Microrrelato Mi querida amiga

Tengo frío porque al fin he aprendido a afrontar esta dura realidad, todo ha cambiado, y ya no me das tu calor como antes, mi querida amiga. Parece que fue hace unos días cuando tú reías con tu otra amiga, quizás tu verdadera amiga, con la que bromeabas mientras yo, desde mi ventaba, te observaba y, en mi reinado de silencio y soledad, dejaba caer unas lágrimas por mi pálido rostro. Sí, me dolió mucho y allí fue cuando todos mis presentes pensamientos comenzaron. Ahora, escúchame.

Siempre vienes hacia mí para tu interés, ¿cierto? No lo puedes negar, pues hasta todo lo que tengo recibía más tu atención que yo, la única verdadera amiga que has tenido tras tu corta vida de 13 años, según me dijiste. Hemos pasado toda la vida juntas, años, años y más años. Nos hemos separado muchas veces, pero no por una discusión, sino por pura casualidad de perder el contacto unos meses o un año como mucho.

Una vez cambiaste tus risas por una mirada triste y melancólica, contándome toda la soledad que has vivido. Yo te escuché con atención y, cuando terminaste, te apoyé y te ayudé a olvidar el pasado y vivir este presente, esta oportunidad que te ha dado la vida. Pero, ¿no es curioso?, ¿tanto fue tu dolor como para que no derrocharas ni una sola lágrima seca? ¿Cuántas lágrimas has visto tú correr por mi rostro, sintiendo verdadero dolor? Muchas, incontables veces. Bueno, mi amiga de toda la vida, me he dado cuenta que se te da mejor de lo que pensaba actuar.

No hace tanto me invitaste a ir contigo a una fiesta que iban a hacer, yo te esperé, ¿dónde estuviste que no me llamaste, amiga? Ah, cierto, ya me contaste lo bien que te lo pasaste con tu amiga, la que ríe contigo pero no te apoya ni está contigo en tus peores momentos. Bueno, no importa, olvidaré todo esto, pero las heridas permanecerán ahí, tú, que eres mi mejor y única amiga, lo sabes.