Mi príncipe hanyou

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por windmiko, 14 Abril 2010.

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¿Qué les parece la historia?

Poll closed 13 Junio 2010.
  1. Aburrida. No la continúes.

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  2. Mas o menos, por ahí vas.

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  3. Bonita historia.

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    windmiko

    windmiko This is war

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    Mi príncipe hanyou
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    Re: Mi príncipe hanyou

    “Éste es mi mundo”



    ―Vamos InuYasha, no tengas miedo ―Kagome sabía que él tenía desconfianza, aunque no lo admitía. Era un chico inmodesto―. ¡InuYasha!

    ―Ya voy, deja de regañarme.

    Ambos jóvenes subían las escaleras en forma de caracol, Kagome era una chica energética, y eso era trascendental ya que iba un escalón más que su acompañante. La respiración del niño de ocho años era un poco agitaba, si no mal recuerda, las escaleras de su mundo eran mucho más cortas. De pronto, la expresión de sus labios desapareció. No recordaba que ya no podía ir al mundo de la luz, donde él concernía.
    De pronto... llegaron a su destino.

    ―¿Y bien? ¿Qué te parece?

    Las ventanas eran tan grandes que una gran cantidad de luz se manifestaba en ésta, las paredes estaban pintadas de un azul turquesa y el suelo estaba tapizado con una alfombra; a comparación de la habitación que había “mandado a ordenar su padre”, eso era un paraíso.

    ―¿Tanto hicieron por una simple habitación? ―su propio orgullo no lo dejaba hacer un cumplido. Kagome soltó una pequeña risa.

    Pasó poco tiempo para que ambos se dirigieran al espejo que los esperaba, ambos se reflejaron en él y como era de esperarse, una luz tan fuerte y perturbadora apareció de la nada, permitiéndoles viajar a un mundo paralelo, donde jamás amanecía: el mundo de la oscuridad.
    Pero Kagome era la más estremecida… no deseaba que InuYasha fuera agredido por ser un individuo de otro mundo, además, no estaba segura si eso estaba permitido.


    Mientras eso ocurría, las cosas en el mundo donde pertenecía InuYasha, no andaban nada tranquilas: las personas estaban alteradas, uno que otro loco gritaba a mitad del pueblo, otros que montaban caballos chocaban contra las cabañas de madera destruyendo todo a su paso, los niños que jugaban con sus trompos salían corriendo en busca de sus padres, pero el corazón más asustado de aquel mundo era el de Izayoi. Una madre que temía por la seguridad de su hijo.
    No le importó ir corriendo hacia el castillo donde seguramente estaba su esposo esperándola, por lo regular, una reina no debe tocar tierra de plebeyos, ni si quiera estaba permitido hablar con los campesinos del lugar; sin embargo, a Izayoi le importaba un comino aquella tonta regla.

    ―InuYasha me está esperando en el castillo ―se mintió ella misma mientras corría entre los arboles―. Él está en el castillo.

    Cuando llegó a su gran hogar, los guardias al principio querían saludarla amablemente; pero ella pasó corriendo y con las manos cubriendo su rostro, que los guardias se exaltaron un poco. Jamás la habían visto de esa manera. A continuación, Izayoi abrió la puerta principal del castillo: ésta estaba fabricada con madera de caoba y con varios signos que carecían de significado, no obstante, cuando abrió la puerta encontró a su esposo, como si la hubiera estado esperando.

    ―¡Taishou!

    ―Izayoi… ―El corazón del rey latió con fuerza cuando su esposa se lanzó a sus brazos llorando.

    Izayoi agarraba su traje con fuerza, exponiéndole que tenía un gran rencor por dentro; pero a la vez tristeza y desolación. Taishou sólo se limitó a corresponderle el abrazo, aunque fuera el rey del mundo de la luz, y que todos lo alababan como un gran rey, siempre temía por su esposa. El cuerpo de ella tiritaba y se aferraba cada vez más a él.

    ―InuYasha… ¡InuYasha no está aquí!

    ―No querida. Seguramente se encuentra en el mundo de los humanos ―Izayoi, con un nudo en su garganta, entrecerró sus ojos.

    ―El espejo se ha roto…

    Entre sus brazos, esperaba una leve reacción de su esposo, por lo menos unas palabras que la alentaran; pero ni la más intrascendente respiración dio.
    Ellos estaban casi en la entrada del castillo; sin embargo, no estaban solos, Sesshomaru, desde el segundo piso, escuchaba cada palabra articulada de ellos. Y todo gracias a su potente oído youkai. No le interesaba ni en lo más mínimo, le daba igual si el espejo estaba roto o no, al contrario, era un peso menos encima. Aún recordaba aquel argumento que causó mucha polémica entre la gente: la casa quemada, ¿quién lo había causado?, y sobre todo ¿por qué lo hicieron?, sólo eso le importaba.

    ―Él regresará ―susurró el rey.

    ―Pero el espejo está…

    ―InuYasha dijo que regresaría… Y lo va a ser, porque él es mi hijo ―prosiguió Taishou, recargó su barbilla en la coronilla de su esposa. Claramente sintió cómo ella se relajaba―, InuYasha es el futuro príncipe de este reino. Tiene que venir.

    De repente, cada nervio de Sesshomaru se encendió de inmediato, sus ojos se abrieron como platos al escuchar tales palabras. ¿Cómo era posible que a InuYasha eligiera para que fuera el futuro príncipe de ese reino si apenas era un niño?, Sesshomaru era noventa y nueve años mayor que su medio-hermano, estaba muy claro que él tenía que hacerse cargo de reino, él tenía que ser el próximo sucesor. Además, Sesshomaru sabía todos los problemas que el reino tenía, estaba más que enterado en quién se podía confiar y en quién no… Entonces, ¿por qué InuYasha?

    ―Vamos querida, vayamos a calmar a los habitantes ―ambos intercambiaron sonrisas.

    En realidad, la sacó de ese lugar con aquella excusa. La estaba alejando de su hijo primogénito. Taishou desde hace un buen tiempo, se había percatado de la presencia de Sesshomaru…
    Después hablarían de aquel tema que tanto le incomodó; sin embargo, aún no era el momento. Desde ese momento, tuvo que disfrazar su enojo en su rostro, con uno gélido y sin sentimientos, como tanto se caracterizaba.


    Mientras eso sucedía, InuYasha estaba en maravillado con el paisaje nocturno que presenciaba: todas las casas estaban adornadas con colores vivos, la luna brillaba en el cielo a su máximo esplendor y el reino de Kagome, era el lugar más llamativo de aquel mundo, porque cada habitación del castillo estaba iluminada por varias velas, causando que el castillo adquiriera un color dorado. Parecía de oro.

    ―Faltan cinco días, para mi noveno cumpleaños ―añadió Kagome parándose a un lado de él―, espero que todos estén presentes. Incluso tú InuYasha.

    ―¿lo dices enserio Kagome?, ¿estás consciente de lo que soy, verdad? ―aunque ya no estaba en su mundo, aún le daba la curiosidad si había la raza hanyou en el mundo nocturno, si era así, de nuevo tendría que soportar a la gente y sus burlas.

    ―Sí sé que eres un hanyou; pero no me interesa ―contestó ella con una sonrisa.

    ―No lo decía por ti…

    Y era verdad, ¿cómo reaccionarían los familiares de ella al saber que InuYasha era un hanyou?, seguramente lo agredirían. No sabía mucho de cómo eran las personas que vivían con la luna, pero aún tenía a Kagome a su lado para protegerlo y guiarlo cuando él tropezara con una de sus malas experiencias.

    ―Entonces tenemos que averiguarlo.

    Kagome comenzó a correr por el pasto bañado de roció, corría a gran velocidad ya que iba bajando una pequeña llanura; sin embargo, InuYasha se quedo quieto, agudizando cada uno de sus sentidos. Esperaba a que algo pasara.

    ―¡Princesa Kagome! ―la voz le pertenecía a un joven. Cuando ella escuchó a tal llamado, tropezó con cierta piedra y cayó al suelo de cara, su vestido se llenó de pasto.

    ―¡Kagome! ―InuYasha estaba a punto de ir por ella y ayudarla a levantarse; pero una mano tocó su pequeño hombro deteniéndolo―, ¡oye qué te sucede!

    Cuando el niño decidió verlo a los ojos “para intentar intimidarlo”, de pronto se relajó, como si el joven desconocido hubiera colocado un hechizo contra él para paralizarlo. Cosas de niños. Kagome levantó su rostro adolorido, estaba mareada del golpe que se había dado, pero no quiso preocupar a nadie, así que se levantó por completo y se sacudió su vestido rosado de bordes aterciopelados. Hasta que de pronto giró:

    ―¡Joven Akitoky! ―el sacerdote de ese mundo, sonrió―, ¿qué está haciendo aquí?

    Ése era uno de los habitantes del castillo, quién aconsejaba al rey de la oscuridad; pero para Kagome, era un amigo más. Akitoky también era un vidente de los sueños, una persona que predecía cosas que aún no sucedían. Per supuesto que Kagome apenas sabía el significado, es por esa razón, que Akitoky todavía no le mencionaba algo muy importante: ya había visto la llegada de InuYasha, antes de que ella lo conociera.

    ―Nada princesa, sólo la estaba esperando… Pero veo que no ha estado sola ―soltó a InuYasha con delicadeza, no deseaba incomodarlo.

    ―... ¿Mi papá ya se enteró que me fui al mundo de los humanos? ―preguntó temerosa. InuYasha sólo se quedó quieto en medio de los dos y de la conversación, como si él estuviera pintado. Hizo un puchero.

    ―Él tiene una gran responsabilidad con su reino, pero cuida más a su única hija ―Kagome lo tomó como un sí.

    No tenía tiempo para imaginarse cómo su padre la regañaría. Ya era muy tarde, así que se añadía otro regaño más para Kagome.
    Cuando los niños y el sacerdote se marcharon de ese lugar, atravesaron por el pueblo, éste estaba lleno de coloridos colores, como si estuvieran en una gran fiesta, los mercaderes de madera eran tan llamativos que era muy difícil despegar la vista sobre ellos. El mundo donde habitaba la luna era un lugar hermoso, mucho más que su propio mundo según InuYasha. Y era predecible esa opinión, porque él estaba viviendo algo nuevo. Su mirada dorada, flameante como el mismo sol, estaba más atenta a los acontecimientos que se presentaban. Inexplicablemente, la idea de tomar a Kagome de la mano, cruzó tan rápido que duró menos de un segundo. Se sonrojo violentamente y agradeció que sus acompañantes estaban distraídos observando el lugar.
    De pronto una mujer de cabellera corta y negra se acercó a ellos.

    ―¡Princesa Kagome, muchas felicidades por su noveno cumpleaños! ―dibujó una gran sonrisa en sus labios. Al principio, InuYasha pensó que estaba borracha de tanto tomar sake, que seguramente, también vendían en este mundo.

    ―P-pero… Todavía no es mi cumpleaños.

    Cuando la mujer estaba a punto de tocar las manos de Kagome, Akitoky se colocó en medio de ambas impidiendo tal contacto. Pero como siempre, con una amable sonrisa.

    ―Lo siento. No puede tocarla hasta que los cinco días se hayan cumplido.

    Nadie podía tocar a Kagome hasta que se cumpliera ese plazo, era una tarea difícil, ya que su comida diaria era vegetariana, nada de carnes u otra comida de origen animal. Era vivir el mismo infierno antes de su cumpleaños. Al recordar eso, la idea de tomarla de las manos era algo imposible. InuYasha no podía tocar a Kagome hasta que ella cumpliera los nueve años… Él aún tenía ocho.

    ―No se preocupe señor Akitoky, sólo quiero entregarle su fruta favorita ―la mujer sacó de su vestido una fruta roja, redonda y muy apetitosa―: una manzana.

    Aunque era un sacerdote de gran reputación, él se inclinó en forma de agradecimiento y tomó, con permiso, la fruta.
    Después de ese acontecimiento y de un largo camino por el pueblo, por fin llegaron a la entrada del castillo iluminado. Desde ese momento, InuYasha tenía que tener mucho valor, estaba a punto de conocer a la gran familia de Kagome y estaba casi seguro que lo odiarían, no sólo por ser un hanyou como era criticado, si no porque pertenecía a otro mundo. No sabía con precisión si esos mundos se odiaban, ya que su padre jamás tocaba ese tema, o por lo menos, no con él. Akitoky y los niños, comenzaron a cruzar el puente de pavimento, dos guardias estaban vigilando en la entrada y salida del puente.

    ―Mi papá es estricto en muchos aspectos ―dijo Kagome sin mirar a InuYasha. Él tampoco la miró, pero sus oídos estaban agudizados.

    ―No me interesa ―mencionó él―, sólo quiero volver con mi madre para hacerle compañía, no pienso permanecer mucho tiempo en este lugar... Quiero que la reconstrucción del espejo sea rápida.

    ―¿Huh?, ¿no piensas quedarte el día de mi cumpleaños? ―la voz de la princesa se escuchó temerosa, se atrevió a mirarlo sin dejar de caminar. El sacerdote caminaba detrás de ellos escuchando cada palabra que salía de sus bocas.

    ―Es que yo…

    ―¡Ya llegamos! ―interrumpió Akitoky a propósito.

    Después de unos instantes, InuYasha entró al palacio. Jamás en su vida había presenciado una habitación exageradamente iluminada, la habitación principal tenía un olor a vainilla gracias a las velas encendidas, las cortinas carmesí estaban abiertas dándole paso a los tenues rayos de luna. Un lugar inigualable.
    De pronto, hizo su aparición el rey de la oscuridad: tenía un traje oscuro como su reino y con bordes dorados, la corona tenía una piedra preciosa, la llamaban rubí. Cuando el señor Higurashi divisó a InuYasha, de inmediato puso mala cara.

    ―Y… ¿Quién es éste? ―se atrevió a señalarlo.

    ―Su nombre es InuYasha ―contestó Kagome con ímpetu, no permitirá que su padre insultara a un amigo que hace tiempo conoció―. Es el príncipe del mundo de la luz.

    El rey lo miró de pies a cabeza. Era verdad que no lucía como un príncipe, por lo regular, siempre vestían con joyas o por lo menos un traje que lo distinguía de los demás; pero el niño ni siquiera llevaba algo de valor.

    ―¿Eres hijo del rey Taishou? ―por lo menos el parecido que tenían, lo convenció de que era el príncipe―, es interesante que un ser de la luz venga a visitarnos.

    ―Papá… él por ahora no puede regresar a su mundo ―InuYasha se incomodó un poco, Kagome estaba respondiendo todas las preguntas que hacía su padre.

    Aquel rey de la oscuridad sólo apareció en la sala para cuestionarle; pero Kagome todas las respondía. El vidente de sueños sólo se le quedaba viendo a la princesa, y eso lo notó InuYasha, era como si la estuviera evaluando o vigilando cada movimiento que hacía, tal vez con eso miraba el futuro… Aunque lo dudaba mucho. Akitoky volteó con él para mostrarle una sonrisa, ya sabía que lo estaba vigilando.

    ―Señores, la cena está lista ―anunció una de las sirvientas del castillo. Después hizo una inclinación educada.

    El señor Higurashi detuvo sus preguntas y se paró a un lado del vidente de sueños, cruzó sus brazos sin dejar de mirar a InuYasha.

    ―Príncipe de la luz, estarás aquí mientras reparen el espejo. Ni un día más ni un día menos ―advirtió en voz alta, tenía intenciones que todos los habitantes del castillo escucharan―. Después de la cena, Akitoky te mostrará la habitación que ha sido preparada para ti.

    ―¿Qué pasa?, ¿ya sabían lo que iba a suceder con el espejo? ―se preguntó en su mente, empuñó sus manos con fuerza, no toleraba aquel ambiente que se presentaba en el mundo de la oscuridad. Se sentía débil.

    ―Vamos InuYasha ―llamó Kagome dulcemente.

    Los primeros en retirarse de la habitación fueron los niños, ambos se miraban alegres mientras caminaban, sin embargo, Akitoky los miraba tristemente, al igual que el rey, ya sabía lo que ambos les esperaba en el futuro, ya que el vidente de sueños ya había visto la llegada de InuYasha antes de que apareciera en la vida de Kagome. El rey de la oscuridad tragó saliva amargamente, ¿cómo advertirle a su hija el peligro que ahora corría?

    ―¿Cuándo sucederá? ―se atrevió a preguntar el padre.

    ―Rey… No creo que…

    ―¿Cuándo?

    ―Un día antes de su cumpleaños.

    Aquella fecha tan temida, sucederían las cosas como fueron predichas. Sólo faltaba esperar. Cuando por fin, todos estaban en el comedor, se sentaron en sus respectivas sillas; todos menos InuYasha, él se le quedaba viendo a la comida que estaba servida: había legumbres, frutas, verduras; pero lo que más le llamaba la atención era que también había carne servida, ¿cómo era posible que sirvieran eso cuando Kagome no podía consumir esa comida…?
    Lo había olvidado, el rey y el sacerdote del reino comían en la misma mesa. Hasta ahora no creía tener ningún problema, por lo menos, no con el vidente de sueños ya que lo había recibido muy bien y se había comportado muy amable. Pero el rey…

    ―InuYasha siéntate ―regañó Kagome ya sentada y con un puchero en sus labios. Él obedeció y dio un vistazo a su plato―, espero que te guste la comida.

    ¿Y cómo la iba a desperdiciarla?, si la carne era uno de sus platillos preferidos. Por unos instantes se acordó de su madre, porque ella siempre le daba aquel platillo preferido. En verdad que la extrañaba, apenas tenía un día que no la miraba, o mejor dicho, una noche. Kagome tomó su copa de naranja y lo llevó a sus labios.

    ―¿Cómo vas con tu entrenamiento de sacerdotisa? ―preguntó el rey mostrando una sonrisa ingenua. Kagome casi escupía el líquido que había tomado.

    ―¿Entrenamiento?, sí, voy… Excelente con eso, creo que seré una buena sacerdotisa cuando crezca ―mintió, ni si quiera se acordaba que había ido al mundo de los humanos para entrenar. Era la escusa perfecta para ver a InuYasha, su compañero de juegos.

    ―¿Eres un sacerdotisa?, no sabía eso ―confesó InuYasha. Akitoky sonrió por sí mismo, ya sabía que la princesa Kagome no había practicado ni en lo más mínimo; de lo contrario, la hubiera visto en sueños practicar.

    ―Sí, hace poco el consejero nos había anunciado que Kagome tenía poderes espirituales. Es por eso que nadie puede tocarla, hasta que ella cumpla sus nueve años ―explicó el sacerdote como todo un sabio. InuYasha escuchó sorprendido, ese reino no sólo tenía un vidente de sueños, sino también un consejero y varios sirvientes que le sirven sin poner malas caras. Todo lo que ocupaba su mundo.

    ―¡Faltan cinco días para mi cumpleaños! ―anunció contenta―, ya quiero que llegue ese día.

    ―Todos los habitantes esperan ese día Kagome ―comentó InuYasha, llevó un bocado de comida a su boca, recargó su codo en la mesa real molestando un poco al rey de ese mundo.

    ―¿Por qué lo dices InuYasha?

    ―Cuando pasamos por el pueblo toda la gente te miraba con alegría, incluso una persona humilde se atrevió a darte tu fruta preferida ―respondió con seriedad, como si tuviera envidia de la suerte que tenía Kagome. La miraba a los ojos―. Por más insignificante que parezca, toda la gente que te rodea te quiere, te observan como si fueras a salvarlos de algo. Eres su princesa.

    ―… ¿En verdad lo crees InuYasha? ―no pudo evitar sonrojarse un poco―, toda la gente me muestra su cariño de cierta forma… Todos menos Naraku.

    ―¡Kagome!, ¡¿Qué te dije sobre eso!

    ―¡Es verdad padre!, ¿por qué no puedes creerme? ―se levantó de su silla enojada, frunció el seño.

    El sacerdote Akitoky se mantenía en su posición, no planeaba detener aquella pelea debido a que todas las cenas era lo mismo; sin embargo, InuYasha tenía muchas preguntas por hacerle a su amiga, ¿cómo era posible que Naraku era el mismo consejero de ése rey y de su padre?, y lo más importante y curioso, es que ambos niños opinaban lo mismo sobre aquel hombre.
    Sin nada más que decir, Kagome se retiró del comedor casi aventado la puerta, dejando con la palabra en la boca a su padre…

     
  2.  
    Tomoee

    Tomoee Elfases de los bosqueses Espectroses Comentarista destacado

    Virgo
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    Re: Mi príncipe hanyou

    Loool, por una cosa o por otra, la terminpe acabando apenas ._.

    Bueno, fuera de lo que te comenté por msn, estuvo genial tu capítulo :) Más porque tengo dudas, contigo no sé que me espera xD

    Sólo unos detalles con las tildes, pero son cada vez menos que el anterior ;)

    Me gustó que Inuyasha supiera lo de Naraku :si:

    Y ToT tengo ansías de saber que pasará el día antes del cumpleaños de Kagome -.-

    Por otra parte, se notó cómo Inuyasha ansiaba ser tratado igual ._. pobre, siempre discriminado ToT

    Me gusta tu forma de escribir, espero puedas seguirlo pronto :)

    Besitus.
     
  3.  
    Kourei

    Kourei Acosando a Gray-sama (kagome-chan) ;D

    Tauro
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    Re: Mi príncipe hanyou

    ¡¡¡Chibi adorada y consentida!!! Lista para postear (me agrada el sistema, solo que no se leen bien los comentarios por el avatar de los usuarios xD Que malo que no quieran a mi inu-hermoso ahí, aunque comprendo sus temores... (Esta historia ya me está pareciendo un poco a la de Tsubasa con el cumpleaños cerca, los siete días y el tragico incidente) MMmm, es verdad... pero bueno, mi chibi lo hará mejor!!! *alza la mano con una sonrisa al estilo "Lee" Yuuko la mira exasperada*

    Espero que Inu pueda volver y con este comen espero que no sigas diciendo que estoy enojada ¬.¬ ya sabes que pasó y lo seria que ando por Ren (Kami-sama, no le hagan nada a ese bombon ToT) ToT Coincido contigo Yuuko!! *se abrazan juntas y se ponena llorar*
     
  4.  
    LiFeInu

    LiFeInu Entusiasta

    Piscis
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    Re: Mi príncipe hanyou

    Bueno amiga no puede leer mucho per lo que lei me encanto... La verdad no se por que mi hermanito Inu no deja de ser tan orgulloso, nisiquiera de pequeño y lo sepor experiencia.... Y kagome es tan linda de pequeña como siempre... me parece muy hermosa la habitacion tal y como la describes... bueno amiga te dejo ya que no puedo leer muucho pero cuando tenga el tiempo necesario lo leere...Yana por ahora amiga.xD
     
  5.  
    dulcekagome

    dulcekagome Entusiasta

    Virgo
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    Re: Mi príncipe hanyou

    ***//Hola queridisima sensei!!!//***
    muchas gracias por avisarme de la conti. tambien siento mucho el no haberme pasado antes n_n!
    me ha gustado mucho el capitulos. Estubo sueper bueno!!!
    es que me gusta tu historia es como super, llena de fantasias y en fin para no alargarme mucho la adoro.
    me gusto la parte donde inu se maravilla con el mudo de su amiguita, pero
    me da muy mala espina lo que le ha contado el vidente akitoky ¿a caso nu se llevara a cabo la purificacion de la pequeña kagome? ¿esto perjudicara a todos los mundos?
    en fin me dejaste doblemente intrigada y espero que subas conti muy lueguito!!!
    bueno querida sensei cuidate bexos y baxois de tu aprendiz dulcekagome

    sayito...;)
     
  6.  
    windmiko

    windmiko This is war

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    Re: Mi príncipe hanyou

    Meelissa: Gracias Meli, ya sabrás lo que pasará el día de su cumpleaños. Ya van varios usuarios que dicen que tengo una mente bien loca, que algunas de mis historias no tienen a veces querencia, tal vez esta historia no sea la excepción. Aún no ha pasado lo mejor.

    Sempai: No sempai, te juro que no será igual que esa serie x´D, no me había dado cuenta aunque es cierto, agradezco a que me lo digas. No sempai, ya no estas enojada, ahora luces más alegre que de costumbre (Yaaay).

    LiFeInu: Amiga tú siempre animándome, gracias. Espero que pronto lo leas completo :o. Suerte con tus exámenes, a mí ya me torturaron (otra razón más para odiar esa preparatoria)

    Dulcekagome: justamente pensaba hacer eso, pero después le pensé más a fondo y llegué a la conclusión que sería bastante obvio, o por lo menos quiero que esto se algo inesperado x´D, gracias por pasarte a leer alumnita mía.

    Kennikag: Gracias linda por tus buenos deseos, espero que no te desespere la historia.
     
  7.  
    windmiko

    windmiko This is war

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    Re: Mi príncipe hanyou


    “El día prometido la esperaba”


    No pudo decir que había dormido bien, porque era una vil mentira. InuYasha estaba acostumbrado a despertar con un intruso rayo de sol; pero ni siquiera eso podía encontrar en ese mundo, donde las sombras habitaban. Él se sentó en su cama asignada y se talló los ojos, ayer había sido una noche muy larga, no sólo porque Kagome se había molestado con su padre en la cena, estaba más pensativo por el hecho de que Naraku era el consejero del mundo de la oscuridad. Miró el cielo nocturno a través de la ventana, era la primera vez que observaba, al despertar, las estrellas brillar con densidad. De repente, dos suaves golpes se presentaron en la puerta de madera. InuYasha sólo esperó a que el individuo que lo interrumpía abriera por sí sólo.

    ―Hola joven InuYasha ―el sacerdote de ojos cafés sonrió amablemente―, me alegra mucho que ya haya despertado.

    ―Buenos días… ―Respondió tímidamente, apenas conocía a Akitoky, no le tenía mucha confianza. Tal vez lo había aprendido de Sesshomaru.

    ―Sólo vengo a decirle que el desayuno está listo.

    Y como si tuviera mucha prisa, el vidente de sueños se retiró de la habitación dejándolo solo. InuYasha no tenía hambre; pero posiblemente el reino de la oscuridad tenía un horario fijo para la comida. Al igual que su reino. En poco tiempo, él también se fue de la habitación. A pesar de que ya sabía dónde estaba el comedor, no pretendió ir ahí, primero deseaba encontrar a Kagome, ya que no la había visto después de la pequeña pelea real que pasó. Comenzó a recorrer el primer pasillo que había encontrado, también estaban las sirvientas que, usualmente, querían mucho a Kagome.

    ―¡Ah, faltan cuatro días! ―exclamó una sirvienta de cabellera corta y negra. A su lado estaban tres personas más, parecían gemelas.

    ―Shhh… ¿Qué te sucede?, no hagas tanto ruido ―rodó sus ojos hasta donde estaba InuYasha, no deseaba que ningún hibrido escuchara esas buenas noticias. Lamentablemente, él tenía una audición perfecta.

    Ya sabía de qué hablaban, faltaban cuatro días para que Kagome cumpliera su noveno cumpleaños. InuYasha apresuró su paso, ya no quería escuchar el cuchicheo de sus palabras y de sus insultos silenciosos, incluso en ese mundo lo aborrecían, no había diferencia entre el mundo de la oscuridad y de la luz. En todos lados era agredido.




    Mientras InuYasha paseaba por los pasillos en busca de Kagome, en el mundo de los humanos, el padre de Kagome paseaba cerca de una cosecha. No era muy común que el rey de la oscuridad se mezclara con los humanos de ese mundo, era muy raro que él visitara aquel lugar. Las campesinas encargadas de revisar la cosecha de papa le mostraron una gran sonrisa, al parecer, él era muy conocido por los mundos existentes.

    ―Disculpen damas ―llamó la atención el señor de túnica negra―, ¿algunas de ustedes sabe si la sacerdotisa Kikyo habita en esta aldea?

    ―¿La sacerdotisa Kikyo?, por supuesto que sí alteza ―respondió una de las mujeres, hizo una pequeña reverencia―, se encuentra meditando en estos momentos.

    ―Muchas gracias señora.

    Los cultivos estaban muy bien cuidados en la “aldea de Kaede”, así llamaban a ese magnífico lugar donde habitaba una sacerdotisa con grandes poderes espirituales, aún era una niña… La edad perfecta para comenzar a practicar para proteger a la aldea. El rey siguió caminando a paso lento, observaba cómo los habitantes de ese lugar se ayudaban unos a otros; pero su inspección no duró mucho tiempo, un viejo aldeano se le acercó con una sonrisa conciliadora.

    ―Me imagino que viene en busca de la sacerdotisa ―. Por lo regular siempre lo llamaban “rey”, “alteza”, “majestad”; esta vez ni siquiera lo llamaron de tal forma, y curiosamente eso le agradaba.

    ―¿Por qué lo afirma?, ¿tan obvio soy? ―el anciano contuvo una carcajada, no deseaba herir los sentimientos de una persona famosa y con reputación.

    ―Los forasteros vienen con el mismo propósito que usted, no es el único que desea ver a la señorita Kikyo ―el aldeano dio vuelta y comenzó a caminar, no sin antes de hacerle una seña para que lo siguiera―, venga conmigo.

    El rey no tuvo más remedio que seguirlo, tal vez a él no lo tomaban mucho en cuenta ya que no estaba en sus tierras asignadas para gobernar. Caminaron hasta toparse con una cabaña de madera, una idéntica a las otras, ¿por qué razón estaba entrenando la sacerdotisa en ese humilde lugar?, el anciano lo invitó a pasar y ella estaba ahí: sentada con una posición en sus dedos muy rara, enfrente de ella estaba un espejo y alrededor de ella había velas encendidas. Y el sol estaba en lo más alto del cielo, posiblemente se trataba de uno de sus conjuros.

    ―Bienvenido rey de la oscuridad ―musitó la niña que parecía estar en otra dimensión, o por lo menos en su mente―, es un gusto tenerlo en esta dúctil aldea.

    La famosa Kikyo se puso de pie y dio media vuelta para recibirlo, los rumores que había escuchado sobre ella eran ciertos: la describían como una adulta atrapada en el cuerpo de una niña, por instantes, le recordó a Kagome cuando miró su rostro, era idéntico al de su hija, la únicas diferencias que encontraba era que ella tenía el cabello más largo y su piel lucía más blanca que la de su preciada hija.

    ―Para mí es un placer conocerla ―dijo con cierta elegancia―, mi visita será rápida sacerdotisa…

    ―Disculpe, pero aún no se me debe considerar una sacerdotisa. Todavía estoy en mi entrenamiento ―. Desde ese momento, confirmó que los rumores eran ciertos, hablaba perfectamente como una persona mayor a pesar de su corta edad.

    ―Perdone… Pero necesito de sus habilidades para reparar el espejo de la luz ―comentó con fluidez, no deseaba interrumpir el entrenamiento por mucho tiempo―, éste se ha roto por una razón desconocida. Debe ser reparado antes de cuatro días.

    ―Antes de cuatro días… ―repitió Kikyo con seriedad.

    Sin pensarlo, ella se acercó al rey como si fuera un aldeano común y corriente, lo observó detalladamente el rostro, deseaba descifrar las razones verdaderas de la reconstrucción del espejo, ¿desde cuándo un rey se preocupaba por otro si aquellos reinos eran tan paralelos?, fácilmente despertaron la curiosidad de Kikyo. Y el rey mantuvo el sereno silencio que tanto le incomodaba, más con la mirada de ella encima.

    ―Aunque yo repare el espejo… las cosas inevitables sucederán, el penúltimo día está esperando a su hija ―dijo sin sentido alguno―, pero tu hija sufrirá demasiado.

    El rey empuñó sus manos con fuerza, dio media vuelta causando que su capa danzara un poco con el viento que apenas sentía, y se retiró de la cabaña tan humilde sin despedirse. No se había dado cuenta que un rey podía ser más inútil que un campesino perezoso, deseaba tanto que su hija no saliera lastimada de ese día, no obstante, todo estaba predicho. Aquel día su hija tentaría a la muerte, pero lo que más le molestaba era que él no estaría presente. Era mejor esperar al tiempo, a ese día en específico… Deseaba disfrutar sus últimos momentos con Kagome. La niña que le había devuelto las ganas de vivir después del fallecimiento de su esposa.




    Mientras se retiraba de ese lugar, InuYasha por fin había encontrado a Kagome en el jardín, simplemente no lo encontraba porque el palacio era sumamente grande. Aún no se acostumbraba al ver la luna en el cielo, en cierto modo extraño, se sentía disgustado, quiso creer que era normal por ser un ser de la luz; sin embargo, eso no fue lo que más le sorprendió: los pájaros que bajaban cerca de ella comenzaron a trinar, como si estuvieran festejando su llegada… Sí, claro, por instantes olvidó que era un hanyou.

    ―¡Buenas noches InuYasha! ―saludó Kagome al percatarse de su presencia―, te levantaste tarde dormilón.

    ―¿Cómo que dormilón?, es difícil despertar con la luna en el cielo ―respondió a su inocente broma. InuYasha el orgulloso―. Buenos días Ka-go-me.

    Deseó responderle por unos momentos, no porque era un amigo suyo y un visitante de su palacio no tenía el derecho de responderle tan hipócritamente; pero sólo se abstuvo en hacer un puchero en sus labios. Kagome se levantó del suelo forrado de pasto y entrelazó sus manos, no era difícil verlo, estaba a cinco metros separada de él.
    InuYasha cruzó sus brazos viéndose como un verdadero príncipe: su cabellera plateada y su vestimenta roja no eran apropiados para un simple príncipe; pero eso claramente lo ignoraba. Kagome lo miraba deplorable, éste se dio cuenta.

    ―¿Qué pasa? ¿por qué me miras de esa manera? ―aborrecía aquella mirada, le recordaba a todas las personas que le tenían lastima… Un buen ejemplo su mamá―. De repente te quedaste callada.

    ―… Mi padre fue a averiguar cómo reparan el espejo de tu mundo. ―Masculló con un nudo en su garganta, le irritaban las intenciones de su padre desde que le había anunciado eso. Le entristecía que él no estuviera mucho tiempo a su lado.

    Estaba a punto de preguntarle cuándo lo decidió el rey, pensó que no le había simpatizado en los primeros momentos en que lo vio. Él se acercó a ella, su cumpleaños estaba cerca, la celebración que todos los habitantes de la oscuridad esperaban con ansias, y a decir verdad, el niño de ocho años también deseaba esa celebración. Ella se talló los ojos para impedir que las lágrimas salieran, tenía miedo de no volverlo a ver después que el espejo fuera reparado, deseaba estar junto a él para el día de su noveno cumpleaños. Cuando retiró las manos de sus ojos lo miró frente a ella, aquellos ojos dorados que resaltaban entre la oscuridad, algo que es imposible explicar. Irrepetible.

    ―Oye… yo no pienso irme cuando el espejo sea reparado ―admitió con una mirada dulce, dirigida sólo para ella―, en realidad no pienso volver… al menos hasta que tu día llegue.

    ―Pero InuYasha…

    ―¡Kagome ya basta!, asistiré a tu fiesta de cumpleaños y punto ―frunció el seño y le dio la espalda―, es una promesa.

    El vestido color turquesa que Kagome tenía bailó junto al viento, la tela era muy ligera. De repente, las ganas de llorar en ella se desvanecieron y sus ojos brillaron como lo hace una estrella. Se sentía contenta con esa promesa, no podía evitar sentiré protegida a su lado.

    ―InuYasha… gracias.

    ―No me las des. No me gusta eso.

    Kagome esbozó una sonrisa…




    Los días pasaron rápidamente para él, en ese lapso de tiempo ya había aprendido las costumbres tan diferentes de ese mundo, incluso ya se había familiarizado con su nueva habitación. Durante esos dos días había asegurado un par de cosas: al rey no le agradaba y Kagome era simplemente perfecta. Lo más seguro es que su madre estaría más preocupada por él, no lo había visto durante tres días; sin embargo, le daba igual si su padre estaría de la misma forma. Por fin, ya era el penúltimo día para el cumpleaños esperado de Kagome.

    ―¡InuYasha! ―gritó con todas sus fuerzas, pero no había rastro de él desde que se levantó de su cama.

    Lo único que lograba escuchar era los sonidos de los animales que estaban en el bosque, tenía miedo andar por aquellos lugares sin estar acompañada; pero vaya, tenía que encontrarlo. Esa noche poseía un vestido color verde, uno que combinaba con el pintoresco paisaje que la acompañaba temeroso. Siguió adentrándose en la inseguridad de las penumbras.
    Escuchó el crujido de una rama rompiéndose detrás de ella, Kagome dio la vuelta asustada.

    ―¿InuYasha?

    Divisó con dificultad, dos ojos rojos observándola con detenimiento. Los dos cuervos revolotearon cerca de ella… Pero aún así el sentimiento de pánico no la abandonó.
     
  8.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

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    Re: Mi príncipe hanyou

    ¡Konnichiwa! :rosa:
    Primero que nada quiero pedir perdón por no haber pasado antes, he tenido muchos problemas últimamente...
    Amiga no puedo creer que me perdí tantos capítulos, en serio lo siento...
    Wow cada vez me sorprende más tu forma de narrar, no sé como sacas tanta imaginación, te felicito.

    Lo dejaste muy interesante, ¿qué será lo que pasará un día antes del cumpleaños de Kagome? Pobre de mi bello Inuyasha, en todos lados me lo discriminan ToT. De seguro los ojos rojos que vigilaban a Kagome pertenecen al rufián de Naraku.
    Estaré esperando la continuación ansiosa pero calmada xD. Si no es mucho pedir ¿Me avisarías cuando subas la continuación?
    Bueno yo me despido nos vemos luego.

    Sayonara... :rosa:
     
  9.  
    Kai

    Kai Usuario VIP

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    Re: Mi príncipe hanyou

    Konichiwa...me disculpo por perderme...
    Querida se que no comento mucho...pero me encantan tus escritos...
    Ahora empece clases y me sera mas dificil jeje.

    Eres algo mala , lo dejaste en la parte mas interesante...pucha no se vale :P
    Una duda...entendí que Kikyo es una adulta atrapada en el cuerpo de una niña pero ...de que ¿edad?
    Espero ansiosa la conti...¿que pasara en ese penultimo día?
     
  10.  
    Lucy Nyu

    Lucy Nyu Lectora y amante de las buenas historias ❤

    Aries
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    Re: Mi príncipe hanyou

    hola hola!! ^^
    Ojos rojos???? Su sangre reaccionó???? :O Noooo Inuyasha, no le hagas nada :S
    Y llegó el penultimo dia. Ya quiero saber que pasará entre Kag e Inu. Espero que la prediccion de Kikyo no sea tan grave, no quiero ver que Kagome sufra, ni que Inuyasha sufra por Kagome ._.
    Bueno, espero la conti ansiosa :salta: Bye!! :rosa:
     
  11.  
    dulcekagome

    dulcekagome Entusiasta

    Virgo
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    Re: Mi príncipe hanyou

    Hola querida sensei!!!!
    muchas gracias por avisarme de tu con ti y disculpame por no haberme aparecido antes.
    me encanto esta muy interesante y lleno de misterios
    bueno espero que sigas asi de buen sensei me alegra
    que estes insprirada en tu historia. me gusto la parte
    donde in u hace una promesa un tanto rara la fprma
    de hacerla (como testarudo)bueno nunca me dejas
    descansar ahora me dejaste preocupada con loque esta
    a punto de sucederle a kagome? por eso te pido que subas
    conti lo antes posible.
    cuidate mucho bexos abxos y suerte de mi parte nus vemos atte.dulcekagome

    sayito sensei...;)
     
  12.  
    miko kagome

    miko kagome Usuario común

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    Re: Mi príncipe hanyou

    hola!!!
    disculpa por no haber podido postear antes T_T
    pero en fin ya lei los capitulos que estaba atrasada y solo una palabra se me ocurrio cuando los lei...!!!genial!!!
    me gustaron muchísimo las continuaciones ^^
    y estoy muy intrigada que es lo que le espera a Kagome?
    que le sucedera en ese bosque?
    donde esta Inuyasha?
    en fin son muchas dudas @_@
    bueno, suerte!!!
    espero la contiii
    bye n_n
     
  13.  
    windmiko

    windmiko This is war

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    Re: Mi príncipe hanyou

    Kagomexinu: hola de nuevo amiga, me dio mucho gusto que recuperaste los capítulos, me agradó mucho tu comentario. Ya te extrañaba.

    Kag Love Inu: lo que me preguntas no lo tomes tan… en serio. Con esas palabras quise describir que Kikyo era muy madura para su edad, mencioné que sólo tenía ocho años de edad y ella ya hablaba como toda una adulta. Eso quise dar a entender.

    Kennikag: bueno, en toda la historia no he mencionado que InuYasha pierde el control. No se me ocurrió, pero en el siguiente capitulo se describirá todo el día prometido, el que tanto ansiaban.

    Dulcekagome: jamás me ha gustado salirme del carácter de InuYasha, por lo regular, él es así de agresivo cuando se encuentra en ese tipo de situaciones. Gracias queridísima alumna x´D.

    Miko kagome: las dudas se resolverán en el siguiente capitulo, me alegra mucho que te gustara, en verdad que me animan todos los comentarios.
     
  14.  
    Kourei

    Kourei Acosando a Gray-sama (kagome-chan) ;D

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    Re: Mi príncipe hanyou

    Chibi re-linda, no tienes idea de lo que te extrañé ToT (Todos los días decía: tengo que ri al foro a decir a mi koohai-chibi que estoy enferma…) Y después de eso me ofrecían pastel *sus ojos resplandecen* una rebanada, por cada hora que me callara :D No tienes idea de cuanto me recuerda el inicio de tu fic a la historia de Tsubasa, la profecía, el chico de otra dimensión que viene a salvarla… y el maldito de Naraku que la hará de Fei Wang Reed (Yo escuché rumores por ahí que él en realidad es Doumeki-kun xD) Kya, me gustaría confirmar eso. Corto capitulo pero lindo, la princesa tan inocente e Inu-hermoso que sólo con ponerse de pie en un Sol ^///^
     
  15.  
    windmiko

    windmiko This is war

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    Re: Mi príncipe hanyou

    Izayoi sama: Se nota que ves tanto anime sempai, la historia tomará un rumbo muy diferente a esa serie. ¿Fei Wang es Doumeki?, debe ser una broma; no me la creo, él es lindo. Te extrañé mucho sempai, ya sentía que algo me hacía falta.
     
  16.  
    windmiko

    windmiko This is war

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    “¿Qué es lo que deseas, Naraku?”

    ―¡InuYasha! ―gritó con todas sus fuerzas, él no salía por ningún lado.

    Ya estaba perdida en el bosque por más de dos horas, seguramente su padre y los habitantes del castillo estarían preocupados por ella. Sus piernas visiblemente temblaban, tenía tanto miedo que se imaginaba todo tipo de cosas que estaban por salir a asustarla. Hasta que una voz la llamó por su nombre, ése fue el inicio de su tranquilidad… Por lo menos, durante unos momentos.

    ―¡Kagome! ¡Por aquí! ―ella volteó y ahí lo miró sentado, observando la luna.

    Se acercó con toda confianza hacia InuYasha, como si ya lo conociera desde hace tiempo, y vaya, eso exactamente sentía. Se sentó a un lado de él, olvidando así sus verdaderas intenciones; pero no estaba de más disfrutar unos momentos de su compañía. Enfrente de ellos lucía un hermoso lago, demasiado extenso se podría decir, y en ella estaba reflejada la luna esplendorosa.

    ―Oye, ¿qué intentas hacer? ―preguntó Kagome al notar una caña de pescar en sus manos―. Tenemos muchos pescados en el castillo, si querías uno, sólo tenías que pedirlo.

    ―¡Fhe!, no me gustan, saben horribles ―bufó molesto, en realidad no le importaba si pescaba o no, lo único que deseaba era estar solo por unos minutos, alejarse de todo lo que se relacionaba con castillos, reyes y dinero. Algo sin significado.

    ―Cómo quieras.

    El silencio se presentó sin incomodar. Kagome estaba muy nerviosa al venir a ese lugar, no porque escuchaba muchos ruidos extraños en el bosque, la verdadera razón es que venía a darle una noticia, que por más que fingiera, no le agradaba.

    ―¿Sabes?, vine aquí para avisarte que…

    ―¡UN PEZ!

    InuYasha se puso de pie y comenzó a jalar la caña, Kagome se levantó con las manos entrelazadas con una mirada nostálgica; esperaba pacientemente que la lucha entre el pez y él se acabara. El hanyou cerraba los ojos fuertemente mientras retrocedían pequeños pasos hacia atrás, por su esfuerzo ella supuso que el animal era grande.

    ―¡Maldito pez ya ríndete!

    Ya estaba por lograr atrapar al animal; pero cuando el pez estaba a punto de tocar tierra, InuYasha desistió causando que el pez escapara junto con la caña. El niño de ocho años, suspiró. Por alguna razón, sentía que ése día no sería “totalmente” bueno.
    Pero eso era lo que menos le importaba a Kagome, se sentía ofendida al ser interrumpida por él. Hizo un puchero.

    ―¿Recuerdas lo que también te prometí hace algunos días? ―preguntó ella―, cuando tú me prometiste que ibas a quedarte a mi lado.

    InuYasha la volteó a ver con una mirada extraña, ¿en verdad creía que iba olvidar esa promesa?, su corazón estaba palpitando más rápido de lo normal, esperaba con ansias ese momento.

    ―Me dijiste que ibas a contarme todo lo que sabías sobre Naraku, ¿cierto? ―cruzó sus brazos y volteó hacia el cielo nocturno.

    La princesa de la oscuridad se paró enfrente de él con las manos a su cadera, se veía como una niña mimada, aunque el pensamiento de él no estaba tan lejos de esa idea. Kagome señaló hacia su castillo, por suerte desde donde estaban, se podía apreciar todas las luces encendidas, el príncipe volteó hacia el castillo; no comprendió bien lo que realmente le deseaba decir Kagome, pero aún así inspeccionaba con la mirada aquel hogar de ella.

    ―¿Crees que no he visto bien tu castillo? ―arqueó una ceja.

    ―¡InuYasha qué torpe eres!, ¿qué no entiendes?, Naraku ahora mismo se encuentra en el castillo.

    ―¡¿Qué?! ¡¿Naraku?!

    Cómo deseaba maltratar a ese individuo, el consejero de ambos mundos era precisamente el hombre que rompió el espejo de su mundo. Ese día Kagome cumpliría su promesa. Antes que los planes de Naraku marcharan, quería estropearlos; aunque ni siquiera sabía lo que planeaba… Vaya niño.

    Mientras que Kagome e InuYasha se dirigían de inmediato al castillo, Sesshomaru se mantenía callado cuando su padre entró a la habitación. Ya llevaban buscando a alguien que se hiciera responsable del rompimiento del espejo, pero nadie aparecía. Taishou se sentó en el sillón más cómodo y esperó a que su hijo primogénito hablara; aunque ya se imaginaba cuál era su reclamo.

    ―¿Y bien...?, ¿qué vas a decirme Sesshomaru? ―preguntó con un poco de incomodidad, esperaba su reclamo para dar un gran sermoneo―. Tengo que seguir buscando a ciertas personas, hijo.

    El príncipe de cabellera plateada, entrecerró sus ojos.

    ―No es necesario decirlo… tú ya sabes lo que reclamaré.

    El rey de la luz, sonrió. Tal como esperaba, Sesshomaru deseaba ser el sucesor de la corona, no InuYasha, él aún era un niño tan inocente que no comprendía las ideologías de un digno rey. De cualquier manera, de cualquier punto de vista, Sesshomaru era el indicado para eso, sólo que su padre no lo comprendía.

    ―Entiende, yo ya he elegido quién será mi sucesor ―se levantó del sillón rojo, le inquietaba un poco la actitud de Sesshomaru―. InuYasha es el único que puede manipular mi arma.

    Entonces, la sangre del joven hirvió.

    ¿Acaso su padre dudaba que podía manejar la espada Tessaiga?, ésta sólo lo posee el rey gobernante, según lo que le había enseñado su padre. Es por esa razón, que la mayoría de su tiempo lo invertía investigando casos extraños, como el de la casa quemada, que por cierto, nunca supieron quién era el responsable; pero aún así él debería ser el siguiente gobernante, no ese hanyou que estaba desaparecido más de cuatro días.

    ―Yo puedo manejar esa arma sin problemas ―contestó con mucha seguridad, causando que su padre dudara un poco de sus planes―. Además, ese hanyou está perdido. ¿Quién nos asegura que sigue con vida?

    ―¡Sesshomaru!, por supuesto que mi hijo sigue con vida.

    El joven de cabellera plateada cruzó sus brazos elegantemente, le enfermaba la actitud de su padre, simplemente no lo entendía. Y ni siquiera deseaba eso. Sólo conocía pocas personas que hablaban con InuYasha; sin embargo, era el mismo caso con él.
    De cualquier caso, ese día no convencería a su padre ―por supuesto, no se rebajaría a tanto―. Así que abrió la puerta de madera; pero antes de irse volteó a ver a su padre con desdén.

    ―Si InuYasha llegara ser rey, entonces yo…

    ―¡¿Entonces qué Sesshomaru?!, te atreverías a matar a tu propia familia? ―detonó Taishou, le dolía la actitud de su propio hijo, eso no lo escondía.

    La respuesta de él fue simple: cerró la puerta con fuerza, dejando solo a su propio padre; ya no deseaba escucharlo más.

    Kagome e InuYasha se dirigían con cautela al castillo, específicamente al bello jardín, el lugar preferido por ella. Los guardias ni siquiera se percataron que ellos estaban ahí, y era lo mejor, los niños no querían que nadie los viera. Naraku era un ser de lo más despreciable, por esa razón ellos sacaban muchas dudas sobre sus propósitos.
    Apenas llegaron y se asomaron en la gran ventana que estaba ahí, claro, escondiéndose un poco; tampoco deseaban que lo descubrieran.

    ―Desde hace mucho tiempo Naraku no ha visitado este mundo ―comentó Kagome sin despegar su vista a la ventana, esperando pacientemente la llegada del consejero―. Mi padre le anunció a medio mundo su llegada, como si fuera a importarles a los demás.

    ―¿Cómo se atreve ese bastardo a presentarse?, justo este día cuando todo estaba saliendo bien…

    Por alguna extraña razón, no se convenció de sus propias palabras. Se le vino a la mente las profecías que tanto anunciaba Akitoky; pero para él era una gran y terrible exageración. No, ahora no sería el día que todos esperaban… o por lo menos él quiso convérsese de su propia idea.

    El silencio embargó todo el jardín cuando divisaron a Naraku por la ventana, no vestía como un verdadero consejero, parecía más humilde; pero eso no justificó lo que ambos niños opinaban. El hombre hizo una reverencia e inclinó un poco su cabeza, por suerte, el vidrio de la ventana no era lo suficientemente gruesa, porque se podía escuchar claramente la conversación que tenían:

    ―Hace mucho que no te veía, Naraku ―se escuchó el padre de Kagome, aunque no sabían muy bien donde se encontraba. Posiblemente en su silla real.

    ―Disculpe mi retraso, no era mi intención tardarme tanto. He tenido varios contratiempos ―habló él―, uno de ellos fue hacer una investigación profunda al reino de la luz.

    InuYasha sintió un escalofrió extraño en su espalda, algo no andaba bien, ya que las últimas palabras las dijo como si fuera una proposición, o alguna tentación. Pero aún así trató de contener sus impulsos y temperamentos, trató de agudizar más su oído, vaya, aún no era necesario para él.

    ―Este reino, planea atacarlo por sorpresa… ¿No cree que es muy conveniente que el príncipe permanezca un buen tiempo aquí?

    Ya estaba confirmado: Naraku planeaba algo contra esos reinos tan paralelos. Kagome se levantó de inmediato y dio media vuelta, divisó que InuYasha se estaba retirando con sus manos empuñadas.

    ―¡InuYasha espera!

    ―¡No me detengas Kagome, iré a desenmascarar a ese tipo!

    La princesa iba articular una palabra, pero aunque lo hubiera dicho, InuYasha no la escucharía; él se retiró con el coraje de por medio. Por primera vez en mucho tiempo, Kagome se sentía impotente… Por alguna razón sentía que Naraku ya tenía ganada parte de la batalla.

    ―Sigue contando más Naraku, necesitamos defendernos esta noche ―ordenó el rey sin escrúpulos, su voz estaba más que ronca por tal noticia.

    ―Esos seres han planeado todo: ellos rompieron el espejo para que usted no pudiera devolver al príncipe a su sitio, utilizaron la inocencia de su hija para que se encariñara con InuYasha formando una “agradable amistad”.

    ―¡Imposible!, debemos atacar esta noche…

    ―No se altere su alteza, sé muy bien su punto débil. Si usted me brindara la oportunidad de mandar sus tropas yo…

    ―¡Concedido Naraku!

    Kagome abrió sus ojos como platos, algo malo estaba por suceder. Con la velocidad que le permitían sus piernas se retiró del jardín y se dirigió con InuYasha, tratando de alcanzarlo inútilmente antes de que fuera demasiado tarde.

    ―¡Naraku es un traidor! ―InuYasha lo gritó a los cuatro vientos cuando abrió la puerta de aquella sala―. No le crean él planea algo, yo lo sé.

    Cuando el eco de su voz calló por completo, todos los que estaban en ese lugar se rieron con fuerza, algunas veces él mismo olvidaba que era un niño. Nadie le creía por tener ocho años; sin embargo, no dejó que eso impidiera sus verdaderas intenciones. Naraku se puso de pie, como si él mismo fuera el rey de ese mundo… y tal vez, eso planeaba.

    ―¿Con eso te defiendes, InuYasha? ―masculló él, jamás que el niño recuerde el consejero le había hablado de esa manera―. Tú, príncipe de la luz… tu palabra no tiene sentido en este mundo.

    InuYasha apretó sus dientes.

    ―Tú lo has dicho Naraku… ¡Lleven a este infeliz a un calabozo desocupado!

    Kagome al escuchar el mandamiento de su padre huyó del jardín donde espiaba, tenía miedo de muchas cosas que era imposible contarlas. Adentró del castillo todos los guardias sujetaron a InuYasha, evidentemente él se oponía. Por dentro Naraku sonreía, pero aún sus planes no acababan.

    En el mundo de la luz, todo parecía estar tranquilo, como los demás días anteriores. Pero algo faltaba para Izayoi, la mitad de su vida y de su ser: InuYasha. Hace algunos días siempre iba a la laguna del castillo, le llegaban muchas memorias sobre él todos los días; por ejemplo cuando el entregó unas flores amarillas a su madre.
    Bajó la mirada hacia el agua cristalina, miraba su propio reflejo: se describía como una mujer fuerte y valiente, o al menos, eso era lo que repetía su esposo. Pero su otro complemento faltaba, la otra parte de su vida. Todo eso se vio interrumpido por un paso muy brusco, ella alzó la mirada para encontrarse con la de su esposo.

    ―Izayoi… ―llamó con una voz ronca, ella podría jurar que antes de venir había derramado lagrimas. Sonaba algo tonto afirmándolo en su mente―. Acaba de llegar un mensaje por parte de Naraku.

    ―¿Es por esa razón que tiemblas, querido? ―dijo junto con una bella sonrisa, se levantó con suavidad dejando ver su vestido rojizo. Entrelazó sus manos hacia el frente―. Deben ser buenas noticias, ¿no?

    ―No Izayoi, son malas.

    Esas palabras fueron las causantes de que ella se preocupara. Su esposo se acercó a ella y la abrazó con delicadeza. No sabía cómo explicarle tal noticia. Después de ese abrazo, Izayoi se separó de él exigiéndole una respuesta inmediata y concreta.

    ―Nuestro hijo… ha sido secuestrado por los seres de la oscuridad.

    ―¡¿Qué?! ―se tapó sus labios y las lágrimas no le pidieron permiso para salir, sentía cómo su vida cambiaba radicalmente―. ¿Quién te lo anunció?,

    ―Ella ―señaló una mujer geisha con abanico en mano―, es la mensajera de Naraku en su ausencia. Izayoi, tenemos que traerlo de vuelta… Por eso, estaremos listos para la batalla esta noche.

    ―¡Imposible!, el espejo aún está roto, ningún ser de otro mundo puede cruzar el nuestro ―habló la reina con lagrimas en los ojos, pero Kagura se acercó más a ellos con un semblante amable; aunque le repugnaba la gente como ellos.

    ―Reina Izayoi, vine aquí para anunciarles que ellos vendrán por ustedes. Ellos planean atacarlos esta noche, porque esos seres ya saben cómo reparar el espejo; no puedo asegurarles si ellos traerán a su hijo, pero Naraku y yo planeamos todo para rescatarlo.

    Ese era el plan de Naraku, hacer una guerra en ambos mundos… ¿pero para qué?, ¿qué intenciones tiene en poner en combate a todas las personas de mundos paralelos?, ¿falta algo más para que él cumpla con su propósito?
     
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  17.  
    Lucy Nyu

    Lucy Nyu Lectora y amante de las buenas historias ❤

    Aries
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    25
    Hola hola ^^ comentando de nuevo tu fic :)

    Yo se q es lo planea Naraku!!! o eso me imagino: Que los dos mundos entren en batalla y se destruyan entre ellos para así él poder apoderarse y gobernar ambos mundos sin que nadie se oponga o se lo impida. Típico de Naraku hacer que otros se dañen sin que él se ensucie las manos. Hey! en el mundo de la luz, son youkais verdad?? y en el mundo de la oscuridad q son??? no son humanos, de eso estoy segura. Si ambos mundos entraran en batalla obviamente el mundo de la luz ganaría, xq todos son youkais, me imagino.
    También, Sesshomaru no dijo q haría si Inuyasha llegara a convertirse en el nuevo rey... Será que lo matará??? :O siii es muy probable, siendo Sesshomaru eso es lo que puede pasar.

    Que intrigante esta esto. Como siempre odio a Naraku, pero eso desde el inicio de la serie ha sido asi xD

    Espero que pongas la conti pronto. Me encanta como va la historia ^^
    Bye!!! :rosa:
     
  18.  
    Kyouko Kiryuu

    Kyouko Kiryuu Adicto

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    ¡Hola amiga! Perdona mi demora.
    Me gustó mucho la continuación, no puedo creer que hayan encarcelado (?) a mi hermoso Inuyasha; me imagino lo que Kagome sintió al no poder detenerlo.
    La maldad de Naraku no tiene limites, mira que ser tan cruel con niños pero así me gusta :oops:, sí, también me gustan los chicos malos :rolleyes:.
    La actitud de Sesshomaru es lo que me encanta de él *baba*.
    Tengo ansias de saber que pasará en el siguiente capítulo y sé que nos sorprenderás ;).


    Lo que te señalé en rojo es porque noté que te falto un signo de interrogación, hay que tener cuidado con eso ;).
    Es todo lo que diré, yo me despido amiga, nos vemos luego.

    Adiós.
     
  19.  
    Tomoee

    Tomoee Elfases de los bosqueses Espectroses Comentarista destacado

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    Demandaré eso de las alertas xD No había nada que había continuación.

    Naraku empieza a soltar más veneno. Desgraciado xD Siempre quiere que las personas se estén peleando. Yo sé que el quiere dominar el mundo e.e! de verdad, así que ya quiero ver que más veneno suelta para confirmar mis sospechas.

    Awww, me pregunto cómo estarán despues los momentos lindos entre Inuyasha y Kagome, ahora habrá mucho disturbio -.- haber que sucede ante la turbulencia.

    Continúa :3 Y me dices por perfil que es más confiable xD *-* sabes que me gusta mucho cómo narras.
     
  20.  
    windmiko

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    No se le ocurría nada para entretenerse, no había nada interesante qué ver mas que las barras de hierro que lo obligaban a permanecer quieto. Ser prisionero era algo tan aburrido y aterrador, no lo pensaba porque la habitación era algo chica y oscura, si no que los chillidos de las ratas se escuchaban a cada momento.
    De pronto, se escuchó cómo se abría la puerta. InuYasha se levantó exaltado y se dispuso a escuchar todos los sonidos posibles, y se dio cuenta que los pasos de aquella persona eran pausados, tímidos y cortos: sin duda, era Kagome.

    ―InuYasha, qué bueno que estás bien ―exclamó ella cuando apenas lo miró, se acercó a él rápidamente e intentó quitar uno de los tubos de hierro.

    ―Es inútil Kagome, ya intenté eso desde que me metieron en esta apestosa celda ―dijo el niño, esas palabras fueron suficientes para que ella retrocediera un paso asustada; aún permanecía la idea de que su amigo estaba ahí por su culpa―. ¿Qué pasa?, de repente te quedaste callada.

    La princesa de la oscuridad lo observó lastimosamente. Tal vez si hubiera intervenido en ese momento InuYasha no estuviera ahí, ella misma se culpaba; llevó una mano a la altura de su pecho, sintiendo su corazón latir desembocado.

    ―…Es mi culpa, no debí escapar cuando te enfrentaste a Naraku tú solo.

    ―No Kagome, hiciste bien huir ―dijo él―, no me malinterpretes, pero estoy seguro que tu padre te hubiera encerrado.

    Ella esbozó una sonrisa, no era dulce como usualmente lo hacía, esta vez era traviesa. Incluso InuYasha se preguntó qué estaría merodeando por su mente. Kagome se acercó a la celda para mirarlo fijamente, y después colocó su cálida mano en uno de los barrotes.

    ―Debemos salir de aquí, los guardias no tardaran en llegar. ―Añadió ella, de uno de sus bolsillos de su vestimenta, sacó unas llaves plateadas; suerte que todas sus cosas tenían la misma cerradura.

    ―Tú padre te va a encerrar cuando se entere que me sacaste de esta jaula. ―Kagome insertó la llave en la cerradura y exitosamente se abrió.

    El pequeño hanyou respiró aliviado, ya no tenía que soportar aquel maloliente lugar, estaba más que claro que ya habían muerto personas en ese espacio. Sonrió victorioso con los brazos cruzados; pero Kagome seguía con la mirada en el suelo, como si buscara el más pequeño de los insectos que pasaban cerca de sus pies. Cuando InuYasha estaba por hablarle, ella le ganó la palabra:

    ―Te irás, ¿cierto? ―preguntó con timidez, aunque no pensaba preguntárselo directamente. Sus pequeños labios la delataron―. No pretendo detenerte, después de todo tu verdadero hogar es un mundo muy distinto al mío… pero aún así yo no…

    Calló inmediatamente. El niño apenas entendía la situación que enfrentaba, afuera se desataba un gran ejército que estaba a punto de comenzar una guerra, tenía que darse prisa. ¿Pero qué haría un niño de su edad con un problema tan grande?, si ningún adulto lo escuchaba. Y lo más importante, ¿qué haría Kagome si apenas sabía defenderse?

    ―Iré a ver a ese bastardo de Naraku. ―Caminó con las manos empuñadas con intenciones de salir completamente del calabozo. InuYasha ni siquiera se molestó en prestarle atención a su amiga.

    ―No quiero que lo hagas ―ordenó ella dando media vuelta; no obstante, el siguió caminando. Vaya, el pasillo estaba un poco extenso. Él abrió la puerta y se detuvo antes de irse, como si esperara a que alguien lo detuviera―. Entonces yo también iré.

    ―No puedes ir, es muy peligroso para una princesa ―dijo él con los ojos cerrados y dándole la espalda a ella―, no tienes que preocuparte por lo que está pasando.

    ―¿Que no me preocupe?, ¿Qué tipo de persona crees que soy yo? ―estiró los brazos para demostrarle la valentía que ella tenía. Ya no soportaba que la ignoraban, todos deseaban que ella se protegiera… ¿pero ella a quién iba a proteger?

    El príncipe de la luz contaba los segundos que se hacían minutos. Se espantó un poco, ya que voces desgarradoras escuchaba desde lejos, como si una madre viera a un hijo muerto. Tal vez ya era tarde, la guerra entre ambos mundos ya estaba comenzando, todos habían caído en las garras del malvado de Naraku. El odio, la envidia, el miedo, la lujuria, el orgullo y otros sentimientos oscuros se entrelazaban, como una perfecta sincronización. Al escuchar el choque de varias espadas, cerró la puerta con suavidad; pero aún así, su potente oído le permitía escuchar todo lo que ocurría allá afuera.

    ―Lo siento, Kagome. Pero será la última vez… ―en esos momentos, nada valía la pena―. No apareceré ante ti de nuevo, así que descansa tranquila y escóndete.

    Al parecer, estar encerrado un buen tiempo en aquella celda le benefició en cierta forma. Llegó a pensar sobre el rompimiento de los espejos, que era muy posible que eso sucediera. En la guerra nadie le importaba qué rompía o qué dañaba, lo más importante era saciar la sed de odio y miedo. Pero aún no comprendía qué era lo que exactamente deseaba Naraku, ¿qué ganaría con eso?

    ―¡Espera, InuYasha! ―si uno de los espejos se rompía, ambos tenían que decidir en qué mundo quedarse. Y la decisión del niño hanyou, ya estaba hecha―. No comprendo este sentimiento que tengo ahora, es una sensación… de soledad y… de tristeza. No quiero ser capaz de no verte de nuevo.

    No esperaba ver sus lágrimas por última vez, Kagome trataba de atorarlas en su garganta, pero tarde se dio cuenta que éstas bañaban sus rosadas mejillas. InuYasha deseaba estar con su familia y no con ella, dolía la decisión, pero la princesa lo comprendía cabalmente.

    ―Todo esto te está haciendo daño, Kagome ―musitó con una voz dulce, muy rara en él. Sus ojos dorados, como el ferviente sol que tanto extrañaba, adquirieron un brillo cálido y extraño. La miraba con ternura, lamentablemente, aquella estúpida regla impedía tocarla.

    ―No me importa, aunque sea doloroso…Cuando pienso en ti, en mi pecho nace una pequeña luz…y cuando eso sucede InuYasha, me siento protegida.

    ―¿Pensando en mí? ―Ella asintió sonrojada.

    ―Tengo la sensación de que si te vas… esa luz desaparecerá. ¡Tengo miedo de eso!

    Nada cambiaría. Ni siquiera los fuertes sentimientos de una princesa respetada detendrían la guerra que se desataba sin tregua. Aunque las palabras de Kagome eran bastante ciertas, InuYasha no tenía el valor para responderle… ni siquiera admitía que sentía lo mismo por su gran amiga: ambos niños lo consideraban como una gran amistad, una que perduraría para siempre.
    InuYasha cerró los ojos. Por supuesto que nada cambiaría.

    ―¡Espera, por favor! ―suplicó ella antes que InuYasha se retirara, él volteó hacia ella.

    Inesperadamente, Kagome corrió a sus brazos con lágrimas en los ojos; y como si sus propias almas se conectaran, él la recibió con los ojos cerrados y la abrazó con la misma intensidad que ella. Ya no importaba esa tonta regla patética que su padre había inventado, ni siquiera la guerra que se estaba desatando. El tiempo se había detenido. InuYasha respiraba su cabello: olía a yerba buena y a la misma vez a canela; ese era una prueba que esa niña se la llevaba perdida en el bosque; en cambio, Kagome hundía su rostro en su pecho, esperando así que las lágrimas se secaran.

    ―Quédate conmigo, InuYasha… ―musitó con suavidad y ternura, suficiente para que él accediera.

    ―Kagome… no puedo.

    Se separaron un poco y se miraron tiernamente a los ojos, las miradas estaban libres de maldad, de lujuria, incluso no había miedo en sus ojos inocentes. Algo que a la gente de allá fuera, carecía. Aunque su pecho ardía, Kagome sonrió débilmente.

    ―Entonces… quédate con esto ―llevó sus pequeñas manos a su oído derecho y se quitó el arete, éste tenía la forma de una bella flor, en el centro tenía una piedra rosada. Se lo entregó en sus manos extendidas.

    ―Pero… ―calló de repente al ver la sonrisa de felicidad de Kagome… ni hablar, tal vez era la última vez que veía aquella encantadora sonrisa―. Gracias.

    Izayoi, la reina de la luz, se tapó la cabeza y se agachó en medio de la sala. Tenía miedo. Su esposo y su hijastro Sesshomaru fueron a defenderse de los continuos ataques; aunque el hijo mayor no lucía tan complacido al enterarse que tenía que matar a los seres del mundo de la oscuridad. Era obvio que su esposo no la dejó salir del castillo, incluso los guardias vigilaban la habitación donde ella se encontraba. Parecía presa de su propio palacio.

    ―InuYasha… Taishou ―ésas eran las palabras que más repetía, estaba angustiada, siempre que quería calmarse pensaba lo peor, y eso no ayudaba demasiado.

    Sesshomaru corría a una velocidad increíble, esquivaba los arboles ágilmente, y cuando la paciencia se le agotaba, los cortaba con un movimiento suave y rápido con su espada. Sabía que ellos estaban en desventaja, aunque muchos habitantes del mundo de la luz se ofrecieron para entrar en batalla, él no los dejó. El príncipe no dependía de la fuerza de los demás, ni siquiera de su propio padre, si no de su mismo orgullo.
    Llegó al santuario donde estaba el espejo que conectaba ambos mundos, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba parado enfrente de él. Alistó su espada una vez más y la tomó con las dos manos, en ese instante, sus garras afiladas resaltaban.

    ―Aunque usted rompa el espejo, no arreglaría las cosas, ¿o sí príncipe Sesshomaru? ―Naraku apareció entre las sombras. Qué tonto había sido, ni siquiera se había percatado que lo estaban siguiendo.

    ―Hmph, eso no me importa.

    El consejero de ambos mundos, con mirada despiadada y lujuriosa, esbozó una pequeña sonrisa. Todo marchaba perfectamente, como si él mismo hubiera escrito el destino de todos. Sesshomaru, sin dejar de sostener su arma, volteó con él. Recordó una vez más a InuYasha advirtiéndole a su padre que Naraku no era un ser de confianza, que él tramaba algo más, pero nadie le creyó… Sin embargo, Sesshomaru…

    ―Yo sé lo que usted desea, señor ―habló haciendo eco en la habitación abandonada―. Entiendo que usted desea gobernar este mundo, que quiere ser el siguiente príncipe que tome el lugar de su padre; y no ese niño llamado InuYasha.

    Como respuesta, Sesshomaru guardó su espada en su debida funda, dándole a entender que estaba dispuesto a seguir escuchando su propuesta. Naraku avanzó dos pasos hacia el frente.

    ―¿Por qué no me deja esa tarea a mí?, le aseguro que usted tendrá ese gran honor… claro, si usted está dispuesto a cooperar conmigo.

    Sesshomaru quedó en silencio. Era una propuesta bastante tentadora, hasta para una persona como él: aunque él había resuelto la mayoría de los problemas del reino, tomaban más en cuenta a InuYasha. Él era el más apto para tomar el lugar de su padre, y aún así eligieron a un niño para que tomara su lugar. El hombre frio, gélido y sin sentimientos, aquél príncipe serio, al que todos temían; estaba sufriendo por dentro…

    Taishou acabó con un ser de la oscuridad de un solo movimiento, y cinco guardias acababan a otro; no era nada fácil, éstos eran muy fuertes. El rey de la luz miraba hacía todos lados, se dio cuenta que la cantidad de enemigos estaba creciendo.

    ―¿No sería mejor si rompiéramos el espejo para que estas criaturas no puedan pasar? ―preguntó un guardia enojado, a simple vista era el más cobarde de todos, ya que estaba escondido entre dos rocas que apenas cubrían su cuerpo.

    ―¡Por supuesto que no, les prohíbo proponer eso de nuevo! ―amenazó el youkai enojado, ya era la sexta vez que lo escuchaba―. Mi hijo aún está atrapado en ese mundo, debemos sacarlo de ahí primero.

    ―¡AH!

    El rey volteó hacia el castillo y miró que unas personas de vestimentas oscuras entraban a la habitación de su esposa, exactamente por la ventana. Su reina estaba en gran peligro. Sin avisar, corrió hacia la habitación lo más rápido que podía; aunque eso era poco, no tenía que admitirlo, pero ya tenía muchas heridas de por medio y éstas, tardaban un poco en curarse.

    ―Miren, qué hermosa es la reina de este lugar ―comentó uno de los guerreros con la espada en su mano. Izayoi temblaba de miedo.

    ―Qué desperdicio, lástima que tenemos que asesinarla. ―El caballero desenfundó su espada e hizo una reverencia, era su enemiga, pero aún así le hacía honores.

    El joven de cabellera rubia alistó su espada y la dejó caer: en la alfombra roja escurrió sangre. Sin embargo, los guerreros se sorprendieron al ver que la espada estaba partida en dos, ellos observaron al niño que se había interpuesto en el ataque.

    ―¡No vuelvan atacar a mi mamá! ―regañó el niño heroicamente, los señores sólo quedaron asustados. Y como si faltara algo, Izayoi abrazó a su hijo con ternura, no le importaban los intrusos que se quedaron pasmados a tal escena.

    ―InuYasha… qué bueno que estás a salvo ―por poco se le salían las lágrimas, pero cuando inspeccionó con su mirada el cuerpo de su hijo, se dio cuenta que su brazo derecho estaba herido. Él había recibido el golpe por su madre.

    ―No es nada, se curará pronto ―explicó antes que Izayoi sacara el botiquín entero para curarlo―. Vine para explicarle todo a mi padre, mamá todo esto es una trampa de Naraku…

    InuYasha volteó hacía los guerreros; sin embargo, no esperaba que éstos estaban a punto de saltar por la ventana para escapar, y francamente lo entendía, en realidad ninguno de los dos mundos era el enemigo. El verdadero enemigo se encontraba escondido.

    ―¡Izayoi! ―hizo aparición Taishou azotando la puerta, pero sus fuerzas volvieron a él cuando miró a InuYasha a salvo.

    Ahora sí, sus padres estaban reunidos dispuesto a escucharlo.
    InuYasha estaba seguro que esta vez, le crearían…

    Mil perdones por la tardanza, estaba en exámenes, proyectos, pruebas, evidencias y mucho más. Y como estaba bajando mucho mi calificación pues tenía que ponerme aplicada y seguir con mis estudios más que otra cosa. Espero que hayan disfrutado el capitulo.

    Kennikag: Puede ser que ése sea realmente el plan de Naraku, puede que no también x´D. Lo que sí les puedo decir es que ya está todo planeado en mi loca cabecita. Respecto a tu pregunta, las razas son diferentes, son variadas en cada mundo; es decir no quise clasificarlas porque hasta yo me enredaría. En el mundo de la luz y oscuridad existen tanto hanyou´s como youkai´s.

    Kagomexinu: Sí, ese signo me faltó. Muchas gracias amiga por hacerlo notar. Naraku aunque sea el malo del cuento no se le quita lo sexy, es una de las cualidades que nos vuelven locas :L.

    Meelissa: Bueno Meli ahora sí me tardé en el capitulo, espero que lo hayas disfrutado y sí pasaré a leer el tuyo xD. Estaré más al pendiente de las continuaciones ya que ya vamos a salir de vacaciones, lol.
     
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