Long-fic de Inuyasha - Ojalá (Kago&Inu no Tashio)

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Kikuz-sama, 6 Enero 2017.

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    Kikuz-sama

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    Ojalá (Kago&Inu no Tashio)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
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    Dedicado a @Flemy Speeddraw. Espero sea de tu agrado y, ya que es tu reto, me digas si algo no te convence del todo o quieras cambiar algo :D También trataré de que el Long-fic no sea tan largo (entre cinco y diez capítulos). Sin más por el momento, disfruten la lectura :D



    Prólogo


    Amargas lágrimas corrieron por sus mejillas. Sabía que no tenía derecho a reprocharle nada y, aún así, no podía evitar ese lacerante dolor que brotaba del centro de su pecho. Estaba consciente de que permanecer al lado de Inuyasha había sido decisión suya y que, masoquistamente, prefirió mantenerse dentro de ese unilateral amor antes de alejarse de él. Pero ahora que lo veía a él al lado de Kikyo, tan melancólicamente feliz y ajeno del resto del mundo, supo que quedarse fue un error.


    Inuyasha no la veía de la forma en la que Kagome deseaba y eso no era culpa de ninguno de los dos. Un lastimero sollozo escapó de sus labios al encontrase frente a esa innegable realidad y pudo jurar que escuchó el estridente sonido de su corazón al romperse a causa de su primer amor. En ese momento supo que ya no podía permanecer ahí, por lo menos no esa noche. Quería irse a casa y recoger los trozos de su maltrecho corazón. Le pondría un parche y al día siguiente regresaría, fingiendo una sonrisa.


    Fue hacia el pozo. Al llegar se inclinó dispuesta a lanzarse e ir a casa pero el brillo de la perla que llevaba al cuello la detuvo. La miró con resentimiento y estuvo dispuesta a arrancársela del cuello, sin embargo, no fue capaz de hacerlo pues era el único lazo que la unía con esa época. Y mientras la observaba no pudo evitar pensar: Ojalá no te hubiera conocido, Inuyasha. Suspiró resignada y en vano trato de deshacerse de las múltiples predicciones pesimistas que nublaban su razón. Así que en un intento de escapar de su patética situación, se lanzó y dejó que la oscuridad del pozo la devorara.


    Al sentir nuevamente el suelo bajo sus pies, comenzó a escalar y al llegar a la superficie frunció el ceño. ¡Aquello tenía que ser una broma! ¿Por qué no llegó a su casa? Frustrada golpeó la desgastada madera provocando así que un agudo dolor la recorriera. ¿Por qué le quitaban su única vía de escape y la privaban de su refugio? Desganada salió completamente del pozo y se dirigió hacia la aldea tratando de recomponer su sonrisa.


    Iba tan encismada en sus desalentadores pensamientos que no notó las dos personas que corrían a toda prisa en su dirección. Fue el grito femenino el que la alertó del peligro, despertandola de su triste ensoñación. Fijo su vista al frente y se encontró con un bella mujer que precariamente se refugiaba detrás de un hombre; éste intentaba protegerla. Aunque, al estar armado solamente con un arco y un par de flechas, no le ofrecía mucha resistencia al youkai que los atacaba. Kagome, al verlos indefensos y siguiendo su instinto suicida, corrió hacia ellos.



    —Entregame el arco y las flechas. —Le ordenó al hombre y él la miró como si no comprendiera. —Soy una sacerdotisa.



    Había duda en su mirada pero al ver al youkai que se disponía a atacarlos se los entregó. Se colocaron detrás de ella y esperaron por un milagro. Kagome tensó la flecha, apuntó y disparó. La saeta se desvió y, en lugar de lar en el pecho del demonio, le dio en el brazo. El youkai aulló de dolor y lanzó en su dirección un zarpazo. Ella se dio cuenta de que no iba a ser capaz de lanzar otra flecha ni de correr en otra dirección por lo que cerró los ojos esperando lo peor, no obstante, el dolor no llegó. Abrió los ojos y frente a ella encontró la luz del kaze no kizu. Su corazón latió desenfrenado pues Inuyasha nuevamente la había salvado.



    Se puso en pie y corrió a auxiliar a los sujetos que intentó proteger. Con alivio comprobó que se encontraban bien así que giró en dirección a donde suponía se encontraba Inuyasha pero la visión que la recibió la hizo entrar en shock. El Daiyoukai que orgulloso se erguía frente a ella, la miró con esos profundos y letales orbes ambar. Abrió la boca pero no fue capaz de pronunciar ninguna palabra, el miedo la había dejado paralizada.



    —¿También eres guardiana de esa humana? —Inquirió y esa profunda voz hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.



    —Ella no es ninguno de mis subordinados. Déjala ir, tan sólo tuvo la poca fortuna de quedar atrapada en fuego cruzado. —La voz de esa delicada joven obligó al hombre a apartar la mirada lo que le permitió quedar libre de ese increíble presión.



    Clavó la mirada en la frágil figura de la mujer y una histérica risa escapó de sus labios al reconocerla. Era Izayoi, la madre de Inuyasha. En ese momento sintió el palpitar de la perla y un rayo de comprensión la alcanzó. ¡Estúpida y defectuosa joya! Un pensamiento provocado por el despecho y dolor la había enviado a la época en la que los padres de Inuyasha se conocieron. ¿Por qué? ¡Ella sólo deseo no haberlo conocido, no que no naciera!



    Sintió un dolor punzante en la cabeza y todo se volvió borroso. Lo último que vio fueron unos ojos dorados, tan familiares y al mismo tiempo tan desconocidos…
     
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    kyaaaaa! me encanta, esta muy buena! y no te preocupes me encanto el prologo, sigue asi!
    espero con ansias el próximo capitulo!!
     
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    Kikuz-sama

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    Me alegra que sea de tu agrado. Y disculpa la tardanza pues aún no tenía bien definido como continuar pero, creo que ahora vamos viento en popa :D Sin más, espero que disfrutes la lectura @Flemy Speeddraw.



    I


    La cabeza le palpitaba con fuerza. Sentía como si esta fuera a estallarle; casi podía jurar que presentaba los síntomas de una terrible resaca. Mantuvo los ojos cerrados e intentó recordar en que momento de su patética decepción decidió embriagarse. Sonrió con ironía y cierta pena pues lo más probable era que su malestar se debiera a la torpeza. Seguramente, al encontrarse tan emocionalmente inestable, corrió sin prestar atención y cayó, golpeándose la cabeza. Sí, eso debía ser.


    Inuyasha...


    En el momento en el que ese nombre escapó de sus labios, recordó lo sucedido la noche anterior. Se incorporó rápidamente y abrió los ojos desmesuradamente. Sintió que le faltaba el aire y entreabrió los labios en un intentó de sonseguir el oxigeno necesario para no ahogarse bajo la aplastante y terrible realidad. El cuerpo le pesaba y parecía incapaz de responderle con satisfacción. Corporalmente trataba de negar su situación actual.


    ¡Se encontraba sola! Estaba desamparada en un lugar donde se llevaba a cabo una batalla aún más encarnizada y feroz que en el Sengoku. Los youkais y humanos peleaban a muerte por poseer el territorio y expulsar al otro. Bien lo expresó Izayoi, tuvo la mala fortuna de aparecer en el peor momento y quedar atrapada en fuego cruzado. ¡Y todo por esa estúpida y defectuosa joya!


    Golpeó el suelo con rabia y ahí, en medio del pánico expresado mediante una rabieta, percibió que la Shikon no Tama no colgaba de su cuello. Un gritó salió de sus labios al percibir la precaria situación en la que se hallaba. Sí perdía ese gran fragmento de la perla podía despedirse de la única oportunidad de volver a ver a Inuyasha y de regresar a casa…


    Cuando se enfrentó a la posibilidad de ser incapaz de retornar a la época de Inuyasha sintió que una abrumadora fuerza le oprimía el pecho. Sin poder evitarlo las lágrimas corrieron a raudales por sus mejillas. Experimentó tanto miedo y desesperación que por un momento la vorágine de emociones la dejó paralizada ocasionando que su cuerpo cayera inerte al suelo. Segundos después, toda la emoción acumulada desde que vio a Inuyasha con Kikyo y luego el shock de ver a Inu no Tashio, explotó en un desgarrador llanto.


    Entre sollozos y dolorosos anhelos fue transcurriendo el tiempo. Poco a poco Kagome se calmó y se avergonzó ante la terrible perdida de control de sí misma. Secó sus lágrimas y respiró profundamente, tratando de armarse de valor. Se puso en pie y meditó acerca de cómo debía proceder. Lo principal era recuperar la Shikon no Tama, averiguar el lugar en el que se encontraba y regresar a la aldea para revertir su estupidez.


    Convencida de su plan, asintió vigorosamente y se concentró en encontrar la presencia de la perla. Esta no se hallaba lejos del lugar en el que ella se encontraba. Salió de la habitación y siguió el rastro de la Shikon no Tama. Mientras caminaba percibió las múltiples miradas que en su espalda se clavaban y, aunque amenazaron con intimidarla, Kagome no lo permitió. No podía darse el lujo de ser cobarde en ese momento pues en ese lugar nadie la protegería; ella tenía su supervivencia en sus manos.


    Siguió avanzando y lentamente redujo la distancia hasta que se encontró frente a la habitación donde estaba la joya. Dudó un segundo pero el deseo de ver nuevamente a Inuyasha y sus amigos le proporcionó el valor necesario para seguir adelante. Con resolución deslizó el shoji y la visión que la recibió la dejo paralizada. Frente a ella se hallaba el orgulloso Daiyoukai que vio la noche anterior, pero que a la luz del sol ofrecía una imagen distinta que impedía dejar de mirarle.


    Su corazón se olvidó de latir y al volver a hacerlo, decidió correr contra el reloj y duplicó sus latidos. En ese instante la chica supo que era una contradicción, se sentía temerosa y ansiosa; además de encantada. ¿Cómo era posible que en un sólo ser se pudiera representar tanta bondad y al mismo tiempo tal ferocidad?


    En el momento en el que Kagome abrió la puerta, Inu no Tashio estaba cobijando el frágil cuerpo de Izayoi. La acción tan generosa paso a segundo plano en el momento en el que los dorados orbes se posaron en ella y la miró como si estuviese preparado para atacarla. La desconfianza del ambar chocó con la sorpresa del zafiro.


    La respiración de la azabache trastabilló ante la mirada dorada que él le dedicó. Y no sólo fue por el hecho de la intensidad con la que la miraba sino por el encanto que rodeaba al guerrero. Ella estaba preparada para encontrarse con el fiero y temido Daiyoukai pero no para quedar atrapada ante aquel atractivo que la seducía como el canto de una sirena. Si Inuyasha y Sesshumaru eran increíblemente hermosos, no eran competencia para la belleza y letal atractivo que rodeaba a este ser.


    —¿Has venido a corroborar si tu señora aún sigue viva? —Inquirió, ocasionando que un escalofrío recorriera la espalda de la chica. ¿Por qué, la noche anterior, no notó la cadencia de su voz?


    Miró el cuerpo de Izayoi y se avergonzó al ser tan egoísta por olvidarla y sólo pensar en lo que ella necesitaba. Empero, Kagome era consciente de que no podía permanecer tanto tiempo en aquella época pues afectaría ese futuro en el que vivía Inuyasha y los demás. Por ello decidió seguir la corriente con lo que dijo Izayoi antes de que la azabache se desmayase.


    —Por la noche la joven corrigió tu error, yo no trabajo para ella.


    Por un par de segundos él no se movió, sólo se limitó a observarla y Kagome casi pudo jurar que la analizaba. Después desenvainó su espada y la blandió en dirección a Izayoi.


    —Entonces no importara que la mate.


    —¡No lo hagas! —Gritó mientras corría a interponerse entre el letal guerrero y la durmiente chica.


    —¡Apartate! —El Daiyoukai le ordenó tratando de intimidarla pero ella no se inmutó.


    —No puedo permitir que termines con su vida. —Kagome contestó con determinación. Estaba consciente de que era temerario y tonto enfrentarlo al estar desarmada pero tenía que evitar que Inu no Tashio cometiera el peor error de su vida.


    —Acabas de asegurar que no trabajas para ella. —Sentenció con una cínica sonrisa adornando sus labios.


    —Y no lo hago, pero al igual que la noche anterior no puedo permitir que muera. No quiero ni puedo cargar con su muerte sobre mis hombros. —Ante aquella mirada él, elegante y sarcásticamente, levantó una ceja.


    —Una muerte más o una menos no cambia el mundo.


    Kagome lo miró incrédula. Tal vez, en ese momento, la muerte de Izayoi no significaba nada para él pero que ella desapareciera del mundo si cambiaría las cosas. Por lo menos el mundo que la azabache conocía no sería igual. Sin Izayoi, Inuyasha no existiría. Y, al intentar imaginar un mundo sin él, su pecho dolió. No, no podía permitir que la asesinara.


    —Ella es importante. —Fue su única respuesta.


    —Lo sé. Es hija de un terrateniente. -Esa declaración la tomó por sorpresa.


    —Déjala ir. —Pidió, casi suplico.


    —No puedo hacerlo. Su familia nos ha declarado la guerra.


    —No la mates.


    —Es necesario. Mandaría un puntual mensaje. Será mi última advertencia.


    —Es un error. Esto sólo haría inminente la guerra. —Gritó desesperada, sintiendo que la situación escapaba de su control.


    —Con o sin su muerte, habrá una guerra. —Sentenció, sombrío.


    —Busca una tregua.


    —Los humanos y los youkais no confían los unos en los otros.


    La constante negativa con la que chocaba la llevó a una desesperación tal que estuvo tentada a tirar de su cabello. Cerró los ojos sintiéndose abrumada por todo. ¡Esto era demasiado para sus frágiles hombros!



    —Aún así, no puedo permitir que la mates. —Lo miró a los ojos, determinada y suplicante. —Déjanos ir.



    —No puedo conceder tu petición. Si ponen un pie fuera de mi palacio su vida terminará.


    Los ojos se le llenaron de lágrimas. ¡Lo único que quería era ir a casa! ¿Por qué tuvo que ser tan tonta como para pensar que era mejor no haber conocido a Inuyasha? No puedo más, el peso de esa realidad hizo que sus rodillas se doblaran y cayera. Llevó sus manos a su rostro sintiendo como lentamente el pánico se apoderaba de ella.


    Salvame Inuyasha…
     
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    Flemy Speeddraw

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    Me encanto!
    realmente me alegra que puedas hacer este fanfic tan bien y no te preocupes por el tiempo hazlo con calma.
    sigue asi!
     
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    Vengaaaaaaa. Hace tiempo que no me había enganchado con un fanfic. De hecho hace tiempo que ya no leo acerca de éste gran anime :')

    No puedo creer que hayas logrado capturar mi curiosidad y mi espíritu fangirl.

    ¡Me encanta!

    No recuerdo mucho el anime, pero sin duda no muestra cómo se inició la relación entre estos dos. Sólo recuerdo que Izayo ayudó a Inu cuando éste estaba herido (Corrigeme si me equivoco). En otras palabras no me imagino cómo pudo ser éste gran general antes de que se enamorara y encuentro bien acertado lo que describes.

    Esto me recuerda a un fanfic que leí hace seis años y que amé. Una lástima que no hay muchos de esta pareja... Y sin embargo está el tuyo.

    Siento que te adoro jaja.

    Me gustó, me encantó y me fascinó.
    Amo tu pluma y tus descripciones.

    Dime que continuarás pronto porque oficialmente me considero fiel lectora de este fanfic
     
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    Kikuz-sama

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    @Flemy Speeddraw y @Ámbar gracias por sus comentarios. Y, Ámbar, yo tampoco me acuerdo bien como se conocieron Inu no Tashio e Izayoi, creo que la salva de un ataque youkai (?) aunque no me he ocupado de buscar él cómo ya que la historia va por otro lado. Espero el capítulo les guste y, nuevamente, gracias por el apoyo :D

    II

    Kagome sentía que se ahogaba. No podía respirar. ¡No quiero estar aquí! ¡Inuyasha! ¡Inuyasha, salvame! ¡No quiero morir aquí! El miedo, una vez más, logró que la chica perdiera el control de sí misma y cayera en la desesperación. Y, justo cuando parecía que había tocado fondo, unos cálidos y firmes brazos la sujetaron.


    Los fosas nasales se llenaron de un aroma varonil que la dejó aturdida y ocasionó que su llanto se detuviera debido a la sorpresa. Su cuerpo se encontró apoyado en uno que le trasmitió una seguridad tan familiar y, contradictoriamente, tan diferente a la que estaba acostumbrada.


    —Mirame. —Esa fue una orden suavizada con un tono conciliador.


    Quiso negarse pero esa voz tal parecía que lanzó un hechizo sobre ella pues no pudo hacerlo. Levantó la vista y ahí estaban esos ojos dorados como el sol, aquellas orbes que heredaron Sesshomaru e Inuyasha, pero que eran diferentes a la de ambos. Mientras que las del primogénito eran letales y frías, las del seguro transmitían fiereza y calidez. Y esa mirada encerraba ambas. ¿Cómo Inu no Tashio podía encerrar dentro de esas orbes dos mundos tan diferentes y expresarlos con una mirada?


    El fiero guerrero se encontraba postrado en las rodillas, colocado a su altura, abrazándola para hacerla sentir segura. ¿Por qué? Kagome se sonrojó al percibir la poca distancia que la separa el Daiyoukai. No lo había notado, pero inconscientemente se acercó más a él. Tal parecía que el guerrero poseía un imán que la atraía con una fuerza abrumadora. Es sólo porque se parece a Inuyasha. Y, eso era cierto, en más de un sentido.


    —Voy a protegerte. No permitiré que mueras aquí. —Sentenció el albino y esas palabras ocasionaron que su sonrojo aumentara y su corazón comenzara a latir desesperadamente. Avergonzada se puso en pie, rompiendo el contacto con el intimidante ser, y colocó una distancia prudente entre los dos.


    —Soy humana y soy una sacerdotisa. Dos cosas en las que, por naturaleza, estás en contra. ¿Por qué querrías protegerme? —Inquirió insegura, sintiéndose frágil, cómo una chica frente a su enamorado. Experimentando ese torbellino de emociones que sólo Inuyasha despertaba en ella.


    ¡Concentrate, Kagome! Es sólo porque se parecen.



    Aunque eso no era del todo cierto. No estaba preparada para admitir que el Daiyoukai que se encontraba frente a ella, la impresionaba y no precisamente por ser un guerrero poderoso ni por ser increíblemente peligroso. Cuando la azabache lo veía, observaba al hombre. Ese pensamiento hizo que su cara enrojeciera y tratando de ocultarlo, miró el suelo. ¿Qué es lo que le pasaba? ¡Todo era culpa de la perla! ¡Ah, estúpido corazón! Llevó su mano al pecho y lo cerró en un puño. Se sentía tan impotente por no ser capaz de controlarse.


    Al verla tan desolada, Inu no Tashio malinterpretó el gesto, se puso en pie y se acercó al escritorio que se encontraba en el fondo de la habitación. Abrió un cajón y sacó algo. Volvió sobre sus pasos y se colocó frente a Kagome, aunque mantuvo la distancia que ella colocó entre ellos.


    —¿Viniste aquí buscando esto? —Preguntó, mostrandole el gran fragmento que estaba a su cuidado. Sin pensarlo se lanzó por la perla pero antes de que pudiera tocarla, él volvió a esconderla.


    —¿Donde está el resto? —Inquirió mostrando una clara curiosidad.


    —No lo sé, estoy en su búsqueda. —Y eso no era una mentira, sólo una parcial verdad. —Devuélvemela. —Ordenó en el mismo tono autoritario y conciliador que él empleo con anterioridad.


    —No. —Su negativa la descolocó. ¿Es que tendría que pelear por ella?


    —¿Para que la necesitas?


    —Para nada. Yo ya soy el ser más poderoso. —Contestó y esa afirmación no se escuchó como un alarde sin sentido. En ese momento, la arrogancia que mostró lo hizo más parecido a Sesshomaru pero él no era tan frío pues una cínica sonrisa adornaba sus labios. —Pero esto servirá de garantía.


    —¿Qué?


    —Propusiste que buscará una tregua con los humanos. Por mi cuenta yo no puedo hacerlo. Desde la perspectiva de los de tu especie, nosotros somos el enemigo a vencer pero si un humano es el que la busca, todo sería diferente.


    —¿Y que sucede con los youkais? Desde el punto de vista de tu especie, los humanos son basura. —Contestó molesta. Ella no quería ser parte de eso, su participación cambiaría el futuro. Tan sólo deseaba ir a casa.


    —Yo me encargaré de ellos. Nadie podrá rebelarse ante el mandato de Inu no Tashio.


    —¿Por qué yo? Izayoi también es importante, ella tiene influencia entre los humanos. Es una princesa, puede hacerlo. —Y eso era conveniente pues así esos dos podrían pasar tiempo juntos, se enamorarían e Inuyasha nacería.


    —Su influencia es limitada. Todas las personas toman en alta estima la opinión de una figura… ¿sagrada? —Lo último lo pronunció como si fuese una pregunta mientras levantaba una ceja. Después la observó con detenimiento. —¿Que clase de ropa es esa que usas? No es vestimenta de una sacerdotisa.


    —Es ropa común de donde vengo. —Contestó al mirar hacia otro lado, tratando de ocultar su vergüenza.


    —Entonces, ¿la mitad de sus habitantes caminan semidesnudos por la calle? —Le preguntó divertido, no pudiendo evitar el deseo de molestarla. Eso ocasionó que Kagome le lanzará una mirada amenazadora, una de las tantas que le dedicaba a Inuyasha y que lograba hacerlo desistir de sus estúpidas bromas, pero que con el Daiyoukai sólo lograba animarlo más. —Tal vez deba visitarlo. Sería agradable tener más vistas como ésta.


    Y eso fue la gota que derramó el vaso. ¿Quién se creía para hablarle de ese modo? Kagome no estaba ahí para su diversión, no era su juguete y él estaba loco si creía que permitiría que la tratará así. Fue hacia él y levantó la mano dispuesta a darle una bofetada pero él la detuvo antes de que conectará el golpe. Clavó sus orbes doradas en las azuladas de la chica con una nueva intensidad, una que no trataba de intimidarla, o por lo menos no como Daiyoukai.


    —Quitate la ropa.


    ¿Qué?



    La forma en la que la miraba no daba lugar a pensar que se trataba de una broma. Avergonzada por la cercanía y sus palabras hizo lo único que podía. Levantó su mano izquierda y lo abofeteó. Pero el guerrero no se inmutó y también sujeto su otra mano. Inmediatamente uso su pierna para hacer que la chica perdiera el equilibrio y, al caer, él la inmovilizó con su cuerpo.


    Kagome no podía creer la situación en la que se encontraba. Era tan surreal e irracional. ¿Cómo diablos llegaron a ese punto? El guerrero se inclinó sobre ella y la piel se le erizó al sentir la respiración sobre su cuello.


    —¿Quieres que te haga mía, pequeña sacerdotisa? —Y esa voz, cargada de sensualidad, envió un escalofrío por su espalda.
     
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    Flemy Speeddraw

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    que emoción me da leerlo!
    me encanta como vas desarrollando las cosas, sinceramente no podia pedir mejor escritor para que tomara el reto!
    eres grandiosa!! sencillamente grandiosa!!
    sigue asi, no tengo ninguna queja o aporte para lo que escribes, realmente lo haces muy bien por ti, esperare el siguiente capitulo con mucho entusiasmo.
    te adoro!
     
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    Ámbar

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    Recién vengo por acá y Oh, cielos...

    ¡No puedes dejarlo ahí, mujer! ¡Simplemente no puedes!
    Inu es tan asdfghjkl, ay no sé, leerlo me causó un paro cardíaco. ¡Me encanta!

    Además tú lo describes tan bien y siento que ésa personalidad le queda bien, siento que es él.

    Amé el capítulo.

    Por favor continua pronto *-*
     
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    Kikuz-sama

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    Después de una larga ausencia, de verdad una disculpa Flemy Speeddraw pero he tenido un par de problemas fuera del foro, les traigo la continuación. Espero les agrade y gracias por el apoyo. Disfruten la lectura :D



    III

    La chica no podía salir de su asombro. ¿Qué clase de mala broma era esa? ¿Cómo pasaron de una pelea a un intento de seducción? El escalofrío que le recorrió la espalda a causa de su cálido aliento le despertó un millar de emociones. No era capaz de negar que se sentía nerviosa y, hasta cierto punto, intimidada por la forma de actuar del guerrero; pero también había una pequeña parte de ella que disfrutaba un poco de ello.

    Miró esos ojos dorados y se le formó un nudo en el estomago. Inu no Tashio realmente era atractivo. Ese pensamiento provocó que sus mejillas se colorearan de carmín y su corazón acelerara su ritmo. Kagome abrió los ojos más de la cuenta pues la asustaba la vorágine de emociones que experimentaba. Y eso la hizo recordar que, por lo menos una vez en la vida, los seres humanos están destinados a sentir algo con una fuerza tan arrolladora que tiene el poder de mover los cimientos de su mundo.

    Kagome pensó que ese momento ya lo había tenido. Creyó que el instante en el que su mirada se cruzó con la de Inuyasha, la suerte fue echada y ese sentimiento que la recorrió de pies a cabeza era el evento detonante que cambiaría su vida; y, a pesar de ser una situación que hizo que su vida diera un giro de ciento ochenta grados, no podía compararse a éste. ¡Por supuesto que no! Hasta el momento nunca experimento algo similar a lo que le ocasionaba la cercanía de Inu no Tashio.

    Y no sólo se debía a la evidente violación de su espacio personal, que ocasionaba que las respiraciones se mezclasen a tal punto que respiraban el aliento del otro, no, todo se reducía a esos ojos ámbar que la mantenían prisionera en el suelo. La azabache no comprendía como es que esos ojos, que eran idénticos a los de su amado, le producían un mar de emociones nuevas y, al mismo tiempo, aterradoras. Y eso era lo que más la desconcertaba, pues a pesar del creciente miedo y de la inicial sorpresa, una pequeña parte de ella anhelaba que le perteneciera esa mirada. ¿Por qué? Kagome era consciente de que el cuerpo que se encontraba sobre ella no era el de su amado y, aún así, no era capaz de forcejear pasa tratar de sacárselo de encima.

    Los ojos se le llenaron de lágrimas pero no fue debido al temor que le producía sentir el peso del guerrero. Comenzaba a sentirse frustrada por encontrarse en medio de una situación que no comprendía del todo. Y ahora no sólo era el hecho de encontrarse en otra época, sino a causa del efecto que el guerrero tenía sobre ella. ¿Acaso no amaba a Inuyasha? ¿Entonces por qué reaccionaba de esa manera ante el Daiyoukai? ¿Acaso se debía al unilateral amor que la mantenía unida al albino?, y si era así, ¿que tan bajo tenía que caer para fingir que por fin obtuvo una mirada de interés por parte de él? , ¿qué tan desesperada debía encontrarse para ilusionarse con esa imagen que hacia eco a la que verdaderamente amaba? Todo aquello fue demasiado para ella. Sucumbió ante el aplastante peso de una desesperación que, honestamente, no debería estar sintiendo.

    Inu no Tashio, al verla tan desesperada, por primera vez en muchos años sintió culpa. Realmente no pretendía asustar tanto a la chica, tan sólo quería jugar un poco y probar su valor. Sin embargo, al verla tan rota debajo de él y saber que era a causa suya, lo hizo sentir el ser más despreciable del mundo. Aún con la culpa colgando de sus hombros, se quitó de encima y la sentó en su regazo. Acarició su cabello y torpemente intentó consolarla. Tal vez lo correcto era dejar que se marchara pero… no queriendo ahondar más en esas absurdas razones del por qué ella no debería irse, tomó el fragmento de la perla y lo colocó en la pequeña mano de la chica.

    Sorprendida ella levantó el rostro y lo miró con esos ojos del color del cielo que ocasionaron que las palabras quedaran atascadas en sus labios. Ella realmente era una mujer hermosa. Sintiéndose repentinamente como un chiquillo, desvió la mirada e intentó ignorar el sonrojo que comenzaba a colorear sus mejillas.

    —Te devuelvo esto. Puedes seguir tu camino. —Y, por alguna razón en la que no quiso detenerse a reflexionar, decir aquello le provocó un pinchazo en el pecho.

    —¿De verdad puedo irme? —No quiso mirar la felicidad que ya era palpable en voz por lo que sin mirarla se limitó a asentir.

    El silencio los envolvió un par de segundos antes de que fuese roto nuevamente por la chica: —¿También dejarás que se vaya Izayoi?

    —Ella también se irá.

    —¿Lo hará viva?

    El silencio fue su elocuente respuesta. Sintió que el cuerpo de la chica se tensaba y antes de poder reaccionar, ella lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla. Su sorpresa fue grande al ver el cambio en su mirada. No había la fragilidad de hace unos minutos, en su lugar esa debilidad fue sustituida por una determinación que era capaz de rivalizar con la de él. Antes el color de sus ojos era claro como el de un cielo despejado, ahora tenía la fuerza del fuego, de unos llamas azules.

    — ¡No puedes matarla!

    —Es una guerra.

    —En ese caso conseguiré una tregua. —Y la seguridad con la que dijo eso la hizo parecer una guerrera. Tomó su mano y le entregó la perla. Nuevamente hubo un choque, ámbar y zafiro. Y mientras Inu no Tashio se perdía un poco en esa enigmática mirada no pudo evitar pensar que probablemente esa desconocida joven se convertiría en su perdición.
     
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    Flemy Speeddraw

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    SIIIII!! POR FIN!! AQUI ESTA EL CAPITULO!!
    Y como mensione en un comentario anterior...ERES GRANDIOSA!!! No pude esperar mas de este capitulo me encanto! me gusto como llevas la historia!
    Si subes capitulos asi tarda el tiempo que quieras y resuelve tus problemas!
    Eres grandiosa! Hasta el proximo capitulo!
    C':
     
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    Kikuz-sama

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    Ojalá (Kago&Inu no Tashio)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Drama
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    Gracias por tu apoyo Flemy Speeddraw , de verdad me alegra que sea de tu agrado el fic. Espero que este capitulo también te guste :D Y ya sabes, las críticas y observaciones son bien recibidas.


    IV

    La saeta impactó de lleno en el centro del árbol y los murmullos no se hicieron esperar. Todos los ojos estaban sobre ella y eso no era de extrañar. No todos los días se podía apreciar la práctica de una sacerdotisa en el patio trasero del castillo del Daiyoukai más poderoso de la región. Claro, no era suficiente ironía que aquella figura sagrada aceptará la tarea de intentar establecer una tregua entre los youkais y humanos, ahora también los demonios de bajo (y no tan bajo) rango debían aguantar la molestia de ver entrenar a esa mujer.



    La azabache suspiro frustrada. De cierta manera entendía pues ella tampoco se sentía del todo cómoda, y eso no se debía únicamente a ese odio que cada mirada le transmitía, también a esa presencia que insistentemente la hacia sentir como una presa que estaba a punto de ser devorada. Y lo más aterrador, y frustante, era el hecho de escuchar constantemente a esa pequeña parte de ella que lo deseaba y la incitaba a caer en la tentación.



    Su mal humor se vio reflejado en el poco entusiasmo que mostró al dar en el blanco. ¿Cuántas veces podía presumir sobre su buena puntería? ¡Casi nunca y eso era porque no tenía! Pero ahora que hacia gala de una excelente habilidad no podía disfrutarla pues en esa inicial “relación” con Inu no Tashio la mantenía tensa. Y eso se debía a esa “inaceptable” atracción. Porque Kagome no quería aceptar que ese hombre comenzaba a mover su mundo sólo con una mirada que sacaba a reducir el recuerdo de ese incómodo momento en el que el guerrero la “atacó”.



    Frunció el ceño y, con un notable malestar, tomo otra flecha y se dispuso a tirar. Pero el reflejo de una cabellera albina la hizo perder la poca concentración que logro reunir y antes de que pudiera apuntar bien, soltó la saeta. La cual fue a impactarse en el brazo de uno de los demonios que se encontraba pasando por ahí. La azabache no sabía que es lo que debía hacer, si debía ir y disculparse o salir corriendo para poder salvar su vida. Aunque su cuerpo tomo las riendas de la situación y penosamente la dejo clavada al suelo.



    El youkai se acercó ofendido a ella pero antes de ser capaz de atacar a la chica, el Daiyoukai se colocó frente a ella. Hubo un silencioso y letal intercambio de miradas antes de que el afectado demonio se alejará, maldiciéndola. Inu no Tashio se giró hacia ella y le dedicó una socarrona sonrisa. La burla la hizo enrojecer, en parte por furia y en parte por vergüenza.



    —Debes tener más cuidado, humana, no puedo estar cuidándote todo el tiempo. —Masculló dedicándole una mirada cargada de ironía.



    —Puedo apañarmelas sola. Nadie te pidió que la hicieras de niñera. —Respondió de vuelta. Tomó otra flecha y avanzó dos pasos, pensando que si se acercaba un poco más podría librarse de problemas y, de paso, dar por zanjado el tema su inutilidad en esa época.



    Respiró hondo, miró fijamente el lugar al que lanzaría y, justo cuando creyó estaba haciendo un buen trabajo, Inu no Tashio decidió fastidiarla. Miró sobre su hombro, dejando su rostro demasiado cerca del de ella. Eso la sorprendió y la avergonzó en igual medida. Por lo que, casi sin darse cuenta, soltó la flecha y ésta, muy penosamente, fue a estrellarse al pie del árbol. Bufó frustrada y ante esto Inu no Tashio profirió una estridente carcajada.



    —Pensé que eras una excelente arquera. Pero tienes una puntería de pena. —Y ante la cara sonrojada de la chica su risa se hizo aún más ruidosa.



    —Disfruta mientras puedas. —Kagome murmuró altanera. —Ya no podrás hacer malas bromas a mi cosa.



    Y aquel tema hizo que la risa del guerrero parará. Casi había olvidado que ella partiría esa noche. Se quedo mirándola un par de segundos, tratando de adivinar que es lo que tenía que lo mantenía fascinado. Una parte de él quería mantenerla cautiva y otra, ansiaba ver esa fuerza de guerrero consumado en su mirada. Esa que sólo mostraba cuando se trataba de proteger a esa otra humana. Cerró los ojos un momento e intentó mantener a raya esa vorágine de emociones. Él no deseaba aceptar que esa parte animal que poseía comenzaba a prendarse de la chica. No debía fijarse en ella y, aún sabiendo eso, no era capaz de dejar se mirarla. No podía evitar desearla…



    —Deberías tomar más tiempo para pensar que harás. Tan sólo hace un día que se decidió esto. —Dijo, como quien no quiere la cosa, tratando, en vano, de retenerla.



    —No puedo darme el lujo de perder el tiempo. Yo también tengo un hogar al cual volver. —Y esa sentencia, logró que en su pecho se instalará un pequeño malestar.



    No queriendo ahondar en ello se dio media vuelta y se alejó. Ella se irá. Y eso era una innegable verdad. Se dirigió hacia la habitación en la que se encontraba la joven princesa y al entrar se tomó un momento para observarla. ¿Qué tenía ella de especial? ¿Por qué esa sacerdotisa estaba dispuesta a ponerse en riesgo con tal de mantenerla a ella a salvo? No era capaz de deducirlo, sin embargo no desaprovecharía la oportunidad que esa mujer le ofrecía.



    Pero para que pudiera tener un oportunidad con la chica debía idear una manera de mantener segura a su sacerdotisa y para ello necesitaría pensar a que youkai le asignaría como guardián. Tal vez está era un buena oportunidad para enseñarle a su primogénito que para convertirse en el youkai más poderoso debía tener algo que proteger. Tan sólo esperaba que Sesshomaru no cayera igual que él. Atrapado en el enigmático azul de esa mujer. Por que sí, Inu no Tashio debía empezar a aceptar que insanamente esa sacerdotisa le comenzaba a interesar.
     
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    Flemy Speeddraw

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    Pues me gusto el capitulo. Y aunque en este momento no me encuentro de animos me alegro leer este capitulo. Me parecion un poco calmado pero esta bien. Admito que espera ver a Sesshomaru antes pero la idea de ponerl a cargo de Kagome me gusta y hasta cierto punto me causa gracia, tan solo imaginar que hara Sesshomaru.
    Bueno hasta la Proxima
     
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    Kikuz-sama

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    Ojalá (Kago&Inu no Tashio)
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    Drama
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    Después de una muy larga ausencia, traigo la continuación. Flemy Speeddraw realmente disculpame pero tenía una especia de bloqueo. Espero este capítulo te guste y me perdones si tiene algunas faltas ortográficas y de contenido. Disfruta la lectura y prometo tratar de no tardar con el siguiente


    V


    Kagome, debes irte…

    Kagome, muévete.

    Kagome, tu caravana está esperando…

    Kagome, es hora de irse…



    Y aún así, aunque se repetía en múltiples ocasiones que ya era hora de partir, no podía dejar de dar vueltas frente a la habitación de Izayoi. No quería irse sin hablar con ella pero, al mismo tiempo, la asustaba encontrarse con la princesa. ¿Qué le diría?, ¿Cómo podía pedirle que confiara en ella y en la precaria seguridad que este plan suicida le ofrecía? La azabache ni siquiera estaba segura de que esto fuera a funcionar, sin embargo ya era muy tarde para dar marcha atrás.



    Respiró hondo y se dirigió a la salida. Pero a medio camino se detuvo. Irse sin hablar con Izayoi no parecía correcto pues lo quisiera o no, también ella formaba parte del asunto. Regresó sobre sus pasos y se detuvo frente a la puerta.



    —¿Puedo entrar?



    Al principio no hubo respuesta, pero a los pocos segundos a sus oídos llegó una apenas audible aceptación. Kagome entró y se arrodilló frente a la mujer. Por un par de segundos no se atrevió a mirarla, sin embargo la curiosidad venció al miedo y levantó la vista. Izayoi era realmente hermosa, tanto que casi parecía etérea. La miró embobada un par de segundos hasta que el ligero ceño en su rostro la alertó de que estaba comportándose con descortesía.



    —No tuve la oportunidad de agradecerle apropiadamente que salvaras mi vida. —Murmuró, rompiendo así el incómodo silencio. —Gracias por mantenerme con vida.



    Y, después de esas palabras, le dedicó la sonrisa más bonita que había visto. Una que le trajo a la memoria de ese amado híbrido. Sin que pudiera evitarlo las lágrimas se acumularon al pensar en él y el dolor que cada día sufrió. Sin poder contenerse se lanzó a los brazos de Izayoi y lloró por ella, por Inu no Tashio, pero sobre todo por Inuyasha. El destino realmente fue injusto con el amor de esos dos seres y el producto de este.



    Tal vez deba cambiar el futuro…

    Tal vez así Inuyasha sea feliz…



    Cerró los ojos un momento y pensó que había una pequeña posibilidad de que su presencia en ese lugar tuviese una buena razón. ¿Tenía Kagome el derecho de cambiar las cosas por mejor las cosas para Inuyasha aún sabiendo que sus acciones podía tener consecuencias perjudiciales para los demás? ¿Valía la pena hacer todo eso por él? Y nuevamente los ojos se le llenaron de lágrimas al saber que era así, que a pesar de que Inuyasha no la amara, ella sería capaz de hacer cualquier cosa por él. Respiró hondo en un intento de calmarse y se separó de Izayoi.



    —Debes seguir manteniéndote viva. —Susurró mientras la tomaba de las manos. —Y para lograr eso he hecho un trato con Inu no Tashio.



    Al pronunciar ese nombre, Izayoi sufrió un sobresalto que obligó a la azabache a mirarla. Había cierto miedo en su mirada pero también un fuego que no iba acorde con su frágil cuerpo. Esa intensidad en su mirada representaba un dolor que Kagome no era capaz de entender y, al verla, por primera vez entendió lo inocente que era. La azabache nunca había sufrido una perdida que la rompiera, que la lanzara a la desesperanza y al rencor. No obstante, al observar a la princesa no pudo evitar pensar en Sango y Kikyo.



    —No puedes confiar en que los demonios mantendrán su palabra. Esos seres sólo saben crear caos a su alrededor, arrasándolo todo, matando poco a poco la luz. –Y la frialdad en su voz provocó en Kagome un escalofrío.



    —Yo confió en Inu no Tashio. Se que él mantendrá su palabra. —Al escucharla Izayoi frunció el ceño y le dedicó una molesta mirada.



    —¿Cómo puedes estar tan segura cuando ese mismo youkai estuvo a punto de matarte? Tú, como sacerdotisa, deberías ser la primera en pensar en su exterminio, sin embargo te sentaste a negociar algo que seguramente no resultará.



    —Yo sé que será difícil, no obstante no puedo dar marcha atrás… A pesar de que ahora no lo entiendas del todo, estoy segura de que puede darse una tregua entre youkais y humanos. Sé que puede existir una convivencia entre ellos e incluso que puede darse el amor.



    —Realmente eres una niña ingenua. —Y al termino de sus palabras le dedicó una despectiva sonrisa.



    Kagome no pudo evitar devolverle una sonrisa más amable, casi maternal, ya que la azabache sabía que a pesar de que Izayoi no lo aceptará en ese momento, ella también creía en ese pasibilidad. Si no fuera así, Inuyasha jamás abría existido. Él era la prueba viviente de que el amor podía cambiarlo todo.



    —Probablemente así sea —aceptó encogiéndose levemente de hombros —sin embargo, sé que en el fondo tú también piensas eso. Por ello te pido que me des una oportunidad, si no confiás en él por lo menos hazlo en mí. Permanece en el castillo y aguarda mi regreso, esa será la prueba de que tu también estás de acuerdo. Y si él te mantiene segura, eso reafirmará que Inu no Tashio también toma en serio este convenio.



    Ella lo consideró unos segundos y, aunque en su rostro se dibujaban cada una de las dudas que tenía al respecto, al final asintió. Tomó las manos de Kagome y depositó en beso en cada una.



    —Estaré esperándote. Convence a mi padre y si lo haces el convencerá a los demás. –Izayoi calló un par de segundos y después ella se lanzó a los brazos de la azabache. —Por favor vuelve…



    Y ahí lo supo, mientras abrazaba el tembloroso cuerpo de la princesa, ella estaba asustada y cansada de tanta muerte. Frente a Kagome se encontraba la mujer que amo a Inuyasha, que silenciosamente peleó por él y lo amó aún después de su muerte. Ellos merecían una oportunidad.



    —Prometo que volveré.



    —Estaré esperando tu regreso.



    Kagome asintió, la miró por última vez y después salió de la habitación. Afuera la esperaba él. Y al verlo sintió que algo dentro de ella se encontraba terriblemente mal. Mientras los segundos se escurrían de entre sus dedos como agua entre sus dedos, no podía evitar desear verlo y quedarse un poco más. Sin embargo eso no podía, ni debía ser. ¿Es acaso que en tan poco tiempo su corazón de otra persona de podía prendar? ¿Es que también a Inu no Tashio iba a amar?



    Él comenzó a andar y ella lo siguió. Pero mientras caminaban Kagome no se deshacía de la sensación de que caería pues cuando se encontraba con esos ojos dorados sentía una familiar calidez en el pecho. Tan sólo esperaba que eso se debiera al eco que esos orbes hacían a los que ella realmente amaba…
     
    Última edición: 18 Julio 2017
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    Te quedo bien este capitulo!, no te disculpes por tener problemas total quien no las tiene y el tiempo no me molesta mientras subas capitulo puedo esperar,! estera esperando otro!
     
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    Yukiiii-chan

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    Awwwww me encanta tu forma de escribir, de como suceden las cosas. Es tan emocionante. Espero lo continúes pronto. Bye :'3/
     
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    Kikuz-sama

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    Después de mil años, regrese.
    Espero sea de su agrado.
    Disfruten la lectura :D
    VI


    El camino era largo y molesto. No importaba que sus pies no tocaran la tierra o que los youkai hicieran (de mala gana) que su viaje fuera lo más ameno posible. Kagome no podía dejar esa sensación de malestar que revoloteaba insistente en su estómago. La estaban tratando como a una deidad. La habían vestido con finas ropas y la llevaban en un palanquín. Cualquiera que de lejos viera esa extraña procesión comprendería que ese acto hablaba de sumisión. Probablemente todos los aldeanos que, temerosos, los miraban desde lejos pensaban que el ser que era transportado era un poderoso Daiyoukai. Aunque la verdad estaba lejos de esa suposición. Los demonios estaban sirviendo de escolta a una humana.



    La azabache suspiró y trató de detener el temblor de sus manos. También intento frenar el galope de su torpe y nervioso corazón. Sin embargo, ¿quién podría permanecer impasible ante la fulminante y malhumorada mirada del poderoso youkai? El albino, el único vástago de Inu no Tashio, fue designado a ser su guardián en esa absurda y humillante misión.



    La primera vez que Kagome vio a Sesshomaru tuvo la impresión de que era un ser cruelmente hermoso, no obstante, esa suavizada imagen se modificó al verlo otra vez. Cuando él estuvo frente a ella, la azabache no pudo evitar sentir un terrible escalofrío corriendo por su espalda. Esos ojos dorados brillaban con intensidad y con un monstruoso desafió hacia el mayor. La mirada era tan fría y afilada que, si éstas pudiesen matar, el Daiyoukai habría caído fulminado en el acto.



    Ella entendía su molestia. Desde el punto en el que se observase el absurdo asunto, era indigno que alguien con su poder tuviera que ser el encargado de la seguridad de un ser que él consideraba basura. Pero la severa mirada que el guerrero le dedicó a su hijo cuando lo obligó a cumplir su mandato le hizo saber que su comportamiento obedecía a un plan. Probablemente quisiera que su hijo adquiriera un poco de humildad. Empero, eso no parecía posible para el albino menor.



    Y así, con una tensión palpable y electrica en el ambiente, Kagome se marchó de la casa del guerrero y emprendió el camino hacia la casa de la princesa Izayoi. Desde entonces el silencio resultaba agobiante. Casi al principio de la marcha había experimentado el (casi) irrefrenable deseo de retractarse y pedir que la dejasen regresar a la época en la que Inuyasha la esperaba. No obstante, el renunciar a su palabra y mostrar su cobardía estaría condenando a Izayoi a la muerte y evitando que su amado híbrido naciera.



    Suspiró cansada. Cerró los ojos un momento y trato de conciliar el sueño. No es que se sintiera segura con ellos pero todo el peso que cargaban sus frágiles hombros estaban gritándole por un pequeño descanso. El movimiento acompasado le permitió dormitar hasta que abruptamente la marcha se detuvo. Se encontraban a veinte metros de la entrada de un imponente castillo. Y frente a éste había una tropa de hombres apuntándolos con sus flechas.



    —Humana, has tu trabajo. —Murmuró con un tono bajo, Sesshomaru.



    Kagome tragó sintiéndose repentinamente pequeña y asustada. ¿Ella iba a ser enviada a ese matadero? ¿No tendría ninguna protección? Quiso gritarle a Sesshomaru pues se suponía que él debería velar por su seguridad pero, en lugar de cumplir el mandato de su padre, la mandaba para que pudiesen asesinarla. Respiró hondo y tragó por segunda vez. Llevar acabo esa acción era necesario. El palanquín fue depositado en el suelo. Le tomó dos segundos armarse una imagen de plena seguridad que pudiese usar frente a los soldados y después salió.



    Fuera de la seguridad del pequeño vehículo, el frío viento la recibió. Un pequeño temblor sacudió su cuerpo y culpó de ello al clima pues eso era más fácil que aceptar que se encontraba terriblemente asustada. Cuando atravesó por primera vez el pozo no sintió tanto miedo como en ese momento. Y eso era comprensible pues no sabía lo que en esa época la esperaba pero ahora… la situación era completamente diferente. Ahí no habría nadie que la protegiera. No hallaría alguien como la anciana Kaede. Si ella llegase encontrarse en peligro nadie intercedería, nadie la salvaría.



    Kagome estaba en el limbo. Al llegar con un grupo de youkais ella estaba presentándose como una traidora. Sin dudarlo le dispararían a quemarropa y los demonios que la acompañaban no intervendrían. En ese momento estaba más sola y desamparada que nunca. En ese instante se percato de lo insignificante e indefensa que se encontraba en esa hostil época.



    —Necesito un arco y un carcaj lleno. —Le pidió al albino manteniéndose tranquila.



    —No lo necesitas. —Esa primera negativa le confirmó una cosa. Desde el punto de vista de los demonios que la acompañaban, ella también representaba una amenaza que debía ser eliminada.



    —Por supuesto que lo necesito. Tengo que ser capaz de protegerme.



    El dorado chocó con el azul. Determinación y odio. Ninguno cedió en ese intercambio de miradas. Kagome no se dejo intimidar y Sesshomaru no iba a mostrar ninguna muestra de reconocimiento por ese osado y, hasta cierto punto, estúpido comportamiento. Esa era la representación más clara de lo que sucedía cuando un objeto inamovible se encontraba con una fuerza suprema. Ninguno retrocedía. El albino no le proporcionaría seguridad a la chica y la azabache no dejaría de pedirla. Y ese claro reto que se daba entre los dos seres más importantes en esa procesión comenzó a poner nerviosos a los otros youkais. Éstos no eran tontos, sabían que eran pocos y que demostraran riñas entre ellos frente a los que consideraban “enemigos” los pondría en una posición muy vulnerable.



    Inu no Tashio, en su afán de que esta misión tuviera una mínima oportunidad de éxito había decidido enviar un grupo pequeño. Lo suficientemente grande para mantener la seguridad de los integrantes pero no tan numeroso como para enviar un mensaje de guerra. Sin embargo, los demonios que se encontraban ahí podían ver que eso fue un error. Los humanos, inseguros ante su presencia, desplegaron un gran número de sus guerreros y si bien ellos no eran tan frágiles, el hecho de que los superaban podía ser considerado como un problema.



    Así que, el que estaba más cercano a esos dos tomó una arriesgada decisión. Le quitó el arco y las flechas a uno de los suyos. Respiró hondo y luego se acercó a la sacerdotisa. Él estaba consciente de que su acto desafiaba las ordenes de su superior y cuestionaba la autoridad del albino pero no quería arriesgarse a ser atacado por mostrar su debilidad.



    —Aquí tiene. Ahora haga su trabajo y no nos traicione.



    Kagome al tener en su poder esa pequeña esperanza, sonrió. Por primera vez, desde que despertó, se sintió confiada. Con esto ya no estaría indefensa ante los demás ni dependería (completamente de otros) para asegurar su supervivencia.



    Se colocó el carcaj al hombro y sostuvo con fuerza el arco. Era hora de la verdad. De lo firme que se mantuviera frente a esos hombres que, inmediatamente, desconfiarían de ella dependía la vida de Izayoi. Si fallaba no sólo ella moriría, también lo haría la madre del hombre que amaba y eso eliminaría cualquier posibilidad de que él naciera. Pensar en un mundo sin él hacia que su corazón se rompiera en pequeños trozos y que el aire dejara de llegar a sus pulmones.



    Los ojos se le llenaron de lágrimas. Estaba a un paso del llanto. No obstante, no se rompería en ese lugar ni frente a esos seres (humanos y demonios) que la miraban como una horda de hambrientos lobos dispuestos a lanzarse a ella ante la primera muestra de debilidad.



    Si quería que Inuyasha tuviera la oportunidad de existir, debía ser valiente y conseguir esa tregua entre youkai y humanos. Por ello, después de tomar una gran bocanada de aire, se alejó del lugar en el que su marcha se detuvo y, poco a poco, se acercó al grupo de hombres que en todo momento mantuvieron sus flechas dirigidas a ella. Kagome estaba consciente que una palabra mal dicha o un suspiró exhalado que fuese mal interpretado, representaría su fin.



    Quería mantenerse en una pieza. Mostrarse valiente y confiada en lo que estaba haciendo… pero por más que intentará convencerse de lo contrario, seguía siendo una chica. La azabache no podía evitar morir de miedo por dentro. Esta era la primera que se encontraba cara a cara con un peligro en el cual no tenía a nadie detrás que respaldara su seguridad. Ahí no había ningún Inuyasha que llegaría en el momento justo para salvarla. Tampoco un monje pervertido ni una increíble exterminadora que cuidaran su espalda. Ahí, de frente a ese batallón que no dudaría en atacarla si la consideraban como una amenaza, se encontraba sola.



    ¡Kamisama, ayudame por favor!



    Y, sin mostrar ninguna duda, siguió su camino.





     
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    Kohome

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    Wooooh, se puso bueno.

    ¿Qué te digo? Llegué un poco encima de la marcha pero llegué :3

    Déjame decirte que tienes una narración estupenda, muy atrapante y sencilla. Lo único que descoloca un poco es que repites ciertas palabras o cometes pequeños errorsitos que estoy segura son sólo dedazos accidentales.
    Pero de verdad tienes una joya en tus manos y la estás sabiendo exponer al mundo.

    Me gustó mucho como va, de verdad. Por algún motivo no me choca esa conexión quizás demasiado inmediata entre Inu no Taisho y Kagome, de hecho me agradó.

    Sólo espero que no termine siendo ella la madre de Inuyasha y no Isayoi. Sería un círculo interminable de la vida (?)
     
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    Kikuz-sama

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    Ojalá (Kago&Inu no Tashio)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    1736

    Kagome se detuvo en lo que podría considerarse tierra de nadie. El ejercito que custodiaba el castillo se extendió frente a ella. Tomó aire y clavó la vista al frente. No demostró debilidad ante las múltiples flechas que la tomaron como blanco. Tampoco se dejó intimidar por las miradas cargadas de odio y repugnancia que le dedicaron. Esto era parte de lo que debía soportar si deseaba tener éxito en su misión.



    —Necesito hablar con el rey. Es acerca de la princesa Izayoi. —Habló claro y con fuerza. Los murmullos de los soldados le hicieron saber que sus palabras los alcanzaron.



    Hubo un movimiento general. Se abrió un camino en la formación y un hombre salió de ella. Se detuvo frente a los soldados pero no avanzó hacia el lugar en el que la azabache se encontraba. Silenciosamente la retaba a acercarse pero hacerlo, sin ningún tipo de protección, representaría su fin. Así que ella también se mantuvo firme en su lugar. Los segundos transcurrieron lentamente hasta que cedió el hombre.



    —¿Qué sucede con la princesa? —Demandó y dio un paso hacia ella.



    —Eso es algo que solo hablaré con el rey. —Dejó en claro y retrocedió un paso. Su acción no fue guiada por el miedo sino por un claro desafío. Kagome lo retaba a avanzar. Su lenguaje corporal decía que no iba a esperar más.



    Su acción impaciento a los soldados. Uno fue atrevido y, mostrando su enfado, lanzó una flecha a sus pies. A pesar del molesto escalofrío que recorrió su espina dorsal, se mantuvo serena en su posición. La azabache endureció la mirada y pensó detenidamente en su siguiente movimiento. No podía mantenerse inmóvil por más tiempo, debía arriesgarse.



    Sonrió con suficiencia. —Es evidente que la seguridad de la princesa no es su prioridad. No perderé más el tiempo con ustedes.



    Sus palabras acrecentaron el malestar del ejercito. Hubo un revuelo. Gritos y ademanes de que los soldados se lanzarían hacia ella. Sintió terror. Tragó sonoramente y, aunque por dentro estaba muriendo de miedo, mantuvo firme su desafiante gesto. Se dio la vuelta y se encaminó al lugar en el que la esperaba su caravana.



    Uno…

    Varias flechas cayeron frente a ella. No le estaban disparando para matarla, sólo para asustarla. Eso le hizo saber que en ese momento priorizarían su seguridad. Por lo que confiada siguió andando.



    Dos…



    Alguien grito. La pseudo lluvia de flechas se detuvo.



    Tres…



    Escuchó pasos detrás de ella. Por el poco sonido que producían se dio cuenta de que sólo la perseguía una persona.



    Cuatro…



    Una mano la tomó del brazo y la hizo girar. Les llevo cuatro segundos definir sus prioridades. Sin poderlo evitar, sonrió. El hombre que se encontraba frente a ella no aprobó el gesto. Le frunció malhumorado el ceño e intentó arrastrarla hacia el castillo. Respiró hondo antes de estirar el brazo y tomar una flecha. La colocó en el arco y apuntó al cuello del hombre. Éste dio un paso hacia atrás y la soltó. Desenvainó la espada que llevaba a la cintura y la apuntó a ella. Los hombres hicieron ademán de acercarse pero, con un potente grito, él los detuvo. La tensión en el ambiente era palpable. Había una corriente eléctrica entre los dos. Los castaños ojos del hombre brillaron con resolución.



    —Te subestime. —Le dedicó una sonrisa que le hizo saber que le tenía una pizca de respeto. —Habla, estoy dispuesto a escucharte.



    —La princesa Izayoi está en el castillo de Inu no Tashio.



    —¡Ese bastardo! —El insulto fue casi escupido. Sus ojos relampaguearon con furia y, antes de que ella pudiera reaccionar, la desarmó y colocó la filosa hoja de la espada en su cuello. —Dame una razón para no matarte en este momento. —Le demando con odio.



    —Soy la única que puede asegurar la seguridad de la princesa. —Aseveró sin inmutarse. No dejó que él lo notara pero su corazón galopaba con fuerza en el pecho.



    Ambas miradas se encontraron. Ninguna reflejó miedo. El soldado supo que, aunque la mujer que se encontraba frente a él era joven, no se intimidaría ni cedería ante su presión. No estaba dispuesto a admitirlo pero la azulada y fuerte mirada de la azabache evitó que él la matará. Esa no era la mirada de una mujer indefensa, era la de una guerrera. Al advertir ese valor no pudo evitar sentir curiosidad. Bajó con lentitud la espada y la guardó en su funda.



    —Te llevaré con el rey. —Ante las palabras del soldado quiso sonreír pero se abstuvo de ello. Tan sólo se limitó a asentir y seguirlo.



    Mientras lo observaba marchar frente a ella, intentó tranquilizar el errático latir de su corazón. No recordaba la última vez que sintió un miedo tan atroz como el que experimento cuando él la amenazó. No obstante, dejando de lado el miedo, también podía percibir el orgullo que sentía de sí misma por soportar con tanto valor esa dura prueba. Y, durante ésta, también comprobó lo sola que se encontraba. Ya lo sabía pero tener la certeza de ello la hizo sentir impotente durante un segundo.



    ¡Si el soldado hubiera intentado rebanar su garganta, Sesshomaru no habría hecho nada! ¿Qué clase de estúpido e inepto guardián era? Tal parecía que el único inconveniente para el albino era lo mucho que Kagome estaba tardando en morir. Bufó frustrada, pensando (casi añorando) el collar de sumisión que portaba Inuyasha. Si tuviera algo así y pudiera colocárselo al orgulloso primogénito de Inu no Tashio, no dudaría en sentarlo hasta que se quedara sin voz y él aprendiera a mostrar un poco de interés por su seguridad.



    Mientras se distraía con sus infantiles pensamientos pasó por el camino que los soldados abrieron para ella. Ignoró exitosamente las furiosas miradas que le dedicaban y las insultos que le ofrecían. Las puertas del palacio se cerraron detrás de ellos y Kagome no pudo evitar quedar maravillada al advertir lo lujoso del lugar. El sol, al acariciar las paredes y el suelo del castillo daba la impresión de que este poseía un brillo sobrenatural. Habría querido quedarse admirando la bella escena un poco más pero el impaciente soldado avanzó con prisa hacia la habitación en la que se encontraba el rey.



    No tardaron mucho en encontrarse en su presencia. El hombre era imponente. Cabello negro, tez blanca y unos ojos castaños que parecían analizarla, eran los rasgos más notables del rey.



    —Ésta mujer asegura tener noticias de la princesa Izayoi. —Murmuró el soldado después de realizar una reverencia.



    El rey posó toda su atención en ella. —La princesa Izayoi se encuentra en el castillo del guerrero Inu no Tashio.



    —¿Se encuentra como prisionera?



    Kagome hizo una mueca. —Sí pero mi presencia aquí pretende cambiar ese estado.



    —¿Qué podrías hacer tú siendo una joven mujer?



    —Vengo a hacer una propuesta. Inu no Tashio esta dispuesto a establecer una tregua entre humanos y youkais.



    —¿Con qué fin? Eso es una aberración.



    —La idea ha sido mía. —Le aclaró al hombre. Éste la miró con repulsión.



    —¿Y qué pretendes lograr con ello?



    —Mantener con vida a la princesa Izayoi.



    —Nosotros podemos rescatarla sin necesidad de tu estúpida intervención. —Aseguró el soldado golpeando con orgullo su pecho.



    —¿Y a qué costo? ¿Cuántas vidas están dispuestos a sacrificar en una misión suicida? —Inquirió Kagome con una sarcástica sonrisa. —Ustedes, ni con todas las armas ni con todos hombres que puedan conseguir serían capaces de llegar a ella y, si por algún milagro lo hicieran, ¿crees que podrían mantenerla con vida? ¿Estás dispuesto a sacrificar la vida de la princesa por mantener su absurdo orgullo de guerrero cuando es evidente tu inutilidad?



    El soldado dio un paso hacia ella dispuesto a abofetearla. Kagome, ante el violento gesto, no retrocedió. El fuego en ambas miradas chocó.



    —¡Suficiente! —Gritó con voz firme el rey. Ante su mandato él tuvo que detenerse.



    Un incómodo silencio se hizo presente. La azabache se mantuvo con la mirada firme en el rey. Él medito por un par de minutos la situación. —¿Qué es lo que piensa sobre esto Izayoi?



    —Ella cree que es posible. Confía en mí y en que pueda convencerlo.



    —¿Cómo pretender establecer esa unión?



    —Pienso que el matrimonio entre los dos seres más importantes de ambas razas puede ser un buen inicio. También el que tengan un hijo. Éste sería la prueba entre el amor y la tolerancia que puede nacer entre ambas estirpes.



    —¡Es una abominación! —Gritó nuevamente el soldado. —¿Usted permitirá que un demonio profane la inocencia de la princesa?



    —La princesa Izayoi ya esta en edad de casarse. ¿Takemaru, no estás cansado tú también de vivir con miedo, de estar rodeado de tanta muerte? ¿Qué más da que mi hija se case con ese demonio? No encontrara un lugar para estar más segura que a su lado. —Guardó silencio y se sumió en sus cavilaciones. Pasaron los minutos y, después de esa larga pausa, se acercó a Kagome . —¿Puedo confiarte la seguridad de mi hija?



    —La protegeré con mi vida. —Prometió la azabache.



    —De acuerdo. Acepto la propuesta y doy mi consentimiento para que mi hija contraiga nupcias con Inu no Tashio.



    Kagome casi pudo saltar de alegría ante sus palabras. Esa posibilidad abría una apertura para una nueva vida para Inuyasha. Sin poderlo evitar, sonrió.



    —Muchas gracias. —Murmuró e hizo una reverencia.



    —Si mis palabras no alcanzan a su majestad para que reconsidere esta barbarie, le pido de la manera más humilde que me permita ir al lado de la princesa Izayoi.



    El rey lo considero un par de segundo y luego asintió. —Ve y cuida de mi más grande tesoro.



    Esas fueron sus últimas palabras antes de que, con un solo gesto, los hiciera marchar del lugar. A Kagome no le convencía que ese hombre los acompañara. Era evidente que odiaba con cada fibra de su ser a los youkais y estaba segura de que haría hasta lo imposible para evitar que la tregua se diera. Kagome, ilusamente creyó que al lograr esa aceptación podría volver con Inuyasha pero la presencia de ese soldado complicaba las cosas.



    Tan sólo esperaba que este peón no se convirtiera en un inconveniente para la relación que ella esperaba pudiera darse entre el albino y la princesa.
     
    Última edición: 20 Julio 2017
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  19.  
    Yukiiii-chan

    Yukiiii-chan Lectora compulsiva

    Aries
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    1 Julio 2017
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    Pluma de
    Escritora
    Wow, me súper encanta esta historia.
    Espero con ansias el siguiente capitulo.
     
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  20.  
    YaoiBidoofLover

    YaoiBidoofLover Guest

    Se nota que es una obra de arte
    Los personajes, ambientes como trama estan acoplados muy bien

    Sigue asi
     
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