Self-insert Paulijem «El Terror».

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xD Juro que es la primera vez que hago esto, así que si ven algo que no está bien me lo dicen. Espero que les guste :v

—Paulijem se acerca, puedo sentirlo. —El anciano tenía sus manos en el suelo que temblaba de una manera poco usual. Los animales a su alrededor mantenían sus pelajes encrespados, sabiendo de antemano que algo se acercaba.

Y él sabía lo que era: el mal en persona.

—Y viene acompañada. —Murmuró su aprendiz sosteniendo el báculo de madera entre sus manos. —Jauría de perros salvajes, tal vez.

—No —aseguró reincorporándose, clavando su mirada gris en el horizonte. Una nube negra comenzaba asomarse entre las altas montañas de Médula tan similar a la peste negra de hacía quinientos años —, trae a su Ejército de Mortíos. —Miró al chico por encima de su hombro. —Avisa al Consejo, que todos se oculten.

—¿No lucharemos? —Preguntó con cierta molestia a lo que éste se giró y alargó su mano para darle un golpe en la cabeza.

—Cállese, vaya con el consejo. —El chico hizo una reverencia y le devolvió el báculo antes de subirse a su caballo y emprender un viaje de una hora hasta el Consejo. Las posibilidades de que llegara era casi nula, pero al menos lo había intentado.

Una vez solo, el anciano miró la gema en el pedazo de madera alargada y tallada que los dioses le habían obsequiado hacía ya muchísimo tiempo. Y desde ese tiempo incontable fue conocedor del gran terror del mundo al que debía proteger. Una muchacha que no aparentaba más de veinte años: Paulijem «El terror», dueña de las bestias de las profundidades del abismo, reina de los muertos. Y aquellos que habían vendido su alma por años de vida por cobardía, le llamaban la «Diosa de las sombras».

Sólo una vez la había enfrentado y algo le aseguraba que ese agosto de abundancia, también lo haría. Cerró sus ojos un instante disfrutando de la serenidad de los campos de Médula y el aroma de las flores silvestres inundar sus fosas nasales. Había vivido demasiado para darse cuenta lo poco que había disfrutado de ese paraíso. Cuando abrió sus párpados se encontró con ella frente a él, en compañía de su ejército del mal.

—Kyler.

—Paulijem. —Ella sonrió de manera maníaca, sus ojos oscuros se tornaron rojizos y su piel aún más pálida de lo que era.

Estaba enojada, muy enojada de verlo allí. Médula no siempre había acudido a él. Pero esta vez, cuando sus posibilidades de sobrevivir llegaron a cero, buscaron su ayuda. Sabían que él podría contra ella, al menos a esa conclusión habían llegado pues no por nada se hacía llamar «El protector».

—Linda reliquia. —Murmuró con fingida suavidad mientras llevaba su mano hacia su espalda y sacaba algo alargado. —Pero creo que la mía lo es aún más. —Era una daga negra, un objeto poderosamente oscuro que provocó que Kyler retrocediera. —¿No crees?

—Eso es... Es peligroso incluso para ti.

—No me subestimes, Gran protector. Me he vuelto muy poderosa después de nuestro último encuentro. —Se paseó frente a él con mucha seguridad encima, moviendo sus caderas de forma seductora. —Puedo perdonar tu vida si dejas que extermine a Médula como escrito está. Deberías saber que también puedo tener mis momentos de benevolencia.

—No me moveré de aquí. —Kyler se colocó en posición de pelea y Paulijem soltó una risotada engreída.

—Entonces, jamás olvidaré tu valor. —Dijo antes de desaparecer. El protector se giró inmediatamente hacia todas partes manteniéndose alerta, apretando su báculo con fuerzas preparado para lo que sea. Pero jamás logró dar con ella; abrió los ojos con sorpresa cuando sintió el filo de la daga atravesarle el pecho. —Podrás reencontrarte con Médula en el más allá, Kyler... —Sacó el arma blanca sin más y empujó el cuerpo sin vida contra el suelo. Lo observó con asco un instante antes de girarse hacia su ejército que hasta ese entonces, se había mantenido en silencio. —Maten a todos, no quiero sobrevivientes.