Pesadilla Lúcida

Tema en 'Relatos' iniciado por Alainne, 24 Febrero 2012.

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  1.  
    Alainne

    Alainne Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    30 Agosto 2009
    Mensajes:
    92
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Pesadilla Lúcida
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    693
    Bueno, aquí vengo de nuevo con otro relato corto que se me ocurrió hace unos días.
    Espero que os guste.


    Pesadilla Lúcida

    Frío. Eso es lo que sentía, un frío que se colaba por mis huesos, entumeciéndomelos e impidiéndome moverme.
    Poco a poco, iba cayendo en el profundo abismo de la desesperación. La agonía machacaba mis fuerzas, haciendo mi carrera cada vez más lenta y más pesada. En poco tiempo, mi cuerpo caería inerte al suelo, enterrado en vida mientras mi corazón emitía sus últimos latidos.

    El lejano aullido de un lobo me erizó los pelos de la nuca, poniéndome la carne de gallina después de que un escalofrío me recorriese la columna.

    Giré mi cabeza hacia esa dirección, sintiendo el miedo recorrer mis venas al ver unos ojos destellantes mirándome en medio de la oscuridad.
    El frío y el terror me dejaron inmóvil, incapaz de hacer algo más que quedarme allí, mirando a los ojos a mi depredador, observando sus ojos carmesí.
    Mis piernas empezaron a temblar, mi cuerpo era presa del miedo, el frío y el agotamiento. Las fuerzas me abandonaban.

    Mientras luchaba por seguir en pie, el aire se agolpó en mi garganta al ver que, tras un parpadeo, esos siniestros ojos se abrían mucho más cerca de mí.

    Sentí ganas de gritar, pero el gélido aire me había congelado la garganta y los pulmones y apenas podía respirar sin sentir un fuerte dolor.
    Sabía que si no me mataban las bestias del bosque lo haría el frío, pero yo no les iba a dejar atraparme, quedándome quieto para que me devoraran, correría mientras mi cuerpo conservase una pizca de vida, una débil llama de esperanza en medio de la presencia amenazadora de la muerte.

    Me di la vuelta y corrí con toda la velocidad que mi entumecido y agotado cuerpo me permitía.

    Los gruñidos no tardaron en oírse, había comenzado la cacería. Y yo era la presa.


    Choqué varias veces con los gruesos y ásperos troncos de los nevados árboles que formaban el bosque, tirando la nieve que se acumulaba en las poderosas ramas.
    Empecé a desesperarme de nuevo, iba perdiendo fuerza y los gruñidos y pisadas cada vez eran más fuertes y cercanas. Me ganaban.
    Aceleré mis piernas, sintiendo mis pulmones arder por el esfuerzo que la acción me comportaba, pero no me importó, seguí corriendo, chocando con más árboles en mi camino.

    Escuché un llanto mezclarse con los sonidos de mi respiración acelerada y los gruñidos de los lobos que me perseguían y cometí el peor error.

    Me detuve.

    A los pocos segundos, una manada de famélicos lobos me rodeaba, mirándome vorazmente con sus ojos carmesí. Tenían hambre y yo era su comida.
    El bosque quedó en un repentino silencio sepulcral y otro sollozo rasgó el aire. Entonces me di cuenta de la gravedad de mi error.

    Era yo el que lloraba. Y me había detenido, poniéndome a merced de los lobos.
    Caí al suelo de rodillas, suplicando que me matasen rápido. Después, grité roncamente al sentir un dolor inmenso en el tobillo.
    Me giré y vi a un inmenso y sucio lobo pardo que incrustaba sus afilados colmillos en mi carne abierta, haciendo que la sangre caliente brotase, como una cascada roja.
    Al sentir mi mirada, el lobo alzó su cabeza y me miró unos instantes antes de abalanzarse contra mí con sus fauces abiertas.

    No me dio tiempo a reaccionar.


    Me incorporé en mi cama de un salto, sudado y agitado. El terror aun recorría mi cuerpo, más no el frío ni el cansancio, solo productos del sueño. Mi respiración comenzó a relajarse, consciente de que todo era un sueño y no corría peligro.
    El llanto de un lobo rompió el silencio y sentí como mi tobillo ardía.
    Hay sueños que no son lo que parecen. Y yo llegué tarde a darme cuenta.
     
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  2.  
    Haylie

    Haylie Bruja

    Géminis
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    Escritora
    *-* Muy Bueno !
     
  3.  
    cuki

    cuki Entusiasta

    Cáncer
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    Pluma de
    Escritor
    Lo que más me ha gustado de tu historia es lo bien narrada que está. Mientras leía podía imaginarme perfectamente la escena, incluso los sonidos.
    Ha habido un trozo que me ha gustado mucho.

    ``Era yo el que lloraba. Y me había detenido, poniéndome a merced de los lobos.

    Escuché un llanto mezclarse con los sonidos de mi respiración acelerada y los gruñidos de los lobos que me perseguían y cometí el peor error.

    Me detuve.
    A los pocos segundos, una manada de famélicos lobos me rodeaba, mirándome vorazmente con sus ojos carmesí. Tenían hambre y yo era su comida.
    El bosque quedó en un repentino silencio sepulcral y otro sollozo rasgó el aire. Entonces me di cuenta de la gravedad de mi error.´´


    Pues lo dicho, a la espera de más historias, nos vemos.
     
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