Mujer Prohibida (Shaman King - Yoh A. & Anna K.)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Lady Akari, 30 Enero 2012.

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    Lady Akari

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    Escritora
    Título:
    Mujer Prohibida (Shaman King - Yoh A. & Anna K.)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1097
    Prologo


    “Mujer Prohibida.”
    El constante goteo que realizaba el agua al caer desde el pequeño orificio del techo hasta la empedrada superficie era lo que sus oscuros y cansados ojos contemplaban sin emoción alguna como todos los días desde hace más de quince largos años.


    -Quince años... hoy se cumplen quince años de cargar con estos insoportables remordimientos.-


    Se escucho retumbar con pesadumbre entre esas gruesas paredes que conformaban aquella sucia y maloliente habitación de cárcel, en donde los ratones y cucarachas eran los únicos visitantes que se acostumbraban ser vistos junto con las decenas de reclusos que conformaban aquel lugar y en donde una pesada aura de soledad y encierro era lo que rodeaba los "acogedores" recintos de aquellos infelices hombres.

    Los débiles y escasos rayos de sol que podían traspasar por los espacios de aquellos viejos y oxidados barrotes era todo con lo que podían contar los reclusos para poder ver entre esa espesa oscuridad que los cubría diariamente y la cual como siempre sería aprovechada para calmar un poco el insoportable y endemoniado frío que se hallaba en su cuerpo.

    Caminó a paso lento hacía la ventana, mientras el sonido que realizaban las cadenas sobre sus pies indicaban el comienzo de su andar dentro del recinto. De inmediato empezó a sentir aquella pequeña calidez reconfortar su maltratado y descuidado cuerpo, maldiciendo a los vientos el no poder obtener siquiera una frazada digna para calmar su malestar.

    Observó de nuevo a la pequeña gota de agua que caía libremente dentro del charco que se hallaba cerca de sus pies, mostrándole de esa manera el reflejo de aquel hombre harapiento y sucio que se podía apreciar... lejano al joven que un día fue, aquel que siempre estaba lleno de esperanzas por un mejor futuro y repleto de sueños por formar una familia al lado de una buena mujer.
    Suspiró acongojado y melancólico, al ver en la basura en que se había convertido e imaginando que con esa deplorable apariencia, cualquier mendigo y pordiosero de las calles se encontraba mejor presentable que él. Tocó su barba, la cual se encontraba tan larga como su castaño y descuidado cabello, el cual había adquirido una fachosa y desatendida forma con el pasar de quince años de largo encierro y todo por haber cometido el fatal error de enamorarse de aquella mala mujer.

    Eran momentos como ese en los que se reprochaba por no haber escuchado mejor las advertencias de sus amigos, de sus compañeros de trabajo e incluso de sus superiores... aquellas que tanto le insistían en que olvidara a aquella mujer que sabían de ante mano solo le traería problemas y amargos sabores de boca por parte de la juiciosa y estricta sociedad en la que en ese entonces vivían y la cual señalaba constantemente que ese tipo de mujeres no eran dignas de aceptarse en aquel entorno tan lleno de reglas y asientos a la moral. Pero era tan joven en ese entonces que nada de eso le había importado, convirtiéndose prácticamente en el esclavo de aquella hermosa mujer, la cual con una sola sonrisa e incluso una simple mirada podía hacerlo olvidarse de todo a su alrededor, provocando en él una necesidad por tenerla más cerca y apartar con eso a cualquiera que deseaba poseer a la joven como él lo hacía.

    Por un instante sonrió complacido al recordar los inolvidables momentos que junto con esa joven pasó, trayéndole con eso aquellas viejas memorias de las muchas noches que compartieron y en donde la pasión que surgía en ambos era arrolladora, más sin embargo, también estaba ese recuerdo... aquel que nunca le dio paz y tranquilidad durante su estancia en prisión, aquel que siempre le marcaba una y otra vez su fatal acción aquel día por la tarde.

    -Yo no quería hacerlo... pero la amaba demasiado que no podía permitir el verla al lado de otro hombre que no fuese yo y fue por eso que lo hice... ¡pero me arrepiento!...-

    Gritó ofuscado, al tiempo en que caía de rodillas sobre el empedrado y arrojaba con sus manos el agua que se hallaba esparcida a sus pies. Odiaba el recordar lo sucedido, pues a pesar de que ya habían transcurrido tantos años, aun le parecía sentir la sangre fresca de su joven victima sobre sus manos, manchando de ese modo su piel... como si está aun se encontrara descansando sobre sus dedos, mostrándole así a todo el mundo que él era el culpable de tal homicidio.

    De nuevo a su mente venía la imagen de la joven mujer aquel día. Le dolía tanto el recordar como aquellos oscuros ojos de gitana que en un principio lo enamoraron, ese día se estaban apagando como un par de velas puestas al viento, mientras su rostro se llevaba al otro mundo aquel gesto de sorpresa mezclado con desesperación que por siempre se plasmo en su memoria como un recordatorio al pecado que cometió.


    -¿Cuánto tiempo más tendré que cargar con esto sobre mi conciencia?... tal vez por siempre...- Se respondió así mismo.- Si tan solo no me hubieses traicionado yo no estaría preso y tú aun continuarías con vida... pero no es así...-


    Se lamentó amargamente mientras sus lagrimas dejaban ver lo arrepentido que estaba, más sabia de ante mano que era muy tarde para eso, pues ni llorando mil días podría regresarle la vida a la bella y traidora mujer que había cautivado su corazón.

    Día a día no podía evitar el preguntarse el porqué de su traición, si él la amaba tanto e incluso llegó a renunciar a todo por lo que siempre aspiro ser y todo por seguirla, por cumplir sus deseos y caprichos, recibiendo como recompensa la falta de aquella mujer a la cual había protegido.


    -Creo que ha llegado la hora de armar de nuevo mí pasado y ver qué fue lo que hice mal contigo... Anna.-


    Se dijo al tiempo en que retiraba aquellas lagrimas y permitía que aquellos recuerdos que se encontraban encerrados en su mente fuesen liberados, concediéndole de ese modo la oportunidad de reconstruir aquella historia que tanto temor tenía de revivir y la cual había cambiado drásticamente su vida, culpando de esa forma al destino, quien fue el causante de ponerle en el camino a la mujer que le había lanzaba aquel hechizo de amor con sus ojos negros de gitana.



    Continuará...
     
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