tú de ella, ¿no es así? —el gran zorro asintió, un aura deprimente parecía empezar a formarse a su alrededor. Una de sus colas se extendió y se agitó suavemente en el aire, para luego señalar hacia donde se encontraba Kid. Marie miró al joven Shinigami, había guardado sus armas en sus bolsillos, por si acaso. Pareció sobresaltarse al ver la cola de la kitsune señalando hacia él.


    —La dejo a tu cuidado, Shinigami. Para siempre —dijo Inoue. Cerró sus fríos ojos, un largo suspiro escapó por su nariz. El chico de ojos dorados parecía sorprendido—. Deseo que permanezca en Death City, que se estabilice. —Lo último fue casi un susurro. El gran zorro apoyó su cabeza en el suelo, su herida ya no tenía remedio, moriría. Abrió sus ojos de nuevo y miró hacia el cielo, la luna parecía somnolienta, pronto empezaría a salir el sol. Sintió el débil agarre de alguien en el pelaje de su cuello, sus orejas se echaron hacia atrás y, levantando un poco la cabeza, observó a la persona que la sujetaba. Entre una mata de cabello negro, pudo ver los ojos de Kasumi, abiertos débilmente, distinguió el brillo de las lágrimas recorriendo sus mejillas. Una débil brisa trajo consigo un lamento que parecía distante, pero que hizo que los presentes se estremecieran.

    Marie se había puesto de pie y había vuelto junto a Stein, estaba al borde del llanto. Después de todo aquella chica, que ahora era un zorro agonizante, había sido su alumna. Una muy peculiar.


    —Lo haré, pero no mueras —susurró la guardiana del piano, su voz se quebraba—. No mueras, estúpida Doncella Zorro.


    La kitsune exhaló suavemente en el rostro de la chica y esta cayó inconsciente nuevamente, las lágrimas que había derramado aún resbalaban por sus mejillas.


    —Tu canción fue audible y precisa. Me moriré, mala copia de Shinigami —susurró Akari, refiriéndose al lamento que se había escuchado con la brisa. Aquellas habían sido sus últimas fuerzas, sus cuatro colas dejaron de cubrir a su compañera y cayeron como peso muerto tras ella. Su cabeza golpeó el suelo, sus ojos se habían cerrado ya para siempre. Su pelaje empezó a perder brillo y luego su cuerpo se desintegró en débiles fragmentos de luz dejando una única cosa: una extraña alma blanca como la nieve, con unas marcas grisáceas en ella y lo que parecían ser dos pequeñas orejas.

    .

    .

    .


    Tres años después

    La luz entraba débilmente a través de las cortinas, iluminando una gran habitación. En la cama, algo se movió sin demasiados ánimos. Una mano delgada retiró débilmente las sábanas de su rostro. Una joven de facciones delicadas abrió ligeramente sus ojos, rojos como la sangre. Su largo cabello negro cubría parte de sus ojos y caía por el borde de la cama.


    —Oye, ya es de mañana —murmuró mientras con el codo golpeaba sin fuerza a su lado. Un sonido de desaprobación brotó de las sábanas junto a ella—. Antes no dormías tanto que yo recuerde, levántate de una vez o sabes que yo no saldré de aquí. —El sonido de desaprobación fue audible de nuevo, alguien se revolvió bajo las sábanas.


    —Sabes que no tengo tiempo libre, hasta yo necesito dormir —contestó una voz masculina medio adormilada. La chica retiró parte de las sábanas junto a ella. El cabello del joven junto a ella era recorrido horizontalmente por tres perfectas líneas blancas. Un par de ojos dorados la miraron, la muchacha sacó la lengua a modo de burla. Un enrojecimiento casi imperceptible apareció en las mejillas del muchacho, quien desvió la mirada.


    —Oh, vamos. Un Shinigami no necesita dormir —dijo la chica, aunque sabía que a pesar de su condición como Dios de la Muerte y sus habilidades superiores, en realidad era muy diferente de los Shinigami anteriores. Había sido criado como un humano—. Pero en fin, si es lo que deseas.


    La joven extendió su brazo hacia una silla que había junto a la cama y tomó un pequeño puñado de ropa que estaba allí. Estaba la blusa blanca de botones que se había quitado la noche anterior.


    —Debo ir a ordenar el apartamento y comprar algunas cosas —dijo mientras se sentaba en el borde de la cama. El chico la miró y observó la piel clara de su espalda desnuda, cubierta únicamente en una pequeña sección por el sostén blanco que llevaba puesto y el cabello cayendo como una cascada oscura por ella. La muchacha se puso la blusa y empezó a abotonarla despacio, cuando terminó se levantó. Se puso la falda azul cielo de pliegos y una chaqueta color crema que estaba sobre el respaldar de la silla. Caminó por la habitación con el cuello de la camisa desarreglado, buscaba sus zapatos y la corbata. Encontró la corbata y se la puso, mientras arreglaba el cuello de la blusa, luego vio los zapatos y se los colocó mientras caminaba hacia la salida, se detuvo para mirarse en un espejo que había junto a la puerta. Llevaba el uniforme de Spartoi... y se parecía mortalmente a su hermana mayor, la bruja Renge Gorgon; incluso su cabello era casi igual de largo ahora, había dejado de usar un mechón cubriendo un lado de su rostro y ahora parte de su cabello caía delicado sobre su frente.

    —Kasumi —habló el joven de ojos dorados desde la cama, no parecía querer levantarse, tenía los brazos cruzados tras la cabeza. Ella siguió su camino.


    —Dime —dijo mientras abría la puerta.


    —Al final de la tarde ve a la Death Room, debemos hablar algo sobre Akari —contestó sigiloso, sabía que se estaba metiendo en un tema delicado. Notó que la chica apretó los pliegos de la falda con su mano izquierda y no quitó la mano de la manija de la puerta.


    —No quiero —dijo rápidamente en un susurro.


    —Es una orden —añadió el Shinigami con seriedad. La chica soltó los pliegos de la falda junto con un suspiro de resignación.


    —De acuerdo, Shinigami-sama —contestó y lo miró de reojo, de inmediato la extrema formalidad le pareció estúpida. Había pasado la noche con Kid, es decir, Shinigami-sama estaba ahí cubierto por simples sábanas dándole órdenes de que fuera por la tarde a la Death Room para hablar de su fallecida compañera. ¿En qué demonios estaba pensando?

    Una risa escapó de los labios de la chica, el joven la miró confundido. La vio salir de la habitación tranquila, dejándolo solo con el sonido de sus pisadas y la imagen del suave movimiento de sus caderas al andar.


    —¡Nos vemos, Kid-kun! —la escuchó gritar desde afuera una vez hubo salido de la mansión, soltó un suspiro cansado y rió, era realmente un caso.






    Fin del capítulo diecisiete.


    En efecto, ahora la historia se desarrolla luego de la batalla en la luna, después de que Chrona encerró a Asura con su sangre negra y Kid despertó como un Shinigami completo, muriendo Shinigami-sama para que tomase su lugar.
     
    Última edición: 7 Enero 2018
  5.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

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    ¿Quien osa invocar mi nombre?... OK no.
    Dios que mal que Akari muriera, el capitulo estuvo realmente genial.
    Creo que cada capítulo hace que ame más tu historia.
    espero que actualices pronto.
    *-*
    besos y abrazos
     
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  6. Threadmarks: Capítulo 18: La tonada demoníaca vuelve a escucharse.
     
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    [Remake] Noire Moon
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    24
     
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    4973
    Bueno, nuevo capítulo :3 aprovechando las vacaciones. Y bueno... eso, no tengo mucho que decir hoy (?)




    Capítulo dieciocho.























    La tonada demoníaca vuelve a escucharse.

    La chica caminaba a paso tranquilo, lo único que llevaba consigo eran las llaves del apartamento y algo de dinero, ambas cosas en el bolsillo de la chaqueta color crema. Dirigió la mirada al cielo, el sol reía en lo alto; una suave brisa soplaba y las aves cantaban alegres.
    La joven guadaña siguió caminando mientras ordenaba su cabello, lo peinó con sus dedos y lo trenzó a ambos lados de su cabeza. Recordó que llevaba un broche para el cabello en uno de los bolsillos de la chaqueta y lo sacó, tenía la forma de la máscara del Shinigami; unió el cabello que había trenzado atrás de su cabeza, dejando el resto suelto. Estiró las arrugas de su uniforme y se detuvo frente a una ventana para mirarse en el reflejo. Simetría. Se regañó a sí misma, no tenía por qué pensar en cosas como la simetría, era lo de menos, ni siquiera era su asunto. Dirigió su mente a otros pensamientos... llevaba el uniforme de Spartoi, en realidad todos lo seguían llevando y asistían a Shibusen de vez en cuando, para clases especiales o en el caso de personas como Maka, para dar alguna clase. El uniforme se conservó para representar al grupo élite de Shibusen.

    Spartoi... aquello por lo que había luchado Akari, murió sin poder formar parte de la élite. Sin poder transformarla en una Death Scythe. Luego Kid había declarado una tregua con las brujas, dando por finalizada la creación de más Death Scythes. Había perdido su oportunidad.
    Una expresión sombría pasó fugazmente por el rostro de Kasumi. El Shinigami la había integrado al grupo meses después de regresar a Death City, cuando parecía haberse recuperado de los sucesos en torno a Noire Moon. No estaba recuperada, probablemente nunca lo estaría, pero aprendía a vivir con ello y había madurado, al menos eso creía. No tenía un técnico, pero Shinigami-sama le había dicho que no se preocupara, podía luchar sola, su fuerza era suficiente. Había sido promovida a arma de dos estrellas. Es posible que todo se debiese a que el dios de la muerte sabía que pronto iba a llegar el momento de enfrentar a Asura y que, quizás, nunca nadie más volvería a blandir a la guadaña demoníaca del alma fragmentada.

    Shinigami-sama... también había muerto y si era sincera, extrañaba a la figura enmascarada con su voz infantil y chillona, sí, definitivamente lo extrañaba. Después de todo, fue él quien envió a su hijo por ella hace más o menos siete años; quien la mantuvo protegida en Death City aún sabiendo el peligro que representaba.
    Ghost, el chico gato, tampoco aparecía desde que Aiko la había encerrado en la habitación del piano en la mansión Gekkou. Pensó que lo más seguro era que estuviese muerto, era probable que le hubiesen arrebatado ya sus siete almas.
    Suspiró con pesadez y al pasar frente algunas tiendas pudo sentir la mirada de alguien en la espalda, le pareció irritante.


    —¡Ey, tú! —gritó una voz masculina, Kasumi apresuró el paso. La verdad no tenía demasiadas ganas de conversar con alguien esa mañana. Un proyectil desconocido dio de lleno en la cabeza de la chica demonio, quien casi cayó al suelo debido al golpe y la impresión. Se volteó molesta y vio que alguien le había lanzado nada más y nada menos que una lata de refresco vacía. Vio a un joven de cabello castaño mirándola mientras se acercaba.


    —¡Imbécil! —dijo irritada. En el rostro del tipo se formó una sonrisa divertida, cuando estuvo lo suficientemente cerca, Kasumi pudo notar que tenía unos preciosos ojos verdes, por un momento se le hizo familiar. Se volteó para seguir caminando hasta que una mano aprisionó su brazo derecho.


    —Vaya, vaya, ¿entonces sí eras tú, Saitō? —dijo el muchacho de ojos verdes. Kasumi se sobresaltó y lo miró, el chico la soltó—. Es una lástima que no me recuerdes. Debería ir darme un tiro —dijo haciéndose el ofendido mientras con su mano apuntaba a su cabeza.


    La chica de ojos carmesí lo reconoció entonces, era mucho más alto ahora, pero su personalidad no había cambiado. En sus ojos se formaron algunas lágrimas que deshizo parpadeando varias veces y le dio un empujón.


    —¿Qué haces aquí, Shimizu? —Por un instante el enojo corrió por sus venas. Hace años le había dicho que se fuese y ahora volvía, el imbécil solo quería acabar muerto... como Akari. El chico pareció notar el enfado de la muchacha.


    —Shinigami-sama me contactó —respondió mientras le revolvía el cabello a la que había sido su guadaña años atrás. La muchacha apartó la mano del chico de un golpe y se acomodó el cabello de mala gana; luego cayó en cuenta de lo que había dicho el castaño... Shinigami-sama me contactó.
    Shinigami-sama... Kid. La ira recorrió su cuerpo de nuevo y pensó en que el rayado podía darle más lata que antes siendo ahora el Dios de la Muerte. Frotó sus párpados con cansancio, pero sonrió por un instante.


    —La próxima vez dile a Shinigami-sama que se vaya a la... —añadió haciendo énfasis pero fue interrumpida por el abrazo del muchacho de ojos verdes, lo escuchó reír y susurrar con tono de acusación.


    —He de suponer que no hueles a colonia de hombre solo porque se te antojó ponerte, ¿qué has estado haciendo, pervertida? —El color subió de golpe a las mejillas de la muchacha, pero antes de que pudiese hacer algo su antiguo técnico ya la había soltado y seguido su camino. Sus risas se seguían escuchando a la distancia—. ¡Nos vemos en la tarde, chica Saitō! —Lo escuchó gritar. Kasumi pateó la lata que le había lanzado. También lo había citado a la Death Room al parecer, aquello era el colmo. Iba a terminar con el cabello convertido en una maraña blanca de canas, pensó que parecería un conejo albino si eso llegaba a suceder.


    Luego de eso se dirigió a su apartamento, se dio una ducha y pasó parte del día ordenando; había salido a comprar las cosas que necesitaba, se había quedado sin comida. Cuando regresó sacó un libro de la que solía ser la habitación de Akari, lo tenía allí desde que lo había conseguido. Fue absorbida por la lectura. Pasado el tiempo se fijó en el reloj que tenía en la pared de la cocina, marcaba casi las cuatro de la tarde, había pasado más de lo esperado leyendo. Kid no había especificado la hora cuando dijo que debía ir en la tarde.

    Sin muchos ánimos se levantó, fue a su habitación y se puso el uniforme de Spartoi de nuevo, por mera formalidad. Salió rumbo a Shibusen, en la mesa del comedor había dejado el libro que había estado leyendo, uno que había retirado hace días de la biblioteca de Shibusen mediante sus propios métodos: Instrumentos Demoníacos: Añadido del Libro de Eibon.

    .

    .

    .

    En una casa abandonada en una ubicación desconocida dos brujas hablaban entre sí, una de apariencia frágil y cabello castaño y la otra de largo cabello negro, con escamas de un tono azul verdoso en sus brazos.


    —Medusa murió, Chrona está sellada junto con Asura —comentó la castaña, mirando a la bruja de cabello negro quien estaba apoyada en la pared con los ojos cerrados—. Una lástima, los planes de la víbora eran bastante entretenidos...


    —¿Cómo diste conmigo? —dijo la de cabello negro, ignorando de momento el comentario mientras abría sus ojos, los cuales tenían un aire felino y eran de un brillante color rojo—. Medusa está muerta, sí. Por ello tengo libertad, lo menos que deseaba era toparme contigo, maldita ave.


    —Debería yo preguntarte... ¿Cómo es que estás viva, Noire Moon? —dijo cortante Aiko, en sus ojos había cierta curiosidad—. Tú deberías haber muerto, ese día agonizabas. Tenías que haber dejado que Renge hiciera uso de tu alma y tu cuerpo... pero aquí estás, Saitō.


    —Al sellarse Asura, el poder de Renge disminuyó... me dio una oportunidad de recuperarme —habló la bruja camaleón y con un rápido movimiento colocó su brazo, convertido en una cuchilla azul profundo, en el cuello de la bruja de la vida—. Ahora, ¿qué demonios quieres de mí?


    —¿Yo? —La castaña la observó con sus orbes azules y sonrió retirando la cuchilla de su cuello—. Absolutamente nada, ilusionista. —Aquello desconcertó a Noire y chasqueó la lengua molesta, volviendo a su brazo a la normalidad, hizo traquear sus delgados dedos y volvió a recostarse en la pared.


    —Entonces vete al demonio, ave —dijo sin demasiado interés.


    —La chica kitsune murió —dijo Aiko y dio un par de pasos al frente alejándose de Noire.


    —Lo sé... Renge, es decir, yo... como sea. Está muerta por mi culpa —añadió la Saitō mayor, tenía la mirada baja, su cabello le cubría el rostro.


    —Fue el clan de esa chica quien tomó el alma de tu madre, es más, Akari Inoue no hubiese existido jamás si no fuese por su alma.


    —¿De qué demonios estás hablando?


    —Los Eien fueron los kitsune que la asesinaron. Hicieron un ritual usando el alma de tu preciada madre. —La mirada de Noire se tornó inexpresiva, fue como si en su mente se iluminara una bombilla ¿Era por eso que la tal Inoue había protegido a Death the Kid? ¿En el fondo de su alma aún prevalecían rasgos de Juno Saitō? Protegía a Kasumi... protegió al hijo del Shinigami porque quizás, en el fondo sabía que si el muchacho moría, la locura iba a posesionar completamente la guardiana del piano. Calificó su propia vida como inferior para salvar lo que era prioritario para su compañera; su salvador. Por un momento sintió como si hubiese asesinado a su propia madre.


    —¿Qué más sabes, Yamamoto?


    —¿Respecto a eso? —La bruja camaleón asintió y Aiko siguió hablando —. Nada realmente. Sé que tu hermana sigue viva, que el Shinigami murió y ahora su hijo está en el poder. Nada que tú no sepas. Excepto quizás, que la chica guadaña se parece demasiado a ti ahora cuando tenías más o menos su edad —explicó la castaña, una débil sonrisa se formó en los labios de Noire Moon, pero se disolvió al escuchar lo que siguió diciendo Aiko—. Ah, me informaron que alguien logró ubicar el piano demoníaco...


    —¿Dónde?


    —En alguna zona de América Central —contestó la castaña encogiéndose de hombros.


    Noire suspiró con pesadez, tenía que dar con esa cosa lo antes posible, antes de que alguien acabase con él y, por consiguiente, con la vida de su hermana.

    .

    .

    .

    Kasumi estaba ahora frente a la puerta de la Death Room, comía unas galletas pues, mientras se dirigía hacia Shibusen, recordó que no había comido nada y la verdad no tenía demasiada hambre, las sorpresas del día le habían quitado el apetito. La muchacha se terminó las galletas y guardó el empaque en el bolsillo de la chaqueta para tirarlo más tarde; luego entró en la Death Room, parecía nerviosa. Caminó despacio a través del camino formado por las puertas Torii con apariencia de guillotinas.
    Pronto pudo ver a Kid, llevaba una de las capas de su padre, también notó a Maka, Tsubaki y Spirit, un poco más apartado pudo ver a su antiguo técnico.


    —Lamento la demora —dijo la chica de ojos carmesí al llegar frente a todos mientras hacía una leve reverencia—. ¿Falta alguien más? —Notó que Kid negó con la cabeza, la muchacha suspiró aliviada.


    —Hoy se cumplen tres años desde la muerte de Akari. —El joven dios de la muerte empezó a hablar con sigilo, esperando la reacción de la guardiana del piano, pudo percibir que los músculos de su cuerpo se tensaban. Kasumi dirigió su mirada a su antiguo técnico, Hiroshi Shimizu, el muchacho estaba serio, con los brazos cruzados pero le dedicó una sonrisa cálida—. Hay algunas cosas que debemos contarte respecto a ella. Además, creímos que sería un momento oportuno para hacerte entrega de algunas cosas.


    Tsubaki se acercó a Kasumi, llevaba las manos ocultas tras la espalda, la joven guadaña se sobresaltó como un gato nervioso pero de inmediato recuperó la compostura. La muchacha de ojos índigo extendió las manos frente a ella mostrando un uniforme de Spartoi doblado con sumo cuidado, tenía un suave aroma a cítricos, posiblemente por algún detergente. Encima estaba una chaqueta idéntica a la que llevaba puesta, excepto que se podían apreciar unas marcas muy claras entonces lo recordó... eran marcas como las que tenía el pelaje de la kitsune, Akari. Kasumi la miró confundida y posteriormente miró a Kid.


    —Hace unos meses, consulté con los demás si les parecía adecuado hacerte entrega del uniforme que sería de Akari. Al parecer mi padre lo había enviado a hacer tiempo después de integrarte a Spartoi, no se lo comentó a nadie dado que estábamos por enfrentar a Asura. Di con él mientras organizaba algunas cosas. Tsubaki se encargó de lavarlo para dártelo —explicó el joven de ojos dorados, había cierta tristeza en su mirada. Después de todo, estaban allí porque Akari se había interpuesto entre aquella cuchilla y él.


    —Gracias, Tsubaki —dijo Kasumi casi en un susurro mientras tomaba el uniforme, en un movimiento reflejo lo apretó contra su pecho, le pareció escuchar el sonido de un papel arrugándose pero lo ignoró; las lágrimas se apresuraron a formarse en sus ojos. La aludida le dio un breve abrazo a la joven guadaña y se apartó.


    —Spirit me comentó que el clan Eien, al cual pertenecía ella, son zorros de campo muy agresivos, kitsunes del tipo Yako —siguió explicando Kid, posó su mirada en el padre de Maka.


    —Mientras ustedes estaban en batalla aquel día, Shinigami-sama habló conmigo sobre el posible origen de Akari en un clan de zorros de ese tipo —comenzó el Death Scythe—. Me comentó que era probable que el líder del clan, un kitsune muy antiguo quien como parte de su identidad humana lleva el apellido Inoue; hubiese hecho un ritual con un alma muy poderosa.


    —Kasumi... —interrumpió Kid, la muchacha pareció entender que el kitsune al que se referían era el padre de Akari, sus ojos estaban fijos en el espejo que solía contemplar el padre de Kid—, ¿recuerdas que Noire te dijo que los kitsune mataron a tu madre? —La chica demonio asintió con la cabeza, su mirada seguía perdida—. Inoue utilizó el alma de tu madre en dicho ritual, pero desconocía la naturaleza que esta poseía. Por ello nació Akari, una enviada de Inari, un mensajero y guardián; un kitsune del tipo Zenko. Conservó las marcas del clan Eien en su pelaje y sus habilidades, pero no la maldad de sus almas.


    —¿Estás seguro de lo que estás hablando? —preguntó Kasumi, su voz tenía un aire sombrío; no había desarrollado demasiado afecto por sus padres, pero tampoco había deseado que murieran. El joven Shinigami asintió—. ¿Cómo?


    —Estos tres años hemos estado investigando al respecto, los acontecimientos encajan. La desaparición de Juno, el supuesto trato entre el clan Eien y las brujas por su alma, luego el nacimiento de Akari. Los primeros cuatrocientos años que viven los kitsune no avanzan igual que en los humanos, envejecen mucho más rápido pero son extremadamente longevos, los años avanzan como los de los humanos cuando ya han alcanzado edades muy avanzadas y su sabiduría aumenta con su edad. Akari podía tener un par de siglos, como mínimo, debido a su cantidad de colas. —El joven de ojos dorados pudo notar que aquello no convencía del todo a Kasumi, entonces continuó—. Akari Inoue conservaba rasgos de Juno Saitō en lo profundo de su alma.


    —Pude sentirlo, aunque en su momento no lo comprendí. Cuando Akari recuperó su forma de kitsune, tenía cierta similitud con el alma de Noire, que debería ser muy similar a la de Juno —explicó Maka, los ojos de Kasumi se abrieron como platos y presionó con mayor fuerza contra su pecho el uniforme que sostenía. La rubia siguió hablando—. Luego, ciertas piezas empezaron a encajar...


    —Al parecer mi padre había hecho una especie de negociación con Akari, supongo que conociendo la posibilidad de que fuese correcto el hecho de que su existencia fuera producto de dicho ritual con el alma de Juno. Le prometió que podría permanecer en Death City, protegida de la violencia de los que la atacaban por ser un miembro del clan Eien, mientras fuese tu técnico y, por defecto, tu guardiana —añadió el joven Dios de la Muerte.


    —Akari te estuvo protegiendo, por ello se hizo más fuerte, por ello buscaba entrar a Spartoi y volverte una Death Scythe —dijo Maka, aquello dio en la fibra sensible de Kasumi y las lágrimas empezaron a resbalar despacio por sus mejillas.


    —Akari dio su vida por la mía, un Shinigami, como lo hubiese hecho Juno de haber seguido con vida, según decía mi padre. Estuvo protegiéndote, Kasumi y lo hizo hasta el final... lo entiendo ahora —siguió Kid, las palabras de cada uno llegaban cada vez más profundo, reviviendo el dolor de la chica demonio. Apartado aún, Hiroshi frunció el ceño, aquello caía casi en la crueldad, la muchacha iba a colapsar, lo sentía en su longitud de alma, de ella se desprendía un extraño lamento.


    —Kasumi —Maka habló de nuevo—, ¿qué hubiese pasado por tu mente si Noire Moon hubiese acabado con Kid ese día?


    —¡Maka! —Tsubaki pareció reprenderla con su voz, aquello no era sano, la rubia pareció retractarse cuando vio como Kasumi trataba de controlar los sollozos que escapaban de sus labios, tenía la mirada baja, el cabello cubría sus ojos; empezaba a sentir un dolor en su pecho, como cuando su alma se fragmentó hace tres años. El muchacho de ojos dorados iba continuar hablando para terminar con aquello lo más pronto posible.


    —Es suficiente —interrumpió el muchacho castaño que hasta ahora se había mantenido al margen. La muchacha se tambaleó, el dolor emocional martillaba su alma con fuerza. Estuvo por perder el equilibrio pero transformó su brazo derecho en la hoja de la guadaña y la clavó en el suelo, usándola como apoyo para mantenerse de pie. Hiroshi vio la máscara del Shinigami en la hoja y miró a Kid.


    —Bien. Es cierto, es suficiente —respondió el joven Shinigami mientras se acercaba a Kasumi, la chica volvió su brazo a la normalidad y dio un par de tambaleantes pasos hacia atrás; levantó la mirada, sus mejillas eran recorridas por gruesas lágrimas—. Pueden retirarse, excepto tú, Shimizu.


    —De acuerdo —dijo el castaño, su mirada seguía posada en su antigua arma. Los demás salieron, Maka le dirigió una mirada arrepentida a la Saitō menor. Kid esperó a que todos hubiesen salido para continuar.


    —Kasumi, contacté a Hiroshi para que sea tu técnico de nuevo. —Los ojos opacados por el llanto de la joven se abrieron con horror, más lágrimas se apresuraron a formarse, el dolor en su pecho se intensificó. El chico iba a morir si era su compañero, iba a terminar como Akari, incrustado en una de las cuchillas del Loto Mortal.


    —¡No! —chilló mientras oprimía el uniforme de su fallecida compañera con violencia contra su pecho, el sonido de papel arrugándose fue audible de nuevo—. ¿Acaso estás loco? ¡Maldita sea, no puedes pretender decidir eso por mí! —gritó la muchacha rompiendo en llanto total, se desplomó de rodillas en el suelo, con la mirada baja de nuevo. Hiroshi estuvo por acudir a su lado, el brazo extendido del joven Shinigami lo detuvo.


    —Te cortará en dos si te acercas ahora —dijo el chico de ojos dorados en un susurro, Hiroshi pudo notar cierta tristeza en la voz del joven y también en su alma. La chica seguía oprimiendo las ropas contra ella, se mecía débilmente de adelante hacia atrás—. Es probable que no sea mi asunto, tienes razón; pero puedes con ello, ambos pueden con ello, no habría tomado la decisión si creyese lo contrario. Puedes pensarlo unos días y darnos una respuesta luego —añadió Kid, bajó el brazo que detuvo el paso del castaño y se arrodilló frente a la guardiana del piano. Los dedos de la chica se transformaron en afiladas cuchillas, un sonido metálico hizo eco en la Death Room. Kid no se apartó, era normal en ella aquella reacción.


    —Shimizu, sal de aquí —murmuró Kasumi. Ambos jóvenes parecieron sorprenderse—. Por favor... —dijo la muchacha, no levantó la mirada. El muchacho de ojos verdes suspiró.


    —Bien, como gustes. Espero te sientas mejor luego —dijo mientras empezaba a caminar hacia la salida. Al pasar junto a la chica le acarició el cabello con suavidad en un movimiento rápido, casi como una brisa; Kasumi lanzó un ataque con las cuchillas de su mano, pero fue demasiado lenta, el chico ya estaba cerca de las puertas Torii y pronto estuvo fuera de la Death Room.


    —¿Por qué haces esto? —murmuró Kasumi, su llanto mermaba, pero no porque así lo quisiera, sino porque ya no tenía fuerzas para llorar como necesitaba hacerlo. Sus dedos volvían gradualmente a la normalidad.


    —Veo lo que llevas adentro, en el alma. —El muchacho señaló a la chica justo donde seguía oprimiendo el uniforme de Akari—. Han pasado tres años, Kasumi, y cualquiera que sienta la longitud de tu alma escucha el lamento de banshee que llevas contigo desde entonces. Lo que hemos dicho lo sabías, ¿no es así? El porqué ella dio su vida por un Shinigami. Te hace pensar que es tu culpa. —La muchacha asintió débilmente. Lo suponía, pero no estaba segura, el chico de las rayas en el cabello siguió hablando—. También creo que es culpa mía. —Esa declaración pareció sorprender a Kasumi.


    —No comprendo —murmuró la muchacha, ligeros temblores recorrían su cuerpo debido al llanto.


    —No tienes por qué comprenderlo ahora. Por ello he dicho que puedes pensarlo unos días —contestó el muchacho. La joven guadaña dejó de aferrarse a las prendas que le habían entregado, las colocó junto a ella y sin pensarlo demasiado atrapó a Kid en sus brazos, trató de controlar el llanto que amenazó con brotar nuevamente, pero no lo logró. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas lentamente, parecía resignada a ello. El joven Shinigami pareció sorprenderse, pero envolvió a la chica en un abrazo protector y luego la ayudó a ponerse de pie. Pensó que ahora no era el momento más adecuado para mencionarle que habían ubicado el piano demoníaco, lo diría mañana junto con los demás.


    —Vuelve a casa —le dijo el joven Dios de la Muerte mientras recogía el uniforme de Akari y se lo regresaba a la chica demonio—. Descansa, trata de no pensar demasiado, por favor.


    —De acuerdo —murmuró Kasumi mientras volvía a oprimir las prendas contra sí misma, de alguna forma, era como tener un parte de Akari. El joven de ojos dorados dudó un momento, pero le dio otro breve abrazo. Escuchó una débil risa por parte de la muchacha a quien miró extrañado—. Nada. Me has recordado algo —contestó ella y le dedicó una sonrisa mientras limpiaba las lágrimas de su rostro con la palma de su mano. Se volteó para salir de la Death Room.


    —Te pareces a ella —dijo el muchacho muy serio cuando la chica estuvo cerca de las puertas Torii.


    —¿A Noire?


    —No. A tu madre, menos que Noire, pero empiezas a parecerte —comentó el chico. Aquello confundió a Kasumi, se detuvo abruptamente, ¿cómo sabía él eso?—. Mientras organizaba cosas de Shibusen, además de encontrar el uniforme de Spartoi, encontré fotografías en unos archivos de algunas brujas, las que se consideraron demasiado peligrosas en algún momento... Mabaa, las hermanas Gorgon, Aiko, Renge y tu madre, entre otras. Viéndolas a las tres, todas tienen ahora un gran parecido. —Se explicó. Una risa fue audible para el muchacho.


    —Ya veo —contestó la chica de ojos carmesí y siguió caminando, levantó su mano en señal de despedida—. Nos vemos otro día, Kid-kun —dijo con voz suave. El joven sonrió para sí mismo.

    .

    .

    .

    Días después

    En algún lugar selvático de América Central, una mujer vestida con una especie de kimono de color azul rey que se difuminaba al verde en la parte trasera, donde tenía formas similares a ojos; caminaba tranquila por un camino de rocas rojizas. Una larga cabellera rubia ondulada caía por su espalda.



    —Señora Shabriri. —De repente un hombre algo canoso vestido con traje, se acercó apresurado a ella. La mujer lo miró con indiferencia—. Alguien ha entrado a la zona del Instrumento Demoníaco.


    —¿Quién? —interrogó la mujer sin dejar de caminar, sus ojos eran de un extraño tono naranja y seguían a su sirviente mientras avanzaban.


    —Eh. —El hombre dudó. Ella extendió su mano izquierda, dejando ver que tenía un abanico de color negro en ella. Lo abrió y empezó a abanicarse, esperando la respuesta del hombre—. Ha sido una bruja, mi señora. Tenía... tenía escamas cubriendo su cuerpo. —La rubia se detuvo de golpe, el abanico en su mano ardió en llamas.


    —¿Escamas dices? —Quiso corroborar Shabriri, dejó caer las cenizas al suelo. Notó como el hombre asentía, lucía asustado—. ¡Incompetentes! ¡¿Cómo la han dejado entrar?! —chilló, el kimono que llevaba pronto fue consumido por grandes llamas, que se tornaron verdes. Las flamas cubrían su cuerpo sin hacerle ningún daño. La parte trasera del kimono que había ardido se extendió formando tras la mujer una pared de llamas verdes entre las cuales había otras de tono azul que asimilaban ojos, ojos similares a los que caracterizaban a Asura. Parecía la cola de un gran pavo real.


    —H-ha matado a todos los que se interpusieron en su camino —balbuceó el hombre, las llamas azules con forma de ojos aumentaron de tamaño y el sirviente empezó a gritar de dolor, la sangre brotaba de sus ojos, él palpaba torpemente el suelo... no veía; los gritos no cesaban. Shabriri, ahora la jefa hacía honor de su apellido. Demonio de la ceguera.


    —Inútil. —La escuchó decir. Momentos después había desaparecido de allí, un pavo real con la cola en llamas surcó los cielos. El ave voló hacia unos templos que se observaban a la distancia, al llegar y aterrizar tomó la forma de la mujer rubia de nuevo con su kimono azul. El sitio era una masacre, cuerpos por todas partes. Realmente había acabado con todos pero... ¿Qué hacía esa tipa con escamas allí? ¿No se suponía que estaba muerta? Eso había dicho la reina de las brujas: Juno Legendre estaba muerta. La rubia entró al templo principal, la masacre no cesó. Recorrió los pasadizos hasta que llegó a una gran habitación subterránea.
    El piano demoníaco de los Saitō se encontraba en medio; frente a él, dándole la espalda a la mujer del kimono, estaba una joven de largo cabello negro, llevaba puesto un vestido negro corto que dejaba ver los costados de sus atributos. Escamas de tonos azules recorrían parte de sus brazos. Una cuchilla azul oscuro brotó del suelo y acabó con el último hombre que quedaba en pie.


    —Legendre —habló la rubia con firmeza, sostenía un nuevo abanico en su mano izquierda—. ¿Cómo es que estás viva? —La joven de cabello negro se volteó, sus orbes rojizos se calvaron en los naranja de la bruja pavo real, entonces lo notó, a pesar del parecido tremendo, aquella no era Juno... porque claro, Juno estaba muerta—. Interesante... tú... ¿Cuál era el apellido del asqueroso tipo que engendró las hijas de Juno? —empezó a hablar Shabriri mostrándose ignorante al respecto—. Sailo, Sato, Satu, Sailou... ¡Ah, Saitō! El tipo de Shibusen, el del alma Grigori. ¿Eso quiere decir que eres la del alma destrozada que copia a los Shinigami, la guardiana del Instrumento Demoníaco? —La joven frente a ella guardó silencio.
    Aiko cayó con delicadeza sobre el piano, estaba en el techo.


    —Buenas tardes, Láquesis Shabriri* —dijo más a modo de burla.


    —Aiko Yamamoto —contestó al reconocerla—. ¿Cómo es que no me avisaron de tu presencia?


    —Estamos en el trópico, querida. Digamos que ver un loro, aunque sea uno gris, no es algo a lo que se le tome demasiada importancia —contestó la castaña.


    —¿Qué haces con la hija de Legendre?


    —Una pequeña misión. —Aiko se acomodó el sombrero—. Nada que te interese, después de todo no has visto lo obvio. Ella no es la copia de Shinigami, es decir, no es la guardiana de este instrumento.


    —¿Qué planeas hacer con el piano demoníaco, ave orgullosa? —Esta vez quien habló fue Noire, sorprendiendo a Láquesis, se había referido a ella según el animal que representaba su magia. Al final resultaba ser bastante insolente.


    —Ya que no eres la guardiana, creo que no hay problema en decírtelo —dijo la rubia mientras empezaba a abanicarse—. Planeo separar al piano de su guardián, creando dos entidades separadas. La idea, más que todo, es acabar con la conciencia que creó Eibon en los Instrumentos, pudiendo asignarles otro guardián.


    Los ojos de Noire Moon se abrieron con horror, era probable que matara a Kasumi en ese proceso de separación.






    Fin del capítulo dieciocho.



    Nombre pensado en la composición de dos entidades. Láquesis: una de las Tres Moiras (o Parcas); se trata de las personificaciones del destino. Láquesis, "la que tira la suerte", medía con su vara la longitud del hilo de la vida, por ende decide la duración de la vida de cada persona. Shabriri: demonio de la ceguera.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2017
  7.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

    Capricornio
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    huy, huy, que sabroso se pone esto.
    yo aquí os leyendo a pesar que tengo cole dentro de poco. pero siempre vale la pena acostarse un poco tarde por una buena historia.
    espero que actualices pronto
    besos y abrazos
     
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  8. Threadmarks: Capítulo 19: Falsa alarma.
     
    Zireael

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    [Remake] Noire Moon
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    Hola, hola~ nuevo capítulo. Desgraciadamente hoy entré a clases, así que de nuevo empezaré a tardar un poco en actualizar. En fin....
    @Yoysmarie ♥ gracias por tus comentarios, espero este capítulo te agrade c:





    Capítulo diecinueve.

























    Falsa alarma.



    Días antes del encuentro entre Noire Moon, Aiko y la bruja pavo real

    Kasumi había vuelvo a su apartamento a paso lento luego de la reunión en la Death Room. Sus ojos eran opacados por el fantasma de las lágrimas anteriormente derramadas.
    Al entrar, chica notó el libro que había dejado a medio leer, lo tomó decidida a guardarlo, después de todo debía guardar el uniforme que le habían entregado rato antes.
    Se dirigió a la habitación que solía ser de Akari y la abrió, todo estaba intacto, Kasumi no había movido nada que no fuese necesario en ese lugar. La ropa de su fallecida compañera seguía en el armario y los libros que tanto leía igual.

    El llanto estuvo por regresar, pero la muchacha suspiró para tratar de calmarse. Colocó el libro en el estante y se dispuso a guardar las prendas. Dejó la blusa y la falda de pliegos en el armario, tomó la chaqueta con cuidado para colgarla tras la puerta y al hacerlo unos papeles algo arrugados cayeron al suelo. Kasumi bufó molesta y se inclinó para recogerlos, estuvo por terminar de arrugarlos para tirarlos cuando vio que tenían cosas escritas. Uno era una hoja de cuaderno común, parecía nueva; el otro era un papel que lucía algo manchado por la humedad, pero que en su momento debió ser perfectamente blanco.
    Leyó el que estaba en mejor estado primero, era una nota de Tsubaki.

    "He encontrado los papeles cuando Kid me entregó la ropa, como no supe si eran importantes o no, decidí dejarlos para que tú decidieras qué hacer con ellos".

    ¿Los papeles? Pero si sólo era uno más. Entonces desdobló el otro, que tenía un tercer papel que también parecía reciente como el de Tsubaki. Estaba perfectamente doblado, fue entonces que supo de quién provenía aquella nota. La dejó a un lado para leerla de última y prosiguió con el papel deteriorado.

    "Akari Inoue 'el kitsune de oro', suena bien, ¿no crees? Tu fallecida compañera cumplió con sus promesas, deberías estar orgullosa de ella. Hay quienes hablaban del alma de Inoue debido a sus orígenes, la detestaban o la adoraban como un milagro, pero en su mayoría la odiaban. Akari fue ayudada por aquellos que creían que era una criatura divina, aunque no estaba muy lejos de serlo, no era más que una criatura mortal extremadamente longeva, sabia y noble. Si tuviese que darle un valor su alma definitivamente sería uno mayor al del oro".
    -Death.


    Un par de solitarias lágrimas recorrieron las mejillas de Kasumi, era un nota del anterior Dios de La Muerte, al parecer había tenido intenciones de contarle sobre el clan de Akari, pero no hubo tiempo para ello. De repente empezó a sentirse terriblemente sola en aquel pequeño apartamento. Continuó con la última nota. La desdobló con sumo cuidado y al ver la perfecta caligrafía no hubo dudas sobre de quién provenía.

    "Lamento que te habláramos de esto hasta el día de hoy, consideré más prudente contártelo cuando lográramos confirmarlo totalmente. Por favor no le des demasiadas vueltas al asunto y si tienes dudas al respecto, no dudes en acudir a nosotros. Trata de comprender que lo que sucedió no es cumpla tuya, tal vez así algún día tu alma se tranquilice".
    -Death the Kid.


    La joven guadaña se frotó los párpados con cansancio ¿No era su culpa? Era su arma, una maldita guadaña gigante. Debió haberse interpuesto pero... ¿por qué Akari la había soltado en lugar de haber usado su hoja como un escudo? Sus ojos se abrieron como platos, al parecer lo comprendió. A pesar de su agilidad, con una guadaña de ese tamaño, aunque resonaran perfectamente, con el peso jamás hubiese sido capaz de llegar. Era su culpa, su culpa por no tener una forma de arma más manejable, por no ser lo suficientemente rápida... pero si Akari no moría, ¿hubiese muerto Kid? Si Akari vivía quizás nadie más hubiese sido herido porque lo que desató completamente a Renge Gorgon fue la debilidad que ella, en su ira ciega, causó en su hermana casi asesinándola.

    Las lágrimas fluían despacio de nuevo por las mejillas de la chica demonio quien lucía algo pálida. Alguien tocó la puerta del apartamento, la muchacha se limpió el rostro, colgó la chaqueta tras la puerta y dejó las notas dentro de un libro al azar; cerró la puerta de la habitación de Akari. Caminó despacio hacia la puerta principal y la abrió.


    —Shimizu...


    —Hiroshi para ti, chica Saitō —contestó el muchacho castaño—. He pasado por ahí y de repente vi algo que podía gustarte o tal vez ponerte mucho más triste... —dijo mientras se rascaba nervioso la nuca.


    Kasumi notó que tenía algo en la mano, el chico le tendió una pequeña bolsa y la joven la tomó, había curiosidad mezclada con confusión en su mirada. Vio que el chico se volteó para retirarse e impulsivamente lo tomó por el brazo y lo haló hacia ella.

    Hiroshi estuvo seguro de que lo próximo que sentiría sería el filo de una cuchilla cortando su garganta, pero sintió los brazos de la muchacha aferrándose él, estuvo por perder el equilibrio pero logró mantenerse en pie. Parecía sorprendido hasta que escuchó un débil sollozo proveniente de la muchacha, entonces la envolvió con sus brazos. Nunca la había visto de aquella forma, la chica había perdido la agresividad y fuerza que la caracterizaban años atrás, pero pensó que era justificable. Había muerto su técnico, la que creía iba a ser la definitiva, la que iba a permanecer por siempre con ella. Había muerto por salvar la cordura de Kasumi salvando a su primer ser protector: Death the Kid. Vio que la muchacha había soltado la pequeña bolsa que ahora yacía en el suelo con lo que llevaba dentro ligeramente fuera; una figura finamente tallada, de color blanco hueso... era un kitsune. Sintió que la chica se aferró con mayor fuerza, suspiró y una sonrisa cubierta por cierta tristeza apareció en su rostro.


    —Vamos, te prepararé un té —dijo, cerró la puerta y empezó a caminar, la chica se negó a soltarlo, sollozos escapaban de su boca de vez en cuando. La tuvo que llevar a cuestas hasta que notó que no iba a lograr hacer nada—. Saitō, no puedo trabajar así —bromeó, trató de soltarse de su agarre y la muchacha al fin cedió. Se negó a mirarlo y se dirigió con la mirada baja hacia el sofá donde se recostó. El muchacho fue a la cocina.


    —Kasumi —habló la chica de ojos carmesí. El joven pareció confundirse.


    —¿Eh?


    —No me llames por mi apellido —explicó—. Me ha dado bastante lata estos últimos años, torpe generoso.


    —Bien, como gustes —contestó y buscó las cosas para hacer algo de té—. Después de todo uno debería hacer caso cuando la niebla habla, ¿no crees? —ambos rieron sin muchos ánimos al verse bromeando con los significados de sus nombres. El silencio reinó entonces y minutos después cuando finalmente el joven técnico se acercó con la taza de té, la chica guadaña había caído dormida.
    Suspiró resignado, apagó la luz, recogió la figura del kitsune y la bolsa, las dejó en la mesa, se sentó en una silla del comedor y bebió el té que había preparado para su compañera. Tenía la vista clavada en la figura del espíritu zorro, iluminada débilmente por la luz de un poste de alumbrado al otro lado de la calle.


    —Puede que quizás sea generoso en exceso. —Se dijo a sí mismo, luego dirigió la mirada al sofá donde descansaba la muchacha y la regresó a la figura del kitsune—. Entonces Akari Inoue era tu nombre. Curiosa criatura... gracias por proteger a Kasumi —murmuró al aire. Una suave brisa entró por la ventana de la cocina—. Ahora debemos seguir con la tarea que tan arduamente llevaste a cabo.


    El castaño se dirigió a la habitación de Kasumi, trajo una sábana y se la colocó encima a la joven quien pareció sentirse más cómoda, pudo ver que algunas lágrimas seguían escurriendo por sus pálidas mejillas. Dirigió la mirada a la ventana y observó la esfera negra traslúcida en el cielo, la luna negra, tenía un débil brillo. Apoyó los brazos en la mesa, recostó su cabeza en ellos y minutos después cayó dormido también.

    A la mañana siguiente Kasumi despertó, se sentó en el sofá y miró un punto fijo en el suelo. Recordó lo que había pasado ayer antes de que se quedara dormida en el sofá, supuso que su antiguo técnico se había ido luego de eso. La muchacha suspiró con pesadez, el sol entraba por la ventana de la cocina. Se levantó y pudo notar a Hiroshi dormido con la cabeza sobre la mesa del comedor. Se acercó y lo miró, el cabello cubría ligeramente los ojos del muchacho quien a pesar de estar dormido allí parecía cómodo. Decidió dejarlo dormir unos segundos más, por tanto, sin hacer ruido se sirvió un vaso de agua y se sentó en una de las sillas, esperando a ver si su presencia llegaba a despertarlo pero no fue así. Fue entonces que vio la figura de kitsune, la tomó con mucho cuidado y una sonrisa triste se formó en su rostro.

    —Idiota —murmuró al aire, volvió a dejar la figura donde estaba y le dio un par de golpecitos al muchacho en la cabeza quien pareció solo acomodarse mejor. Kasumi aún tenía algo de agua en el vaso, lo pensó un rato pero al final la bebió en lugar de lanzársela encima como había pensado. Se levantó a dejar el vaso en el fregadero, luego finalmente se acercó al joven y le dio un golpe algo fuerte en el costado, el chico se levantó rápidamente y miró confundido a la muchacha.


    —No despertabas. —Le dijo y se dirigió hacia su habitación sin mirarlo—. Tal vez es hora de que te vayas a casa.


    —¿Estás bien? —preguntó el joven de ojos verdes, un bostezo escapó de su boca. El silencio de la chica le pareció eterno.


    —En lo que cabe. —la escuchó decir sin demasiados ánimos—. Gracias por quedarte... este lugar es demasiado solitario desde que Akari no está.


    —¿Eso quiere decir que tu chico Shinigami no viene aquí?


    —Pues la verdad... —la joven guadaña se detuvo antes de continuar y Hiroshi rió para sus adentros—. ¡¿De qué demonios estás hablando?! ¡Eso no te importa! ¡¿Cómo es que sabes eso?! ¡Estúpido! —gritó la muchacha, estaba furiosa y al joven se le escapó una carcajada—. ¡Deja de reírte, maldito imbécil! —volvió a gritar y el castaño siguió riendo a carcajadas.


    —¡Es tan obvio! —contestó el técnico entre risas—. ¡Ambos son tan obvios! —añadió sin dejar de reír, escuchó los pasos de la muchacha acercándose y sin previo aviso, la chica se lanzó contra él. La sorpresa apareció en los ojos de Hiroshi, lo había acorralado contra una de las paredes. Sintió el frío del metal contra su cuello, Kasumi había transformado sus dedos en cuchillas y las tenía presionando su cuello, amenazando con degollarlo. Vale, quizás se había pasado riendo de aquella forma.


    —No acabes con mi paciencia —murmuró la muchacha, su voz fue como el siseo de una serpiente y su mirada casi le heló la sangre a pesar de que era más baja que él, por un momento pensó que podía llegar a aterrarlo si iba en serio—. Deja de meterte en mis relaciones personales, Hiroshi Shimizu —continuó. Era cierto, se estaba entrometiendo... ella nunca le contó nada, debió respetar eso pero la chica estaba por matarlo... aun así, esa era la Kasumi que había conocido. Difícil de tratar e impredecible, mortífera. Su antigua personalidad no estaba muerta del todo y eso lo alegró. Sonrío arriesgándose a que lo matara pero la chica pareció perder balance, no comprendió la situación y se apartó del muchacho. El castaño se dirigió hacia la puerta, la abrió y antes de irse se volteó para mirarla.


    —A veces extrañaba esa actitud tuya, es bueno ver que la conservas. —Se explicó, la chica lucía realmente confundida—. Si te sientes demasiado sola, puedes buscarme. Después de todo fui tu técnico... y ayer hice una promesa con tu fallecida compañera.


    —¿De qué estás hablando? —Notó que el chico señaló la figura del kitsune en la mesa.


    —Voy a protegerte, Kasumi. —Se explicó.


    La chica se sobresaltó, su largo cabello se agitó tras ella y parte de él le cubrió los hombros; el color apareció débilmente en sus mejillas pero ella sintió que debía estar tan roja como un tomate. Su antiguo técnico sonrió y se fue, Kasumi salió de su asombro y corrió tras él, pero de alguna forma el joven había desaparecido... como siempre. La chica bufó molesta, volvió al apartamento, tomó las llaves, salió y cerró la puerta. Tiempo después emprendió carrera hacia Shibusen. Kid... tenía que hablar con Kid en persona inmediatamente.

    La guardiana del piano corrió tan rápido como pudo, cuando llegó a las interminables escaleras de Shibusen tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para subir. Los estudiantes estaban afuera y se las tenía que ingeniar para no chocar con nadie, la miraban extrañada. Después de todo a ella ya no se le veía seguido allí, menos corriendo como una desquiciada.

    Llegó a la puerta de la Death Room, utilizó su último esfuerzo para atravesar corriendo las puertas Torii, vio a Kid quien parecía recién haber terminado de hablar con alguien a través del espejo. La chica se detuvo de golpe, apoyó sus manos en sus rodillas y se dispuso a tomar aire durante unos minutos. Sintió la mirada del joven Shinigami sobre ella.


    —¿Qué pasa? —Le preguntó extrañado.


    —¿Qué le has dicho a Hiroshi para que volviera? —dijo la muchacha respirando con dificultad.


    —¿De qué hablas? —añadió el joven dios de la muerte—. Solo le dije que tu compañera había muerto y bueno... que necesitabas compañía.


    —Ha dicho que... que va a protegerme —contestó la muchacha, posó su mirada en los ojos dorados del muchacho quien pareció sorprenderse—. Que ha hecho una promesa con Akari. Se va a morir, Kid, si se propone eso va a morir como ella.


    —¿Me estás diciendo que vas dejar morir a otro técnico? —La sorpresa en la mirada del joven pasó a ser frialdad. Notó que la muchacha parecía ofendida, repentinamente la chica le lanzó una patada al rostro, él la detuvo con su mano justo cuando estuvo por golpearlo; no soltó a la joven quien no perdió el equilibrio.


    —¿Eres estúpido? —interrogó, sus ojos rojos como rubíes tenían cierta locura—. ¿Acaso escuchas lo que dices o lo que digo? No está en mis planes que muera, creí que había quedado claro, Señor de La Muerte.


    —¿Escuchas tú misma lo que dices? —añadió el muchacho, con un rápido movimiento giró la pierna de la chica quien se vio obligada a girar su cuerpo también, el muchacho finalmente la soltó pero antes le dio un golpe en los tobillos, causando que cayera al suelo—. Hablas de que si se propone protegerte morirá, lo que nos lleva a que creer que piensas que si permanece contigo... inevitablemente dejará de existir. Te di tiempo para pensarlo, pero ahora no tienes opción. Hiroshi no te ha dejado una. Ahora mismo eres tú la que es estúpida, Kasumi; ya no tienes salida —explicó el muchacho con sus ojos dorados fijos en ella y se inclinó ligeramente sobre la joven esperando su reacción.


    Kasumi pareció comprender la situación y el miedo pasó fugazmente por su mirada. Era cierto, porque su antiguo técnico ya no iba a dar marcha atrás, regresar a casa probablemente nunca estuvo en sus planes. La chica apretó los labios molesta y permaneció en el suelo, pensando. Kid se alejó un poco.


    —De acuerdo —dijo pasados unos minutos, se puso de pie y señaló a Kid directamente, en su mirada había determinación y el muchacho sonrió—. Dile a Shimizu que espero que recuerde como blandir una maldita guadaña. —La chica dejó de señalarlo y con un rápido movimiento retiró el cabello que caía por sus hombros acción que la hizo ver algo orgullosa y se volteó para salir de la Death Room, cuando estuvo por llegar a las puertas Torii se detuvo abruptamente—. Cuando tengas otro día libre deberíamos vernos, ¿no crees, Kid-kun? —dijo la muchacha mientras se volteaba para mirarlo, sus ojos tenían un brillo demoníaco. El joven se estremeció ante aquella mirada y asintió torpemente; una risa maliciosa escapó de la boca de Kasumi y siguió su camino. Entonces el joven Shinigami recordó el piano demoníaco.


    —¡Kasumi, espera! —gritó, la muchacha volvió a detenerse pero no se volteó. Esperaba por lo que tenía que decir—. Han ubicado tu piano.


    —¡¿Qué?! —chilló la chica demonio, se volteó para mirarlo, había perdido la actitud seductora de hace un momento y sus ojos esperaban que le dijera que no era una broma—. ¿Dónde?


    —En América Central —contestó el muchacho de ojos dorados y se volteó hacia el espejo tras él, una imagen apareció. Parecían las ruinas de unos templos—. En unas ruinas maya de Guatemala, al parecer. —La chica se acercó corriendo, sin pensarlo se aferró a los hombros de Kid y luego lo apartó de su camino. Observó la imagen de cerca, los templos se alzaban entre los árboles de la selva tropical. Pudo ver a una mujer rubia abanicándose, tenía una apariencia delicada pero aire imponente, llevaba puesto un kimono azul. En la cima del que parecía el templo principal se observaba una silueta.


    —Láquesis Shabriri —dijo el joven Dios de La Muerte al notar que Kasumi reparado en la rubi—. Una bruja pavo real bastante poderosa. Tiene cierto... gusto por dejar ciegas a las personas.


    —¿Desde cuándo tiene el piano? —preguntó Kasumi sin dejar de mirar el espejo—. ¿Y por qué lo quiere?


    —No tenemos los detalles aún —respondió, tenía una mano en su mentón, parecía meditar la situación—. Iremos allá en unos días, la misión es recuperarlo pero, de no ser posible, debemos retirarnos con la menor cantidad de pérdidas. —Notó que Kasumi cerraba los puños molesta, debía estar clavándose las uñas en las palmas de las manos, pero de inmediato se relajó o eso trató, abrió sus puños y suspiró.


    —Gracias por avisarme —dijo, mientras se volteaba para al fin retirarse. El muchacho la siguió con la mirada pero de repente Kasumi se acercó y le estampó un breve beso en los labios, la sorpresa apareció en los ojos del joven Shinigami.

    —Hasta luego —la escuchó murmurar antes de caminar a través de las puertas Torii y salir de la Death Room.

    .

    .

    .

    Un día después del encuentro entre Noire Moon, Aiko y Láquesis

    Las fuerzas de Shibusen habían llegado a la zona indicada: la región de Petén en Guatemala, América Central. Ubicación de la capital maya Tikal, lugar temporal del piano demoníaco.

    Sid guiaba un grupo, con la ayuda de Azusa y Stein junto con Marie. Maka lideraba otro junto con Black Star. Por otro lado, Kid lideraba un tercer grupo, acompañado por Hiroshi quien era el técnico de Kasumi nuevamente. El cuarto grupo era el que daría la señal de retirada en caso de ser necesaria, guiado por Ox y Kim.
    El tercer grupo guiaba gran parte de la operación, dos de cuatro grupos se habían quedado en batalla en la selva con criaturas que eran controladas por una magia poderosa. Aiko estaba allí, Kid y Kasumi lo supieron de inmediato. El cuarto grupo permanecía cerca del tercero, estaban ya por llegar al templo principal: el templo del Gran Jaguar. Antes de llegar, más criaturas se lanzaron al ataque, eran lideradas por algo similar a un gran felino manchado.


    —¡Continúen, nosotros nos encargamos! —gritó Ox al tiempo que se lanzaba al ataque, seguido por su grupo. Hiroshi dudó cuando Kid continuó, no sin antes ordenar a gran parte de su grupo permanecer con Ox.


    —¡No es momento de ser generoso, idiota! ¡Muévete! —gritó Kasumi en su forma se arma, el muchacho apretó el agarre en el mango de la guadaña pero siguió a su grupo.


    Finalmente habían logrado entrar al templo, avanzaron sin ser interrumpidos. Aquello era extraño, algo iba mal.
    Empezaron a descender, llegaron a una gran habitación subterránea, estaba vacía o eso creían. Aiko cayó del techo con elegancia, su vestido gris vaporoso ondeó como humo. Los pocos que permanecieron con Kid se mantuvieron alerta, esperaban una señal.


    —Buenos días, Shinigami-kun —dijo la bruja de la vida, se retiró el sombrero a forma de saludo y se lo volvió a colocar—. Nos volvemos a ver. También está la copia de Shinigami —añadió al notar la gran guadaña que reposaba en los hombros de Hiroshi.


    —¡Desgraciada! —gritó Kasumi, su rostro se reflejó en la guadaña, lucía realmente molesta.


    —Cálmate, Kasumi —dijo el joven Dios de La Muerte—. ¿Dónde está Shabriri?


    —¿El pavo real? —dijo Aiko y se encogió de hombros. Pasos se escucharon tras ellos y la habitación fue iluminada por un resplandor verde, todos se voltearon. Allí estaba Láquesis, las flamas cubrían su cuerpo y la pared de fuego verde tras ella era realmente impresionante, las flamas azules con forma de ojos empezaron a aumentar de tamaño.


    —¡No la miren! —gritó Kid—. ¡Los dejará ciegos! —Pero parte del pequeño grupo no siguió la indicación, fue demasiado tarde. Cayeron al suelo retorciéndose y pronto Láquesis los asesinó. SOlo quedaban Kid, Hiroshi y otros dos, con sus respectivas armas. Cuando Kid sintió que la temperatura provocada por las llamas de la bruja pavo real disminuían, la miró y se lanzó al ataque, Shabriri esquivó al muchacho. El chico sacó a sus pistolas gemelas y disparó, una columna de fuego detuvo los disparos. Láquesis se había apartado de la salida.


    —¡Retírense! —ordenó el joven de ojos dorados, estaba enfrascado en combatir con la bruja pavo real, el fuego y los disparos se mezclaban; en realidad aquello era solo una manera de distraer a la bruja pavo real, no había forma de acabar con ella directamente sin el peligro de que todo el templo se desmoronara. Esas ruinas no resistirían más que un Death Canon bastante limitado—. ¡Den la señal!


    —Pero, Shinigami-sama... —dudó uno.


    —¡El piano ni siquiera está! —continuó el muchacho—. Según Azusa debía estar aquí, pero se lo han llevado ¡Váyanse! —Aiko estuvo por atacar a Kid por la espalda mientras seguía luchando contra la bruja pavo real, plumas afiladas como navajas se dirigían a él. El filo de una guadaña detuvo los proyectiles, Hiroshi se había interpuesto entre el Dios de La Muerte y Aiko. El rostro de Kasumi se reflejó en la hoja de la guadaña.


    —¿De verdad creíste que iba a ser tan fácil? —dijo la muchacha y Aiko soltó una carcajada.


    —Claro que no —respondió. De repente simplemente se desvaneció.


    —¡Lárguense de una vez! —gritó Hiroshi. Los otros dos dudaron de nuevo, pero se retiraron.


    —¡Hiroshi, vete! —dijo Kid quien preparaba un Death Canon, pero Láquesis lo esquivó sin esfuerzo y lanzó sus llamas hacia el chico de nuevo, que las detuvo sin mayor dificultad.


    —¿Y perderme la acción? —dijo y blandió la gran guadaña cortando el aire—. Con todo el respeto del mundo, Shinigami-sama, no seguiré sus órdenes el día de hoy.


    El castaño estuvo por lanzarse contra Láquesis también, pero nuevamente alguien cayó del techo, esta vez con menos elegancia que Aiko. El joven se volteó para hacerle frente pero quedó en shock al ver quién era. Se parecía a muerte a su arma, el cabello, el color de ojos, ligeramente en las facciones del rostro, las siluetas de sus cuerpos eran muy similares en general. Tenía escamas en sus brazos.


    —Noire Moon —escuchó murmurar a Kasumi. La bruja se dirigió rápidamente al muchacho, por la mente de Kasumi se repitió la muerte de Akari.


    —¡Hiroshi, reacciona! —chilló Kasumi, pero el muchacho no se movió—. ¡Hiroshi!


    Noire Moon estaba cerca, demasiado. Kasumi no creía poder esperar a que su técnico reaccionara, volvió a su forma humana y se colocó frente a su técnico, el terror inundaba sus ojos pero transformó sus brazos en dos grandes cuchillas y las colocó frente a ella, Noire chocó de lleno contra el escudo. Kasumi la envió lejos con un movimiento y volvió sus brazos a la normalidad. Noire Moon se puso de pie. Hiroshi reaccionó cuando pudo notar que una cuchilla empezó a brotar del suelo bajo su compañera, la sostuvo contra él y se apartó del lugar. La cuchilla azul oscuro brotó con fuerza del suelo y se desvaneció. Los ojos de Kasumi empezaron a nublarse por las lágrimas, estuvo por volver a suceder lo mismo.


    —¡Suéltala! —chilló la bruja camaleón al ver que Hiroshi aún sostenía a Kasumi—. ¡Kasumi, esa bastarda quiere romper tu vínculo con el piano! —dijo Noire señalando a Shabriri. Kid había logrado herir a Láquesis pero no parecía nada grave. La bruja se detuvo y emprendió carrera hacia la salida, donde tomó la forma de un pavo real con la cola en llamas y voló hasta salir del templo. Kid se volteó sorprendido hacia Noire al escuchar lo que dijo.


    —Debes venir conmigo, Kasumi. Recuperar el piano por tu cuenta, antes de que tenga éxito —explicó Noire, lucía desesperada. Kasumi se soltó del agarre de su técnico.


    —¿Romper el vínculo? —interrogó Kid—. ¿Separarla del piano? —añadió el muchacho, ignorando lo demás que la ilusionista había dicho, Noire asintió—. Puede matarla...


    —¡Kasumi, ven conmigo, por favor! —dijo la bruja camaleón, parecía ser sincera, se preocupaba por su hermana y parecía tener un plan para que lograra hacerse con el piano, pero... ¿cómo creerle?


    —Kasumi. —Esta vez quien habló fue Hiroshi, tomó a su compañera por el brazo y la atrajo hacia sí para luego murmurar—. No sé quién sea, ni me interesa, pero no es una buena idea.


    Noire Moon se lanzó contra Hiroshi, tenía su brazo transformado en una gran cuchilla. El chico soltó a Kasumi y esquivó el ataque por poco.


    —¡No le metas ideas en la cabeza, estúpido! —gritó Noire, lanzó otro corte hacia el muchacho quien volvió a esquivarlo. Kid estuvo por detenerla pero Kasumi se había lanzado ya contra ella, le había clavado sus dedos convertidos en cuchillas en el costado.


    —¡¿Así es como me pides que vaya contigo?! —chilló la Saitō menor, le lanzó una patada a la bruja ilusionista quien cayó al suelo—. ¡Es mi técnico, maldita estúpida! —continuó Kasumi, pateó a su hermana justo donde le había clavado las cuchillas y la joven bruja gritó de dolor—. No te le acerques, no lo mires siquiera, ¡mucho menos te atrevas a ponerle una mano encima! —La ira arremetía como aquella vez y la locura empezaba a surgir, las lágrimas escurrían por las mejillas de la chica demonio, lágrimas que brotaban debido al enojo, a la ira incontrolable. Noire Moon no se defendía—. ¡No pienso dejar que tu magia de mierda me arrebate a alguien nunca más! ¡No iré contigo a ninguna parte, mi hogar es donde mi técnico desee estar! Alguien como tú nunca va a comprender algo como eso.


    La guardiana del piano convirtió su brazo en la hoja de la guadaña. Los ojos verdes del castaño se abrieron con asombro ante lo dicho por la muchacha, allí donde él estuviese ella iba a estar... se lo había propuesto. Kid sintió una punzada de un sentimiento extraño, pero lo desechó de inmediato al ver lo que Kasumi estaba por hacer, volver a medio matar a su hermana, lo cual desataría a Renge Gorgon otra vez.


    —¡Détenla, Hiroshi! —gritó el muchacho, el técnico de guadaña salió de su trance y se abalanzó contra su compañera, derribándola. La chica se quejó al golpearse contra el suelo y su brazo regresó a la normalidad, el muchacho se puso de pie y sostuvo los brazos de la joven tras su espalda. La chica luchó por soltarse, Hiroshi optó por noquearla, luego se disculparía. Dirigió su mirada a Kid y el joven Dios de La Muerte se dirigió a la salida, seguido por el castaño quien cargaba a Kasumi. Noire Moon permaneció en el suelo, una lágrima se deslizaba por su mejilla y su mirada estaba perdida. En lo más profundo de su alma, la lucha continúa de ella y la segunda entidad, Renge Gorgon, se tornó diferente.


    —Al parecer la chica te odia, Noire. —La oscuridad era casi total, un débil punto de luz roja como la sangre se observaba y de allí provenía la voz, casi idéntica a la de Noire.


    —Ataqué a su compañero... de nuevo —murmuró la ilusionista—. No hay nada que pueda hacer para recuperarla, me odia y siempre me odiará porque he amenazado con extinguir a su nueva familia.


    —¿Quieres salvarla? —habló la voz, la luz se tornó un poco más brillante—. Te daré el poder para hacerlo aunque ella no quiera cooperar; te daré el poder que necesitas para salvar a tu adorada hermanita de las garras de ese maldito pavo real. —La mentalidad de Noire perdía estabilidad, la tentación de aceptar a Renge era enorme y empezaba a aplastarla.


    —De acuerdo —respondió la joven bruja no muy convencida, pero necesitaba proteger a Kasumi, salvarla de la posible muerte a la que la llevaba Láquesis Shabriri—. Desde ahora, dejo todo en tus manos.


    Una risa se escuchó, el brillo de la luz se tornó intenso y una figura apareció. Una joven de cabello castaño oscuro lacio y brillantes ojos púrpura se manifestó ante Noire: Renge Gorgon, el Loto Mortal. Tenía escamas en parte del rostro, el cuello y los brazos, pero en lugar de ser azules verdosas como las de Noire, estas eran de un tono rojizo.


    Noire Moon Saitō fue devorada por el ser con el que compartía su cuerpo y alma. La joven yacía en el suelo, sus ojos gradualmente se tornaron púrpura y las escamas cubrieron parte de su rostro. Renge Gorgon estaba de regreso, una carcajada exagerada escapó de los labios del Loto Mortal.
    Medusa había muerto, pero lo que había surgido gracias a la víbora seguía con Noire.






    Fin del capítulo diecinueve.

     
    Última edición: 7 Enero 2018
  9.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

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    oh! cada vez que mencionan a Akari se me aprieta el corazón.
    Este capítulo estuvo genial, que tonta es Noire, pero bueno...
    espero que te vaya bien en el cole y puedas actualizar pronto.
    besos y abrazos
     
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  10. Threadmarks: Capítulo 20: Ahogamiento.
     
    Zireael

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    [Remake] Noire Moon
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    Tragedia
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    24
     
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    Bueno, después de tanto tiempo al fin vengo con el capítulo nuevo xDD y voy para exámenes, así que tardaré bastante en publicar el siguiente.




    Capítulo veinte.























    Ahogamiento.



    Una semana después de la misión para recuperar el piano

    Hiroshi y Kasumi practicaban en los bosques en torno a Death City. A pesar de que el muchacho podía usar la gran guadaña sin problema, aún su resonancia no era lo suficientemente estable para mantener el Cazador de Brujas.


    —¡Maldición! —masculló el castaño cuando el Cazador de Brujas volvió a desintegrarse antes de poder utilizarlo. Parecía cansado mentalmente, después de todo hace rato lo estaban intentando. El sol pronto empezaría a ocultarse. El joven clavó la hoja de la guadaña en la tierra y se dejó caer al suelo.


    —No te esfuerces demasiado —habló su compañera y sin esperar alguna orden de su técnico volvió a su forma humana, la sombra de unas ojeras empezaba a notarse bajo sus ojos.

    Desde que habían revivido el tema de Akari y habían perdido el piano demoníaco de nuevo, la chica no pasaba noches de sueños agradables y leía una y otra vez el libro que tenía en casa, una parte en específico estaba presente siempre en su mente: "Los Instrumentos Demoníacos fueron dotados de una conciencia, a fin de volverlos más manejables. Esto asegura que otros descendientes de sus antiguos guardianes sean seleccionados de forma segura para el uso de estos objetos. La conciencia que poseen les permite sentir sus almas y aceptar la que sea más apropiada a la naturaleza individual de cada Instrumento.
    Al aceptar a su nuevo guardián, automáticamente se forma un vínculo, una conexión, que unifica al Instrumento con su guardián, haciendo que compartan un alma (la del guardián); si el piano es destruido, su guardián morirá. Si este muere antes de que el piano seleccione a alguien más, el Instrumento se extinguirá como una llama. Uno depende del otro, porque los Instrumentos Demoníacos necesitan un alma poderosa de su elección para sobrevivir y el guardián necesita un canal para transmitir su poder. La conexión formada con el Instrumento los laza directamente al Señor de la Muerte y el Gran Mago.
    La rotura forzada del vínculo puede tener tres consecuencias...".



    —Pero... —empezó a hablar el muchacho. La chica negó con la cabeza.


    —Vamos. Si quieres puedes quedarte un rato en el apartamento. —Le sugirió y extendió su mano frente a su técnico. El joven de ojos verdes chasqueó la lengua resignado y tomó la mano de su compañera quien lo ayudó a levantarse. El chico pasó su brazo sobre los hombros de la muchacha quien pareció sorprenderse y empezó a caminar.


    —¿Me estás invitando a tu casa? —preguntó riendo, la joven guadaña se encogió de hombros. El castaño le revolvió el cabello y la chica bufó molesta.


    —Si te pones pesado no irás a ninguna parte —contestó Kasumi y sin darse cuenta infló las mejillas. El técnico dejó escapar una risa y le estampó un beso en la mejilla, se separó de ella rápidamente pues esperaba un golpe que nunca llegó. La muchacha había olvidado que a veces podía ser demasiado cariñoso.


    —Ese chico te ha suavizado —dijo Hiroshi mientras caminaba unos pasos más adelante que su compañera. El color subió a las mejillas de la muchacha—. Tanto lo quieres que tu alma trató de imitar la suya, tanto admiraste su naturaleza como Dios de La Muerte que la máscara de su padre apareció en tu guadaña.


    —¿Por qué te interesa tanto el tema? —dijo la muchacha algo incómoda mientras metía las manos en los bolsillos de la chaqueta. Notó que el joven se encogió de hombros.


    —Es curioso ver que un Shinigami tenga algún tipo de relación personal de ese nivel —explicó, pareció meditar algo durante un rato y continuó—. Tal vez parte de los sentimientos que desarrollaron el uno por el otro se deba a la conexión existente entre los Saitō y su padre. —No lo notó pero el rostro de Kasumi adquirió un aire sombrío.


    —¿Hablas de que quizás estaba planeado? —preguntó sin muchos ánimos; Hiroshi negó con la cabeza.


    —Hablo de que es un efecto secundario —comentó, pero notó el tono de voz de la chica y se volteó para dedicarle una sonrisa breve—. Aunque también es poco probable, no debes hacerme caso.


    —Por lo general uno cree las cosas que dicen las personas inteligentes —murmuró la joven guadaña—. Que yo recuerde tú eres muchas cosas pero no un estúpido, actúas como tal pero no lo eres —continuó, se acercó a su técnico y le dio un golpecito en la cabeza—. Hay muchas cosas aquí que a veces ocultas del mundo. Las personas inteligentes, las realmente inteligentes no lo ocultan pero tampoco alardean de ello.


    —Entonces deberías dejar de encerrar tu inteligencia —comentó el muchacho, volvió a revolverle el cabello a la chica y continuó caminando unos pasos delante de ella, los ojos carmesí de Kasumi se abrieron con cierta impresión—. Un Shinigami no desperdiciaría su tiempo con una mujer estúpida, ¿no lo crees? Tu agresividad y susceptibilidad a la locura te hacen imprudente, es solo eso al final.


    —Hiroshi. —Lo llamó Kasumi ignorando parte de lo dicho por el joven, el muchacho la miró de reojo—. Te has estado preguntando sobre la bruja camaleón que vimos en Tikal, ¿no es así?


    —Me tiene bastante intrigado —confesó sin dejar de caminar seguido por su compañera, pronto estuvieron caminando por la ciudad, el sol comenzaba a ocultarse.


    —¿Por qué no la atacaste?


    —Se parecía tanto a ti que... —El joven de ojos verdes dudó antes de continuar, parecía nervioso— sentí como si fuera a asesinarte. Su alma se parecía a la tuya, pero usaba la magia y algo la protegía, reducía su longitud de onda, algo que no era Soul Protect. Su alma se camuflaba con la tuya... como un camaleón cambia de color.


    —Noire Moon Saitō —dijo Kasumi y escuchó una débil risa proveniente de su arma.


    —Hermanas. Era de esperarse. Esa melena de cabello negro la llevaban todas las Legendre, según las retratan. Por lo que veo ambas la heredaron de su madre —comentó el joven.


    —Por su debilidad Akari murió —añadió Kasumi y suspiró con pesadez.


    —¿La odias? —preguntó Hiroshi mientras la miraba de reojo. La Saitō menor se encogió de hombros, pensó en la muerte de Akari y en cómo la ilusionista había tenido interés en su chico de ojos dorados. No la quería, pero algo le impedía odiarla completamente. Noire Moon era una fuente de vida, una luz cuando su contraparte, Renge Gorgon, no se entrometía. Pero ahora parecía ser que la luz estaba por extinguirse. El chico pareció dejar eso en el olvido—. Era atractiva —mencionó el técnico muy serio, aquello hizo reír a Kasumi quien se interpuso en su camino y señaló sus ojos carmesí, por un momento un resplandor algo demoníaco los recorrió.


    —No olvides que es una Saitō. —Le aconsejó, el chico por un momento casi se ahogó en la laguna rojiza de los ojos de su arma—. Un alma fragmentada, una bruja camaleón y... —el brillo demoníaco apareció de nuevo en sus orbes carmesí.


    —Un súcubo —murmuró el joven, parecía algo aturdido. La joven guadaña sonrió para sí, era ligeramente divertido ver que aquello seguía funcionando en el castaño.


    Kasumi siguió caminando e inevitablemente Hiroshi siguió el suave movimiento de sus caderas y su largo cabello agitándose tras ella con el ritmo de su andar antes de volver a la realidad y correr tras ella fingiendo estar molesto, sus mejillas habían adquirido un color casi imperceptible.


    —Es adorable cuando los chicos se sonrojan —comentó la joven mientras miraba distraída un mechón de su cabello que sostenía entre sus dedos. El técnico se sobresaltó y suspiró con pesadez, escuchó que Kasumi reía, pero de repente se tornó seria—. Si dejas que Noire tenga demasiado efecto en ti, cuando entres a su mundo te será muy difícil salir. Te ahogarás.


    El muchacho pensó que, en realidad, el efecto no parecía demasiado diferente del que tenía Kasumi en él. Porque más de cinco años atrás ya había quedado atascado en el mundo del Demonio de Rubí y si no se había ahogado en ese entonces, estaba por hacerlo. Tal vez hubiese cometido un error regresando o quizás era el Dios de La Muerte quien se había equivocado al pedirle regresar.


    —Me ahogarás. —El joven de ojos verdes había pensado en voz alta. Su compañera se detuvo de golpe y bajó la mirada buscando ocultar el miedo en sus ojos.


    —Ha pasado mucho tiempo, estúpido chico generoso. —La escuchó murmurar, el chico buscó en vano su mirada, pues el cabello le cubría los ojos. Supo entonces a qué se refería, al fin y al cabo, la chica no era nada tonta.


    —Los Saitō siempre tuvieron ese tipo de efectos en las personas —dijo al aire, miró el sol que lucía realmente somnoliento—. No has sido la excepción. Kasumi, tratar de contener algo como la niebla es complicado —añadió, la muchacha no comprendió—. Algún día te escaparás de ese chico por entre sus dedos... o te obligarán a soltarte de su agarre.


    —¿De qué demonios estás hablando? —La escuchó preguntar, notó que había levantado la mirada, las lágrimas amenazaban con escurrir por sus mejillas.


    —Nos has estado ahogando a ambos, inconscientemente —dijo sin pensar. Al instante sintió la mano de la chica impactar contra su mejilla, estaba furiosa y el ardor en su piel se hizo presente. Las personas que pasaban por allí los miraban extrañados.


    —No he estado ahogando a Kid —murmuró la joven, la ira se sentía en cada una de sus palabras—. ¿Crees acaso que un Shinigami sería aplastado por una simple alma fragmentada? ¿Un alma hecha pedazos? —Las lágrimas opacaron su visión y pronto escurrieron por sus mejillas enrojecidas de enojo. El técnico la miraba perplejo, se preparó para las palabras que podría escuchar a continuación—. Las almas destrozadas solo ahogan a los débiles, los ahogan porque se originaron por sentimientos fuertes, aplastantes y se desarrollan de esa forma. No eras fuerte hace seis años, no lo serás ahora; todo porque no has cambiado esos sentimientos que solías tener y que te han vuelto débil pues no tuvieron frutos. —La muchacha escupía las palabras como veneno y, extrañamente, el castaño empezaba a enfadarse también.


    —No necesito escuchar esto —contestó, sus ojos estaban perdidos en un lugar lejano—. No necesito que un alma hecha pedazos me diga si soy débil o no. —Lanzó la frase como una daga impregnada con veneno. Se volteó y caminó de regreso a los bosques. Escuchó que la chica ahogó una especie de sollozo.
    Sus almas estaban resonando de una forma extraña, pero constante y estable. Aquella resonancia... la unión del conflicto, esa siempre había sido su fuerza, el tomar poder de la ira que se desataba en ellos.


    —¡No tuviste el valor para enfrentar lo que sentías y aún así no lo olvidaste! —chilló la muchacha, se lanzó contra su técnico, iba a embestirlo por la espalda pero el joven la esquivó y la chica casi terminó en el suelo. No lo miró, un sonido metálico fue audible, la joven guadaña tenía los dedos transformados en cuchillas—. Y ahora vienes a creer que como tú, Kid está siendo arrastrado al inevitable destino de no ser capaz de escapar del impacto que haya podido tener mi existencia.


    —¡¿Qué se supone que iba a enfrentar?! —gritó el técnico, parecía desesperado, sentía que regresaba seis años atrás en el tiempo—. ¡No había nada que yo pudiese hacer! —El chico siguió su camino, pronto seguido por Kasumi estuvieron de regreso en el bosque donde entrenaron durante el día.


    —¿Nada? —escupió la guardiana del piano.


    —¡Maldita sea, hablas como si creyeras que hubiese podido ocurrir algo bueno! ¡No era como si de repente fueses a pensar en mí de una forma diferente además de solo ser el pobre desdichado que debía cargar contigo matando demonios!


    —¡¿Entonces por qué regresaste?! —Le gritó su arma casi a modo de regaño—. ¡Si todavía tienes miedo de lo que sientes deberías haberte quedado fuera de este lugar! ¡Lejos de mí! ¡Lejos de tus estúpidas emociones! —chilló la muchacha, clavó sus dedos transformados en cuchillas en un árbol cercano y una oscura onda se desprendió de ellos, una profunda herida apareció en el tronco del árbol. Tinieblas.


    —¡Ya no tengo miedo de quererte, entiende eso, Saitō! —contestó el joven. La muchacha detuvo su enojo en seco, ella tenía miedo ahora... de verdad que lo tenía. Sus almas seguían su resonancia, poderosa, chocante, destructiva. El esmeralda chocó con el rubí, se miraban sin saber realmente cómo continuar.


    —Es por eso que has vuelto entonces... —murmuró. En su mente hicieron eco las notas de una triste melodía de piano. Su corazón latía demasiado rápido, estaba nerviosa, asustada. Su mente se confundía.


    —Aunque sea así, no hay espacio para mí en tu reducido mundo, nunca lo hubo porque todo el espacio lo tomó el hijo del Shinigami desde que te trajo aquí —contestó el muchacho mientras apretaba los puños, luego suspiró tratando de calmarse—. Si escuchas el piano, sería buen momento para que te convirtieras en esa maldita guadaña gigante que eres.


    La chica suspiró y sin decir una sola palabra se materializó en las manos de su técnico. El chico blandió la monstruosa arma como si fuese lo más sencillo del mundo.


    —Resonancia de almas —dijo el joven con voz firme.

    De la hoja de la guadaña empezó a desprender un brillo azulado y la triste tonada de piano fue completamente audible para ambos. El brillo de la guadaña se intensificó y, como de costumbre, aumentó de tamaño. Una gigantesca hoja de un azul traslúcido reposaba en el hombro izquierdo del joven, el Cazador de Brujas. Diferente del que creaba Akari aquel parecía tener una energía más oscura, con extrañas curvaturas en la zona donde la hoja era sostenida por el mango. El ojo izquierdo del muchacho se tornó rojizo, como si el verde natural de su mirada se mezclara con el carmesí de los ojos de su compañera. Esa era la resonancia perfecta, que debido a la fragmentación en el alma de la guardiana del piano amenazaba con tragar parte del alma de su técnico al lograr tal nivel.
    El muchacho blandió la gran guadaña con una sola mano como si pesara lo mismo que una pluma y con el primer movimiento, una destructiva oscura onda expansiva acabó con los árboles unos metros a la redonda, ataque muy similar a las Tinieblas usadas por la guardiana del piano en situaciones extremas. El segundo movimiento dividió el suelo frente a ellos con una profunda herida. El muchacho estuvo por continuar aquella resonancia pero lo pensó mejor y momentos después la hoja traslúcida se fragmentó en diminutas luces; luego lanzó su arma al aire la cual se clavó en el suelo unos metros más allá.

    —La próxima vez que hables de mi debilidad, recuerda que solo conmigo has podido resonar de esta forma —dijo el muchacho, la joven guadaña volvió a su forma humana y chasqueó la lengua—. Es probable que no hayas ahogado a tu chico Shinigami, pero si vas a juzgarme como si fuese débil con tu actitud de mierda, eso de ahogarme debido a ti estará fuera de mis planes aunque sea difícil.


    —De acuerdo, Hiroshi —contestó la muchacha, pasó junto a él y le dio un empujón, continuó caminando y sintió la mirada del joven en ella—. Podrías haber logrado un Cazador de Demonios, ¿no es así?


    —Creo que sí —respondió el chico sin demasiados ánimos.


    —Deberías contarle a Shinigami-sama —comentó Kasumi sin darse cuenta de la manera en qué se había referido al chico de cabello rayado.


    —¿Por?


    —Te debe haber llamado para algo más que simplemente hacerme compañía. Si le cuentas que estuviste por lograr un Cazador de Demonios, se debería sentir más tranquilo sobre lo que sea que esté planeando, ¿no crees?


    El joven de ojos verdes lo pensó un rato, de repente la idea de hablar con Death the Kid no le pareció para nada cómoda.
    Kasumi sentía como si estuviese retrocediendo en el tiempo, a aquella época en que su agresividad era difícil de controlar y Hiroshi muchas veces era un detonante. Aún así su resonancia era impresionante, brutalmente destructiva porque despertaba el lado violento del joven de ojos verdes... siempre había sido así. Hiroshi Shimizu y Akari Inoue... dos personas que despertaban lados opuestos de la guardiana del piano, la segunda había muerto y el primero tal vez lo haría también o quizás el poder destructivo de ambos lograse mantenerlo con vida. Seis años después se habían visto obligados a resucitar su relación técnico-arma, la relación más problemática y fuerte de sus vidas.

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    En un pequeño poblado un grito rompió el silencio de la mañana. En una de las diminutas casas del lugar, una extraña bruja con escamas en el rostro sostenía por el cuello a un muchacho de tez morena.

    —Ha estado aquí Shabriri, ¿no es así? —interrogó la bruja camaleón. El muchacho se retorció tratando de soltarse, pero la joven bruja tenía una fuerza sobrehumana. Negó con la cabeza desesperado, la realidad era que ni siquiera entendía el idioma de la ilusionista—. Láquesis Shabriri —dijo Renge, entonces pensó en usar sus ilusiones. Tras ella apareció una pared de llamas verdes y azules, como la gran cola de pavo real de la rubia. El joven estuvo por gritar nuevamente, pero el Loto Mortal aumentó la fuerza del agarre en torno a su cuello, luego lo soltó, el chico cayó al suelo pero siguió mirando horrorizado las llamas verdes tras la bruja camaleón. Parecía que murmuraba algo en su lengua nativa.

    Renge se colocó el dedo índice sobre los labios, indicándole que debía callarse.


    —¿Dónde? —preguntó, aunque sabía que el chico no iba a entenderle.

    A pesar de la diferencia de idiomas, el pobre muchacho aterrado señaló con un dedo tembloroso hacia la puerta abierta, se divisaban unas montañas, un árbol enorme sobresalía entre la espesura de la jungla.
    La gran cola de pavo real se extinguió de repente y Renge se retiró sin hacerle daño al joven, quien se arrastró hacia un rincón y, mientras temblores esporádicos recorrían su cuerpo, lloró amargamente. En el rincón contrario, tres cuerpos yacían rodeados por un charco de sangre; sus padres y su hermano menor, de los ojos de todos goteaba el líquido rojo. Láquesis Shabriri había hecho de las suyas.

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    En la Death Room

    —¿Saben algo del paradero de Láquesis? —interrogó el joven Dios de La Muerte, frente a él se hallaban los Death Scythes, Stein y Maka. Todos negaron con la cabeza.


    —No he podido ubicar su rastro de ninguna forma —justificó Azusa mientras se acomodaba los anteojos.


    —De momento solo podemos esperar a que decida actuar —añadió Maka.


    —No hemos logrado ubicarla ni siquiera con las redes de Arachne —explicó el albino, tenía las manos en los bolsillos de los pantalones, al igual que su compañera lucía más maduro y, gracias a que Asura estaba sellado, podía estar más tranquilo respecto al asunto de la sangre negra.


    —¿Cuál es el plan, Shinigami-sama? —interrogó Marie, lucía algo apurada. Después de todo, aquella reunión había sido repentina y tenía que volver pronto a casa, Tsubaki se había ofrecido hoy a cuidar de su hijo pero ya era algo tarde, no deseaba incomodar a la muchacha.


    —Mabaa-sama ha dicho que tampoco sabe de su ubicación. Como ha dicho Maka, no tenemos otra opción que esperar a que actúe —contestó, parecía inconforme—. Sigan tratando de localizarla en la medida de lo posible, cualquier avance ayudará.


    —De acuerdo —respondieron todos al unísono.


    —Pueden retirarse. Gracias por venir —habló el muchacho de ojos dorados.


    Todos se retiraron de la Death Room. Maka y Soul levantaron la mano en señal de despedida, el joven Shinigami sonrió pero la sonrisa de su rostro desapareció casi de inmediato. Todavía recordaba aquella punzada de un extraño sentimiento que había sentido cuando, hace una semana, Kasumi había defendido a su técnico y dicho que estaría donde fuese que él estuviese.
    El joven suspiró con pesadez y miró el espejo con cierta nostalgia; su padre sabría qué hacer ahora, la verdad era que aún era inexperto, apenas un novato en eso de ser un Shinigami completo.

    Era tarde ya, todo parecía estar bajo control. La aparición de huevos de kishin era controlada por los estudiantes y no había realmente ningún gran peligro, excepto la necesidad de hallar el piano demoníaco pero parecía haberse evaporado de la faz de la tierra. El joven Dios de La Muerte estuvo por retirarse de la Death Room cuando, tras él, el espejo emitió una suave brillo y alguien apareció en él.

    —¿Kasumi? —preguntó al distinguir el débil brillo rojizo de unos ojos.


    —Ah, lo siento —contestó, entonces distinguió su voz. La chica pareció levantarse y luego encendió la luz, estaba ya en su apartamento. El joven Shinigami se sobresaltó un poco al ver las sombras oscuras que empezaban a aparecer bajo los ojos de la muchacha y también al ver que sus ojos parecían algo enrojecidos, como si hubiese llorado. Tenía su largo cabello negro atado en una cola de caballo, aún así algo caía a los lados de su rostro y sobre su frente.


    —¿Qué pasó? —Su voz tenía un tono de preocupación.


    —Nada. —Se apresuró a contestar ella—. Solo estoy algo cansada, es todo. —La guardiana del piano le dedicó una sonrisa tranquila, pero no pudo ocultar el aire triste que había en ella.


    —De acuerdo, si no quieres hablar de ello está bien —habló el joven sin darle demasiada importancia, así era ella.


    —¿Estarás libre? —La escuchó preguntar y observó que en sus ojos había cierta ilusión casi infantil al esperar la respuesta.


    —Estaba por irme a casa —contestó mientras una risa escapaba de su boca. Notó que la muchacha pareció dar un salto en su lugar, parte del cansancio en su miraba desapareció.


    —¿Podemos vernos? —añadió Kasumi con una sonrisa en el rostro. El muchacho de ojos dorados asintió con la cabeza.

    —Voy para allá —comentó, entonces la chica pareció ponerse tan blanca como un papel.


    —¿V-vas a venir? —interrogó, su voz había temblado.


    —Eso dije. —Se justificó tranquilo, la verdad nunca había ido él, pero con la mala cara que tenía la chica antes... eso de que saliera de casa no le parecía la mejor idea del mundo.


    Escuchó que la guardiana del piano masculló una maldición, el pequeño espejo que había usado para llamar a la Death Room cayó al suelo y se rompió, causando que la imagen se tornara oscura.
    El muchacho de ojos dorados se encogió de hombros y se retiró de la Death Room con las manos en los bolsillos de los pantalones, pronto estuvo caminando por las calles de Death City, rumbo al apartamento de la muchacha de ojos carmesí.

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    .

    En otra zona de Death City

    Hiroshi estaba en el pequeño apartamento que había logrado pagar, era más que suficiente. Después de todo iba a vivir solo.

    La discusión con su compañera le había quitado el buen ánimo que tenía. El muchacho se dirigió a la refrigeradora, la abrió y contempló su interior un rato. Finalmente suspiró con pesadez tomó una lata que había en el fondo, una cerveza que había comprado sin motivo alguno y llevaba allí varios días. Se dirigió a su habitación, cerró la puerta y se recostó en la cama.
    Encendió la televisión, dejó un programa al azar y sin demasiado interés abrió la lata de cerveza, le dio un trago. Una expresión de asco apareció en su rostro por un momento.

    —Kasumi siempre fue un dolor en el culo —murmuró, le dio otro trago a la bebida, preguntándose por qué había comprado aquello si realmente el sabor de la cerveza nunca le agradó demasiado. Miró hacia la puerta; un uniforme de Spartoi colgaba tras ella... se le había entregado antes de la misión en Tikal pero se había negado a usarlo. Sus orbes esmeralda se quedaron clavados en las prendas y suspiró—. Y aún así me lié con ella, debo estar demente. —El joven se frotó los párpados cansado, bebió lo que quedaba de la bebida en un solo trago y dejó la lata en el suelo.

    Ahogado. Así era como estaba... aunque quisiera demostrarle lo contrario a la muchacha ahora porque lo había sacado de sus cabales.
    Estaba más ahogado que nunca y con esa sensación de ahogamiento empezó a quedarse dormido, hasta que fue tragado por pesadillas.

    Un zorro blanco como la nieve era el protagonista de sus horribles sueños... Akari Inoue; el brillo de sus ojos grisáceos y la silueta de las marcas del clan Eien lo persiguieron hasta el amanecer, una voz distante repetía una y otra ver las mismas palabras.
    "Las consecuencias de la rotura del vínculo pueden ser fatales; desde la muerte del guardián, la desaparición y muerte del Instrumento junto a su guardián; hasta la muerte de quienes trataron de romper la unión de esa magia poderosa. Aún así, hay una consecuencia que siempre se trató de ocultar, el rompimiento de la conexión puede dar por finalizada la fragmentación en las almas de los guardianes, provocando que el fragmento más poderoso de sus almas domine y enloquezca. Es entonces que aparecen seres poderosos, letales, que rompen el orden que el Shinigami trataba de proteger... brujas, inmortales y, en el peor de los casos, dioses demonio comparables a Asura".

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    Fin del capítulo veinte.

     
    Última edición: 7 Enero 2018
  11.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

    Capricornio
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    el capitulo estuvo super, Dios! lo ame. quede muy intrigada sobre con el piano >~<
    espero que actualices pronto
    besos y abrazos
     
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  12. Threadmarks: Capítulo 21: Fatalidad.
     
    Zireael

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    [Remake] Noire Moon
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    Diooos, demasiado tiempo sin actualizar, pero vengo a hacer el milagro porque de verdad que no quiero dejar esto.
    @Yoysmarie

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    Capítulo veintiuno: Fatalidad
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    El joven castaño se despertó sobresaltado, el sudor cubría su cuerpo y en sus ojos se reflejaba la confusión. Se pasó los dedos entre el cabello, retirándolo de su frente y suspiró tratando de regularizar su respiración, su mirada estaba algo perdida y sus orbes verdes parecían buscar algo que no estaba allí. Por la ventana entraba el sol de la mañana, opacado por las cortinas. Se escuchó el graznido de un cuervo que le hizo estremecerse.

    De reojo le pareció ver un ente blanco movilizarse por su derecha, se sobresaltó de nuevo y miró hacia la puerta. Las prendas que colgaban tras ella se mecían suavemente. Una silueta blanca empezó a formarse, de repente la forma de un gran zorro cubría la puerta y sus cuatro colas era figuras vaporosas, mecidas por un viento fantasmal. La silueta animal levantó la cabeza y abriendo ligeramente sus fauces, aulló, si es que se le podía llamar de esa manera. El sonido le caló hasta los huesos, delicado, agudo, muy diferente del aullido de un lobo. El sonido le pareció hermoso. ¿Estaba soñando aún? Quizás.
    La forma blanca volvió a bajar su cabeza, unos puntos aparecieron donde debían estar los ojos de la criatura. Tenían el color de la luz del sol. Hiroshi dirigió la mirada hacia las colas del gran zorro, la silueta empezaba tonarse negra como la noche, el blanco se conservó dejando ver unas marcas... espirales, líneas onduladas. El Clan Eien. La silueta abrió las fauces de golpe y un grito rasgó la garganta del ser, un grito casi humano, terrible; un llamado que había escuchado en los bosques; un grito de zorro rojo. Lo sintió recorrer sus vértebras como agua helada. La silueta lanzó varios gritos iguales o peores, como un chillido humano breve, antes de desprenderse de la pared como una gran entidad oscura, sólo su rostro y las marcas conservaban el blanco. La masa extraña se lanzó contra el castaño, quien fue a dar contra la pared, gritando de horror. Había sentido las fauces del gran zorro cerrarse en su rostro, casi pudo sentir su cálido aliento y olerlo: un vago aroma a carne en descomposición, que de repente se tornó malditamente intenso, casi como si una res hubiese muerto en su habitación. La figura había desaparecido.

    El joven se levantó de golpe, abrió la puerta y se dirigió al baño, levantó la tapa del inodoro y sin poder hacer algo al respecto, vomitó. El olor a carne en descomposición permaneció atrapado en sus fosas nasales, tanto, que ni siquiera sintió el del vómito. De haber tenido algo en el estómago habría seguido vomitando. Bajó la cadena y se dejó caer en el suelo del baño, con el rostro entre las manos, temblaba. De repente parecía tan pequeño y delgado como un niño abandonado a su suerte.

    Hiroshi Shimizu, el chico generoso. Hiroshi Shimizu, el chico atormentado. Hiroshi Shimizu, el chico que era seguido por una entidad que, inevitablemente, empezaba a tornarse maligna. Akari Inoue, una enviada de Inari, un alma pura pero que bajo la influencia de la locura en el ambiente al momento de su muerte había empezado a contaminarse. La kitsune se había resignado a su muerte, pero no estaba lista para morir realmente... había hecho una promesa con el Shinigami anterior; desgraciadamente, en su afán por cumplir dicha promesa su alma fue tragada por la propia tierra antes de que Kid pudiese tomarla. El espíritu de la Inoue yacía en las capas terrestres, como parte de la energía del planeta. Hiroshi Shimizu tenía un don, uno maravilloso pero que actuaba como una maldición, una percepción de almas poderosa y una habilidad para comunicarse con entidades perdidas en el vacío.

    La familia Shimizu había estado lazada a los Shinigami, de la misma forma que los Saitō... hasta que una bruja rompió el vínculo con éxito, mas murió en el proceso. Fue entonces que otra familia tomó el poder del Instrumento Demoníaco de los Shimizu... los Yamamoto se apoderaron del objeto mágico, el linaje de brujas al que pertenecía Aiko, el loro gris, la bruja de la vida. El alma del joven castaño estuvo fragmentada en cierto punto de su infancia... era el guardián del Instrumento de su familia, al romperse el vínculo, su alma perdió la fragmentación y se mantuvo como un técnico, claro, uno con una de las percepciones de almas más poderosas. Perdió también la conexión con el Señor de la Muerte y con el Gran Mago. Mientras tanto... el alma de Aiko se fragmentó, la pregunta era, ¿la familia de brujas conservaba el Instrumento? ¿Era posible que Aiko fuese la guardiana? ¿En qué estaba fragmentada su alma? El joven de ojos verdes se levantó tambaleante, se lavó los dientes y la cara, su respiración era irregular. Regresó a la habitación, abrió las cortinas de una y se recostó en la cama, mirando hacia la pared, dándole la espalda a la puerta. Al cabo de unos minutos se durmió, esta vez sin pesadillas, profundamente... pero los recuerdos regresaban a forma de sueños.


    En el apartamento de Kasumi


    La chica demonio se encontraba sentada en el sofá, leyendo el famoso libro que guardaba en la habitación de Akari, parecía adormilada aún pero no quería dejar la lectura, su largo cabello caía como una cascada oscura alrededor de su rostro. Kid estaba junto a ella, inclinado hacia delante con los codos apoyados en las rodillas, como esperando que la chica dijese algo.

    —¿Por qué trajiste a Hiroshi realmente? —soltó Kasumi sin levantar la vista del libro. Aunque el Shinigami esperaba alguna pregunta de ese estilo, pareció algo sobresaltado por un segundo.

    —Ya te lo dije una vez, necesitabas un técnico y compañía, por eso lo contacté —respondió tranquilo.

    —Kid, llevo años contigo; sé que debes tener un mejor motivo para traerlo —la chica pasó una de las páginas del libro mientras hablaba.

    —¿Y qué me dices sobre ese libro que conseguiste sin permiso? Kasumi, serás parte de Spartoi, pero eso no te da derecho a acceder a libros a los que sólo yo tengo acceso —dijo casi con indiferencia, mirando un punto fijo en la nada.


    —¿Desde cuándo importa tanto? Además, es sobre algo que me involucra directamente. Si fuese tanto problema me hubieras obligado a devolverlo —la muchacha cerró el libro de golpe y clavó su vista en el joven de cabello rayado —. Tu intento por desviar el tema es bastante mediocre, Kid. Ahora responde.

    —¿Te refieres entonces a por qué hice algo tan estúpido como traer a un chico que estuvo, o mejor dicho, está enamorado de ti? —lo soltó sin más, como un acto reflejo y entonces comprendió el sentimiento que había sentido en Tikal, eran celos, un sentimiento humano demasiado inferior para un Dios de La Muerte; continuó hablando — ¿O te refieres acaso a por qué me arriesgué a traer un chico por el cual tú empezabas a sentir algo? —aquello sobresaltó a Kasumi, quien puso el libro en la pequeña mesa frente a ella.

    —¿A qué demonios te refieres?

    —¿Pensabas que no lo sabía? Kasumi, nunca has mirado a Hiroshi igual que a tus otros técnicos, ni siquiera a Akari viste de esa forma. Siempre han sentido una atracción el uno por el otro, él es consciente de ello.


    —No siento nada por ese idiota —concluyó la chica demonio, su mirada se desvió del chico sin que este siquiera la mirase, entonces se preguntó si eso era realmente cierto.

    —No me interesa en absoluto si sientes algo por él o no —respondió tajante, lo cual hizo que su aclaración pareciera completamente falsa —. Es probable que se deba a que ambos tienen relación con los Instrumentos Demoníacos.

    —¿Ambos? —aquello dejó a Kasumi sin comprender absolutamente nada.

    —¿Acaso no lo sabes? —Kid volteó a verla, la joven de ojos carmesí parecía realmente confundida y ante esto, él se sorprendió —. Shimizu estuvo lazado a un Instrumento Demoníaco, de la misma forma que tú.


    —¿Hiroshi lazado a un Instrumento Demoníaco? Kid, sé más serio, por favor. Hoy no has hecho más que decir cosas sin sentido —lo acusó ella, escéptica.

    —Estoy siendo muy serio, Kasumi. El chico tuvo el alma fragmentada, fue guardián de un instrumento… pero rompieron el lazo —entonces Kid señaló el libro sobre la mesa frente a ellos —. Una bruja rompió el vínculo… como quiere hacer Shabriri contigo.


    —Esa cosa dice que puedo morir si rompen el lazo, que puede nacer un kishin de mi alma —explicó el Demonio de Rubí con la mirada fija en el libro.

    —Dice que quien intente romper el vínculo puede morir y como todo libro, no menciona las posibilidades de sobrevivir a dicha separación porque en ese entonces se creía improbable, por no decir imposible.

    —Cual sea el caso, ¿cómo es posible que sobreviviera? —añadió Kasumi sin demasiado ánimo.

    —No se sabe —respondió Kid al tiempo que encogía los hombros —. La cuestión es que la bruja murió, pero las demás de su linaje conservaron el instrumento pues sus almas se fragmentaron, alguna de ellas debe ser la actual guardiana, pero supongo el instrumento desapareció también, como desaparecieron los demás hace tiempo…

    —¿Entonces trajiste a Hiroshi sólo para demostrarme que puedo sobrevivir? —preguntó la chica sin pensarlo mucho.


    —Ni siquiera sabía qué Shabriri intentaría romper el vínculo, recuerda eso, Kasumi —explicó Kid sereno —. Pienso que quizás son de los pocos con la posibilidad de acabar con Noire Moon si es necesario… por eso contacté con él, porque sé el tipo de resonancia que eran y son capaces de lograr. Por eso traje de regreso a un antiguo guardián de Instrumento Demoníaco, por eso traje de regreso a un chico que te amaba y por quien tú también sentías cosas… son riesgos que se deben tomar, riesgos diminutos para mantener el equilibrio del mundo —el joven Shinigami se levantó del sofá, extendió la mano hacia la muchacha y le revolvió el cabello en un gesto cariñoso, pero distante. El muchacho caminó hacia la salida, la chica se levantó para seguirlo, al llegar a la puerta él se volteó para despedirse mas la chica de inmediato se lanzó a él, besándolo en los labios. Kid estuvo a punto de retroceder por la sorpresa, pero correspondió al Demonio de Rubí, de repente sus impulsos parecieron imposibles de contener y la acorraló contra la puerta, escuchó como un suave gemido escapaba de sus labios… pero a pesar de ello, de que la muchacha parecía desearlo realmente, se detuvo de repente y lo miró. La chica respiraba agitada, un leve sonrojo había aparecido en sus mejillas; se apartó de la puerta entonces, parecía ausente en otro mundo y Kid tuvo una idea desagradable respecto a que se hubiese detenido de aquella forma.


    —Hasta pronto, Saitō —dijo mientras abría la puerta, la chica se sobresaltó al oír que la llamaba de esa forma —. Has pensado en él, ¿no? —antes de permitirse escuchar una respuesta ya había salido y cerrado la puerta tras él. Kasumi permaneció mirando un punto en la nada un rato, luego volvió al sofá y se dejó caer, de repente su rostro estaba pálido, como si hubiese visto un fantasma, porque sí… había pensado en Hiroshi en ese momento.

    Pasaron minutos antes de que la chica demonio se incorporara y tomase el libro; pasó las páginas hasta encontrar algún tipo de división, pero para ello tuvo que ir casi hasta el final… Instrumentos Demoníacos conocidos.
    Mantuvo la vista fija en aquella separación, leyendo una y otra vez lo que decía. Entonces decidió pasar las páginas. No había demasiadas descripciones sobre los instrumentos, por supuesto, como todo lo que se relacionaba al Gran Mago y al anterior Dios de La Muerte, eran casi un completo misterio. Durante los siglos que estos Instrumentos siguieron creándose y, por ende, creándose más vínculos guardián-instrumento, al parecer muchos de ellos habían sido destruidos o bien, estaban desaparecidos como su piano. Años atrás Aiko había dicho que cinco de los instrumentos permanecían en manos ajenas, tres guardianes vivos… el otro que dijo había sido protegido por el Shinigami, ¿se refería a Hiroshi? Pero si habían roto el vínculo, eso no era posible… pero lo más importante de aquello era que significaba que no sólo los Saitō tenían relación con los dos antiguos y que en su momento hubieron más de cuarenta Instrumentos Demoníacos, según el libro. ¿Realmente los habían destruido todos hasta dejar sólo cinco de ellos? No lo creía, debía haber más… debía haber otros dispersos por el mundo. Guitarras, chelos, contrabajos, flautas, arpas, más pianos y violines… fue la última página del libro la que llamó su atención. Tenía el boceto de un violín desde varios puntos de vista, parecía que al igual que su piano, tenía en su superficie la figura de la máscara del Shinigami.

    “Se sabe mucho menos de este instrumento que de los demás. Bien podría haber sido uno de los primeros en ser creados, pues el Gran Mago y el Señor de La Muerte, iniciaron con violines antes de ampliarse a la creación de otros de estos artefactos.
    Hay quienes creen que en algún punto su guardián fue una mujer de apellido Saitō, que ella fue quien transmitió la fragmentación de almas a sus hijos, desapareciendo su apellido llevándola a lazar una familia diferente a los antiguos, como fue el caso con otros Instrumentos.
    Se tiene firme seguridad de que el Instrumento posteriormente se vinculó a una rama de la familia Shimizu. Años después se informó de la desaparición de este Instrumento Demoníaco”


    Shimizu, Hiroshi. Kasumi lo supo entonces, el regreso de su técnico traería muchos conflictos, y aunque lograran salvar el equilibro del mundo, habría muchísimos giros en sus vidas para entonces. Debía ver a su técnico de inmediato, tenía muchas dudas y empezaba a sentirse lo suficientemente enfadada para soltarlas todas sin importar nada. Volvió a colocar el libro sobre la mesa, se levantó de golpe y fue a su habitación para ponerse algo presentable antes de salir; regresó entonces a la pequeña sala de estar, tomó el libro y con él bajo el brazo, salió de su apartamento.

    Caminó con paso rápido por Death City, pronto empezaría a anochecer. No mucho tiempo después llegó a los apartamentos donde vivía su compañero, subió las escaleras al segundo piso casi corriendo, caminó hasta la puerta con el número ocho y tocó.
    Dentro del pequeño apartamento, Hiroshi se despertó aturdido de su sueño, luego de los incidentes de unas horas antes había estado durmiendo como un oso. Se levantó de mala gana, notó que era algo tarde ya; salió de la habitación y se dirigió con paso cansado hacia la puerta, poco le importaba quien fuese y no iba a usar su percepción de almas para algo tan trivial. Abrió la puerta despacio y de inmediato su mirada chocó con la laguna rojiza de los ojos de su arma; una especie de suspiro se atoró en su garganta, esperaba a cualquiera menos a la chica con la que había discutido ayer. Kasumi sostuvo la mirada un momento, evidentemente el chico acaba de despertar y tenía una pinta terrible, manchas oscuras empezaban a notarse bajo aquellos ojos verdes y su cabello estaba revuelto. La muchacha lo hizo a un lado y entró como si fuese su casa, el joven la miró sin comprender nada, notó el libro que llevaba bajo el brazo, pero su mente se distrajo casi de inmediato en el movimiento de caderas de la chica al andar y se sintió un imbécil por mirarla de aquella manera, pero llevaba muchísimo tiempo lejos de aquella muchacha y al parecer los años le habían otorgado cambios bastante agradables a la vista.


    —Acabas de despertar y ya estás mirándome de esa manera, estúpido —soltó el Demonio de Rubí de mala gana, mientras se dirigía hacia la cocina, donde había una pequeña mesa, que estaba allí por mera necesidad.


    —En el fondo adoras que te mire como un estúpido —respondió el castaño de igual forma, su voz sonaba adormilada. Escuchó como la muchacha soltaba un suspiro de hartazgo, mientras alejaba un poco una silla de la mesa y se sentaba, luego colocó el libro encima.

    —¿Sabes lo que es esto? —preguntó señalando el libro, el chico se frotó los párpados y se acercó a la mesa, para sentarse en la otra silla.

    —¿Me has despertado por un libro? —añadió al tiempo que lo tomaba, entonces leyó el título y bufó fastidiado —. ¿Por qué trajiste esta mierda?

    —Hiroshi, eras un guardián, ¿no? —comentó ella sin cuidado —. Rompieron tu vínculo con el instrumento… y sobreviviste.

    —Kasumi, esta no es mi conversación favorita, no quiero contestar tus caprichos ahora —contestó de inmediato, deslizando el libro hacia ella. Notó que la muchacha lo abrió, se dirigió hasta las últimas páginas y le mostró lo que allí aparecía; Hiroshi examinó con cuidado los bocetos.


    —Esta cosa, este violín —empezó a decir, notó como su técnico se tensaba —, fue tuyo, ¿no es así?

    —Fue mío, sí —respondió indiferente —. Antes de mi padre, antes de mi abuelo… ya sabes. ¿Qué diablos quieres saber?

    —Yo… —de repente las dudas que tenía cayeron en una laguna mental y en su cabeza quedó un solo pensamiento; el técnico notó como la joven cruzaba las piernas, casi como una reacción nerviosa, antes de continuar hablando — Hiroshi… la rotura del vínculo, ¿es dolorosa? —el muchacho la miró muy serio al oír aquella pregunta, pero de repente le dedicó una sonrisa que pareció iluminarle el rostro por un segundo y negó con la cabeza.

    —¿Sólo por eso has venido? —preguntó el joven de ojos verdes, mientras se levantaba, buscó un vaso y lo llenó de agua, bebió un par de tragos esperando la respuesta.

    —No —la muchacha cruzó los brazos unos segundos, luego continuó —. Shinigami-sama, digo, Kid lo sabe… tu mierda —finalizó, estuvo por decirle que había dicho que ella también sentía algo por él pero lo reservó.

    —¿El qué? —preguntó haciéndose el desentendido mientras dejaba el vaso en el fregadero. La muchacha se levantó y casi lo mató con la mirada. Hiroshi sentía como el dolor de cabeza empezaba a hacerse presente y aquello le irritaba —. ¿Está celoso tu Señor de La Muerte? Vaya, es mucho más humano de lo que debería —añadió, soltando una risa arrogante.


    —En fin, no esperaba que tuvieras algo que decir al respecto —la muchacha se levantó, tomó el libro y caminó hacia la puerta, sin previo aviso, Hiroshi la alcanzó y la arrinconó contra la pared, el libro de inmediato resbaló de sus manos. El tipo estaba cerca, malditamente cerca y ella estaba en una especie de trance. Sintió como deslizó una de sus manos por su cuello hasta su nuca, hacia su cabello, tomó una parte y le dio un suave tirón, con la suficiente fuerza para que la chica inclinara su cabeza, dejando su cuello vulnerable, el castaño escuchó un débil sonido salir de los labios de su arma.

    —Ya me ahogaste, chica demonio, pero estoy bastante seguro de que no sabías que puedo ahogarte también —susurró cerca del oído de la joven, sonrió para sí al notar el escalofrío que recorrió el cuerpo de la muchacha. Kasumi forcejeó unos segundos, Hiroshi recorrió el cuello de su compañera con la lengua, lo que detuvo su forcejeo e hizo que su respiración se tornase irregular… el fragmento súcubo de la guardiana se había puesto en acción.
    Hace horas una entidad le había hecho una nada amigable visita al técnico y había dejado una leve onda de locura en él, fue eso lo que lo impulsó; y Kasumi, con ya suficiente locura dentro de ella normalmente, perdía los estribos… aunque en lo profundo de su alma, sabía que aquello no estaba bien.

    El castaño había soltado el cabello de la chica, pero había tomado sus manos, colocándolas por encima de su cabeza, las piernas apenas la sostenían en pie mientras el muchacho devoraba su cuello. Una mano se deslizó bajo la blusa de la joven, subiendo por su espalda hasta dar con el broche del sostén, fue entonces que soltó las manos de su arma, desabrochó la prenda y sin demasiado cuidado se deshizo de la blusa junto con el sostén. El joven juntó su cuerpo al de la chica, sintiendo su calidez y le estampó un beso posesivo en los labios, cargado de locura y necesidad, el Demonio de Rubí no se apartó, sus ojos tenían aquel brillo delator de su lado súcubo y era más intenso que nunca.
    Kasumi Saitō y Hiroshi Shimizu cometerían un error que acabaría con la poca estabilidad existente en sus vidas. Asura estaba sellado en la Luna, sí, pero la locura que serían capaces de desprender dos almas destrozadas influenciadas por una entidad oscura nunca debía subestimarse.
    Todo iba a cambiar y pronto otros mundos se vendrían abajo sin aviso.

    ______________________________________________________

    Fin del capítulo veintiuno.
     
    Última edición: 25 Octubre 2016
  13.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

    Capricornio
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    Al fin jajaja lo tomare como regalo de navidad jajaja
    Ya extrañaba leerte :(
    Wao le capítulo me dejo impresionada, no me esperaba nada de eso, en definitiva valió la espera jajaja
    Ahora me muero por saber que pasará
    Espero que actualices pronto
    Besos y abrazos
     
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  14.  
    Krasovsky

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  15. Threadmarks: Capítulo 22: Asco.
     
    Zireael

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    Actualizar me será muy difícil, pero realmente quiero terminar esto algún día :'v espero que los pocos lectores que tenía sigan apoyándome y si están desaparecidos, pues lo siento por mí (?) En fin, es bastante breve, pero espero les guste~

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    Capítulo veintidós: Asco

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    El Sol rayaba a través de las cortinas de la pequeña habitación, sumidos en un profundo sueño estaban ambos, técnico y arma, bajo las mantas. Ya no había vuelta de hoja, el error ya se había cometido… ambos manejados por la locura, atraídos por un lazo hecho hace años entre los Saitō y los Shimizu, producto de la fuerte magia presente en los Instrumentos Demoníacos.
    En lo profundo del alma de Hiroshi, algo sucedía, una especie de conversación con una entidad externa que le hacía una visita.

    —Has visto el error que acaba de cometer, ¿no? —era una voz femenina, delicada, como se imaginaría la voz de un ángel. El lugar parecía una habitación bastante grande, sus paredes eran de un tono de azul profundo, un rincón era especialmente oscuro y de allí provenía la voz, Hiroshi estaba de pie en medio de aquella vacía habitación, que carecía de muebles.


    —¿Error? —el joven miró hacia el oscuro rincón, sus ojos reflejaban una especie de confusión.


    —Sí, cariño —continuó la voz — Has cometido un grave error, pero… no te arrepientes, se ve en tu alma —fue audible una leve risa.


    —Ah… hablas de lo que pasó con la chica Saitō —murmuró el técnico de guadaña, se llevó una mano a la nuca y suspiró —. Sí, la hemos cagado.


    —La llamas chica Saitō luego de intimar con ella… es un poco hipócrita de tu parte, querido, ¿no lo crees? —soltó sin cuidado la voz desde su rincón oscuro, volvió a reír antes de murmurar algo lo suficientemente audible —. Disfrutaste a la copia de Shinigami, la disfrutaste porque la deseabas desde hace años… y sabes que valió la pena la espera.


    —Calla, ya es suficiente.


    —En el fondo te sientes invencible, ¿no es así? Invencible, triunfador… fuiste capaz de ahogar a la muchacha que te estaba ahogando. Le arrebataste la chica al Señor de La Muerte —la risa fue audible de nuevo, esta vez incluso hizo eco; seguido por el sonido de pisadas, del oscuro rincón emergió una muchacha de cabello castaño ondulado, dos orbes grisáceos adornaban su rostro, llevaba ropas que parecían las de una bruja mas no parecía que hubiese un animal que representara su magia. Esta vez la risa que se escuchó brotó de la boca del muchacho.


    —No la ahogué, mucho menos se la arrebaté a ese Shinigami tan humano… —una sombra de tristeza fue visible en su rostro.


    —¿Cómo funciona entonces? Vuelves loca a la chica, sin importarte en lo más mínimo que esté con él —la joven se llevó una de sus delgadas manos al mentón, parecía pensar en algo —. No, por desgracia no entiendo tu punto.


    —Es un súcubo, simplemente es parte de su naturaleza —explicó Hiroshi sin demasiados ánimos — Y no dejará a Death the Kid por nada del mundo.


    —Sé lo que es. Arma, técnico, súcubo, imitadora de Shinigami y banshee —añadió la muchacha —. Puede que ella no quiera dejarlo, puede que se ahogue en sus lágrimas pidiendo perdón, pero es sólo un amor juvenil que ha durado demasiado… ama a quien la protegió y él ama la niña que cuidó, cosas que pasan. La cuestión, ¿la perdonará?


    —¿Lo dudas acaso?


    —Ya viste lo humano que puede llegar a ser, a pesar de ser un Shinigami completo… y ella lo ha traicionado —detrás de la joven apareció un sofá de color rojo, ella se dejó caer y cruzó las piernas. Hiroshi se tensó, aquello era cierto… y no sólo eso; los rumores corren, corren y que ella hubiera engañado al Dios de La Muerte no sería un secreto demasiado tiempo. Se volvería un monstruo para todos, como si no lo fuese ya.


    —Le he arruinado la vida, ¿cierto? —murmuró el castaño, su voz tembló y su mirada lucía algo perdida.


    —Oh, Hiroshi-kun… sólo espera y verás —una sonrisa apareció en los labios de la joven, una sonrisa triste. Se levantó del sofá, permaneció de pie mirando al muchacho de ojos verdes, momentos después dos alas blancas como la nieve brotaron de su espalda.


    —Debes partir, ¿no? —preguntó el técnico, la castaña asintió; el par enorme de alas rodeó su cuerpo y pronto se desvaneció, dejando al joven solo.


    Los Instrumentos Demoníacos tenían una conciencia, eso estaba claro ya… pero más que una conciencia era casi un alma a parte, aunque se mantenían más que todo por el alma de su guardián. Habían roto el vínculo de Hiroshi con el violín, sí, pero eso sólo significó que no podía ser más su guardián y que otro se le asignaría a la fuerza. El joven tenía una percepción de almas excepcional, desde su nacimiento, aquello le había permitido ver en su instrumento algo más que un simple artefacto, había una entidad en él que necesitaba de un alma poderosa para seguir existiendo y había creado un lazo con esa entidad; y aunque rompieron el vínculo guardián-instrumento, aquella joven que habitaba en el violín demoníaco lo visitaba de vez en cuando, aunque no podía permanecer con él demasiado tiempo, involucraba un uso excesivo de la magia que el violín poseía.
    La creación de los Instrumentos Demoníacos había sido un proceso más oscuro de lo que al anterior Shinigami le hubiese gustado admitir; los objetos habían sido dotados de una conciencia, almas con alas de ángel se habían usado para ese proceso. Más de cuarenta personas con almas Grigori habían sido fusionadas con los que eran instrumentos comunes, luego se les había expuesto a la magia del Gran Mago para sellarlas en ellos. Era un sacrificio para poder mantener el equilibrio del mundo… pero había resultado fatal.

    El castaño abrió los ojos, tardó un rato en acostumbrarse a la claridad que entraba a través de las cortinas, fue cuando notó la calidez junto a él; el Demonio de Rubí permanecía allí. Por un momento se odió a sí mismo. Extendió la mano y con delicadeza apartó el cabello que caía sobre el rostro de la muchacha.

    —No me toques —murmuró la joven abriendo los ojos de golpe, el brillo que delataba su lado súcubo no estaba presente; el muchacho apartó la mano.


    —Lo siento —soltó Hiroshi casi de inmediato.


    —No sientes nada, Shimizu —la muchacha se levantó, pasando por encima de él, había arrastrado la sábana consigo para cubrirse —. Absolutamente nada —Kasumi salió de la habitación, no la siguió, sabía que era inútil. La escuchó caminar por el apartamento unos minutos, probablemente vistiéndose hasta que finalmente escuchó que daba un portazo al salir.
    Los días pasaron, no había noticias del piano demoníaco y Shabriri, tampoco de Aiko o de Noire; los estudiantes continuaban como siempre en la cacería de huevos de kishin. Y claro, los rumores empezaban a correr ya, sobre lo que pasaba entre Kasumi y Hiroshi, no porque a los chismosos les importaran ellos, sino porque esperaban por la reacción del Dios de La Muerte.

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    Aiko estaba sentada en una rama, mecía las piernas. En ocasiones así, parecía casi una niña pequeña. Su vaporoso vestido era mecido por leve brisa.


    —¿Qué pasó contigo, camaleón? —preguntó al aire.


    —¿De qué hablas? —la voz provenía detrás del grueso tronco de un árbol.


    —Sabes de qué hablo, Renge. ¿Cómo lograste sumir a Noire Moon en tu poder tan fácilmente? —dijo la bruja de la vida, impaciente. Escuchó reír a la ilusionista.


    —Noire siempre fue débil; pero sabes, Yamamoto, no es ningún secreto. Cuando amenazas a los seres queridos de otros, todo lo demás pierde importancia. La gente comete imprudencias por amor, cuando sus seres amados son lastimados… aquellos que son demasiado humanos, pierden su brújula moral, hacen todo por mantener a salvo a quien adoran, sin importar si es correcto o no —explicó Renge, saliendo de detrás del árbol. Ahora era físicamente visible que Noire Moon no estaba allí, mechones de cabello castaño podían distinguirse a través del negro, y las escamas, anteriormente verdes azuladas, eran rojizas. La joven miró sus manos, mientras dejaba escapar una risa —. Los humanos son un asco, sobre todo estos exageradamente nobles. Se les puede engañar tan fácilmente…


    —¿Cuál es tu plan entonces, reptil inútil?


    —Digamos, loro estúpido, que a Láquesis Shabriri no le queda mucho tiempo de vida… ni tampoco a la adorada hermanita de Noire. Cuando ese piano esté en mi poder, conmigo como su nueva guardiana, la luna negra desaparecerá y el mundo estará sumido en la locura nuevamente… por toda la eternidad —en el rostro de la bruja camaleón se formó una sonrisa enorme, digna de un psicópata. En la rama, Aiko empezó a reír a carcajadas.

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    El día había pasado sin noticias de mayor importancia, Kid había acudido a la aniquilación de algunos de kishin de nivel considerable, había enviado a Liz y Patty a casa, se había reunido con Mabaa en su intento de reubicar a Shabriri pero, como días atrás, fue imposible. Ya era bastante tarde, sólo quedarían algunos alumnos o profesores, se retiró de la Death Room y, al pasar cerca de una de las clases, pudo escuchar a Jacqueline hablando y se detuvo antes de llegar a la puerta, evitando revelar su presencia.

    —¿Has escuchado lo que dicen? —hablaba casi en susurros, pero era audible de todas formas, el silencio en Shibusen era casi sepulcral. Nadie respondió y ella siguió hablando —. Hiroshi y Kasumi, algo ha pasado… ya sabes.


    —¿Alguien se lo ha dicho a Kid? —preguntó, el joven Shinigami reconoció la voz de Kim.


    —Es sólo un rumor, Kim… la verdad, dudo mucho que sea cierto, quiero creer que Kasumi no es capaz de algo como eso —Jacqueline hacía un esfuerzo por convencerse a sí misma, su meister soltó una leve risa.


    —¿De tirarse a otro chico en las narices de Death the Kid? —la muchacha suspiró —. Realmente parece algo impropio de ella, debo admitirlo, pero también es demasiado impredecible por lo que sé. Además, el chico ya había sido su técnico y al parecer sentía algo por ella… —la joven bruja dejó de hablar, suspiró y su compañera también. Death the Kid continuó su camino, al pasar frente a la puerta ambas muchachas lo saludaron, pero pudo notar el nerviosismo en ellas. Algo extraño ocurría, eso era evidente, pero no deseaba enterarse de cómo estaban las cosas realmente, no de momento; en el fondo, sabía que aquella posibilidad era alta.
    Pudo notar que el sol empezaba a ponerse, adormilado para pronto dar paso a la luna negra. Kasumi permanecía en una de las azoteas, pudo sentir su alma, la había sentido allí durante gran parte del día y, aunque horas antes había pensado en ir a verla, ahora no le apetecía en lo absoluto. Iría a casa, a tratar de olvidar las ideas absurdas que había escuchado.
    En la azotea, el Demonio de Rubí tenía sus dedos convertidos en cuchillas, y deslizaba el filo en los ladrillos, produciendo un ruido bastante irritante. Pensaba en Hiroshi y aquello le producía una rabia terrible, asquerosa, había caído en el ridículo juego, luego de tantos años. Su maldita alma fragmentada tenía la culpa, ese asqueroso lado súcubo. Entonces pensó en Kid, llevaba por lo menos una semana evitándolo, y la rabia asquerosa pasó a ser asco hacia sí misma, las lágrimas brotaron como cascadas y de sus dedos convertidos en cuchillas, se desprendió una oscura onda que provocó una gran fisura en la pared de ladrillos.

    —Soy una maldita basura —se dijo a sí misma, entre sollozos. Pasó la noche allí, llorando, pensando en Kid y en Akari, y en todo lo que había perdido por esa maldita alma que tenía.


    __________________________________________________________

    Fin del capítulo veintidós.
     
    Última edición: 20 Febrero 2017
  16.  
    Yoysmarie

    Yoysmarie Iniciado

    Capricornio
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    Tanto he esperado que creo que me salio barba jajaajaja
    Te quedo genial, vamos que enredo se han hecho solitos, veamos cual será la reacción de Kid; sinceramente no creo que sea nada buena jajaja
    Espero que puedas seguir actualizando más seguido
    Nos leemos
    Besos y abrazos
     
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  17. Threadmarks: Capítulo 23: Seventh.
     
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Es una lástima que no haya sido capaz de continuar este fic como me lo planeaba, pero de vez en cuando me da por retomarlo. Debido a mi tardanza, voy perdiendo los pocos lectores que tenía, pero bueno, con algo de suerte esos lectores volverán algún día y verán las actualizaciones, o vendrán nuevos. No sé.
    Amo esta historia, creo que la amaré por mucho tiempo.
    Quienes por algún tipo de milagro divino hayan leído la primer versión: sí, cambié la historia de las Legendre para intentar darle algo más de sentido.

    En fin, dejo el capítulo. Es bastante corto, me disculpo por ello. Aunque ya saben, el tamaño no importa, sino cómo la uses. Ok ya.
    Si alguien llega a leerlo, espero que lo disfrute.


    _____________________________________________________

    Capítulo veintitrés: Seventh.





    La chica guadaña continuaba evitando a Kid lo más que le era posible, su mente se tornaba confusa, revuelta y lo que había pasado con Hiroshi se repetía una y otra vez en su cabeza, la calidez de sus cuerpos unidos, la locura que ambos desprendían, de golpe el recuerdo de la resonancia se interponía también.
    Kid empezaba a perder la paciencia, Shabriri permanecía oculta, al igual que Aiko y Noire. No había pista de ninguna. Y los rumores corrían ya, que al Dios de La Muerte le habían puesto los cuernos. Traer a Shimizu fue la peor idea que pudo tener, no sólo porque lo que, ahora casi no dudaba, había pasado entre ambos, sino porque las almas de ambos emanaban una ridícula cantidad de locura y ahora, como un Shinigami completo, no era sólo el fragmento ordenado... llevaba un fragmento de locura genuina consigo y estaba liberando ondas también, producto de los sentimientos tan humanos que sentía, y el joven Shinigami no lo notaba.

    El alma de Kasumi se encontraba inestable una vez más, cerca de una posible fragmentación, tres ondas de locura la afectaban, la propia, la de su técnico y una tercera, la de Death the Kid.
    La muchacha estaba en su apartamento, recostada en el sofá, con la mirada perdida en algún punto lejano, su oscuro cabello caía por el borde del sofá hasta el suelo. En la mesa de la cocina permanecía la figura del kitsune que Hiroshi había traído días atrás, de repente su superficie se llenó de grietas.
    Ahora también la muerte de Akari se repetía en su cabeza, causando que lágrimas se acumularan lentamente en sus ojos hasta resbalar por sus mejillas. Una idea pasó fugazmente por su cabeza: si tuviese el poder de una Death Scythe acabaría con Noire de un golpe, lo mismo con Shabriri. Acabaría con ellas como había muerto Akari.

    La locura la cegó entonces, Kasumi Saitō fue absorbida por uno de sus más profundos deseos: la venganza. Y sabía en lo profundo de su alma, que sólo una persona sería capaz convertirla en una Death Scythe: Hiroshi Shimizu. Partió de su apartamento sin más que lo que llevaba encima, casi completamente vestida de negro, con unos pantalones ajustados, una blusa sencilla sin mangas y sus botas, excepto por la chaqueta de Spartoi que tomó como acto reflejo y se la puso mientras salía de su apartamento, camino al de su técnico. Fue esa decisión la que cambió el juego nuevamente, el alma de la Saitō menor se fragmentó una vez más de forma silenciosa e indolora, una parte de su alma nuevamente había copiado a otra; ahora poseía habilidades de ilusionista, ese nuevo fragmento de inmediato se camufló con su fragmento de arma, pasando desapercibido.
    Pronto estuvo en el edificio y se dirigió hasta la puerta correspondiente, tocó algo fuerte.


    —¿Qué necesitas, Saitō? —escuchó la voz de su técnico al otro lado. Se negaba a abrir.


    —Abre la maldita puerta, Hiroshi —un suspiro de hartazgo fue audible, el joven abrió la puerta de mala gana y la miró a los ojos, esperando a que hablase. La joven por un momento quedó perdida en aquellos ojos esmeralda, pero intentó disimularlo —. Nos vamos.


    —¿De qué mierda hablas? —al chico se le escapó una risa burlona —. Además, ¿por qué iría contigo?


    —¿Por qué? —ahora quien dejó salir una risa fue ella, lo tomó por el cuello de la camisa y empujándolo dentro del apartamento se acercó peligrosamente a él, hasta que sus respiraciones chocaron —. No creo que quieras tener que lidiar con Shinigami-sama, ¿o sí?


    El castaño notó que la chica no estaba siendo manejada por su lado súcubo, sus ojos eran más bien opacos... distinguió en ellos la locura, el desapego y el resentimiento, y no sabía sí era más peligrosa así. Tomó el rostro de su arma entre sus manos y le estampó un beso posesivo en los labios. Sintió el frío del metal rozar su garganta, los dedos de la muchacha convertidos en cuchillas estaban apoyados en su cuello.

    —No ahora, Shimizu —murmuró de forma casi inaudible. El joven se negó a separarse del todo, sus respiraciones continuaban fusionándose.


    —Dime qué es la estupidez que estás planeando ahora —las ondas de locura lo afectaban también, se estaba esforzando por controlarse.


    —A este paso, si volvemos a enfrentar a Noire, moriremos —explicó apartándose de él, dándole la espalda. Una sonrisa macabra se formó en sus labios —. Vas a convertirme en una Death Scythe... e iremos por ella nosotros mismos, luego iremos con ese pavo real asqueroso y por el piano.


    —¿Y cómo pretendes dar con ella siquiera? Ni siquiera Maka ha podido encontrarla, ni la reina de las brujas, ni nadie —añadió el muchacho, su compañera se encogió de hombros.


    —Para eso estás tú, ¿no? —volteó a verlo muy seria y el técnico no comprendió —. Tu percepción es más fuerte que la de Maka, no creas que no lo sé.


    —Incluso así es difícil, Kasumi, Maka tiene las redes de Archne, es capaz de percibir cualquier alma en el mundo.


    —Si logramos tener acceso al piano… podríamos utilizarlo de la misma forma que las redes de Archne, pero para eso tenemos primero que encontrar a Shabriri y en todo caso… tener el poder para matarla. El punto es el mismo, es necesario el poder de una Death Scythe.

    —No —esa respuesta la tomó por sorpresa y su idea pareció perder fuerza. Algo de sensatez permanecía en el joven castaño, además sabía que aquello pondría en riesgo la vida de la joven y aún mantenía una promesa… e Inoue parecía ser una entidad bastante violenta como para tocarle los huevos con las decisiones de Kasumi.

    —¿Cómo que no, Shimizu?


    —Kasumi, no voy a seguir tus malditos caprichos. Vamos a hacer las cosas conforme lo ordene Death the Kid y se acabó.


    —¡Te importa una mierda lo que ordene Kid! —casi gritó la joven guadaña, su técnico no le hizo el mayor caso.


    —Posiblemente, pero lo que no me importa una mierda es la promesa que le hice a tu compañera muerta —se sintió mal por decirlo, pues cuando miró a la chica las lágrimas resbalaban despacio por sus mejillas —. Kasumi, si mueres o algo te pasa… ese kitsune nunca me lo va a perdonar y me lo recordará cada maldito día de mi vida. No puedo correr ese riesgo, mucho menos ahora. Kasumi, ya te perdí varias veces, no quiero repetir la experiencia nuevamente en un futuro cercano.


    —Si no muero por intentarlo, Shabriri me matará. Da igual —se enjuagó las lágrimas con las palmas de las manos y desvió la mirada, la longitud de onda de su alma se tornaba densa, la tristeza la estaba consumiendo desde hace tiempo, Kid, Maka y Hiroshi lo sentían más que cualquiera.


    —¡Maldita sea, entiende que no dejaré que vayas como una estúpida a poner en riesgo tu vida de esa forma! ¡Ya ni siquiera se forman Death Scythes!

    —¡No dejaré que Noire Moon siga asesinando personas, ya tuve bastante de eso! —la muchacha estaba realmente convencida de que aquello era necesario y él comenzaba a enfurecerse.


    —¡Estoy harto de escuchar de los demás, piensa en ti y por ti por una vez en la vida! —el muchacho le tomó el rostro con ambas manos, para mirarla a los ojos —¿Qué demonios es lo que quieres realmente? ¿Proteger a los demás, vengarte por Inoue, vengarte por la vida de mierda que has llevado? Sea cual sea el motivo, te ayudaré pero no iré a poner en riesgo tu vida. Saitō, te amo, joder, no quiero que te mueras como una completa estúpida.
    El corazón de la muchacha dio un vuelco al escuchar esas palabras, masculló varias maldiciones e incapaz de lidiar con aquella declaración, salió a toda prisa del apartamento de su compañero, pálida como un papel. Terminó bajo la sombra del árbol de cerezo, llorando de forma silenciosa.

    .
    .
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    En la Death Room, Death the Kid mantenía una conversación con Spirit Albarn, tratando de recopilar más información al ser incapaz de ubicar a Shabriri.

    —¿Mi padre te habló de las Legendre, Spirit? —preguntó el joven Shinigami con cierta nostalgia el mencionar a su padre. El Death Scythe pareció algo confundido —. No encontré mucha información sobre ellas, además de que eran un linaje casi extinto y de Juno apenas es que está escrito su nombre, pero eso lo sabía desde que Noire estuvo bajo la protección de Shibusen. Es como si las hubiesen borrado del mapa.

    —No era común que Shinigami-sama hablase del tema, realmente, creo que su mayor apogeo fue en la época de Shinigamis anteriores a tu padre, previo a Shibusen y al propio Asura, previo incluso a los Grandes Antiguos en sí —respondió algo pensativo —. Creo que la más joven era Juno y fue la única que sobrevivió hasta la época de tu padre. La verdad… no parecía muy cómodo al mencionarla directamente, era de las pocas veces en que parecía incómodo con algo, cuando llegó la pequeña, quiero decir, Noire Moon, pareció acostumbrarse a su mención.

    —¿Qué sabes de sus hermanas? —preguntó el joven Señor de La Muerte, sin omitir ese detalle mencionando por el Death Scythe pero dejándolo de lado un momento. Notó que Spirit se encogió de hombros antes de continuar hablando.

    —Eran siete, como ya dije, creo que la más joven era Juno. No se sabe si su apellido proviene de algún ancestro o se lo otorgaron ellas mismas cambiando el original, lo único claro es que eran fáciles de distinguir, como ya sabes todas heredaron la densa cabellera negra y esos inconfundibles ojos rubí. Algo de cierto hay en las creencias, debo admitirlo, Shinigami-sama… Kid, Juno era la séptima hija de una séptima hija proveniente de un linaje poderoso, la séptima y su poder era colosal. El séptimo hijo, incluso si es hijo de humanos sin habilidades mágicas ni nada parecido, tiene una alta posibilidad de nacer con ellas. Cuando es un varón, dicen que nace siendo un hombre lobo… si es una mujer, nacerá bruja. Juno no tenía pérdida, hubiera sido bruja de todas formas, pero esa suerte del destino parecía haberle otorgado poderes superiores a los de sus hermanas o incluso a los de su madre, superiores y completamente diferentes. Ya sabes esa parte de la historia, porque Noire heredó esa naturaleza. Las otras seis hermanas poseían una magia completamente destructiva, causaron estragos antes, durante y después de los tiempos sombríos. Eran hijas de íncubos en su mayoría… hay rumores de que una de ellas, la mayor, Junko Legendre, era hija de un Shinigami muy antiguo pero no como tú, no era un fragmento. Realmente la había engendrado y el resultado fue desastroso, era más poderosa que sus cinco hermanas más jóvenes y como buena ilusionista había imitado el alma de su padre desde el momento en que nació. Junko fue lo que comenzaron a llamar… un falso Shinigami.

    —¿Cómo Kasumi?

    —Sí, de una forma muy similar. Pocas brujas camaleón son capaces de emular de forma tan precisa el alma de los dioses de la muerte. Junko lo hizo sin problema porque, supuestamente, era hija de uno, la madre de estas siete brujas lo hizo aunque con menos precisión debido a esa relación con el Shinigami. Kid, imagino que tu padre te lo dijo, de las relaciones entre brujas y Shinigamis, o en su defecto, almas fragmentadas y Shinigamis pueden nacer dioses demonio como Asura.

    —¿Y Juno? — preguntó Kid entonces, parecía darle vueltas a la información que acababa de recibir y a la vez recordaba que quien le había informado del resultado de esas uniones había sido Aiko, no su padre.

    —Creí que lo habrías entendido ya, pues sabes que Kasumi, a pesar de no ser ilusionista, fragmentó su alma emulando la tuya —comentó Spirit para luego hablar con cierta cautela —. Creo que tu padre alguna vez amó profundamente a Juno Legendre… y ella lo amó a él, tanto, que copió su alma.

    No haber sido capaz de notar aquello sorprendió a Kid, en su expresión se notaba pues parecía haber recibido una patada en el estómago.



    _____________________________________________________

    Fin del capítulo veintitrés.
     
    Última edición: 18 Julio 2017
  18. Threadmarks: Capítulo 24: Generosidad vestida de traición.
     
    Zireael

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    Bueno, vengo con otra actualización que nadie leerá. :v
    Al menos el capítulo es más extenso que el anterior.


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    Capítulo veinticuatro: Generosidad vestida de traición.





    Hiroshi siempre había sido un estúpido pero ahora había cruzado todos los límites con esa maldita confesión infantil en un momento como ese. Había hecho que su plan perdiera fuerza y que tuviera la necesidad de huir como una idiota.
    Había oscurecido, luego de su desesperada huida la muchacha realmente no quería volver a casa, caminó por la ya dormida ciudad hasta que llegó, como en otras oportunidades, al árbol de cerezo. Volvió a sentarse a su sombra, apoyada en el tronco, como había hecho años atrás antes de irse de Death City.

    —Veo que sigues viniendo aquí cuando se te antoja huir de cualquier cosa.
    La muchacha reconoció aquella voz de inmediato, a pesar de haberlo estando evitando por días. Su corazón pareció detenerse y quiso salir huyendo de allí también, pero la verdad es que ya estaba harta de toda esa mierda, permaneció donde estaba, se limitó a bajar la mirada haciendo que el cabello cayera sobre su rostro.


    —Hola, Kid —murmuró casi para sí misma.


    —¿Piensas irte pronto o algo por el estilo? —la atajó él. La conocía con ridícula precisión, después de todo habían pasado años juntos. Notó como la joven guadaña negaba con la cabeza.


    —Solo no quería volver a casa —seguía negándose a mirarlo.


    —Estabas con Hiroshi, ¿no?


    —Sí, tuve una idea estúpida y quise comentársela —admitió, no tenía caso ocultar eso pues era la verdad. Esperó que realmente no le preguntara sobre los rumores en aquel momento, no fue así, pero abordó el tema con más tacto del que esperaba.


    —Lamento haberle pedido que viniera sin consultarlo primero contigo —confesó el joven, mientras se sentaba junto a ella, fue entonces que la chica se atrevió a mirarlo, pero él mantenía la vista al frente. A pesar de la rabia que había sentido días atrás, hasta el punto de emanar locura en su onda de alma, ahora realmente no le apetecía discutir —. Debí respetar las razones que tuvieras para no querer que permaneciera contigo, a pesar de la resonancia que son capaces de lograr, después de todo… sin el poder de una Death Scythe es poco probable que puedan acabar por sí mismos con Noire Moon. Si era necesario que tuvieras un compañero, incluso Maka podría haber sido tu técnico en caso de emergencia, yo mismo podría haberlo hecho… aunque sabes que prefiero otro tipo de armas, o simplemente conseguirte a un técnico diferente.


    —No quería que muriera, eso es todo. Tampoco quería hacerle daño a nadie, pero principalmente no quería que muriera —añadió ella, suspiró con pesadez, volviendo a mirar al frente —. Sabes que puedo por mi cuenta, no quisiera que Maka tuviese que ser mi técnico ni en caso de emergencia, para eso tiene a Soul, tú tienes a Liz y a Patty, y sabes que no quiero un nuevo compañero.


    —Era mi única opción viable, tu alma se niega a adaptarse a otros y lo sabes, además era el único con el nivel suficiente para pertenecer a Spartoi.


    —¿Pertenece a Spartoi?


    —¿No te lo dijo? Sé que sigue sin usar el uniforme, pero imaginé que te lo diría. Lo promoví y acepté en Spartoi porque sé que es un técnico excelente, sobre todo si se trata de ti… —explicó él, suspirando con cierto hartazgo —. Siempre fue muy hábil para su edad, pero también algo imprudente en su forma de actuar.


    —Kid —lo llamó ella, el muchacho al fin la miró, sus miradas chocaron —. Entiendo si prefieres no volver a verme, ¿sabes? Entiendo si me odias, si lo odias a él o lo que sea. Si me preguntas, no estoy orgullosa de lo que hice y sé que eso no lo arregla, pero lo menos que mereces es escucharlo —se explicó evadiendo los ojos ámbar del muchacho.


    —No te odio —lo escuchó murmurar, aunque a ella no le pareció muy convencido —. Te dije que era un riesgo que debía tomar… sabía lo que podía pasar.


    —Él… él actuó completamente diferente, Kid, Hiroshi es un estúpido, demasiado amable y quizás excesivamente cariñoso. Era como si fuese una persona completamente diferente y cuando llegué tenía una pinta fatal.


    —¿Por qué fuiste, Kasumi? —no necesitaba tantos detalles, sentía que se le atoraban en la garganta.


    —Encontré su violín en el libro y quise saber si de verdad había sido un guardián, además… como dijiste que sobrevivió a la separación pensé que quizás podría hacerle algunas preguntas —respondió ella sin muchas vueltas —. Quería saber si romper el vínculo era doloroso.


    —Imagino que respondió a tus preguntas —añadió con cierto desdén el joven, notó que la chica asentía.
    Kasumi recordó el encuentro desastroso con su técnico hace un rato, recordó sus palabras, dijo que la kitsune no lo perdonaría si dejaba que muriese y que se lo recordaría toda la vida, en ese momento fue como si una bombilla se encendiese en su mente.

    —Kid… Hiroshi está siendo visitado por Akari —dijo casi en un susurro, él la volteó a ver incrédulo, ella no debería de haber deducido tal cosa aún. La muchacha se levantó de golpe y haciendo gestos con las manos habló atropelladamente —. Él tiene está maldita habilidad de poder comunicarse con entidades, con almas que los Shinigami no lograron recuperar, tienden a buscarlo para completar cosas que dejaron a la hora de su muerte.


    —Te seré sincero —la interrumpió el dios de la muerte, tenía los brazos apoyados en las rodillas y levantó la mirada hacia la muchacha. La joven paró en seco hipnotizada por los ojos dorados del chico, en ese momento un nudo se formó en su garganta, deseaba llorar porque amaba al Shinigami y había cometido un error terrible. El muchacho notó que la chica estaba al borde del llanto —. No llores. Necesito que escuches. No fui yo quien contactó con Hiroshi, sí fui quien le pidió que viniese pero él fue el primero en contactarme… dijo que un kitsune lo estaba visitando, que parecía querer darle un mensaje sobre ti. Supe que era Akari, la describió como una entidad amable aunque no demostraba realmente ningún sentimiento concreto.


    —Está enojada, eso de seguro. Por eso él lleva esa pinta horrible desde hace días —la muchacha había logrado deshacer el nudo de su garganta por un momento, pero la expresión de estar cerca al llanto no desapareció de su rostro.


    —Si lo que dices es cierto, entonces como temí, el alma de Akari se contaminó con la locura de Noire Moon. Estaba débil… su alma absorbió con facilidad esa energía y la conservó, ahora la está desatando con él, al creer que no será capaz de llevar a cabo la tarea que le encomendó. Lo amenaza.


    —Ella no haría eso.


    —Influenciada por la locura, sí. Lo preocupante es que está infectando a Hiroshi y él te infecta a ti —suspiró cansado, aquello era peor de lo planeado —. No debí pedirle que viniera.


    —¿Por qué lo hiciste?


    —Ella quería que tuvieras un compañero, alguien en quien pudieras confiar que pudiese velar por ti… cuando me lo dijo supe que él era el único candidato. Se negó, ¿sabes? No quería, porque fuiste tú quien lo apartó por buenos motivos pero al final algo hizo que tomara la decisión de hacerlo, una especie de instinto protector repentino. El problema es que en ese momento la manifestación de Akari no era agresiva y ella no sabía el tipo de resonancia que ustedes eran capaces de alcanzar —el joven Shinigami parecía decepcionado de sí mismo por las decisiones que había tomado. Kasumi lo observaba y entonces fue cuando ella se sintió decepcionada de sí misma, se acercó y antes de permitir que reaccionara estaba arrodillada en el suelo, apoyada en su regazo, envolviéndolo en un abrazo. El nudo en su garganta volvió a formarse y a deshacerse pero esta vez en forma de llanto.

    El dios de la muerte estuvo a punto de apartarla, no se sentía en condiciones de estar tan cerca de ella teniendo en cuenta lo que había pasado pero notó que lloraba en silencio, era el abrazo más inocente y desinteresado que le daba en mucho tiempo, a pesar de lo unidos que estaban sus cuerpos. Una oleada de afecto por la chica surgió en él, tan repentina e inoportuna que sintió las lágrimas arder tras sus ojos.

    —Gracias a ella te tengo aquí —la escuchó murmurar, luego la chica guadaña colocó sus manos en sus mejillas y lo miró directo a los ojos, las lágrimas escurrían por su rostro acentuando sus ojeras y causando que el cabello se adhiriera a sus mejillas —. Fui una estúpida, lo fui porque hice que su sacrificio fuese en vano. Perdóname, por lo que más quieras, perdóname y que Akari me perdone también, porque lancé su vida por la cañería —un sollozo brotó de su boca poco después de que le hubiese estampado un beso en la frente.

    Aquel acto pareció dejar en trance al muchacho, de repente había pensado en su padre, en lo que había dado por proteger a esa chica que podía resultar un arma letal. ¿Qué derecho tenía él para despreciar lo que parecía una disculpa genuina en nombre de la que se había sacrificado para mantenerlo con vida? ¿Quién era él para deshacer el trabajo que había hecho su padre destrozando lo que quedaba del vínculo entre ambos? Había muchas cosas que solucionar, ni siquiera sabía si tenían arreglo pero se sentía dispuesto a tomar el riesgo, incluso si luego todo le explotaba en la cara.

    Ahora fue él quien le dio un beso en la frente para luego dejar que lo envolviese de nuevo en ese abrazo que le resultaba de repente tan cálido en medio de la helada noche. Pensó en cómo años atrás había querido protegerlo de Aiko y en cómo ahora parecía querer protegerlo de la brisa fría. Sintió como la muchacha lo apretaba suavemente contra su pecho al tiempo que apoyaba el mentón en su cabeza. No sabía bien qué decirle, pero de repente sentía más que nunca la ausencia de su padre y fue consciente nuevamente de los sentimientos exageradamente humanos que poseía, lo extrañaba.

    —Extraño a mi padre —confesó. Aquello tomó a Kasumi por sorpresa, pero más que la confesión la sorprendió notar la calidez de las lágrimas humedeciendo su blusa. Nunca lo había visto llorar, de todas las reacciones humanas que tenía aquella era una de la que creyó que carecía, pero no. Habían pasado los años, y como ella, él todavía extrañaba a quienes ya no volverían.

    .

    .

    .
    El técnico de guadaña permanecía en su apartamento, ya pasada la noche no se atrevía a pegar ojo, temía que aquella kitsune le hiciera otra de sus visitas violentas. Usó su percepción de almas, ubicó con ridícula facilidad las almas de las personas que conocía, Maka, Soul, Black Star, Tsubaki, Blair, Spirit, Stein, Marie e incluso su hijo, a las hermanas Thompson y entonces dio de golpe con las almas de Death the Kid y Kasumi, fue como si le patearan el estómago, contrario a estar alterados o irritados, parecían equilibrar sus resonancias, envueltos por una capa de tristeza y algo que no podía identificar muy bien, ¿arrepentimiento?

    Era un completo idiota, tanto él como la chica de su violín. Death the Kid era demasiado humano, sí, pero también tenía un sentido de la justicia y la redención parecido al del anterior dios de la muerte. Quién sabe si la perdonaría de verdad, pero era obvio que como mínimo iba darle el beneficio de la duda.
    Había sido el peor error de su vida tomar la decisión de regresar. Estaba enfurecido, esa era la verdad, tenía que dejar de ser tan iluso.

    El joven castaño no logró dormir, entre recuerdos y su creciente enojo. A la mañana siguiente tomó una ducha que logró despertarlo un poco del agotamiento que comenzaba a sentir e hizo lo que no había hecho desde su regreso a Death City, se colocó el uniforme de Spartoi.

    .

    .

    .
    Kasumi caminaba por los bosques que rodeaban Death City, el sol rayaba con fuerza. Estaba en los alrededores de la tumba de su madre, lo sabía.

    —Saitō —la llamó. La muchacha detuvo su andar, no volteó a verlo.


    —Algunas personas dirían que me estás acosando, Shimizu —dijo en voz baja. Aquello hizo que al joven se le escapara una risa áspera. Ella le dirigió la mirada entonces, tenía peor aspecto que antes, las ojeras eran más notorias, sus ojos parecían opacos y su cabello estaba más largo y desordenado que el primer día que lo había visto de regreso, se acaba de colocar un cigarrillo entre los labios y acercaba el encendedor, eso fue lo que sorprendió más a la joven —. ¿Y desde cuándo fumas, idiota?


    —Tampoco es que importe —respondió antes de dar una calada, para luego guardarse el encendedor en el bolsillo de los jeans.


    —Veo que te atreviste a ponerte el uniforme que no me dijiste que tenías —soltó ella con cierto resentimiento, cruzando los brazos frente a su pecho.


    —Veo que te atreviste a darle la cara a tu chico Shinigami luego de pasar por todo mi apartamento —lo dijo con tal desdén que realmente creyó que ella se echaría a llorar de rabia pero no fue así.


    —¿Qué planeas ahora?


    —¿No lo ves, Saitō? Hoy he decidido convertirme en un traidor —dio otra calada al cigarrillo, exhaló el humo casi en el rostro de la joven guadaña e hizo una reverencia exagerada —. Te convertiré en una Death Scythe ignorando la tregua estipulada con las brujas.


    —Deja de hacer el ridículo —estaba cansada de él, primero decía una cosa luego otra y ahora actuaba como una persona completamente diferente.


    —Hablo muy en serio —el técnico se incorporó, exhaló nuevamente el humo antes de continuar —. Teniendo en cuenta lo que eres, es casi como si no rompiéramos ninguna regla porque estableces las propias, falso Shinigami.

    La mirada del antiguo guardián delataba que estaba rozando la locura, aquello no tranquilizaba a la joven, sabía que la kitsune podría estar involucrada. Además, no sabía realmente qué podría resultar de todo eso.
    Hiroshi Shimizu se había hartado, sin necesidad de una visita de Inoue, iba a acabar con aquel asunto lo más rápido posible. Iba mantener su promesa de proteger a la copia de Shinigami para que esa maldita Doncella Zorro dejara de mortificarlo, pero también planeaba deshacerse de todos esos problemas para poder largarse y olvidar por fin a la Saitō menor, porque estaba completamente seguro de que nunca habría espacio para él en su pequeño mundo reducido al dios de la muerte, su compañera fallecida y su necesidad de venganza. Crearía la última Death Scythe y realmente no le importaba morir en el proceso.

    —Tendremos que irnos —añadió ella, notó que el joven negó con la cabeza y lo miró extrañada.


    —Podemos recuperar los huevos de kishin faltantes sin dejar Death City —explicó el joven —. La pregunta es, ¿cuál es el alma que deseas para convertirte en una guadaña mortal? —sabía la respuesta, no dudaba el nombre que saldría de los labios de su compañera.


    —Noire Moon Saitō —lo dijo sin pizca de duda mientras le arrebataba el cigarrillo al muchacho y le daba ella una calada, para luego tirar la colilla y aplastarla. Estaba decidida a matar a su hermana, incluso cuando dijo que primero necesitaba el piano. Había alterado el orden de su plan pero su determinación no se vio disminuida. Necesitaba el poder de la magia del Loto Mortal para acabar con Láquesis Shabriri y lo sabía, quizás necesitaría ese poder para conservar la cordura de su técnico.


    —Te espero en mi apartamento mañana en la tarde —la mirada iracunda que le dedicó la joven le hizo saber que lo había mal interpretado, bufó molesto —. Necesito conseguir cierta información, quizás tenga que acudir a Maka o directamente con el chico Shinigami, no sabré nada concreto hasta mañana. Para tu tranquilidad te diré lo siguiente, no volveré a ponerte una mano encima, excepto en tu forma de arma —lo último lo dijo de forma casi inaudible.

    El técnico caminó de regreso a la ciudad y su arma continuó caminando por los bosques, pensando en que, de alguna forma, incluso si no volvía a cometer el mismo error, cuando tuviesen que ir en busca de Noire, estaría traicionando a Kid y haciendo que el sacrificio de Akari fuese en vano de nuevo.

    Era un día verdaderamente caluroso, Hiroshi caminó hacia el apartamento de Soul y Maka con la sensación de que el cabello se le pegaba al cráneo. Tocó la puerta, quien abrió fue Blair que le dedicó una alegre sonrisa que correspondió como le fue posible.

    —¡Pasa pasa, Hiroshi-kun! —lo invitó la gata mágica, iba tan provocativa como siempre —. Si buscas a Maka-chan está en la cocina —le indicó mientras salía y cerraba la puerta tras de sí, probablemente fuese al cabaret. El castaño se dirigió a la cocina, la muchacha estaba de espaldas preparando el almuerzo.


    —Huele bien lo que preparas —comentó haciendo notar su presencia, la muchacha pareció sobresaltarse al oírlo y cuando se volteó para mirarlo se quedó muda unos segundos, tenía mal aspecto y aquello le preocupó. El joven no lo pasó por alto pero no hizo ningún comentario.


    —Puedes quedarte y comer con nosotros si gustas —dijo al fin, dedicándole una sonrisa tal y como había hecho Blair —. Soul llegará en un rato.


    —Me gustaría. Gracias —supo que la chica estaba resonando su alma con la suya, se sintió más tranquilo… las ondas anti-demoníacas estaban haciendo su efecto, poco a poco volvía a ser el mismo. Le agradecía no solo por la comida sino por la resonancia, realmente era una técnico muy hábil, como su madre.


    —¿Cómo van las cosas con Kasumi? —preguntó ella tanteando el terreno, en el fondo estaba realmente molesta por aquello, no creía que Hiroshi fuera ese tipo de hombres y además Kid no era sólo el dios de la muerte, era su amigo. El muchacho chasqueó la lengua molesto, aquello le hizo algo de gracia a Maka, el tiempo la había hecho madurar incluso con ese tema y por el aspecto que tenía el técnico sabía que tampoco la estaba pasando especialmente bien —. Kid está molesto…


    —Sí, bueno, no es el único —dijo de mala gana.


    —Veo que llevas el uniforme de Spartoi —comentó la rubia dejando el tema de lado, era un asunto que debían solucionar ellos tres. El comentario pareció tomar al chico por sorpresa.


    —Ah, sí… —estaba distraído, aquello le había recordado la conversación con su arma —. Él me promovió en cuanto regresé —explicó refiriéndose al joven Shinigami.


    —¿Y por qué no lo usabas?


    —No creí que realmente mereciera formar parte de la élite —dijo encogiéndose de hombros. Notó que la muchacha colocó a fuego bajo lo que estaba cocinando, una especie de estofado, para luego empezar a preparar algo de té.


    —Con tu percepción de almas y demás habilidades, si hubieras permanecido en Shibusen, incluso como técnico de alguien más, el propio Shinigami-sama te habría promovido —esta vez Hiroshi se mantuvo en silencio, la chica esperó a que el té estuviese listo y lo llevó a la mesa junto con dos tazas, él la siguió y al ver que se sentó, lo hizo él también —. Y bien, ¿me dirás a qué viniste?


    —Noire Moon Saitō —ahora fue él quien dijo ese nombre sin la menor duda, Maka suspiró mientras servía el té en las tazas y le alargaba una a él, quien le agradeció.


    —¿Qué quieres saber de ella que no sepas ya?


    —Realmente no sé nada de ella, además de que es hermana de Kasumi y que su alma está fragmentada en dos partes.


    —Su longitud de onda es colosal, ya la sentiste en Tikal… pero es capaz de ocultarla incluso de mi percepción y la del propio Kid —dijo ella mirándolo a los ojos —. Soul Protect, uno de los mejores a decir verdad, pero también algo más… se camufla, emula la longitud de alma de otras personas con facilidad, cubre su magia y cubre su propia alma. Por eso es tan difícil encontrarla, sólo he podido dar con ella en dos oportunidades en las que camufló su alma con la de Kasumi.


    —¿Y con las redes de Archne? —el joven se acercó la taza de té a los labios, de inmediato sintió el aroma a menta que desprendía, bebió un sorbo y como antes, se sintió profundamente agradecido con la técnico, el sabor de la menta siempre lo había tranquilizado. Notó que ella se encogió de hombros.


    —Son inútiles si no sabes lo que estás buscando. Intenté ubicar su longitud de onda original, intenté buscarla como si fuese Kasumi, intenté pasar por encima de su camuflaje y detectar aunque fuese una leve señal de esa alma enorme que tiene y nada —ahora ella parecía sentirse decepcionada de sí misma, le dio un trago al té y suspiró con pesadez —. ¿Y tu percepción no sería capaz de ubicarla?


    —Mi ratio es bastante limitado, a pesar de la precisión con la que percibo las almas, sus personalidades, emociones y cambios más mínimos por lo general no logro sentir nada más allá de Death City, aunque el Soul Protect ya no las protege como debería de todos los técnicos, no logro detectar una bruja que lo esté usando de no ser que esté en mis narices, conozca su alma con anterioridad o que de plano lo libere estando a mayor distancia.


    —¿Y si resonaras con Soul? Ya sabes, para que puedas usar las redes —dijo ella sin pensarlo demasiado, aquella situación de Noire Moon empezaba a complicarse cada vez más.


    —Es poco probable que logre sincronizarme a su frecuencia, mi alma no es precisamente adaptable y lo sabes, pero más que eso, dudo tener la fuerza para soportar el poder de una Death Scythe que yo no creé —la rubia se sintió estúpida por no haber pensado en eso antes —. Kasumi quería recuperar el piano para usarlo como a las redes…


    —¿Es posible? —preguntó ella, el técnico se encogió de hombros de nuevo.


    —Es su Instrumento, si dice que puede hacerlo, supongo que es así. Kasumi tiene la capacidad de ser un técnico, imagino que en ese caso el piano tomaría el lugar del arma, recibiendo y amplificando su frecuencia, si logro resonar con ella entonces, posiblemente logre usar mi percepción amplificada a través de ella y el piano, pero en realidad es solo una suposición —bebió lo que restaba del té y se sirvió otra taza, esperando por cualquier cosa que tuviese que decir la chica, de repente volvió a sentirse intranquilo y tuvo la terrible sensación de que aquella maldita Doncella Zorro lo acechaba y que estaba por abalanzarse sobre él. Maka había dejado de resonar su alma con la suya.


    —¿Estás bien? —debió ver el miedo pasar por sus ojos o directamente lo había visto en su alma, porque parecía realmente preocupada —. Puedo seguir resonando contigo un rato más si lo necesitas…


    —No —dijo de forma poco convincente —. Estoy bien, de verdad. Gracias, Maka. Una última pregunta… ¿crees poder enseñarle a Kasumi a usar sus ondas anti-demoníacas?


    —Imagino que sí, si ella está de acuerdo —la chica se puso de pie y llevó lo restante del té y su taza al fregadero. Apenas volvió para sentarse de nuevo, Soul entró al apartamento. Hiroshi dio por zanjado el tema, cumpliendo con su palabra se quedó para el almuerzo con ellos, Maka le comentó la idea de que resonara con el castaño a Soul, quien se mostró dispuesto a intentarlo confiando en la fuerza del muchacho, pero este volvió a negarse. Llegada la tarde, el técnico del Demonio de Rubí decidió partir, tenía más cosas que hacer.


    —¿Irás a casa ya? —preguntó Soul, bebía una taza de café negro que acababa de preparar para él y su compañera, ya que Hiroshi había negado la oferta, Maka los escuchaba desde el sofá, leyendo un libro.


    —No. Iré a ver al Shinigami —dudó al decirlo, aquello hizo que la muchacha de ojos jade levantara la vista del libro y lo mirara como preguntándose si iba en serio —. Necesito preguntarle algunas cosas.


    —Suerte con eso —dijeron arma y técnico al unísono.


    —Gracias por recibirme hoy —murmuró casi para sí, hizo una leve reverencia y se dispuso a salir rumbo a Shibusen.

    El sol rayaba con menos fuerza que por la mañana y corría una brisa fresca. Para cuando llegó a Shibusen empezó a pensar más que antes que aquella había sido la idea más estúpida que había podido tener, podía darse vuelta y volver a su apartamento, pero eso retrasaría el largarse de Death City.

    Caminó por los largos pasillos del colegio hasta llegar a la Death Room, quizás el chico Shinigami ni siquiera estuviese y pudiese librarse de eso. Tocó a la puerta y de inmediato supo que no tenía esa suerte, la puerta se abrió. Luego de haber cruzado las puertas Torii vio a Death the Kid hablando con Spirit.

    —Shimizu, ¿en qué puedo ayudarte? —el joven dios de la muerte había detenido su conversación y se había centrado en el técnico. Spirit parecía a punto de salir corriendo de allí, como si temiera que de repente explotase una bomba pues Kid había hablado con evidente desdén.


    —Necesitaba hacerte algunas preguntas, si tienes el tiempo para responderlas —ahora mismo anhelaba la onda anti-demoníaca de Maka, estaba genuinamente alterado y sabía que tenía mucho que ver con la entidad que lo seguía.


    —Imagino que sí —suspiró desganado, era la persona que menos deseaba ver, pero era su deber responder a lo que quisiera preguntarle; dirigió su mirada a Spirit —. Gracias, Spirit, puedes retirarte. ¿Podrías avisarle a Maka que cuando le sea posible me avise si ha logrado hacer algún avance?


    —No ha logrado nada aún —comentó Hiroshi, Kid lo miró con cierta impaciencia —. Estuve con ella hace un rato.


    —Bueno. Supongo que me retiro entonces, nos vemos luego, Shinigami-sama —se despidió Spirit, pronto estuvo fuera de la Death Room y se dirigió al cabaret, donde seguramente vería a Blair.
    Dios de la muerte y técnico de guadaña se observaron en silencio durante casi un minuto, hasta que Hiroshi rompió el silencio de forma directa, como había hecho cuando Maka le preguntó qué quería.

    —Noire Moon Saitō.


    —¿Qué deseas saber sobre ella específicamente?


    —La información que puedas darme —el joven pareció pensar algo un rato antes de continuar —. ¿Es capaz de imitar aunque sea un poco el alma de un Shinigami?


    —No, es completamente incapaz, a pesar de su gran poder no heredó esa habilidad.


    —¿Estás seguro?


    —Sí —soltó con hartazgo —. Estuvo aquí dos años, su alma se fragmentó y aunque imagino que intentó imitar el alma de mi padre o la mía, nunca lo logró. Incluso si hubiese podido hacerlo, no creo que usara esa habilidad para ocultarse, sería demasiado descuidado de su parte.


    —¿Qué tanto conoce el alma de Kasumi? —al mencionar el alma de la muchacha ambos se tensaron.


    —Completamente. Recuerda que la vimos en Tikal, si ya de por sí conocía bastante su alma desde el incidente cerca de la Mansión Gekkou, ahora la conoce mejor y debe ser capaz de emularla casi perfectamente.


    —¿Algún punto débil? —Hiroshi notó que el joven dios de la muerte se encogía de hombros.

    —No realmente, al menos ninguno que nosotros conozcamos, después de todo tiene el alma fragmentada, fue criada por Medusa y tiene sangre negra corriendo por sus venas —Kid vio la sorpresa en los ojos del técnico de guadaña. Al parecer nadie se había dignado a mencionarle ese último detalle —. Sí, Shimizu, no es una Saitō cualquiera, no solo tiene habilidades innatas, también le enseñaron otro par de trucos bastante letales. ¿Algo más que desees?

    El joven de ojos verdes permaneció en silencio por lo que le pareció una eternidad. Fue cuando Kid notó su mal aspecto, a pesar de que luego de haber estado con Maka y Soul se había repuesto un poco. De golpe recordó cuando lo había conocido por primera vez hace seis o siete años, nada lo hacía resaltar realmente y tampoco fue capaz de resonar su alma con otros, se negaba a intentarlo siquiera en muchos casos. Era un muchacho delgado, sin mucho atractivo y mucho menos simetría, era excesivamente callado y hasta algo bajo para su edad, parecía desinteresado por lo que lo rodeaba, aunque podía llegar a ser excesivamente amable con algunas personas.

    Ahora allí estaba, seguía sin tener un rastro de simetría, seguía siendo en muchos casos exageradamente callado, pero era más alto, tenía algo más de músculo y, más importante, tenía la fuerza para aceptar lidiar con una entidad con tal de cumplir su último deseo… aunque tuviera que enfrentarse a uno de los más grandes fantasmas de su pasado, aunque arriesgara su vida. Había sido siempre muy hábil, pero ahora mismo, con ese joven frente a él que parecía al borde de un desmayo notó dos cosas… la fuerte presencia de una entidad agresiva, y que el alma de Hiroshi Shimizu era densa, comprimida, pesada, casi oscura. Era casi una cápsula… y si se deshiciera el recubrimiento, su potencial sería mucho mayor, su percepción de almas quizás sería capaz de pasar a través del Soul Protect y las ilusiones de Noire Moon. Poseía un alma fuerte, enorme en comparación a muchos otros anteriores a su generación, pero estaba limitada, posiblemente, por él mismo.

    —Akari Inoue —soltó Hiroshi al fin. Los pensamientos de Kid se interrumpieron de golpe al escuchar ese nombre y a pesar de que deseaba acabar con esa entrevista pronto, suspiró con pesadez y se preparó para una larga charla, con la que ahora planeaba llegar al fondo de esa alma con actitud de agujero negro que tenía el anterior guardián.


    ____________________________________________

    Fin del capítulo veinticuatro.
     
    Última edición: 20 Abril 2017
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