Neonato

Tema en 'Relatos' iniciado por Alainne, 2 Febrero 2012.

  1.  
    Alainne

    Alainne Entusiasta

    Aries
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    30 Agosto 2009
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    Escritora
    Título:
    Neonato
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    Para todas las edades
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1064
    Bueno...llevo mucho tiempo sin escribir por aquí, asi que he decidido publicar un corto relato que hice. Espero que os guste^^

    Neonato

    Pesadamente, logré abrir mis ojos, cegándome con el halo de luz que me golpeó, los cerré, los abrí y así sucesivamente hasta que logré acostumbrarme a la luz del día.

    Los abrí del todo por fin y contemplé, emocionado, el maravilloso abanico de colores que era mi hogar.
    Seguí observando y me di cuenta de que esas luces estaban repartidas por una pared oscura, decorándola con sus vivos colores.

    Mis curiosos ojos siguieron, excitados, todas esas luces hasta que me paré en un ser conocido, pues su esencia me había llegado desde que estaba en esa celda pequeña y pegajosa de la que no recuerdo ningún color.
    Miré a ese ser y vi que su color deslumbraba a las pequeñas luces de esta cueva, pues era tan brillante como la primera luz que mis ojos habían visto, esa luz brillante y cegadora, pero a la vez hermosa.

    Intenté, desee acercarme a esa luz, a ese ser, pero no pude, mi cuerpo pequeño y débil no se movía y empecé a desesperarme, emitiendo unos sonidos punzantes que comenzaron a nublar mi vista, haciendo que todas las luces se juntasen en un solo punto.

    Desesperado, corrí en esa dirección, sintiendo, por primera vez, la tierra moverse bajo mis pies a medida que yo iba hacia esa luz.
    De repente, algo me presionó hacia esa superficie y mis patas no soportaron ese peso adicional y caí al suelo, notando un resoplido cerca de mi cabeza.

    Ante mí, se alzaba ese ser que ahora podía ver con más claridad, pues la caída me había quitado ese velo que solo me hacía percibir luces.
    Ese ser era como yo, con unas enormes y majestuosas alas a su espalda, patas con afiladas garras, una larga y potente cola, un cuerpo escamado y con una cabeza coronada por unos cuernos.
    Sus ojos eran de un color verde esmeralda, brillante, con una pupila ovalada que se encontraba dirigida a mí.

    Miré tanta belleza, tanta majestuosidad y me vi a mí, con unas patas torpes y sin garras, una cola corta y frágil y con la cabeza sin cuernos.

    Me vi pequeño, inútil y miserable, era una vergüenza para nuestra raza, los dragones.

    Ese ser me dio un ligero golpe con su cabeza, intentando animarme y entonces lo comprendí.


    Era mi madre.

    Agité mis alas, intentando elevarme hasta su altura, pero apenas subí unos milímetros cuando caí al suelo con un golpe seco.
    No quise mirar a la magnífica dragona que era mi madre por temor a ver en esos ojos una marca de decepción.

    Pero decidí volver a intentarlo y, ante su mirada atenta, caí varias veces, sin cansarme.
    Los golpes me iban abriendo la carne, haciendo que el líquido de la vida se escapase, recorriendo mi cuerpo hasta llegar al suelo.
    A pesar del dolor no paré y seguí intentando demostrar a mi madre que podría ser tan perfecto como ella.


    Me dolía que mi madre siguiese mirándome, inmutable, mientras yo yacía en el suelo, entre el charco de mi propia sangre. ¿Acaso no me quería?

    Grandes garras desgarraron mi corazón, que hacía unos pocos instantes había empezado a latir por primera vez.

    La noche pasaba y ella pasó de largo, abandonándome a mi suerte, en los precarios instantes en los que se encontraba mi vida.

    Cerré mis ojos, aún deseando ser como ella, que se sintiera orgullosa de su hijo.

    Me levanté, tambaleante, y trastabillé unas cuentas veces hasta llegar a la salida de mi hogar, ese sitio precioso donde había nacido.

    Fuera, vi a mi madre volando, mientras me miraba, esperando algo.

    Batí mis alas y, con el cuerpo aún resentido por las heridas abiertas, me lancé al vacío, oyendo el rugido de mi madre, que se acercaba veloz a mí, evitando que mi cuerpo magullado se estampase contra las puntiagudas rocas.

    Después de eso, todo se volvió oscuro.

    Cuando abrí los ojos, me encontraba en mi hogar, tumbado en el suelo.

    Busqué a mi madre por todos lados, pero no la ví.


    Entonces comprendí que me había abandonado y que tendría que enfrentarme a la vida solo, sangrante y débil.

    La tristeza devoró mi corazón, que se sumió en la mas absoluta oscuridad.
    Devastado, cerré los ojos, deseando no haber roto nunca el cascarón, allí dentro no sufría dolor.

    Pasaron los años y conseguí seguir adelante, pues soy un dragón y los dragones no morimos de unas heridas, tenemos una fortaleza que, en esos instantes de mi vida, desee no tener.


    Volví a mi cueva, mi hogar, tras haber realizado un rápido vuelo por los alrededores, buscando cualquier señal de intrusos.


    Cuando llegué, la vi.

    Mi madre.

    Había vuelto y sólo eso bastó para que mi corazón se iluminase después de tantos y tantos años de soledad.

    Ella se acercó y me bufó cerca de mi morro, demostrando su orgullo.


    Lo había conseguido, mi madre estaba orgullosa de mí.


    Pero, pese a que había logrado sobrevivir, todavía me quedaba una secuela de esos brutales golpes.


    Tenía un ala atrofiada y no podía volar del todo bien.

    Mi madre y yo continuamos nuestra vida juntos, sin que este problema fuese importante.

    Pero, un día, los vientos golpearon fuerte la zona en la que vivíamos y nos dificultaba volar.

    Mi madre consiguió soportar los embates del viento pero yo no, mi ala atrofiada me jugó una mala pasada.
    Una ráfaga me dio de costado, logrando desequilibrarme y lanzarme al vacío, como años atrás.


    Mi madre salió a por mí, pero el viento la hacía lenta y no llegó a tiempo de evitar el impacto.

    La última imagen que capté fue a mi madre, volando desesperada, mientras rugía, llamándome.
     
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    *Kurayami*

    *Kurayami* Usuario común

    Leo
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    Es uno de los escritos que más me han llegado, de verdad me gustó... resultó muy agradable y fácil de comprender.
    ¡Es hermoso...! Pobre de su madre, la última imagen que tuvo de ella debió ser como algo bueno, porque a pesar de que pudo hacer orgullosa a su mamá, también vio como ella volaba desesperadamente para salvarlo... y no lo consiguió, pero seguramente debió sentir su amor... fluyendo.
    A pesar de eso me siento mal por la madre, es decir lo dejó, pero era la forma en la que se podría asegurar que se hiciera fuerte, y cuando finalmente se reúnen y viven cosas juntos, su hijo muere... realmente me gustó, bastante... hahaha... me dieron hasta ganas de llorar cuando terminaba, muy bueno.
     

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