Refugio Peligroso

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Cyshara, 22 Mayo 2007.

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  1.  
    Cyshara

    Cyshara Usuario común

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    Re: Refugio Peligroso

    Era evidente a qué se refería, y ella se encogió.

    -¡No! Prefiero que me pegue. No podría soportarlo- ella levantó la voz; sus manos estaban apretadas con fuerza, y él volvió a detenerse. Se encontraba aturdido, furioso.

    -¿Ha perdido el juicio? La noche entera la han estado manoseando. ¿Qué clase de actuación es esta? Todos y cada uno de esos malditos hombres la acariciaron. ¿Me va a excluir a mí? ¿No me va a sonreír si la toco?-

    -¡Basta! Usted quería que yo sonriera- el rostro de Kagome estaba más pálido que antes-No era necesario que me lo recomendara. Estoy acostumbrada a estas cosas. Es lo que siempre me obligaron a hacer y quise complacerlo por que necesito este trabajo. Pero ahora… ya no puedo hacerlo. No volveré a viajar con usted, y tendrá que contratar a otra persona que obedezca sus instrucciones, porque yo no lo haré y…-

    Llena de histeria, levantó la voz, las lágrimas le brotaron y él se sentó con lentitud sin dejar de observarla.

    -Creo que lo mejor es que me explique- le habló con suavidad.

    -No hay nada que explicar. Ya se lo dije- parecía incoherente, más el la veía con fijeza.

    -Creo que me imagino a que se refiere. Acaba de acusarme de utilizarla para concretar negocios, a menos que me equivoque. Permítame decirle, señorita Higurashi, que no necesito de ese tipo de ayuda. Nuestros productos son óptimos y se venden por sí solos. Tenemos una enorme lista de espera. La única razón por la que me consagro intensamente a trabajar es por que no soporto desperdiciar mi tiempo con malos negocios, si llega el momento en que necesite una cara bonita para promover mis productos, venderé mis acciones y me retiraré a las montañas-

    -¿Porqué… porqué me trajo?- susurró Kagome -¿Porqué me comentó que era preciso que me presentara bien vestida en París?- su voz se apagó… y el parecía más enfadado que nunca.

    -Le pedí que se presentara bien vestida en París, por que estamos en París- aclaró indignado -¡Sabe muy bien que vino conmigo por que es mi secretaria!-

    -Discúlpeme… interpreté mal sus palabras. Supuse que… Lo lamento- Comenzó de nuevo el desconcierto sumado a su tristeza, mas él parecía inexorable, la dureza de su voz no disminuía.

    -Sus disculpas no sirven de nada. No sólo me ha hecho parecer un estúpido, sino que me ha tomado por un sinvergüenza. Necesito una explicación-

    Kagome no se atrevía a mirarlo. Permaneció de pie, apretándose las manos, sin atreverse tampoco a limpiarse las lágrimas de la cara. Lo había interpretado mal por que aún no estaba libre del pasado.

    -Siéntese, Kagome- la voz de él había perdido un poco de su frialdad, y ella se arrellanó en el taburete del tocador, las piernas le temblaban –¡Ahora, hable!-

    No había forma de desobedecerlo y no se atrevía a ver aquellos ojos ambarinos.

    -Sucedió cuando estuve casada. Sé que usted… piensa que soy madre soltera, pero estaba casada cuando… Bancotsu tenía un negocio casia punto de quebrar; siempre debía dinero, mas pensaba en grande. Estaba decidido a triunfar pero nunca lo logró. Desde el principio se suponía que yo… iba a convencer a los clientes. Esta ropa… debía… sonreír y sonreír y soportar sus…-

    -¿Por qué diablos nunca se negó?- la interrumpió con furia.

    -Al contrario de usted, el creía en las mujeres seductoras y yo no podía abandonarlo. Le tenía pavor y… y ahí estaba Sango-

    -¿Sango?-

    -Mi hermana. Vivía con nosotros y entonces solo tenía quince años. Eso me obligó en parte a aceptar un matrimonio precipitado. Cuando mis padres murieron, Bancotsu era un hombre maravilloso… y yo creía en él. Pensé que estaba enamorada. Era un hombre generoso… Sango estaba tan joven-

    -Y usted a los veinte años, ya era una persona madura. ¡Cielos! Esta noche usted pensó que yo me proponía a hacer lo mismo, ¿no es verdad?-

    Kagome hizo un gesto afirmativo con la cabeza y bajó la vista, demasiado destrozada para mirarlo.

    -Oh, gracias, Kagome- dijo el con acritud –Me doy cuenta de que me tiene en un pésimo concepto y ha hecho añicos mi amor propio-

    -Lo siento- expresó kagome con cansancio –Estoy bien programada. Todo era muy familiar-

    Ella levantó la vista y, al ver que él la miraba con dureza, de inmediato apartó los ojos.

    -Me siento sucia- él se puso de pie y le entregó la bata de seda que estaba sobre la cama –Ordenaré que le traigan una taza de té- su voz era un suave gruñido de ira.

    Ella estaba demasiado agotada para discutir y cuando salió del cuarto de baño cubierta con la bata, Inuyasha se encontraba aún ahí; la bandeja de té estaba sobre una mesita junto a él.

    -Siéntese y beba su té, sírvame por favor una taza, aunque siento necesidad de beber algo más fuerte-

    Con manos temblorosas sirvió el té. Parecía agotada, vencida; no quedaba signo alguno de su eficiencia como secretaria.

    -¿Cómo es posible que alguien la intimide de esa manera?- preguntó él de improviso –Es una mujer inteligente, competente, hermosa-

    -Aún no me había recuperado de la pérdida de mis padres, y me sentía responsable de la suerte de Sango. Supongo que a Bancotsu le resultó fácil enamorarme. Caí en una trampa y él de inmediato preparó el terreno para su propio beneficio. Los sobresaltos me agobiaban uno tras otro, y estaba aterrada, perpleja, dispuesta a creer en sus palabras-

    -¿Qué ocasionó que lo abandonara?-

    -Fue demasiado lejos- lanzó una risita peculiar.

    -¿Qué hizo?-

    -No me lo pregunte, por favor. Sabe, no comprendo ahora por que no lo maté-

    Por un momento él la observó con fijeza; sus ojos entrecerrados intentaban penetrar su mente; después apartó la vista y su rostro se encendió de ira al observar el vestido azul de seda que ella se había puesto esa noche.

    Antes de que Kagome se percatara de sus intenciones, Inuyasha se puso de pie y; después de acercarse a la prenda, la rompió a la mitad.

    -Si desea que se lo reponga, dígamelo- rechinó los dientes mientras ella lo miraba asombrada; la violenta acción de él la sacó de su trance –Es más, si quiere que le reponga todo su guardarropa, hágamelo saber- torció los labios con ironía al ver la expresión de Kagome-Cuando menos tendrá algo en que pensar además de mis lascivos clientes- caminó de prisa hacia la puerta-Acuéstese, Kagome. Ojalá que su próximo viaje a París sea mejor que éste. Por la mañana nos marcharemos de aquí-

    Salió de la habitación sin despedirse, y ella estaba tan agotada por la tensión que se acostó y cerró los ojos. Por extraño que pareciera, era un descanso que él estuviera enterado. Había visto una satisfacción salvaje en su cara cuando desgarró el vestido y después lo arrojó al cesto de basura. Ella también estaba satisfecha, como si se hubiera librado de aquellas manos que la manoseaban. La venció el sueño, y una cara enfadad con penetrantes ojos ambarinos, estaba en primer plano en su mente.

    Al día siguiente no pudieron salir temprano. Los vuelos habían sido suspendidos por la niebla, y subieron al avión hasta bien entrada la tarde. No obstante que Inuyasha se había preocupado por la comodidad de ella y arregló que se quedaran unas horas extras en el hotel, Kagome era consiente del desagrado de su acompañante. Casi podía escuchar sus pensamientos y se sintió una fracasada, ya que no había olvidado que él le reclamó que lo había puesto en ridículo. Este viaje le había hecho recordar cosas muy dolorosas, y estaba callada y pálida, su cara casi tensa. Eso tampoco le agradó a él.

    Cuando Kagome llegó a su casa ya estaba oscuro. Inuyasha caminó hacia la puerta con la maleta, la puso en el suelo e inclinó la cabeza con cortesía, y ella entró sintiéndose como si la hubieran castigado severamente. Kurumi estaba en la cama y cuando Sango salió de la sala para preguntarle con entusiasmo sobre París, Kagome no le hizo caso y subió por la escalera.

    -¿Cómo te fue?- Sango apareció en la puerta del dormitorio de su hermana y la observó con curiosidad.

    -¡Terrible!- Kagome comenzó a llorar. No le dio mayores explicaciones por que estaba demasiado desquiciada, y en ese momento le comenzó la peor migraña de su vida.



    A la mañana siguiente, el teléfono sonó cerca de las diez, y perturbó a Kagome, quien vagamente se preguntaba si Sango había telefoneado a la oficina, mas estaba demasiado enferma para preocuparse. Sango parecía estar gritando, pero no podía escucharla con claridad desde su habitación en el piso de arriba, y volvió a adormilarse con la voz de su hermana retumbándole los oídos. Sonó el timbre de la puerta y Sango de nuevo comenzó a dar de gritos con indignación.

    Con gran esfuerzo, Kagome se levantó de la cama y se cubrió con la bata; cuando abrió la puerta de su dormitorio, oyó la voz de Sango aún más fuerte.

    -¡Si ha venido aquí a molestarla todavía más, le suplico que se marche! ¡Mi hermana no estaría enferma si usted no se hubiera portado tan mal con ella! Cuando Miroku Tatemaki era su jefe, nunca tuvo una migraña, ¡de modo que no trate de negar su culpabilidad!-

    Sosteniéndose de la barandilla, Kagome bajó la escalera con lentitud hasta que pudo ver la puerta abierta y a Inuyasha Taisho cubierto de nieve, sin posibilidad de entrar. Sango protegía la puerta como un peligroso perro guardián; su cabello oscuro se agitaba mientras gritaba. Kurumi estaba escondida detrás de la puerta de la cocina e Inuyasha parecía asombrado.

    -¡Sango!- la voz de Kagome era débil y su visión borrosa le impedía ver con claridad. Se tambaleó y Sango corrió hacia ella; la sujetó de los brazos, casi haciéndola perder el equilibrio-¡Por dios, Sango!-

    -¿Para que te levantaste? Siéntate en la escalera mientras termino este asunto, y después te ayudaré a subir a tu habitación. Ve a la cocina, mi amor, aquí hace mucho frío- agregó al ver a Kurumi, quien se comía las uñas, nerviosa –Usted quédese donde está- exclamó con voz fuerte cuando vio que el recién llegado avanzaba unos pasos.

    Kagome con dificultad vio la cara asombrada de Inuyasha, y de inmediato imaginó que le iba a despedir de su empleo.

    -Lamento haber faltado a mi trabajo. Tengo… tengo una migraña y…-

    -Regresa a tu cama y no te preocupes por él- Sango inútilmente trató de levantarla.

    Inuyasha se acercó a Kagome y se hizo cargo de la situación.

    -Llame al perro- levantó a Kagome como si no pesara nada -¿Dónde está su cama?-

    -La primera puerta en el piso de arriba- explicó Sango malhumorada –Pero no piense que…-

    -¡Oh, Inuyasha, por favor!- susurró Kagome e Inuyasha observó la cara furiosa de Sango.

    -Permítame ayudarla, Sango- dijo él mientras subía la escalera con Kagome en brazos-La próxima vez, déme una contraseña para entrar. Quizás no salga vivo de esta lugar- agregó mirando a Kagome.

    -Es una muchacha muy irritable- murmuró Kagome, con los ojos cerrados.

    -Necesita una licencia. Probablemente muerde-

    Sango iba detrás de ellos con los nervios de punta por el sarcasmo de Inuyasha.

    -Póngala en la cama. Necesita una tableta-

    -Es verdad- después de colocar a Kagome sobre la cama, miró a Sango con burla-Me agrada ser útil. ¿Puedo quitarle ahora el bozal?-

    -¡Usted no es mi jefe!-

    -Sango, cállate por favor. El no tiene la culpa de nada-

    -¡Déjate de tonterías!- la voz de Sango cambió por arte de magia -¿Qué haces aquí mi amor? Mami tiene un fuerte dolor de cabeza y …-

    -Que ahora ha empeorado- terció Inuyasha, sonriendole a la pequeña figura que estaba parada en la puerta.

    -¿Es un pleito?- los ojos castaños de Kurumi parecían preocupados y él la tomó en brazos ante los ojos incrédulos de Sango.

    -No. Solo eran gritos-

    -Sango puede gritar- expresó Kurumi con solemnidad, al tiempo que le rodeaba el cuello con su bracito.

    -Quizá gana medallas por sus gritos. ¿Cómo te llamas?-

    -Kurumi-

    -Es un nombre muy bonito, como tu-

    -La adulación no lo llevará a ninguna parte- afirmó Sango entre dientes mientras cubría a Kagome con las sábanas, e Inuyasha le sonrió.

    -Las cosas marchan mejor. La dueña de la casa aún no me grita-

    -Por que no sabe toda la historia- Sango estaba dispuesta a atacarlo de nuevo, pero Kagome la interrumpió.

    -Tengo un dolor de cabeza terrible. ¿Pueden pelear en otro lugar?-

    -¿Yo también?-Inuyasha la miró de reojo.

    -Sí, por favor- al observar una expresión peculiar en los ojos de su interlocutor, Kagome cerró los suyos con rapidez; su mecanismo de defensa estaba en alerta, como de costumbre.
     
  2.  
    ♥Sango-chan♥

    ♥Sango-chan♥ Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Hola!!
    bonito fic
    al principio pobe kagome ToT pero luego le ofrecen un té y eso ^^
    y bueno lo de sango con lo de los gritos y la adulación xD
    muy xula. me ha gustado mucho!
    espero q la sigas pronto!
    cuentas con mi apoyo!
    besos de tu amiga:

    :rosa: Sango-chan :rosa: *sango y kirara* *kirara*
     
  3.  
    biky

    biky Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Me encanta, está buenisismo.
    pobre kagome con la migraña y sus recuerdos. espero que inu y ella se empiecn a llevar mejor
    beuno espero al conti con ansias
    besos
     
  4.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: Refugio Peligroso

    ¡Hola!
    Lamento no haber posteado antes. Yo juraba ya haber comentado en esta historia, pero creo que me confundí.
    Me alegra mucho ver tu progreso. En este capítulo los errores son menos y eso dice mucho de ti. Acerca de los hechos, te diré que siento pena por Kagome. ¡Ha pasado una vergüenza enorme!, y con respecto a Inuyasha... te diré que sigo pensando que su actitud es algo muy fría. Ese sarcasmo afilado no es propio de él: impulsivo, voluble y violento.
    A pesar de todo valoro la reacción de él en el hotel... y esos celos fueron más de lo que podía esperar.

    Saludos. Marinen Bell :rosa:
     
  5.  
    aNgelux

    aNgelux Usuario popular

    Aries
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    Re: Refugio Peligroso

    olaa
    este capi quedo muy bueno
    jaja sango con bozal jaja xd
    ese inuyasha se le ocurren cosas, porbre kagome con migraña uf!
    espeor que se mejore y que la pequeña kurumi quiera arto a inu xD
    bye!
     
  6.  
    Aome_Dany

    Aome_Dany Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Konichiwa!!

    Parece que leiste mi post.
    Porque Inu cambio... :P
    Fue super amoroso con Kurumi... Que tierno...
    Y esa Sango... Me encanto ese animo para pelear con Inu... Jajaja...xD
    Y pobre Kag con ese dolor... Y los gritos... Hui Pobrecita... Jejeje... xD

    Bueno Sayonara!!!

    PD: Continuala luego... :P
     
  7.  
    Cyshara

    Cyshara Usuario común

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    Re: Refugio Peligroso

    -Sí, por favor- al observar una expresión peculiar en los ojos de su interlocutor, Kagome cerró los suyos con rapidez; su mecanismo de defensa estaba en alerta, como de costumbre.

    Sango le arrebató a Kurumi con gesto posesivo y caminó hacia la puerta.

    -Voy a traerte una pastilla, Kagome- le informó a su hermana, mirando a Inuyasha Taisho con severidad más no logró intimidarlo. El se acercó a la cama mientras que Sango, bufando de rabia, caminaba hacia la escalera.

    -Usted pintó una imagen negra de mí- señaló el con sobriedad- Durante mi telefonema de esta mañana, su hermana me dio un anticipo, y continuó regañándome cuando vine a ver como seguía. Me llamó bestia dominante, y no estoy de acuerdo-

    -Ella no oyó los últimos acontecimientos- murmuró Kagome, avergonzada –La pondré al tanto cuando pueda levantarme-

    -¿Le sucede esto a menudo?-

    -En los últimos dos años… no había tenido un dolor tan fuerte-

    -Quizá yo tenga la culpa y en verdad me comporté como una bestia dominante-

    -Sospecho que yo lo propicié. En París fui una necia, al hacerle creer de manera deliberada que era una madre soltera-

    -¿Con qué objeto?-

    -No sé. Quizás un desafío. Creo que odio a los hombres… bueno, a casi todos-

    -¡Dios mío! Debo ayudarla a superar ese odio-

    El sonido de la voz de Inuyasha era tranquilo; en sus ojos había un dejo de diversión, aunque quizás estaba furioso en su interior. Después de todo, era un desconocido, un hombre severo, dueño de sí mismo, y ella jamás podía ver más allá de la barrera de aquellos ojos cristalinos.

    -Me avergüenza la actitud de Sango. Es muy proteccionista. ¿Cómo van las cosas en la oficina?- la voz de ella parecía haberse enronquecido y él entrecerró un poco los ojos.

    -Bastante bien. Ayame trata de remplazarla. Cuando usted regrese, arreglará todo el desorden que haya hecho. Es preferible que me marche antes que su hermana se acerque sigilosamente para golpearme la cabeza con un instrumento pesado- se detuvo en la puerta –No se apure por regresar. Que se mejore-

    Kagome esperaba escuchar otra riña, mas él salió de la casa sin novedad y, cuando ella se acomodaba de nuevo en la cama, Sango llegó con una pastilla y un vaso con agua.

    -De modo que este es el Taisho de la empresa Taisho- le dijo con aire pensativo -¿No te parece encantador?-

    Kagome la miró de reojo al tiempo que tragaba la pastilla con dificultad.

    -¡Le hablaste a gritos!-

    -Bueno, se lo merecía, pero esos ojos maravillosos tiene un brillo irresistible. Podría enamorarme de él-

    -Si tuvieras más edad y estuvieras loca- musitó Kagome en tanto se acomodaban para dormir. Se dio cuenta de que los ojos de Inuyasha de verdad tenían un brillo atractivo. Además era un hombre fuerte, ya que la había levantado en brazos con gran facilidad. Era en verdad extraño que aún le pareciera estar escuchando su voz.

    A la mañana siguiente, Kagome se sentía mucho mejor, pero Sango la convenció de que permaneciera en cama. Sin embargo, no logró descansar. En primer lugar, Kurumi brincaba sobre la cama y jugaba en la habitación. Kagome se sintió emocionada. En realidad, veía muy poco a Kurumi; solo contaba con los fines de semana para jugar con su hija y salir de la casa con ella, y aunque se preocupaba no había otra salida. Era el jefe y el sostén de esa pequeña familia. En segundo lugar, el teléfono sonó varias veces y Sango subía la escalera para pedirle información. La oficina parecía haberse convertido en una confusión.

    -Inuyasha quiere saber dónde está la carpeta de Suiza-

    -Está archivada en la “S”, por Dios santo. ¿Qué diablos está haciendo Ayame? Cuando regrese a la oficina voy a terminar agotada de arreglar las cosas. ¿Lo llamaste Inuyasha?- preguntó sorprendida cuando Sango se dirigía a la puerta.

    -Bueno, el insistió. Hemos solucionado nuestras diferencias-

    -¡Maravilloso!- al observar el rostro arrebolado de Sango, la invadió una gran preocupación. Inuyasha era un hombre muy guapo, el tipo de hombre capaz de enloquecer a cualquier jovencita. Además, había en él una sexualidad tan agresiva que incluso la atemorizaba a ella misma. Cuando más pronto regresara a trabajar y cortara la comunicación entre ellos, mejor.

    Kagome sorprendió a todos al regresar a la oficina el miércoles. Eran las ocho y media ya Ayame aún no llegaba. Como era de esperarse, inuyasha estaba ahí, y en el momento en que ella entraba a su oficina la miró con ojos insondeables.

    -¿Ya se recuperó?- le preguntó. La joven aún estaba muy pálida; la blancura de su piel contrastaba con la negrura de su cabello.

    -Estoy mejor- ella parecía inquieta, evitaba mirarlo a los ojos y él lanzó una risita ronca, casi como un sonido de triunfo, el cual estrujaba las terminales nerviosas de Kagome como una corriente invisible.

    -¿No podía haber esperado un poco más antes de regresar?- le preguntó él con voz suave –Bueno, no puedo decirle que verla me disgusta. Arregle su escritorio antes de que venga Ayame. Se volvió loca con el trabajo-

    -¿Opina que hice una mala elección?- le preguntó, mas la respuesta de su jefe no dejó de sorprenderla.

    -No. Su elección fue buena, y se adaptará muy bien una vez que usted termine de entrenarla. Sin embargo, por el momento no es capaz de sacar adelante el trabajo, ya que no tiene la inteligencia de usted, ni tampoco su experiencia. Ella es muy joven, solo cuenta con 23 años-

    Aunque su comentario era un poco sarcástico, el dijo con una sonrisa, misma que Kagome le devolvió. Con Inuyasha pisaba un terreno inseguro, y sentía que le faltaba el aire por culpa de una reacción química que no lograba controlar.

    -Estoy segura que madurará-

    -¿Conmigo? Supongo que sí. Es más, el día de ayer envejeció bastante. Encontrará que todo es un caos. Cuando nos mudemos al piso de arriba, será aún peor hasta que nos organicemos. Estaremos listos cuando pase la navidad-

    Después de quitarse el abrigo, Kagome se dio cuenta de que él no tenía intenciones de regresar a su propia oficina y observó que le miraba con curiosidad el cabello. Aunque estaba trenzado, le caía sobre la espalda.

    -¿Podría quedarse a trabajar esta noche?- le preguntó con voz extraña, como si estuviera pensando en otra cosa.

    -Sí. Es miércoles. Sango no tiene clase hoy… es más, las clases comenzarán hasta mediados de enero, pero…-

    -Lo sé. No voy a convertir esto en un hábito. Necesita tiempo para estar con Kurumi, y Sango merece un descanso. Espero que esta noche podamos ponernos al corriente, ya que el trabajo se está acumulado-

    Después de hacer un movimiento afirmativo con la cabeza, Kagome comenzó a revisar la correspondencia, e Inuyasha comprendió la indirecta de que él la estaba perturbando, pero ahora estaba más cerca, como si ella se lo hubiera permitido. Kagome se ruborizó de manera inesperada y él no dejaba de mirarla, haciéndola recordar que alguna vez sintió que su jefe era capaz de leerle el pensamiento.

    Comenzó a trabajar como un torbellino y cuando Ayame llegó, hizo lo propio. Inuyasha parecía divertido, su mirada y la de Kagome se encontraban como si lo hubieran planeado de antemano.

    Sango se encontraba en la cocina cuando Kagome llamó para informarle que llegaría tarde.

    -No me sorprende. Inuyasha mencionó que tu nueva asistente no se daba abasto con el trabajo. Creo que él pasó dos días muy malos cuando estuviste ausente-

    -Parece que estás muy bien enterada- la observación de Kagome fue concisa
    -¿Acaso durante la pelea intercambiaron información?-

    -Me disculpe con él antes de que se fuera, y se quedó a tomar café- Kurumi le simpatizó mucho-

    -¿Dónde estaba yo cuando ocurrió toda esta actividad social?- preguntó Kagome, preocupada.

    -Dormida. No creo que él tuviera urgencia de regresar a la oficina. Quizá pueda venir a cenar a la casa esta noche. Aún está hospedado en un hotel ¿sabes?-

    -No pienso invitarlo-le aseguró Kagome, sintiendo un estremecimiento. Sus sospechas eran ciertas y Sango se interesaba en él. Su hermana solo tenía 19 años e Inuyasha era un hombre sensual, dinámico… peligroso.

    -Como quieras, pero de todas formas preparé comida adicional. Adiós-

    Cuando Sango cortó la comunicación, Kagome miró el auricular mientras trataba de recordar su comportamiento cuando tenía 19 años. Era una tonta, esa palabra le explicaba todo, excepto que contaba con el apoyo de sus padres, la guía constante de su progenitor. Sin embargo, una vez que murió, se apresuró a desobedecer sus sabios consejos.

    No obstante, aquello fue diferente. Bancotsu parecía ser su ancla de salvación y Kagome nunca se preguntó si estaba enamorada de él. Si las cosas hubieran sido diferentes, tal vez habría esperado a conocerlo mejor. El había ejercido presión sobre ella y Kagome finalmente aceptó casarse sin amarlo, para proteger a Sango. Había sido una ilusa, y pagó muy caro su error.

    A las seis y media de la tarde, Inuyasha entró al despacho de Kagome.

    -Es suficiente, Kagome. Estoy agotado-

    -Nunca imaginé que pudiera cansarse. Pensé que era un hombre automático-
    Las palabras salieron de su boca sin proponérselo y ella se ruborizó. Sin embargo, él comenzó a reír.

    -¿Elogio o insulto? No sé como tomarlo-

    -No comprendo por qué expresé mi opinión en voz alta. No acostumbro hacer comentarios personales-

    -Usted no acostumbra hacer comentarios- la miraba de frente y el nerviosismo de ella aumentó.

    -Miroku Tatemaki me aseguró que usted era un dinamo. Creo que le tenía miedo-

    -¿Y usted también me tiene miedo?-

    Kagome se quedó rígida, reconociendo una vez más que era un hombre peligroso… aunque estuviera cansado, no era de fiar. Ningún hombre lo era. Kagome se abstuvo de contestar, y él lanzó un suspiro; con la mano se masajeaba la nuca.

    -Debo admitir que, por lo general, no me siento tan exhausto. Quizás en parte se debe a que vivo en un hotel. Tendré que buscar una casa, aunque no he tenido ni un minuto disponible-

    -¿Va a comprarla?- la timidez de Kagome desapareció por un momento.

    -Creo que sí. Aunque tengo una carpeta llena de información de los agentes inmobiliarios, solo he visto una que me interesa, pero no lo suficiente para tomar una decisión inmediata-

    -Pero… pero tendrá que venderla cuando regrese a Nueva York- ¿Por qué le preocupaba esto?

    -Tal vez- se olvidó del asunto le entregó a Kagome su abrigo –Bueno, es hora de regresar al White Bear. Como hoy es miércoles, nos darán de cenar pollo con ensalada-

    El White Bear era el único hotel decoroso cerca de las oficinas. Al ver por las ventanas la nieve, recordó lo cortés que fue él cuando ella sufrió la migraña, su cólera en París y cómo su comprensión la había hecho sentir mejor.

    -¿Le gustaría cenar con nosotros esta noche?- las palabras impulsivas salieron de su boca sin proponérselo.

    -Vuélvame a invitar, con lentitud y serenidad- le ordenó, sin dejar de observarle el rostro arrebolado –Por favor tenga cuidado con sus palabras-

    -Yo pensé que quizá le gustaría cenar con nosotros esta noche, por que hace mucho frío. La ensalada y el pollo no parecen apropiados para una noche como esta-

    -Gracias, acepto- después de mirarla, en sus labios se dibujó con lentitud una sonrisa -¿Está segura de que podrá arreglárselas con un invitado hambriento?-

    -No se preocupe. Sango ha estado en casa todo el día y no tendrá que ir a clases esta noche. Espero que todo esté listo. A ella le gusta cocinar-

    -Es una persona enérgica. ¿Le gusta cocinar a usted?-

    -Sí. Cuando tengo tiempo. Acostumbraba…-

    Su voz de desvaneció y Kagome contempló la noche nevada. ¿Por qué diablos lo había invitado a su casa? Inuyasha personificaba las cosas que temía y odiaba: agresión masculina, poder sexual, fuerza inflexible.

    -No se comporte conmigo con tanta frialdad, Kagome. Afuera ya hace bastante frío-

    Estas palabras la hicieron volver a la realidad, y la mirada de ella coincidió con la de su interlocutor.

    -¿Desea cancelar la invitación?-

    ¿Por qué le leía con tanta precisión el pensamiento?



    Nota: muchas gracias por sus posts y si voy a continuar el fic!, soo que no tenía tiempo.. bye
     
  8.  
    Aome_Dany

    Aome_Dany Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Konichiwa!!!

    Wou!! A Sango le esta gustando a mi Inu!!! ToT
    No!!! Yo a la única que permito que se acerque a él es Kag!!
    Onesai que no pase mas allá!! ToT Pero da igual a Inu se nota que le interesa Kag...
    Creo no? Bueno que mas da tu fic es muy entretenido... Eres una gran escritora... :)
    Ese Inu le leé el pensamiento a Kag... Pobre de ella... Jejejeje... xD

    Bueno Sayonara!!!

    PD: Continualo pronto!!!!!!!! :P Y
     
  9.  
    chidori03

    chidori03 Fanático

    Leo
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    Re: Refugio Peligroso

    wa! linda conti wajaja inu tiene poderes uu xD
    que conti me guto
    espero que sango nu se enamore por que es sol ode kag >o<
    o si no habra sangre xD
    wenu esperare la prox.conti chau
    atte.chidori03
     
  10.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Ya. Por donde quiera que lo mires Inuyasha resulta intimidante y creo que tendré que acostumbrarme. Esas miraditas duelen, sabiendo que cada vez que las lanza, consiguen cohibir un poco a más el escudo protector que Kagome se auto-impuso al inicio de la relación.
    Buena ortografía, lectura amena y creo que ha quedado claro que Inuyasha Taisho le perturba. Creo que ha sido uno de tus mejores capítulos :).

    Hasta la próxima continuación. Marinen :rosa:
     
  11.  
    Cyshara

    Cyshara Usuario común

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    Re: Refugio Peligroso

    -¿Desea cancelar la invitación?-

    ¿Por qué le leía con tanta precisión el pensamiento?

    -No, por supuesto. Fui sincera al invitarlo-

    En la oscuridad del coche, Kagome se arrepintió aún más de su detalle impulsivo. La mayor parte del día estuvo reflexionando sobre la conveniencia de mantener a Sango lo más alejada posible de él, y ahora ella misma lo llevaba a su casa como invitado. Ni siquiera le había telefoneado a Sango para comunicárselo. ¿Y si todo estuviera en desorden? Sango cocinaba de manera extravagante, usaba todos los utensilios, y algunas veces los dejaba sobre cualquier mesa. Además los juguetes de Kurumi estarían por doquier. Su preocupación la obligó a guardar silencio durante todo el camino.

    Cuando entraron al vestíbulo se encontraron con una acogedora calidez y el delicioso olor de la comida. Sango se asomó por la puerta de la cocina y al verlos juntos, sus ojos se llenaron de alegría.

    -¡Hola, hermana! ¡Hola, Inuyasha!-

    Al verlo sonreír con entusiasmo, Kagome se preguntó donde estaba su acostumbrada dureza. Kurumi corrió hacia ella y Kagome la abrazó.

    -Ya cené- le aseguró la niña –Y también me bañé. ¿Puedo quedarme?-

    -Sí, mi amor- Kagome accedió-Voy a ayudar a Sango- comprendió que era la peor anfitriona del mundo. Inuyasha aún estaba de pie.

    -Todo está listo- afirmó su hermana –Ve a cambiarte, la ropa de oficina no es apropiada para cenar-

    -¿Podrías darme un bata?- preguntó Inuyasha y Sango le dirigió una sonrisa, sin intimidarse en lo absoluto por su masculina presencia.

    -Por favor sirva las bebidas mientras sirvo los platos. También puede entretener a Kurumi y revisar el fuego de la chimenea- Sango volvió la cabeza en el momento en que él se quitaba el abrigo.

    -Este es mi pijama de osito- Kurumi se paró frente a él para hablarle e Inuyasha se inclinó hacia la niña.

    -Está muy bonita. Un día me voy a comprar una igual-

    Kagome subió de prisa la escalera y se dio cuenta de que sus manos temblaban. Inuyasha, su hermana y la niña parecían llevarse muy bien y, aunque fuera ridículo, se sintió desplazada, como si Inuyasha Taisho hubiera violado de alguna manera siniestra las paredes de su fortaleza. El hecho de haber tomado la iniciativa de invitarlo a su casa, le hacía sentirse manipulada.

    Se puso un vestido azul de lana, y se cepilló el cabello. Después de abrocharse los aretes, bajó la escalera, dispuesta a encontrar a Inuyasha en la cocina charlando con Sango. Más no ocurrió así. Su invitado se encontraba con Kurumi en la sala, con una copa en la mano, y cuando él la miró Kagome sintió el deseo de salir corriendo.

    La intensidad de aquella mirada hizo que el rostro de Kagome se arrebolara. Se dio cuenta de que no había vuelto a trenzar su cabello.

    -Increíble- susurró él –Parece más joven que Sango-

    -Voy… a ayudarla…-comenzó a Kagome, pero él se acercó a ella para darle una bebida.

    -Recibí ordenes de mantenerla aquí y no deseo causarle mala impresión a su hermana. Ya charlé con Kurumi, examiné el fuego y le preparé una bebida. Si se me olvidó algo, Sango me regañará, de modo que es preferible que se quede aquí para defenderme-

    Kagome tomó asiento y de inmediato Kurumi se acomodó en su regazo, abrazándola.

    -¿Podemos hacer un muñeco de nieve?-

    -Oh, hasta que la nieve esté más profunda- le recordó Kagome al tiempo que le besaba la punta de la varicita –quizá podamos comprar un trineo este año- agregó y el abrazo de su hija casi la hizo derramar la bebida.

    Inuyasha no dejaba de observarlas y ella hizo un esfuerzo para cambiar de tema de conversación.

    -¿Qué tipo de casa piensa comprar?-

    -De estilo antiguo y bastante grande. Por desgracia, tendré que recibir a mis amistades-

    -¿Por qué lo lamenta?-

    -Por qué una casa como esta me agradaría mucho más. Es cómoda y cálida, muy agradable para vivir-

    -¡Debió haberla visto cuando la compramos! Realmente es sólo una vieja cabaña. Le instalamos una cocina moderna y un buen cuarto de baño; el resto es… improvisado. No tenemos comedor- agregó, moviendo la cabeza hacia el agradable rincón que albergaba los muebles del comedor.

    -¿Para qué lo necesitan? No puedo pensar en algo más cómodo que cenar cerca de la chimenea. Siempre he vivido en casa enormes- hizo una mueca
    -Mi madre recibe muchas visitas, gente de negocios y amigos personales. No recuerdo haberme quedado junto a los invitados mientras tomaban cocteles. Esta casa está llena de antigüedades-

    -Mi papá las coleccionaba- explicó Kagome, mirando al fuego –Tenemos algunas aquí y el resto está almacenado. No quisimos deshacernos de ellas, cada pieza tenía su propia historia, un truco de mi padre para engañar a los asistentes a las subastas- sonrió ante los recuerdos, la luz del fuego daba a su piel un aspecto satinado.

    -Pareces somnolienta. ¿Quieres irte a acostar?- le preguntó a Kurumi.

    -¡No! Sango me prometió que me sentaría a la mesa-

    Sango apareció en la puerta y Kagome se dio cuenta de que se había cambiado de ropa. Su cabello oscuro estaba brillante y bien cepillado, y llevaba puesto un corto vestido de lana que ponía al descubierto sus largas piernas. También se había maquillado, mas hizo un esfuerzo por sonreír.

    Sango había hecho un gran esfuerzo. La mesa estaba preciosa, la madera brillaba a la luz de las velas.

    -¡Oh, que bonito! Casi nunca encendemos las velas- Kurumi reveló el secreto, pero Sango permaneció indiferente.

    -Bueno, ahora tenemos un invitado- sirvió la cena con gran pericia mientras Kurumi, sentada sobre las rodillas de su mamá, la miraba con ojos muy abiertos.

    -Podría comer esta cena tan exquisita en la cacerola- complementó Inuyasha.

    -Gracias. Debería probar la comida de Kagome, es una delicia-

    -¿Tendré alguna vez la oportunidad?- detuvo sus ojos ambarinos en Kagome, pero Sango era el alma de la reunión.

    -No, a menos que le dé el día libre. Es demasiado tarde comenzar a guisar a esta hora. No obstante, cocina los fines de semana. Podría venir entonces-

    Kagome se quedó sin habla e Inuyasha esbozó una lenta sonrisa al ver en el rostro el rechazo.

    -Primero vamos a ver como me comporto esta vez, ¿no les parece?-

    Miró a Kurumi, quien lo observaba con evidente admiración. A Kagome le resultaba difícil cenar con la niña sentada en su regazo, mas no se atrevía a pedirle que se bajara. La pequeña necesitaba estos momentos.

    -Vena a sentarte conmigo- le sugirió Inuyasha –Compartiré con tu mamá la indigestión- Kurumi de inmediato lo obedeció y él la sentó sobre su regazo. La niña se durmió antes de que terminaran el primer platillo y Sango la llevó a su cama.

    -Visitarnos significa correr peligros- comentó Kagome mientras tomaba su vino.

    -Lo sé. Sin embargo, nunca rechazo un desafío-

    Kagome levantó de inmediato la vista; la luz de las velas embellecían sus ojos; un escalofrío recorrió su pie. ¿A qué se refería? ¿Estaba decidido a mezclarse con Sango o acaso había algo más? No podía dejar de mirarlo; su habilidad para disimular fracasó. El regreso de Sango rompió el hechizo; aun así, la suave sonrisa no desapareció de los labios de Inuyasha durante el resto de la velada. Cuando se marchó, la casa parecía vacía, y cuando lavaron los trastos, Sango, contra su costumbre, estaba callada y parecía segura de sí misma, emocionada. Kagome no se atrevía a pensar en las posibles consecuencias de su acción impulsiva.




    La lluvia nocturna había despejado por completo la nieve, y el sol brillaba. Inuyasha había salido a almorzar con un cliente y Kagome se quedó sola temporalmente en la oficina, ya que Ayame vivía cerca y almorzaba en su casa. Kagome por lo general llevaba su almuerzo y ahora lo comía con lentitud, sin dejar de mirar su trabajo.

    Inuyasha no e había equivocado al predecir que el trabajo se acumularía. Mientras ella comía y trabajaba de manera simultánea, él regresó.

    -Es una magnífica forma de descansar- comentó de modo incisivo. Obligando a Kagome a recoger de prisa el resto de su almuerzo-¿Dónde está Ayame?-

    -Vendrá en un momento- Kagome consultó su reloj y se tranquilizó al oír el ruido de los tacones de Ayame.

    -Póngase el abrigo, por que vamos a salir- la miró, impaciente-¡Ahora mismo, Kagome!-

    -Esta bien- se puso el abrigo y tomó su bolso de mano -¿Necesito mi libro de notas?-

    -No- la ignoró por un instante pata dirigirse a Ayame –Mecanografíe estos apuntes, Ayame, y después haga parte de lo del trabajo de Kagome. Estaremos asuntes mas o menos dos horas. Anote las llamadas-

    Salió de la oficina con evidente impaciencia y Ayame levantó las cejas al ver a Kagome. Está decidió no hacerle preguntas, a Inuyasha, aun cuando el condujo el coche fuera de la ciudad en dirección al campo.

    -¿No siente curiosidad por saber a donde nos dirigimos?- le preguntó él de improviso mientras iban en la autopista -¿Piensa alguna vez en otra cosa que no sea su libro de notas y el lápiz?- su repentina indignación obligó a Kagome a mirarlo, asombrada.

    -¡A menudo!- exclamó, decidida a contestarle con brusquedad –De vez en cuando me dedico a cosas más mundanas. ¡Lavar me enloquece y en cuanto a ir de compras…!-

    Inuyasha lanzó una risita y la miró con divertida admiración.

    -Veo, señorita Higurashi, que ya dejó de tenerme miedo-

    -Nunca se lo tuve- susurró Kagome con rapidez y ocultó la cara con el pretexto de que le molestaba la luz solar.

    -¿No?- bajó la visera –Entonces no se pondrá nerviosa cuando le informe que voy a llevarla a una casa vacía-

    -¿Para qué?- su mirada de ansiedad no pasó inadvertida para él.

    -¡Regresa el terror! Para que se tranquilice, además de satisfacer su bien disimulada curiosidad, pienso comprarla y necesito su opinión-

    -¡Oh!- después de tranquilizarse un poco, Kagome lo vio con curiosidad
    -¿Por qué la mía?-

    -Las mujeres son más perspectivas que los hombres para detectar errores. Los atractivos de la casa quizá me impedirían ver sus defectos-

    -Si buscaba un pretexto para no estar en la oficina, no deseo convertirme en su diversión- Kagome se sintió incómoda por las bromas de él. No deseaba estar sola con Inuyasha, aunque no se explicaba el motivo.

    -Concrétese a caminar por la casa y observar detalles- sugirió el con serenidad
    -No pretendo que usted se convierta en mi diversión-

    Las mejillas de Kagome se arrebolaron y aún no se había recuperado cuando él dijo:

    -¿Hasta cuando dejará de tenerles miedo a los hombres, Kagome?-

    -No les temo a los hombres. Solo a uno. Sin embargo no me gusta la especie masculina-

    -Es ilógica. Usted es una mujer joven y muy hermosa. No parece que le tuviera miedo a Miroku Tatemaki- agregó, antes de que ella volviera a ruborizarse.

    -Miroku era diferente-

    -No representaba un reto, ya que le permitía a usted encerrarse en su oficina y no la molestaba. Lo único importante para él era jugar golf-

    -¿Cómo lo sabe?-

    -Conozco casi todo lo relacionado con la empresa- murmuró, burlón, en tanto salía de la autopista para dirigirse al campo –No se preocupe por Tatemaki. Era demasiado útil para prescindir de él y demasiado flojo para dejarlo aquí. En Nueva York triunfará, despertará de su letargo. ¿Cuándo va usted a despertar de su pesadilla?-

    -Le suplico que no intervenga en mi vida privada, señor Taisho-

    -¿Le gustaría que la dejara abandonada aquí, en esta lejanía?- preguntó él con frialdad –Rechaza cualquier ayuda, y sin embargo no tengo la impresión de que pueda sobrevivir. ¡Quizá necesite un fuerte sobresalto!-

    -Ya tuve uno. ¡La llegada de usted!- gritó Kagome. Estaba segura que él de manera deliberada había propiciado esta pelea, y no obstante que ella había aprendido a enfrentarse a Inuyasha Taisho, aún temblaba al pensar en una riña –Si desea poner en práctica su experimento, le sugiero que detenga el auto y me permita bajar- finalizó con voz estrangulada.

    -Unos cuanto kilómetros más-musitó él –Entonces podrá bajar y comenzar a correr-



    Nota: bueno aquí les dejo el capitulo, espero que lo disfruten!!
    Chao
     
  12.  
    chidori03

    chidori03 Fanático

    Leo
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    Re: Refugio Peligroso

    INUYASHA ME DA MIEDOOOOO O_O
    enserio xDD
    y esa sango no que nu se enamoreeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!
    quero n beso con kag e inu haha
    todo a su debido tpo ia me voy chau
    wena conti
    atte.chidori03
     
  13.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: Refugio Peligroso

    ¡Hola!

    Me siento contenta porque hayas publicado tan pronto. ¿Y si te digo que me ha gustado mucho porque le has ablandado?, es decir, vemos que él ya no se esfuerza por ser un témpano algo impulsivo. ¡Hasta Kagome lo nota!

    Neh, a mi lo del beso no me tienta tanto xD, yo lo que quiero ver es una posible ignición, un indicio de Inuyasha no es indestructible. Vulnerabilidad si tengo que específicar, porque todavía conserva mucha formalidad y pretendo enterarme pronto el porqué tanta frialdad. ¡Que no sea sólo Kagome la que sufra! *perverso*

    Presumo que empiezo a emocionarme :estrellitas:. ¿Resalta mucho?

    Ejem... hasta el próximo capítulo. Con cariño, Marinen Bell.
     
  14.  
    Cyshara

    Cyshara Usuario común

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    Re: Refugio Peligroso

    Bueno, aquí está la conti! Espero que la disfruten!


    -Unos cuanto kilómetros más-musitó él –Entonces podrá bajar y comenzar a correr-

    Kagome se volvió hacia la ventanilla; el corazón le latió con fuerza al ver que él detenía el coche junto a un seto; el campo estaba desierto.

    -Puede bajar aquí- le dijo con tono imparcial, y Kagome no podía creerlo. Le hablaba en serio y estaba apunto de abandonarla en ese alejado lugar.

    Después de apretar los labios, abrió la puerta del coche, sin saber que hacer.







    -Mala estrategia, Kagome- Inuyasha se acercó a ella en dos zancadas, y con una mano la abrazó por la cintura, cuando ella trató de apartarse bruscamente.

    -Tengo derecho a tomar mis propias decisiones- aclaró, pero Inuyasha la obligó a caminar con él.

    -La casa está aquí. Ahora que llegamos, no se negará a verla, ¿verdad?-

    -Creo que le resultó muy divertido decirme que iba a dejarme aquí- se paró frente a él, desafiándolo -¿O pensaba bajarme del coche en el trayecto de regreso?-

    -Es usted una niña- sus ojos ambarinos contemplaron el rostro arrebolado de Kagome-El temor construye una muralla a su alrededor. ¿Qué hombre en su sano juicio la dejaría en este lugar tan apartado de la civilización?-

    De pronto, las lágrimas brillaron en los ojos de kagome, y ella comenzó a parpadear para disimularlas.

    -Bancotsu estaba en su sano juicio, pero una vez me bajó del coche. Estaba oscuro, hacía frío, y no había nadie…-

    -¡Maldición!- el le sujetó con fuerza la muñeca para obligarla a caminar, mirándola con desesperación –Esta es la segunda vez que me culpa injustamente. ¿Cómo diablos iba yo a saber que su malvado ex esposo se comportaba como un lunático fuera de la casa?-

    -No era un lunático, sino un hombre frío, sin sentimientos- le aclaró Kagome al tiempo que bajaba la vista.

    -¿Piensa que yo soy igual?- preguntó el con peligrosa serenidad.

    -No- contestó con suavidad –Por ejemplo, sé que usted no golpea a las mujeres y ahora también estoy convencida de que no las abandona en lugares aislados-

    -Pero yo también soy un animal masculino muy indeseable- su voz era áspera y ella no levantó la vista.

    -Le he dado mi opinión sobre los hombres debido a que… me obligó a entrar en detalles. Si me hubiera dejado continuar con mi trabajo como lo hacía Miroku, jamás le habría dicho ni una palabra contra su ego-

    -Gracias- susurró él, seco –En otras palabras, yo soy el responsable de que usted me ofenda, ¿no es verdad? Continuaremos con el propósito que nos trajo aquí, Kagome, y después podrá regresar a su escritorio y continuar con sus actividades-

    Estaba demasiado enfadado como para volver a dirigirle la palabra, y ella caminó a su lado; la invadía una mezcla de tristeza y resentimiento. No le había pedido que se inmiscuyera en su vida, ni tampoco que pusiera a prueba sus actitudes sentimentales. Era solo su jefe y nada más. Ahora estaba furioso por que su broma machista había fracasado, y la culpaba a ella.

    Cuando él sacó la llave del bolsillo de su pantalón, Kagome miró a su alrededor. La casa era amplia y de estilo georgiano, de ladrillos rojos, bien proporcionada, construida en medio de un jardín enorme; y no obstante su ira, la contempló con gran júbilo.

    -Si desea verla por dentro, le agradeceré cualquier comentario- le dijo él al tiempo que entraban a un amplio y bien alumbrado vestíbulo.

    En silencio, Kagome subió la escalera mientras el recorría la planta baja. Era una casa preciosa y, después de haberla visto en su totalidad, el coraje de Kagome desapareció, convirtiéndose en nostalgia.

    Su propia casa había sido como esta, quizá no tan grande pero muy parecida. Incluso las habitaciones estaban arregladas de la misma forma.
    De pronto, Kagome se encontró recordando aquella época en la cual no había tristezas ni contradicciones, cuando ella y Sango eran felices.

    Bajó con lentitud la escalera; casi visualizaba a su madre colocando arreglos florales en el reluciente vestíbulo. Sus ojos castaños brillaron por las lágrimas. Todo había terminado; el recuerdo de Bancotsu la había hecho olvidar su antigua felicidad.

    Caminó por el salón con paso fuerte, tan absorta en el pasado que la repentina aparición de un escalón más en la entrada la tomó por sorpresa. En su casa no había tal escalón, y perdió el equilibrio.

    Unos brazos fuertes la levantaron, y miró aquellos ojos ambarinos mientras Inuyasha la sujetaba con firmeza. Estaba tan estupefacta que no hizo movimiento alguno para liberarse.

    -Ese escalón no estaba aquí- en ese momento comprendió que su suposición era absurda.

    -¿No estaba aquí? ¿Conocía esta casa?-

    -No- sacudió la cabeza, impaciente consigo misma –Mi comentario carece de sentido. Lo que quise decirle fue que esta casa es casi idéntica a la mía, el lugar donde Sango y yo crecimos, y estaba tan inmersa en el pasado que pensé… quiero decir que yo esperaba…-

    El parecía aturdido y la apretó con más fuerza.

    -¿Trata una vez más de culparme? Sin duda pensará que todo fue deliberado. ¿Supone acaso que soy un torturador profesional?-

    -Jamás lo imaginé- le aseguró, tranquila –Me perdí en el pasado y, por lo tanto, no esperaba cambios. En la casa no existía este escalón, recordaba que mi madre acostumbraba llenar el vestíbulo con flores y…- las lágrimas inundaron sus ojos –Me sentí segura, remontándome al pasado y… usted tiene razón- su voz se apagó –Soy una niña… que sueña despierta-

    -No me refería a eso- aclaró, casi con enfado, al tiempo que apretaba las manos –Cuando comenté que era una niña me refería a su inocencia. Es casi irreal pensar que es la mamá de Kurumi y que ha estado casada. Su cara no revela nada… ninguna experiencia-

    -Existe- Kagome volvió la cabeza para ocultar sus lágrimas –Lo que ve no es inocencia, sino frialdad. Ya se lo dije… no me gustan los hombres-

    -¡Yo no soy los hombres! ¡Soy yo mismo! -La sacudió con fuerza; su ira la tomó por sorpresa -¿Cómo diablos voy a dejar de lastimarla, si no me explica su problema? ¿Con cuantas otras trampas voy a tropezarme?-

    -Con ninguna- contestó Kagome con frialdad; las varoniles manos sobre sus hombros comenzaban a preocuparla; una agitación interna se iniciaba. Había quietud en la casa, el único sonido que se escuchaba en varios kilómetros eran sus propias voces, y él le reprochaba algo fuera de su control –Déjeme sola-

    -La dejaré sola cuando me plazca…- la abrazó aún con más fuerza.

    Kagome comenzó a luchar; una ola de pánico la invadía, mas él inclinó la cabeza para juntar su boca con la de ella, dándole tiempo sólo de emitir un débil gemido de protesta. La debilidad se apoderó de ella, el pánico se mezclaba con un placer prohibido que jamás había sentido. No podía olvidar la imagen de Bancotsu, su boca húmeda y áspera triturando la suya, y continuaba luchando antes de comprender que esto era algo muy distinto.

    El deseo se apoderó de ella haciéndole perder el aliento; la ansiedad la obligaba a hacerse preguntas absurdas. No era un hombre cruel, pero su insistencia exigía sometimiento.

    Temblorosa y aturdida, ya no tuvo fuerzas para luchar más; su cuerpo experimentaba una fusión desconocida mientras él la apretaba con mayor fuerza. Su lengua se movía contra la de ella con absoluto dominio. Kagome jamás había sentido este dolor real, físico, esta incapacidad para moverse.

    Vagamente comprendió que correspondía al beso, con un hambre implacable que necesitaba calmar. Por un segundo más dejó que el beso continuara y después emitió un leve grito de protesta, apartando su boca de la de él con lentitud.

    Cuando Inuyasha levantó la cabeza, Kagome permaneció en su lugar; no se podía mover por que el la sujetaba. Con el pulgar él le acarició con suavidad la mejilla; sus ojos ambarinos brillaban.

    -Por favor suélteme-

    -¿Está segura?-

    La ironía de la pregunta de inmediato disipó la nube en que ella había flotado y la vergüenza la invadió.

    -Por completo. ¡Ya estoy harta de sus experimentos, señor Taisho!-

    -¡No seas tonta, Kagome!- exclamó, indignado –Si lo consideras un experimento, fue muy peligroso en una casa vacía, y usted tiene una pésima opinión de sí misma. La besé por que es la reacción natural cuando una chica tan hermosa se encuentra entre mis brazos, y puso un alto por que la siguiente reacción natural habría sido llevar las cosas más adelante-

    -No le pedí que me abrazara- argumentó Kagome; su ira era un pretexto para disimular su vergüenza por su propia complicidad, y el sentimiento de pérdida ahora que los varoniles labios no cubrían los de ella.

    -No. Usted se desplomó en mis brazos- le lanzó la pulla –Ya no parece tan llena de odio por la especie masculina-

    -Me costó mucho trabajo aprender a disimular mis sentimientos- Kagome se apartó de él con un escalofrío en todo el cuerpo.

    -¿De veras?- se burlo de ella –Usted honra la profesión de la actuación. Su lenguaje corporal fue explicito, se fundió conmigo, sus labios de abrieron como pétalos de rosa-

    -¡Usted me obligó!-

    -Yo la obtuve, mas no la forcé, Kagome, y es consiente de ello, aunque no quiera reconocerlo. Usted deseaba estar en mis brazos- sonrió de pronto –Fue una reacción de una chica inocente, que jamás hubiera conocido el amor-

    -¿Supone que a Kurumi la trajo la cigueña?- Kagome volvió el rostro arrebolado y caminó con incertidumbre hacia la puerta.

    -Prefiero no pensar cómo se convirtió Kurumi en un ser humano- rechinó los dientes y Kagome comenzó a temblar –Reflexionar en eso me incitaría a convertirme en un asesino- la tomó del brazo de manera impersonal
    -Vámonos-

    -¿Concluyó el experimento?- volvió la cabeza hacia la pu7erta abierta de la casa mientras Inuyasha buscaba la llave.

    -Por supuesto- contestó él, sereno –Aunque pata completarlo debía haberla llevado a la cama. La idea comenzaba a tomar forma en mi cabeza-

    -¡Cállese! ¡Detesto su forma de hablar! Odio su maldita certeza de que sólo tiene que doblar un dedo para hacer realidad sus caprichos; no esté tan seguro de que hay una gran diferencia entre usted y Bancotsu Aikawa. El ego masculino de los dos es idéntico. ¡Incluso su sabor es igual!-

    Estaba tan enfadada, tan temerosa de su propia reacción hacia él, tan humillada por su sarcasmo, que no pensó en la forma en que él actuaría ante sus palabras. Al ver el hielo de su mirada dejó de injuriarlo.

    -Agradezca que me dijo tales palabras hasta que estuvimos al aire libre- le habló con los puños apretados –A usted le gusta vivir en la orilla del mundo, ¿no es verdad? Si comete el error de hablarme así cuando estemos solos en el interior, le aseguro que comprobará mi sabor y no tendré que hacerle preguntas sobre sus secretos, ¡ya que los conoceré todos!-
     
  15.  
    aNgelux

    aNgelux Usuario popular

    Aries
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    Re: Refugio Peligroso

    wooooww
    si que estubo rudo inuyasha!
    pero tien que comprenderla!
    kagome a sufrido mucho
    jojo espero que lo continues!


    sayonara
     
  16.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: Refugio Peligroso

    ¡Hola!

    Me he quedado sin palabras... o más bien con muchas palabras para decirte lo bien que te ha salido.

    Tenemos que cada vez me gusta más y más la historia, tenemos que veo un progreso muy bueno entre capítulo y capítulo y, tenemos que cof cof subestime ese beso del que ya dabas aviso.
    Sí. Pero eso es parte de tu naturaleza querido Inu :D, igual así te queremos y... (aquí le paro antes de que Inuyasha me parta en dos con los ojos).

    A ver, a ver... en sí lo que me agradó es que:
    a) Mostraste que tras el frío ámbar de los ojos que describes, aún conserva lo impulsivo y hablador que tanto le caracteriza :D.
    b) Diste un papel a la pizca de inmadurez que Kagome después de crecidita deberá de conservar.
    c) Manipulaste una tensión muy buena a lo largo de la conti (me encanta la tensión entre protas *0*).

    Como observación, te diré que me hubiera gustado (y a más de una de las que leemos esto también) que fuese un poco más larga, mayormente para desarrollar más las escenas y demás (pienso que tenía más potencial). Sin embargo, eso no quita lo bueno; mantente así por favor, sigue progresando que vas muy bien.

    Att: Marinen :rosa:
     
  17.  
    Aome_Dany

    Aome_Dany Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Konichiwa Cyshara!!!!!!

    La conti estuvo demasiado buena... Ya que sacaste al Inu dominante, engreido y el que se caracteriza por su enorme ego... Kagome aunque no la admita siente atraccion por el... Pero su pasado y su orgullo hacen que deteste a esos tipos de hombres... Osea a los con enorme ego y dominantes... Creo que Kagome le deveria dar una oportunidad... Y en una parte se noto altiro que Inu lo invadian los celos... Bueno creo que la deverias a ver echo mas larga ya que nos dejaste con la duda... Mas en la escena que la dejaste... Marinen Bell tiene razon... Que por ser un animal masculino lo queremos... Aunque creo que por ser un animal masculino lo queremos mas no? Y tambien aunque sea rudo siempre sera el Inu engreido, dominante y como dice Marinen Bell el habaldor que tanto lo caracteriza.... Bueno me despido ojala lo continues pronto... Y sigue asi que esta muy bueno... O mejor supera lo que has hecho...

    Sayonara!!!!
     
  18.  
    biky

    biky Guest

    Re: Refugio Peligroso

    Hola, perdón por no postearte antes
    es que me enganché con un libro y no lo podía dejar de leerlo
    y cuando paré para felicitarte por la conti
    me tuve que ir a lomas por un vestido para mi hermana...
    Bueno, en fin como dije antes: Te felicito por la conti, está
    muy buena, la verdad me encanta...
    espero que inu entienda a kagome, ella sufrio mucho
    y espero que cuando kag se decida contarle todo a inu sea de lo más
    tierno y romántico =)

    y espero, por el pequeño adelanto, que kag acepteser su esposa (la de inu)
    y que formen una feliz familia...junto con kurumi y sango y que tengan
    muchos hijitos más :D jejejeje

    bueno me despido, espero que no tardes mucho
    besos
     
  19.  
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    Acuario
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    Re: Refugio Peligroso

    hola!, te quedo muy bien la conti inuyasha ttiene que entender a kagome ella sufrio demasiado y espero que kagome le cuente a inuyasha pronto pon la conti pronto porque con el adelanto que diste espero impaciente la respuesta de kagome bueno nos vemos y cuidate :)
     
  20.  
    Cyshara

    Cyshara Usuario común

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    Re: Refugio Peligroso

    Bueno aquí esta la conti, espero que les guste!!

    -Agradezca que me dijo tales palabras hasta que estuvimos al aire libre- le habló con los puños apretados –A usted le gusta vivir en la orilla del mundo, ¿no es verdad? Si comete el error de hablarme así cuando estemos solos en el interior, le aseguro que comprobará mi sabor y no tendré que hacerle preguntas sobre sus secretos, ¡ya que los conoceré todos!-

    Kagome trató de correr por el sendero, más él le sujeto la muñeca.

    -¡Suélteme!- a pesar de su lucha desenfrenada, Inuyasha abrió la puerta de coche y la obligó a entrar.

    -No voy a permitir que me ponga una etiqueta, pues no acostumbro dejar desamparadas a las mujeres. Si desea alejarse de mí, Kagome, lo único que tiene que hacer es renunciar-

    -Por supuesto que lo haré- se acurrucó en el rincón y volvió la cara hacia el otro lado –Después de esto, no puedo permanecer en la oficina-

    -¿Después de qué?- puso el coche en movimiento y entró en la carretera, sin mirarla –Veamos. Desea renunciar por que yo la besé y usted respondió como una mujer normal. ¿O se debe a que sintió la necesidad de ocultar sus sentimientos y su respuesta femenina, culpándome de cosas imperdonables?-

    -No fueron imperdonables- se defendió entre dientes, llena de humillación y odio.

    -Lo fueron, y no estoy dispuesto a perdonarla-

    -Entonces renunciaré-

    -Es libre- afirmó él con voz de hielo –Haga lo que quiera-

    En el trayecto hacia su casa, Kagome aún temblaba; Inuyasha la había sacado de aquella apatía emocional a través de sus besos y cálidos abrazos, y la reacción de ella había sido violenta, pero aún, infantil. Cualquier mujer normal se habría reído y regresado a la oficina con su garbo y su dignidad intactos. Kagome, por el contrario, acurrucada en un rincón del coche como una niña, se ocultaba de Inuyasha y también de su dolorosa reacción al beso masculino.

    Temía que su cara reflejara las experiencias del día y, mientras caminaba por el sendero hacia la puerta de su casa, tuvo la sensación de ir a la deriva. La puerta estaba abierta y, cuando Sango casi la obligó a entrar. Kagome olvido sus problemas al ver la cara lívida de su hermana.

    -¡Sango! ¿Qué sucedió? ¡Kurumi!-

    -No. La niña está bien- Sango caminó hacia la sala –Ven aquí, Kagome. Ya acosté a Kurumi… aunque está bien, tuve que levarla a su habitación. La prometí que cuando llegaras subirías a verla, pero…- Sango se pasó la mano por el cabello; su rostro revelaba su desesperación –No… no he preparado la cena, así que comeremos frijoles con tostadas o algo muy sencillo. Ya le di de cenar a Kurumi…-

    -¡Sango! ¡No me des detalles! Cuéntame lo que sucedió antes de que me vuelva loca-

    -Vino Bancotsu. Quiere a Kurumi-

    -¿Bancotsu? ¿Estuvo Bancotsu aquí?- la voz de Kagome era solo un graznido, y Sango la miró con ojos hinchados por el llanto.

    -Vino después del almuerzo. ¿Dónde estabas Kagome? ¡Toda la tarde traté de localizarte!-

    -Salí con Inuyasha. Me dejó en la parada del autobús cuando regresamos-
    -¿Qué tratas de decirme con eso de quiere a Kurumi?- preguntó, al salir de su incredulidad –No tiene ningún derecho sobre ella, ya que nos divorciamos antes de que Kurumi naciera. Si lo hubiéramos hecho dos meses antes, ni siquiera habría sabido que existía-

    -Sin embargo lo sabes, Kagome, y la quiere. Afirmó que tiene tanto derecho como tú, por que es el padre. Comentó que va a volver a casarse dentro de un mes y que podrá ofrecerle un hogar mejor que éste, una esposa que no necesita trabajar y dejarla al cuidado de una adolescente. Tan pronto como se case, llevará el caso a los tribunales-

    Kagome tomó asiento; su cara estaba tan pálida como la de Sango.

    -¿Lo vio Kurumi?-

    -No lo dejé entrar y se puso furioso-

    -¡Gracias a Dios!- exclamó Kagome, desconcertada y temerosa. Ningún tribunal le entregaría a Kurumi a un hombre que jamás la había visto, padre o no –No puede hacerlo. Lo único que pretende es causarme problemas. ¿Cómo supo donde vivíamos?-

    -Por la esposa del vicario. ¿No recuerdas que nos envió la ropa que estaba en la tintorería?- Sango la censuró con la mirada antes de comenzar a llorar –Oh, Kagome, ¿por qué desapareciste sin armarle un escándalo? ¿Por qué no peleaste por lo que te correspondía? Si lo hubieras hecho, esto no habría sucedido por que los tribunales se habrían enterado de la forma en que te trataba, y ahora no tolerarían que Kurumi viviera con una persona tan violenta-

    -De todos modos no lo tolerarán- señaló Kagome con los labios tensos por el miedo –No tiene derecho alguno- ¿acaso los tendría? La incertidumbre la atormentaba.

    -¡Ahora no sabrán que hacer!- Sango sollozó –Es demasiado tarde. ¿Cómo lucharás contra esto? ¿Cómo comprobarás después de tanto tiempo que era un bestia y que estábamos muerta de miedo? Te preguntarán por que, en vez de llevar el asunto a los tribunales, aceptaste un divorcio amistoso. Tu le permitiste que le asegurara a todo el mundo que el divorcio entre ustedes dos iba a ser amigable-

    Era cierto. En su ansiedad por escapara habría aceptado cualquier cosa. Temía por Sango, por ella misma y por el hijo que esperaba, y prefirió quedarse callada a cambio de un divorcio rápido. La batalla ante los tribunales que tanto la horrorizaba, ahora parecía inevitable.

    De pronto se puso de pie, ya no podía permanecer quieta ni un segundo más. ¿Tenía el algún derecho? La ley era tan extraña que algunas veces la justicia tomaba decisiones absurdas. Bancotsu era el padre de Kurumi, y deseaba ofrecerle un hogar. Aunque Kagome estaba segura de que su ex marido no ganaría, ¿hasta que punto iba ella a perder? Lo menos que podrían concederle era igualdad en los derechos de visita, ¿y como podría soportarlo, sabiendo que Kurumi se encontraba con alguien tan vil como Bancotsu, aunque fuera por un día? Quizá sería obligada a permitirle que se quedara durante la noche, incluso un fin de semana. No sabía si existía alguna posibilidad de que él ganara. Kurumi y Sango tendrían que presentarse ante los tribunales, y todo lo que había luchado por ocultar, saldría a la luz de la manera más sórdida y cruel.

    Entró a la habitación de Kurumi y se inclinó sobre ella. El solo hecho de pensar que Bancotsu tocara a la niña le producía escalofríos. Al entrar a la cocina vio que Sango preparaba una bandeja de té.

    -Nos marcharemos- afirmó Kagome resuelta –Quizás esté tramando otro de de sus crueles juegos, mas no voy a correr el riesgo. Tampoco estoy dispuesta a aceptar que las lleven a los tribunales. Mañana comenzaremos a planear nuestra mudanza y la pondremos en práctica-

    -¿Y si regresa cuando estés en tu trabajo?- preguntó Sango. El proyecto de Kagome no había mitigado la preocupación de su cara.

    -No voy a ir a ninguna parte- le anunció Kagome, agobiada –Voy a renunciar de inmediato, por que nos iremos muy lejos de aquí-

    -¿Cuál será la reacción de Inuyasha?-

    -¿A quién diablos le importa?- ¿acaso no era Inuyasha sólo un hombre dominante y cruel? ¡Qué se las arreglara con Ayame!

    Las dos hermanas charlaron hasta la madrugada, y a las ocho y media Kagome telefoneó a la oficina. Inuyasha le contestó.

    -Me iré hoy- le informó Kagome sin preámbulos tan pronto oyó su voz
    -Comprendo que no se acostumbra a proceder de esta manera, pero no tengo alternativa. Debo abandonar mi trabajo de inmediato y le enviaré mi renuncia por correo hoy mismo-

    Antes de colgar el auricular, Kagome escuchó la iracunda exclamación de su jefe. Era imprescindible que se fueran de esa casa sin dejar rastro. Había varias casas en renta en ese lugar, y esperaba que lo mismo sucediera en el distrito que había elegido.

    En Reading tenían una vieja tía… se cambiarían allí, ya que era un sitio conocido. Bancotsu no estaba enterado de la existencia de esa tía. Kagome comenzó a caminar por la casa para planear la mudanza, y después de un ligero desayuno, continuó su labor. Sango se sentía agotada; el llanto y la falta de sueño hicieron estragos en ella, y sólo la decisión de Kagome la ayudó a seguir en pie.

    Media hora después el timbre sonó y Sango sintió un gran temor.

    -Es él. ¡Ha regresado!-

    Kagome ya no le tenía miedo a Bancotsu.

    Abrió de golpe la puerta y sus ojos llenos de ira se sorprendieron al ver la cara igualmente furiosa de Inuyasha.

    -¿Qué es esa tontería de que va a renunciar?- Inuyasha rechinó los dientes -¡En mi vida he escuchado un disparate semejante!-

    -Voy a abandonar este lugar- explicó Kagome

    -¿Se marcha por que la besé? No sea tonta, Kagome-

    -No es por eso-

    Al escucharlos, Sango entró en el vestíbulo; su cara aún estaba enrojecida por el llanto, sus ojos hinchados, e Inuyasha la miró con asombro.

    -¿Qué diablos pasa aquí?-

    -Creo que lo mejor es que entre- le dijo Kagome, indecisa.

    -Y yo creo que lo mejor será que empiece a explicarse- Inuyasha caminó hacia el sofá.

    -El cerdo vino- comenzó a explicarle Sango temblorosa –Se presentó ayer por la tarde y no pude localizar a Kagome por que había salido con usted. Quiere a Kurumi-

    -Comienza de nuevo- Inuyasha, desesperado, frunció el ceño –No entendía nada-

    -¡El cerdo quiere quitarnos Kurumi!- gritó Sango y Kagome le hizo un ademán para que se callara.

    -Bancotsu vino ayer- explicó Kagome con calma –Le dijo a Sango que deseaba llevarse a Kurumi. Va a casarse de nuevo en un mes y está solicitando a los tribunales la custodia de la niña. Supone que la obtendrá con una esposa a cargo de la casa. El solo hecho de pensarlo me enloquece, por lo que vamos a irnos a un lugar donde no nos encuentre, y si lo logra, nos mudaremos otra vez-

    -Comprendo- Inuyasha se quitó el abrigo y lo arrojó sobre un silla –Entonces planean cambiar de sitio indefinidamente, ¿no es verdad?-

    -No podemos correr el riesgo. Quizá gane el pleito. ¿Quién puede predecir la decisión de los tribunales?-

    Inclinó la cabeza, pensativo, y miró a Sango.

    -¿No hay café para una visita conmocionada?- preguntó con una sonrisa.

    -Por supuesto. Iba a ofrecérselo. Voy a ver si Kurumi no se ha levantado-

    Sango salió de la sala; no quedaba nada de su antigua alegría, e Inuyasha se volvió hacia Kagome.

    -Supongo que ella está al tanto de la violencia de Aikawa-

    -Por supuesto- Kagome miró con amargura las llamas.

    -¿También la golpeaba?-

    -No, nunca la molestó. Al principio ella ignoraba todo, pero después de un tiempo a Bancotsu dejó de importarle la opinión de Sango, siempre y cuando nadie se enterara. Quizá por eso podría obtener el derecho de visita. Mi desesperación por marcharme, por obtener el divorcio, me obligó a aceptar un arreglo amistoso. Todos suponen que a pesar de nuestra incompatibilidad, éramos amigos. Tal vez debí haberlo matado-

    -¡Deje que hablar así! Hay muy pocas posibilidades de que él gane el pleito ante los tribunales-

    -Usted no conoce a Bancotsu. Es tan dulce, tan persuasivo. Les inventará una historia que los conmoverá-

    -Y cuando conozcan a usted y a Sango las llamarán adolescentes- comentó él con aire pensativo.

    -Gracias es una gran ayuda- Kagome le lanzó la pulla al tiempo que comenzaba a caminar de un lado a otro de la sala –De todos modos, las cosas no llegarán a ese extremo, por que voy a desaparecer. ¡Si cambio de un lugar a otro una vez por semana el resto de mi vida, no tendrá oportunidad de ver a Kurumi!-

    -¿Ya consultó a un abogado?-

    -¡No! No deseo que Kurumi y Sango enfrenten una lucha legal. Prefiero ausentarme y eso es lo que voy a hacer-

    Inuyasha se abstuvo de hacer algún comentario por que la puerta se abrió y Kurumi entró con un oso de felpa en la mano.

    -Dormí mucho- la niña corrió hacia Kagome, quien la abrazó con fuerza
    -Sango tiene los ojos enrojecidos-

    -Tiene gripa- Kagome le mintió con rapidez –Yo también. Voy a servirte tu desayuno- Miró a Inuyasha sin saber que decirle, mas él se había levantado y se ponía el abrigo.

    -Debo irme. Tengo cosas muy importantes que no pueden esperar… ya no voy a tomar café-

    Kagome inclinó la cabeza. No comprendía por que la presencia de él le había hecho albergar una ligera esperanza, como si hubiera ido con alguna solución. Pero era un hombre práctico, y su indignación se debía a que estaba a punto de perder un secretaria capaz de sacar adelante una montaña de trabajo.

    -Regresaré a las once- agregó él –Voy a llevarlas a almorzar… a todas. Mientras tanto, absténgase de abrir la puerta. A juzgar por la expresión de sus ojos cuando llegué, me sería muy difícil ayudarla si mata a Aikawa en la puerta de su casa-

    -Nuestros problemas no le conciernen. Además no tenemos tiempo para salir a almorzar. Debo empezar a hacer llamadas telefónicas y hacer el equipaje-

    -No creo que haya necesidad de hacer el equipaje- los labios de él se contrajeron con ironía -, al menos no por ahora. Le sugiero que se tranquilicen, descansen y se preparen para salir a almorzar. Aunque sus problemas no sean míos, yo los absorbo-

    -¿Por qué?- Kagome lo miró a los ojos; Kurumi la abrazaba.

    -Tengo mis propias razones. Se las comentaré después, cuando se encuentre más serena-

    Salió de la casa y Kagome lo observó alejarse en el coche. Estaba en un dilema, ya que no quería que Inuyasha se entrometiera en su vida. Suspiró mientras fruncía el ceño. Debía recordar que era un hombre, un hombre que hacía parecer a Bancotsu como un muchacho rencoroso, cruel. Si no estuviera de por medio Kurumi, podría enfrentarse a su ex marido sin temor alguno.

    Kagome tenía la impresión que el almuerzo con Inuyasha era sólo un ejercicio de él para tratar con dos mujeres histéricas, una maniobra para calmarlas. Sango estaba feliz, aunque Kagome hubiera podido prescindir de la invitación, ya que tenía demasiadas cosas que hacer. Estuvo inquieta y nerviosa durante el almuerzo y en el trayecto de regreso a su casa.

    Inuyasha no tenía intenciones de irse y su amabilidad con Sango llegaba hasta el punto de la ternura.

    -¿Por qué no vas a acostarte?- preguntó él –Parece que no dormiste en toda la noche-

    Tampoco Kagome, más él se abstuvo de mencionarlo.

    -No hay tiempo- comentó Sango después de un rápido vistazo a su hermana -En un principio, debo cuidar a Kurumi-

    -Yo estoy aquí- mencionó Kagome con cierta brusquedad. ¿Qué pasaba con Sango? Jamás se había comportado así. Deba la impresión de que Kurumi era su absoluta responsabilidad.

    -Bueno, creo que sacaré a Kurumi a dar un paseo. No ha salido de la casa durante dos días. Necesitas hablar con Inuyasha-

    -No necesito hablar con nadie- la contradijo Kagome con decisión, al tiempo que dirigía a Sango una mirada amenazadora, la cual no surtió efecto alguno -Está comenzando a nevar otra vez-

    -Nos abrigaremos bien- los intentos de Kagome por retenerlas fueron inútiles y, una vez que se fueron, Kagome se vio obligada a mirara a Inuyasha.

    -¿Quiere una taza de té?-

    -No, Kagome. No quiero té, ni café, ni nada. Lo único que deseo es que se sienta bien, me vea de frente y escuche-

    -No hay forma en que pueda ayudarme, si eso es lo que está pensando. ¿Y por qué debería ayudarme? El hecho de buscar una secretaria no lo obliga a llegar a tales extremos. Secretarias hay muchísimas y…-

    -¿Quiere dejar de decir necedades por dos minutos y escucharme?- su tono la obligó a arrellanarse en una silla –Hasta ahora, lo único que he hecho es invitarlas a almorzar. Si continua como hasta ahora, cuando Sango y Kurumi regresen aún estaré esperando la oportunidad de hablar-

    -¿Por eso quería que Sango subiera a descansar? ¿Qué intenta decirme que Sango no lo pueda oír…?-

    -¡Kagome!- levantó la voz, dejándola con la boca abierta –Así está mejor- refunfuñó él mientras ella guardaba silencio –Deseo repasar las cosas que la obligan a marcharse de su casa y a abandonar su trabajo. Supone que Aikawa, cuando menos, obtendrá el derecho de ver a Kurumi. El argumentará ante los tribunales que podrá ofrecerle a la niña un hogar, incluso una mujer que no necesita trabajar y puede dedicar todo su tiempo a Kurumi. No se si se negará o no el caso, pero tengo una forma de evitar que presente la solicitud ante los tribunales-

    -¿Cuál?- Kagome se enderezó para mirarlo.

    -Pagarle con la misma moneda. El va a casarse en un mes. Cásese conmigo-
     
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