Moradores

Re: Moradores

est es mi nuevo fic:D
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Re: Moradores

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miércoles: su mejor amigo http://foro.cemzoo.com/showthread.php?t=137440

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Re: Moradores

CAPITULO 6​

El trabajo en la oficina era tedioso. Egoístamente deseaba que algún suceso se produjera para poder salir y cubrirlo, poder olvidarse por unas horas de su aburrida vida. Desde que conociera la existencia de Inuyasha todo lo demás le parecía completamente vano e irrelevante. Su rutina diaria no le satisfacía ni llenaba. Era complicado llegar a esa conclusión pues nunca antes se había planteado lo vacíos que estaban sus días. En su cerebro se repetían una y otra vez todas las escenas vividas. Le echaba terriblemente de menos, ansiaba volver a verlo, aunque solo fuera una vez más. Por las noches, sola en su pequeño apartamento, se arrebujaba en su cama pensando en él, recordando su rostro y su potente presencia. Inconscientemente le llamaba con la improbable finalidad de que él respondiera a su llamada, sabía que podía leerle la mente y guardaba el secreto deseo de que él le escuchara. Pero nunca ocurría, parecía como si él se hubiera olvidado completamente de ella. Como si ya no fuera importante su seguridad y no se preocupara de su protección, tal y como hasta hacía poco había hecho.

La suerte llamó a su puerta y por la mañana le habían indicado que se preparara para cubrir una noticia. Eso le alegró un poco el corazón, y se hizo la promesa de no pensar en Inuyasha al menos hasta que terminara el trabajo. No parecía nada importante pero era la primera salida desde hacía bastante tiempo así que comenzó a planificarlo todo para el momento. Se trataba de una reunión de peces gordos en un lugar poco corriente, y eso precisamente lo hacía interesante. El chivato que los informó de los detalles, comentó que el lugar donde se celebraría era un tugurio de la zona antigua de no muy buen nombre y reputación.

Se vistió con unos tejanos viejos y una camiseta negra, se recogió el pelo en una coleta, debía ir lo más cómoda posible e intentar pasar completamente desapercibida. Al salir se cubrió con un largo chaquetón que jamás se ponía porque daba el aspecto de desaliñada, ero esta vez le serviría a las mil maravillas.

Caminaba despacio, no quería dar el aspecto de que tenía prisa. En aquella zona de la ciudad nadie la tenía. Vagabundos, traficantes, drogadictos y prostitutas, se daban cita allí para llevar a cabo sus negocios, abrigados por el anonimato y la oscuridad que brindaba la noche cerrada. Aunque no había llovido desde hacía varios días, en aquellas estrechas y laberínticas calles reinaba un ambiente húmedo y desapacible, que indicaba la ausencia del sol incluso durante las horas diurnas. Varias bolsas con desperdicios se amontonaban en las esquinas, ofreciendo un maravilloso festín a tres gatos que se acercaron hambrientos. Al fin localizó el local que buscaba. Si no hubiera estado atenta habría pasado de largo. Ningún cartel o letrero anunciaba su existencia, pero sabía que era el que buscaba, el número y la calle en la que se encontraba así lo indicaba. Entró sin levantar la cabeza demasiado, como si supiera exactamente lo que iba ha hacer, como si no fuera la primera vez que lo visitara. El lugar estaba concurrido así que no le sería difícil ocultarse en algún rincón solitario y observar qué ocurría. Localizó una pequeña mesa al final de la estancia y se dirigió hacia ella con decisión. Puso en la mesa un vaso vacío que alguien había utilizado en la mesa contigua, el cual se pegó instantáneamente en la mugre acumulada de la superficie. Así pensarían que ya había consumido y no la molestarían. Aún con el rostro medio oculto comenzó a escudriñarlo todo. En la penumbra reinante, observó al barman, vuelto de espaldas y sirviendo una copa que le habían solicitado. Justo encima de este una ristra de pequeñas bombillas se empeñaban en iluminar intentando infructuosamente que su luz emergiera a través de una capa de grasa, polvo y humo que las envolvía. La gran mayoría de los parroquianos estaban apoyados o sentados cerca de la barra, tomando sus consumiciones, ajenos completamente a los demás. Muy pocos conversaban y los que lo hacían, apenas emitían un ronroneante susurro, sin duda con la intención de que nadie supiera que tipo de negocio se estaba realizando. ¿Qué clase de gente acomodada se reuniría allí? Y lo más importante ¿con qué motivo? Colocó su grabadora lista para ser utilizada en el bolsillo más accesible de su abrigo y clavó la vista en la puerta de entrada.

Pasados unos minutos que le parecieron horas, la puerta se abrió para dar paso a un hombre. No pudo ver su rostro debido a que caminaba medio encorvado y vestía con ropas de calidad y buen corte. Se dirigió sin prestar atención a nada más, hasta una pequeña cortina situada muy cerca de donde Kagome se encontraba, para desaparecer tras ella. Justo después otro hombre, con las mismas características, hizo su aparición por la puerta de entraba para realizar el mismo camino. Bien, pensó, esto empieza a animarse. Cinco minutos más tarde un par de hombres hicieron el mismo trayecto. Así, en intervalos de cinco o diez minutos fueron entrando poco a poco hasta alcanzar un número de veinte. Después el goteo de visitantes cesó por completo.

Kagome pensó que era el momento de pasar a la acción y comenzar a trabajar. Esperó hasta que se aseguró que nadie le prestaba la más mínima atención para colarse ella también detrás de aquella gruesa cortina. Dentro, la iluminación no era mucho mejor, pero al menos allí no había humo, pensó animándose un poco. Un estrecho pasillo se abría a izquierda y derecha. Fijándose en la dirección de las marcas recientes que había dejado el calzado de los asistentes a la reunión, tomó el pasillo de la izquierda caminando sin hacer ruido. Al final otra bifurcación se había paso. Aquello se complicaba pues la suela de las botas de los visitantes se había secado y ya no habían marcas que le indicaran el camino correcto. Agudizó el oído con la esperanza de registrar cualquier sonido que pudiera indicarle hacia donde ir. Oyó unos pasos, esperó unos segundos hasta que decidió que se dirigían hacia donde ella se encontraba. Nerviosa por el peligro que le acechaba buscó con los ojos un lugar donde esconderse. Hacia la derecha había un pequeño recoveco en la pared y corrió hacia él sin pensarlo dos veces. Afortunadamente los pasos siguieron su camino hasta perderse. Cuando su respiración y su corazón recobraron la cadencia normal, decidió que debía continuar y asomó la cabeza para echar un vistazo. Al hacerlo sintió como si toda la sangre de su cuerpo se acumulara de pronto en su garganta, ahogándola, ante sus ojos encontró el rostro de un ser que aunque compartía con Inuyasha muchas similitudes desde luego no era él. Este era casi tan atractivo como él pero tanto sus ojos como el rictus de su boca le decían a las claras las intenciones de su ser. Completamente aterrorizada vió como su descubridor se alzaba en toda su estatura y se colocaba justo delante de ella dejando un hueco, un estrecho pasadizo justo a su izquierda. Sin pensarlo dos veces Kagome salió corriendo despavorida. Sin mirar atrás, sin averiguar si aquél la seguía, salió del local como alma que lleva el diablo. Corrió y corrió hasta que sintió como los músculos de sus piernas le quemaban. Por fin, levantó la vista de sus propios pies y descubrió que se hallaba en la zona corriente de la ciudad. Reunió el poco valor que le quedaba y aún reticente miró hacia atrás para ver que nadie le seguía. Apoyó su cuerpo sobre la pared, cansada, intentando acompasar la respiración con el pulso que latía todavía desbocadamente sin dejar de mirar en la dirección por donde había venido.

- Kagome – oyó en su mente.
- Inuyasha – dijo ella esperanzada reconociendo la voz.

En ese mismo instante el se hizo presente. La miraba con ojos de loca preocupación como intentando ver si había sufrido algún daño. Cuando verificó que estaba completamente sana, sus ojos adquirieron un brillo que Kagome no supo como definir.

- ¿Te has vuelto loca? –le dijo con la voz ronca por el enfado- ¿En qué estabas pensado? Te has puesto en grave peligro ¿acaso no te dije lo que hacían los “depredadores” con los humanos?
- Yo... no sabía... – contestó inquieta- Tan sólo he ido a trabajar, no podía saber que... – él seguía mirándola muy enfadado y ella estalló - ¡Maldita sea! ¡He intentado hablar contigo! Te he llamado cada noche y tú no has contestado ¿y ahora te presentas aquí creyendo que puedes recriminarme algo?
- Lo siento –dijo Inuyasha en un susurro apesadumbrado mientras le acariciaba la mejilla y Kagome volvió a experimentar aquella extraña sensación de calidez y vibración en su columna vertebral- creí que era lo más conveniente. Sí, sé que me llamabas y no imaginas lo difícil que ha sido para mí no contestar tus demandas pero como te dije, ir podía significar poner en peligro muchas vidas.
- ¿Cómo lo has sabido? ¿Cómo me has encontrado?
- Por Bankotsu, él ha sido el que te ha descubierto y puedes dar gracias de que así ha sido. Es mi compañero y amigo, le debo la vida.
- Y si es como tú ¿qué demonios hacía allí?
- Él es, ¿cómo lo llamáis vosotros? Ah, sí, nuestro espía. Está como infiltrado en el centro de mando y nos informa de todo lo que ocurre. Por eso debe ser más cuidadoso con todo y al entrar en el local leyó rápidamente la mente de todos lo presentes para localizar cualquier peligro. Así es como te descubrió, vio en ti que me conocías y quién eras en realidad. Se imaginó lo que te proponías y te asustó con la intención de que huyeras. Después me avisó.

Se produjo un silencio incómodo. Kagome bajó los ojos ya que no podía sostener la mirada de Inuyasha, sentía como si le hubiera fallado, él tenía razón, con su locura se había puesto en peligro ella misma y a su gente.

- Ahora –continuó Inuyasha- no puedo dejarte sola –dijo mientras le acariciaba delicadamente con el pulgar uno de los cerrados párpados- igual que ha hecho Bankotsu leyéndote la mente y descubriendo que me conocías otros han podido hacer lo mismo. Debes venir conmigo, no puedo dejar que te marches.

 

Re: Moradores

CAPITULO 7​

- ¿Ir contigo? –dijo Kagome encarándolo incrédula- No, no, de eso nada. No pienso ir a ningún sitio que no sea mi casa.
- Vendrás conmigo –dijo Inuyasha rotundamente sin aceptar negativas- Y no quiero oír más tonterías ni pataletas infantiles. Tienes razón, quizá debería haber hablado contigo antes pero no ha sido así, y no puedo cambiar el pasado. Entiende que ahora se cierne sobre ti un peligro más grave. Igual que Bankotsu ha conseguido descubrir quién eres leyéndote la mente, otros han podido hacer lo mismo y saber que me conoces y donde encontrarte. Así que vendrás, lo quieras o no, y prefiero que sea por tu propia voluntad créeme. En mi casa puedo protegerte mejor y evitar un mal mayor.

Antes de que Kagome pudiera volver a abrir la boca para mostrar objeciones, Inuyasha la envolvió en sus brazos y ella sintió la nuevo como su cuerpo se transformaba en nada y en todo, como si formara parte de los elementos. Tuvo conciencia de que se mezclaba con el viento y con él, uniéndose en una danza primitiva, siendo transportados por la fuerza original. En pocos segundos se encontró de nuevo entre las paredes que ya conocía, el hogar de Inuyasha. Él no la soltó enseguida, se resistió a cortar el contacto de su cuerpo y Kagome tampoco dijo nada, perdida en su mirada, en aquellos espléndidos ojos que reunían todas las estrellas del firmamento. Casi sin pensarlo alzó una de sus manos para pasar el dorso de sus dedos por la cara de Inuyasha. Él cerró los ojos, estremecido, el deseo que ya hubiera experimentado anteriormente por ella volvió a apoderarse de él irremediablemente.

- Bonita estampa, pero sumamente peligrosa.
- ¡Bankotsu! –dijo Inuyasha, recobrando el sentido.

Kagome sintió una sensación de terrible vacío y abandono cuando Inuyasha la soltó para ir a recibir a su amigo. Los miró, hacían una pareja formidable, altos, amenazantes, peligrosos y a la vez increíblemente atractivos. Hasta que conoció a Inuyasha, había tenido la convicción de que nunca encontraría un compañero, alguien que la hiciera vibrar con su contacto y que la hiciera desear más, alguien que se preocupara por ella lo suficiente como para olvidar todo lo demás. Y ahora que lo había encontrado se daba cuenta de que no se podría realizar, él no era humano, era un morador. Aunque conocía a Inuyasha no podía estar segura de si entre ellos pudiera, en el futuro, existir algo más que una relación de simple amistad. Descubrió que eso le hacia sentir algo parecido al desasosiego.

- ¿Qué ha ocurrido?
- La reunión ha finalizado con éxito, todo ha ido sobre ruedas a excepción de el pequeño incidente –dijo mirando a Kagome- que se ha solucionado sin problemas más graves.
- Ruego que la disculpes ella no sabía nada.
- Lo sé. Se han tratado varios temas.
- Explícate.
- Han descubierto, y esto lo llevan muy en secreto, que además de alimentarse de los humanos también pueden hacerlo de los de nuestra propia raza y los poderes aumentan mucho más y más rápidamente.
- ¡Dios! Están procediendo como animales –dijo preocupado- ¿cómo demonios han averiguado eso?

La mirada de Bankotsu, adelantó la respuesta. La tristeza y un profundo dolor se reflejó en ellos.

- Lo han descubierto por las investigaciones a las que están sometiendo a Sango.-dijo bajando la cabeza. La cólera que se apoderó de Inuyasha fue tremenda e implacable.
- Juro que mataré al que haya osado tocarla –sentenció con una seguridad que asustó a Kagome.

Era la primera vez que oía mencionar un nombre femenino. ¿Quién sería ella? ¿Acaso alguien a quién Inuyasha amaba? Sí, de eso podía estar segura, debía amarla si deseaba matar a quién la tocara, un odio así no podía ser creado por ninguna otra cosa. Le miró, caminaba inquieto de un lado para otro, presa de una gran furia que le hacía parecer un animal herido y encarcelado. Tristemente comprendió que no era la única que ocupaba los pensamientos de Inuyasha. No sabía por qué siempre había creído que ella era la única a la que él protegía y descubrir que eso no era así, no le gustó en absoluto. No podía mentirse a si misma, siempre había tratado de ser realista y aceptar sus propios sentimientos y por lo que a él respectaba, ahora se sentía posesiva.

- Lo siento Inuyasha pero todavía no puedo hacer nada sobre eso. Mientras debemos preocuparnos por la política de expansión que está planeando Hakudoshi.
- Lo sé amigo -contestó pesaroso.
- He sabido que están tratando de tomar las riendas del país para luego extenderse y tomar el planeta entero.
- ¡Por todos los demonios! ¿Te has parado a pensar en lo que supondrá eso?
- Lamentablemente, eso significará la exterminación de la raza humana.