Muñeca de media noche

Tema en 'Relatos' iniciado por cindyhyuuga, 14 Febrero 2012.

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    cindyhyuuga

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    Título:
    Muñeca de media noche
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    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
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    4062
    Etto; algo dulce (?) para el alma en este tan hermoso día :3
    Les traigo "Muñeca de media noche" una historia de amor que cuando la escribí me encanto pero ahora releída siento le falta algo; quise arreglarla pero no he tenido tiempo y como quería/ planeaba subir esta historia el día del amor y la amistad. Aquí esta
    Espero sea de su agrado ^^.​


    Muñeca de medianoche


    El amor es una magia y la magia es del amor……

    Eran unos ciento ochenta metros de, originalmente, piso blanco ahora de un color blanquecino descolorido a causa de las tantas zapatillas que se pasaban sobre el en perfecta sincronía.
    El reloj marcaba las seis cuarenta de la tarde y el calendario marca la fecha catorce de febrero, y eso a los ahí presentes no parecía importarles lo que se conmemoraba aquel día, todos y cada uno danzaban como si no hubiera mañana, entregándole su alma al baile, como si no sintieran amor por alguien en especial al cual dedicarle ese bello día, como si su único amor fuese aquel recinto y lo que en este se practicaba.

    Con una seña el mayor, un hombre cano y robusto indicó a sus pupilos que detuvieran sus ensayados pasos, todos los oyentes le rodearon en pequeñas filas de tres personas cada una con un aura de respeto hacía su mentor; él cual simplemente observo con suma atención a sus discípulos por un breve instante para luego, tras dar un suspiro, darse media vuelta y salir de aquel recinto casi indispensable para los ahí presentes.

    — ¡Se ha ido! — Se escuchó desde el final de alguna de las filas.

    — Un momento. — Habló una voz femenina un tanto mas aguda de lo promedio, pasaron unos cuantos segundos en los cuales no se pronunció palabra alguna antes de que la misma voz volviera a irrumpir en el silencio producido. — El maestro puede regresar — Advirtió — ; aguardemos cinco minutos para estar seguros.

    Y como si sus palabras en vez de sugerencia hubieran sido un mandato, o quizá por el hecho de que ella fuera la mejor de aquel instituto, todos los ahí presentes permanecieron en formación sin hacer el menor ruido por cinco minutos exactos, que al finalizarse, como si una barrera se hubiera roto, y dicha barrera les mantuviera en su lugar; los estudiantes empezaron a desformar las filas poco a poco.

    Un metro ochenta, suave melena negra risada en un gran contraste con su piel morena y unos azabaches ojos fueron los encargados de destapar aquella reliquia que no hace mas de tres días habían descubierto los alumnos en el sótano de aquella academia.

    Una exclamación de admiración por parte de los estudiantes resonó en toda la edificación.

    Era una muñeca. Que parecía estar hecha de un material muy parecido a la porcelana pero de igual manera de uno muy parecido al marfil; este estaba delicadamente tallado y laboriosamente pintado. Era una muñeca de tamaño real, de un poco mas de metro sesenta y tenía la grandiosa complexión de una dama bailarina, curvilíneo y definido; su cuerpo de madera estaba ataviado con un hermoso tutu rosado con pequeñas incrustaciones de diminutos diamantes en la parte frontal; ningún tutu de los ahí expuestos podía compararse con aquel, era demasiado precioso para compararlo. Sus piernas largas y torneadas estaban cubiertas por una mayas de color rosado de un tono un poco mas tenue que su propio tutu, mientras en sus pies unas zapatillas rosáceas estaban calzadas y al parecer un tanto desgastadas. Su rostro angelical parecía irreal a causa de infinita belleza, el que hubiera realizado aquella obra de arte sin duda era el mejor artista del mundo; en su pálida piel dos manchas rosadas se marcaban en lo que serían los pómulos, unos altos y pronunciados pómulos, sus labios perfectamente delineados y colorearos de un rojo pasión, que hacía resaltar la blancura de su piel; sus ojos delineados como si fueran reales con unos orbes del color del océano, azules azules, adornados con unas tupidas pestañas castañas y enmarcados con unas finas cejas. Su cabello parecía tan real y tan perfecto, largo, ondulado y castaño y que observándolo de manera detenida o con tan solo tocarlo por un breve segundo se podía apreciar lo genuino que parecía y parecía así de auténtico porque ese era cabello real no una simple peluca, dándole un toque aún mas realista a aquella muñeca tan perfecta. Y como toda mujer, aunque fuera una dama de porcelana, no le podían faltar los accesorios que debía, como fémina, usar; pues en su cuello portaba un fantástico relicario de plata en forma de corazón, en sus muñecas habían unas cuantas pulseras de plata de finísimo grosor con cristales, tan pequeños que era necesario el relieve que proporcionaba la luz para poder observarlos, colgándole de cada uno de aquellos accesorios; y como último accesorio, en su cabeza, sobre su sumisa cabellera, una tiara con cristales de distintos colores en ella. Y para finalizar con todo en su espalda estaba lo que le daba vida a aquella muñeca; la cuerda que activaba los engranes para que esta empezara a danzar.

    Sin duda el creador de aquella muñeca era todo un experto en el arte de las muñecas de cuerda.

    Por un momento todos los ahí presentes quedaron pasmados con la belleza de aquella muñeca, mirándola y admirándola; pero un insolente impaciente fue el encargado de romper aquella mágica visión acercándose a ella y dándole cuerda. Y para sorpresa de todos la muñeca lentamente, como si tuviera problemas en las articulaciones, fue levantando sus brazos y sus pies; quedando de puntillas y con los brazos en alto juntos por la yema de sus dedos; a pesar de los años que debía de tener aquella muñeca de juguete la belleza de sus movimientos eran tan joviales y gráciles como si los estuviera realizando una adolescente amateur con nato talento inicial.

    Sin música impuesta, la muñeca dio otro movimiento siguiendo su propia melodía, y tras otro paso más quedo inmóvil; la cuerda se le había agotado.

    Casi por inercia otro joven le dio cuerda y la muñeca reanudo su danzar, pero al poco tiempo volvió a parar.

    6:59 y la muñeca quedo inmóvil de nuevo y una jovencilla, nueva y armada de valor se le acerco a aquella fabulosa muñeca para darle cuerda. Una niña de alma pura y llena de amor fue la que le dio vida…

    El reloj marco las siete en punto y se empezaron a escuchar las campanadas que lo indicaban; fue entonces cuando la magia ocurrió.

    La muñeca parpadeó una par de veces como si estuviese aturdida, como si estuviese perdida. Todos quedaron pasmados ¿Habían visto lo que creían haber visto? ¿No había sido una ilusión?

    La joven que anteriormente le había dado vueltas a su cuerda dio un pequeño respingo hacía atrás con el corazón latiéndole a mil a causa de la impresión, el color bajo rápidamente de su cuerpo y sus piernas empezaron a temblar levemente.

    Movió su cabeza primero a la izquierda luego a la derecha; con una lentitud aterradora, giro sobre sus talones hasta quedar enfrente de aquella señorita que le había dado cuerda y le había llamado a la vida después de tanto tiempo. Era de unos preciosos orbes cafés y de aperlada tez. Le sonrió con dulzura. Ella la había traído a ese mundo gracias a su puro corazón y al sentimiento del amor que existía en ella; la muñeca se lo agradeció mentalmente y como si se tratara de telepatía la jovencilla recibió aquel mensaje, sonriéndole tímidamente y casi invisiblemente, al parecer había entrado en un estado de shock.

    Después de aquel extraño agradecimiento, la muñeca realizó un arco hacía atrás, iniciando un baile. Su cuerpo era un arco en una sola pierna, pues la otra estaba elevada al aire con majestuosidad.

    Uno…. Dos… Tres… Cuatro….

    Fue reincorporándose poco a poco como si su danza fuera melancólica. Derecha y de puntillas inició un nuevo baile mas rítmico y de graciosos movimientos…

    Bailaba…. Bailaba…. Bailaba….

    Poco a poco la habitación fue impregnándose de los sentimientos de la muñeca; como si sus pensamientos y sus deseos se plasmaran en las paredes y todos los estudiantes, que la observaban con gran devoción, pudieran leerlos.

    Armonía, y soledad….

    Eran las fragancias que adornaban aquel recinto.

    …“Deseo una pareja.”…

    Fue la frase que empezó a albergar los corazones de los jóvenes; La muñeca deseaba una pareja de baile, deseaba un pas de deux . Y como si los tuviera hechizados; anhelaron cumplir sus deseos como si fueran ordenes.

    El primero en acercarse fue Richard, un joven fornido y piel bronceada, ojos almendrados, rizados
    cabellos y un ego enorme. El casanova de aquella academia.

    Con todas las de ganar camino hacía la muñeca en un andar seductor. Al estar frente a ella estiró su mano esperando que apoyara la suya de excepcional material.

    Lo observo con desden la muñeca, “ella” no lo quería a él. Giro y con su larga cabellera golpeó su rostro.

    …“Escoria”…

    Resonó como si se dijera por megáfono en toda la sala. Obviamente nadie había pronunciado tales palabras pero los pensamientos de la muñeca sonaban y resonaban por la estancia y ella pensaba que el “gran” Richard era escoria, si era ese el caso posiblemente ninguno de los ahí presentes estaba a la altura de aquella divina muñeca.

    Hubo mas valientes como Antony, Robert, Marcus, Oliver, Will y Zac; los cuales también fueron rechazados aunque con menos crueldad.
    “…Alguien especial…”

    Indicó la muñeca que muchas chicas ya empezaban a creer princesa, a causa de su desdeñoso carácter.

    Como si sus pensamientos hubieran llegado a oídos de aquel ser causando su enfado el suelo comenzó a temblar con gran fuerza. Algo ocurría en el sótano; algo ocasionaba aquel temblor.

    Si se hubiera podido medir aquel temblor aproximadamente hubiera tenido la intensidad de 4.5° en la escala de Richter en un tiempo de aproximadamente cinco segundos.
    Cuando por fin termino de retumbar el piso y hubo completamente paz; sin ningún movimiento extraño de las placas tectónicas la luz pareció titilar levemente.

    Andrew quiso averiguar que pasaba y tras él unos cuantos varones mas. La puerta del salón que llevaba al sótano estaba abierta así que no hubo mucha dificultar en ir a echar un vistazo; o esa era la idea que tenían los chicos; pero no pudo ocurrir lo que planeaban. En el fondo se podía distinguir una luz celeste brillante que iba creciendo lentamente de manera constante como si se estuviera acercando a aquella puerta.

    Los vellos de sus brazos se erizaron ante la presencia de aquella cosa pero para sorpresa de los humanos y de la muñeca no era un ser maquiavélico ni nada por el estilo; sino otro muñeco como ella.

    Una obra de arte traída a la vida por arte de magia.

    Alto, uno ochenta aparentemente del mismo material que la fémina de mentiras; azabache cabello lacio que le cubría parte de su ojo izquierdo y azabache mirar, nariz recta al mas puro requerimiento griego, espesas pestañas rizadas; de complexión admirable que ya quisieran todos los hombres tener; pues a pesar de ser un juguete; aquel muñeco parecía sacado de la mente de alguna señorita con el subdominio de “ el chico perfecto”. Ancha espalda, largos brazos, grandes manos, un porte elegante e impotente, ataviado como si se tratase de un príncipe. En definitiva el creador de aquellos muñecos tenía el don de crear magia. ¡Y qué magia!

    Todos los hombres que momentos antes se habían aventurado a ser los “valientes” en ir a investigar la causa de aquel temblor, lo rodearon como si lo admiraran. Y al igual que la muñeca lo que el mozo deseaba era trasmitido al ambiente. Él deseaba danzar con aquella excelsa creatura de porcelana y marfil.

    Los hombres que le fueron abriendo el camino como si se tratase de un rey, él cual con porte galante se acercaba a ella.

    Con una sonrisa de lado, cargada de seducción, con un destello en su mirad y con una mano extendida a su posición y en su mente las palabras

    —“¿Desea bailar conmigo bella dama?”—

    Como si fuera posible, pero así lo parecieron las mejillas de la muñeca las cuales parecieron tintarse de mas color, como si estuviese apenada su desdeñosa actitud había desaparecido y ante la presencia de aquel varón parecía haberse convertido en un niña sumisa y tímida que en secreto desease algo.

    Con una leve sonrisa en su rostro.

    —“Me encantaría”—

    Resonó la respuesta en aquel salón. Todos los ahí presentes permanecieron observando como él le ofrecía su mano y esta la tomaba con delicadeza y timidez.

    Hacían una linda pareja y ambos bailaban como si estuviese conectados o programados para bailar juntos, cosa que no era así, pues aunque estando escondidos en la misma academia de baile ninguno de los dos se habían visto nunca, ni en su creación, ni en la creación del otro.

    —“¿Cuál es tú nombre?” —

    —Me llamo Lydia.—

    Contestó apenada la muñeca desviando su mirada, con un suave movimiento el hombre volteó su rostro hacia el de él. Deseaba verla a los ojos mientras bailaban.

    — “Un lindo nombre Lydia” —

    Le guiño un ojo a su compañera de baile, era tímida tal cual capullo de flor, pero sin duda era el capullo mas hermoso que existía, y sería una preciosa flor cuando se abriera y él planeaba hacer que floreciera.

    — “Gracias. ¿Cuál es el tu..tuyo?” —

    Le interrogó la fémina sintiéndose un tanto osada al realizar aquella pregunta. Era obvio que ese muñeco le atraía. Era especial.

    — “Yo soy Dan.”—

    Después de las presentaciones Dan y Lydia se concentraron en bailar, bailar como si no hubiera otra cosa mas para estar juntos dejándose llevar por la melodía interna que sus inexistentes corazones marcaban, y de vez en cuando Dan le decían uno que otro piropo a su dama de baile.

    Era increíble como aquellos dos a minutos de conocerse pudieran sentir lo que era el amor, porque ese era el sentimiento que embriagaba a la habitación y a la gente que ahí los observaba. Ya todos los presentes habían olvidado sus citas preparadas para aquella famosa fecha, habían olvidado los planes para declarase ese catorce de febrero y todo gracias a esa inusual pareja. Todo gracias a la encantadora escena.

    El amor es una semilla que puede tardar años en crecer en el corazón del otro, pero en ocasiones, crece tan rápido que parece que no es verdad.


    — “El danzar con usted a sido el mayor honor” —


    La aduló con intenciones ocultas, como si fuesen humanos, como si fuesen adolescentes con las hormonas al 200% y como si en verdad lo necesitara; el mozo ladeó levemente su rostro, sus intenciones eran claras. Él anhelaba besarla, lo anhelaba con locura, con afán; pues sabía que pronto el baile terminaría y él ya no se volvería a mover.

    Nuestra muñeca como si fuese una señorita del siglo XV evito el rocé de sus labios con los del joven, por mas que ella también lo deseara, por mas que sabía que lo suyo era como una estrella fugaz; que pronto desaparecería en el firmamento, por mas que todo no podía besarlo. No aún, no aunque su alma le indicada que lo hiciera. No. Un beso en ese momento no.

    Las manecillas del reloj siguieron moviéndose sin parar, sin detenerse para hacer eterno aquel bello momento. En un parpadear de ojos ya eran las 11:30. El paso del tiempo pareció escapárseles de entre las manos a todos los presentes y poco les interesaba que afuera estuviese totalmente a oscuras y que en menos de media hora ya sería otro día….

    Bailaban, bailaban tan sincronizadamente y el aura del salón se volvía a cada momento que transcurría cada vez mas y mas meloso; lleno de dulzura y sentimientos enternecedores muy difíciles de comprender, todos concordantes al enamoramiento….

    El tiempo parecía odiar a la pareja pues aparentemente iba mas rápido de lo común ya que después de unos cientos de pasos el reloj ya marcaba las 11:50pm

    — Tengo un mal presentimiento —

    Comentó la dama sin saber lo que estaba por ocurrir…

    — No te preocupes que desde ahora y siempre estaré para protegerte —

    Fueron las palabras del mozo al momento de acariciarle fugazmente el rostro para luego levantarla al aire por la cintura como su melodía interna lo señalaba.

    — Gracias… —

    Articuló apenas la fémina mientras sentía como su cuerpo bajaba y con sus manos juntas con las del varón hacían una perfecto triangulo con sus cuerpos. Todo el ambiente era especial, mágico y sobre todas las cosas romántico….

    11:59 y ya contaban los segundos para que aquel último minuto del día de los enamorados concluyera…

    Lydia giró un par de veces con el apoyo de la mano de Dan, para luego detener sus volteretas, gráciles y perfectas, de manera súbita dejando su rostro fijo en el de su acompañante, de su gallardo acompañante.

    Sus orbes se posaron cálidamente sobre los azabache de él; que la observaba con autentica devoción, como si fuera la único que sus pupilas, recién estrenadas, tuvieran la capacidad de enfocar; y para su corazón así era; no podía; aquel caballero juraba en sus pensamientos estar completamente enamorado de aquella bella damisela de castaños cabellos y ninguno de los ahí presentes; hasta entonces simples espectadores, podían contradecir sus sentimientos; pues la vehemencia de ellos era impetuosa como las olas de un embravecido mar.

    Absortos cada uno en la mirada del otro, olvidando a los espectadores, la música que en su interior seguía marcando pausas y ese mal presagio que inundaba su mente; ambos iban acercando sus rostros poco a poco; y para comodidad de ambos Dan había posado uno de sus bien marcados brazos en torno a la cintura de Lydia, su muñeca; mientras que con su otra extremidad tomaba suavemente su mentón haciendo así que su doncella no pudiera virar el rostro en cualquier dirección que no fueran sus labios; mientras la protagonista del mágico momento tenía su pierna derecha elevada en un ángulo de 120° y sus livianos brazos los situaba en torno al pálido cuello de aquel majo mozo….

    Sus rostros mataban a cada segundo un poco de aquella distancia que los separaba y justo en el instante en el que sus labios se rozaron el reloj marco las 12:00 de el otro día…

    Y como si la esfera de cristal que mantenía vivo aquel mágico sueño hubiera sido destruida ambos muñecos dejaron de moverse; uno incrustado en el cuerpo de otro de una manera perfecta y artística. Esa sala que por tantas horas había estado embriagada de la emociones de aquellos dos seres sobrenaturales quedo libre del sonido de las necesidades de estos; de pronto como si un hechizo se hubiera roto los ahí presente despertaron de el trance en el que estaban; mirándose perplejos los unos a los otros; no podían creer lo había sucedido esa noche, pero la prueba de que era verdad estaba justo en medio de aquel recinto. Ambos muñecos unidos entre si por un dulce beso.

    — ¿Qué sucedido? — Se aventuró a preguntar un joven de oscuros cabellos y mirada verdosa. Por su rostro totalmente desubicado y por el estado de dilatación en sus ojos; se podía deducir que era presa de algún tipo de miedo, miedo a lo sobrenatural.

    Y como si estuviera poseída por algún extraño conocimiento; aquella jovencilla que había dado vida a la maravillosa muñequilla habló.

    — La cantidad de amor que emana naturalmente del día de San Valentín fue mas que suficiente para traer a la vida a estos dos seres… — Su voz no era la típica voz dulce que sus compañeros solían escucharle, sino que era de una tonalidad parecida a la de las ancianas; su voz de aquel momento era la voz de la sabiduría.

    — ¿Y por qué se han detenido? — Le cuestiono una adolescente con la curiosidad desbordándose por sus orbes azabaches

    — El día se San Valentín es el día del año en el cual hay mayor cantidad de amor en cualquier lugar; como os habéis fijado el reloj ya marca las doce con cinco; dicho de otra manera; el reloj ya marca otro día, ya estamos a quince de febrero, lo que quiere decir que el amor que se esparce por todo el mundo disminuye; haciendo así que la vida de estos dos muñecos acabe. Al acabar San Valentín acaba su encuentro…

    Nadie dijo nada mas, pero si unos cuantos se acercaron a la pareja de muñecos de cuerda para separarlos y esconderlos de su tutor, pues la muñeca había sido sacada sin autorización. Pero para su sorpresa ni uno solo ni todos juntos pudieron separar a aquella pareja tan peculiar.

    — Quizá acabe su vida al llegar el día siguiente; pero su amor aún perdura y eso los mantendrá unidos. — Sentenció aquella niña de chocolatados ojos, los cuales tras esas palabras recuperaron su propio brillo; como si de ella hubiera escapado aquella sabiduría que había informado a los presentes.



    Así pasaron los años en aquel lugar y cada catorce de febrero, día de San Valentín ambos muñecos cobraban vida a partir de las siete de la tarde hasta el final del día; dedicándose a bailar y así poder demostrarse el inmenso amor que tenían mutuamente, pues aquel día todavía les seguía y seguiría concediéndoles la oportunidad de, una vez al año, encontrarse en ese mundo terrenal para amarse aquellas cuantas horas para después volver al mundo espiritual.

    Es esta la historia de Lydia; la doncella fallecida en aquel lugar hacía ya mas de un siglo y cuya alma se adentró en aquella perfecta muñeca a causa de su pasión por la danza y la crueldad de su muerte. Y de Dan; un joven caballero que por la desesperación ante la perdida de su amada, decidió arrancarse la vida para estar con aquella fémina: De esta manera pacto con Eros, Dios del amor; su alma, impetuosa y enamorada, que llego al cuerpo ideal para estar con su amada. Un muñeco de igual diseño, de igual perfección y situado a ochenta metros de distancia de donde descansaba el alma de su enamorada. Pero tuvieron que pasar 135 años para sentir el cuerpo de aquella señorita; pues como había pactado con Eros, El no podría cobrar vida hasta que un alma pura diera cuerda a su adorada Lydia, ni podía buscarla antes de que lo anterior sucediera y como interés por aquel favor del Dios habría de olvidar a su amada; pues Eros le había dicho: “Si tu amor es verdadero, te volverás a enamorar de ella”. Y así había sido…
    Esta es su historia de como ni la cruel muerte pudo ser obstáculo para su sincero amor, de como ni el olvido inducido pudo con el sentimiento de sus corazones…

    Era lo que citaba la placa pegada en aquel instituto de baile "I'amour dans le baller". El lugar donde la muñeca de media noche quedaba sin vida junto a su amante cada quince de febrero, después de haber danzado horas y horas susurrando en el pensamiento infinitos mimos tan típicos del día de los enamorados...

    Tan tan...

    Creo no fue la gran cosa, pero el amor me hizo subirla (?)
    Espero les haya hecho pasar un buen momento :3 Críticas?
    Dénmelas pliss
     
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