No vuelvo a ver Kdabra

No vuelvo a ver Kdabra

¡Hola! Mi primer original publicado *-*. Lo hice inspirandome en un amigo que tiene el cabello larguisimo. Esta en mis album, por si quieren conocerloxD.

Título: No vuelvo a ver Kdabra.
Autora: Izzy Allon/Leii.
Summary: <<Evan se juró que nunca volvería a ver una maratón de Kdabra los días que tuviera escuela>>
Advertencias: Cabello largo (?).
Dedicado a: Patrick, ¡Idiota, ahora que te cortaste el pelo, no puedo tirar más de él!

No vuelvo a ver Kdabra​

Se adentró en los pasillos de la escuela, acalorado. Se había despertado lo suficientemente tarde como para salir despeinado y casi a medio vestir. Aunque, de despeinado no tenía nada, ya que su pelo era largo, le sobrepasaba los hombros –mucho más largo que los demás chicos de su clase–, y su cabello se peinaba solo.

Claro que siempre, en alguna parte, estaba ella, para molestar. Gracias al apuro, Evan olvidó que en cualquier momento se aparecería.

Llegó hasta su casillero y lo abrió, sacó todo lo necesario para su clase. Otra vez, apurado, pasó al lado de sus amigos y los saludó con la mano. Se quitó el flequillo de la frente, un gran problema para su vista, además de la miopía.

La prisa lo hizo chocarse contra un cuerpo. Luego de pedir perdón, Evan se juró que nunca volvería a ver una maratón de Kdabra los días que tuviera escuela. Tropezó con algo, escuchó un grito femenino y volvió a disculparse en voz baja.

—Es más, quizá nunca vuelva a ver Kdabra —lamentó Evan frunciendo el ceño.

El ruido del timbre le hizo dar un salto. Rápidamente se mezcló entre la gente, al ver el número 47 en una puerta. ¡Se había pasado de salón! ¿Podía él tener tanta mala suerte? Evidentemente, sí.

Porque a los tres minutos los pasillos se vaciaron y quedó él solo. Miró hacia todos lados, volviendo a lamentarse por el incidente de la noche anterior. Mataría a su hermano si fuera posible. Matthew tenía toda la culpa.

No caminó. No hizo ningún movimiento. Sólo escuchó unos pies detrás de él, y empezó a sudar frío. Rápidamente, los pies comenzaron a correr hacia Evan. Dos manos tomaron dos de sus mechones más largos y tiraron fuertemente de ellos. El chico se retorció de dolor, hacia atrás, puesto que las manos seguían jalando.

Pronto se encontró en una posición extraña, con la cabeza echada hacia atrás, contra el pecho de alguien. Sus ojos se encontraron con los de una chica de cabello recogido en una coleta. Ésta sonrió maliciosamente y soltó los mechones diciendo:

—¡Buenos días, Peluqui-Evans!

Y Jennifer, luego de revolverle un poco el pelo, se fue corriendo. Evan, tocándose el pelo, la persiguió.

“Efectivamente, jamás volveré a ver Kdabra”
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¡Sí, lo sé, soy demasiado mala como para tirar fuerte de los mechones de un chico que tiene el pelo lárguisimo! Es que no me resisto, es demasiado tentador.

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